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lunes, 25 de octubre de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 377

Capítulo 377. Arreglos del Vizconde Roteschu (2)



El Vizconde Roteschu chasqueó la lengua como si fuera maravilloso sólo de pensarlo.

"Cuando mueran ni siquiera podrán cerrar los ojos."

Los Vizcondes Isqua se sobresaltaron ante este extraño comentario.

"¿Nuestra verdadera hija? ¿Qué estás diciendo?"

Sorprendida, la Vizcondesa Isqua preguntó directamente.

Tras ser separados de sus dos hijas, se apegaron a la existencia de su hija falsa. Aunque el afecto que sentían por su hija falsa no podía ser comprendido por los demás, era lo suficientemente fuerte como para no culparla injustamente a pesar de haberla conocido hace menos de un año. Sin embargo, se quedaron perplejos al escuchar sobre su verdadera hija.

El Vizconde Roteschu sonrió maliciosamente.

"Oh, no. Pensé que ya lo sabían porque visitaban a Rashta a menudo, ¿aún no lo saben?"

El Vizconde Isqua exclamó con una expresión rígida.

"¡Habla claramente!"

"La hija falsa que intentaban proteger les estaba ocultando deliberadamente quién era su verdadera hija aunque sabía que ustedes la buscaban desesperadamente."

"No puede ser..."

"¡Quién es nuestra verdadera hija, dilo de una vez!"

Los Vizcondes Isqua lo dedujeron, pero presionaron al Vizconde Roteschu por miedo a reconocerlo.

Por el matiz de sus palabras parecía dar a entender que Evely era su verdadera hija, pero si la insinuación del Vizconde Roteschu era cierta, sería cruel y horrible. Por eso, le gritaron exaltados al Vizconde Roteschu.

"Lo han entendido, pero no quieren aceptar la realidad. Evely. Evely. La segunda amante de Su Majestad, la maga Evely."

La atmósfera se volvió repentinamente fría, como si el aire hubiera desaparecido.

La Vizcondesa Isqua se cubrió la cara con ambas manos, sus labios se volvieron pálidos y su cuerpo temblaba.

"No tiene sentido... Es absurdo... ¡Es una mentira!"

"¿Piensas que vamos a creernos eso?"

El Vizconde Isqua también gritó furioso.

Sabiendo que esto pasaría, el Vizconde Roteschu sonrió amargamente y les entregó los documentos del orfanato que había traído junto con otros documentos que había reunido para aclarar cualquier duda.

"Por supuesto, no estoy completamente seguro porque no se hizo una prueba de paternidad. Yo mismo fui al templo y me dijeron que no se podía hacer si las partes implicadas no se presentaban. Pero dadas las pruebas, es muy probable que esa chica sea la hija que perdieron."

Roteschu enderezó su postura al terminar sus palabras.

El Vizconde Isqua aplastó los documentos que sostenía y gritó.

"¿Por qué lo dices ahora? ¡¿Por qué tan tarde?!"

Si lo hubieran dicho antes, si lo hubieran dicho cuando la situación era diferente, podrían haber escapado con Evely a otro país o al menos no habrían intentado echar a Evely del palacio imperial por Rashta.

No fue hasta que la situación llegó a un punto crítico que el Vizconde Roteschu lo confesó. Sin duda, no debía tener buenas intenciones.

"Rashta intentó matar a mi hija."

El Vizconde Roteschu no negó su motivo.

"Así que ya no tengo que cubrirla."

Luego, el Vizconde Roteschu se dio la vuelta sin decir una palabra.

Ya no estaba en sus manos que le creyeran. En cualquier caso, sería doloroso para ellos tener esa duda.

No estaba completamente seguro de la información que había conseguido, pero tenía que usarla. Aunque Evely resultara no ser su hija, eso no le importaba al Vizconde Roteschu.

Mientras el Vizconde Roteschu subía los escalones de la prisión, oyó un profundo grito a sus espaldas que le hizo detenerse por un momento.

"Apresúrate."

Pero cuando el guardia que le permitió entrar en secreto lo apresuró, el Vizconde Roteschu salió rápidamente de la prisión y le dio al guardia una gran joya como recompensa.

"Vete de una vez."

Sin que el Vizconde Roteschu se diera cuenta, Sovieshu lo observaba atentamente desde las sombras.

