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jueves, 13 de octubre de 2022

octubre 13, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 34

Capítulo 34. La Mejor Decisión

Annette no dijo nada. Diana estaba de pie frente a ella, con el rostro ansioso por una respuesta. Sabía muy bien que Annette había sido la candidata más fuerte a Princesa Heredera, así que sacar el tema era pura malicia.

Si le hubiera dicho eso a Annette antes de su regresión, ésta se habría sentido muy dolida.

Ella sólo suspiró para sus adentros. Diana había sido su amiga de la infancia, pero ahora era la mejor amiga de Celestine. La fluctuante red de relaciones entre las personas podía ser a veces muy irónica.

Pero todo esto había ocurrido hacía cinco años. Ya no le dolía nada, así que podía reírse de Diana. A menos que hubiera sido la propia Celestine, de quien Annette sospechaba que había sido la que la había inculpado con cargos falsos, nada de eso importaba.

"¿Ah, sí?" preguntó Annette, sonriendo. "¿Sabes si había un diamante azul entre esos regalos, por casualidad? Tengo muchas ganas de verlo, espero que lo lleve en su coronación."

"Bueno... no sé..."

Annette parecía puramente interesada en la tiara en sí, más que en lo que simbolizaba. Diana se estremeció, su decepción era evidente en su rostro. Pero Annette sólo pasó a la ofensiva, rodeando con sus manos el fuerte brazo de Raphael.

"Cariño", dijo, inclinando la cabeza para mirarle cariñosamente. "Creo que preferiría tener un diamante azul, ¿Qué te parece? ¿Me quedaría bien?"

Raphael se limitó a mirarla en silencio, Annette le entró un sudor frío. Por un momento, pensó que él estaría de su lado, porque habían pasado una bonita noche juntos. ¿Ella acaso se había adelantado a la realidad? Sería terrible ser humillada delante de Diana.

Annette se mordió los labios cuando él le quitó sus manos del brazo, y su corazón se desplomó. Tal como ella pensaba, él no tenía intención de involucrarse en un conflicto entre dos mujeres. Pero entonces él le rodeó suavemente los hombros con un brazo, abrazándola.

"Si te hace feliz, puedes vaciar la caja fuerte. Compra un diamante azul y todo lo que quieras."

"¡Oh, Dios!", exclamó Diana al escuchar aquella voz profunda, y se tapó la boca. Era emocionante ver a un hombre siendo tan abiertamente cariñoso con su mujer. Pero Raphael no había terminado.

"Pero creo que un diamante rosa sería mejor", dijo él, bajando la cabeza y acariciando su cara. "Iría mejor con tus bonitos ojos rosas."

Y entonces rozó con sus labios cada párpado. Su tierna muestra de afecto habría derretido el corazón de cualquiera que lo viera. Esto animó a Annette a acabar con su enemigo.

"Gracias, Raphael", dijo ella. "Aceptar casarme contigo ha sido la mejor decisión que he tomado nunca."

La mujer, que nunca había tomado una decisión propia desde que nació, reía como una flor mientras mentía. Tanto ella como Raphael sabían que era una mentira, pero Dama Diana no. Como la mejor amiga de Celestine, sólo había querido burlarse de Annette, pero se convirtió ella misma en la broma.

"Es un poco tarde, Dama McClaire. Deberíamos irnos, ¿Estarás bien sola?"

Con un brazo alrededor de la cintura de Raphael, Annette ofreció sonriente este golpe a Diana, que ni siquiera estaba comprometida. Diana se enamoró fácilmente, pero desgraciadamente el objeto de sus afectos nunca le correspondió. Esa era al menos parte de la razón por la que nunca se había visto envuelta en ningún escándalo. Traducción ReinoWuxia

"Por supuesto que estaré bien", dijo, levantando la voz cuando Annette la golpeó en su punto débil. "Todo este mercado pertenece a mi familia. ¿Sabes lo bien que se venden los productos de hierro estos días? El negocio va tan bien, que apenas he terminado ahora, ¡Ya iba de camino a casa!"

"Oh, ya veo. Envidio tu espíritu de trabajo."

Annette, la hija de la familia más rica de Deltium, sonrió ampliamente. Diana apretó los puños, temblando de rabia. Y Raphael se unió a la diversión por segunda vez, la guinda perfecta del pastel.

"Ahora que lo mencionas, uno de mis regalos de boda fue una mina de hierro. Los ingresos han sido bastante buenos estos días. Annette, ¿te gustaría que la pusiera a tu nombre? Compra todos los diamantes que quieras, sean azules o rosas."

¡Qué extraordinario! Diana se quedó con la boca abierta. Ahora que se había perfeccionado el proceso de fundición, había una gran demanda de productos de hierro, y los nobles con minas de hierro estaban ganando mucho dinero.

¿Y él iba a dárselo todo a Annette?

Diana se sintió humillada, pero también celosa. Hasta hace poco, el hierro no se utilizaba mucho en el Imperio, ya que era muy difícil de refinar. Pero con los nuevos métodos recientemente descubiertos, cada parte de la vida cotidiana parecía necesitarlo de alguna manera. A juzgar por la vajilla de hierro que Annette había visto en el restaurante, incluso ellos habían seguido la tendencia.

El hierro es rentable ahora... eso es interesante.

Annette parpadeó, asombrada por la idea. Tendría que aprender más sobre la mina de hierro de Raphael. No porque se preocupara por ella, pero tal vez eso era lo que le interesaba a su padre.

Perdida en sus pensamientos, apenas sintió que Raphael la abrazaba cariñosamente, aunque se sonrojó cuando él besó la parte superior de su pequeña cabeza. Rápidamente, se despidió de Diana, que los miraba con envidia.

"Mi esposa está cansada, así que nos despedimos, Dama McClaire. Por favor, discúlpenos."

Humillada, Diana se dio la vuelta, aunque no pudo evitar volver a mirar a la pareja mientras se marchaban. Parecían la pareja de un retrato, con sus brazos rodeando los hombros y la cintura del otro, caminando juntos hacia su carruaje. Mirar al poderoso Raphael inclinándose hacia la esbelta Annette haría sonrojar a cualquier observador.

Ya verás, ¡Encontraré un prometido este año!

Con esta decisión en mente, Diana se alejó con los ojos lagrimeando al pensar que, incluso considerando el negocio de artículos de hierro de su familia, nunca podría estar completamente satisfecha. Si su mercancía de hierro se vendía bien, sólo significaba más beneficios para la mina de hierro del Marqués Carnesis, y más diamantes para Annette.

Esto la puso tan celosa que derramó lágrimas desde su corazón. Incluso si Annette no iba a ser más la Princesa Heredera, no importaba. Tenía un esposo sexy que la trataba con cariño, eso hacía que Diana la envidiara diez veces más que a Celestine. Mirar a Annette alejarse del brazo con su esposo era mucho peor que observar a Celestine recibir los regalos de boda de la familia real.

Mientras tanto, Annette se acomodó en el carruaje con un suspiro de alivio. "Mu... muchas gracias por eso, Raphael", dijo con cuidado, sonrojada por la vergüenza. "Por estar de mi lado."

Su expresión de profunda gratitud hizo que Raphael se sintiera inexplicablemente incómodo. Al instante a él le había caído mal Diana, que se comportaba como una zorra. Incluso con el esposo de Annette allí mismo, ella le había insinuado a Annette, ¿no es una pena que no pudiste casarte con el otro hombre? Fue como si miles de agujas le pincharan. Había querido demostrar que el matrimonio de Annette con él no era una desgracia. Eso fue todo.

Pero no podía ser sincero respecto a este impulso infantil. Era un hombre muy obstinado y siempre hablaba con franqueza.

"Si estás agradecida, asegúrate de que tu mano se cure bien", dijo, una respuesta contundente a su agradecimiento. No recordaba cómo se había herido la mano, pero sabía que probablemente fuera culpa suya. Cada vez que veía esa mano vendada, se sentía culpable. Habría preferido que su propia mano estuviera herida.

"Me pondré bien pronto", respondió Annette, con una sonrisa radiante. "Gracias por lo de hoy."

Había habido un pequeño contratiempo a mitad del día, pero su primera salida con Raphael había ido mucho mejor de lo que esperaba. Habían visitado la tumba de Robert, aunque ella ni siquiera había sabido quién era en su vida anterior. Habían comido juntos, bebido juntos, y aunque odiaba la interrupción de Diana, había podido apartarla efectivamente gracias a la ayuda de Raphael.

Ahora que lo pensaba, Diana no parecía saber nada de las falsas acusaciones contra Annette.

Recordando la expresión de Diana y el tono de su voz, Annette sabía que si hubiera sabido de esas acusaciones, Diana se habría burlado de ella inmediatamente. Resultaba sorprendente, teniendo en cuenta que Diana era la mejor amiga de Celestine, que el asunto se hubiera silenciado por completo. Aunque a Annette no le agradaba mucho la familia Bavaria, tenía que admitir que defendían a los suyos.

Mientras Annette se perdía en estos pensamientos, el carruaje rodaba tranquilamente hacia su casa. El pueblo que habían visitado no estaba tan lejos, así que llegaron rápidamente a la mansión. Antes de ir a su habitación, Annette se detuvo junto a Raphael en el pasillo.

"Buenas noches, Raphael. Me ha gustado mucho salir contigo."

Él asintió sin hablar. Ella estaba lo suficientemente familiarizada con su actitud como para no ofenderse. Pero cuando se dio la vuelta, escuchó su voz grave detrás de ella.

"Annette."

"¿Sí?"

 Cuando miró hacia atrás, pudo verlo de pie rígido, en el pasillo oscuro, con su rostro blanco girado hacia ella. Su piel no se había bronceado ni siquiera después de tantas horas de entrenamiento al sol, y parecía tan inmaculado como una estatua de mármol. Sus labios rojos se movieron de forma vacilante, y entonces hizo una pregunta que Annette nunca habría esperado.

"Lo... que dijiste. ¿Era cierto?"

"¿Qué?"

"Que no te arrepientes..."

Raphael no se atrevió a preguntarle directamente, ¿Fue realmente casarse conmigo la mejor decisión que tomaste?

Annette, que nunca había soñado que él pudiera hacer semejante pregunta, abrió mucho los ojos.

martes, 11 de octubre de 2022

octubre 11, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 33

Capítulo 33. Agridulce

Raphael no tenía ninguna expectativa particular sobre el restaurante que elegiría Annette. Seguramente sería el restaurante más lujoso de la calle, con el ambiente más refinado de todos los demás.

Las expectativas de Raphael estaban a punto de ser brutalmente traicionadas.

"¡Oh, mira, Raphael! Mira ese cerdo, ¡es tan grande!"

Había elegido un restaurante al aire libre donde se veía un inmenso cerdo desde la calle, que se asaba en un asador de hierro. Incluso la manzana rellena en su boca se veía deliciosa. Annette, a la que sólo le habían servido porciones de carne perfectamente cocinadas, se encendió de emoción viendo a un cerdo de verdad.

"Huele tan bien", dijo. "Pimienta negra, albahaca, comino y... ¿Qué más es? Oh, Dios, ¡mira ese recubrimiento!"

El chef también estaba emocionado, que una bonita noble mirara su comida con tanta expectativa. Por un momento, le preocupó que la deslumbrante pareja con sus ricas vestimentas hubiera venido a causar problemas. Pero estaban muy tranquilos y pidieron el plato más caro del menú. Para unos clientes tan distinguidos, estaba dispuesto a hacer un esfuerzo adicional.

"¡No encontrarán un asado más perfecto!" Presumió. "Toma, te daré el mejor corte."

Con una terrorífica sierra en una mano y un cuchillo para huesos en la otra, el chef comenzó a cortar cuidadosamente, exagerando teatralmente sus movimientos. Cualquiera podría haber dicho que estaba montando un espectáculo, así que un espadachín experimentado como Raphael lo consideró ridículo.

"¡Oh, mira, es tan increíble!" exclamó Annette, aplaudiendo emocionada. "¡Nunca había visto algo así!"

Olvidándose de sí misma, se estremeció cuando chocó accidentalmente su mano vendada, pero ni siquiera esto fue suficiente para calmarla. Sus mejillas estaban sonrosadas, sus ojos brillaban como estrellas. Raphael se quedó boquiabierto al ver a su elegante esposa así de emocionada.

"Annette, ven aquí y siéntate bien."

Raphael no quería decir algo así a una mujer adulta, especialmente a Annette Bavaria, que debía conocer la etiqueta desde la infancia. Pero era la primera vez que la veía tan emocionada, por lo que le preocupaba que pudiera cometer un error.

Cuando ella estaba a punto de inclinarse de nuevo hacia delante sobre su mano herida, él no pudo aguantar más y le agarró el codo para ayudarla a sentarse. Le colocó la servilleta en el cuello, como si la estuviera preparando para un festín.

¿Por qué demonios estoy haciendo esto?

"¡Vengan, pruébenlo! Es la obra maestra de nuestro restaurante."

Al terminar de cortar el asado, el chef se acercó a ellos, secándose la frente. Había tenido la amabilidad de cortarlo en pequeñas porciones para que fuera más fácil comerlo. Sorprendentemente, todos los utensilios y la vajilla del restaurante eran de hierro auténtico, lo que daba un aire de singularidad a la cena rústica.

Fue una experiencia emocionante para Annette, que estimuló tanto su estado de ánimo como su apetito. El cerdo humeante olía muy bien. Ansiosa, agarró el tenedor.

"Espera, Annette". Frunciendo el ceño, Raphael trató de detenerla. El cerdo estaba recién salido del asador, se quemaría la boca si lo comía enseguida. Y aunque el chef había tenido especial cuidado al servir su porción, los trozos seguían siendo bastante grandes. Raphael miró su mano vendada. Aunque dudaba de que él hubiera causado la herida, no podía dejar de preocuparse por ella.

Con el ceño fruncido, levantó su propio cuchillo para cortar la carne de cerdo en trozos muy pequeños para ella. Era algo que había visto hacer a los cortesanos para impresionar a sus compañeras, por lo que se sintió ridículo. Nunca había imaginado que haría algo como esto por una mujer.

"Toma. Deja que se enfríe antes de comerlo", dijo, soltando el cuchillo y empujando el plato hacia ella con frialdad.

"Gracias."

Ella, que cogió un trozo de chicharrones con el tenedor, se lo llevó a la boca. El sabor era más allá de lo que había esperado. Tenía una crujiente recubrimiento. La carne  tierna que había debajo casi se derretía en su lengua, llenando su boca de sabor salado. De alguna manera, comerlo al aire libre, con la brisa fresca que soplaba, hacía que supiera aún mejor.

"Está realmente delicioso", dijo ella, tapándose la boca con una mano, saboreándolo. Desde el otro lado de la mesa, Raphael sonrió ante su satisfacción, la primera vez que lo hacía sin sarcasmo ni malicia. Nerviosa, le tendió un tenedor. "Toma, Raphael, pruébalo."

El tembloroso tenedor, sostenido entre sus dedos densamente vendados, estaba a punto de caer sobre la mesa. Raphael sacudió la cabeza y le quitó el plato para cortar la carne aún más pequeña. En ese momento estaba casi hecha puré.

Sólo entonces  tomó el tenedor de Annette, devorando la carne de un solo bocado y sustituyendo el tenedor por una cuchara.

"Come con esto", dijo. "No es un restaurante formal, a nadie le importará."

Annette había sido sometida a un riguroso entrenamiento previendo que se convertiría en Princesa Heredera, eso había incluido naturalmente la etiqueta en las comidas. Pero comer puré de carne con una cuchara era otra cosa que nunca había imaginado hacer.

Pero... no había ninguna razón para no hacerlo, ¿verdad?

Esa preguntó surgió en el interior de la renacida Annette, y ésta miró la cuchara durante un segundo, luego se sirvió un gran bocado y se lo metió directamente entre los labios. La carne que Raphael había cortado para ella seguía estando deliciosa, pero ahora era mucho más fácil de manejar. Annette estaba encantada con el grasiento sabor salado, diferente a todo lo que había probado antes.

"Toma, prueba esto también", dijo Raphael, levantando el vaso que estaba sorbiendo y lo empujó hacia ella. "No está tan mal."

Era un licor dulce y amargo al mismo tiempo, con limón y manzana añadidos al vino blanco. El sabor agudo borró inmediatamente la sal y la grasa de la carne, y la fresca brisa nocturna que llegaba del río lo hizo todo inexpresablemente agradable. Era el tipo de noche para embriagarse.

Pero lo que más le agradaba era el rostro de Raphael mirándola desde el otro lado. Aquel bello rostro, bajo el cálido resplandor de las luces, parecía mucho más amigable que de costumbre. En su corta vida, casi nunca lo había visto así.

La hizo sentir como si tal vez se hubieran acercado un poco más.

Tal vez fuera porque le había visto acomodar su comida con sus propias manos, pero Annette se olvidó de su anterior tristeza. Todos sus problemas se resolverían cuando ella se fuera. Pero antes de despedirse, se alegró de tener este recuerdo con él, para poder mirar atrás con una sonrisa.

Annette sonrió, inclinando su vaso. A pesar de su aspecto, podía aguantar bien el alcohol, así que incluso después de tres copas llenas de vino, seguía estando bastante estable.

"Resultaron ser bebidas espirituosas de verdad", dijo Raphael jovialmente. Parecía mucho más relajado. "Si hubieras tomado mucho más, tendrías vino en las venas en lugar de sangre."

"Todavía podría haber tomado una o dos copas más. Es una pena que el restaurante haya cerrado tan pronto."

Durante todo el camino de vuelta al carruaje, ella se lamentó por no haber podido beber más. Normalmente no disfrutaba mucho del alcohol, aunque lo toleraba bien, pero había querido beber hasta la saciedad aquel vino agridulce. Al escuchar su emocionada charla, Raphael se rió en voz alta sin notar el cambio en su propio comportamiento.

"Ni hablar, no más después de todo eso. ¿No sería un escándalo para la reputación de una dama, ser llevada a casa a cuestas?" Se burló. "Seguro que no querrías regresar a casa de esa manera."

Aquellos ojos azules que siempre la miraban con tanta frialdad, brillaban bajo sus largas pestañas. Annette no pudo evitar sonreírle cálidamente. Era una noche tan agradable, pero tan corta. Mientras se acercaban al carruaje, le entristeció pensar que había terminado y que pronto volverían a ser los de siempre, después del corto viaje a casa.

"Oh, no puede ser... ¿Es la Dama Annette?"

En ese momento, alguien se acercó a ellos desde el otro lado de la calle. Había estado sonriendo a Raphael, pero cuando Annette se giró para mirar, su alegre sonrisa desapareció inmediatamente. Era alguien que conocía muy bien.

"Dama Diana. Qué sorpresa conocerla."

El nombre de la mujer de cabello negro rizado era Diana McClaire, la segunda hija del Conde McClaire, famoso por sus diversos negocios. Había sido amiga de Annette, cuando eran niñas, y aunque habían tenido poco contacto desde entonces, una nunca olvida a una amiga de la infancia. Incluso después de cinco años, Annette la reconoció al instante.

"Sabes, es peligroso que andes por ahí tan tarde... ¡ah! Estás con tu esposo. Buenas noches, Su Excelencia. ¿Marqués Carnesis? Soy la Dama Diana McClaire, hija del Conde McClaire."

Levantando el dobladillo de su falda en una reverencia, ella ofreció un saludo cortés, pero sus mejillas estaban rojas. Raphael tenía un mejor físico que la mayoría de los hombres, así que se le consideraba muy atractivo. No sólo era guapo, sino que su infame arrogancia y su ardiente temperamento lo hacían más atractivo.

Annette la observó con el ceño fruncido. Diana no era una mala persona, pero tenía dos grandes defectos. El primero era la tendencia a enamorarse demasiado rápido, por lo que el rostro de Diana se llenó de admiración al mirar al esposo de Annette. Lo cual no era tan malo como parecía; si bien Diana se enamoraba rápidamente, no era tan tonta como para hacer algo con un hombre que ya estaba tomado. Annette podía ignorar sin problemas las mejillas sonrojadas de Diana.

Pero no podía ignorar el segundo defecto. No era un gran problema para Diana, pero para Annette, era un punto de inflexión. Porque Diana McClaire...

"Oh, ahora que lo pienso, Dama Annette... no, ¡usted es la Marquesa Carnesis ahora! Pero ha escuchado que mi amiga Dama Keers ha recibido dos cajas de regalos de boda de la familia real. ¿No es increíble ser Princesa Heredera?"

Diana McClaire era una de las mejores amigas de Lady Celestine Keers.

domingo, 9 de octubre de 2022

octubre 09, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 32

Capítulo 32. Una Simple Decisión


A estas alturas, el nombre que vio en la lápida le resultaba muy familiar.

Robert Smith, murió a la edad de 27 años. Muerto en batalla, reprimiendo a la Resistencia de Letan.

Ese era el nombre de la persona con la que Raphael hablaba tan a menudo cuando estaba sonámbulo en sus pesadillas, suplicándole repetidamente que le perdonara. El nombre grabado en esta lápida era el mismo que estaba tan dolorosamente grabado en el corazón de Raphael.

Él no le devolvió la mirada. Él estaba tan quieto mientras miraba la tumba, que podría haber sido uno de los ángeles de piedra, o el dios de la muerte, custodiando el cementerio.

"Conoces este nombre, ¿no?" Preguntó, mordiéndose los labios. "Todas las noches, cuando..."

Su rostro se contorsionó como si estuviera confesando algo totalmente aborrecible, y aunque no terminó la frase, ella supo lo que quería decir. Raphael era un hombre orgulloso. No podía aceptar esta debilidad.

Automáticamente, ella agarró su mano, apretándola afectuosamente. No podía soportar verlo tan atormentado. Y sorprendentemente, él no se quejó. Miró su mano, pero no la apartó.

"¿Qué clase de persona era?" Preguntó en voz baja, para darle tiempo a calmarse.

"Era mi ayudante de campo. Se quedó atrás para contener a una unidad de Letan, pero tropezó con una de sus trincheras y se rompió las piernas. No pudo escapar. Si me hubiera quedado con él... ambos habríamos muerto."

Raphael se detuvo, apretando la manos. Tal vez había luchado hasta el final y luego se había visto obligado a retirarse, dejando a Robert atrás. Y esa culpa todavía le atormentaba. Cada noche, volvía a soñar con la muerte de Robert.

Por supuesto, a ella le daba lástima. Si hubiera tenido que dejar a Claire en peligro mientras ella huía, se habría sentido culpable el resto de su vida. Ninguna palabra podía consolarle. Annette le cogió la mano con más fuerza.

No dijo nada más. En silencio, extendió la mano para quitar la suciedad de la lápida y limpiar el musgo que crecía sobre las letras. Fue una acción brusca, pero estaba claro que había un sentimiento cálido detrás de la misma.

Al verlo, Annette sonrió en su interior. En su vida pasada, después de su muerte, ¿Raphael habría visitado su tumba? ¿La habría cuidado así?

Se sentía mareada sólo de pensarlo. Si él hubiera venido a pararse ante su lápida, vestido con un traje negro, ¿Qué actitud habría tenido? ¿Habría sido feliz, pensando que su enfermiza esposa se había ido por fin? ¿O se habría sentido desolado?

Era un misterio que no quería aclarar. No volvería a morir así, por lo que no tuvo más remedio que obviarlo. Cada vez que pensaba en él diciendo que la odiaba, le dolía el corazón.

Pero él nunca me habló de Robert...

En su última vida, nunca había sido tan cercana de Raphael como para saber nada de esto. Ni el trauma que sufrió por la guerra, ni la herida que Robert le había dejado como una espina en el corazón.

Ella ni siquiera había preguntado. Raphael había decidido decírselo a ella primero. ¿Realmente la odiaba? Tenía que reconsiderarlo, pero no pudo evitar sentir un pequeño brote de esperanza.

"Umm... ¿Raphael?"

A Annette nunca se le había dado bien adivinar lo que otra persona podía estar pensando, para ajustar su comportamiento en consecuencia. Siempre había preguntado directamente. Y aunque podría sentirse herida de nuevo si él repetía que la odiaba, estaría mucho más cerca de la verdad.

"¿Por qué me has traído aquí?" Preguntó, levantando la vista hacia él. Los ojos oscuros de Raphael se encontraron con los suyos. Sus labios rojos eran sorprendentemente hermosos.

"Porque sabes mi secreto."

"¿Eso es todo?"

"¿Debería haber otra razón?"

El pequeño brote de esperanza en su corazón se marchitó inmediatamente. Por supuesto, ella realmente no esperaba que él dijera algo como, 'no te odio tanto como antes'. Pero esa voz fría parecía advertirle que no esperara nada más. Eso por sí solo fue lo suficientemente duro, pero Raphael agachó la cabeza, agarrando su hombro con fuerza.

"Ni se te ocurra decir una palabra sobre esto a nadie más", susurró. "Mantén la boca cerrada."

Sus profundos ojos azules la miraron con fiereza.

Así que sólo había compartido este secreto porque tenía que hacerlo, no porque quisiera confiar en ella, o abrir su corazón de alguna manera. Annette se tragó un suspiro.

Era hora de volver al Gremio Secreto.

Ella permaneció en silencio mientras salían del cementerio, con la mirada perdida en la pequeña ventana del carruaje. Sus pestañas doradas estaban bajadas débilmente, y sus labios apretados. La visión hizo que el pecho de Raphael se sintiera inexplicablemente apretado.

¿Se ha ofendido?

Raphael había dado por sentado su costumbre de sonreírle siempre y entablar conversación. Después de cuidarla, le tomó un pequeño afecto, le gustara o no. Por eso la había llevado a la tumba de Robert.

Pero debido a su propia naturaleza contradictoria, no podía evitar desconfiar de ella, y se avergonzaba de mostrarle su secreto. Si Annette se lo contaba a alguien... él tenía muchos enemigos. Era demasiado horrible pensar en ello.

No tuvo el tiempo suficiente para contarle sus secretos, así que no había estado preparado. Sólo se lo había contado porque le habían pillado. Probablemente era la peor manera de dar explicaciones, y estaba claro que Annette se había tomado muy a pecho su orden de mantener la boca cerrada.

Debería haberlo dicho con más delicadeza.

Raphael frunció el ceño, arrepintiéndose. Sólo había una manera de que un bastardo pudiera sobrevivir en la sociedad noble. Levantar la barbilla, mantener la cabeza más alta, desafiar a cualquiera que lo señalara, y morderlo primero, feroz como una bestia.

Un hombre que siempre había estado rodeado de enemigos sería receloso. Su manera agresiva de hablar no podía cambiar de repente. De todos modos, había estado seguro de que estaría solo toda su vida y, hasta ahora, nunca se había arrepentido.

Esta vez, se arrepintió.

"Annette."

"Sí". Ella giró la cabeza, y cuando sus ojos se encontraron, sus labios se movieron para mostrar su elegante sonrisa habitual.

Eso hizo que su corazón se desplomara. De alguna manera, aunque estaba sentada a su lado, la sentía muy lejana, como si fuera a abrir la puerta del carruaje para irse. Y tenía mucha razón; Annette estaba pensando en el Gremio Secreto en ese preciso momento.

Raphael siempre había sido una especie de bestia noble, con instintos muy agudos que le impulsaban a hacer algo. Ahora.

"Annette, si no te importa, paremos a cenar aquí", dijo, con un impulso ansioso. "¿Qué te parece?"

"...¿Aquí?" Intrigada, sus ojos se iluminaron. Estaban pasando por un pequeño pueblo, bastante alejado de la mansión, un lugar emocionante para la protegida Annette. Ella había vivido toda su vida de forma rigurosa, así que nunca había estado en un restaurante en un lugar como este. "Está bien."

Tendría que acostumbrarse a la vida de una plebeya de todos modos, si pretendía mudarse a Osland para empezar de nuevo. Raphael asomó la cabeza por la ventana del carruaje para dar instrucciones al cochero. Unos diez minutos después, el carruaje se detuvo en una calle muy transitada.

Con mucho cuidado, Raphael descendió primero y sostuvo la puerta para Annette, tomando su mano. Fue un gesto mucho más atento que su habitual negligencia, pero Annette estaba demasiado emocionada por las ajetreadas y caóticas calles como para darse cuenta.

"¡Oh, Dios mío! Nunca había estado en un lugar como éste."

El mercado estaba muy lejos de los aristocráticos distritos comerciales a los que ella estaba acostumbrada, por lo que Raphael estaba un poco preocupado. No había un lugar adecuado para sus refinados gustos; en su mayoría concurría la clase baja y a los mercaderes adinerados. Pero ella parecía muy emocionada.

"Todo desde allí hasta allí son restaurantes, creo", dijo, aclarándose la garganta y señalando. "Elige el lugar que quieras."

"Yo... ¿puedo elegir?"

"Claro", respondió él con facilidad. Eso no era nada para él, pero ella estaba radiante. Puso una sonrisa tan hermosa que lo dejó sin aliento. Él sintió como si algo le hubiera golpeado muy fuerte.

¿Por qué está tan contenta?

Aquella sonrisa era como verla florecer ante sus ojos.

Raphael sabía que a Annette nunca se le había permitido tomar ni siquiera esta sencilla decisión en toda su vida. Su padre era un aristócrata extremadamente conservador, un tirano que controlaba todo a su alrededor. Annette sólo había sido una de sus posesiones.

Esa era la razón por la que ella no había intentado cambiar nada en su vida pasada. Pero esta vez no quería vivir así, y que Raphael la dejara elegir la hacía increíblemente feliz. Annette miró los numerosos restaurantes y dio un pequeño salto a su lado, decidiendo a dónde ir.

"Vamos... por aquí", dijo con una amplia sonrisa, olvidando todos sus otros problemas. Ni siquiera se dio cuenta de que él no se había movido, permaneciendo aturdido mientras la miraba.

sábado, 8 de octubre de 2022

octubre 08, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 31

Capítulo 31. Primera Cita


Acostado de lado, Raphael apoyó su barbilla en la mano y miró la cara dormida de Annette. Después de haber sido zarandeada por Raphael tantas veces, dormía como un tronco. A diferencia de Raphael, que tenía problemas para dormir, ella podía quedarse dormida en cuanto su cabeza tocaba la almohada.

Extendiendo la mano, le tocó la frente y el cuello para comprobar su temperatura por costumbre. No había fiebre. Era difícil comprobar su mano derecha debido al vendaje, pero a juzgar por su muñeca, no había ninguna hinchazón nueva.

Lamentó haberla sometido a un esfuerzo excesivo tan pronto como se había recuperado de la fiebre. Se reprendió a sí mismo por no controlar sus deseos cuando sabía que ella era delicada, y que no era seguro tratarla con brusquedad. La próxima vez tendría más cuidado con ella. Sus ojos todavía estaban un poco hinchados por el llanto. Mirarla así causó que le doliera el pecho, como si una pequeña espina se hubiera alojado en su corazón.

Los profundos ojos azules de Raphael se movieron lentamente sobre su silueta dormida. Incluso dormida, se veía perfectamente, tumbada de espaldas con las manos apoyadas en el estómago. Le irritaba, pero le hacía sonreír al mismo tiempo. Cuando se dio cuenta de que le estaba sonriendo a ella, instantáneamente endureció su rostro.

Joder.

Quería zarandearla en la cama, era normal que un hombre hiciera eso con su mujer, y luego se fuera sin mirar atrás. Estaban casados, además sin ningún sentimiento de por medio. Entonces, ¿por qué miraba la cara de esta mujer dormida sonriendo como un idiota?

Raphael se pasó las manos por la cara, frotándose los ojos hasta que le picaron, pero aún así encontró su rostro lo suficientemente hermoso como para hacerle maldecir. Las débiles manchas de lágrimas en sus mejillas, sus labios hinchados, el cabello rubio sobre sus mejillas... todo era tan bonito.

¿Qué demonios estoy haciendo?

Raphael estaba muy confundido.

Incluso ahora, cuando recordaba todos los insultos que le había dicho su padre, apretaba los dientes de rabia. El Duque Bavaria, el linaje más vil de los aristócratas, era el peor socio posible para el ilegítimo Raphael. Pero, ¿por qué la hija de ese hombre le parecía tan condenadamente bella?

Avergonzado, ahogó su cara en las sábanas, gimiendo.

"Mmm... ¿Raphael?"

La pregunta somnolienta provino de Annette, que estaba con los ojos entreabiertos mientras su mano se movía en su dirección, acariciando su hombro descubierto.

"Está bien, Raphael...", ella balbuceó, claramente inconsciente. "Nadie te hará daño... te protegeré..."

Después de un s3x0 vigoroso, su voz estaba un poco ronca. Raphael frunció el ceño mientras ella pronunciaba las inexplicables palabras, preguntándose el motivo, pero Annette no estaba en condiciones de dar explicaciones. Incluso semiconsciente, repitió las palabras de consuelo, como si las hubiera dicho muchas veces antes.

"No has hecho nada malo... no estés triste... la guerra ha terminado, así que sólo... duerme..."

Su voz se apagó. La pequeña mano de ella se desprendió de su hombro. Él miró su cara durante un rato, desconcertado. Luego se dio cuenta de lo que significaba.

Ella sabía de su maldito sonambulismo.

Sus ojos se oscurecieron. Había pensado que ella no tenía ni idea, pero ahora recordaba la mañana en que la encontró en su habitación. Luego hace unos días, cuando se encontró dormido en su cama. Sería una tonta si no lo supiera, y debió de mentir para proteger su orgullo. Ella sabía que a él no le gustaba que los demás conocieran sus debilidades. Ella había cerrado los fingido no saber nada, para que él no se preocupara.

"Haa."

Se le escapó un suspiro abatido. De todas las personas, esa maldita mujer de Bavaria había descubierto la debilidad que él había intentado ocultar con tanto empeño. Y estaba claro que se compadecía de él por ello.

Estaba todo perdido. Y aunque un latigazo de orgullo herido le hizo enrojecer brevemente, no fue suficiente para hacer estallar su temperamento. De hecho, se sintió menos patético de lo que hubiera esperado. Viéndola dormir a su lado tan indefensa, no sintió el impulso de retorcer su esbelto cuello para ocultar su secreto para siempre. En lugar de eso, sólo se sentía caótico.

Sacando su brazo de debajo de ella, se levantó para salir de su habitación. No quería ver su cara cuando sus pensamientos eran tan complicados. Pensaba que había recogido un pequeño trofeo llamado Annette Bavaria, pero se encontró con que vacilaba entre sus manos.

La sombra de una bestia atormentada se paseaba por el pasillo.

Parecía que tampoco iba a dormir fácilmente esta noche.

***

Incluso en mi segunda vida, el sol de la mañana sigue saliendo. Y otro nuevo día ha comenzado.

Annette no tenía un horario particular hoy. Después de lavarse y cambiarse rápidamente, fue a leer un libro en el salón a la luz del sol. Era todo lo que podía hacer con su mano herida, pero no tardó en escuchar que llamaban a su puerta. Creyendo que era una sirvienta que venía a peinarla, Annette le pidió que entrara sin levantar la vista.

"¿Estás ocupada hoy?", preguntó Raphael en su lugar, apoyado en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho, como un brabucón en la calle, aunque su apuesto rostro lo redimía con creces.

Ayer ni siquiera la miraba a la cara, ¿Y ahora de repente aparecía para preguntarle eso?

"No, nada importante", dijo Annette, parpadeando sorprendida. "¿Qué pasa?"

"Nada. Quiero que me acompañes a un sitio, si puedes."

No ofreció ninguna pista sobre dónde, a pesar de hacer semejante petición de la nada. Ella se sorprendió tanto que lo miró con los ojos muy agrandados. La boca de Raphael se secó ante su expresión.

"No está tan lejos", añadió con dificultad.

"Vale..." Ella lo miró fijamente un momento, luego sonrió alegremente. "Ahora voy a prepararme."

El hecho de que se hubiera roto la mano por su culpa se compensaba con los cuidados que le había dado cuando estaba enferma, así que Annette no vio ninguna razón para negarse. Se trataba de una rara oportunidad para salir con él, por lo que su sonrisa lo deslumbró. Cuando Annette sonreía, era casi como si brillara a los ojos de Raphael. Él se quedó congelado como una piedra durante un minuto.

La gente no brillaba, se reprendió a sí mismo. Entonces salió de inmediato. Le llevaría tiempo a ella prepararse de todos modos, así que él aprovecharía para recomponerse.

***

"¿Te vas a despertarte?"

Al escuchar la fría voz sobre su cabeza, Annette abrió los ojos. El carruaje se había detenido. Debían de haber llegado. Se dio cuenta de que había estado adormecida contra el hombro de él. Su estado de ánimo no debía ser demasiado malo, si la dejaba apoyarse en él sin apartarla.

Aunque todavía era de día, el cielo estaba nublado y las sombras que se proyectaban sobre su rostro le daban un aspecto peligroso , como un demonio o un íncubo de cabello negro que viniera a robarle el alma. Tomando su mano, Annette se bajó del carruaje. Ella miró a su alrededor.

"Raphael, ¿Dónde estamos?"

Pero una vez que las vastas cantidades de mármol blanco en la distancia llamaron su atención, ella no necesitó realmente una respuesta. El aire frío y el silencio sofocante la hicieron estremecerse en la atmósfera espeluznante. Raphael la había traído a un cementerio.

La nobleza solía tener sus propios cementerios familiares, así que era la primera vez que Annette visitaba un cementerio público. No se podía comparar con los cementerios privados, pero estaba mucho mejor mantenido de lo que ella esperaba. ¿Quizás era un lugar para la alta burguesía sin propiedades?

"Si hubiera sabido que íbamos a venir aquí, me habría puesto un vestido negro", dijo, sonriendo un poco incómoda. Era su primera salida con su esposo después de su regresión, y aunque no esperaba una cita romántica, nunca pensó que él la traería a un cementerio. Miró su vestido azul claro.

"No pasa nada. No te he avisado, ¿Cómo ibas a saberlo?". contestó Raphael, inesperadamente sensato. La verdad era que le resultaba irritante mirar a todos los que venían vestidos de negro. Annette le miró a él y luego al silencioso cementerio. Pero seguía sin entender por qué habían venido.

"¿Pero qué hacemos aquí?"

Sus ojos temblaron al hacer la pregunta sin pensar. Al pensar en viejas historias de fantasmas, casi le entra un sudor frío. Habiendo muerto ya una vez, un cementerio le resultaba muy siniestro.

Raphael se limitó a encogerse de hombros, atrayéndola con él en lugar de responder. A juzgar por su expresión, no parecía que tuviera intención de enterrarla aquí. Annette tragó saliva y lo siguió nerviosa.

"Aquí está."

Raphael se detuvo ante una lápida especialmente grande que parecía costosa. Annette entrecerró los ojos para leer el grabado. Tardó un momento en darse cuenta de quién era.

"Esta lápida es..."

jueves, 6 de octubre de 2022

octubre 06, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 30

Capítulo 30. Larga Noche


Los ojos brillantes de Raphael se estrecharon al acercarse a ella. A Annette se le secó la boca al ver el hambre en esos ojos, como si fuera un herbívoro ante un peligroso depredador, a punto de ser devorado vivo. Ella se lamió los labios nerviosa.

"Dime, Annette", dijo él, pasándole el pulgar lentamente por el labio inferior. "Si te digo que lo que quiero, ¿qué harás? Sabiendo lo que es, ¿estarás dispuesta?"

Su voz era profunda, enroscándose alrededor de ella como una serpiente, haciéndole cosquillas en los oídos. Presintiendo el peligro, ella trató de zafarse de su agarre, pero Raphael le quitó el vestido de los hombros y sus s3n0s blancos se escaparon por encima del escote. Bajó la cabeza para lamerlos.

"Ah, Raphael......."

Su intención era clara al frotar sus suaves s3n0s. Con avidez, chupó sus puntas rosadas, excitánd0la al lamer sus p3z0nes con la lengua. Cuando aplastó las sensibles puntas bajo la punta de su lengua, un pl@cer doloroso la recorrió. Era demasiado brusco, la estimulación era excesiva. Sin embargo, extrañamente, a ella le habría gustado que le doliera un poco más.

"No te retuerzas así, Annette. Te vas a hacer daño en la mano."

Una de sus manos, que agarró su mano derecha vendada, la inmovilizó contra la pared. La otra mano le subió la falda y se metió en las br@gas. Cuando sus dedos tocaron la abertura oculta entre sus pétalos, levantó la cabeza con una sonrisa malvada en su boca.

"Estás mojada", le susurró al oído. "¿Estás así de mojada sólo porque te chupo los p3z0nes?"

"Oh, no. No es así..." Intentó protestar, con la cara teñida de vergüenza, pero entonces los labios de él besaron los suyos, interrumpiéndola. Su lengua se introdujo en su boca, arañando su sensible paladar, forzando un suave grito de ella. Ella se sintió mareada. Sus rodillas se debilitaron.

La mano entre sus piernas tocó su núcl3o, y un grueso dedo se deslizó fácilmente dentro de ella, ayudado por su humedad. Luego dos dedos, luego tres, se introdujeron en su húmeda abertura, acariciando sus p@redes int3rnas. Cada vez que esos gruesos dedos se hundían en su interior, enviaban oleadas de sensaciones que palpitaban por todo su cuerpo.

Annette estaba embelesada. Un intenso pl@c3r recorrió su cuerpo de arriba abajo, y pudo escuchar los obsc3nos sonidos de sus caricias mientras cálidas lágrimas brotaban de sus rosados ojos.

"Annette, haaa..." Raphael le lamió las lágrimas, luego la cargó para llevarla directamente a la cama. Ella pensó que la acostaría, pero no lo hizo. Sentándola en su regazo, se quitó la toalla revelando su er3cción.

"Levanta el tr@ser0, Annette". Le mordió ligeramente las orejas, con una voz cargada de deseo. Annette vaciló. Pero antes de que pudiera hacer algo, las grandes manos de él la agarraron por la cintura para levantarla. Introdujo su p3n3 en su abertura, dejando que se hundiera lentamente. La estrecha entrada de ella se estiró a su alrededor mientras su grueso gl@nde.

"Es demasiado pequeño, maldita sea", refunfuñó él, empujando con avidez su gran p3n3 dentro de ella. Su posición sentada lo hizo sentir más profundo que de costumbre. Ella se sintió llena de él. Se tocó el vientre con la mano.

La visión le hizo cerrar los ojos y apretar los dientes, como si estuviera luchando por contenerse. Su virilidad se hinchó, tanto que Annette sintió que iba a reventar.

"Me estás volviendo loco", dijo Raphael, y una serie de palabrotas escaparon de su boca maligna mientras empezaba a pen3trarla salvajemente. Su grueso p3n3 se sintió aterrador al llegar hasta la raíz, su deseo se clavó profundamente en ella, llenando con fuerza su estrecho canal. La visión de Annette vaciló cuando un pl@cer familiar surgió de su interior.

"¡Ah... sí... ummmmmm...!"

Cada vez que empujaba su grueso p3n3 dentro de ella, su carne húmeda recibía empujones, provocando dulces escalofríos en su cuerpo. