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martes, 20 de septiembre de 2022

septiembre 20, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 20

Capítulo 20. Habilidad Especial


Los asistentes que trabajaban en el palacio real estaban rigurosamente entrenados. Siempre se mantenían precavidos en todo lo que hacían. Sin embargo, no sólo uno, sino cuatro de ellos se habían quedado dormidos al mismo tiempo estando de servicio. Era inconcebible.

Annette sacudió a uno de ellos para que se despertara y, al igual que Ludwig, el hombre comenzó a despertarse desconcertado. ¡No podía creer que se hubiera quedado dormido mientras servía a un distinguido invitado del Príncipe Heredero! No podía ofrecer ninguna excusa aunque lo fuesen a golpear por su falta de disciplina.

"¡No! ¡Qué falta de respeto! Lo siento mucho, Marquesa Carnesis, ¡le ofrezco mis más sinceras disculpas por mi comportamiento!"

El asistente se disculpó con Annette, mientras daba fuertes patadas a sus compañeros para despertarlos. Pronto, todos se pusieron en pie e inclinaron la cabeza en señal de disculpa. Observando que se tambaleaban por el sueño, Annette agitó la mano en señal de aceptación.

Los ojos de los asistentes se convirtieron en estrellas mientras la miraban. La Dama Annette, que no se enfadó con ellos, que mostró piedad tan amablemente, debía ser un ángel bajado del cielo. Era una pena que esta amable mujer no fuera la Princesa Heredera.

Los pensamientos de Annette eran un poco diferentes. En cuanto se dio la vuelta, su sonrisa desapareció, sustituida por una expresión grave. Sólo había un pensamiento en su mente.

Ese libro. Decía claramente que los regresores tenían una habilidad especial que no tenían antes. ¿La mía es dormir a la gente cantando?

Una extraña emoción la recorrió al darse cuenta. Ya una vez había dormido a Raphael cuando andaba sonámbulo por sus pesadillas. En ese momento, sólo pensó que se trataba del efecto de una buena canción de cuna, pero ¿había utilizado su habilidad para dormirlo?

Todavía no estaba segura de nada. Se marchó decidida a probar primero la teoría.

Aunque no era una habilidad espectacular como la de los espíritus, podría ser útil.

Ella sintió que se le ponía la piel de gallina. Finalmente se sintió segura de que realmente había regresado al pasado. Estaba viviendo una nueva vida. Finalmente estaba segura de que realmente había regresado al pasado.

***

El día había pasado rápidamente, el sol ya se había puesto. Había oscurecido antes de que Annette se diera cuenta, por lo que el carruaje iba más lento que de costumbre de regreso a casa. Pero en sus pensamientos, Annette no se dio cuenta de nada de esto. Ya se estaba preguntando cómo poner a prueba su nueva habilidad. Ni siquiera se dio cuenta cuando llegaron a casa.

"Ya hemos llegado", afirmó el cochero. Annette se bajó del carruaje distraída. Antes de que sus pies tocaran el suelo, de repente su cuerpo fue arrastrado por el aire.

"¡Ahhh!"

La sensación de flotar de repente la sobresaltó, sobre todo cuando había estado tan profundamente perdida en su propio mundo. Instintivamente, tiró de cualquier cosa que pudiera alcanzar para sujetarse. Desgraciadamente eso fue el cabello negro como el carbón de Raphael.

Raphael no parecía satisfecho. Un gruñido se escapó entre sus labios. Annette se quedó quieta.

"¡Oh, Dios! Lo siento, estaba tan sorprendida, que..."

Rápidamente, le soltó el cabello mientras se disculpaba. 

Se había sobresaltado tanto que su corazón estaba acelerado. Todavía respiraba entre pequeños jadeos. Aunque había estado a punto de lanzar un insulto, Raphael apretó los dientes, respirando profundamente. Tenía un aspecto feroz, como si se estuviera conteniendo mucho.

¿Por qué está tan enfadado?

La visión hizo que la ansiedad la invadiera. No estaba enfadado porque ella le hubiera tirado del cabello. Llevaba tiempo esperándola de mal humor, ella podía sentirlo por el frío del cuello que sentía a través de sus dedos, helados por el aire nocturno. Annette se mordió el labio. No tenía ni idea de por qué lo hacía, pero su temperamento caprichoso siempre había sido un misterio difícil para ella.

"¿Con quién te has encontrado hoy en el palacio real?" Preguntó Raphael con el rostro rígido.

"¿Qué? Fui a ver a mi cuñada. ¿No has visto la carta que te he dejado?"

Annette respondió automáticamente, pero luego cuando se dio cuenta de lo que estaba mal, se lamentó de su estupidez. No podía imaginar cómo, pero parecía que Raphael sabía que ella había visto al Príncipe Ludwig. Eso explicaba por qué estaba furioso, y ella no podía culparlo. Su esposa había fingido encontrarse con alguien, sólo para encontrarse a escondidas con su antiguo prometido.

Mirando la cara avergonzada de Annette, Raphael sólo se volvió más frío. 

"Tu carta decía que volverías pronto. ¿Estabas disfrutando tanto que no te diste cuenta del tiempo que había pasado? ¿Él te trató bien?"

Esos profundos ojos azules eran más fríos que el hielo del Mar del Norte. Incluso después de volver de la muerte, le seguía doliendo recibir ese odio. Ella bajó su mirada dócilmente.

"No es así, Raphael. Me lo encontré cuando volvía de reunirme con Claire. Nuestro compromiso se rompió tan repentinamente que nunca nos despedimos como es debido. Sólo quería terminar bien la relación. Ahora no tengo que volver a encarar a Su Alteza, lo prometo."

Levantando la cabeza, ella lo miró con ojos serios. Raphael no dijo nada, mantuvo una expresión vacía. El rostro de Annette era tan inocente que cualquiera caería en sus mentiras.

Pero Raphael no se dejó engañar. Estaba de mal humor. Había ido al palacio real después de leer su carta, aunque había sido por asuntos propios, más que para recogerla. Tenía la intención de reunirse con su padre para hacerle algunas preguntas sobre Annette, porque los rumores que el Rey le había contado antes de su boda no eran del todo ciertos. Raphael había querido averiguar de dónde demonios habían salido todos esos rumores.

Pero Selgratis se había negado a reunirse con él. En público, el Rey actuaba como si se preocupara por Raphael, pero en privado no le daba ni la hora. Todo era una actuación.

Así que había regresado con las manos vacías del palacio real. Se sintió lo suficientemente mal por ello. Quiso buscar a Annette, para llevarla a casa.

Aparentemente eso había sido un error de su parte.

"¿Qué demonios estabas haciendo en el palacio del Príncipe Heredero?", exigió.

Estaba furioso cuando descubrió dónde estaba ella. Había querido constatar con sus propios ojos lo que hacían los dos amantes, pero nadie podía entrar en ese palacio sin el permiso del Príncipe Heredero. Ni siquiera Raphael.

Al salir del palacio, se había sentido peor que antes de llegar. Una vez en casa, Raphael apretó los dientes esperando a que regresara. Antes, no le había importado dónde estaba ella o qué hacía, pero Raphael ni siquiera se dio cuenta de la contradicción. Traducción ReinoWuxia

Y ahora que la miraba inmovilizada en sus brazos, sintió una rabia que no podía entender.

"Raphael, te digo que no ha pasado nada con Su Alteza, lo único que hicimos fue despedirnos. Puedes preguntar a los asistentes de su palacio, ellos te dirán la verdad", suplicó Annette, con los ojos abatidos.

Pero la suerte no estaba hoy de su lado. El cochero había estado revisando el carruaje, y volvió hacia ella con algo en la mano.

"Dama, ha dejado esto."

Cuando Annette vio la caja que tenía en la mano, se rindió. Se le escapó una risa desesperada. Dios había decidido abandonarla este día.

Dejándola en el suelo, Raphael le quitó la caja y la abrió. Él también se rió cuando vio su contenido. La gargantilla de cuero se balanceaba en el aire entre sus dedos mientras la mostraba frente a ella.

"Sí, estoy seguro de que obtendría una respuesta muy interesante, si le preguntara a los asistentes del palacio real", soltó con frialdad.

"¡No! Raphael, Claire... espera un momento..."

Sintiéndose humillada por el malentendido, Annette se apresuró a agarrar la caja de regalo, buscando en su interior. Claire era de las que suelen adjuntar cartas a sus regalos, por lo que Annette sólo podía esperar que hubiera una nota dentro para explicar este malentendido.

Afortunadamente, encontró un sobre dentro de la caja. Rápidamente, se lo dio a Raphael sin siquiera leerlo.

"Mira, es un regalo de mi cuñada. Realmente no tengo nada que ver con el Príncipe Heredero."

Frunciendo el ceño, Raphael leyó la nota. Sus profundos ojos azules la recorrieron lentamente de un lado a otro. Sólo tardó unos segundos, pero a Annette le pareció una eternidad. Y con una sonrisa maliciosa, giró la nota frente a ella. Allí con la nítida letra de Claire, estaba escrito.

[Espero que pases una noche excitante con él. Átalo bien y haz que te llame por tu nombre.

Con mucho cariño, Claire]

Oh, Claire.

En silencio, Annette se cubrió la cara con ambas manos, derrotada. La carta dejaba claro que era un regalo de Claire, pero su contenido era desastrosamente confuso.

Entre la nota de Claire y la gargantilla de cuero que colgaba entre los varoniles dedos de Raphael, Annette estaba más que avergonzada. Rezó para desaparecer del mundo para siempre. Ahora. Por favor.

De nuevo, su deseo no se hizo realidad.

"Muy bien. Debe haber sido una visita estimulante el palacio del Príncipe Heredero", dijo Raphael, con una sonrisa cruel que mostraba todos sus dientes. "Veamos lo emocionante que fue para ti."

La agarró del brazo.

domingo, 18 de septiembre de 2022

septiembre 18, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 19

Capítulo 19. Cantando Juntos


Ante el repentino silencio de Annette, los ojos de Ludwig siguieron los suyos hacia la caja vacía.

"¿No es tu regalo? ¿Se ha roto la tapa? No te preocupes... mis asistentes..."

El rostro de Ludwig se endureció cuando vio tardíamente lo que contenía la caja. El ambiente antes tierno se evaporó en un silencio muy pesado.

Annette cerró los ojos. Hubiera sido mejor si fuera un afrodisíaco ilegal. Al menos entonces, podría haber inventado alguna excusa, alegando que era un perfume o una loción. No podía explicar una gargantilla y un látigo.

Uno de los asistentes de Ludwig se acercó en silencio con gran profesionalidad, recogió la caja y su contenido, lo volvió a armar para colocarlo de nuevo en el banco. Regresó a su posición original como si no hubiera pasado absolutamente nada.

Annette sólo pudo cerrar los ojos y rezar para que el mundo explotara de alguna manera inmediatamente. Pero, por supuesto, no lo hizo. Antes de que pudiera ofrecer una explicación, Ludwig se levantó del suelo y la miró con ojos temblorosos.

"Tú... tu... de ninguna manera", tartamudeó. "¿Raphael... te hace ese tipo de cosas?"

