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miércoles, 27 de abril de 2022

abril 27, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 386

Capítulo 386. La Desesperación De Rashta (2)



En ese momento, Rashta suplicó al borde de las lágrimas,

"... Por favor, sálvame."

Sovieshu la miró sorprendido mientras presionaba sus sienes palpitantes.

Rashta lo miraba como un gato empapado en la lluvia, con una expresión triste y desolada.

"Su Majestad, no castigue a Rashta con demasiada dureza. Rashta nunca ha cometido un crimen grave. Si el crimen de Rashta fue ocupar la posición de emperatriz, entonces es nuestro crimen, no sólo el de Rashta. Por lo demás, Rashta no ha hecho nada malo."


Sovieshu mantuvo los labios cerrados con fuerza.

Si la otra persona actuaba de forma arrogante, uno optaría por luchar hasta que su moral se derrumbara y dejaría que sufriera un castigo severo. Por el contrario, si la otra persona actuaba de forma lamentable uno no se sentía bien luchando. Este tipo de persona hacía sentir incómodo a cualquiera, incluso cuando se le daba un castigo merecido.

Más aún para Sovieshu, que había recogido a Rashta herida, le dio amor y la cuidó.

Al final, Sovieshu ordenó fríamente a Rashta con una expresión de enojo.

"Lárgate."

Rashta respondió "sí" con una voz apenas audible e indefensa. Luego se dio la vuelta para irse.

"Rashta."

Mirando su espalda, Sovieshu la llamó antes de que abriera la puerta.

"Sí, Su Majestad."

Rashta se dio la vuelta sin la menor esperanza, como una flor marchita.

"Hoy es el juicio contra el Vizconde Roteschu y contra los Vizcondes Isqua. Puedes asistir si quieres."

Sovieshu habló sin siquiera mirar a Rashta.

Rashta no entendía por qué quería que asistiera a los juicios, pero después de pensarlo un poco le contestó que asistiría.

Sovieshu asintió y le dijo que uno de sus secretarios la acompañaría. Rashta esperaba que fuera el Barón Lant.

Sin embargo, el secretario que Sovieshu envió más tarde donde Rashta era el Conde Pirnu, no el Barón Lant.

"Su Majestad es libre de asistir a la corte suprema de forma oficial o no oficial. Puede hacerlo de la forma que le resulte más cómoda."

El Conde Pirnu y Rashta no solían relacionarse ni siquiera en los días buenos de Rashta, por lo que se sentían incómodos el uno con el otro. En cambio, el Barón Lant se preocupaba por ella tanto como para sugerirle que huyera.

Por eso, Rashta pensó que Sovieshu había excluido deliberadamente al Barón Lant, que intentaba ayudarla, y le asignó al Conde Pirnu, con quien no se llevaba bien.

Las intenciones de Sovieshu sólo las conocía el propio Sovieshu, pero Rashta tenía razón en que no era del agrado del Conde Pirnu.

El Conde Pirnu siempre tuvo un mal presentimiento sobre Rashta.

No le caía bien desde hace mucho tiempo cuando investigó sobre un regalo que Rashta había recibido de Sovieshu. Descubrió que ella se lo había dado al Vizconde Roteschu, quien lo vendió.

"¿Qué me recomienda el Conde Pirnu?"

"Recomiendo asistir al juicio de forma no oficial."

"¿Por qué?"

"Ambos están relacionados con Su Majestad. La situación podría complicarse si la Emperatriz está presente."

A Rashta le resultaba difícil confiar en el Conde Pirnu, pero sentía que tenía razón, así que se puso un vestido sencillo, una capa de color púrpura claro encima, se recogió el cabello y se cubrió parte de la cara con la capucha.

La Corte Suprema tenía una estructura en la que un lado estaba conectado con el Palacio Imperial. Aunque se podía entrar a la Corte Suprema directamente desde una pequeña puerta del Palacio Imperial, normalmente se entraba y salía por la puerta principal.

Gracias a esta singular estructura de la Corte Suprema, que teóricamente no pertenecía al Palacio Imperial por estar situada fuera de sus muros, permitió al Conde Pirnu y a Rashta entrar fácilmente en el lugar donde se llevarían a cabo ambos juicios sin salir del Palacio Imperial.

Rashta, que entró en el gran salón, se situó entre la audiencia oculta bajo su capucha. El Conde Pirnu y su guardia se colocaron a ambos lados de Rashta por precaución.

Se podía oír los murmullos de los presentes. Principalmente hablaban de los juicios, pero por momentos también hablaban de Rashta.

Dado que los comentarios no eran buenos, Rashta se bajó aún más la capucha y preguntó,

"¿De quién es el primer juicio?"

"Primero será el juicio contra el Vizconde Roteschu, después vendrá el juicio contra los Vizcondes Isqua."

El juicio sólo comenzó tras una lenta espera de casi 40 minutos.

"Roteschu Rimwell."

Cuando el Juez de la Corte Suprema, que se sentó en el lugar más alto, miró hacia abajo y pronunció un nombre, un rostro familiar subió por unas escaleras con los brazos sujetados por dos caballeros.

Era el Vizconde Roteschu.

En cuanto apareció el Vizconde Roteschu, los presentes se quedaron callados por un momento.

Rashta miró a su alrededor. Aunque el salón estaba en silencio, los presentes tenían una expresión feroz.

Debido a la larga historia de la Familia Imperial del Imperio Oriental, ésta siempre había sido motivo de orgullo.

A pesar de que hubo veces en las que apareció un emperador que no se ganó el corazón de los ciudadanos, y otras veces en las que los ciudadanos tomaron la iniciativa de criticar a la Familia Imperial, por lo general los ciudadanos que amaban al Imperio Oriental también amaban a la Familia Imperial.

El Emperador Sovieshu era uno de los emperadores más queridos por los ciudadanos. Se vio envuelto en varios escándalos desde que tomó a Rashta como concubina, pero el Emperador Sovieshu nunca abandonó sus obligaciones.

Para los ciudadanos, lo importante era Sovieshu como emperador, no como hombre. Incluso si fuera un playboy, no les disgustaría mientras velara por los intereses del país.

El Vizconde Roteschu fue quien quiso convertir a su nieta en miembro de la Familia Imperial amada por sus ciudadanos.

Ninguno de los presentes dirigió una mirada cálida al Vizconde Roteschu.

Este sentimiento no fue diferente para el Juez de la Corte Suprema. Cuando el Vizconde Roteschu se detuvo en el sitio del acusado, el Juez de la Corte Suprema comenzó a recitar sus cargos con una expresión tan fría como la de la audiencia presente.

"Roteschu Rimwell. Engañaste al Emperador, a los ciudadanos y al país, para hacer de la hija de tu hijo, Alan Rimwell, una princesa. Cuando Rashta Isqua, la esposa de tu hijo, se convirtió en la concubina del Emperador, permitiste que quedara embarazada de tu hijo y lo ocultaste para que tu nieta fuera consagrada como princesa. Además, te aprovechaste del secreto de esta relación para obtener beneficios, chantajeaste a la Emperatriz Rashta para recibir periódicamente dinero y objetos de valor. ¿Es esto cierto?"

"... Sí, es cierto."

Cuando el Vizconde Roteschu lo admitió, los presentes comenzaron a maldecir rotundamente. Rashta contuvo la respiración.

Lo único cierto en lo que dijo el Juez de la Corte Suprema fue que el Vizconde Roteschu la había chantajeado para recibir dinero y objetos de valor.

Sin embargo, el despreciable Vizconde Roteschu 'admitió' que tales mentiras eran ciertas.

'¿Qué demonios le pasa? ¿Por qué reconoció esas mentiras con tanta tranquilidad?'

El Juez de la Corte Suprema levantó la mano para calmar a la audiencia y le hizo otra pregunta al Vizconde Roteschu.

"¿Quiénes están involucrados en este crimen? Si dices la verdad, tu castigo podría reducirse, pero si mientes, tu castigo será mayor."

"Mi hijo, Alan Rimwell, y mi nuera, Rashta Isqua."

El Vizconde Roteschu cerró los ojos mientras la audiencia escupía maldiciones con más vehemencia.

El Conde Pirnu vio a Rashta a su lado mordiéndose los labios con fuerza.

"¿Reconoce usted todos los cargos?"

El Juez de la Corte Suprema hizo otra pregunta, a lo que el Vizconde Roteschu respondió con calma,

"... Sí. Lo planeé con mi hijo y mi nuera porque quería que mis descendientes fueran de la Familia Imperial."

Desde el momento en que Alan se enamoró de Rashta, el Vizconde Roteschu no quiso aceptar a Rashta como su nuera, por lo que se opuso con todo tipo de acciones.

Sin embargo, la Rashta a la que tanto se había opuesto y maltratado, ahora la consideraba su nuera. Era realmente irónico.

El Juez de la Corte Suprema volvió a hablar con un rostro inexpresivo.

"Traigan a Alan Rimwell."

Mientras que el Vizconde Roteschu fue llevado a otro piso por los caballeros, esta vez apareció Alan.

Las voces llenas de indignación de la audiencia se hicieron más fuertes, comenzaron a lanzar huevos, frutas y todo tipo de cosas.

"¡Maldito bastardo!"

"¡¿Cómo se atreve a codiciar a la Familia Imperial?!"

"¡Cuélguenlo ahora!"

"¡Cuélguenlos a los dos!"

"¿Dónde se esconde la Emperatriz? ¡Tiene que ser arrastrada con ellos!"

Al oír los gritos a su alrededor, la cara de Rashta se puso blanca.

Esperaba que el Vizconde Roteschu culpara a otros de sus crímenes. Pero no había esperado que el Vizconde Roteschu tratara de hundir a todos con él.

El Vizconde Roteschu sujetó a su hijo con una mano y a Rashta con la otra para llevárselos a ambos a la muerte.

A Rashta le temblaban las piernas de miedo.

No había persona más aterradora que aquella que estaba decidida a morir con tal de arrastrar a otros.

Podría encontrar formas de atacar a quienes intentan defenderse, pero no había forma de hacer frente a quienes lanzan un ataque suicida. Este era el caso del Vizconde Roteschu.

Bajo la capa holgada, un par de lágrimas cayeron al suelo. 

'¿Su Majestad quería que viniera aquí para ver esto? Ahora que estoy acorralada, ¿se supone que debo aceptar mi situación con los brazos cruzados?'

domingo, 24 de abril de 2022

abril 24, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 385

Capítulo 385. La Desesperación De Rashta (1)



Ayer hubo un poco de revuelo por el incidente del intruso, pero el ambiente no tardó en calmarse porque el supuesto intruso era en realidad un sirviente del palacio imperial, y la persona que usó la magia de hielo... fue la que detuvo al sirviente sospechoso, así que este era un punto fácil de encubrir.

Por supuesto, no podía salir sin escolta durante un tiempo, y los caballeros probablemente estarían ocupados tratando de averiguar quién hizo esa extraña petición al sirviente.

