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jueves, 9 de marzo de 2023

marzo 09, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 461

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 461. Encontrar La Debilidad (2)



Sovieshu frunció el ceño ante la oferta del Cuarto Comandante. El Comandante sonrió con confianza, como si estuviera seguro de que Sovieshu aceptaría.

"Me niego."

Sovieshu respondió inmediatamente.

"¿Te niegas?"

El comandante parpadeó sorprendido.

"¿Está seguro?"

Una sonrisa llena de desprecio cruzó los labios de Sovieshu.

"Prefiero no dispararme en el pie."

Aún no tenía pruebas concluyentes, pero aunque las tuviera, no se las habría dicho a los Caballeros Transnacionales. Los magos eran la fuerza del Imperio Oriental. Si los Caballeros Transnacionales encontraban pruebas fehacientes de la disminución del maná, primero las utilizarían para arrinconar al Imperio Occidental. ¿Y después? Sovieshu estaba seguro de que las flechas volarían hacia el Imperio Oriental.

El puerto era precioso, por supuesto. Pero había muchas maneras de recuperarlo. Mientras tuviera magos, por la fuerza o por la política, podría retomarlo. Lo mismo no se aplicaba a sus magos. No entregaría la mayor debilidad del Imperio Occidental a alguien, sólo para jugarles una mala pasada temporal.

Los ojos del comandante, ya estrechos de por sí, se entrecerraron aún más.

"Ya veo. Es una pena, Su Majestad."

El Cuarto Comandante se despidió cortésmente y abandonó el Palacio Imperial. Su asistente, que le esperaba afuera, se apresuró a acercarse en cuanto salió.

"¿Cómo le fue, Comandante?"

"No cayó en la trampa."

Respondió con decepción.

"Pensé que se uniría a nosotros enseguida, ya que perder el puerto sería malo para su imagen."

"Probablemente sabe que los magos son más importantes que el puerto."

"No es cierto. Ambos son importantes. Además, era posible mantener ambos."

"¿Cómo?"

El Comandante se rascó la barbilla,

"Si fuera yo, entregaría la información y mantendría la posesión del puerto. Luego mataría a todos antes de que perdiéramos a los magos."

Su asistente se frotó los brazos. Las aterradoras palabras del Comandante le pusieron la piel de gallina,

"Bueno, eso da un poco de miedo. ¿Cree que el Emperador Sovieshu podría cambiar de opinión, Comandante?"

"Es más rígido de lo que esperaba, así que probablemente no."

"¿En serio?"

"Más bien..."

'Más bien, es el Emperador Heinley quien piensa más como yo.'

Sólo terminó la frase en su mente, por lo que su asistente preguntó desconcertado,

"¿Comandante? Más bien, ¿qué?"

Angel ignoró a su asistente.

"Vamos a Bohean Azul. Desafortunadamente, no es posible cumplir ambas misiones al mismo tiempo. No queda más remedio que resolver una a la vez."

"Sí, señor."

"Oh, una cosa más."

El Cuarto Comandante había dado varios pasos, pero se detuvo de repente y se dio la vuelta. Sobresaltado, su asistente enderezó los hombros.

"¿Qué ocurre, señor?"

En los ojos del Cuarto Comandante se dibujó una sonrisa de satisfacción. Él dio una orden más.

Mientras tanto, Sovieshu llamó al Marqués Karl. Para cuando llegó el Marqués, Sovieshu tenía ante sí un informe sobre el Duque Elgy y Rashta.

Después de esperar un rato en silencio, el Marqués Karl preguntó con cautela,

"¿Me mandó a llamar, Su Majestad?"

Aunque la mirada de Sovieshu seguía fija en el informe, finalmente dio una orden,

"Dile al Rey de Bohean Azul que piense en lo que debe hacerse ahora, por el bien de la amistad entre nuestros dos países."

***

Mientras Sovieshu trabajaba para proteger su puerto y el Cuarto Comandante estaba ocupado cumpliendo con sus dos obligaciones, Heinley también estaba ocupado ocultando pruebas de sus preparativos para la guerra. Tras despedirse de Navier y transformarse en pájaro, voló hasta otro lugar donde había ocultado hábilmente piedras de maná.

Dado que Navier estaba embarazada, quería permanecer a su lado el mayor tiempo posible. Pero para evitar que el Imperio Oriental descubriera su plan, tenía que actuar con rapidez. Heinley no quería que nadie más descubriera cómo acelerar la pérdida de maná.

Si bien no había tenido más remedio que renunciar a la guerra, pensó que al menos podría transmitir el conocimiento de este método a sus hijos.

'Mientras recupere las piedras de maná, nadie podrá culparme, aunque sospechen de mí.'

Voló diligentemente durante un tiempo hasta que finalmente divisó su destino, un templo. El hermoso templo había sido construido sin muros, sólo con pilares. Heinley había incrustado una piedra de maná en uno de los pilares. Estaba tan bien escondida que había tenido que venir él mismo para localizarla. Pero justo cuando estaba a punto de aterrizar sobre el pilar, vio las cabezas de algunas personas en las inmediaciones. Desconfiado, siguió volando.

'¿Quiénes son?'

Aunque iban disfrazados de comerciantes y turistas, no podían serlo. Los comerciantes y los turistas no tenían por qué moverse sigilosamente cerca de un templo.

'¿Han descubierto que aquí hay una piedra de maná? ¿Son secuaces de Sovieshu?'

Heinley dio vueltas por el cielo, lleno de preguntas. Cuando uno de ellos se adentró en el bosque, voló rápidamente en esa dirección. Descendió vertiginosamente y, justo antes de tocar el suelo, se convirtió en humano y abordó al hombre por detrás mientras estaba distraído.

"¡Ack!"

Gritó el hombre disfrazado de turista al caer al suelo. Heinley le agarró por el cabello y tiró con fuerza.

"¿Quién eres?"

"¿Q-Qué?"

"He dicho, ¿quién eres? ¿Qué haces aquí?"

El hombre intentó sacar un arma oculta, pero Heinley se lo impidió de inmediato. El hombre intentó morderse la lengua para suicidarse, pero Heinley le apretó la mandíbula, forzándole a abrir la boca de nuevo. Como seguía negándose a responder, Heinley le propinó una paliza.

Finalmente, el cautivo confesó entre sollozos.

"La Alianza... Estoy con la Alianza. A todos los de la Alianza nos dijeron que investigáramos esta zona."

"¿Qué parte de la alianza? Hay muchos grupos implicados. Dime exactamente."

El hombre se estremeció.

"Soy de la 4ª. ¡La 4ª División de los Caballeros Transnacionales!"

Heinley chasqueó la lengua y soltó la mandíbula del hombre. Recordó que el Comandante de la 4ª División había pedido a Navier prestada la 5ª División.

'Supongo que no sólo están investigando el asunto del puerto.'

Se había preguntado por qué estaba tan escaso de personal como para necesitar el apoyo de otra división. Era porque se estaba ocupando de dos casos a la vez. El Cuarto Comandante había enviado a todos sus caballeros a investigar cualquier pista sobre el fenómeno de la disminución del maná. Era un método aburrido pero eficaz. También iba directamente en contra de los planes de Heinley.

Justo entonces, oyó un gemido. El Caballero de la 4ª División que había capturado le miraba aterrorizado. El hombre había sucumbido a la tortura y había revelado su misión. No fue hasta ahora que se dio cuenta, al ver la expresión del Emperador Heinley, de que no saldría con vida.

Un momento después, Heinley se deshizo de otro caballero de la 4ª División que merodeaba cerca. Luego recuperó la piedra de maná y se marchó. A pesar de haber completado su misión con éxito, se sentía intranquilo.

'Debo recuperarlas más rápido.'

***

lunes, 6 de marzo de 2023

marzo 06, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 460

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 460. Encontrar La Debilidad (1)



¿Dónde debería alojarse Rivetti cuando llegue? ¿Debería usar una habitación de invitados distinguidos o una habitación de las damas de compañía? ¿O tal vez una habitación vacía cerca de la mía? No lo sabía.

"Si su habitación está demasiado cerca de Su Majestad, podría sentirse incómoda."

"No lo creo, Señorita Rose. Rivetti no es esa clase de chica. Es de las que están más contentas cuanto más cerca tienen a Su Majestad."

"Laura, la Señorita Rose puede que tenga razón. Es una chica brillante, pero aún así... ha pasado por muchas cosas malas. Podemos animarla, pero también podría necesitar tiempo a solas."

 Mastas se mostró de acuerdo con la Condesa Jubel,

"Así es. Ya que no fue capturada en su propio territorio, sino en un pueblo cercano, puede que quiera estar sola. Bueno, no la capturaron exactamente."

Cada dama de compañía ofreció una opinión diferente. A medida que discutían, sus opiniones cambiaron repetidamente. No sería una decisión fácil.

Dado que no se ponían de acuerdo entre ellas, me presionaron para que fuera donde Heinley. Pensaron que debería escuchar su opinión. 

Por supuesto, la verdadera razón por la que querían que hablara con él era para que pasara más tiempo a su lado. Aun así, como extrañaba a Heinley, les seguí el juego.

Inmediatamente fui a buscarle. Pero aunque fui a su oficina, al campo de entrenamiento, al jardín e incluso a su precioso nido, no había rastros de él. 

¿Podría estar herido? ¿Le habrá alcanzado una flecha mientras volaba? ¿Se habrá perdido? ¿Podría haberse desmayado? ¿Y si se despistó mientras volaba, chocó contra un árbol y se fracturó un ala?

Me horroricé al no poder encontrarlo. Mi temor empeoró cuando ni siquiera McKenna sabía dónde estaba. 

"Podría estar en un árbol tomando el sol. Lo hace a menudo. Por favor, no se preocupe."

Aunque McKenna habló con calma, cómo podría no estar preocupada.

"Un pájaro pequeño y bonito como Heinley llama mucho la atención, McKenna."

"¿Qué? ¿Un pájaro pequeño y bonito? ¿Te refieres a mí?"

"No, me refiero a Heinley. Por supuesto, tus plumas azules también son muy bonitas."

"Lo siento, Su Majestad. Con todo respeto, no puedo estar de acuerdo con que el Emperador Heinley sea bonito o pequeño. Es una cuestión de conciencia y orgullo."

McKenna sacudió la cabeza en un intento de borrar de su mente lo que le había dicho. 

Tras comprobar que no había nadie a la vista, se transformó en un pájaro azul y dio una vuelta alrededor de la habitación. Poco después, arrastró su ropa detrás de un biombo y desapareció. Regresó un momento después. 

"¿Me comprende? Yo soy un pájaro pequeño y bonito. Su Majestad Heinley es un pájaro enorme."

Para mí, las plumas doradas de Heinley eran las más bonitas. Eso también se debía a que me gustaba el dorado. Por supuesto, en términos de tamaño, McKenna era más pequeño, pero Heinley no era enorme. Tenía el tamaño perfecto para abrazarlo.

"Seguiré buscándolo."

Dado que McKenna no había sido de mucha ayuda, volví a preguntar por los alrededores. 
´
De repente, pensé en la fuente donde había descubierto que Heinley era Reina. Aquella fuente, que quedaba en el palacio abandonado, me había deparado varias sorpresas. 

¿Podría estar allí? En cuanto lo pensé, sentí una curiosa certeza de que así sería. Me apresuré en esa dirección. Entré por la puerta principal, parcialmente derruida, y caminé por el sendero de grava lleno de baches. Cuando pasé por un pasillo desierto, vi la fuente. 

Lo sabía.

Heinley estaba sentado en la fuente, mirando al cielo con los ojos cerrados mientras cantaba. A juzgar por la ropa esparcida cerca, acababa de regresar a su forma humana.


Su voz grave resonaba en el aire de la mañana. Apoyé la cabeza en una columna mientras escuchaba. Tan pronto como notó mi presencia, dejó de cantar y se volteó hacia mí. Cuando nuestras miradas se cruzaron, sus cejas se alzaron.

"Mi Reina."

Con una amplia sonrisa, se acercó a mi lado y susurró a mi estómago,

"Cierra los ojos, mi bebé."

Luego me dio un beso en el dorso de la mano. Se enderezó y me besó en los labios. 

Con suavidad, me mordisqueó la nuca y los lóbulos de las orejas. Luego me susurró al oído, cerró los ojos y se apartó. Se metió en la fuente de modo que sólo se veía la parte superior de su cuerpo, por lo que me sonrió torpemente. 

"No tienes por qué avergonzarte, Heinley. De todas formas, todo me pertenece."

Era demasiado adorable. 

"¿A qué te refieres, Mi Reina?"

"Ya que has tocado mi estómago y le has hablado, yo también te tocaré. Eso es todo." 

Me puse en cuclillas y extendí una mano. 

"Pero Reina, ese no es mi estómago..."

Acaricié su cuerpo desde la parte baja de su pecho hasta los labios. Sonrojado, Heinley me mordió los dedos y sonrió.

Jugueteamos un rato, luego me levanté la falda hasta las rodillas y me senté junto a Heinley, con las piernas dentro del agua. 

"El agua está fría. ¿Estarás bien?" 

Heinley se mostró preocupado, pero estaba bien porque hacía calor. Me quité los zapatos y los puse a mi lado. 

"Puedes abrazarme para que no sienta frío." 

"Es verdad."

Extendió las manos y me abrazó. 

Pegada a él, sentí una sorprendente calidez. No en un sentido extraño, sino una sensación cálida real. Después de que pasó un rato y mi cuerpo se calentó más, recordé la razón por la que había venido a buscarlo en primer lugar. Además de lo preocupada que estaba mientras lo buscaba. 

"Me asusté porque no podía encontrarte, Heinley."

Me quejé mientras le daba una palmada en el muslo. Sólo de pensarlo me molestaba. Heinley se estremeció y luego se disculpó. 

"Necesitaba ordenar mis pensamientos."

"¿Te ayuda venir aquí?" 

"Venir aquí... me hace sentir que mis problemas no son tan graves."

"¿Por qué? ¿Este lugar tiene un significado especial?" 

Lo tenía para mí, pero en aquella ocasión, yo había visto a Heinley, no al revés. Si este lugar era especial para él, no tendría necesariamente nada que ver conmigo. Me preguntaba qué podría ser. Cuando se trataba de Heinley, sentía curiosidad por todo. 

"Hmm. Cuando era joven, no era realmente algo bueno, pero... hubo un accidente."

Heinley frunció el ceño, pero no explicó qué fue ese accidente. 

Probablemente, no era nada serio. Dudé entre indagar más o dejarlo pasar. ¿No debería indagar más si queríamos que nuestra relación progresara? Sin embargo... no quería sacar a la luz una herida de la que él no quería hablar, sólo para satisfacer mi curiosidad. Al final, decidí abordar el tema de Rivetti. 

"Rivetti llegará pronto."

"¿Rivetti?"

Heinley ladeó la cabeza, como si no supiera quién era ella. Ahora que lo pienso, no sé si Heinley y ella se habían conocido en persona. 

"Es la hija del Vizconde Roteschu..."

Cuando ahondé en más detalles, su expresión se tornó de mayor comprensión. El Vizconde Roteschu había estado del lado de Rashta y había sido mi enemigo mientras estuve en el Imperio Oriental. Por eso a Heinley le pareció extraño que su hija viniera a verme aquí. Cuando le expliqué que Rivetti era una joven que me apreciaba mucho, finalmente soltó un "Ah" de entendimiento. 

"Por lo que ocurrió con su padre y su hermano, estoy segura de que tiene demasiadas cosas en la cabeza. Le pedí que se quedara conmigo por el momento..." 

"Está bien. Haz lo que desees, mi reina. ¿No eres la dueña de este palacio?"

"No sé en qué habitación alojarla."

Después de comentarle las opiniones de mis damas de compañía, Heinley me contestó inmediatamente,

"Has dicho que esa chica te adora, ¿cierto? ¿Qué ha coleccionado todos tus retratos? Entonces sólo hay una opción: alojarla lo más lejos posible de ti."

"¿Por qué?"

"Porque realmente le gustas. Debería bastar con que se quede en el palacio."

"¡!"

"Esa es mi opinión, mi reina."

"Rivetti es una mujer, Heinley."

"Las únicas personas de las que no desconfío son tus padres, tu hermano y nuestro pajarito, mi reina."

***

Cuando el Gran Duque Lilteang llegó a la capital, tras un agónico viaje al Imperio Oriental, su enfermedad empeoró. Sovieshu llamó al médico del palacio a la mansión del Gran Duque, pero fue inútil. El Gran Duque estaba débil por la falta de alimentación y por los traumas que sufrió. Su salud se había deteriorado por completo después de que pasó todo un día bajo un aguacero.

Cuando Evely lo trató con magia curativa, sus heridas externas sanaron. Pero la enfermedad persistía, ya que su fiebre subía y bajaba repetidamente. Esto continuó durante cuatro días. Surgieron opiniones. Algunos decían que su hijo, el heredero al trono, debía ser llevado al palacio imperial, por si acaso.

El Cuarto Comandante de los Caballeros Transnacionales también hizo una visita. Los funcionarios estaban nerviosos, pero como habían previsto esto, no se sorprendieron tanto.

La noche anterior al encuentro, Sovieshu había hecho algunos preparativos para que incluso su yo del día pudiera actuar con dignidad frente al Cuarto Comandante de los Caballeros Transnacionales. Sin embargo, el tema que planteó el Comandante cuando se reunieron por primera vez en persona superó las expectativas de ambas personalidades de Sovieshu.

"He oído hablar del caso del puerto. El Imperio Oriental realmente está en un aprieto. Así que... el líder de la alianza tiene una sugerencia."

"¿Una sugerencia?"

"¿Es cierto que el Imperio Oriental tiene sospechas de que el Imperio Occidental está involucrado en el fenómeno de la disminución del maná y ha comenzado a investigar al respecto?" 

Sovieshu no respondió. 

"El líder dice que si comparte algunas pistas con nosotros, se pondrá del lado de Su Majestad en el caso del puerto."

viernes, 3 de marzo de 2023

marzo 03, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 459

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 459. Oferta Difícil De Rechazar (2)



— Deseo que Su Majestad sea feliz sin importar dónde esté.

— Quería pedir una audiencia con Su Majestad, sólo para verla una vez. Es una pena que al final no pudiera hacerlo.

— Usted es bienvenida en cualquier momento si no se siente como en casa en el Imperio Occidental.

"¿Mi Reina? ¿Qué estás haciendo?"

Heinley preguntó al acostarse a mi lado después de secarse el cabello húmedo con una toalla.

Yo estaba acostada en la cama sacando cartas de la canasta. Una a una, las iba abriendo. Las leía como si devorara caramelos. A Heinley debió de parecerle interesante. Casualmente, me pasó el brazo por detrás del cuello y puso su otra mano sobre la mía.

"Estoy leyendo cartas."

Mientras me recostaba en su brazo, le di una.

"¿Son las cartas que te escribieron personas del Imperio Oriental?"

Heinley aceptó la carta. Con la mano que tenía sobre mi clavícula, me acarició suavemente. A diferencia de su comentario casual, su mano no tenía buenas intenciones. Cuando le di una palmada en el dorso de la mano con un sobre, Heinley se rió en voz baja,

"Ten piedad de mí, esposa mía. Ni siquiera puedo abrazarte, así que déjame tocarte. ¿Por favor?"

"¿Qué dices? Me estás abrazando ahora mismo."

"Me refería a algo más íntimo."

Levanté la cabeza y le fulminé con la mirada. Luego procedí a morderle y tirarle levemente del labio superior. Complacido, se acercó inmediatamente a mí y apretó su boca contra la mía mientras me acariciaba. Poco después, apoyé la oreja en su pecho y escuché el fuerte latido de su corazón.

En ese momento, Heinley sacó un pie de las sábanas y pateó la canasta fuera de la cama. Ante mi mirada fija, sonrió descaradamente,

"Lo siento. No me agrada el dueño de esa canasta. No lo hice con la intención de patear el contenido."

Intentaba hacerse el inocente, pero en vez de criticarle, enterré mi cara en su pecho. Prefería que Heinley mostrara abiertamente su odio por Sovieshu a verlo sentado solo en el nido, desamparado,

"Por cierto, Mi Reina, ¿cómo van las cosas entre Koshar y la Princesa Charlotte? ¿Qué piensa Koshar del matrimonio?"

"Ya que le pedí a Koshar que decidiera, creo que él mismo responderá a eso."

Era difícil para los nobles evitar los matrimonios políticos, pero la situación de Koshar era ambigua. Quería que tuviera cierta libertad.

"He oído que se ha reunido varias veces con la Princesa Charlotte, así que puede que pronto tengamos su respuesta."

***

El Vizconde Langdel se presentó al día siguiente alrededor de las dos de la tarde. En pocos días se le habían formado ojeras. Parecía increíblemente agotado.

"Vizconde Langdel, ¿se encuentra bien?"

Pregunté con preocupación. Ni siquiera se me ocurrió preguntarle qué asuntos le habían tenido fuera.

"Tenía la sospecha de que el Comandante Ángel había liberado al Gran Duque Lilteang, así que pasé noches en vela buscándolo."

"Pero el Gran Duque Lilteang..."

"Sí, el Comandante Angel efectivamente me eludió. Dejó al Gran Duque frente a la embajada."

Recordé el día de la fuerte lluvia y los hombros empapados del Vizconde. Así que había estado buscando al Gran Duque desde entonces.

Sin embargo, el Gran Duque ya había regresado al Imperio Oriental con Sovieshu. Para mi sorpresa, Heinley permitió que el Gran Duque se marchara.

Más importante aún, no podía creer que el Cuarto Comandante hubiera liberado al Gran Duque. ¿No sería mejor mantenerlo con él para usarlo como chantaje...?

"¿Estás seguro de que Lord Angel fue quien llevó al Gran Duque a la embajada?"

"No estoy seguro, pero es lo que creo. Perdone que no se lo haya dicho antes, Su Majestad."

El Vizconde Langdel apretó las manos y, en vez de tranquilizarle, le hice más preguntas.

"¿Por qué me dijiste que rechazara su petición? Para empezar, ¿por qué no me dijiste que era el Cuarto Comandante quien vendría?"

"No confiaba en que mi mensajero pudiera transmitir correctamente mis palabras. Además, cuando decidí convertirme en caballero personal de Su Majestad, Lord Ángel se opuso con vehemencia."

Las respuestas del Vizconde fueron directas, pero con muchas implicaciones. Por ejemplo, el Cuarto Comandante tenía un amplio círculo de influencia, pero el Vizconde lo mantenía en cierto modo bajo control.