***

El Vizconde Roteschu se dirigió directamente a la ciudad para cambiar las joyas de oro y plata que tenía por dinero en efectivo.

Una vez hecho esto, puso todo primero en varias bolsas pequeñas de aspecto común, y después las metió en una caja de madera común, poniéndole clavos a la tapa para evitar que la abrieran.

Iba a enviar todo esto a su territorio.

Si bien no había mucho que hacer en su territorio y Rivetti era una chica inteligente, existía una diferencia entre ser inteligente y dirigir bien el territorio.

Rivetti no tenía experiencia ni había aprendido a gobernar, por lo que seguramente cometería algunos errores. Se necesitaría mucho dinero para cubrir esos errores, y esto era para esos momentos.

El Vizconde Roteschu caminó orgulloso hacia la mansión, después de preparar esta caja para ayudar a su hija y a su esposa.

Pero ese sentimiento no duró mucho tiempo. A los pocos pasos, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. De hecho, estaba tan asustado que quería huir de inmediato.

Sin embargo, el Emperador había sido benevolente al permitirle organizar sus bienes y salvar tanto a su hija como a su esposa.

Sabía que si intentaba aprovecharse de la benevolencia del emperador, no sólo moriría él, sino también todos los miembros de su familia, así que no tenía otra opción que seguir adelante a pesar de su miedo.

Cuando el Vizconde llegó a la mansión, un carruaje negro ya estaba estacionado en medio del jardín.

Esta mansión ya no contaba con ningún empleado, había perdido su esplendor y parecía desolada.

El mayordomo, que estaba delante del carruaje, se acercó y dijo dolorosamente,

"Amo..."

"Entrega esto a mi esposa."

El Vizconde Roteschu le extendió a su mayordomo de confianza la caja que había asegurado bien.

"¿No puede hacerlo el maestro?"

Preguntó el mayordomo mientras contenía las lágrimas.

Él había estado cerca del Vizconde Roteschu desde muy joven, por lo que se preocupaba más por el Vizconde Roteschu que por sus hijos.

Aunque el Vizconde Roteschu ahora era un hombre mayor, para el mayordomo seguía siendo como un hermano pequeño al que debía cuidar. Si sólo una persona de la familia podía sobrevivir, quería que fuera el Vizconde Roteschu.

"Es difícil que me salve después del escándalo de Alan..."

"Amo..."

"Confiaré en ti."

Después de dar una palmada en el hombro del mayordomo, el Vizconde Roteschu sacó una pequeña bolsa llena de dinero que había dejado para él.

"Esto es para ti. Con este dinero podrás vivir tranquilamente por tu cuenta, incluso si Rivetti cambia con el poder. Aunque no creo que suceda."

Cuando el mayordomo aceptó la pequeña bolsa entre lágrimas, el Vizconde Roteschu miró a su alrededor mientras se secaba las lágrimas.

"¿Dónde está Alan?"

Alan, que había sido encarcelado incluso antes de ir al templo, fue liberado brevemente después de que el Vizconde Roteschu llegara a un acuerdo con Sovieshu. Pero no volvió a verlo.

"Unos caballeros vinieron y se lo llevaron."

"..."

El Vizconde Roteschu cerró los ojos con impotencia.

El mayordomo moqueó y se limpió las lágrimas con la manga de su traje negro.

"Tú también debes irte."

"Quisiera servirle hasta mañana."

"Vete ahora. Eso sería ayudarme."

Cuando el mayordomo subió renuentemente al asiento del cochero, el propio Vizconde Roteschu espoleó a los caballos para que se pusieran en marcha.

Mientras veía el carruaje alejarse, los ojos del Vizconde Roteschu se llenaron de lágrimas.

Recordó cuando se enfadó porque su único sucesor era demasiado tonto y su saludable esposa alzó la voz para defender a su hijo, en una época en la que Alan todavía era pequeño y Rivetti no había nacido... Recordó a su debilitada esposa sentada en una mecedora cantando con la pequeña Rivetti en sus brazos... Recordó a su demacrada esposa tumbada en la cama, aunque respiraba con dificultad se aferraba lo más fuerte que podía a la mano del Vizconde Roteschu...

"Cariño..."

Desconsolado, el Vizconde Roteschu entró en la mansión.

De repente, se preguntó qué le había pasado a Ahn, pero rápidamente dejó de lado el asunto del niño porque no le importaba si moría o no.

***