En cualquier caso, decidí reunirme con las damas a las que había enviado las invitaciones como tenía previsto. Entre ellas estaba la concubina del anterior rey, con la que había dudado en reunirme hasta el final.

Y esta no fue una decisión tan mala.

"Honestamente, me preocupaba mucho que Su Majestad llamara a todas menos a mí."

La concubina del anterior rey sonrió ampliamente tan pronto como me vio, reveló directamente sus preocupaciones y estalló en risas.

"Después de lo ocurrido en el Imperio Oriental, es natural que sea reacia a hacerlo."

Las otras damas se quedaron sorprendidas por su franqueza, y yo también me quedé un poco desconcertada.

Tenía una personalidad muy diferente a la de Christa. 

Bueno. En ese sentido, Rashta y yo también teníamos personalidades muy diferentes.

A pesar de lo desconcertadas que estábamos todas, la concubina del anterior rey sonreía tan brillantemente que sus ojos se entrecerraron.

Esa noche, le conté sobre esto a Heinley.

Sin embargo, me di cuenta mientras hablaba que su expresión no era buena.

"¿Heinley?"

¿Por qué la expresión de Heinley es tan sombría hoy? Él normalmente no estaría tan callado.

Me acerqué, puse mi mano en su cara y le pregunté,

"¿Qué sucede?"

Me preocupó ver a Heinley triste después de que ayer hubiera disfrutado burlándose de mí. ¿Qué estaba pasando realmente?

Heinley me respondió enseguida.

"Tengo algo importante que decirte, Reina."

"Está bien, dímelo."

"Habrá un juicio contra 'esa mujer' en el Imperio Oriental."

A quien Heinley llama 'esa mujer' es Rashta... ¿Habrá un juicio contra Rashta?

"¿En serio?"

"Sí."

Bueno, es un gran problema que la princesa no sea la hija del emperador.... es normal que sea castigada por eso.

"Los asuntos del Imperio Oriental ya no me importan."

Me levanté mientras hablaba deliberadamente con firmeza y frialdad. Me pareció bastante extraño que Heinley tuviera una expresión tan grave. Con la personalidad de Heinley, ¿no sería algo que le gustaría?

Después de decir, "lo sé", Heinley suspiró,

"Pero el Imperio Oriental preguntó si Reina podía asistir al juicio."

"¿Yo? ¿En el juicio?"

"Ya que fuiste una víctima, el Imperio Oriental preguntó si Reina aceptaría asistir como testigo... ¿qué quieres hacer?"

***

Rashta salió al pasillo y pidió a un caballero que la vigilaba,

"Me gustaría ver a Su Majestad."

Podría haberla ignorado, pero el caballero le dijo que esperara un momento y se dirigió hacia el Palacio del Este.

Rashta deambuló por el pasillo, luego volvió a su habitación y se sentó en un sillón mientras esperaba nerviosa.

Al cabo de un rato, el caballero regresó para transmitir el mensaje, 

"Su Majestad me ordenó llevar a la Emperatriz Rashta."

Rashta se miró en el espejo y se arregló rápidamente el cabello antes de seguir al caballero.

"Desvergonzada."

"Cometió graves crímenes sin siquiera pestañear."

"Quién hubiera pensado que con esa cara de inocente sería tan despreciable. Tsk, tsk."

De camino al Palacio del Este, los murmullos que oía por los pasillos le provocaban un dolor desgarrador en el corazón, pero se esforzaba por ignorarlos.

Cuando finalmente se reunió con Sovieshu, sólo recibió una mirada gélida. Sus ojos, antes llenos de cálido afecto, se volvieron fríos como si hubiera llegado el invierno.

Ante la mirada gélida de Sovieshu, que sugería que no le hiciera perder el tiempo, Rashta abrió la boca con dificultad.

"¿Qué me van a hacer?"

"Eso dependerá de los crímenes que hayas cometido."

"No he cometido ningún crimen, Su Majestad."

"Aún piensas negarlo después de todo lo que se ha revelado."

"Sabías que yo... era una esclava fugitiva, pero me aceptaste."

"Sabía que eras una esclava fugitiva, no esta clase de persona."

"Su Majestad, la Rashta que conoció aquella vez y la Rashta que está frente a sus ojos es la misma persona."

"El yo que amaste y el yo que traicionaste es también la misma persona, Rashta."

No había calidez en sus palabras, sólo espinas afiladas y heridas dolorosas.

"Lo explicaré todo, Su Majestad, Si hay algún malentendido, lo explicaré todo."

Rashta habló con una expresión afligida, pero Sovieshu ni siquiera estaba dispuesto a escucharla.

"¿Malentendido? ¿Qué malentendido? ¿Qué la princesa haya resultado no ser mi hija es un malentendido? ¿O es un malentendido los pagarés que trajo el Duque Elgy? ¿O el documento del puerto que firmaste para el Duque Elgy? O..."

Después de una pausa momentánea, miró a Rashta con una expresión despiadada e hizo la última pregunta,

"¿O es un malentendido que se extendió el rumor en el Imperio Occidental de que la causa de mi divorcio con Navier fue su infertilidad?"

‘¿Qué significa esto?’ Ante el inesperado ataque, Rashta exclamó sorprendida,

"¡Rashta nunca hizo eso!"

Sovieshu preguntó con un resoplido de disgusto.

"¿Nunca lo hiciste, o desearías nunca haberlo hecho?"

"¡Su Majestad!"

"El Imperio Occidental hizo un reclamo oficial. Debes disculparte públicamente por esto."

"Todavía... Todavía soy la Emperatriz del Imperio Oriental, Su Majestad. ¿Quiere que me disculpe públicamente? ¡Eso sería una deshonra para el Imperio Oriental!"

"Bien, no hace falta que te disculpes. De todos modos, ya no representarás al Imperio Oriental."

Rashta rompió a llorar mientras miraba asombrada a Sovieshu.

"Su Majestad.. ¿Su Majestad ya no cree en Rashta? Una vez dijiste que sentías lástima por Rashta. Una vez dijiste que protegerías a Rashta. ¿Pero ahora culpas a Rashta por algo que no hizo?"

Sovieshu miró sin palabras a Rashta durante un momento.

"¿Algo que no hiciste? ¿Qué no hiciste de todo lo que dije?"

"¡Todo!"

La boca de Sovieshu se abrió del tamaño de dos dedos. Estaba realmente sorprendido.

"Ya... ya no sé. No sé en qué diablos estás pensando."

"¡Rashta no dijo que Navier fuera infértil! ¡Rashta sólo dijo que circulaba un rumor de que la razón de su divorcio fue su infertilidad! ¡Su Majestad también dijo que Navier podría ser infértil!"

Si la otra parte utilizara argumentos demasiado absurdos, uno se quedaría tan sorprendido que no se le ocurriría nada que decir para refutar.

Lo mismo ocurrió con Sovieshu. No podía entender a Rashta.

Incluso si tales rumores realmente circulaban, ¿no sabía que el hecho de que la emperatriz se lo contara a un noble de otro país en una carta era en sí mismo un problema?

"Ya basta, márchate. Fue una locura pensar que esta vez podría hablar adecuadamente contigo."

Finalmente, agitó su mano completamente exhausto.

Hablar de Navier le hizo recordar todos sus arrepentimientos, pero se sintió aún más tonto por intentar tener una última conversación con Rashta.

"¿Qué me van a hacer?"

"Tendrás las respuesta cuando comience el juicio. Podrás preguntárselo directamente al juez."

jueves, 21 de abril de 2022

abril 21, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 384

Capítulo 384. Cálida y Fría (2)


"¡El intruso usa magia de hielo! ¡Congeló las piernas de un sirviente! ¡Aaah! ¡Da miedo! ¡Da mucho miedo!"

"..."

"¿No es así, Reina?"

Heinley actuó de forma dramática, acentuando sus palabras hasta el punto de resultar exagerado.

Aunque lo fulminé con la mirada, Heinley parecía disfrutar del hecho de poder burlarse de mí después de tanto tiempo.

"Reina, Reina. ¿Qué haremos si el aterrador mago de hielo aparece aquí? Reina, Reina. ¿Protegerás a Heinley en ese momento?"

¿Incluso está imitando a Rashta?

"Mi bebé, mi bebé, tu madre es cálida y fría a la vez."

Luego se acercó a mi vientre y le susurró a nuestro bebé con voz cariñosa,

"Mi bebé, tu madre te lee cuentos de hadas llenos de sueños, esperanzas y amor, pero a la vez es capaz de congelar viva a las personas que no le agradan."

Me di la vuelta para mirar el reloj de la pared. Había pasado media hora desde que el médico del palacio se fue.

Ya es suficiente... creo que lo he soportado mucho.

Me levanté lentamente para agarrar la almohada sobre la que descansaba mi espalda.

Tan pronto como sostuve la almohada como un arma, el agarre de mi manos se hizo más fuerte y el deseo de luchar comenzó a elevarse dentro de mí.

"¿Eh? ¿Por qué sostienes la almohada de esa forma, Reina?"

Heinley, que había estado burlándose de mí hasta ahora, se detuvo y preguntó confundido.

¿Su mente traviesa no es capaz de adivinar lo que le espera?


"¿Reina?"

Balanceé la almohada para golpearlo.

"¡Reina!"

Aunque estaba desconcertado, Heinley retrocedió rápidamente para evitar la almohada, abrió la puerta sin mirar atrás y salió corriendo.

Cuando intenté perseguirlo con dignidad, él fue lo suficientemente cuidadoso como para devolverse a cerrar la puerta y huir justo antes de que mi almohada lo alcanzara.

Como resultado, mi almohada se estrelló contra la puerta cerrada y un fuerte sonido se extendió por el lugar.

Miré furiosa a la puerta cerrada.

Me preocupaba mi prestigio y mi honor como emperatriz, así que nunca pasaría por los pasillos balanceando una almohada.

Heinley conocía bien mi personalidad, era evidente que salió de la habitación para que no pudiera perseguirlo.

"¿Su Majestad? ¿Qué ocurrió?"

"¿Se encuentra bien?"

"¿Se cayó?"

Mientras ajustaba mi respiración para calmar mi ira, mis damas de compañía me preguntaron al otro lado de la puerta con voz asustada.

"Estoy bien."

Una vez que abrí la puerta, mis damas de compañía suspiraron aliviadas mientras miraban con curiosidad la almohada que tenía en la mano.

"Su Majestad, por qué tiene una almohada en la mano..."

En vez de explicar, sacudí la cabeza y volví a poner la almohada en la cama.

No quería que el bebé en mi vientre malinterpretara las palabras de Heinley, así que me tomaría un tiempo más tarde para explicarle lo sucedido.

***

'¿Qué acabo de ver?'

Heinley se alejó por los pasillos, sin poder ocultar su sorpresa.

Lo que acababa de vivir no le parecía real, hasta el punto de que no podía recordarlo bien.

'Reina... mi hermosa Reina sostenía una almohada como arma.'

Después de caminar por un rato sumido en sus pensamientos, Heinley sólo se detuvo cuando se encontró con Koshar.