En cualquier caso, me sentía incómoda. ¿La repentina aparición de los Caballeros Transnacionales se debía al fenómeno de la disminución del maná? Era mejor ahora que el Gran Duque había vuelto al Imperio Oriental. Sin embargo, ¿sería suficiente para estar tranquila?

"También, Su Majestad. Usted me ordenó que le pidiera a la Señorita Rivetti venir aquí. Mi subordinado envió un mensajero urgente. Ella está en camino."


***

martes, 28 de febrero de 2023

febrero 28, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 458

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 458. Oferta Difícil De Rechazar (1)



Ante la pregunta de Koshar, Mastas juntó las manos y murmuró,

"No... No estoy segura."

Sus ojos se movían de un lado a otro. No podía evitarlo. Nunca había hablado con un hombre tan frágil, inocente y apuesto como Koshar. En realidad, Koshar era la primera persona que conocía que le parecía la personificación de un lirio. Le preocupaba que Koshar pudiera colapsar como antes si se equivocaba con sus palabras.

“L-Lord Koshar.”

"La escucho, Señorita Mastas."

"Sabe... hacía mal tiempo hace unos días."

"Sí."

"Beber leche mezclada con miel es bueno para evitar coger un resfriado."

"¿Es un consejo?"

"Ya que eres frágil— no, no lo digo porque sea malo que seas frágil. Me gusta que Lord Koshar sea frágil. Aguarda, eso no significa que me gustes. Bueno, tampoco me desagradas... Lo que quiero decir es que, con la constitución que tienes, el mal tiempo puede resfriarte fácilmente. Sería bueno que bebieras leche caliente mezclada con miel."

Mastas se dio cuenta de que era difícil relacionarse con un hombre frágil. Le preocupaba que lo que decía pudiera ofenderle. Era difícil elegir las palabras correctas.

Nerviosa, agachó la cabeza, lo que le impidió darse cuenta de que Koshar estaba conteniendo la risa.


"¡No quiero que te enfermes!"

Tras decir esto en voz baja y apresurada, se fue corriendo por el pasillo como una bestia.

Koshar murmuró para sí mismo mientras la veía alejarse.

"Qué linda."

***

"¿Mastas, por qué tienes la cara tan roja? ¿No dijiste que te reunirías con tu hermano?"

"Eh, yo... ¡¿Mi cara?!"

Rose se burló en cuanto entró en el salón. En efecto, su cara, su cuello y sus orejas estaban rojas como un tomate.

Parecía divertido, así que Laura intervino,

"¿El hermano al que fuiste a ver... es tal vez el hermano de otra persona?"

"¡No!"

Mastas respondió con resolución. Luego se dirigió a una esquina, sacó su lanza y la agitó. Lo hizo sin previo aviso, como si quisiera liberar el calor de su cuerpo.

Rose y Laura se miraron entre risas. La Condesa Jubel sacudió la cabeza y murmuró,

"Esa chica no sabe mentir."

"Tuvo que haberse visto con otro hombre, ¿cierto?"

Laura asintió ante la pregunta de Rose.

"Absolutamente. De lo contrario, ¿por qué actuaría así?"

"¡Puedo oírlas, saben!"

Mastas gritó a las tres damas de compañía. Luego guardó la lanza y abandonó el salón.

Las tres damas de compañía estallaron en carcajadas. Yo también disfruté de su charla mientras me apoyaba en la Condesa Jubel. Era agradable estar en un ambiente más alegre y dejar de lado por un rato el problema con el caso del Gran Duque.

Al cabo de un rato, Rose sugirió que comiéramos un pudín. La Condesa Jubel añadió que deberíamos acompañarlo con galletas. Por último, Laura señaló que si íbamos a comer galletas, también sería bueno comer helado. Las damas de compañía llamaron a las sirvientas para que prepararan los postres, mientras yo me fui a mi habitación a poner ropa más cómoda.

Poco después, en la mesa del salón había todo tipo de postres. Ocupamos nuestros asientos y tomamos nuestros tenedores. Pero justo cuando estaba a punto de probar el pudín, fui interrumpida por una voz al otro lado de la puerta,

"Su Majestad, el Emperador Sovieshu está aquí para verla."

Mis damas de compañía se quedaron paralizadas, con los tenedores en el aire. Cuando bajé el tenedor, todas bajaron también sus cubiertos a regañadientes. La Condesa Jubel suspiró. Cuando comenzaron a levantarse una por una, las detuve.

"No se vayan."

"¿Qué?"

Sus ojos se abrieron completamente.

"Quédense aquí."

Repetí, y yo misma abrí la puerta. Afuera, Sovieshu sostenía una canasta. Cuando me aparté un poco, pasó a mi lado y entró en el salón.

"¿Qué te trae por aquí?"

Pregunté con frialdad. Sovieshu miró rápidamente a mis damas de compañía. Frunció el ceño ante Laura y la Condesa Jubel, pero enseguida se dirigió a mí, como si no le importara que mis damas de compañía estuvieran presentes. Con la mirada puesta en mí, me extendió la canasta.

"Es un regalo."

"No lo quiero."

Ante mi rechazo cortante, puso la canasta sobre la mesa y se paró frente a mí en la puerta.

"Ábrela más tarde."

"La tiraré a la basura."

La Condesa Jubel y Laura tosieron, mirándome con miedo. No sabían que el actual Sovieshu era el de diecinueve años.

Sovieshu sonrió amargamente,

"Por más que me alejes, no puedo hacer otra cosa que aferrarme a ti."

Ahora era mi turno de sorprenderme. Pensaba que no se mostraría pegajoso delante de mis damas de compañía, para preservar su orgullo. Por eso les había pedido que se quedaran. No esperaba que actuara así delante de ellas...

"Para mí, eres mi otra mitad. Por más que me rechaces, no puedo hacer otra cosa que insistir, Navier. Te necesito como el aire para respirar."

Sovieshu me miró fijamente, en sus ojos se reflejaba el deseo de decirme muchas cosas. Sus labios temblaron al bajar la mirada. Pero, como si no pudiera desperdiciar la ocasión, volvió a levantar la cabeza.

Nuestros ojos se encontraron. Sentí que memorizaba cada detalle de mi rostro. La frente, los ojos, la nariz, el surco nasolabial, los labios, la barbilla, las mejillas, las orejas y de vuelta a los ojos. Su mirada recorría mi rostro lentamente.

"Te amo, Navier."

"Yo no."

"Eso no cambia que te amo. Aunque digas que nunca volverás conmigo, que no me amas, o incluso que me odias, no puedo negar lo que siento. Pasé toda mi vida pensando en ti como mi esposa. ¿Cómo puedo borrar nuestros días juntos?"

"Tal vez cuando pase más tiempo del que me consideraste tu esposa, finalmente pienses en mí como una extraña."

"¿Es eso posible? Te anhelaría aún más."

"Ve a buscar a esa angelical mujer de cabello plateado. Entonces será posible."

"Cabello plateado."

Murmuró con amargura, como si le hubieran hablado del aspecto de Rashta. Pero aunque le hubieran hablado de su aspecto, parecía que no lo recordaba. Luego volvió a mirarme.

"He oído que el Comandante de la 4ª División de los Caballeros Transnacionales vino a verte. Puede que en realidad haya venido por el puerto. Tengo intención de volver, aunque aún no han pasado dos semanas."

"Adiós."

Hablé en un tono duro. Sovieshu asintió con tristeza y susurró,

"Adiós. Te escribiré."

Finalmente salió. Cuando cerré la puerta, volví a mi asiento. Todas mis damas de compañía se inclinaron hacia delante y me bombardearon con preguntas.

"¿Ha dicho que se va?"

"¿Qué fue todo eso?"

"¿Te ha pedido que vuelvas con él?"

"¿Él está aferrado a Su Majestad?"

"Por supuesto que no."

Respondí bruscamente y llevé la canasta a mi habitación. Cuando quité la tela, la canasta estaba llena de cartas. ¿En qué momento escribió todas éstas?

Era absurdo. Levanté la canasta y me dispuse a devolverla, pero entonces vislumbré una carta sin sobre. Cuando volví a dejarla sobre la cama y tomé la carta, vi una letra que me resultaba familiar.

— Esta es la única carta escrita por mí, el resto son cartas de turistas del Imperio Oriental: mercenarios, hombres de negocios y otros que conocí mientras recorría la capital. Todas son de personas que te aprecian. Léelas de una en una, cada vez que te sientas triste.

domingo, 26 de febrero de 2023

febrero 26, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 457

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 457. Breve Despedida (2)



"Me temo que no puedo."

Mi respuesta ya estaba preparada. El Comandante de la 4ª División pareció sorprendido. ¿Acaso había dado por sentado que aceptaría?

"¿No puedes?"

"Sí. no puedo."

"¿No es justo a cambio del Gran Duque Lilteang?"

Parecía que nunca se le había pasado por la cabeza la idea de que le rechazaría. El Comandante me miró con suspicacia. 

"No pretendo cometer actos indebidos con la 5ª División, Su Majestad. Son una división diferente, pero todos somos camaradas. Lo único que deseo es que me echen una mano. Estoy corto de efectivos."

"Lo siento, no puedo aceptarlo."

Con una sonrisa astuta, el Comandante me hizo una pregunta bastante perspicaz,

"¿Por casualidad Lord Langdel le advirtió sobre mí?"

Por supuesto, no podía responderle con sinceridad. Afortunadamente, no se notaba en mi expresión cuando mentía,

"No."

Él ladeó la cabeza confundido,

"¿Entonces por qué...?"

Imitándolo, sonreí tan despreocupadamente como pude,

"Antes de amenazar, es mejor que primero averigüe si la otra parte responde mejor a las amenazas o a las buenas intenciones, Lord Ángel."

Dicho esto, el Comandante de la 4ª División se levantó del sofá. Se dirigió a la puerta sin decir nada. Pero justo antes de girar el pomo, volteó la cabeza hacia mí. 

"¿Sabes qué?"

"¿Qué?"

"Si hubieras aceptado prestármelos, me habría llevado una enorme decepción."

"¿?"

Me dejó desconcertada. ¿Me estaba poniendo a prueba? ¿Tenía curiosidad por saber si yo traicionaría a sus camaradas si eso me beneficiaba?

Mientras las dudas invadían mi mente, el Comandante añadió con una sonrisa,

"En cualquier caso, no le diré el paradero del Gran Duque ya que esa fue mi condición. Se llevará una sorpresa."

***

Cuando me desperté a la mañana siguiente, Heinley ya se había ido. Convoqué a unos de sus ayudantes al salón para saber el motivo,

"Un asunto surgió esta mañana temprano, Su Majestad." 

"¿Qué asunto?"

"No conozco los detalles, Su Majestad. Sin embargo, no se veía contento. Supongo que es grave."

El ayudante también parecía preocupado. Sólo al terminar de desayunar me enteré finalmente a qué se debía su precipitada marcha.

"El Gran Duque Lilteang fue encontrado en un estado espeluznante en mitad de la noche en la embajada del Imperio Oriental, Su Majestad."

Me lo comunicó uno de mis ayudantes, a quien ordené que averiguara. Tras una pausa, mi ayudante añadió, 

"La embajada avisó enseguida al Emperador Sovieshu."

"Entonces, ¿el Gran Duque ahora está en manos del Emperador Sovieshu?"

"No, sigue en la embajada. Sin embargo, parece que el Emperador Sovieshu estuvo discutiendo al respecto con el Emperador Heinley."

Mi ayudante se inclinó y abandonó el salón.