"No. ¡No, absolutamente no!" La voz de Annette chirrió de miedo. La sensación de crisis inminente le hizo escupir cualquier excusa que se le ocurrió, la primera vez en su prudente vida que sus palabras se imponían a su mente. "¡Te-tenemos un perro muy grande! Es casi del tamaño de una casa, estoy segura de que ni siquiera Su Alteza ha visto nunca un perro tan grande, y quería métodos para entrenar a un perro tan feroz, así que hice un pedido especial... es un perro muy, muy grande."

Cuanto más hablaba, más incómoda se sentía. Obviamente se trataba de una excusa inventada, pero de alguna manera sentía que estaba insultando a Raphael. Annette cerró los ojos sintiéndose culpable. Al final de esta larga y excelente excusa, Ludwig la aceptó con una mirada dudosa, como si se viera obligado a llegar a esa conclusión.

"Ya veo."

"...Sí". Annette respondió débilmente. Seguía esperando que el mundo explotara, pero desgraciadamente no tenía poder para hacer que eso ocurriera. De hecho, se preguntaba si tenía alguna habilidad para algo.

Se produjo otro silencio incómodo. Ludwig, de pie e inseguro, no tardó en devolverla a su asiento.

"Sentémonos, por ahora... hablemos". Tartamudeó sus palabras. Annette se sentó en el banco en silencio, deseando morir. Quería salir corriendo con la caja, pero marcharse sin permiso en presencia de la realeza suponía un insulto y se castigaba como uno.

Afortunadamente, Ludwig tampoco tenía ganas de hablar del tema. Parecía desesperadamente preocupado por otra cosa.

"Estaba componiendo una nueva canción para mi laúd cuando hablamos por última vez, ¿recuerdas? La terminé hace unos días. ¿Le gustaría escucharla?"

"Sí, Su Alteza."

Fuera lo que fuera, estaba bien. Si tan sólo pudiera escapar de este mortificante lugar. Annette asintió desalmadamente.

Ludwig hizo una seña y uno de sus asistentes se apresuró a traer su laúd. Ludwig a menudo intentaba calmar su mente tocando el laúd, e incluso en esta situación, su desempeño era notablemente bueno. Annette cerró los ojos para escuchar, tratando de tranquilizarse.

De sus delicados dedos, una hermosa melodía llenó el lugar, como una canción celestial. Una vez terminada, habló con una expresión mucho más relajada.

"Me recuerda a los viejos tiempos, cuando yo tocaba y tú venías a sentarte a mi lado para escuchar. ¿Te acuerdas?"

"Por supuesto, me acuerdo."

La música tenía un efecto milagroso para cambiar el estado de ánimo. Annette se sintió un poco nostálgica. Al rememorar aquellos recuerdos, sus pestañas bajaron y su bello rostro se mostró conmovido por la contemplación. Ludwig la miró con admiración.

"Annette, tengo una petición. ¿Me la concedes?"

Al levantar la vista hacia él, ella no aceptó inmediatamente. Oh, por favor, no me digas que va a decir algo más terrible, como que soy su única reina. Annette estaba nerviosa por lo que pudiera salir de su boca, pero afortunadamente Ludwig no fue tan atrevido.

"Si no te importa, ¿Podrías cantar como solías hacerlo?" Sus ojos azules, tan parecidos a los de Raphael, brillaban con fuerza. Era una petición inesperada, pero no difícil. Annette aceptó rápidamente.

Ludwig tenía mucho miedo de su padre. El Rey Selgratis odiaba ver a Ludwig tocando el laúd. Ludwig solía utilizar a Annette como excusa, para poder pasar el tiempo tocando su laúd favorito. Con la puerta y las ventanas bien cerradas bajo el pretexto de una conversación privada, podía tocar música sin que su padre lo supiera.

Probablemente así fue como comenzaron los rumores de que Annette se había acostado con él para convertirse en Princesa Heredera. Era un malentendido evidente, si un hombre y una mujer adultos se encerraban en una habitación durante horas. La mayoría de la gente asumiría que tenían ese tipo de relación.

Annette chasqueó la lengua y añadió una condición a su petición.

"Por supuesto. Como sólo será una canción, la tocaremos aquí. Pero luego debo irme, ya es muy tarde."

"Entiendo", dijo Ludwig, mirándola con ojos apenados. "Gracias por acceder a mi petición."

Cuando esta canción terminara, ella volvería a casa, donde estaba su esposo Raphael. Después de esto, Ludwig y Annette serían extraños para siempre.

Ludwig se mordió los labios. Había estado seguro de que sería el esposo de Annette, y todavía quería serlo. Ludwig debería haber sido su esposo, pero parecía que Annette ya había aceptado a Raphael.

Se sintió indescriptiblemente amargado.

Ese hombre no sólo ha robado el afecto de papá, sino también el de Annette. Me ha quitado todo.

Una sombra pasó por sus ojos azules. Pero ahora tenía que centrarse en ella. Recuperando la serenidad, comenzó a tocar como en los tiempos cuando soñaba con colocar con sus propias manos la corona de la Princesa Heredera sobre el cabello rubio de Annette.

Annette cerró los ojos, tarareando suavemente la melodía que había cantado antes muchas veces. Al principio no era más que una tenue melodía, pero luego se convirtió en una canción.

La punta de tu espada es del color del frío invierno
El rugido del campo de batalla es del color de la lava roja
Como las hojas de los árboles perenne es la lealtad a la realeza,
Cuando el mundo gire y gire y todos estos colores sean uno
Estamparé mis pies para marchar libremente...

A Annette le gustaba cantar. Era sólo un pasatiempo, pero su voz era agradable de escuchar. 

Cuando solía visitar el palacio real, a menudo se unía a Ludwig de esta manera. Y aunque su canto no era tan bueno como antes, era divertido hacerlo, después de tanto tiempo. Así que Annette no se dio cuenta al principio, cuando Ludwig dejó de tocar.

En la última estrofa de la canción, abrió los ojos y se sobresaltó cuando vio a Ludwig tumbado en su banco con los ojos cerrados.

Espera, ¿Se ha desmayado de verdad? ¿Tan terrible fue mi canto?

Asustada, se levantó apresuradamente y fue a sacudirlo. Le preocupaba que se hubiera desmayado de nuevo en otro episodio, o que se hubiera golpeado de alguna manera en la cabeza con su propio laúd. Era posible. Ludwig era así de torpe.

"¡Alteza! ¡Alteza! ¿Se ha hecho daño? ¿Está usted enfermo?"

"Hmm... ¿Annette?"

Afortunadamente, abrió los ojos rápidamente. Ella no tenía ni idea de si se había desmayado o simplemente se había quedado dormido, pero no parecía haber nada malo en su cuerpo. Ludwig parpadeó un par de veces y bostezó somnoliento.

"Supongo que estaba tan cansado que me he quedado dormido. Lo siento, Annette. ¿Por qué tengo tanto sueño? Es extraño... supongo que no me siento bien. Me da vergüenza quedarme dormido después de haberte retenido para hablar contigo. Vete a casa. Por favor, ten cuidado en tu camino..."

Se despidió con los ojos semicerrados mientras murmuraba. Sus delicados párpados estaban arrugados como si estuviera en un sueño profundo. Annette estaba desconcertada, pero no iba a cuestionarlo. Rápidamente, se despidió. Fue extraño.

Annette ladeó la cabeza, observando cómo él se marchaba. Con su temperamento sensible, Ludwig no dormía mucho, pero aún así había conseguido dormirse mientras tocaba su laúd, que era lo que más le gustaba hacer. No era propio de él.

Más sorprendente aún, Annette se dio la vuelta y encontró a los cuatro asistentes que ella había solicitado a poca distancia. Hacía unos instantes, habían estado erguidos, pero ahora estaban desplomados el uno contra el otro, durmiendo igual que Ludwig.

¿Qué diablos está pasando?

Annette se quedó helada, con la boca abierta por la sorpresa.

viernes, 16 de septiembre de 2022

septiembre 16, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 18

Capítulo 18. Mi Princesa Sólo Eres Tú


Por un momento, ella se preguntó por qué se disculpaba. Para Ludwig, todas estas cosas habían ocurrido sólo unas semanas atrás, pero para ella habían pasado años. Tal vez por eso ahora podía mirarlo con dulzura, como si todo aquello le hubiera ocurrido a otra persona.

"Annette... lo siento tanto. No pude enviarte... un regalo de bodas."

"Está bien, Su Alteza."

Realmente estaba bien. Si Ludwig, su ex prometido, le hubiera enviado un regalo de bodas, habría sido desastroso. Pero incluso teniendo en cuenta esa situación, lo mejor que pudo decir fue: Siento no haber podido hacerte un regalo de boda.

A diferencia del pasado, Annette pensó que su debilidad resultaba patética.

Se mordió los labios cuando vio la evidente reprobación en sus ojos rosados. Dudó un largo rato, buscando algo que decir antes de finalmente enterrar su cara entre las manos. Lo confesó todo, dejando que todo brotara de su corazón.

"No, en realidad no lo siento. No quise enviar un regalo para felicitarte por tu boda. No envié uno a propósito. Sé que debería disculparme, pero sinceramente, no me arrepiento. Tenía muchas ganas de verte. Yo... siempre me he arrepentido de todo, Annette."

No sonaba arrepentido mientras enterraba su cara más profundamente en sus manos.  Y en este punto, era difícil saber de qué se arrepentía. Todo lo que ella podía apreciar eran las puntas enrojecidas de sus orejas asomando a través de su largo cabello plateado.

"¿Qué demonios debo hacer?" Susurró amargamente. "Para mí, mi única princesa eres tú, Annette."

"Su Alteza..." Annette bajó los ojos en silencio ante esta confesión. Sentía como si algo caliente hirviera en su garganta, pero no era porque estuviera conmovida. Estaba luchando por contener su furia.

No hizo nada cuando me acusaron.

Por ello, había sido apartada de la contienda por la Princesa de la Corona, y Celestine se convirtió en su nueva prometida. Por supuesto, Ludwig se había mostrado incómodo durante todo el proceso, e incluso había apelado diciendo que Annette era la persona a la que amaba, pero ese fue todo su esfuerzo. Nunca había sido capaz de enfrentarse al Rey Selgratis, y bajo la presión de su padre, Ludwig solo observó cómo la casaban con Raphael.

Ahora fingía arrepentirse, afirmando que su única princesa era ella.

Annette se quedó sin palabras. Si no hubieran pasado cinco años, podría haberlo sacudido por el cuello de la camisa, cegada por la rabia. Aunque, por supuesto, si hubiera hecho eso, la habrían llevado a la celda 503 del calabozo de Palacio, por el delito de agredir el cuerpo de un miembro de la realeza.

Annette se tragó la rabia que llevaba tiempo sintiendo. Con una dulce sonrisa, mencionó un punto doloroso.

"Oh, Alteza, no diga eso. Ahora tiene a la Dama Keers, ¿No? Ella se pondría muy triste si escuchara eso cuando le gustas tanto."