En cuanto miró a su alrededor, se dio cuenta de que estaba en un pasillo del primer piso. Parecía haber caminado más rápido de lo que esperaba. 

"Saludos, Su Majestad."

Heinley interrumpió el saludo formal de Koshar, y aprovechó para preguntarle,

"Hermano, eres justo la persona que quería ver. ¿Tu hermana solía utilizar una almohada como arma cuando se enojaba?"

Dado que se trataba del honor de Navier, a excepción de Koshar, no podía contarle a nadie más este incidente.

Koshar quería mucho a su hermana, así que podía preguntarle sobre esto para aprender sobre la verdadera naturaleza de Navier.

La suposición de Heinley era cierta, Koshar asintió torpemente como si varios recuerdos hubieran llegado a su mente. 

"Entonces, siempre ha sido así..."

"Lo siento. La mayoría de las veces no expresa sus sentimientos y se lo guarda todo para sí misma, pero en las ocasiones en las que utiliza una almohada como arma es cuando muestra su verdadero enojo."

"Me sorprendió ver ese lado tan descontrolado de Reina, hermano."

La razón por la que Navier utiliza una almohada como arma es porque el interior de las almohadas de los nobles está relleno de plumas de pájaro, por lo que sin importar la fuerza con que se balancee, la otra persona no resultaría herida.

Navier y Sovieshu habían sido unidos desde muy jóvenes, pero a menudo peleaban por diversos asuntos triviales.

Debido a que Sovieshu era el Príncipe Heredero, Navier no podía hacerle daño. Así que, después de pensarlo mucho, decidió utilizar las almohadas como arma.

Koshar, que en ese entonces era más inmaduro que ahora, le enseñó a su hermana menor cómo luchar con almohadas para que no fuera presionada por el príncipe heredero en una pelea de almohadas.

Pero Sovieshu tenía tanto peso en el pasado de Navier que ni siquiera podía contar esta historia trivial sin hablar de él.

Por eso, Koshar se limitó a decir incómodamente.

"Navier no se enoja sin motivo,"

Heinley malinterpretó las palabras de Koshar, pensó que le estaba culpando indirectamente del enojo de Navier. Se sintió avergonzado, así que cambió rápidamente de tema.

"Por cierto, hermano. ¿Te vas a casar con la Princesa Charlotte de Whitemond?"

"No me importa tener que casarme con ella, pero... no sé si la Princesa Charlotte piensa lo mismo."

La respuesta a estas palabras vino de la propia Princesa Charlotte, que se acercaba desde una esquina.

"Está bien, además eres apuesto."

Koshar la saludó con cierta sorpresa, sabía que alguien se acercaba, pero no esperaba que fuera la propia Princesa Charlotte.

"Si uno se encuentra en una posición en la que no tiene otra opción que aceptar un matrimonio político, entonces debe hacerlo lo mejor posible."

Después de que la Princesa Charlotte recibió el saludo de Koshar, y saludó ella al Emperador Heinley, preguntó a Koshar con una sonrisa de confianza,

"Te elegí a ti, el más apuesto de todas las opciones que tenía disponible. ¿Hay alguna mujer de mayor estatus que yo entre tus opciones?"

Al ver la expresión de incomodidad de Koshar, Heinley se marchó en silencio.

Cuando entró en su oficina, vio que McKenna estaba sentado en su escritorio escribiendo con seriedad y dijo con orgullo,

"Vi algo muy interesante."

"¿Sí? ¿Qué?"

"A una persona enamorada... por cierto, ¿por qué pareces tan serio?"

"Por supuesto que es por el intruso."

"El intruso que usó la magia de hielo..."

"No."

¿Hay otro intruso? Cuando Heinley puso cara de desconcierto, McKenna le explicó un poco molesto.

"Hablo del sirviente cuyas piernas estaban congeladas."

La expresión de Heinley se volvió rígida.

"Cierto, ¿qué hacía en ese lugar? Sé que su identidad ha sido confirmada."

Cuando escuchó lo del 'intruso que usa magia de hielo', pensó que había un malentendido, pero después de confirmar que Navier se encontraba bien, Heinley también confirmó lo del sirviente herido.

El sirviente era una persona que trabajaba en el Palacio Imperial desde hace cinco años. Originalmente sólo trabajaba en el almacén, pero vino hasta aquí porque había muchas cajas que transportar.

Sin embargo, al ser encontrado en el apartado lugar donde cayó al suelo, además de que se puso mortalmente pálido cuando vio a los soldados, el Vizconde Langdel sospechó del sirviente y se ofreció a investigar.

Heinley estaba escuchando los resultados.

"El sirviente nunca tuvo intención de hacer daño a Su Majestad Navier. Sin embargo, parece que le pidieron acercarse a la emperatriz para ver quienes salían a protegerla."

lunes, 18 de abril de 2022

abril 18, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 383

Capítulo 383. Cálida y Fría (1)


Ante la propuesta del Barón Lant, Rashta le pidió tiempo para pensar.

"Me gustaría pensarlo con más calma."

El Barón Lant habló con preocupación,

"No queda mucho tiempo, Su Majestad."

Una vez que el juicio contra el Vizconde Roteschu terminara, Rashta podría ser acusada como cómplice. En ese momento habría más ojos puestos en ella, por lo que no sería fácil escapar.

"Quiero tener mucho cuidado porque si sale mal, acabaré en una situación aún peor."

"Cuando la vida está en juego, hay que tomar decisiones rápidas."

"Aun así, no puedo permitirme cometer un error por tomar una decisión rápida."

Después de que el Barón Lant se fue, Rashta continuó reflexionando.

'Me encuentro en esta situación por confiar en otras personas, ¿puedo realmente confiar en el Barón Lant?'

Ella pateó la silla en la que estuvo sentado por última vez el Duque Elgy. La silla se estrelló contra el suelo.

Rashta resopló y se sentó en el sillón mientras se pasaba la mano por la cicatriz de su frente.

Aunque tenía dudas sobre si podía confiar en el Barón Lant, incluso si lograba escapar, surgirían otros problemas.

Si huía, no podría quedarse en el Imperio Oriental porque los hombres de Sovieshu no tardarían en encontrarla. Su única opción sería marcharse al extranjero. Para recibir ayuda como inmigrante, necesitaba un documento que certificara claramente su identidad y lugar de nacimiento.

Aunque no viviría como una esclava sin esto, le resultaría difícil conseguir un buen trabajo. Dejando de lado el dinero necesario para establecerse en un nuevo país, tendría dificultades para llegar a fin de mes.

Podría comprar una identidad más adelante incluso con una pequeña cantidad de dinero, pero era complicado ahorrar sin un buen trabajo.

Si se descubriera que era la emperatriz fugitiva, el castigo que recibiría sería aún mayor.

'Reina Christa.'

Los ojos preocupados de Rashta se fijaron en los bordes de los periódicos que sobresalían de un cajón.

Rashta abrió el cajón, sacó el periódico que contenía noticias del Imperio Occidental y lo desdobló.

En éste había salido la noticia de que la Reina Christa, que se fue a Compshire, se suicidó porque estaba resentida con su familia.

Rashta se detuvo en el artículo por un momento, luego puso el periódico de nuevo en el cajón y lo cerró.

Si la Reina Christa se hubiera marchado tranquilamente a Compshire, aunque perdería poder e influencia, habría vivido cómodamente con el afecto y la simpatía de la gente.

Pero en vez de elegir ese camino, optó por arriesgar su futuro. El resultado fue una muerte miserable.

Rashta se mordió los dedos con nerviosismo.

'Aceptar la propuesta del Barón Lant de escapar del Palacio Imperial... no sería como seguir los pasos de la Reina Christa. Ya que ocupo la posición de emperatriz, nunca recibiré la muerte como castigo. Si tiro todo por la borda para escapar, ¿no recibiré un castigo mayor si me descubren?'

Además, todavía le quedaba una carta por jugar para intentar llegar a un acuerdo con Sovieshu.

'Primero tendré que visitar a Su Majestad.'

***

Mientras tanto, Sovieshu estaba pensando en cómo lidiar con Rashta.

Sentía una presión tan fuerte en el pecho que ni siquiera podía sentarse. Caminaba por la habitación de un lado a otro con las manos en la espalda.

El Marqués Karl se mantuvo en una postura digna cerca de Sovieshu y lo siguió sólo con la mirada.

Después de moverse de un lado a otro durante un rato, Sovieshu murmuró con voz exhausta,

"Aunque podemos pasar por alto el asunto de los pagarés, no podemos renunciar al puerto..."

"¿Estás pensando en el castigo que podría recibir Rashta?"

Debido al honor y simbolismo de pertenecer a la familia imperial, sus miembros recibían castigos menos severos que los demás por cometer crímenes graves. La inmunidad no significaba que estuvieran completamente exentos de castigo, sino que había límites claros en cuanto al castigo que podían recibir.

"Sí."

Sovieshu suspiró.

"Si se anulara el matrimonio, sería posible imponer un castigo severo porque significaría que nunca fue la emperatriz, pero si vamos en la dirección del divorcio o la deposición, el mayor castigo sería encerrarla en un castillo, una isla o en una torre remota."

"Su Majestad, debe hacer que el matrimonio sea anulado por completo, para eso es necesario enfatizar que fue engañado para casarse. Sólo así podremos ocupar una posición favorable en el caso del puerto cuando se presente una objeción ante la Alianza del Continente Wol. Si se anula el matrimonio, los documentos en los que Rashta prometió el puerto al Duque Elgy se convertirán en un trozo de papel."

"Lo sé, lo sé. Pero el proceso de anulación del matrimonio toma mucho tiempo y es complicado..."

Además, Sovieshu no podía contraer matrimonio con otra mujer mientras la demanda de anulación del matrimonio estuviera en curso, lo que no era bueno para Sovieshu, que deseaba tener un sucesor.

Incluso si el matrimonio se anulaba legalmente, el templo no solía aceptar las solicitudes de anulación del matrimonio por parte de la familia imperial, ya que estaban en una posición que les permitía abusar del sistema.

Sólo hubo una vez en la historia en que un matrimonio imperial fue anulado por el templo.

"Es cierto. También hay que considerar que Rashta podría decidir arrastrarte con ella, revelando que era una esclava fugitiva y que Su Majestad la aceptó a sabiendas."

"Lo haría si no tuviera una pizca de amor por Glorym."

"La princesa... Ah, lo siento."

El Marqués Karl, que no había pensado en Glorym, se dio cuenta de que Sovieshu aún se preocupaba por la princesa.

Pero tenía razón. Glorym era todavía una bebé, así que aunque Rashta fuera castigada, no saldría demasiado perjudicada.

Sin embargo, si Rashta intentaba arrastrar a Sovieshu revelando que era una esclava fugitiva, el daño sería más bien para la princesa. Dado que no tenía nada que ver con los crímenes de su madre, sería muy cruel que de repente se convirtiera en una esclava.

"Bueno, Rashta tiró al suelo a Glorym una vez... es capaz de cualquier cosa."

Sovieshu murmuró con pesar y ordenó al Marqués Karl que se retirara.