Mis damas de compañía, con las que acababa de compartir el desayuno, se miraron unas a otras. Parecían preocupadas de que el Gran Duque hubiera sido encontrado 'en un estado espeluznante'. Aunque mi ayudante no lo mencionó, se podía deducir que las heridas del Gran Duque eran graves.

Al cabo de un rato, fui a ver a Heinley, pero no estaba en su oficina. Sólo estaba McKenna. Me dijo que Heinley había ido al lugar donde hizo el nido.

"¿Te refieres al lugar detrás del Salón Nocturno?"

"Sí, Su Majestad."

"Gracias por hacérmelo saber." 

Cuando me di la vuelta para marcharme, McKenna se me acercó rápidamente.

"Um, ¿Su Majestad?"

"¿Qué pasa?" 

McKenna parecía indeciso, como si quisiera decirme algo más. Eventualmente, habló con vacilación,

"Tras conocer el grave estado del Gran Duque, el Emperador Sovieshu criticó duramente a Su Majestad."

McKenna se fijó en mi reacción. 

¿Quería que consolara a Heinley, o tenía algo más que decirme sobre Sovieshu?

Esperé un momento, pero no dijo nada más. Así que respondí que lo entendía, salí y me dirigí hacia el jardín trasero, adonde había ido antes con Heinley.

Heinley... sobre un pilar de joyas y un nido de ramitas de aspecto todavía descuidado estaba sentado Heinley, en su forma de pájaro. Su mirada estaba perdida en la distancia. ¿Qué estará pensando? No parecía nada bueno. Incluso en forma de pájaro, lucía deprimido.

Quería consolarlo, pero era incapaz de moverme. Mientras fruncía los labios, Heinley se cubrió la cara con las alas y se dio la vuelta. El miedo se apoderó de mí. Si me acercaba a él ahora, podría recordar todo a lo que había renunciado por mí. Podría arrepentirse. Y ese arrepentimiento podría convertirse en resentimiento en el futuro.

***

Mientras mi corazón vacilaba entre mis miedos y mi deseo de consolar a Heinley, Mastas se encontró con su hermano, April. Fue en una reunión de los Caballeros Clandestinos. En cuanto se terminó de discutir los asuntos importantes, Mastas le preguntó con preocupación, 

"¿Qué se dice en las calles sobre el Gran Duque Lilteang?"

De acuerdo con los informes, el Gran Duque fue encontrado en la embajada. Para ser precisos, en la puerta principal de la embajada. Todos los transeúntes que pasaban por allí debieron haber visto el estado demacrado del Gran Duque. Era preocupante cómo reaccionarían.

"¿Se ha dicho algo sobre Su Majestad?"

"¿Qué Majestad?"

"Por supuesto que el Emperador Heinley. La Emperatriz Navier no tiene nada que ver con esto, tú lo sabes."

"La gente está equivocada."

"¿Equivocada?"

"La gente sabe que Su Majestad castigó al Gran Duque Lilteang por lo que le hizo al hijo del Duque Zemensia. Creen que Su Majestad se preocupa tanto por el honor de los nobles de su país que no le importa tratar con dureza a la realeza de un país vecino. Parecen secretamente contentos por el castigo. De todos modos, el Gran Duque nunca tuvo buena fama en nuestro país."

Mastas se sintió aliviada, pero no tardó en darse cuenta de que April no parecía complacido. 

"Hermano, ¿qué pasa?"

"La Emperatriz Navier se ha visto implicada en esto."

Los ojos de Mastas se abrieron mucho y agarró a April por el cuello.

"¿De qué estás hablando? Quiero decir, ¿qué hizo supuestamente Su Majestad?"

"¿Qué hice yo para que mi hermanita me agarre del cuello?"

April tocó suavemente su mano.

"Oh, lo siento." 

April alisó el cuello arrugado de su camisa con una mano y chasqueó la lengua,

"De la manera en que algunas personas lo ven, Su Majestad se preocupaba mucho por el Duque Zemensia, pero al final lo destruyó junto a toda su familia por su amor a la Emperatriz Navier."

"¿No es cierto?"

"La cuestión es que creen que enamorarse de la Emperatriz Navier lo llevó a dejar de lado a sus fieles súbditos."

"¿Fieles? Sí, claro. Qué afirmación tan absurda. ¡Esas ratas se metieron primero con la Emperatriz Navier!"

"Por supuesto, la mayoría coincide con tu punto de vista. Sin embargo, me preocupa que empiecen a circular malas opiniones. Los rumores pueden ganar fuerza, ya que a la gente le gusta más hablar mal de otros que elogiarlos."

"¡Eso no pasará!"

Mientras los dos hablaban, April miró por encima del hombro de Mastas. Sus ojos se abrieron mucho, y levantó su mano,

 "¡Lord Koshar!"

Mastas se estremeció y preguntó en voz baja,

"¿L-Lord Koshar está aquí? ¿Detrás de mí?"

La respuesta vino desde atrás,

"Sí, estoy aquí, Señorita Mastas".

Mastas se quedó paralizada por la incómoda situación. Se quedó mirando a April, suplicando ayuda con sus ojos. Ni ella misma sabía qué tipo de ayuda estaba pidiendo exactamente, pero de todos modos siguió parpadeando a su hermano.

Su hermano malinterpretó esto. April sonrió satisfecho, levantó el pulgar a modo de aprobación y se marchó tarareando.

Koshar preguntó a Mastas mientras la miraba con desconcierto,

"¿Tenía Sir April algo urgente que hacer?"

sábado, 25 de febrero de 2023

febrero 25, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 456

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 456. Breve Despedida (1)



Resultó ser que hallar al Gran Duque Lilteang no era tan fácil como se había previsto en un principio. Cuando Heinley se enteró del escape, estaba más preocupado de que se descubriera su trato cruel al Gran Duque. En cuanto al escape en sí mismo, parecía tranquilo.

Sin embargo, resultó inesperadamente difícil encontrar pistas de su paradero.

Heinley no hablaba mucho, ni siquiera cuando me acompañaba en mis paseos por el jardín. Se limitaba a caminar con una expresión reservada y pensativa. Incapaz de soportarlo, le froté los hombros.

"Heinley, ¿estás bien?"

Finalmente me miró y respondió con una sonrisa,

"He estado pensando en el paradero del Gran Duque, pero sé que lo encontraremos pronto, Mi Reina. Gracias por preocuparte por mi."

"Esa respuesta me deja a gusto."

Heinley se rió entre dientes y frotó su frente contra la mía. "Mi reina, eres encantadora. Me gusta verte expresar lo que sientes."

¿Es ahora momento para esto? En todo caso, me alegra que mis palabras lo hayan reconfortado.

Cuando McKenna lo llamó, Heinley me agradeció el agradable paseo, me besó en la mejilla y se marchó. Sólo me di la vuelta cuando Heinley entró en el interior del palacio y ya no podía verle. Esperaba que atraparan pronto al Gran Duque para la tranquilidad de Heinley.

Justo cuando estaba a punto de volver a mi habitación, vi que Sovieshu venía hacia mí. Llegó frente a mí en un instante. Como no podía ignorarlo del todo, lo saludé brevemente y me marché en otra dirección.

Sin embargo, Sovieshu caminó a mi lado.

Me desvié en dirección contraria, pero él se dio la vuelta y volvió a pegarse a mí. Enojada, me detuve y lo miré. Sus pasos cesaron. Me miró de frente. Si fuera un insecto, ya lo habría aplastado. ¿Qué pretendía al seguirme?

"Navier, te han engañado."

"Lo sé. Realmente fui engañada por ti."

Me di la vuelta para marcharme, pero Sovieshu no se separó de mi lado. Apresuré mis pasos, pero él me siguió, sin dejar de hablar.

"Navier, ¿sabes qué clase de persona es el Emperador Heinley?"

"Lo conozco mejor que tú."

"No lo conoces."

Puse los ojos en blanco.

"Basta de tonterías."

Sovieshu habló con determinación.

"Una vez que sepas quién es en realidad, no querrás estar a su lado."

"Vete. No quiero escuchar tus tonterías."

A pesar de mi advertencia, no lo hizo. Eventualmente, dejé de caminar y lo fulminé con la mirada. Sin embargo, hizo caso omiso,

"Tus ojos son muy bonitos. Siempre lo han sido, pero ahora son aún más bonitos."

"¡Sovieshu!"

Había sido inútil.

"Piénsalo, Navier. Te hice daño, sí. Pero prometí amarte y protegerte toda la vida. ¿Ese tipo? No lo conociste por mucho tiempo antes de casarte con él. ¿Sabes lo que eso significa? Sólo se enamoró de tu apariencia. ¿Realmente crees que alguien que conociste hace poco puede amarte para siempre?"

Es increíble, él es el menos indicado para decirme eso. En mi ira, la hierba bajo los pies de Sovieshu se volvió blanca y se congeló. Pero no se inmutó en lo más mínimo,

"Tu habilidad es como tú."

"Aunque Heinley y yo nos separáramos, no tendría nada que ver contigo."

"Estarás triste."

Respondí cruzada de brazos,

"Has olvidado de quién es el bebé que llevo dentro. ¿Te lo recuerdo?"

"Ya lo sé. Espero que el bebé se parezca a ti."

"Incluso si mi relación con Heinley se estropeara, nunca volvería contigo. Si te quedo claro, vete."

Me di la vuelta y me alejé molesta. Incluso entonces, Sovieshu todavía me seguía,

"Navier, puedo aceptar al bebé como si fuera mi hijo biológico."

¿Qué le pasa?

"El bebé también puede aceptarme como su padre. Aún no sabe quién es."

Cuando me quedé mirándole, estupefacta, él sonrió con orgullo. Por muy brillante y agradable que pareciera su sonrisa, me enfurecía. Levanté la voz y hablé con menos formalidad,

"Te habías rendido. ¿Por qué actúas así otra vez?"

"Porque he descubierto que tu esposo no es un buen hombre. Espera, ¿rendirme? No fui yo quien se rindió."

Entrecerré los ojos.

"Fuiste tú. Independientemente de si Heinley es una buena persona o no, es mejor que tú."

"Entra en razón, Navier. No ignores mis palabras sólo porque estés enojada conmigo. Eso no es todo, las personas del Imperio Occidental..."

"¿Qué pasa con ellos?"

Él evitó mi mirada,

"Olvídalo."

"¿Por qué? Dilo. ¿Qué pasa con las personas del Imperio Occidental?"

De repente, Sovieshu no quiso responder. Tal vez porque en realidad no tenía nada que decir. Lo fulminé con la mirada, diciéndole que si había terminado con su recuperación aquí, debería volver al Imperio Oriental a ocuparse de sus propios asuntos, como la pérdida de uno de sus puertos.

Antes de que pudiera concluir mi crítica, uno de mis ayudantes se me acercó apresuradamente,

"¡Su Majestad! ¡Su Majestad! Un... un miembro de los Caballeros Transnacionales ha venido."

"¿Un miembro de los Caballeros Transnacionales? ¿Te refieres al Vizconde Langdel?"

"¿El Vizconde Langdel es un Caballero Transnacional?"

Sovieshu preguntó sorprendido. Le hice un gesto para que mantuviera la boca cerrada y centré mi atención en mi ayudante. Afortunadamente, mi ayudante no prestó atención a la pregunta de Sovieshu.

"No es Lord Langdel. Es otra persona."

"¿Otra persona?"