A Celestine sí le gustaba Ludwig, hasta el punto de que había hundido alegremente a Annette en el barro para convertirse en Princesa Heredera. Y la falsa alegría de Annette hizo que sus orejas se volvieran rojas. Ni siquiera pudo levantar la cabeza, que tenía su cara enterrada en sus manos.

"Lo siento..." Dijo, entre dolorosos sollozos. "Lo siento mucho, Annette. Pero no puedo amar realmente a la Dama Keers."

"Pero ahora es tu prometida. Tienes que aprender a llevarte bien con ella."

"Pero la Dama Keers... es muy diferente a ti. Es tan nerviosa y sensible que no puedo imaginar un futuro con ella. Sólo estar con ella me cansa."

Sus palabras fueron desconcertantes. ¿La Dama Keers era tan sensible? Annette se había encontrado con ella a menudo como las dos candidatas, ella había parecido relativamente tranquila, y siempre se había mostrado bastante cariñosa con Ludwig. No podía creer que se pusiera nerviosa con él.

Pero entonces, tal vez Annette no conocía tan bien a la Dama Keers. Si Celestine fue la que incriminó a Annette con sus propias artimañas, no sería extraño que su verdadero carácter empezara a emerger tras su victoria. Si era capaz de conspirar así contra Annette, podría ser realmente una mujer malvada.

"Lo siento. Lo siento, por ser... este tipo de hombre, lo siento mucho por ti."

Con la cara escondida entre las manos, ella podía escuchar su respiración áspera, más dura y más rápida. Estaba jadeando entre sollozos, demasiado débil para tanto estrés.

Annette estaba acostumbrada a estos episodios. Cuando tenía un episodio, sólo echaba leña al fuego si las personas cercanas reaccionaban con molestia.

"Alteza, no pasa nada", respondió ella, con una voz suave. "Todo está en el pasado. Nunca le he guardado rencor. Ambos hemos hecho todo lo que podíamos, así que lo único que queda es aceptar las cosas y sacar lo mejor de ellas. Así que, por favor, no te preocupes."

Esta respuesta podía parecer sencilla, pero este tipo de tranquilidad era una de las mejores maneras de convencerlo. Su respiración se calmó lentamente mientras la escuchaba hablar, y cuando ella vio que funcionaba, Annette cambió de tema con mucho tacto.

"¿Hablamos de algo más agradable? He escuchado que en el Imperio Chapelle hay enormes extensiones de campos de trigo, sin fin a la vista. Si hace viento en verano, dicen que los campos parecen ondas. Cuando los granos se frotan unos contra otros, hay un olor fresco como a hierba que llena el aire. Un día me gustaría ir allí a tomar una siesta y escuchar el canto de las alondras. ¿Crees que su música es tan hermosa como las canciones que toca Su Alteza con el laúd?"

Su voz fue dulce, un tono tranquilo que resultaba muy agradable. El ruido de sus jadeos disminuyó mientras escuchaba.

Pacientemente, Annette esperó a que se calmara. Aunque Ludwig era el Príncipe Heredero de Deltium, su naturaleza se inclinaba más hacia un artista que hacia un autócrata. Su camino estaba decidido desde su nacimiento, pero era un destino doloroso, completamente inadecuado para sus aptitudes. Eso más que nada era la razón de sus episodios ocasionales.

Pobre hombre.

A Ludwig le gustaba especialmente tocar el laúd. Podía tocar muy bien, pero rara vez se le permitía hacerlo. El Rey Selgratis desaprobaba este pasatiempo. El Rey esperaba que su único hijo legítimo fuera más ambicioso, más como... Raphael. El Rey Selgratis era un padre severo que a menudo presionaba a Ludwig hasta sus límites. No dudaba en comparar abiertamente a Ludwig con Raphael.

Raphael inquietaba mucho a Ludwig.

Sabiendo todo esto, Annette miró a Ludwig con lástima cuando éste levantó la cabeza, mostrando los ojos enrojecidos.

"Aparte de ti, ¿Quién más me entiende? Y ahora debo casarme con otra mujer, que no eres tú... yo no quiero. No creo que pueda soportarlo."

Sus ojos miraron fijamente a Annette.

"Siempre pensé que la tiara de la Princesa Heredera le quedaría bien a tu cabello rubio. Hay un rubí rojo muy bonito en la parte delantera, habría brillado tanto con tu cabello. Ese rubí habría acentuado tus ojos... Había esperado tanto el día en que yo mismo pudiera ponerte esa corona en la cabeza."

Sonrió con nostalgia. Las puntas de sus dedos flotaron en el aire, como si hubiera estado a punto de tocar su cabello. Pero no tenía derecho a tocarla ahora. Ella era la esposa de otro hombre, y ese hombre era su hermanastro, Raphael.

Annette lo miró en silencio. Se compadecía de él. Estaba seguro  porque era Príncipe Heredero, pero era infeliz por ello. Era un hombre que debería haber sido un cuarto o quinto príncipe, con una vida relajada lejos de los problemas del trono.

"Annette". Ludwig se levantó de su asiento para arrodillarse ante ella, inclinando la cabeza mientras levantaba el dobladillo de su falda y lo apretaba contra sus labios. Sus pestañas plateadas estaban mojadas por las lágrimas. "Lo siento. Aunque creía en tu inocencia, no podía ir contra la voluntad de mi padre. Sé que fui un cobarde, pero... no puedo vivir sin ti. Sólo tú, Annette Bavaria. Sólo tú."

"Annette". Ludwig se levantó de su asiento para arrodillarse ante ella. Sus pestañas plateadas estaban mojadas por las lágrimas. "Lo siento. Aunque creía en tu inocencia, no podía ir contra la voluntad de mi padre. Sé que fui un cobarde, pero... no puedo vivir sin ti. Sólo tú, Annette Bavaria. Sólo tú."

Susurró las palabras, mirándola de forma suplicante. Ella se quedó tan sorprendida que se levantó de su asiento. La única razón por la que había aceptado su petición de hablar era para tener una última despedida, pero esto sólo estaba empeorando las cosas.

"Su Alteza, por favor, no haga esto. Soy la esposa de Raphael", luego se quedó rígida. Sus ojos se posaron en la caja de regalo que había caído al suelo junto a Ludwig. Debió de caerse cuando ella se levantó.

El contenido se salió como si fuera una manifestación. El horrible regalo que podía hacer que incluso un hombre homosexual deseara a su esposa era...

Una gargantilla de cuero y un látigo.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

septiembre 14, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 17

Capítulo 17Ludwig

Los ojos de Annette se agrandaron ante esa insinuación. Claire soltó una carcajada ante la ingenua reacción. Annette realmente era muy adorable. Entonces le tocó la cabeza con cariño, pero Annette se echó hacia atrás con un grito.

"¡Ahhh!"

"Oh, ¿te he hecho daño? Lo siento". La sorprendida Claire levantó rápidamente la mano de la cabeza de Annette. Sus agudos ojos encontraron rápidamente el corte que estaba cicatrizando en su frente. El rostro de Claire se volvió frío.

"¿Quién ha hecho esto, Annette?"

Su expresión juguetona desapareció en un instante. Aunque había preguntado quién lo había hecho, Claire estaba bastante convencida del culpable. Sólo unas pocas personas se atreverían a hacerle daño a Annette. Y sólo podían ser enemigos del Duque Bavaria.

"No, Claire", dijo Annette, negando rápidamente al ver el malentendido de Claire. "Es que... por error choqué con un pilar en el jardín."

Annette se sintió incómoda. Obviamente, estaba diciendo la verdad, pero sonaba como la excusa de una esposa maltratada. Los ojos verdes de Claire se mostraron escépticos.

"¿Cómo que no? Ese maldito bastardo de Raphael se atreve a tocar a mi hermana..."

Totalmente enfurecida, Claire se levantó tan abruptamente que volcó la mesa, tirando el regalo al suelo. Annette se alegró de que su cuñada se preocupara, pero ahora no era el momento adecuado para ello. Tenía que calmar a Claire antes de que alguien la escuchara e iniciara el rumor de que Raphael Carnesis golpeaba a su esposa.

"¡De verdad, no! Me golpeé la frente contra el borde de un pilar cuando estaba recogiendo un libro. Fíjate bien, puedes ver que no es el tipo de corte que se produce al ser golpeado, ¿verdad? Puedes comprobar que es una especie de desgarro."

Annette se echó el cabello rubio hacia atrás para que Claire pudiera observar la evidencia. La herida en realidad era bastante pequeña, teniendo en cuenta lo mucho que había sangrado. Realmente, Annette estaba impresionada con la aguda mirada de Claire. A Annette le resultaba difícil detectar la herida cuando estaba cubierta por su cabello, pero Claire la había descubierto de inmediato. Fue increíble.

Los ojos de Claire se entrecerraron mientras examinaba la herida. Entrenada como caballero desde la infancia, Claire estaba familiarizada con este tipo de heridas. Y ciertamente, parecía accidental.

"Está bien. Pero estaré vigilando, Annette. Si alguna vez te levanta la mano, puedes decírmelo cuando quieras. Lo aplastaré."

¿Cómo diablos podría ella aplastarlo? Annette se rió ante la amenaza, sus pestañas se agitaron alegremente. Aunque Claire no podía vencer a Raphael, era tranquilizador saber que alguien estaba de su lado. Podía entender por qué Arjen quería tanto a Claire.

Annette estaba acostumbrada a la fría intimidación de la familia Bavaria. Era tan normal para ella, que nunca se había dado cuenta de lo mucho que ansiaba algún tipo de amor familiar. Arjen era amable, pero siempre había estado ocupado, cultivando su extraordinaria mente. Un genio no tenía tiempo para prestar atención a su hermana pequeña, seis años menor.

Ella había querido que su familia la quisiera, así que había sido una niña muy buena. Se había hecho la ilusión de que si cumplía las expectativas de su padre, éste la querría. ¡Qué ingenua había sido! No se había dado cuenta de lo equivocada que estaba hasta que su padre la abandonó por completo porque perdió su oportunidad de ser Princesa Heredera. 

Las únicas personas a las que podía llamar familia ahora eran Arjen, Claire y Raphael. Aunque Raphael la odiaba, tal vez podría encontrar alguna manera de hacer que funcione. Ella quería llevarse bien con él. Era un mejor esposo de lo que ella había pensado, a pesar de su comportamiento intimidante.

"¡Oh!"

Tardíamente, Claire se agachó para recoger el regalo de Annette del suelo. Se lo devolvió con una sonrisa incómoda, estaba un poco avergonzada por su comportamiento impulsivo.

"Me alegro de que Raphael Carnesis no sea el tipo de hijo de perra que golpea a su mujer. Aquí tienes un regalo que te costó ganar. Conseguí uno como este para ayudar a la relación con mi esposo. Me gustaría quedarme con este."

"¿Qué es realmente?"

"¿No tienes curiosidad?" preguntó Claire con una sonrisa traviesa. "Si quieres saberlo, ve a casa y ábrelo con tu esposo."

Claire se encogió de hombros, pero no le dijo cuál era el regalo ni siquiera cuando se despidieron. Annette jugueteó con el regalo mientras caminaba, distraída.