En cuanto el Marqués Karl salió de la habitación, Sovieshu se dirigió a su oficina e inmediatamente se puso a trabajar.

Buscó el caso más problemático para centrarse únicamente en eso.

Aunque no era un alivio, había un problema relacionado con el creciente número de usureros en diferentes rincones de la capital.

Sovieshu se sumergió rápidamente en este caso.

Cuando finalmente consiguió olvidar los asuntos relacionados con Rashta, el Conde Pirnu entró corriendo en su oficina.

"¡Su Majestad! ¡Su Majestad!"

Él tenía una expresión muy sorprendida, así que a simple vista no había venido por un asunto ordinario. Por supuesto, aunque no pareciera sorprendido, sólo por la forma en que entró en su oficina se podía deducir que era asunto importante.

Sovieshu preguntó con el corazón acelerado.

"¿Qué ocurrió? ¿Qué ocurrió esta vez?"

"¡Es el Imperio Occidental, Su Majestad, es el Imperio Occidental!"

"¿Qué ocurrió con el Imperio Occidental?"

"¡La Emperatriz Rashta envió una carta a un noble de allí diciendo que la razón del divorcio de Navier fue su infertilidad!"

"¿Qué? ¿Cuándo pasó eso?"

Sovieshu se quedó asombrado, tenía un fuerte dolor de cabeza. Rashta parecía empeñada en crear un problema tras otro.

"¡El Imperio Occidental está muy indignado y exige una disculpa pública por la irrespetuosa declaración de Rashta!"

***

viernes, 15 de abril de 2022

abril 15, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 382

Capítulo 382. Es Un Secreto Que Soy El Intruso (2)



Fue entonces cuando vi a unos sirvientes cargando cajas de un carruaje, y uno de ellos llamó mi atención.

Una vez que pensé por qué, me di cuenta de que nunca antes lo había visto. Conocía bien las caras de todas las personas que trabajaban aquí.

¿Acaso era nuevo?

Excepto por los asuntos oficiales que debía atender, últimamente no prestaba atención a nada más. Era probable que hubieran llegado personas nuevas en este tiempo.

Cuando nuestras miradas se encontraron, él se inclinó hacia mí como si me conociera y siguió cargando las cajas.

Después de mirar hacia allí, me di la vuelta y volví por donde había venido.

Pasé a través del patio sumida en mis pensamientos, pero justo antes de entrar en el pasillo alcancé a ver al sirviente desconocido reflejado en un pilar brillante. Él me estaba siguiendo con pasos silenciosos.

Mi corazón comenzó a palpitar por el miedo.

Podría ser que solo íbamos en la misma dirección, pero como se trataba de un desconocido me preocupaba que pudiera tener malas intenciones.

Aunque la mayor parte de las fuerzas que se oponían a Heinley se habían rendido discretamente, aún quedaban raíces que no habían sido cortadas.

Después de pensarlo un poco, planeé hacer resbalar a este individuo. Rápidamente determiné su posición a través del pilar y simplemente usé mi magia para congelar sus pies.

Sin embargo, al no tener experiencia en el control del maná, no creí que pudiera calcular sólo por su reflejo en el pilar la potencia de maná necesaria para que mi magia llegara hasta sus pies.

Cuando oí un siseo seguido de un fuerte golpe, me di la vuelta y vi que el sirviente había caído al suelo no con los pies congelados, sino con todas las piernas congeladas.

Aunque me sorprendió el resultado, pregunté, "¿Estás bien?"

Intenté fingir que no había sido yo. Un grupo de guardias que había oído los ruidos se acercó corriendo. Gritaron alarmados ante la escena que vieron.

"¡Es un intruso!"

"¡El intruso atacó a alguien!"

"¡Atrapen al intruso!"

Tan pronto como me reconocieron, sus rostros se volvieron mortalmente pálidos.

"¡Su Majestad, aléjese de inmediato!"

"Es que..."

Poco después de que los guardias inmovilizaran al sirviente desconocido, el revuelo se intensificó una vez que el Vizconde Langdel llegó con sus hombres.

El sirviente luchó más asustado apenas vio a estos caballeros, como si estuviera a punto de ser apuñalado. El Vizconde Langdel, a quien se le explicó la situación, puso sin vacilar su espada en el cuello del sirviente sospechoso...

No recuerdo lo que pasó después, ya que de repente me encontraba recostada en mi cama siendo examinada por el médico del palacio. Era evidente que había perdido el conocimiento.

"Dios mío. Parece que ha sufrido una fuerte conmoción. Necesita descansar, Su Majestad."

El médico del palacio me recomendó con preocupación mientras mi corazón latía especialmente rápido.

En ese momento, oí una leve risa. Al mirar hacia el sonido, vi a Heinley apoyado en la puerta tratando de no contener la risa.

"Reina, escuché sobre el intruso que usa magia de hielo."

***

Rashta aún no había sido condenada formalmente por sus crímenes, por lo que podía permanecer en el Palacio del Oeste con el título de Emperatriz y vestida como tal.

Sin embargo, sólo podía moverse libremente en el Palacio del Oeste. Si intentara salir de aquí, los caballeros enviados por el Emperador Sovieshu se lo impedirían.

El Vizconde Roteschu le dijo una vez a Rashta, 'Es una vergüenza que una esclava esté embarazada de mi nieto. Sería una deshonra si se supiera'. Por eso la había encerrado en una pequeña habitación.

En comparación con aquella dolorosa experiencia, no debería ser difícil para ella permanecer en el Palacio del Oeste. Pero el 'encierro' en sí mismo la atormentaba.

Actualmente, los hombres de la nobleza que solían venir a visitarla a pesar de los malos comentarios de las mujeres de la nobleza porque la Emperatriz sólo los invitaba a ellos a las fiestas de té, rara vez venían.

Las sirvientas, que fueron traídas deliberadamente de entornos duros sin educación formal como sirvientas, no la ayudaron en lo más mínimo, sino que la repudiaron en cuanto perdió su dignidad de emperatriz.

Incluso ante el rechazo de las sirvientas, de los hombres de la nobleza y de los caballeros, Rashta estaba empeñada en encontrar una salida.

El Duque Elgy, que había sido la persona en la que más confiaba, la traicionó. La Vizcondesa Verdi le quitó a su hija, y el Barón Lant...

'¿Habría sido mejor mantenerme cerca del Barón Lant desde el principio?'

Rashta se arrepintió tardíamente.

Ella se había alejado del Barón Lant porque éste no le permitía manejar su dinero, porque desaprobaba su relación con el Duque Elgy y porque Navier le aconsejó que confiara en los secretarios de Sovieshu. Ahora se arrepentía de esa decisión.

No obstante, pronto sacudió la cabeza.

'No, mi error no fue no confiar en el Barón Lant, sino confiar en otra persona después de que Alan me traicionó. ¡No debí confiar en nadie más que en mí misma! Aun así, no puedo rendirme. Tengo que encontrar la manera de superar este obstáculo...'

Mientras estaba sumida en sus pensamientos, de repente vio la silueta de un hombre en la entrada del patio del Palacio del Oeste.

Dado que no había recibido visitas en estos días, Rashta detuvo su paseo para acercarse a la silueta con una mezcla de miedo y curiosidad.

La persona que entró al patio fue el Barón Lant.

"Barón Lant..."

Rashta susurró su nombre. Sovieshu debía estar terriblemente enojado, por lo que no esperaba que ninguno de sus hombres la visitara en esta situación.

El Barón Lant saludó a Rashta con una expresión complicada.

"¿Cómo se encuentra, Su Majestad?"

"Hmm, Rashta..."

El Barón Lant miró a su alrededor y sacudió la cabeza cuando Rashta intentaba responder.

"¿Le parece bien si vamos al salón a hablar?"

"Sí, vamos."

Rashta asintió. Él parecía tener algo que decir en secreto.

El Barón Lant había hecho lo correcto. No había nadie en quien Rashta pudiera confiar en este palacio. Si alguno de los sirvientes que andaban por aquí llegara a oír la conversación, sin duda se esparcirían rumores exagerados.

Rashta caminó delante de él. Una vez que entraron en el salón, una sirvienta les sirvió té y bocadillos con una mirada curiosa.

Rashta le indicó a la sirvienta que se retirara. Acto seguido, la sirvienta salió y cerró la puerta.

Sólo después de comprobar repetidamente que no había nadie que pudiera escuchar la conversación a escondidas, Rashta se sentó.

El Barón Lant la observó con sentimientos encontrados.

Él también sabía cómo el Duque Elgy, la persona en la que más confiaba, la había traicionado. Por eso entendía un poco por qué Rashta actuaba de esta manera.

Finalmente, Rashta preguntó,

"¿Qué te trae por aquí?"

"El Vizconde Roteschu y Alan serán juzgados por engañar al Emperador con una princesa falsa."

"¿El Vizconde Roteschu también?"

"Sí. Ambos están en prisión. Creí que debías saberlo..."

El Barón Lant se quedó sin palabras. Sintió pena por dar esta noticia a Rashta.

Sin embargo, Rashta parpadeó un par de veces antes de sonreír brillantemente. Luego puso sus manos alrededor de la taza de té y sonrió aún más angelicalmente.

"Me alegra mucho."


El Barón Lant miró a Rashta con asombro por un momento, '¿Cree que eso no la va a perjudicar?'

La reacción de Rashta fue un poco confusa.

Rashta sonrió levemente ante la mirada del Barón Lant. Era evidente lo que el Barón Lant estaba pensando.

Al contrario de lo que suponía el Barón Lant, Rashta sabía que no le convenía que el Vizconde Roteschu fuera juzgado.

El Vizconde Roteschu era una persona maliciosa, egoísta y despiadada con cualquiera que no fuera de su familia. Una persona que para eludir sus crímenes no dudaba en hacer falsas acusaciones. No le importaba empujar a otros cuando se encontraba en peligro.

A pesar del riesgo, se sintió complacida de que el Vizconde Roteschu fuera destruido. 

"Ese hombre siempre intimidaba a Rashta."

Rashta no se molestó en aclarar las dudas del Barón Lant, sólo fingió no entender lo que esto implicaba.

La ignorancia sería un buen escudo contra lo que se avecinaba. También sería una espada que la protegería, capaz de despertar la compasión en personas como el Barón Lant.

Aunque la ignorancia en una emperatriz implicaba que no era competente, podría ser un arma para atenuar sus crímenes. El mundo estaba lleno de personas que sentían compasión por quienes consideraban inferiores a ellos.

Como Rashta esperaba, el Barón Lant mostró una expresión de tristeza cuando ella puso por encima de sí misma que el hombre que la intimidaba fuera castigado.

Al darse cuenta de esto, Rashta agradeció deliberadamente al Barón Lant con más alegría.

"Gracias por darme esta noticia, Barón Lant."

Al Barón Lant se le encogió el corazón cuando la desafortunada emperatriz, que se enfrentaba a un futuro lamentable, le agradeció sin saber lo que le esperaba.