***

Seguí a mi ayudante hasta una pequeña habitación donde conocí a nuestro invitado. "Supongo que eres un compañero de Lord Langdel."

Un hombre de cabello plateado vestido de blanco puro estaba allí de pie, inmóvil. Al oír mi voz, se dio la vuelta para saludarme. Era un hombre apuesto con ojos risueños, largos y estrechos como los de un zorro.

"Lady Navier. Soy Ángel, Comandante de la 4ª División de los Caballeros Transnacionales." 


Tras dar su nombre y su estatus, hizo una reverencia. Nada más verle me di cuenta de que debía de ser la persona de la que me advirtió el Vizconde Langdel. Tenía curiosidad por saber quién me pediría el favor. Al instante, supe que debía ser él. Por el momento, actué con normalidad y acepté su saludo. Pero como los Caballeros Transnacionales no tenían la mejor reputación, me sentí un poco nerviosa. Por lo general, los Caballeros Transnacionales no visitaban con buenas intenciones. Por eso había sido tan sorprendente que el Vizconde Langdel se nombrara a sí mismo mi guardia personal.

¿Por qué estaba este hombre aquí ahora?

Mi ayudante, más nervioso que yo, permanecía a mi lado con los puños cerrados.

"Trae el té y unas galletas."

Una vez que lo ordené, mi ayudante se apresuró a salir de la habitación.

"Tome asiento."

Cuando señalé el sofá, el Comandante de la 4ª División, que había esperado hasta ahora de pie, finalmente se sentó.

Me senté frente a él, observándolo. Este hombre de aspecto similar al de un zorro tenía una sonrisa traviesa, postura recta y hombros anchos. Como un Comandante de los Caballeros Transnacionales, seguramente era un maestro en artes marciales. Sus guantes blancos destacaban. Parecía que nunca se los quitaba.

No parecía tan mala persona. Pero si tomo en cuenta la fama de los Caballeros Transnacionales, y la advertencia del Vizconde Langdel, podría estar ocultando su lado malvado.

Además, el Vizconde había enviado la advertencia a través de un mensajero. Él mismo aún no había regresado.

Cuando nuestros ojos se encontraron mientras lo examinaba, él se rió entre dientes y dijo sin desviar la mirada.

"Eres una observadora meticulosa."

En ese momento, mi ayudante trajo lo que había ordenado y volvió a marcharse. El Comandante de la 4ª División levantó su taza de té, aún con los guantes puestos. Mientras esperaba a que terminara de beber un sorbo, cerró los ojos como si lo saboreara.

Luego dejó la taza en la mesa y habló afablemente, como si quisiera tranquilizarme. "No tiene por qué estar alarmada, Emperatriz Navier. Sólo he venido a pedirle un favor al Superior del Comandante de la 5ª División."

¿Vino a verme como la Superior del Comandante de la 5ª División, en vez de como la Emperatriz del Imperio Occidental?

"¿Qué favor?"

El Vizconde Langdel ya me había dicho qué responder, pero primero debía escuchar su petición. Además, sentía curiosidad.

"Verás, en mi camino..." El Comandante de la 4ª División hizo una pausa.

¿De qué está hablando?

"Me encontré con un hombre terriblemente flaco. Dios mío, tenía la boca llena de heridas. Cualquiera tendría miedo de mirarlo."

Aunque entrecerré los ojos, el Comandante de la 4ª División me miró fijamente mientras levantaba la taza de té. Una sonrisa se reflejó en sus ojos. Luego, susurró como si fuéramos dos niños intercambiando secretos,

"Había cicatrices alrededor de su boca. Parecía que se la habían cosido."

"¡!"

Mis cejas se levantaron. Inmediatamente me vino una persona a la mente: el Gran Duque Lilteang. Cuando lo miré asombrada, él finalmente hizo su petición.

"Estoy a cargo de varias misiones a la vez, así que estoy un poco corto de personal ahora. Lady Navier, si le parece bien, a cambio del Gran Duque Lilteang—ups."

El Comandante se palmeó la boca como si hubiera cometido un error, y terminó su petición con una sonrisa.

"¿Me presta a la 5ª División?"

Tragué saliva. ¿Este es el favor? Era más bien una condición. Si le prestaba a la 5ª División, entonces me daría la ubicación del Gran Duque Lilteang.

lunes, 13 de febrero de 2023

febrero 13, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 455

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 455. Un Hombre Extraño (2)



"Por cómo me habló de la fuga del Gran Duque Lilteang e insinuó que yo permití su castigo, debe haberle pasado algo durante su encierro que le preocupa que se sepa."

Sovieshu daba vueltas por su habitación mientras hablaba.

Después de la conversación que tuvo con el Emperador Heinley, Sovieshu no pudo pensar con claridad hasta el día siguiente porque estaba lleno de ira. Ahora que estaba más calmado, pudo ver cuáles eran las verdaderas intenciones de Heinley.

'El Sovieshu del día es capaz de pensar como Heinley porque sus edades son similares.'

El Marqués Karl reflexionó en su interior y se mostró de acuerdo,

"Su Majestad tiene razón. El Gran Duque Lilteang debe haber resultado herido mientras estuvo encerrado. Ya sea intencionalmente o por accidente."

Sovieshu se detuvo para analizar la situación una vez más. Al cabo de un rato, sonrió con frialdad,

"Incluso si eso no fue lo que pasó, no importa. Sólo tenemos que encontrar al Gran Duque Lilteang primero y hacer coincidir nuestras palabras."

"Así es, Su Majestad."

Respondió el Marqués Karl.

Con la decisión tomada, Sovieshu hizo sonar la pequeña campana para convocar a sus 'cortesanos',

"Cambio de planes. Quiero que se centren más en averiguar sobre el paradero y las condiciones en las que estuvo encerrado el Gran Duque Lilteang que en investigar sobre el fenómeno de la disminución del maná."

"¿Está seguro?"

"Si estuviera en la posición del Emperador Heinley, ocultaría con más esmero las pruebas que me involucran en el fenómeno de la disminución del maná, porque se trata de un problema más grave."

"Tiene razón."

"Dado que no será fácil avanzar en la investigación del fenómeno de la disminución del maná, vamos a hacer lo contrario..."

"¿A qué se refiere, Su Majestad?"

"Creo que ya conocen nuestras intenciones lo suficiente como para estar precavidos, así que cambiaremos de objetivo. Dejaremos que sigan creyendo que estamos investigando el fenómeno de la disminución del maná, pero nuestro objetivo será ahora el Gran Duque Lilteang."

***

Sovieshu no se limitó a dar órdenes. Él mismo salió del Palacio Imperial con la mayoría de sus 'cortesanos', los cuales se dispersaron por el camino.

Para cumplir el objetivo de averiguar el paradero y las condiciones en las que estuvo encerrado el Gran Duque, Sovieshu soltó a sus 'cortesanos' por todas partes.

Entró en un bar frecuentado por plebeyos y pidió un trago que ni siquiera bebería.

La última vez que Sovieshu hizo esto solo, se había metido en una pelea, así que hoy le acompañó el Marqués Karl.

El camarero dejó sobre la mesa dos vasos de licor y dos bandejas de bocadillos para cada uno.

Sovieshu, naturalmente, empujó su trago hacia el Marqués Karl, le quitó los bocadillos y sonrió con satisfacción.

"Espero que hoy consigamos buenos resultados."

"Sí."

El Marqués Karl asintió mientras mantenía la mirada puesta en los vasos de licor colocados frente a él.

"¿Qué pasa? ¿No puedes beber?"

"¿Por qué me das los dos?"

"Ese licor es amargo."

"Y los bocadillos..."

"Me gustan, son dulces."

El Marqués Karl estaba en contra de que Sovieshu bebiera alcohol desde que se cayó borracho por la ventana.

Aunque el Marqués Karl era reacio a beber tanto alcohol, no tenía otra opción, así que se llevó a la boca el primer vaso de este amargo alcohol.

Mientras tanto, Sovieshu miraba a su alrededor mientras devoraba los bocadillos. Incluso parecía disfrutar del sonido del violín de un músico que tocaba a un ritmo rápido, por cómo miró hacia allí y sonrió.

Al darse cuenta de esto, el Marqués Karl deseó que Sovieshu pudiera olvidarse pronto de Navier y disfrutar de estos pequeños placeres de la vida.

Pero en cuanto ese pensamiento vino a su mente, una desagradable conversación llegó a oídos del Marqués Karl.

"El Emperador Heinley era un poco duro, pero no era cruel."

"¿De qué estás hablando? Siempre ha habido rumores sobre su crueldad."

"Es cierto, como el rumor de su relación con piratas..."

"Dado que es amigo del Duque Elgy, no se puede esperar nada."

"No, ahora es diferente. Sus acciones son realmente crueles. Encerró y mató a su cuñada junto a una de las familias más prestigiosas."

"Suena un poco extraño. ¿Su Majestad encerró y mató a personas por no hacer nada?"

"Sí, suena un poco extraño."

"¿Por qué? ¿Qué tiene de extraño? No importa qué clase de persona sea realmente Su Majestad, no se puede negar que se volvió frío y cruel después de la llegada de la Emperatriz Navier."

"No, ha habido desde siempre rumores de que era así. Olvidas lo que se dice de la muerte del rey anterior..."

"¡Shh!"

"Se dice que las personas demasiado cautivadoras nublan el juicio de cualquiera. Me preocupa un poco que la Emperatriz Navier sea esa clase de persona."

El Marqués Karl miró a Sovieshu mientras se quejaba en su interior.

'¡No puede ser!'

Sovieshu ya tenía la mirada puesta en el grupo de borrachos, con las piernas cruzadas y los codos apoyados en la mesa.

Ahora eran esos borrachos los que no paraban de hablar de Navier.

Sovieshu sacudía los pies con mayor rapidez cada vez que oía comentarios incómodos. Aunque la mayoría de los borrachos defendían a Navier, él no podía ignorar las voces molestas.

El Marqués Karl se apresuró a llamar al camarero porque temía que Sovieshu se metiera en otra pelea.

"¡¿Qué otros tipos de bocadillos tienen?! Quiero más, tráeme todos. ¡Date prisa!"

Cuando el Marqués Karl le extendió un puñado de monedas que sacó de su bolsillo, el camarero hizo caso omiso del orden en que había recibido los pedidos y trajo primero sus bocadillos.

"Aquí tiene."

El Marqués Karl empujó rápidamente la bandeja hacia Sovieshu.

Entre todos los bocadillos, Sovieshu tomó una galleta, se la metió en la boca y la mordió con fuerza. Dado que era una galleta dura, el sonido al masticarla era aterrador. Como el sonido al rechinar los dientes.

El Marqués Karl se alarmó aún más y trató de tranquilizar a Sovieshu.

"No hay que prestar atención a esas tonterías. Fueron plebeyos como éstos los que tacharon a Navier de insensible a pesar de que cumplía a la perfección con sus deberes de emperatriz."

Pero fue en vano. Sovieshu volvió a meterse otra galleta en la boca, la masticó con fuerza y se la tragó.

"No me agrada."

"¿Qué?"

"No me agrada Heinley."

Al menos esta vez Sovieshu no se levantó a pelear. El Marqués Karl se sintió un poco aliviado y le acercó rápidamente otra bandeja de bocadillos.

"¿Por qué Navier se casó con un hombre así?"

"..."