¿Qué podría ser? Debía ser algo escandaloso, para que incluso los hombres homosexuales desearan a una mujer. No puede ser un afrodisíaco, ¿verdad? Eso es ilegal.

Annette miró el paquete como si pudiera contener una bomba. Sus sospechas no le permitieron mirar a través del embalaje.

Decidió apresurarse a casa para inspeccionar este peligroso regalo en privado. El lugar donde se había encontrado con Claire estaba al oeste del palacio, por lo que había que dar una larga caminata para llegar a la puerta sur, donde la esperaba su carruaje. Los pasos de Annette se volvieron acelerados.

Fue entonces cuando una larga sombra se posó de repente sobre ella. Cuando levantó la vista, sus ojos se abrieron de par en par.

"...Saludos al Pequeño Sol de Deltium."

"Annette."

La persona que tenía delante no era otra que el Príncipe Ludwig. El hombre con el que una vez creyó que se casaría. El hombre que nunca había vuelto a ver, después de las falsas acusaciones contra ella.

Se sentía avergonzada ahora de verlo, después de todos estos años. Por supuesto, no hacía tanto tiempo en esta vida, pero para ella habían pasado cinco años. Aunque siempre fue educada, Annette temblaba por dentro. El momento de este encuentro no podía ser peor.

¿Y si realmente hay afrodisíacos ilegales en esta caja?

No podía creer que tuviera que preocuparse por esto delante de Ludwig, y después de no haberlo visto en tanto tiempo. Ese pensamiento la hizo sentirse desgraciada. Tras unos momentos de silencio, le tendió la mano a su antigua prometida.

"No tienes que arrodillarte ante mí, Annette. Levántate."

Afortunadamente, él no parecía interesado en la caja que tenía en sus manos. Sus ojos azules estaban fijos sólo en ella. Pero Annette se levantó sola, rechazando educadamente su mano. Estaba casada con otro hombre, eso no era correcto. Ludwig frunció el ceño y retiró la mano ante el rechazo indirecto.

"Si no te importa, me gustaría pasear un rato contigo", dijo con seriedad. "Me gustaría contarte algo."

Annette cerró los ojos ante la inesperada petición, pero no dijo nada. Sinceramente, no quería hacerlo. Caminar con Ludwig le haría más mal que bien ahora. Y si alguien los veía, todos esos rumores comenzarían de nuevo, sobre que ella todavía no había renunciado al trono. Si alguno de esos rumores llegaba a oídos de Raphael... sólo considerar eso se sintió terrible.

Al verla dudar, Ludwig la agarró con sus elegantes dedos, que temblaban ligeramente al agarrar el borde de encaje de su manga.

"Por favor, Annette", susurró con dolor. "Por favor."

Su rostro seguía siendo tan hermoso como lo recordaba, aunque pálido por la ansiedad. Annette dejó escapar un suspiro. No era como si Ludwig no entendiera la situación, o lo que estaba haciendo. Ella miró a su alrededor y aceptó de mala gana.

"Pero trae al menos cuatro sirvientes con nosotros. Tengo que ir a casa antes de que sea demasiado tarde, así que sólo puedo quedarme media hora. ¿Te parece bien?"

"Por supuesto, Annette."

Sólo entonces floreció una sonrisa en su triste rostro. Rápidamente comprendió su petición. Rápidamente, hizo una seña a cuatro sirvientes que estaban a cierta distancia, y cuando se acercaron, Annette se sintió aliviada. Al menos era una mejora respecto a estar a solas con él, y afortunadamente, la llevó al palacio del Príncipe Heredero, donde nadie podía entrar sin su permiso. Eso reducía mucho las posibilidades de chismes. Un lugar excelente.

"Pero trae al menos cuatro sirvientes con nosotros. Tengo que ir a casa antes de que sea demasiado tarde, así que sólo puedo quedarme media hora. ¿Te parece bien?"

"Por supuesto, Annette."

Sólo entonces floreció una sonrisa en su triste rostro. Rápidamente comprendió su petición. Rápidamente, hizo una seña a cuatro sirvientes que estaban a cierta distancia, y cuando se acercaron, Annette se sintió aliviada. Al menos era una mejora respecto a estar a solas con él, y afortunadamente, la llevó al palacio del Príncipe Heredero, donde nadie podía entrar sin su permiso. Eso reducía mucho las posibilidades de chismes. Un lugar excelente. Traducción ReinoWuxia

Ludwig, que se sentó en un banco, permaneció en silencio durante algún tiempo, claramente agonizando sobre qué decir. Annette apartó ligeramente la vista de él, esperando pacientemente. Parecía más delgado de lo que ella recordaba. Sus ojos se llenaron de lástima.

Pobrecito.

Por fuera, Ludwig parecía un hombre perfecto. Alto, delgado, con una piel impecable y unos rasgos tan delicados como los de una mujer. Su largo cabello plateado caía en cascada hasta su cintura, brillando como la luz de la luna. Este era el hombre que pronto sería coronado Rey.

Por desgracia, Ludwig tenía un defecto fatal.

"Annette... ¡oh!"

Ludwig se había levantado de su asiento como si hubiera tomado una decisión, pero inmediatamente tropezó con sus propios pies. Annette lo agarró del brazo con la facilidad porque tenía bastante experiencia previa. Ludwig era un hombre que prefería florecer donde estaba plantado. En su vida. En el futuro de Deltium. En su silla.

"¿Se encuentra bien, Alteza?"

"Oh, gracias, Annette. Qué vergüenza", dijo él mientras ella le enderezaba. Ludwig tenía una apariencia perfecta, por lo que parecía que debía ser bueno en todo, pero eso estaba muy lejos de la realidad. Era increíblemente torpe. Todo lo que requería su coordinación acababa en desastre. Nunca pudo soñar con actividades intensas como montar a caballo o luchar con la espada. Incluso en una superficie completamente plana, se caía de bruces al suelo.

Ludwig, que casi se cae delante de Annette, se sonrojó. Respiró profundamente. Annette parpadeó, deseando que acomodara su postura de inmediato. En el momento en que sus ojos se encontraron, dolor apareció en su hermoso rostro. Sus labios carmesí se movieron.

"Lo siento, Annette", susurró.

sábado, 10 de septiembre de 2022

septiembre 10, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 16

Capítulo 16. Regalo de Boda


Annette se esforzó por ocultar su vergüenza. Ella sabía mejor que nadie que Raphael no era homosexual. Era ridículo. Cada vez que Raphael se apoderaba de ella, sólo la soltaba después de haberla embestido hasta la saciedad.

"No, Claire", contestó rápidamente Annette, recordando vívidamente. "A mi esposo... le gustan las mujeres."

"¿Estás segura? ¿Cómo sabes que...?"

Claire se detuvo en medio de la pregunta imprudente. Era una tontería preguntarlo. Por supuesto que se habían acostado después de casarse.

He pasado tanto tiempo blandiendo una espada que mi cerebro se ha oxidado.

Claire no tenía intención de preguntar sobre la vida s3xual de su cuñada, así que se sintió muy avergonzada. Tocó torpemente su corto cabello. Pero entonces recordó otra cosa que había querido preguntar.

"Entonces, ¿Lo sabe? ¿Que no pasó nada entre tú y el Príncipe Heredero?"

"Así es."

Las mejillas de Annette se tornaron rosadas al recordar su primera noche, además de la conmoción en el rostro de Raphael cuando se dio cuenta de la verdad. Eso la hizo reír un poco, mientras que Claire respiró aliviada.

"¡Claro que debería haberlo asumido! ¿Hay alguna chica tan leal como tú? Si tu esposo fuera tan tonto como para castigarte por esos viles rumores, tendría que retarlo a un duelo."

Los ojos de Claire eran sinceros. Annette la disuadió rápidamente de semejante acción. Aunque Raphael tenía un carácter temperamental, era un hombre con talento, capaz de conseguir el título de Marqués con el dominio de su espada. Y aunque Annette amaba a Claire, estaba segura de que si los dos luchaban, sin duda ganaría Raphael.

Un poco más calmada, Claire bajó sus pestañas de color azul intenso. Sus labios, que estaban rosados incluso sin usar cosméticos, se movieron para hacer una pregunta más aguda.

"¿El cochero que te incriminó, fue Iván? ¿Alguien ha averiguado quién estaba detrás?"

"Bueno, probablemente no sea tan fácil..."

Iván era un nombre que hacía que el corazón de Annette se acelerara cada vez que lo escuchaba. Por culpa de su falsa acusación, Annette no se había convertido en la Princesa Heredera. Claire se mordió los labios.

"Sinceramente, todo esto ha sido culpa suya", dijo enfadada. "¿Cómo se atreve a acusarte de algo tan terrible?"

"No lo sé", dijo Annette con calma. En su última vida, cualquier mención de esto la había hecho sentir amargura, como si su corazón se desmoronara. Pero quizás gracias a su regresión, era capaz de mantenerse un poco más objetiva.

La acusación de haberme entregado al príncipe parece una tontería en comparación.

En el reino existía la anacrónica costumbre de tener siempre más de una candidata a Princesa Heredera. Se trataba de una formalidad. La contendiente de Annette en ese momento había sido la Dama Celestine Keers, hija del Marqués Keers. Su familia era demasiado débil para competir contra Anne, y lo que es más importante, a Ludwig le gustaba más Anne. Para todos era obvio que ella sería la Princesa de la Corona, del mismo modo que un día en el futuro sería la Reina.

Pero el mundo era un lugar extraño.

Un día, cuando Celestine volvía de reunirse con el Príncipe, desapareció de repente. Todo se puso patas arriba. Había sido secuestrada de camino a casa.

Afortunadamente, regresó sana en un día, pero el problema era la persona que la había secuestrado. Fue el cochero de Annette, Iván. Cuando le interrogaron, fingió resistirse durante un tiempo, pero pronto acusó a Annette de haberlo planeado todo.

¡No es justo! ¡Sólo estaba siguiendo las órdenes de la Dama Annette! ¿Cómo puede un hombre como yo atreverse a desobedecer las órdenes de una noble? Sólo hice lo que se me dijo que hiciera, ¡por favor, tened piedad de un miserable!

Sus habilidades de actuación eran realmente sorprendentes. Había llorado tan desesperadamente que incluso Annette se preguntó si de alguna manera lo habría hecho realmente. Fue lo suficientemente convincente como para persuadir a los demás.

Su coartada fue aún más completa. Para su sorpresa, Iván había hecho cómplices a varios sirvientes reales. Annette los conocía, los había visto muchas veces en el palacio. Todos habían testificado contra ella, afirmando con seguridad que la Dama Bavaria había hecho esto.

Por ello, Annette fue considerada una mujer malvada, que había intentado matar a su rival cegada por los celos. El Marqués de Keers estaba furioso y había insistido en que fuera castigada. Pero el poder del Duque Baviera era tan grande que consiguió que todo se resolviera en silencio. Incluso el propio Rey se había puesto del lado de Baviera, ordenando que se suprimiera el escándalo.

Y luego la había casado con Raphael.