Sobre todo porque la conocía desde que llegó al palacio imperial, en sus brillantes días de concubina. En ese entonces, ella no sabía nada, ni siquiera escribir. Sentía que enviarla a la horca era como empujar a un niño por un precipicio.

Lo que le hizo compadecerse aún más de Rashta fue que él también había sido culpado por Sovieshu de esta situación, lo que le cerraría la puerta a cualquier ascenso futuro. Pero esto no era nada comparado con lo que podía ocurrirle a Rashta, cuya vida estaba en peligro.

Después de un tiempo, el Barón Lant finalmente habló con dificultad,

"El Vizconde Roteschu es una persona detestable. Culpará a la Emperatriz de todo para encubrir sus propios crímenes. Así que Su Majestad..."

"¿Qué?"

"¿Por qué no escapa antes de que se celebre el juicio? Si lo desea, puedo ayudar a Su Majestad."

martes, 9 de noviembre de 2021

noviembre 09, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 381

Capítulo 381. Es Un Secreto Que Soy El Intruso (1)


Normalmente, se elegía a la niñera entre las damas de compañía de la Emperatriz. Sin embargo, tenía menos damas de compañía que cuando estaba en el Imperio Oriental, por lo que la única mujer casada entre mis damas de compañía era la Condesa Jubel.

No obstante, la Condesa Jubel no era adecuada para ser la niñera del primer hijo de la Familia Imperial de Occidente, ya que su familia, su esposo y ella misma eran del Imperio Oriental. Además, desempeñaba el papel de dama de compañía principal.

Muy probablemente, el niño que naciera se convertiría en el sucesor. A los del Imperio Occidental podría preocuparles que el sucesor con una madre y una niñera del Imperio Oriental creciera demasiado afín al mismo.

Por otro lado, dado que una niñera podía tener tanta influencia en un niño como sus padres, me resistía a colocar a alguien que no conociera bien.

Tras consultarlo con Heinley, finalmente decidí invitar a varias mujeres nobles que criaron a sus hijos para hablar sobre la elección de la niñera.

De este modo, con el pretexto de 'tomar el té', llamé a seis mujeres nobles que vivían cerca.

Las mujeres nobles se han mostrado últimamente favorables a mí, así que naturalmente empezamos a hablar de varios temas.

Al principio, hablamos del clima, de las controversias en torno al Imperio Oriental y de los últimos acontecimientos de la alta sociedad. Como resultado, surgió casualmente el tema de la Familia Zemensia.

"Su Majestad. ¿Sabe que los Duques Zemensia y sus hijos fueron echados de la mansión de la familia?"

Mientras pensaba cuándo sacar el tema de la niñera, sacudí la cabeza un poco sorprendida por la inesperada noticia.

Era emocionante contar una noticia a alguien que no sabía nada, así que las mujeres nobles se apresuraron a hablar.

"Su Majestad, se dice que el Viejo Duque Zemensia, echó a su hijo, a su nuera y a sus nietos con las manos vacías. Esta información es cierta. La hermana de una de mis sirvientas trabaja en esa mansión."

"¿En serio? ¿Con las manos vacías?"

"Sí, Su Majestad. De hecho, lo único que heredó el Duque Zemensia es el título de su padre, no los bienes. Todos los bienes pertenecen a Chri..."

La dama noble se detuvo y me miró a los ojos.

"Hmm. Lo Siento, Su Majestad."

Cuando le indiqué que estaba bien, la dama noble se sintió aliviada y continuó con sus palabras,

"Todos los bienes pertenecen a Christa. Es por eso que los echó con las manos vacías."

"¿Por qué hizo eso?"

Las mujeres nobles se miraron entre sí. Parecían reprenderse mutuamente, diciendo, '¿Quién sacó este tema?"

Cuando volví a indicar que estaba bien, una finalmente dijo a regañadientes.

"Cuando el Emperador invitó a los niños y jóvenes nobles al Palacio Imperial, dejó de lado a los dos niños de la Familia Zemensia."

Eso era cierto.

"Al parecer, el Duque Zemensia se lo reclamó al Viejo Duque, y habló horriblemente de Christa."

"Por supuesto, debe pensar que su futuro y el de sus hijos es más importante que su hermana muerta."

Esta vez, todas las mujeres nobles chasquearon la lengua.

"Lo siento, Su Majestad. Pero Christa fue muy buena con su familia."

"Los dos tenían un fuerte vínculo de hermanos desde que eran pequeños, y Christa cuidó bien de la familia incluso después de convertirse en la Reina."

De repente mi hermano me vino a la mente. Ahora, mi hermano mayor cuidaba bien de mí y me ponía en primer lugar, pero si se casaba con la Princesa Charlotte, o incluso si se casaba con alguien más y tenía su propia familia, ¿cambiaría mi hermano mayor como el Duque Zemensia?

Si su familia y yo nos peleáramos, ¿mi hermano también me dejaría y elegiría a su mujer e hijos?

¿Y yo? ¿A quién elegiría si mi hermano y Heinley se pelearan?

"Dijeron que iban a recuperar los bienes aunque tuvieran que presentar una demanda, creo que esa familia va a dar mucho que hablar en el futuro."

Era entretenido hablar del ascenso y la caída de otros, pero a la vez era desagradable. Sobre todo, sabiendo que la causa de la caída de esa familia había sido mi matrimonio con Heinley.

Por supuesto, sería más desagradable si esa familia hubiera vivido felizmente después de lo que me hicieron.

En cualquier caso, no quería hablar más del tema, así que poco a poco fui sacando a relucir el motivo por el que las había llamado esta vez.

Sólo invité a nobles casadas que tenían hijos, así que probablemente todas tenían una idea del motivo...

Ser la niñera del príncipe o la princesa era un honor, pero también requería mucha responsabilidad y tiempo. Naturalmente, muchos no querrían hacerlo. No era bueno imponer responsabilidades no deseadas, así que tenía que preguntar con cuidado.

Cuando saqué el tema de la niñera, las mujeres nobles respondieron de inmediato como si estuvieran preparadas.

Algunas recomendaron a alguien más, otras expresaron su opinión sobre los métodos de crianza, y algunas se ofrecieron a intentarlo.

Después de decirles que me reuniría con más mujeres nobles en los días siguientes, también les dije quiénes serían las mujeres nobles con las que tenía previsto reunirme mañana. 

Sin embargo, cuando mencioné a la quinta dama noble, las expresiones de todas se volvieron extrañas. Era como si preguntaran, '¿Esa persona?'.

¿Qué les sucede?

Cuando dejé de hablar por la confusión, una de ellas sonrió incómodamente y dijo,

"Su Majestad... esa dama noble era la concubina del anterior rey."

***

Una vez terminada la fiesta del té, salí a dar un paseo por el jardín a solas.

Debido a la inesperada información... ahora, solo quería organizar mis pensamientos.

La concubina del anterior rey estaba entre las personas que había invitado mañana.

La mención de 'la concubina del rey' me hizo recordar a Rashta, así que la idea de reunirme con ella mañana no me agradó.

No es que me preocupara que Heinley se enamorara de otra mujer, simplemente no quería conocer a alguien que fue amante como candidata a niñera de mi hijo.

Cuando decidí cancelar la invitación, me quedé perpleja al pensar que podía marginar a una persona con la que no tenía ninguna relación. Incluso había conversado cara a cara con Sovieshu, la persona que me había hecho más daño, cuando fue necesario.

Puede que ya no esté en el centro de la alta sociedad, pero dada mi posición, si mostrara abiertamente incluso una ligera aversión hacia alguien, provocaría que otros nobles también evitaran a esa persona.

¿Ella no se vería acorralada en la alta sociedad si cancelara la invitación de repente? Ya que cada una de mis acciones puede afectar a los demás, ¿no debería ser más objetiva al tratar a las personas? 

viernes, 5 de noviembre de 2021

noviembre 05, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 380

Capítulo 380.



La Princesa Charlotte entró en el salón instantes después, con un vestido color crema ceñido a su figura con numerosos volantes, y unas gafas.

Viéndola ahora, parecía realmente una erudita que trabajaba en el palacio.

"Su Majestad, ¿cómo ha estado?"

También tenía una voz clara.

"Bien. ¿La Princesa Charlotte se ha sentido a gusto?"

"Sí. Aprendí mucho sobre lo que hace poderoso a un país al recorrer toda la capital. Sin duda fue útil."

"Me alegro de que haya sido útil."

No entendía por qué seguía mirando a Mastas mientras hablaba. De hecho, Mastas miraba hacia abajo con una cara sombría.

Ah... estaba mirando hacia abajo porque tenía algo en un zapato. Había una mancha grisácea en la punta de su zapato izquierdo, y Mastas miraba la mancha con tristeza.

Una vez que la Princesa Charlotte se marchó, Mastas parecía más decaída. Hasta el punto de que mis damas de compañía se acercaron preocupadas a hablar con ella.

"Estoy bien. No hay razón para estar decaída."

Sin embargo, Mastas se dio la vuelta sonrojada y se fue. Desde entonces, no dejé de pensar si a Mastas realmente le gustaba Koshar.

Ese pensamiento persistió durante todo el día, hasta que Heinley preguntó mientras cenábamos.

"¿Reina? ¿Hay algo que te preocupa?"

"No es nada..."

Mientras respondía que no era nada serio, recordé de repente que había sido famoso por ser un playboy.

Según él, sólo actuaba como si fuera un playboy. Sin embargo, no todo el mundo podía hacerlo.

Si me pidieran hacer ese papel, actuaría con más frialdad que de costumbre por la vergüenza, y si se lo pidieran a Laura, sería tan torpe que no tardaría en morirse de risa.

Bien. Heinley debería saber mucho sobre las relaciones amorosas, así que le preguntaré.

"Heinley."

"Sí, Reina."

"¿Sabes mucho de relaciones amorosas?"

Sin embargo, Heinley se metió rápidamente el tenedor en la boca y sacudió la cabeza.

"No."

"¿No sabes ni un poco?" 

"No, Reina. Eres la única mujer en mi vida, así que no hay forma de que conozca mucho de mujeres."

"Aun así, deberías saber aunque sea un poco porque fuiste un playboy durante mucho tiempo."

"No."

... ¿Qué ocurre? Es sospechoso que esté siendo tan evasivo.

La gente sabía de su pasado, ¿su reacción no parecía mostrar que ocultaba algo?

"Entonces, ¿cómo hiciste para vivir cómo un playboy?"

"Sólo fingí..."

Que evite mi mirada me hace sospechar aún más.

De repente, quise indagar sobre su pasado, pero... me las arreglé para resistir el impulso.

Finalmente estábamos unidos y enamorados el uno del otro. No quería crear una atmósfera extraña con cosas que ya son del pasado.

Además, no saqué este tema para interrogar a Heinley.

Sonreí deliberadamente de forma casual y desvié el tema hacia otro lado,

"No lo pregunto por tu pasado. Sólo quiero saber tu opinión sobre la situación amorosa de otra persona."

"Pero Reina, soy ignorante en este tema, así que es difícil responder aunque Reina me pregunte sobre otra persona."