"El Imperio Occidental se verá acorralado cuando se conozca su implicación en el fenómeno de la disminución del maná. ¿Tiene sentido que se quede hasta el final en un lugar donde hay quienes no la valoran? No lo creo."

Sovieshu añadió convencido,

"La única razón por la que Navier se metería con un tipo como Heinley es por su enojo conmigo."

"Su Majestad..."

"Honestamente, soy mucho mejor que él."

"Es cierto."

Para el Marqués Karl, el Sovieshu del día era similar a Heinley, pero aun así se puso del lado de Sovieshu.

Cuando Sovieshu recordó cómo Heinley había intentado manipularlo durante su comida juntos, murmuró más indignado,

"Otros hombres tampoco están a la altura de Navier, pero Heinley es el peor de todos."

Los ojos de Sovieshu se llenaron de determinación.

"Lo tengo claro. Debo traer de vuelta a Navier a toda costa."

El Marqués Karl se inquietó un poco. La conversación que tuvo ayer con el Emperador Heinley parecía haberle hecho odiarle aún más en un solo día.

Dado que el Sovieshu de entonces se dejaba llevar más por sus emociones que el Sovieshu adulto, le preocupaba no poder predecir sus acciones.

Como había dicho el Sovieshu de la noche, tal vez si era necesario combinar sus dos personalidades separadas lo antes posible.

'Pero, ¿cómo?'

El Marqués Karl no dejó de pensar en eso, incluso durante todo el camino de vuelta al palacio después de salir de la taberna.

Por otro lado, Sovieshu estaba disgustado por las personas del Imperio Occidental en la taberna que llamaron a Navier, "Emperatriz Sanguinaria", y a Heinley, "Emperador Marioneta".

Sovieshu, que llevaba un rato caminando en silencio, se volteó hacia el Marqués Karl y lo llamó en voz baja.

"Karl."

"Sí, Su Majestad."

"Investiga sobre las personas cercanas al Duque Zemensia. Encuentra a cualquier familiar que siga con vida, incluso aquellos que estuvieron de su lado en un momento dado, pero luego le dieron la espalda, son útiles."

***

lunes, 6 de febrero de 2023

febrero 06, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 454

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 454. Un Hombre Extraño (1)



Llamaron a la puerta mientras revisaba en mi oficina los documentos que había pedido traer a uno de mis ayudantes sobre lo que se había discutido en el Consejo Privado en relación con el caso del Gran Duque Lilteang.

'Seguro que es Heinley.'

Si hubiera sido otra persona, uno de mis ayudantes lo habría anunciado primero. Dado que no fue así, no cabía duda de que era Heinley.

En vez de permitirle entrar de inmediato, apoyé los brazos en el escritorio y miré hacia la puerta.

Al cabo de unos instantes, volvió a llamar a la puerta.

Me levanté en silencio, me acerqué a la puerta y esperé a que llamara de nuevo.

En cuanto oí dos golpes seguidos, abrí la puerta.

Heinley se quedó con la mano levantada por la sorpresa, sus ojos se abrieron mucho y su cara se iluminó.

"Reina, apareciste como por arte de magia."

No respondí, simplemente me di la vuelta. Sin embargo, Heinley se puso rápidamente frente a mí y me extendió la caja en sus manos.

"Reina. Aquí tienes."

Sentí que la caja estaba caliente apenas la sostuve.

"¿Qué es?"

"Es la sopa de guisantes que querías comer hace unos días."

Cuando abrí la tapa de la caja, dentro había un tazón de sopa.

Parecía recién hecho por el humo que desprendía y lo delicioso que olía. Se veía tan apetitoso que se me hizo agua la boca.

"Lo hice yo mismo."

Heinley se jactó con una encantadora sonrisa.

Se veía adorable. Sin embargo, era obvio que intentaba apaciguar mi molestia con comida.

Dos sentimientos opuestos surgieron en mí, por lo que suspiré levemente. Una parte de mí quería pasarlo por alto, pero otra parte de mí quería hablarle fuerte, aunque él no quisiera oírlo.

Después de un momento de reflexión, opté por lo segundo. Puse la caja que me había dado Heinley sobre el escritorio y tomé sus manos.

"Heinley."

"Come antes de que se enfríe."

Aunque habría estado bien hacer como si no hubiera pasado nada... no era la primera vez que descubría un comportamiento de Heinley distinto del que mostraba delante de mí.

Sentía la necesidad de hablarlo seriamente con él, al menos una vez.

"Heinley. Sé que no lo haces impulsivamente... pero quisiera que no castigaras a las personas tan cruelmente."

La sonrisa de Heinley se desvaneció y bajó la mirada hacia sus manos en las mías.

"Mantener encerrado al Gran Duque ya era suficiente castigo. No había necesidad de ser más cruel."

Heinley frunció los labios con una mirada de injusticia.

"Pero Reina, él"

"A mí tampoco me agrada el Gran Duque Lilteang. Al principio, intentó acercarse a mí mediante sobornos, pero como no le funcionó, se alió con Rashta para desprestigiarme."

No quería sonar demasiado fuerte porque temía que Heinley se sintiera herido, así que lo miré a los ojos y le acaricié la cara.

"Heinley. Aunque la venganza sea justificada, si el método es cruel, las personas olvidarán las razones y sólo se fijarán en el método."

Para tener dos caras, realmente no debes dejar que nadie lo sepa. A pesar de los esfuerzos de Heinley por ocultarla, he visto su verdadera cara en más de una ocasión.

Heinley también había hecho actos crueles abiertamente. Como la manera sanguinaria en que se deshizo de la Familia Zemensia por mí.

"Heinley. Hay una clara diferencia entre un castigo severo y un castigo cruel."

Heinley era un emperador que realmente amaba al Imperio Occidental. No quería que sus logros quedaran olvidados en la historia sólo por sus actos crueles.

Heinley me miró en silencio por un momento y luego se dio la vuelta.

"Reina, entiendo lo que quieres decir. Intentaré no ser tan despiadado, pero espero que Reina comprenda que no ascendí al trono en las mismas condiciones que el Emperador Sovieshu. A él le basta con sentarse tranquilamente y cumplir con sus deberes, su autoridad aumenta con hacer todo de acuerdo a lo establecido."

Sólo podía ver la espalda de Heinley, pero me di cuenta de que suspiró con pesar.

"Reina, debo asegurarme de que los nobles no me tomen a la ligera. Sin embargo, hasta las ratas muerden a los gatos cuando se ven acorraladas, así que tampoco puedo presionar a los nobles hasta acorralarlos. Debo ser un emperador justo como un emperador temible. Un emperador que no inquiete a los nobles, pero ante el cual deban inclinarse."

Una vez que Heinley me besó en ambas mejillas y se marchó, volví a sentarme en mi escritorio para leer los documentos del Consejo Privado. Sin embargo, no dejaba de pensar en lo que había dicho Heinley.

Había perdido el apetito, por lo que ni siquiera quería comer la sopa de guisantes que antes me había parecido deliciosa. Sin embargo, no quería tirar la comida que Heinley me había preparado, así que al cabo de un rato abrí la caja y saqué el tazón.

Cuando me llevé una cucharada a la boca, me di cuenta de que ya se había enfriado. Aun así, seguí comiendo.

Para el momento en que me había comido casi la mitad, entró uno de mis ayudantes.

"¿Qué es eso?"

Mi ayudante entró con una caja plateada y parecía muy incómodo.

"¿Me escuchaste?"

"El Emperador Sovieshu envía esto a Su Majestad..."

En cuanto habló mi ayudante, comprendí por qué estaba tan incómodo.

¿Sovieshu? ¿Otra vez? No me dejará en paz.

"Dile que no sabes dónde estoy."

Cuando me negué rotundamente, mi ayudante salió nervioso con la caja.

Después de que mi ayudante se marchó, dejé la cuchara a un lado. No quería forzarme a comer más porque sentía que me dolería el estómago.

Heinley era importante, pero también lo era mi bebé. No quería que se enfermara por mi culpa.

Había terminado de limpiar mi escritorio y estaba a punto de tomarme una taza de té cuando mi ayudante, que acababa de salir, volvió a entrar.

‘¿Qué es ahora?’

En cuanto lo miré con el ceño fruncido, mi ayudante me extendió una carta con una expresión de que realmente no quería hacer esto.

"El Emperador del Imperio Oriental..."

"Devuélvesela."

Mi ayudante salió con la carta.

Guardé los documentos y me cubrí los ojos con las manos. Ya no podía concentrarme en lo que estaba escrito.

Sin embargo, mi ayudante volvió poco después y me extendió de nuevo la carta.

Estaba a punto de repetirle que se la devolviera, pero al examinarla más de cerca, vi que esta vez tenía el sello del Emperador del Imperio Oriental.

La envió como una carta oficial para que no pudiera rechazarla.

Acepté enojada la carta, pedí a mi ayudante que saliera y la abrí bruscamente.

Bueno, ¡veamos qué quiere decirme y por qué me envía una carta!

— ¿Puedes devolver ésta también?

Sin embargo, el texto de la carta era sólo esta línea.

Fue breve... pero me irritó mucho.

Inmediatamente me levanté y salí con la carta.

En cuanto abrí la puerta, un ramo de flores apareció ante mis ojos. Flores blancas y amarillas se mecían frente a mí.

Una vez que acepté el ramo de flores, vi la cara de Sovieshu detrás.

"Es un regalo."

"Su Majestad. Mi esposo siempre me regala ramos de flores, no hace falta que una persona de otro país lo haga."

No golpeo a Sovieshu con el ramo de flores porque el problema podría ser mayor.

¿Cuándo terminarán estos quince días? ¿Siempre ha sido tan largo medio mes? 

Antes de que Sovieshu pudiera responder, un mensajero empapado por la lluvia se acercó como si tuviera mucha prisa.

El mensajero se inclinó en cuanto nos vio a Sovieshu y a mí.

Reconocí que era uno de los mensajeros habituales del Vizconde Langdel, así que le pregunté,

"¿Qué sucede?"

Esto me salvó. No quería tener otra conversación absurda con Sovieshu.

"El Vizconde Langdel.... el Comandante... me ordenó comunicarle de inmediato... sin demora..."

No entendía qué quería decir, pero parecía que le resultaba incómodo hablar delante de Sovieshu.

Sin dudarlo, devolví el ramo de flores a Sovieshu y entré en la oficina con el mensajero.

Cuando cerré la puerta y le pedí que hablara, el mensajero me informó,

"Su Majestad, el Comandante Langdel me ordenó comunicarle que mañana alguien vendrá a visitarla, quiere que en la medida de lo posible se niegue a lo que le pida."

***

miércoles, 1 de febrero de 2023

febrero 01, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 453

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 453. Emperador Cruel (2)



Laura soltó un grito de sorpresa en cuanto abrió la puerta, así que le pregunté de inmediato,

"¿Quién es?"

"Es Lord Langdel, Su Majestad."

"Déjalo pasar."

Una vez que recibió mi permiso, el Vizconde Langdel entró, se quitó el sombrero y se sentó en el sofá.

¿Estuvo fuera? El traje del Vizconde estaba mojado alrededor de los hombros, el resto de su ropa parecía intacta.

"¿Saliste?"

"Sí. Tenía que ocuparme de unos asuntos."

El Vizconde Langdel miró incómodo a su alrededor y dejó el sombrero sobre sus piernas.

"Estarás más cómodo si lo dejas a un lado."

"Descuide. Más importante, Su Majestad. Creo que estaré fuera hasta mañana."

"¿En serio?"