Annette suspiró. Hacía tiempo que no pensaba en esos dolorosos recuerdos. Iván era su cochero personal, que había conducido para ella durante casi diez años. Quería preguntarle por qué lo había hecho, pero resultaba imposible.

"No sé quién está detrás de esto", dijo lentamente a Claire. "No hay forma de saber si Iván está vivo o muerto. Alguien lo sacó a escondidas de la prisión real. Tal vez ya lo hayan matado, para mantenerlo callado."

Claire también había adivinado que podría estar muerto. Incluso si lo hubiera planeado por su cuenta, probablemente no le habrían dejado vivir. Fue una suerte. La acusación contra ella no la conocía nadie más. Sólo las personas directamente implicadas en el incidente lo sabían.

También había resultado bien para Celestine. Como sólo había estado desaparecida un día, nadie había notado su ausencia. Pero si se enteraban, ¿Qué dirían los chismosos? Seguramente se especularía maliciosamente sobre ella. Incluso si se convertía en reina, estaría recorriendo un camino espinoso, después de eso.

"Lo he pensado, Annette", dijo Claire, bajando la voz mientras dejaba su taza de té. Sus inteligentes ojos se estrecharon con sospecha. "¿No podría haber organizado todo esto la propia Celestine Keers?"

Annette casi se rió en voz alta. Sí, ella también sospechaba de Celestine. Celestine no había perdido nada en este caso. Los secuestradores no le dañaron ni un pelo, y como el escándalo se había silenciado por completo, su honor tampoco se vio perjudicado. Al final, se convirtió en la prometida del Príncipe, lo que nunca habría sido posible antes, dada la baja condición de su familia.

Pero Annette lo perdió todo. Después de haber pasado su vida siendo rigurosamente preparada para convertirse en Reina, fue arrojada a un pozo. Y entonces los rumores sobre Ludwig habían circulado, y personas como Raphael los creyeron, y la criticaron duramente.

Es tan injusto. Eso sólo reforzó su determinación de demostrar su inocencia esta vez, a toda costa. Claire se acercó a ella para abrazarla.

"No te preocupes, Annette. No importa quién esté detrás, descubriré quién te ha acusado de todas esas cosas. Si intentaron destrozar tu futuro, ¿No es justo destrozar sus extremidades?"

Claire sonrió ferozmente, enseñando los dientes. Y aunque Annette pensaba atrapar ella misma a los conspiradores, asintió en silencio. Claire siempre la había tratado como a su propia hermana. Era un alivio tener a alguien que creyera en su inocencia.

Me gustaría que algún día Raphael también me creyera.

En su última vida, nunca se había llevado bien con él, así que no tenía ni idea de lo que realmente pensaba. Cuando hablaban solo era para pelearse o criticarse. No fue hasta que ella se estaba muriendo debido a su enfermedad que Raphael se ablandó. Para entonces fue demasiado tarde.

Pero sigue siendo mejor que Ludwig.

Las mejillas de Annette enrojecieron.

Se sorprendió al pensar tal cosa. Tal vez ella había estado casada demasiado tiempo con Raphael. Empezaba a tener pensamientos que nunca habría tenido en su última vida.

El Príncipe Heredero Ludwig también era un hombre guapo, aunque un poco delicado. Por otra parte, Raphael era tan sensual y masculino que cualquier mujer lo miraría dos veces. Incluso Annette, que conocía muy bien su mal carácter, se ponía a veces nerviosa a su alrededor, su corazón se agitaba al verle sonreír.

Al principio, pensó que sería un matrimonio lleno de problemas, pero no siempre fue malo. Y Raphael no la abandonó, ni siquiera cuando estaba postrada en la cama. Había sido un esposo muy responsable, muy superior a Ludwig, que le había dado la espalda de inmediato por no oponerse a su padre el Rey.

"¿Cómo está mi hermano mayor Arjen? ¿Sigue siendo adicto a su trabajo?" preguntó Annette. Necesitaba dejar de pensar en su esposo, así que preguntó por otra persona.

Claire frunció el ceño ante la mención de su esposo.

"No digas su nombre", se quejó, levantando sus hermosas cejas. "Hace tres semanas que no viene a casa. He escuchado que se lava y duerme en la oficina del palacio real, la gente cree que es un vagabundo."

Annette se rió al pensar en su hermano mayor. Había sido reconocido tempranamente por su extraordinario intelecto, y se fue a estudiar a la Academia del Imperio Chapelle. Tras completar sus estudios, había accedido a un puesto de alto rango como funcionario del Imperio. Su talento era demasiado excepcional para limitarse a Deltium.

Por supuesto, a su padre Allamand no le había hecho mucha gracia. Una vez terminados sus estudios, Arjen debía regresar para ser educado como sucesor de la familia Bavaria, pero ni siquiera Allamand podía imponerse si su oponente era el Imperio Chapelle. No le había gustado, pero no tuvo más remedio que dejar marchar a Arjen.

Eso fue probablemente lo primero que no salió según la voluntad de mi padre.

Annette estaba muy celosa de su hermano mayor. El Imperio era mucho más grande que Deltium, lo cual mantenía a Arjen muy ocupado. La boda de Annette había sido tan repentina que él no pudo venir a tiempo. A diferencia de Claire, Arjen era un tipo débil. Los dos se equilibraban perfectamente, compensando los defectos del otro.

O eso pensaba Annette. ¿Podrían ella llegar a ser ese tipo de pareja con Raphael?

Si hubiera sido su anterior vida, habría sacudido la cabeza y dicho que en absoluto. Pero ahora no estaba tan segura. Raphael había cambiado casi tanto como ella. Era realmente sorprendente.

Envuelta en sus pensamientos, Annette no se dio cuenta de que Claire la miraba antes de sacar una pequeña caja envuelta en un papel dorado. Annette parpadeó. Claire sonrió expectante.

"¡Ta-da! Es un regalo de boda tardío, Annette. Sé que no es el matrimonio que querías, pero espero que seas feliz. Ese es mi sincero deseo para ti."

Tomando su mano, Claire sonrió como si fuera su hermana. En la familia de Claire abundaban los hombres rudos, así que ella pensaba que Annette era la criatura más adorable del mundo. Annette sonrió felizmente mientras recibía el regalo.

"¡Gracias, Claire! ¿Pero qué hay aquí? Es muy ligero."

"¿Ah, eso?"

Claire sonrió de repente con malicia. Bajando la voz, susurró como si estuviera confiando un secreto mortal.

"No te sorprendas. Ese es un... artículo útil que hará que incluso un hombre homosexual desee a su esposa."

Fue absolutamente imposible no sorprenderse.

jueves, 8 de septiembre de 2022

septiembre 08, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 15

Capítulo 15. Claire

Unos días más tarde, después de haber terminado su entrenamiento de la tarde, Raphael regresó a la mansión mientras se secaba el sudor. Su rostro estaba retorcido por la furia. Hacía días que no dormía tan bien, así que estaba teniendo un profundo efecto en sus habilidades con la espada.

Estoy en mucha mejor forma después de dormir.

Chasqueó la lengua al recordar que había dormido en el regazo de Annette unas noches antes. Aquel día se había sentido tan bien que estaba seguro de que podría abrirse paso hasta convertirse por fin en un Maestro de Espada. Estaba seguro que pronto lo lograría si volvía a suceder.

Pero todo fue una ilusión. Su insomnio había vuelto a aparecer, por lo que su desempeño con la espada disminuyó. En ese caso, preferiría volver a dormirme con ella, pensó, con los ojos llenos de irritación.

Aunque ella me miraría como si hubiera perdido la cabeza.

Después de todo, era él quien le había dicho que nunca fuera a su habitación, pero ahora estaba desesperado por acostarse con ella. Podía imaginar lo que Annette, hija de la orgullosa familia Baviera, pensaría si se lo pidiera. Aunque ella fuera su esposa, y tenía el deber de dormir con él. Ahora que el corte en su frente se había curado, no tenía que preocuparse de lastimarla.

Raphael decidió dejar de lado sus sentimientos por ella. No podía determinar si fue sólo una desafortunada coincidencia que el calor de Annette le hubiera ayudado a dormir bien, pero realmente quería averiguarlo. Sus ojos azules estaban enrojecidos por la falta de sueño.

Miró a su alrededor cuando entró en mansión, luego llamó a una sirvienta que pasaba por allí.

"¿Dónde está Annette?"

Las pupilas de la sirvienta temblaron. Llevaba varios años trabajando en la mansión Carnesis, pero era la primera vez que hablaba con el joven feroz dueño de la propiedad. Rápidamente, inclinó la cabeza.

"La dama ha salido hoy", respondió. "Ha dejado una nota para usted, ¿quiere que se la traiga?"

¿Ha salido? El atractivo ceño de Raphael se arrugó. Supuso que ella estaba en casa, por lo que se sintió extrañamente traicionado. Todavía no había olvidado la insultante devolución de los regalos de boda, ni el irrespetuoso comportamiento del mayordomo.

Pero delante de mí, fingió estar de mi lado.

Apretando la mandíbula, ordenó a la sirvienta que trajera la nota y se la arrebató, hojeándola.

[Querido Raphael,

Voy a visitar el palacio hoy. Mi nueva cuñada, Claire Lucid Bavaria, del Imperio Chapelle, se hospeda por primera vez en el palacio, así que he ido a verla a la Embajada Imperial, al este del palacio. Regresaré pronto.]

La expresión de Raphael al leer el papel de la nota, rosa claro y perfumado, era indescriptible.

Parecía que Annette no había ido a donde ese maldito Duque Baviera. Su ira se enfrió rápidamente, pero descubrir que sus suposiciones sobre Annette eran erróneas no era la única razón de sus sentimientos ambivalentes.

La letra de Annette era terrible.

La agraciada Annette Bavaria, tan cuidadosamente educada como la joven dama de la más poderosa casa ducal, había hecho un desastre con la tinta. Era asombroso que utilizando una pluma de la más alta calidad y una lujosa papelería, hubiera hecho algo así.

"El palacio..."

Raphael se quedó mientras sujetaba en la carta. Podía imaginar a Annette sentada con su nueva cuñada Claire, tomando un té amistoso juntas. Su imaginación produjo dos mujeres con grandes vestidos comiendo finos postres. Traducción ReinoWuxia

Tal vez lo maldijeran juntas mientras comían.

Frunció el ceño. Odiaba a las arrogantes Bavaria, especialmente al Duque Baviera, que no perdía la oportunidad de insultarlo cada vez que se cruzaban en el palacio.

La mayor ironía era que ese hombre era ahora el suegro de Raphael. A veces el mundo era más ridículo que cualquier comedia.

Pero Annette Bavaria no es... tan mala.

Raphael chasqueó la lengua, se le escapó un generoso pensamiento. Tal vez todo esto era un plan de Annette. Podía estar engañándolo con esa cara amable, mientras se reía de su ingenuidad a sus espaldas.

La idea le hizo sentirse miserable. No podía dejar que ella estuviera insultándolo con su cuñada, venida desde el Imperio de Chapelle. Sintió una repentina necesidad de ir personalmente al palacio. Tenía tantas preguntas que hacerle a su padre, el Rey de Deltium, Selgratis.

