Matrimonio Depredador
julio 06, 2022
Matrimonio Depredador - Capítulo 324
Capítulo 324. Isha (24)
Primero puso un tabaco en su boca. Un calor residual seguía ardiendo en su interior. Estaba tan excitado que tenía que luchar contra el impulso de hacer algo.
Fumó rápidamente para calmar su naturaleza ferviente. Después de tranquilizarse un poco agarró una toalla. Primero la mojó con agua antes de limpiar el cuerpo de la Princesa que estaba lleno de fluidos.
Fumar tabacos mientras cuidaba a la Princesa fue una excelente elección. Porque cuando veía su cuerpo desnudo, su virilidad se volvía a endurecer.
Si no controlaba sus instintos en este momento se podría considerar una verdadera bestia. Ishakan se contuvo recuperando un poco de la paciencia que había perdido.
Cubrió a la Princesa limpia con una manta. Entonces miró a la Princesa colocándose otro tabaco en la boca. La Princesa estaba durmiendo plácidamente. Ishakan sonrió.
Impulsivamente besó su frente. Luego su nariz y sus mejillas.
Su esencia seguía siendo la de una bestia aunque tenía una apariencia humana. Después de marcar su territorio fiel a sus instintos, Ishakan mostró una expresión de satisfacción.
Ishakan acercó su cara a su cuello para olerlo. Su piel sudorosa emanaba un leve aroma a flores. Probablemente se trataba del perfume que se utilizaba en el palacio real.
Recordó que aunque usaran el mismo perfume en cada persona olería diferente debido a su olor corporal. Ishakan tenía un sentido del olfato sensible como todos los Kurkan, por lo que podía distinguir el aroma único de la Princesa. Le encantaba su aroma.
Frotó suavemente su clavícula con la nariz antes de retirar la cara. Afortunadamente se dio cuenta de que se estaba comportando como un pervertido. Había llegado el momento de actuar como una persona normal.
Sin embargo, aunque intentaba levantar la cabeza, su mirada se movía hacia la Princesa como si estuviera poseído. Mirando sus pequeños labios, de repente se dio cuenta que le gustaría que lo llamara por su nombre. No se habían llamado por sus nombres ni una sola vez desde que se reencontraron.
Entonces la llamó por su nombre.
"Leah."
Se sintió agradable pronunciar su nombre. Quería que ella también pronunciara su nombre, pero aún no era el momento adecuado. De todos modos solo necesitaba tener paciencia. Pronto le revelaría con orgullo su nombre.
Ishakan la llamó por su nombre varias veces como si estuviera tarareando, pasando su mano por su cabello plateado.
"Leah, Leah..."
Esperaba llevar a Leah al desierto. Ella sería mucho más feliz de lo que ha sido en Estia. Ishakan ahora podía darle todo lo que ella quisiera. Riqueza, poder y libertad.
Consideró que todo estaba progresando bien. Pero las expectativas de Ishakan estaban completamente equivocadas. Porque no era la libertad lo que la Princesa de Estia quería.
***
Una vez que Leah regresó al palacio, Ishakan se sentó junto a la ventana. Observó el cielo que se iluminaba poco a poco mientras jugueteaba con las monedas de oro que ella le había dejado. Finalmente el sol salió por completo.
Las colillas de los tabacos estaban amontonadas en el cenicero. Pero sus emociones no desaparecieron aunque se había fumado todos los tabacos que tenía.
"......"
Ishakan suspiró. Sabía que esas emociones no se solucionarían de ese modo.
***
Caminando por las calles nocturnas de Estia, se dirigió al palacio real de Estia. Pensó en la Princesa sentando en una rama alta con vista hacia el palacio real. Cuando le había preguntado si quería huir, ella le respondió con los ojos oscurecidos.
—Quiero... morir.
Su ira aumentaba cuanto más recordaba sus apagados ojos púrpuras. De repente quiso verla. Una amarga sonrisa apareció en sus labios. Ishakan suspiró con la espalda apoyada en el tronco del árbol.
Le estaba dando mucha importancia. Ciertamente no se sentía así antes de que viniera a Estia. Las emociones que no podía reconocer seguían creciendo.
Pero no le molestaba. Más bien le gustaba. Sintió un cosquilleo en el corazón, como si hubiera sido rozado suavemente por una pluma.
Ishakan llegó a una conclusión. Él le devolvería su brillo a Leah. Contemplando el tenue palacio real iluminado por la luz de la luna, Ishakan murmuró la etiqueta que había aprendido hace tiempo.
"Que la luz brille sobre Estia."
Esto apenas estaba comenzando.