"Sí. Pero puede estar tranquila porque el subcomandante de la 5ª División de los Caballeros Transnacionales estará a su lado en todo momento."

"Está bien. Hoy está lloviendo tan fuerte que de todos modos no saldré demasiado lejos."

Después de que el Vizconde Langdel se despidió, Laura se acercó a la ventana para comprobar de nuevo el clima y exclamó asombrada.

"Guau, ¿a dónde irá el Vizconde Langdel con esta lluvia tan fuerte?"

"Aunque actúa como mi caballero personal, en realidad es un miembro de la Alianza del Continente Wol. Debe tener más trabajo que hacer."

Laura aplaudió con una cara que decía, '¿¡Cómo se me ha podido olvidar?!'

Parecía haberlo olvidado porque el Vizconde Langdel pasaba mucho tiempo a mi lado.

"Bueno, eso es cierto."

"De hecho, es increíble que el Vizconde haya estado al lado de Su Majestad todo este tiempo."

La Condesa Jubel se puso del lado del Vizconde Langdel, pero no dejaba de mirar las marcas de agua que había dejado en el sofá, como si le disgustara.

Al final, la Condesa Jubel llamó a una sirvienta y le pidió que secara el sofá.

Mientras tanto, me senté frente a la ventana con una manta y un cojín. Me sumí en mis pensamientos con la cabeza apoyada en el alféizar.

No me preocupaba que el Vizconde Langdel estuviera ausente... lo que todavía me preocupaba era el asunto del Gran Duque Lilteang.

Si el Gran Duque Lilteang hubiera estado encerrado en condiciones normales, no habría problema porque fue castigado por su crimen bajo la aprobación de Sovieshu. Sin embargo, ese no era el caso.

Una vez que se supiera que el Gran Duque Lilteang estuvo encerrado en condiciones inhumanas, el bando de Sovieshu podría exigir explicaciones.

Si yo estuviera en su posición, presentaría una demanda si la otra parte fuera un país hostil. Por supuesto, la relación entre el Imperio Oriental y el Imperio Occidental no era tan mala como para decir que nos tratábamos como países hostiles.

No, aunque no seamos países hostiles, podría intentar sacar provecho de esta situación y luchar por el orgullo del Imperio Oriental...

Era posible que hubiera problemas. Si bien me golpeé levemente la cabeza contra la ventana varias veces, era difícil adivinar cómo resultaría, ya que el estado actual de Sovieshu no era normal.

¿Cómo planea Heinley hacer frente a esto?

***

En ese momento, Heinley se encontraba en un amplio comedor que no solía utilizarse.

En el centro del comedor había una mesa bastante larga. Heinley estaba sentado en un extremo de la mesa, mientras que Sovieshu estaba sentado en el extremo opuesto con sus sirvientes de pie a los dos lados.

El sitio era poco práctico para una comida de dos personas, pero Heinley lo escogió deliberadamente para esta ocasión.

Hubo poca reacción por parte de Sovieshu ante la llamativa mesa y el inadecuado sitio, por lo que Heinley sólo dijo con una falsa sonrisa.

"Espero que disfrute la comida."

Dos cocineros aparecieron para dejar la comida delante de Heinley y Sovieshu, luego se retiraron.

Sovieshu se saltó la respuesta y fue directo al grano.

"Bueno, ¿qué querías decirme?"

Sovieshu pasó directamente a lo principal, no creía necesario intercambiar palabras amistosas. Heinley tenía la misma opinión, así que preguntó inmediatamente.

"¿Recuerdas que el Gran Duque Lilteang casi mata a un niño de una de nuestras familias nobles?"

A Sovieshu todavía le faltaban por revisar muchas partes de su diario.

El Marqués Karl también le contaba sobre los acontecimientos importantes, pero no podía abarcarlo todo en un solo día.

Cuando Sovieshu no respondió y su expresión se volvió rígida, Heinley cortó tranquilamente la cabeza del pescado con el cuchillo.

"El Gran Duque Lilteang se fugó."

"¿Qué?"

"Consideré que debía hacértelo saber. Otra cosa, te pido que nos envíes de vuelta al Gran Duque si lo encuentras primero ya que aún no ha cumplido los cinco años."

Sovieshu sonrió y cortó la cabeza del pescado tal como lo hizo Heinley.

"Ya veremos."

De su boca salió una respuesta ambigua. Sin embargo, estaba analizando la situación en su interior.

'Por cómo sacó a relucir que el Gran Duque Lilteang se fugó y habló del crimen que había cometido, deduzco que no fue encerrado en secreto. Eso implica que 'yo' permití que el Gran Duque fuera encerrado aquí. La condena parece ser de cinco años de prisión por sus palabras. Su intención al reiterar los hechos no debe ser otra que tratar de evitarse cualquier problema que pueda surgir con la fuga del Gran Duque porque yo también estuve de acuerdo con su condena...'

Sovieshu concluyó rápidamente y lo acusó como un zorro astuto.

"Quién sabe qué trato recibió el Gran Duque para decidir fugarse."

Aunque no entendía por qué había dejado la condena del Gran Duque Lilteang en manos del Imperio Occidental, estaba convencido de que no habría permitido que lo torturaran, por lo que lanzó esta acusación bajo esta suposición.

Además, era una acusación que podía emplear a ciegas para intentar averiguar cómo había tratado realmente Heinley al Gran Duque.

Este comentario le dio a Heinley justo en el blanco. Aun así, Heinley respondió sin titubear.

"El Gran Duque no es un niño, ya es bastante grande como para que te preocupes."

A Sovieshu no le agradaba el Gran Duque Lilteang, pero le agradaba menos el Emperador Heinley, por lo que susurró sarcásticamente mientras sacaba la carne del pescado con el tenedor,

"Si alguien como el Gran Duque Lilteang pudo fugarse de una celda del Imperio Occidental, es probable que necesite mejorar sus medidas de seguridad. ¿Qué te parece aumentar el número de guardias?"

"No se necesitan más guardias."

Heinley respondió con una sonrisa que ocultaba su nerviosismo, luego miró con incomodidad a los sirvientes a ambos lados de Sovieshu y habló con el mismo sarcasmo.

"Sólo los magos de Su Majestad o los Caballeros Transnacionales serían capaces de atravesar la seguridad de la Torre Roja donde estaba encerrado el Gran Duque Lilteang."

"..."

"Por supuesto, es imposible que los Caballeros Transnacionales aparezcan de la nada."

Heinley parecía insinuar con ese comentario, '¿No será que fuiste tú quien sacó al Gran Duque de allí?'

"Suena como si estuvieras buscando una excusa."

"Es una sospecha razonable. Después de todo, te gusta husmear en los palacios de otros países en medio de la noche."

Ambos mostraban una sonrisa, pero maldecían para sus adentros.

'Se cree tan astuto como un viejo zorro.'

'No es más que un pequeño zorro.'


***

jueves, 26 de enero de 2023

enero 26, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 452

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 452. Emperador Cruel (1)



"Hoy no me reuniré con nadie, así que aplacen también las audiencias de la tarde."

Cancelé las audiencias de hoy, una tarea que realizaba todos los días como una obligación. Este mal tiempo era un motivo de fuerza mayor, por lo que todos mis asistentes estuvieron de acuerdo con mi decisión.

Después de que terminé rápidamente con los asuntos importantes en mi oficina, volví directamente a mi habitación y entré en el dormitorio matrimonial. En este dormitorio, completamente aislado del estruendo de los truenos, Heinley dormía como un ángel amado por Dios. Incluso su cabello revuelto le hacía ver encantador.

Acaricié sus lindas mejillas un par de veces y le susurré al oído.

"Heinley."

Inmediatamente, su cuerpo se estremeció y sus pestañas se sacudieron. Acto seguido, sus párpados se levantaron para dejar al descubierto sus ojos púrpura, que tanto amaba.

"¿Reina? Navier."

Extendió la mano mientras me llamaba con voz soñolienta. Me tiró de la nuca y, naturalmente, me besó la clavícula, el cuello y el mentón.

"¿Por qué no dormiste más?"

Miró el reloj y se pasó la mano por los ojos.

"Aún es temprano."

Anoche, Heinley me había dicho que dormiría mucho porque no tenía trabajo por la mañana. Por esa razón, parecía no querer despertarse.

"Heinley, ¿no te han dado ningún mensaje?"

"¿Un mensaje? ¿Era urgente?"

"Parecía urgente."

"No sé nada... Puede que McKenna haya decidido contármelo más tarde para no interrumpir mi sueño porque considero que no era urgente."

Sólo para informarme, mi ayudante había acudido a mi oficina apresuradamente y con el rostro pálido antes de la hora habitual de venir a trabajar al palacio imperial. ¿McKenna consideró por su cuenta que este asunto no era urgente? Eso lo hacía más sospechoso.

Incluso al final, cuando le pregunté a mi ayudante si había algo más que yo no supiera sobre este asunto, se puso nervioso incapaz de responder. Me suplicó con voz deprimida que comprendiera que se encontraba en una posición en la que no podía darme esa respuesta.

Por eso acudí directamente a Heinley....

"Ya despierta."

Cuando le quité las sábanas, Heinley se aferró a mis piernas con el ceño fruncido.

"Mmm, ¿Qué ocurrió, Reina?"

"Me enteré que el Gran Duque Lilteang escapó."

"¿El Gran Duque?"

Heinley me miró un poco sorprendido antes de volver a recostarse en mi regazo.

"Lo castigaste con la aprobación del Emperador Sovieshu, así que no debería haber ningún problema, ¿verdad?"

"Eso creo."

Su cabello se deslizaba suavemente entre mis dedos. Después de frotarlo un par de veces, tiré con fuerza de sus mejillas con ambas manos.

"Entonces, ¿por qué mi ayudante estaba tan pálido? ¿Eh?  Heinley, ¿cuál crees que es la razón?"


***

"Me habías dicho que dormirías toda la mañana. ¿Acaso te caíste de la cama?"

Cuando Heinley entró en la oficina con las mejillas hinchadas, McKenna se rió con las manos en la barriga. Heinley apretó los dientes mientras reprimía el impulso de enviarlo a volar de un solo golpe.

"Escuché que el Gran Duque Lilteang escapó."

"Sí."

Ante la mención del Gran Duque Lilteang, McKenna inmediatamente se puso serio.

"Está claro que alguien debió ayudarlo a escapar de la torre. Los rastros apuntan a que la seguridad fue vulnerada desde fuera."

"Debiste haberme informado."

"No quise informarle mientras ambos dormían porque temía que la Emperatriz lo encontrara extraño. La Emperatriz podría interpretarlo como un problema grave."

Heinley resopló. Si Navier no se hubiera levantado temprano e ido a su oficina, si el fiel ayudante de Navier no hubiera ido a buscarla a toda prisa, en ese caso, Heinley habría estado realmente agradecido por la consideración de McKenna.

"¿Qué ocurre?"

Preguntó McKenna preocupado al notar el desánimo de Heinley.

"Un ayudante de Reina le informó muy temprano. Reina me despertó porque se dio cuenta de que algo extraño pasaba."

McKenna frunció el ceño.

"¿Así que la Emperatriz ya lo sabe? ¿Su Majestad le contó... que ordenó coser la boca del Gran Duque con una piedra dentro?"

Heinley se cubrió la cara con las manos.

"Sí. ¿Qué pasará si Reina piensa que soy una basura con la que no puede relacionarse?"

"Te desechará..."

"¡McKenna!"

Cuando los dos estaban a punto de empezar a pelear, el canciller, que había permanecido en silencio como si no estuviera aquí, tosió para hacer notar su presencia e informó,

"Hemos dado instrucciones a los inspectores para que investiguen quién le ayudó a escapar y cuál es su paradero. También se dio instrucciones al 2º Cuerpo de Guardias para que bloqueen los accesos a la capital e investiguen a quienes entraron y salieron alrededor de la hora estimada de la fuga. Así que no debe preocuparse, Su Majestad."

"Buen trabajo."

Después de elogiarle, Heinley le dio algunas instrucciones más y miró pensativo por la ventana.

Todavía caía una lluvia torrencial, por lo que afuera de la ventana parecía de noche aunque no era ni mediodía.

"¿En qué piensa, Su Majestad?"

"¿Qué hay del Emperador Sovieshu?"

"Aún no debería saber sobre la fuga, a menos que esté involucrado. Si usted lo ordena, la investigación continuará en secreto para evitar que se entere."

Heinley ya lo había pensando, así que sacudió la cabeza.

"No, prefiero reunirme con él para discutirlo."

"¿Su Majestad?"

"Fue una decisión que tomamos juntos. Será mejor aclararle de una vez quién también tiene responsabilidad."

Al terminar de hablar, Heinley llamó a un sirviente y ordenó,

"Pregunta al Emperador Sovieshu si podemos almorzar juntos."

***

Heinley tratará de discutirlo con Sovieshu.

Aunque el castigo impuesto por Heinley había sido bastante cruel, el Gran Duque Lilteang había provocado un incidente en el que un niño indefenso pudo haber perdido la vida.

Si Sovieshu quisiera que este asunto se resolviera sin ningún escándalo, se podía hacer como si la fuga simplemente no hubiera ocurrido.

En ese caso, se encontraría al Gran Duque para volver a encerrarlo, o Sovieshu se lo llevaría en silencio. Estaría bien sin importar a qué conclusión se llegara.

El problema es cómo reaccionará el actual Sovieshu. Probablemente no sepa que aceptó que el Imperio Occidental se hiciera cargo del castigo del Gran Duque, a menos que el Marqués se lo haya dicho. Incluso así, podría enfadarle el trato cruel a un noble de alto estatus de su país.

Reflexioné mucho, pero este asunto no estaba en mis manos. Finalmente, dejé de pensar al respecto y me forcé a centrar mi atención en el libro infantil que estaba abierto sobre mis piernas.

No era bueno para la educación de mi bebé imaginar a una persona cuya boca está cosida con una piedra dentro. Por lo tanto, me propuse purificar la confesión de Heinley a través de la lectura de cuentos felices.

"Esto no me gusta."

Laura gritó de repente mientras se tapaba los oídos y su cuerpo se retorcía ante el estruendo de los truenos. Ahora que lo pienso... esto me trae recuerdos. Cuando me reí, Laura bajó las manos y me preguntó,

"Su Majestad, ¿qué pasó? ¿Qué pasó? ¿Pensó en algo divertido?"

La Condesa Jubel miró un poco desconcertada a Laura por su comportamiento, pero Laura no dejó de preguntarme con ojos brillantes,

"¿Qué pasó? ¿Qué pasó?"

"No es nada especial. Es sólo que recordé que a mi hermano le daban miedo los truenos de pequeño."

"¿Lord Koshar?"

No sabía si todavía le daban miedo. No pasaba suficiente tiempo con mi hermano como para averiguarlo.

Tan pronto como asentí, Laura dijo,

"Jamás lo habría imaginado."

Casi al mismo tiempo, Mastas dijo,

"Me lo puedo imaginar."

Laura y Mastas se miraron como si la respuesta de la otra no tuviera sentido.

Yo... estoy a favor de Laura. Creo que Mastas dijo algo extraño.

Cuando me puse un poco del lado de Laura, Mastas se justificó con una expresión de injusticia.

"A primera vista parece débil y vulnerable. ¿No es comprensible que le tema a los truenos?"

¿El hombre del que habla Mastas es mi hermano? Laura me preguntó en voz baja si tenía otro hermano, tal vez pensando lo mismo.

En cuanto respondí que era mi único hermano con una sonrisa, Mastas se entristeció aún más porque mis otras damas de compañía tampoco coincidían con su opinión sobre mi hermano. Fue gracioso. Rose apretó los labios con fuerza y sacudió los hombros.

En medio de esta alborotada charla, alguien llamó con prisa a la puerta del salón.

Finalmente, dejamos de hablar.

Laura se levantó del sofá y se dirigió a la puerta.

jueves, 19 de enero de 2023

enero 19, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 451

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 451. Truenos (2)



"¡El Gran Duque Lilteang ha escapado!"

Justo en el momento de la exclamación de mi ayudante, se oyó otro estruendo producido por un trueno.

"Cómo pudo escapar el Gran Duque Lilteang..."

Cuando pregunté en respuesta, esta vez el resplandor de un relámpago surgió detrás de mí. Mi ayudante se estremeció y cayó al suelo, tal vez porque a contraluz parecía enojada.

Estaba un poco sorprendida, no enojada como para que tuviera miedo.

"Levántate."

Mi ayudante se levantó rápidamente. Tenía el cabello mojado y pegado a la frente por correr bajo la lluvia. Cuando le ofrecí un pañuelo, mi ayudante extendió ambas manos temblorosamente.

"Toma asiento."

"Mi ropa está empapada, Su Majestad."

"No te preocupes."

Una vez que señalé el sofá, mi ayudante se sentó vacilante con las manos y las piernas recogidas. Como si pensara que ahora actuaría enojada.

"¿Qué hay de Su Majestad Heinley?"

"Alguien más fue a informarle."

"¿Qué fue lo que pasó?"

Por lo que sé, el Gran Duque Lilteang fue encerrado en la Torre Roja debido a un incidente en la fiesta de cumpleaños de Heinley. Tenía entendido que la Torre Roja contaba con la seguridad más estricta, ya que es allí donde se encierra a los nobles de alto estatus. ¿El Gran Duque Lilteang incluso consiguió escapar en un país que no era el suyo?

Después de que se oyó el estruendo de otro trueno, la incesante lluvia cayó con más fuerza. 

Sin duda, éste era el día perfecto para que escapara...

"¿No se conocen los detalles de cómo escapó?"

"Así es. Hasta ahora no."

Mi ayudante se secó la frente con el pañuelo que le di y bajó la mano rápidamente. Aun así, parecía incapaz de ocultar su nerviosismo.

"Ayudante."

"Sí, Su Majestad."

"¿Hay algo más de lo que no me haya informado?"

Cuando se lo pregunté directamente para salir de dudas, mi ayudante se encogió de hombros.

"¿Perdone?"

Aunque hizo como si no supiera nada más, tenía mi pañuelo apretado en su puño sin piedad, así que insistí.

"Hasta donde sé, el castigo del Gran Duque Lilteang se llevó a cabo con el consentimiento del Emperador Sovieshu."

"Así es, Su Majestad."

Si se castiga directamente a un noble de alto estatus de otro país, puede derivar fácilmente en conflictos por el honor. Por esta razón, los crímenes de un noble de alto estatus de otro país no solían dirigirse contra ese noble directamente, sino contra su país a modo de protesta.

Pero este caso era diferente. El Emperador Sovieshu permitió que el Imperio Occidental castigara directamente al Gran Duque Lilteang por su crimen. No había forma de que este asunto se convirtiera en un conflicto entre estados. ¿Entonces por qué mi ayudante vino corriendo a estas horas de la mañana tan nervioso?

"Por casualidad... ¿Hay algo más sobre este asunto que no sepa?"

***

Los caminos bien pavimentados permanecieron intactos bajo la fuerte lluvia. Sin embargo, ni siquiera un camino en perfecto estado podía aliviar las molestias causadas por tener la parte inferior de la ropa empapada.

"¡Maldición!"

El Gran Duque Lilteang maldijo mientras tiraba de la parte inferior de su incómoda capa. Quería quitársela de una vez, pero tenía que ocultar su rostro hasta llegar al Imperio Oriental.

"¿Adónde vamos?"

Preguntó el Gran Duque mientras levantaba la mano para frotarse los ojos debido a la lluvia que nublaba su visión.

Un hombre con un paraguas sostenía un mapa con las esquinas húmedas en una mano y soltó un vago, "Umm..."

"¡¿Adónde vamos?!"

El Gran Duque gritó con fuerza, pero cuando la sangre agria se acumuló en su boca, su cara se retorció y apretó los dientes. Se cubrió la boca mientras gemía de dolor. La sangre que se deslizaba por las comisuras de sus labios caía al suelo.

"Umm..."

El hombre del paraguas seguía sin hablar claramente. Este comportamiento indeciso enfureció al Gran Duque, pero contuvo su ira. Acababa de sufrir por no controlarse. En este escenario, no sería tan tonto como para estallar de ira otra vez.

Sin embargo, cuando el hombre del paraguas murmuró,

"Mira aquí. Umm, ¿no es este el camino correcto?"

El Gran Duque Lilteang finalmente no pudo contener su ira, le arrebató el mapa y gritó furioso.

"¡¿Qué demonios te ocurre?!"

Su desgarrada boca se rompió aún más y comenzó a chorrear sangre, pero su creciente ira se impuso al dolor momentáneo.

"¡Por favor, hazlo bien! ¡Los hombres de ese bastardo lunático ya deben estar tras nosotros!"

El mapa, debilitado por el agua, se rompió al no poder resistir la fuerza del Gran Duque Lilteang. Los trozos del mapa desgarrado cayeron al suelo como una especie de lodo.

El hombre del paraguas lo miró y murmuró una vez más, "Umm..."

El Gran Duque Lilteang resopló irritado. La cara del Gran Duque estaba hecha un desastre porque le habían cosido la boca con una piedra dentro. Su buen cuerpo había quedado en el hueso y la zona alrededor de sus labios había perdido completamente la carne. Debido a la precipitada huida, no había recibido el tratamiento adecuado, por lo que la sangre brotaba cada vez que movía demasiado la boca.

El Gran Duque tenía tan mal aspecto que cualquier persona normal habría desviado la mirada porque sentiría dolor con sólo mirarlo.

Sin embargo, el hombre del paraguas más bien sonrió al Gran Duque ante su ira. Era una actitud indiferente, como si no le importara.

"Está bien. Ya le he dicho que sólo tiene que confiar en mí, Gran Duque."

La voz era cortés, pero al mismo tiempo demasiado perezosa y desconocida. Desanimado, el Gran Duque señaló con el dedo hacia dónde se suponía que debían ir.

¡Tenemos que ir por ahí rápido! ¡O los hombres de ese lunático nos alcanzarán!"

El hombre del paraguas levantó la mano, agarró los dedos del Gran Duque y se rió.

"Shh... Está bien. Sólo confía en mí."

"¡Huyamos—!"

"Ahora no."

El hombre del paraguas miró el mapa ensuciado que tenía a los pies y señaló en dirección a la capital con una leve inclinación del paraguas.

"Olvidé que necesitaba reunirme con una persona más antes de irme."

El Gran Duque Lilteang estuvo a punto de llorar.

'Finalmente pude escapar de ese lugar, ¿por qué vuelve a señalar hacia allí? ¡Debió haber terminado sus asuntos primero!'

"¡¿Quién demonios volvería en esta situación para reunirse con alguien?!"

***