Sin embargo, Heinley volvió a negarse.

Me sentí un poco disgustada al oír esto. Al mismo tiempo, un pensamiento involuntario salió de repente de mi boca.

"¡Eres astuto!"

"¿Qué?"

Los ojos de Heinley se abrieron completamente, como si no entendiera lo que acababa de oír.

Me llevé apresuradamente la cuchara a la boca y fingí comer tan concentradamente como Heinley.

* * *

"Adorable. Reina es adorable. Reina es muy adorable."

A la mañana siguiente, McKenna oyó un ruido terrible cuando entró alegremente en la oficina.

McKenna se detuvo aturdido y vio a Heinley bailando delante del escritorio. Doblemente atormentado, se cubrió los ojos y dejó escapar un grito.

"¡Me duelen los ojos y los oídos! ¡Por favor, detente!"

"Ah, McKenna."

"¿¡Qué demonios haces tan temprano!?"

McKenna resopló y refunfuño quitándose las manos de los ojos. No podía creer que estuviera cantando y bailando una canción tan horrible en un día soleado. Esto era un insulto al clima cálido.

Pero Heinley estaba de muy buen humor, así que incluso aceptó con agrado la reacción de McKenna y lo elogió.

"Tú también eres adorable."

"¡Argh! ¡Por favor, basta!"

McKenna se molestó aún más y cruzó los brazos. Si hubiera sido un primo cualquiera, realmente le habría dado un puñetazo en la cara por ese comentario.

"¿Por qué demonios estás actuando de esta manera tan temprano? No, no tienes que decírmelo. Me imagino que la Emperatriz te dijo, 'Reina es adorable'."

Heinley sacudió la cabeza.

"No, esta vez fue algo que le dije a Reina porque me conmovió."

"¿Qué?"

A McKenna se le puso la piel de gallina. ¿Ese 'adorable, adorable' es lo que le dijo a la Emperatriz Navier, que parece ser una combinación de hielo y hierro en una proporción de 5 a 5?

Heinley sonrió con orgullo y se cubrió las mejillas con ambas manos,

"Reina me dijo, "Astuto."

"... ¿Eh?"

McKenna abrió mucho la boca y dio un paso atrás. Desconcertado, se palmeó los oídos.

"¿Qué dijiste?"

"Te dije que me puso un apodo."

"Pero esa no es la forma de hablar de la Emperatriz."

"Ah... Por supuesto, su forma de hablar fue un poco diferente".

"¿Cómo fue?"

"¡Eres astuto! Algo así."

Cuando Heinley imitó la forma de hablar de Navier, la expresión de McKenna se tornó mitad de burla y mitad de simpatía.

"¿No es solo un insulto?"

lunes, 1 de noviembre de 2021

noviembre 01, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 379

Capítulo 379. Ira y Paz (2)



"Tenían una actitud prepotente cuando estaban en libertad, ahora dan lástima encerrados aquí."

"Señorita Evely, tenemos algo que decirle."

"¿Qué?"

"Queremos pedirte disculpas... por todo lo que te hemos hecho hasta ahora..."

La Vizcondesa Isqua volvió a hablar con voz temblorosa. Sin embargo, Evely frunció el ceño y levantó la mano para que se detuviera.

"No hace falta que se disculpen. De todos modos, no es lo que realmente sienten."

Cuando Evely añadió, "¿Estoy en lo cierto?" Los rostros de la pareja palidecieron.

"Si se disculpan ahora, es porque temen que testifique contra ustedes en el juicio. Y eso es precisamente lo que haré."

"No es por eso, Señorita Evely."

"Es molesto que ahora pretendan ser respetuosos conmigo. Prefiero que actúen como siempre, aunque sea grosero."

Evely habló con frialdad y dio un paso atrás, como si no pudiera soportar el hedor que emanaba de la celda.

Su reacción volvió a herir a los Vizcondes Isqua.

"Con respecto a por qué estoy aquí. Ustedes solían acercarse a mí para burlarse, yo sólo he venido a hacer lo mismo."

Cada palabra de Evely se convirtió en un puñal para los Vizcondes Isqua.

"... Tengo un poco de curiosidad. ¿Qué les molestó tanto que incluso trataron de matarme?"

"Señorita Evely. Es un malentendido. Aunque hemos sido malos con la Señorita Evely, no tenemos nada que ver con el intento de matarla. De verdad."

"Díganle eso al juez."

Evely habló con severidad y volvió a dar un paso atrás. Luego se quedó mirando a la pareja por un momento, se rió con naturalidad y se dio la vuelta para marcharse.

"Se puede conocer a los hijos mirando a sus padres."

Dijo Evely, sin siquiera girar la cabeza.

La expresión de los Vizcondes Isqua se volvió rígida ante el comentario de Evely, pero ella no pudo verlos. Por supuesto, aunque los hubiera visto, no le habría importado, pues los consideraba sus enemigos.

"Cuando los comparo con Rashta, esa frase se ajusta a la perfección. Viendo que Rashta es tan mala como ustedes a pesar de que vivieron separados, probablemente su otra hija sea la misma basura que ustedes."

Los Vizcondes Isqua no pudieron contener las lágrimas. Querían decirle la verdad, pero no podían hablar porque tenían un nudo en la garganta.


El corazón de los Vizcondes se estremecía con cada paso de Evely por las escaleras.

Cuando se oyó una puerta cerrarse de golpe, los Vizcondes Isqua se desplomaron en el suelo y rompieron a llorar.

Después de mucho tiempo, la Vizcondesa Isqua apretó los puños y dijo con amargura,

"No le diremos que somos sus padres."

Cuando el Vizconde Isqua la miró sorprendido, la Vizcondesa Isqua se apretó el pecho con tristeza y susurró,

"Ella nos odia y detesta enormemente. ¿Cómo podemos decirle que somos sus padres? Si lo supiera, le dolería recordar lo que le hemos hecho, y también le dolería recordar lo que nos ha dicho."

"Tienes razón, esposa."

El Vizconde Isqua estuvo de acuerdo con su esposa, reflexionó por un momento y golpeó la pared con determinación.

"En vez de revelar la verdad a Evely... tenemos que lidiar con Rashta, que nos ocultó la verdad y provocó que lastimáramos a nuestra hija."

"Eso es cierto. Además, si Rashta se sale con la suya, definitivamente tratará de hacer daño a Evely de nuevo."

"Tal vez Rashta agravó el incidente del carruaje. Pudo haber ordenado al mismo hombre causar un accidente que matara a Evely."

Las declaraciones de los Vizcondes Isqua a lo largo del juicio fueron ciertas. Ordenaron asustar a Evely para que se fuera lejos,  no matarla.

Despreciaban profundamente a Evely, pero no tenían intención de quitarle la vida.

Después del incidente, no dejaron de preguntarse qué había provocado un malentendido tan grande.

Hasta ahora, nunca habían pensado que Rashta pudiera estar implicada.

Sin embargo, cambiaron de opinión al enterarse de que Rashta había estado ocultando la verdadera identidad de Evely. Ella parecía lo suficientemente malvada como para hacer eso.

Los Vizcondes Isqua intercambiaron miradas frías.

Aunque testificaran contra Rashta, acusándola de agravar el incidente del carruaje, no eran los únicos que tenían los privilegios de ser nobles.

Como nobles extranjeros, no recibirían un castigo fuerte debido a que también gozaban de dichos privilegios. Ni que decir de Rashta, la actual emperatriz. El castigo sería sólo una formalidad.

Esto no era suficiente para vengarse de Rashta.

"No podemos hacer eso, necesitamos sacar a Rashta de la vida de Evely."

***
"Por qué lo hizo..."

Heinley anunció de repente que iba a poner a prueba los conocimientos y las artes marciales simples de los niños y jóvenes nobles que no hubieran hecho su debut en la alta sociedad.

Ese fue un anuncio que no entendí en absoluto.

Cada familia noble tenía tutores particulares o invitaba a nobles talentosos como maestros para educar a sus hijos según sus preferencias. ¿Era realmente necesario que Heinley interviniera de esta manera?

Cuando lo comenté con mis damas de compañía, Rose se quedó pensando un rato y preguntó,

"¿No será por el bebé que va a nacer pronto?"

"¿Eso crees?"

"Sí. Cuando el bebé crezca, los niños nobles de ahora estarán en pleno apogeo. Es posible que quiera comprobar sus virtudes de antemano."

Entonces Laura intervino desde un lado,

"Si la diferencia de edad no es muy grande, podrían convertirse en compañeros del bebé."

Mientras bordaba, la Condesa Jubel también añadió.

"Creo que sólo lo hace para provocar al Viejo Duque Zemensia."

Mastas también estuvo de acuerdo con la Condesa Jubel.

"Oh. Ya veo. Hay dos niños en la Familia Zemensia que están en edad de ser invitados, pero he oído que no recibieron ninguna invitación."

Después de dar sus opiniones, todas las miradas de mis damas de compañía se centraron en mí. Parecían preguntarme cuál creía que era la intención de Heinley.

De hecho, también estaba de acuerdo con la Condesa Jubel.

Heinley incluso asistió a su fiesta de cumpleaños con un regalo que Sovieshu me envió para provocarlo, por lo que no era extraño que hiciera esto para provocar al Viejo Duque Zemensia.

Sin embargo...

"Creo que es por el bebé que nacerá pronto."

No podía ser honesta sobre la naturaleza de Heinley, así que deliberadamente hice un comentario superficial.

En medio de la conversación, llegó una invitada inesperada. Era la Princesa Charlotte.

Al ser informada de su llegada, mis damas de compañía y yo miramos a Mastas al mismo tiempo. No fue intencional.

Mastas, que estaba aturdida, preguntó de repente sorprendida,

"¿Por qué todas me miran?"

No podía hacer esperar mucho tiempo a la princesa del país con el que estábamos reconciliándonos, así que dejé entrar a la Princesa Charlotte.

jueves, 28 de octubre de 2021

octubre 28, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 378

Capítulo 378. Ira y Paz (1)



"¿En qué piensas, Reina?"

El sol se estaba poniendo.

Mientras miraba el cielo rojizo sentada en una silla confortable en el jardín, oí un susurro a mi lado.

Cuando volteé la cabeza, Heinley me miraba cálidamente con una mano en el respaldo de la silla.

Sus ojos púrpuras se mezclaban con el rojo de la puesta del sol, creando una atmósfera más misteriosa de lo habitual.

"No tienes buena cara. Puede que... todavía estés molesta por la biografía de guerra..."

"No."

Sonreí y extendí la mano para acariciar su mejilla.

"Te dije que estaba bien leer una biografía de guerra mientras omitieras las partes violentas, las partes que no son buenas para que las escuche un bebé."

Heinley se inclinó un poco y frotó su mejilla contra mi mano, besó ligeramente mi palma y dijo con preocupación.

"Pero Reina, no pareces muy feliz."

"Estoy confundida en muchos sentidos... por las noticias del Imperio Oriental."

"¿No te alegra?"

"Más que alegría, es una mezcla de placer y curiosidad."