Especialmente sobre Annette Bavaria.

Pensar en su padre le hizo fruncir el ceño. El Rey Selgratis siempre le sonreía con suspicacia. Raphael odiaba ir a palacio. Pero como un patético mendigo, a veces tenía que hacer cosas que odiaba.

Raphael tenía el presentimiento de que hoy iba a ser un día muy desagradable.

***

Al contrario de lo que Raphael imaginaba, la hora del té de Annette no fue ni rosa ni dulce. La muñeca de su cuñada, inclinada para levantar su taza de té, era muy robusta. Aquella mano estaba más acostumbrada a llevar una espada que una delicada taza de té, y bajo la mesa no estaban la amplia falda de un vestido, sino los pantalones de un caballero.

Claire era una belleza andrógina con el cabello azul cortado a la altura de la barbilla, una destacada caballero que lideraba la tercera división de caballeros del Imperio Chapelle. Al sentir la mirada de Annette, dejó inmediatamente su taza y comenzó a disculparse.

"Siento mucho no haber podido venir a la boda, Annette. Estaba fuera en una misión muy importante."

Su acento del Imperio Chapelle, sonaba bastante duro, pero bajo su intimidante exterior, era en realidad una persona muy amable. Todavía lamentaba haberse perdido la boda de Annette.

"Lo entiendo", respondió Annette. "El Imperio fue todo un desastre, ¿no? Con el intento de asesinato de ese comandante. Dios mío, me alegro de que todo haya salido bien."

Annette aceptó la disculpa con una sonrisa. Por supuesto, un caballero no podía dejar a su comandante por una boda cuando alguien intentaba matarlo. Annette podía entenderlo perfectamente. Y su hermano Arjen debía estar tan ocupado como Claire.

Parpadeando ante la amable respuesta de Annette, Claire se deslizó de su silla para abrazarla. A pesar de su aspecto imponente, derramó una lluvia de besos sobre Annette.

"¡Eres tan dulce! ¡Cómo puede una chica ser tan bonita! Si fuera un hombre, me habría casado contigo de cualquier manera, Annette Bavaria."

"Ahora soy Annette Bavaria Carnesis", dijo Annette, inclinándose hacia el abrazo de Claire. "No olvides que estoy casada."

Claire la soltó. Su expresión se volvió repentinamente sombría.

"¿De verdad estás bien, Annette? Tu esposo es... ¡Raphael Carnesis!"

La sonrisa de Annette desapareció. Estaba preparada para escuchar a Claire cuestionar su linaje, al igual que los demás nobles, y no le resultaba agradable a Annette escuchar los chismes sobre su nacimiento ilegítimo. Pero lo que salió de la boca de Claire fue algo totalmente diferente.

"¿Raphael Carnesis, el demonio del campo de batalla? Pero había escuchado que prefería a los hombres, hay rumores de que tenía una relación con su ayudante de campo. ¿Realmente es gay?"

La sonrisa de Annette se congeló ante esas palabras.

¿De qué demonios estás hablando? ¿Mi esposo es gay y tenía un amante?

martes, 6 de septiembre de 2022

septiembre 06, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 14

Capítulo 14. Canción de Cuna

Sería una mentira si dijera que no estaba asustada. Estaba en una habitación oscura, sola con un hombre mucho más grande que ella, un hombre que estaba armado con una espada y que no estaba en su sano juicio. Annette estaba muerta de miedo.

"Raphael..."

Pero no podía dejarlo solo. Aunque estaba asustada, estaba extrañamente agradecida de ver esto, de ser testigo de los momentos más débiles de Raphael, que tanto había luchado por ocultar. Con gran coraje, se acercó a su cara, tomando sus mejillas con las manos.

"Shh, Raphael. La guerra ha terminado, ahora estás a salvo, nada malo va a pasar", le susurró con ternura, acariciando sus mejillas. "Así que deja tu espada y ven aquí, ¿de acuerdo?"

Sus cálidas manos acariciaron su cara, su cuello, sus brazos, una y otra vez. Poco a poco, la angustia desapareció de su rostro y su cuerpo tenso se relajó lentamente.

~Clink......clnnggg...

Finalmente, soltó la espada. Por suerte, la mayor parte cayó sobre la alfombra, así que no hizo demasiado ruido. Con suavidad, Annette apartó la espantosa cosa de sus pies, luego se sentó en el sofá, abrazando la parte superior del cuerpo desnudo de Raphael.

Con sus dos pequeñas manos, lo presionó suavemente hacia abajo hasta que quedó tendido en el sofá. Exhaló un enorme suspiro, aliviada, pero era demasiado pronto para relajarse. Recostado en el sofá, Raphael levantó las manos y las miró aturdido. Luego comenzó a frotarlas contra sus pantalones, como si tratara de restregar algo en ellos. Las palmas de aquellas elegantes manos enrojecieron rápidamente. Annette inhaló prolongadamente.

"Mira esto", susurró. "Es sangre, ¿no es sangre? No quise hacerlo, Robert, sabes que no lo hice, no quise, pero... no pude evitarlo..."

Divagando, enterró la cara entre las manos, como si sintiera un dolor demasiado intenso para soportarlo. Las venas se abultaron en el dorso de sus manos. Annette se sentó a su lado y agarró con miedo esas formidables manos, presionándolas suavemente.

"Lo sé", dijo ella. "No estás nada mal, Raphael, deja de atormentarte y vete a dormir. ¿Sí?"

Eso pareció calmarlo. Siguiendo su mano, él se acostó con la cabeza en su regazo. Era tan alto que sus piernas colgaban un poco del sofá, pero al menos se veía más cómodo. Sólo faltaba que encontrara un sueño tranquilo.

Pero no pudo hacerlo. Sus ojos azules inexpresivos, vagaban en una pesadilla, inyectados en sangre. Con el corazón dolorido, Annette estiró la mano para cerrarle los ojos, acariciando sus hombros. No podía dormir. Jadeaba repetidamente.

¿Cómo puedo ayudarlo?

Intentó pensar en lo que podía hacer por él, lo único que se le ocurrió fue una canción de cuna. Ninguno de sus padres se había preocupado lo suficiente por ella como para cantarle eso, así que debió de ser su niñera la que se la cantó. Annette se aclaró la garganta y comenzó a cantar, un poco torpemente.

Buenas noches, cariño
Cuando la perla de plata de la luna cuelga a lo largo de la cresta negra
Cuando la suave brisa primaveral besa las flores
Cuando la espuma se precipita y retumba y se hincha en el mar
Te dormirás
Te dormirás en mis brazos...

La canción relajante llenó la silenciosa habitación, y sus suaves manos acariciaron la cabeza de Raphael, como si fuera un niño indefenso.

La canción de cuna funcionó mejor de lo que ella pensaba. Su respiración entrecortada se ralentizó y sus ojos dejaron de dar vueltas. Al cabo de un rato, pudo escuchar su respiración profunda. Por fin había caído en un sueño profundo.

Annette lo miró, tarareando suavemente la melodía de su canción de cuna. Dormía tan plácidamente que parecía muy agotado. Debía de tener dificultades para dormir durante mucho tiempo.

Sólo ahora se daba cuenta de por qué se emborrachaba todas las noches. Incluso ahora, ella podía oler el leve aroma del alcohol en su aliento. Era por su insomnio.

Bajo la estricta disciplina de su padre, Annette había llevado una vida ordenada. Siempre se levantaba temprano por la mañana para empezar el día, mientras que Raphael solía levantarse tarde. Sólo aparecía después del mediodía con los ojos inyectados en sangre. Annette antes había despreciado ese aspecto decadente. Pero ahora que había visto su debilidad, se compadeció de él. Annette entendía muy bien lo que significaban estos síntomas.

Probablemente sea la guerra, ¿no? Debe haber visto cosas... traumáticas.

El Reino de Deltium había estado en guerra unos años antes. Hace más de cien años, Deltium había ocupado Letan, un reino vecino. Y las fuerzas insurgentes se habían levantado recientemente, reclamando la independencia. Habían iniciado una guerra e incluso habían conseguido la ayuda de aliados extranjeros. La represión había costado mucha sangre.

Raphael había luchado en el frente de la guerra. Talentoso e implacable, había formado un enorme ejército que obtuvo amplias victorias, siempre con prepotencia, como si fuera natural la victoria. Era orgulloso, frío e impenetrable como el mithril bien forjado, como si nada pudiera hacerle daño.

Ni siquiera Annette había sospechado la oscuridad que se escondía tras ese orgullo.

"Idiota obstinado", susurró Annette, tocando su mejilla. Incluso dormido, su ceño estaba fruncido. Parecía que incluso en su sueño, esos sentidos bestiales sabían cuando su esposa lo llamaba idiota.

Al ver eso, estalló en risas. Por mucho que se enfadara, nunca volvería a ser tan aterrador para ella. Ahora sabía que era una persona normal, con sus propias cicatrices.

"Buenas noches, Rafael. Mi valiente esposo", le susurró al oído, esperando que descansara en paz por hoy. Las arrugas de su frente se atenuaron.

Annette se rió en silencio para sí misma. La tranquilidad de la noche se hizo más profunda.

***

La luz del sol que entraba por la ventana era deslumbrante. Por reflejo, Raphael frunció el ceño. Se sentía extraño incluso antes de levantarse. Algo era diferente hoy.

Incluso medio dormido, Raphael se dio cuenta de que se sentía mejor de lo que se había sentido en años. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que había dormido bien. Su habitación no parecía diferente cuando abrió los ojos, pero sin embargo había algo extraño. Sus pies estaban colgando del borde del sofá, así que se dio cuenta de lo que sucedió.

Debo haberme quedado dormido aquí anoche.

No era tan extraño que se quedara dormido en un sitio y se despertara en otro. Raphael era muy consciente de su tendencia a caminar dormido. Tal vez había tropezado con el sofá y había caído en el mejor sueño que había tenido.

Qué cosa más extraña.

Pero se sentía bien, en mejor forma de lo que había estado en mucho tiempo. Quería salir a entrenar inmediatamente, para ver si podía abrirse paso hasta convertirse en un Maestro de Espadas, pero cuando intentó levantarse, se dio cuenta de repente de que había algo muy cálido bajo él.

La confirmación de la identidad de su almohada sólo aumentó su confusión. Raphael se preguntó si todavía estaba soñando.

¿Por qué está ella aquí?

En la esquina del sofá, Annette estaba durmiendo. Su rostro parecía inusualmente pálido con el vendaje en la frente, y Raphael contempló sus pestañas cerradas, sus labios en forma de pétalo ligeramente separados. Atraído por su belleza, alargó la mano sin pensar para tocar su cara. Se dijo a sí mismo que sólo estaba comprobando su temperatura, pero honestamente, había algo extraño dentro de él que le hacía querer tocarla. La sensación que sentía tocándola con las puntas de sus dedos era como la seda.

Afortunadamente, aunque estaba un poco fría, su temperatura era bastante normal. El corte en su frente se había cerrado, así que no parecía tan grave. Raphael retiró las manos y chasqueó la lengua.

Si estás herida, deberías quedarte en tu habitación para descansar. ¿Por qué estás...?

Su rostro se endureció repentinamente ante un terrorífico pensamiento. Agarrando su hombro, la sacudió con fuerza para despertarla.

Sacada violentamente de sus sueños, Annette se despertó con un grito de sorpresa.

"¿Raphael?"

Raphael la fulminó con la mirada. Ella parecía un conejo atrapado en una trampa. La rodeó con sus brazos antes de que pudiera escapar e inclinó la cabeza, hasta poner sus ojos a la altura de los de ella.

"¿Lo has visto?" Preguntó con una voz atroz.

"¿Qué? ¿Qué es lo que...?"

"Anoche. ¿Me viste?"

Recién despertada, Annette se sintió desconcertada ante su repentina hostilidad. Pero tan pronto como escuchó la pregunta, se dio cuenta de lo que estaba preguntando. Sus ojos azules brillaban, fingiendo ira, pero ella podía ver la ansiedad que había debajo. El orgulloso Raphael debía temer que ella le hubiera pillado sonámbulo.

¿Cómo debía responder a esto? Annette tragó en seco.

Ella decidió proteger su orgullo, aunque tuviera que mentir. Bajó los ojos mientras explicaba, por si él pudiera detectarlo.

"No, no sé de qué estás hablando. Debo haberme equivocado de habitación. Me desperté con sed mientras dormía, pero estaba tan oscuro que debí equivocarme de habitación. Iba a volver a mi habitación al amanecer, pero debo haberme quedado dormida aquí. Lo siento."

Afortunadamente, parecía lo suficientemente sincera como para que Raphael dudara. Y mientras él intentaba decidirse, ella se zafó de sus brazos e intentó escapar.

"No lo volveré a hacer, lo siento. Te dejaré... ¡yaah!"

Raphael le cogió la cintura por detrás y le mordió el lóbulo de la oreja que se asomaba por su cabello. Pensó que ella ocultaba algo, pero no había forma de probarlo de ninguna manera. No recordaba nada de la noche anterior.

Con resentimiento, le mordió las orejas varias veces y luego le lamió su suave nuca. Su sabor era indescriptiblemente dulce. Lo que había empezado como un castigo acabó despertando su p0ll@, lo que no era difícil que sucediera por la mañana.

¿Debería hacerlo? se preguntó, mirando a Annette, que estaba suavemente inmovilizada en sus brazos. La visión de la venda blanca en su pequeña cabeza le incomodó. A Raphael le gustaba el s3x0 duro, pero si se ponía encima de ella ahora, la herida podría abrirse y sangrar de nuevo.

Era una mujer tan frágil.

"Vete. Si vuelves a entrar en mi habitación, esto no acabará aquí", la amenazó, apartándola con frialdad. Por la forma en que le dio la espalda, parecía que estaba furioso. Annette se apresuró a salir de la habitación. No parecía haberse convencido de su mentira, era una suerte que pudiera escapar.

Annette se frotó su oreja y su cuello, húmedos por la saliva de él. Siempre le había gustado lamerla y morderla. No había cambiado del pasado al presente. Su esposo siempre había sido un hombre tan bestial.

viernes, 2 de septiembre de 2022

septiembre 02, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 13

Capítulo 13. Ruidos Extraños


El rostro de  Raphael era especialmente frío. Acompañado de su cabello negro, tenía una belleza áspera, como si no fuera una persona real. Pero las manos que la tocaban temblaban ligeramente, como si le diera vergüenza revelar la emoción que escondía tras esa máscara.

Una extraña sospecha la recorrió, una corazonada que no podía formular. Si le mostraba debilidad ahora, Raphael la escucharía. Sus labios se separaron para confirmarlo.

"Me duele, Raphael..."

La mano que le presionaba la frente perdió su fuerza. Su mirada enfadada se dirigió a sus ojos llorosos. Intentó escupir otro insulto sarcástico, pero no le salió nada. Tardó unos segundos en decir otra reprimenda.

"Claro que te va a doler. Te has desgarrado la piel de la frente."

Sus palabras vacías no fueron muy reconfortantes, pero faltaban las espinas que solía tener su voz cruel. Annette agarró el dobladillo de su camisa con valor. 

Sus ojos se dirigieron naturalmente a esa mano, entonces ambos se dieron cuenta de que había sangre en su mano. Rápidamente, ella la retiró. Su camisa era de color oscuro, así que probablemente no mostraría ninguna mancha, pero a Raphael probablemente no le gustaría tener sangre en su ropa.

"Lo siento", dijo apenada. "Es que estoy un poco mareada..."

Raphael tuvo que agachar su cabeza para escuchar sus suaves palabras, por un segundo Annette pensó que la regañaría. Pero de repente, la agarró por detrás de las rodillas, la levantó y se dirigió a la mansión a grandes zancadas.

Ella se sobresaltó por su amabilidad. Sus pies abandonaron el suelo y su visión se nubló ante el repentino vértigo. Por un segundo, se aferró a su hombro, pero luego recordó la sangre que tenía en la mano y la retiró. Ahora había manchado su ropa dos veces.

"Lo siento, Raphael, he manchado de sangre tu ropa..."

Hoy se arrepentía de muchas cosas. Raphael no respondió a su disculpa, sólo se movió más rápido. Cuando miró la herida, notó que hasta su cabello rubio estaba empapado de sangre, pero ella estaba preocupada por su camisa. Se quedó boquiabierto.

Y su cuerpo en sus brazos, se sentía anormalmente ligero. Era suave, olía sorprendentemente bien, y estaba tan débil que incluso esta pequeña herida le retorcía el corazón de lástima. Cualquiera habría sentido lo mismo.

Raphael no sabía qué hacer con una persona tan frágil. Le preocupaba poder romperla. Se dirigió a la mansión tan rápido como pudo, abrió de golpe la puerta principal y subió al segundo piso. La acostó con cuidado en el sofá de su habitación.

"Gracias, Raphael..." Su voz fue débil. Su rostro estaba pálido. Raphael le dio la espalda y se marchó sin decir nada. El viento fresco que sopló al marcharse le acarició la mejilla. Annette cerró los ojos ante la familiar visión de esa espalda en retirada.

Poco después, tres sirvientas entraron corriendo a verla. Raphael debe haberlas enviado.

Rápidamente, limpiaron la sangre que se estaba secando con un paño suave empapado en agua tibia, luego aplicaron un polvo coagulante a la herida y la vendaron. Después de hacerle beber un poco de agua, acostaron a Annette en su cama.

"Duerma un poco, dama. Ha perdido mucha sangre, así que debe descansar."

Annette asintió débilmente. Todavía era de tarde, por lo que el sol estaba alto en el cielo, pero no tenía energía para abrir los ojos. Annette cayó en un profundo sueño.

***

Esta noche, la luna estaba especialmente brillante.

Annette, que se despertó de su sueño, se deslizó fuera de su cama blanca como la nieve. Todavía se sentía un poco mareada por su accidente, pero se encontraba mucho mejor después de haber dormido tanto. Como se había dormido por la tarde, al principio pensó que era la mañana del día siguiente.

Tengo sed, pensó . Y tal vez fuera porque todavía estaba un poco mareada por la pérdida de sangre, de repente tuvo el valor de salir. Normalmente no salía sola a ningún sitio de noche porque le daba miedo la oscuridad. La brillante luz de la luna fue suficiente para darle un poco de valentía. Salió al pasillo con la lámpara de aceite en la mano. Sólo tomaría un trago de agua y luego volvería a la cama.

~Whoosh

Pudo escuchar el viento silbando fuera de las ventanas cerradas del vestíbulo. Annette se estremeció ante el aterrador sonido. El viento estaba fuerte desde temprano, parecía que iba a llover mañana. Sus pies la llevaban automáticamente escaleras abajo cuando se detuvo de repente.

"¿Raphael?"

Escuchó la voz de Raphael, que se mezclaba con el sonido del viento. Sus habitaciones estaban en el mismo piso, aunque muy separadas, en extremos opuestos del pasillo.

El camino hacia su habitación a través de la oscuridad del pasillo daba miedo, pero Annette decidió ser valiente. Raphael la había ayudado hoy, y ella estaba preocupada por él. Dio un paso adelante sosteniendo con fuerza la lampara de aceite. Comprobaría que él estuviera bien.

A Raphael le encantaba beber. Le gustaba especialmente beber por la noche. Tal vez estaba enfermo, o sufría de alcoholismo. Ella había escuchado de personas que se habían ahogado con su propio vómito. ¿Y si eso le pasaba a él? Estaba preocupada.

Sujetando la lámpara de aceite, se dirigió con cuidado a su habitación. Cuando llegó a la puerta, pudo escuchar débiles sonidos de metal que sonaban desde el interior. También de gritos y sollozos. Eran sonidos que nunca había escuchado desde su habitación. La asustada Annette llamó rápidamente a la puerta.

"Raphael, ¿estás bien? Soy Annette."

No hubo respuesta. Annette siguió llamando a la puerta e incluso la pateó, pero él no respondió. Dentro, se escuchó un débil gemido, así que definitivamente estaba dentro.

"Raphael, ¿estás enfermo? Lo siento, pero voy a entrar."

Entró valientemente empujando la puerta. A diferencia de ella, con su miedo a la oscuridad, Raphael no dejó ninguna luz encendida. Afortunadamente, la luna estaba lo suficientemente brillante como para que ella pudiera distinguir el interior de la gran habitación.

Ella buscó a Raphael. No estaba en el sofá ni en la cama, por un momento se preguntó si había escuchado mal. Si no fuera por un ruido extraño que provenía de un rincón de la habitación, podría haberse dado la vuelta e irse.

~Chiinng...

Un extraño sonido de raspado, como de metal siendo arrastrado sobre piedra, llegó a sus oídos. Annette se giró hacia ese rincón, oculto en las sombras de la cama. Aquel espeluznante ruido procedía de allí. Su mano temblaba de miedo, pero se armó de valor y se dirigió hacia él.

"¿Raphael?"

Afortunadamente, ella conocía muy bien al hombre del rincón. Raphael tenía el pecho desnudo, ya que normalmente no llevaba camisa cuando dormía. Aunque se alegró cuando vio la silueta familiar, Annette dudó en acercarse a él. Había algo que no estaba bien.

Era el espadachín más distinguido del reino, por lo que siempre había sido hipersensible a su entorno. Pero ahora mismo, no parecía haber notado su presencia. Tenía una espada larga en la mano y la estaba blandiendo contra la pared, con los ojos desenfocados. Cada vez que su espada golpeaba la pared, la cuchilla se arrastraba por ella, haciendo ese espeluznante ruido rasposo.

"¿Qué estás haciendo? ¡Oh, Dios mío! ¿Estás bien?" Preguntó Annette temblando. Él no pareció entenderla. Sus ojos azules estaban nublados, su rostro inexpresivo, aunque de alguna manera seguía siendo hermoso. En cuanto vio sus ojos, Annette comprendió.

Estaba sonámbulo.

Sintió como si alguien la asfixiara. En su vida anterior había estado casada con él durante cinco años, pero nunca sospechó que tuviera esta condición. No era de extrañar que se negara a dormir en su cama. Después de tener relaciones s3xuales con ella, él siempre volvía a su propia habitación, como si sus asuntos hubieran concluido. Esa fría retirada había herido mucho sus sentimientos.

Pero ahora que lo pensaba, un hombre orgulloso como Raphael habría odiado que ella lo viera de esta manera. La mano de Annette se elevó automáticamente hacia su corazón, y una lágrima resbaló por su mejilla.

~Chiinng-Grunnng

Raphael sollozaba. Volvió a blandir su espada contra la pared, y aunque resultaba difícil de observar en la oscuridad, no parecía que esto hubiera sucedido sólo una o dos veces. Las paredes iluminadas por la luz de la luna estaban llenas de cortes de espada. Por su frente corría un sudor frío.

¿Qué hago?

Annette dudó. No podía dejarlo en esta situación. Si lo ignoraba, él podría pasar toda la noche así, atrapado en su interminable pesadilla. Tan pronto como llego a esa conclusión, no pudo contenerse.

"Raphael..." Ella extendió la mano cautelosamente, envolviendo sus dedos alrededor de la empuñadura de la espada. Los ojos de Raphael se dirigieron a ella, sombríos. Parecía tan confundido que ella no estaba segura de si había recuperado la cordura o no. Con su voz más suave, siguió hablando. "Deja esto. Ven conmigo. Raphael, ¿Hola? Por aquí. Toma mi mano, sígueme." Traducido en ReinoWuxia

Afortunadamente, él la siguió mientras ella lo conducía al sofá. Ella trató de quitarle la espada cuando se sentó, pero él se aferraba a ella, negándose a soltarla. Sus ojos temblaban al mirarla.

"¿Eres tú, Robert? No deberías estar aquí, tú... deberías estar en primera línea... la defensa, la batalla..." Sus ojos vidriosos no la reconocieron. "No, no... ¿estás realmente vivo? Lo sabía, así es, debes estarlo, lo sabía..."

Se sintió avergonzada al escuchar las tonterías que salían de él. En su mente, había regresado a viejos campos de batalla que había abandonado años atrás, a un infierno de sangre, muerte y gritos.

Se sintió avergonzada al escuchar las tonterías que salían de él. En su mente, había regresado a los viejos campos de batalla que había abandonado años atrás, a un infierno de sangre, muerte y gritos.

El Rey Selgratis tuvo varios hijos ilegítimos. Cuando nació, Raphael no era especial. Pero era un genio con la espada, que demostró con seguridad sus habilidades en la guerra. Por eso el Rey Selgratis había reconocido a Raphael como su hijo y le había otorgado un título. Esto no tenía precedentes. Y aunque era criticado por los nobles que valoraban el linaje, siempre mantenía la frente el alto con arrogancia.

Pero detrás de esa máscara había un soldado traumatizado, que aún no había escapado del campo de batalla.

"¿Dónde está el enemigo? Ellos... ah, los oigo gritar, es tan fuerte, Robert... los mataré a todos..."

Su agarre se tensó. Y estuvo a punto de cortarle el brazo cuando levantó repentinamente la espada, pero se salvó por un poco. Afortunadamente, no hubo sangre.

¿Qué debo hacer?

lunes, 29 de agosto de 2022

agosto 29, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 12

Capítulo 12. Pequeña Mujer


Había sido una mañana muy ruidosa.

Sin detenerse a descansar mientras completaba su entrenamiento con la espada, Raphael regresó a la mansión, empapado de sudor. La noche anterior se había emborrachado hasta quedarse dormido, así que estaba en pésimas condiciones. Ni sus brazos ni sus piernas se movían con soltura, pero aun así, no era buena idea perderse un día de práctica.

Aparte de las interrupciones en su vida privada, Raphael nunca faltó a un solo día de entrenamiento. Hasta que llegó a convertirse en el Marqués Carnesis, no había sido nada. Un bastardo. Lo único que le había protegido era su habilidad con la espada.

Los ojos de Raphael estaban oscuros mientras se quitaba la camisa y se secaba el sudor del cuerpo.

¿Por qué demonios no funcionó hoy?

Aunque todos decían que casi había alcanzado el rango de Maestro de Espadas, el hecho era que aún no lo había logrado. Se sentía sofocado, como si estuviera bloqueado por un muro invisible. Si alguien pudiera aconsejarle, le habría pagado mil monedas de oro.

¿Sería mejor que dejara de beber? No, eso es imposible.

"¡Maldita sea!"

Su frustración causó que estallara su ira, tiró la toalla a un lado y se dirigió a la ventana. Siempre que estaba de mal humor, le gustaba mirar desde las ventanas de su mansión. Contemplar la magnífica mansión con sus vastos jardines, que había adquirido por su cuenta, le hacía sentirse mucho mejor.

Pero hoy, ni siquiera ese hermoso paisaje podía calmarlo. Unos ojos de halcón divisaron a la pequeña mujer sentada en el jardín. Annette Bavaria. Ella era otro trofeo que había ganado.

Ciertamente su apellido ahora era Carnesis. Pero Raphael aún no la había aceptado como su familia. Ella no era más que una extensión del repugnante Duque Baviera. Raphael creía que lo que sentía por ella solo era curiosidad.

Raphael entrecerró los ojos. Annette parecía tan pequeña como su dedo desde esta distancia. Estaba sentada en un banco mientras leía atentamente un libro.

¿Era un truco para llamar su atención?

Los ojos azules de Raphael la miraron con frialdad. Desde la ventana de su habitación, se podía observar muy bien el banco en el que estaba sentada. Definitivamente era una táctica deliberada de la mujer Baviera.

Era una figura llamativa con un vestido verde claro que no cubría los hombros, con todo su cabello rubio trenzado por la espalda. Si un hombre mordiera esos hombros blancos, quedarían las marcas de sus dientes. A sus ojos, parecía una exquisita muñeca de porcelana. Un producto de alta gama que un bastardo como él nunca tendría.

Raphael aún no había asimilado el hecho de que ella era ahora su esposa. Pero la propia Annette parecía creer que ya pertenecía a la familia Carnesis. Las comisuras de la boca de Raphael se levantaron al recordar su disputa con el mayordomo de Baviera.

Mi esposo merece respeto, ¡discúlpate!

"Eres una mujer astuta", murmuró con sarcasmo. Intentó restarle importancia a sus acciones en su corazón, pero no pudo controlar la pequeña sonrisa en sus labios. Aquel mayordomo insolente se había quedado tan cabizbajo al ver que Annette se ponía del lado de Raphael.

Ese pensamiento le hizo sentirse mejor.

Raphael tampoco esperaba que ella se pusiera de su lado. Tal vez fuera sólo una táctica de la astuta mujer Baviera, pero le produjo una extraña satisfacción. Mirando a Annette por la ventana, sus ojos se suavizaron.

No era un día muy soleado y soplaba el viento. Por reflejo, Annette levantó la mano para apartarse el cabello de la cara. Con el cabello apartado, siguió leyendo el libro.

[La regresión es un hecho extremadamente raro, pero muchos regresores han adquirido extrañas habilidades que antes no poseían. Un excelente ejemplo es el de la hija pródiga Natalie, que adquirió la capacidad de liberar feromonas especiales que atraían a los hombres después de su regresión. Otras regresoras tenían habilidades raras que iban desde la magia espiritual hasta la capacidad de crear espontáneamente pequeños terrones de azúcar.]

Annette resopló un poco ante la idea de poder producir azúcar a capricho.

Pero su mente se arremolinaba al pensar en cuál podría ser su propia habilidad. Esperaba que no fuera algo como invocar patatas fritas por la nariz. A Annette no le gustaban mucho los alimentos fritos.

Sea lo que sea, por favor, que sea algo útil.

Por desgracia, el libro no decía cómo o cuándo los regresores descubrían sus nuevas habilidades. Había muy pocos casos conocidos de regresión. Annette no pudo ocultar su decepción y pasó la página hacia atrás, preguntándose si se había perdido algo.

En ese momento, una repentina ráfaga le arrancó el libro de las manos y la falda de su vestido se levantó. Apresuradamente, Annette se bajó la falda y se inclinó para buscar su libro.

Oh, ¿Qué voy a hacer?

Ella se apresuró a buscarlo. Era un día húmedo, así que temía dañar el libro. Lo había agarrado de la biblioteca Carnesis, si lo dañaba de alguna manera, no sabía cómo podría encarar a Raphael.

~Whoosh

El viento travieso sacudió su cabello trenzado, soltándolo de sus delgados pasadores. Toda su melena rubia cubrió parcialmente sus ojos, así que mientras perseguía su libro, no se dio cuenta de la columna que estaba delante.

"¡Ay!"

La luz parpadeó ante sus ojos. Un dolor agudo en la sien izquierda. Annette agarró el libro con una mano y tocó el lugar lastimado con la otra. Un chichón le produjo un dolor ardiente, luego un líquido caliente se deslizó entre sus dedos.

"Sangre", dijo, sorprendida. "¿Sangre?"

Como dama bien educada, casi nunca se había hecho daño. Más aún porque era cautelosa por naturaleza. Confundida se tocó el lugar por donde fluía la sangre. Estaba tan agobiada que no sabía qué hacer, pero entonces recordó haber leído en alguna parte que para detener la hemorragia había que presionar la herida. Intentando mantener la calma, Annette presionó con sus dedos sobre la herida.

La teoría y la realidad no eran iguales.

"¡¡¡Ay!!!"

Aplicar la presión era tan doloroso que las lágrimas se le salieron de los ojos. Annette renunció a la idea de detener la hemorragia y bajó la mano, pero ésta se escurrió por su cara, manchando su vestido.

Tal vez ella necesitaba ayuda.

Tambaleándose, se dirigió hacia las puertas delanteras de la mansión, pero un sólido muro había aparecido de repente ante ella. Estaba tan sorprendida que ni siquiera pudo gritar. Su cuerpo se puso rígido.

"¿Estás herida?"

No era un muro, sino Raphael. Era tan alto y ancho que Annette se confundió. La miraba con desaprobación mientras examinaba su frente.

Afortunadamente, el corte no era grande. Pero había muchos vasos sanguíneos en esa zona, lo que hacía que la hemorragia pareciera grave. Para Raphael, que había pasado la mayor parte de su vida en el campo de batalla, no era más que una herida leve, pero el rostro pálido de Annette, más la mancha carmesí en su cabello rubio, hacían que pareciera mucho peor. Sintió una perturbación, como si lo hubieran empujado por un precipicio. La visión de su dolor hizo que su corazón se desplomara.

Tratando de deshacerse de esta desagradable sensación, la reprendió bruscamente.

"¿Eres estúpida? ¿Tus ojos están de adorno?"

Annette bajó la mirada. No tenía escusa para defenderse de este error. Pero sus duras palabras, causaorn que las lágrimas se agolparon en sus ojos. Trató de inhalar para no llorar, pero se le escapó un sollozo.

La mano de Raphael en su frente se endureció. Annette lo miró, preguntándose por qué lo hacía.