Era como si hubiera sido testigo del final del amor del que hablaba Sovieshu. De cómo cambiaba una persona cuando el amor se acababa.

Por supuesto, si el artículo era cierto, Rashta había hecho tantos males que ni siquiera el amor podía cubrirlos.

Sin embargo, saber que Sovieshu se estaba distanciando de Rashta, que una vez inculpó a mi hermano por Rashta y que sólo la escuchaba a ella sin tomarme en cuenta... me hacía sentir extraña.

Me preguntaba si Heinley podría dejarme por un amor así.

Pero no tardé en apartar ese pensamiento de mi mente. Nuestro amor acababa de empezar, no había necesidad de hablar del final.

Además, nuestro amor no tenía por qué terminar como el de Sovieshu, podía ser como el de mis padres.

Tras sacudir la cabeza, tiré de Heinley por el cuello y lo besé en la boca.

Fue agradable escuchar sus gemidos.

"Reina. ¿Esto no sería malo para la educación prenatal? El pajarito lo oiría."

"No te preocupes, no creo que haya oído tus gemidos."

"Pero no creo que pueda detenerme."

"Está bien. El bebé está dormido ahora mismo."

"¡!"

***

Los Vizcondes Isqua estaban sentados contra la pared de su celda, en estado de shock. Se veían tan demacrados como si sus almas hubieran sido drenadas de sus cuerpos.

El Vizconde Isqua arañaba el frío suelo de piedra con los dedos, mientras la Vizcondesa Isqua tiraba repetidamente de su cabello.

Ambos tenían los ojos hundidos y la tez pálida, hasta el punto de que parecían la misma persona en vez de un matrimonio.

"¿Se están volviendo locos?"

Ni siquiera les dolió lo que había dicho el guardia. Para ellos, la verdad del Vizconde Roteschu era más dolorosa que la burla del guardia. Aunque tenían ciertas dudas.

"¿Será cierto?"

Después de mucho tiempo, la Vizcondesa Isqua preguntó con dificultad.

"¿Esa maga es realmente... nuestra hija?"

"Yo tampoco lo sé. De entre todas las personas, quien lo dijo fue el Vizconde Roteschu."

"Pero nunca hemos tenido contacto directo con el Vizconde Roteschu. ¿Por qué nos mentiría en esta situación?"

"Eso es cierto."

"Aunque sé que las pruebas proporcionadas por el Vizconde Roteschu no son concluyentes..."

La Vizcondesa Isqua suspiró, discutir este tema resultaba muy doloroso. El Vizconde Isqua también dejó escapar un profundo suspiro y se cubrió la cabeza con ambas manos.

"Ahora que lo pienso, creo que se parece un poco a nosotros."

"Sí, su cabello es del mismo color que el tuyo, y sus ojos son del mismo color que los míos."

"No es una chica tan mala. Parecía mala porque estábamos del lado de Rashta, pero eso era por las circunstancias."

"Así es. Por el contrario, es una chica muy inteligente y trabajadora..."

Cuanto más hablaban, más parecían darse cuenta de las virtudes de Evely, por lo que no entendían cómo habían visto con tan malos ojos a la chica.

Cuando la veían como la enemiga de su hija falsa, todas sus acciones les parecían astutas y arrogantes. El prejuicio que los cegaba ahora había desaparecido.

Sin embargo, cuanto más pensaban que Evely era una chica buena, más doloroso resultaba para la pareja. 

"¿No deberíamos hablar con ella primero?"

"¿Qué piensas decirle?"

"Nosotros—"

"¿Crees que eso le gustará?"

"Pero no podemos dejar la relación como está."

La Vizcondesa Isqua tenía razón. Aunque se les acuse de intentar matar a una plebeya, los nobles no son castigados severamente por esto.

Pronto saldrían de prisión. Si Evely realmente era su hija, tenían que arreglar la relación de alguna manera.

Justo entonces, se oyeron los pasos de alguien bajando por las escaleras de la prisión.

Las escaleras de piedra tenían un diseño que hacía que los pasos resonaran sin importar quién bajara, así que la pareja dejó de hablar para ver de quién se trataba.

Si el guardia volvía a bajar, pensaban darle dinero para que trajera a Evely. Sin embargo, inesperadamente fue la propia Evely quien apareció.

Los Vizcondes Isqua miraban sorprendidos a Evely, mientras ésta miraba indiferentemente a la pareja desde fuera de los barrotes. Sus miradas se entrelazaron vertiginosamente.

"Señorita Evely, ¿a qué ha venido?"

Preguntó la vizcondesa Isqua con una sonrisa forzada, la frialdad de su hija le había destrozado el corazón. Quería tocarla, quería saber por todo lo que había pasado.

Sin embargo, a pesar de que trató de mostrarse tranquila, su voz ya estaba temblando.

"Pareces asustada."

Murmuró Evely, mirando a la Vizcondesa Isqua como una piedra. Su tono era seco y su mirada afilada, lo que sentía en su interior era un desprecio absoluto.

Al percibir esto, los Vizcondes Isqua se entristecieron.

"Señorita Evely..."

El Vizconde Isqua esta vez llamó cuidadosamente a Evely, pero ella preguntó con más frialdad.

"¿Hoy no me trataran como una vulgar plebeya?"

La pareja se sobresaltó al recordar todo lo que habían dicho a Evely. Sus palabras se convirtieron en puñales que se clavaron en el pecho.

lunes, 25 de octubre de 2021

octubre 25, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 377

Capítulo 377. Arreglos del Vizconde Roteschu (2)



El Vizconde Roteschu chasqueó la lengua como si fuera maravilloso sólo de pensarlo.

"Cuando mueran ni siquiera podrán cerrar los ojos."

Los Vizcondes Isqua se sobresaltaron ante este extraño comentario.

"¿Nuestra verdadera hija? ¿Qué estás diciendo?"

Sorprendida, la Vizcondesa Isqua preguntó directamente.

Tras ser separados de sus dos hijas, se apegaron a la existencia de su hija falsa. Aunque el afecto que sentían por su hija falsa no podía ser comprendido por los demás, era lo suficientemente fuerte como para no culparla injustamente a pesar de haberla conocido hace menos de un año. Sin embargo, se quedaron perplejos al escuchar sobre su verdadera hija.

El Vizconde Roteschu sonrió maliciosamente.

"Oh, no. Pensé que ya lo sabían porque visitaban a Rashta a menudo, ¿aún no lo saben?"

El Vizconde Isqua exclamó con una expresión rígida.

"¡Habla claramente!"

"La hija falsa que intentaban proteger les estaba ocultando deliberadamente quién era su verdadera hija aunque sabía que ustedes la buscaban desesperadamente."

"No puede ser..."

"¡Quién es nuestra verdadera hija, dilo de una vez!"

Los Vizcondes Isqua lo dedujeron, pero presionaron al Vizconde Roteschu por miedo a reconocerlo.

Por el matiz de sus palabras parecía dar a entender que Evely era su verdadera hija, pero si la insinuación del Vizconde Roteschu era cierta, sería cruel y horrible. Por eso, le gritaron exaltados al Vizconde Roteschu.

"Lo han entendido, pero no quieren aceptar la realidad. Evely. Evely. La segunda amante de Su Majestad, la maga Evely."

La atmósfera se volvió repentinamente fría, como si el aire hubiera desaparecido.

La Vizcondesa Isqua se cubrió la cara con ambas manos, sus labios se volvieron pálidos y su cuerpo temblaba.

"No tiene sentido... Es absurdo... ¡Es una mentira!"

"¿Piensas que vamos a creernos eso?"

El Vizconde Isqua también gritó furioso.

Sabiendo que esto pasaría, el Vizconde Roteschu sonrió amargamente y les entregó los documentos del orfanato que había traído junto con otros documentos que había reunido para aclarar cualquier duda.

"Por supuesto, no estoy completamente seguro porque no se hizo una prueba de paternidad. Yo mismo fui al templo y me dijeron que no se podía hacer si las partes implicadas no se presentaban. Pero dadas las pruebas, es muy probable que esa chica sea la hija que perdieron."

Roteschu enderezó su postura al terminar sus palabras.

El Vizconde Isqua aplastó los documentos que sostenía y gritó.

"¿Por qué lo dices ahora? ¡¿Por qué tan tarde?!"

Si lo hubieran dicho antes, si lo hubieran dicho cuando la situación era diferente, podrían haber escapado con Evely a otro país o al menos no habrían intentado echar a Evely del palacio imperial por Rashta.

No fue hasta que la situación llegó a un punto crítico que el Vizconde Roteschu lo confesó. Sin duda, no debía tener buenas intenciones.

"Rashta intentó matar a mi hija."

El Vizconde Roteschu no negó su motivo.

"Así que ya no tengo que cubrirla."

Luego, el Vizconde Roteschu se dio la vuelta sin decir una palabra.

Ya no estaba en sus manos que le creyeran. En cualquier caso, sería doloroso para ellos tener esa duda.

No estaba completamente seguro de la información que había conseguido, pero tenía que usarla. Aunque Evely resultara no ser su hija, eso no le importaba al Vizconde Roteschu.

Mientras el Vizconde Roteschu subía los escalones de la prisión, oyó un profundo grito a sus espaldas que le hizo detenerse por un momento.

"Apresúrate."

Pero cuando el guardia que le permitió entrar en secreto lo apresuró, el Vizconde Roteschu salió rápidamente de la prisión y le dio al guardia una gran joya como recompensa.

"Vete de una vez."

Sin que el Vizconde Roteschu se diera cuenta, Sovieshu lo observaba atentamente desde las sombras.

***

El Vizconde Roteschu se dirigió directamente a la ciudad para cambiar las joyas de oro y plata que tenía por dinero en efectivo.

Una vez hecho esto, puso todo primero en varias bolsas pequeñas de aspecto común, y después las metió en una caja de madera común, poniéndole clavos a la tapa para evitar que la abrieran.

Iba a enviar todo esto a su territorio.

Si bien no había mucho que hacer en su territorio y Rivetti era una chica inteligente, existía una diferencia entre ser inteligente y dirigir bien el territorio.

Rivetti no tenía experiencia ni había aprendido a gobernar, por lo que seguramente cometería algunos errores. Se necesitaría mucho dinero para cubrir esos errores, y esto era para esos momentos.

El Vizconde Roteschu caminó orgulloso hacia la mansión, después de preparar esta caja para ayudar a su hija y a su esposa.

Pero ese sentimiento no duró mucho tiempo. A los pocos pasos, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. De hecho, estaba tan asustado que quería huir de inmediato.

Sin embargo, el Emperador había sido benevolente al permitirle organizar sus bienes y salvar tanto a su hija como a su esposa.

Sabía que si intentaba aprovecharse de la benevolencia del emperador, no sólo moriría él, sino también todos los miembros de su familia, así que no tenía otra opción que seguir adelante a pesar de su miedo.

Cuando el Vizconde llegó a la mansión, un carruaje negro ya estaba estacionado en medio del jardín.

Esta mansión ya no contaba con ningún empleado, había perdido su esplendor y parecía desolada.

El mayordomo, que estaba delante del carruaje, se acercó y dijo dolorosamente,

"Amo..."

"Entrega esto a mi esposa."

El Vizconde Roteschu le extendió a su mayordomo de confianza la caja que había asegurado bien.

"¿No puede hacerlo el maestro?"

Preguntó el mayordomo mientras contenía las lágrimas.

Él había estado cerca del Vizconde Roteschu desde muy joven, por lo que se preocupaba más por el Vizconde Roteschu que por sus hijos.

Aunque el Vizconde Roteschu ahora era un hombre mayor, para el mayordomo seguía siendo como un hermano pequeño al que debía cuidar. Si sólo una persona de la familia podía sobrevivir, quería que fuera el Vizconde Roteschu.

"Es difícil que me salve después del escándalo de Alan..."

"Amo..."

"Confiaré en ti."

Después de dar una palmada en el hombro del mayordomo, el Vizconde Roteschu sacó una pequeña bolsa llena de dinero que había dejado para él.

"Esto es para ti. Con este dinero podrás vivir tranquilamente por tu cuenta, incluso si Rivetti cambia con el poder. Aunque no creo que suceda."

Cuando el mayordomo aceptó la pequeña bolsa entre lágrimas, el Vizconde Roteschu miró a su alrededor mientras se secaba las lágrimas.

"¿Dónde está Alan?"

Alan, que había sido encarcelado incluso antes de ir al templo, fue liberado brevemente después de que el Vizconde Roteschu llegara a un acuerdo con Sovieshu. Pero no volvió a verlo.

"Unos caballeros vinieron y se lo llevaron."

"..."

El Vizconde Roteschu cerró los ojos con impotencia.

El mayordomo moqueó y se limpió las lágrimas con la manga de su traje negro.

"Tú también debes irte."

"Quisiera servirle hasta mañana."

"Vete ahora. Eso sería ayudarme."

Cuando el mayordomo subió renuentemente al asiento del cochero, el propio Vizconde Roteschu espoleó a los caballos para que se pusieran en marcha.

Mientras veía el carruaje alejarse, los ojos del Vizconde Roteschu se llenaron de lágrimas.

Recordó cuando se enfadó porque su único sucesor era demasiado tonto y su saludable esposa alzó la voz para defender a su hijo, en una época en la que Alan todavía era pequeño y Rivetti no había nacido... Recordó a su debilitada esposa sentada en una mecedora cantando con la pequeña Rivetti en sus brazos... Recordó a su demacrada esposa tumbada en la cama, aunque respiraba con dificultad se aferraba lo más fuerte que podía a la mano del Vizconde Roteschu...

"Cariño..."

Desconsolado, el Vizconde Roteschu entró en la mansión.

De repente, se preguntó qué le había pasado a Ahn, pero rápidamente dejó de lado el asunto del niño porque no le importaba si moría o no.

***

jueves, 21 de octubre de 2021

octubre 21, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 376

Capítulo 376. Arreglos del Vizconde Roteschu (1)



Sovieshu habló con calma, se sentó en una silla, sacó su espada y empezó a limpiar la hoja con una toalla seca. Los movimientos de su mano eran tan peligrosos que en cualquier momento podía cortarse.

El Marqués Karl miró a Sovieshu con preocupación y abrió la boca con cautela.

"Hmm... Su Majestad."

Sovieshu preguntó, "¿Qué pasa?", sin siquiera mirarlo.

El Marqués Karl volvió a hablar,

"La Vizcondesa Verdi ha dicho que la princesa se encuentra enferma..."

Antes de que el Marqués Karl pudiera terminar de hablar, Sovieshu se detuvo. Sus ojos se entrecerraron por un momento, aunque resultaba difícil darse cuenta debido a su cabello, y preguntó fríamente.

"¿Quién es la princesa?"

Esto era cierto. La bebé que no tenía una gota de sangre del Emperador no era una princesa. El hecho de que Glorym siguiera viviendo en el palacio imperial no era más que la última gota de afecto que le quedaba a Sovieshu.

El Marqués Karl, que había mostrado cierta simpatía por la bebé inocente, no estaba dispuesto a soportar la ira de Sovieshu por cuidar del segundo hijo de Rashta.

"Bien, lo ignoraré."

El Marqués Karl se marchó y Sovieshu comenzó a limpiar su espada de nuevo.

Sin embargo, su velocidad era significativamente más lenta que antes. Su mirada también se desvió a otro lugar distinto a la espada.

Finalmente, la espada le cortó y la sangre brotó de su dedo.


Sin limpiarse la sangre, Sovieshu miró perdidamente la sangre roja que fluía por la espada blanca, luego cerró los ojos y llamó a un guardia secreto que actuaba como una sombra.

"Sí, Su Majestad."

"... Averigua por qué la bebé está enferma, y qué tan mal se encuentra."

"Sí, Su Majestad."

El guardia respondió con determinación sin mostrar ninguna emoción, luego se marchó.

Cuando Sovieshu se quedó completamente solo, bajó la espada y cerró los ojos.

La bebé no era su hija. Era la hija de Alan. Todavía le enfadaba no poder sacarse del todo a la bebé de su corazón.

Como una bola de hierro que descendía por una pendiente pronunciada, seguían sucediendo cosas que hacían aumentar la ira de Sovieshu.

Al día siguiente, se debió a la inesperada actitud de los Vizcondes Isqua en el juicio.

"¡¿Qué significa esto?! ¡¿Cómo pueden defender a Rashta?!"

Cuando Sovieshu rugió, todos sus secretarios guardaron silencio. De hecho, no tenían nada que decir porque tampoco lo esperaban.

"Es absurdo."

Sovieshu sonrió impotente y apretó con fuerza los mangos del trono.

No fue Sovieshu quien trajo a los Vizcondes Isqua, pero sabiendo que Rashta había llegado como una esclava fugitiva, Sovieshu estaba convencido de que no eran los verdaderos padres de Rashta.

Aunque el vínculo que desarrollaban los padres adoptivos al criar a un bebé no era inferior al de los verdaderos padres, los Vizcondes Isqua no habían criado a Rashta y se conocían desde hace poco tiempo como para sentir ese vínculo.

En una situación tan difícil, Sovieshu pensó que naturalmente culparían a Rashta si se veían acorralados. Independientemente de que Rashta estuviera realmente involucrada o no.

Pero en el juicio público, en el que los Vizcondes Isqua fueron señalados por la gente, negaron categóricamente que Rashta tuviera algo que ver.

Aun así, fue una gran decisión.

Debido a esto, la gente comenzó a murmurar que Rashta realmente era hija de los Vizcondes Isqua.

Todos sabían que los Vizcondes Isqua habían aparecido hace menos de un año, por lo que pensaron que si se trataba de una hija falsa, no harían esto.

"¿De verdad Rashta no está involucrada en este caso?"

"..."

Incluso si realmente no estaba involucrada, muchos intentaban arrastrar a otros con ellos cuando estaban a punto de caer.

Además, el Marqués Karl se enteró por el Barón Lant que los Vizcondes Isqua siempre recibían mucho dinero de Rashta de una u otra manera. No esperaba que tales sanguijuelas fueran agradecidas y leales.

"¿Qué va a hacer, Su Majestad?"

Sovieshu consiguió calmarse después de un rato, y respondió fríamente.

"¿Qué voy a hacer? Es molesto, pero no puedo sumar un crimen que no es reconocido."

Aunque había planeado empezar por este caso para quitarle a Rashta las posibilidades de defenderse una a una, aún había muchas formas de sacar a Rashta de la posición de emperatriz.

En vez de intentar inculparla arbitrariamente por este crimen, y provocar que la gente dudara de la veracidad de otros crímenes, iba a dejarlo pasar.

Pero en cuanto Sovieshu lo aceptó, se le acercó una persona totalmente inesperada.

* * *

"No esperaba verlos aquí tan pronto."

Los Vizcondes Isqua, que estaban recostados contra una pared dentro de su celda, levantaron repentinamente la cabeza al oír la voz de un hombre de mediana edad que les resultaba familiar.

Vieron a un hombre caminar de un lado a otro frente a los barrotes.

Era el Vizconde Roteschu.

Al ver su cara nada agradable, la expresión de los Vizcondes Isqua se volvió rígida.

Rashta solía decir muchas cosas malas sobre Roteschu.

Los Vizcondes Isqua, que nunca se habían relacionado con el Vizconde Roteschu, naturalmente tenían una mala impresión de él.

Tal hombre se les había acercado en un momento en que se sentían miserables, con el orgullo herido y de mal humor.

Ante esto, la Vizcondesa Isqua preguntó fríamente,

"¿Qué quieres?"

Su actitud era ofensiva, pero el Vizconde Roteschu se rió burlonamente,

"Son unos idiotas y patéticos bastardos."

En respuesta al absurdo comentario, esta vez el Vizconde Isqua se puso furioso y miró aterradoramente al Vizconde Roteschu,

"¿Qué estás haciendo aquí? ¿Viniste a burlarte de nuestra situación? Si es así, has venido al lugar equivocado. Ni siquiera intentamos matar a esa zorra de Evely, y aunque nos incriminaran con pruebas falsas, no nos castigarán severamente por casi matar a una plebeya."

El Vizconde Isqua sonrió con satisfacción mientras hablaba,

"Pero en tu caso es diferente. Te atreviste a introducir tu propia sangre en la familia imperial, es equivalente a una conspiración para usurpar el trono. ¿No deberías cuidar tu propio cuello primero?"

No se llevaban tan mal como para arremeter contra el Vizconde Roteschu, pero estaban mentalmente atrapados.

El orgullo de proteger a su hija Rashta les hacía seguir adelante, pero era difícil soportar los señalamientos de la gente.

Sin embargo, el Vizconde Roteschu estaría en una situación peor que ellos en el futuro, por lo que intentaron tranquilizarse un poco insultándole.

Aunque en vez de asustarse, el Vizconde Roteschu sonrió amargamente.

De repente, se preguntó si las cosas habrían sido diferentes si en vez de buscar a Rivetti hubiera tomado medidas enérgicas con Alan. 

Después de pedir a Rivetti que volviera al territorio, fue a la mansión para averiguar más sobre la situación. Allí se enteró de que Alan había llevado a Ahn al palacio imperial para reunirse primero con Sovieshu y luego con Rashta mientras él estaba ausente.

Era como llevar aceite en una mano y fuego en la otra.

Por muy doloroso que fuera que los Vizcondes Isqua lo culparan de esto, el Vizconde Roteschu lo reconoció a regañadientes con una amarga sonrisa.

"Es cierto."

En el momento en que los Vizcondes Isqua dudaron ante su actitud sincera. El Vizconde Roteschu se rió de forma cruel y sarcástica,

"Si bien mi cuello está en peligro, no tengo nada de qué avergonzarme porque moriré para proteger a mi familia. ¿Pero qué hay de ustedes? ¿No intentaron matar a su verdadera hija por el bien de una hija falsa que no criaron?"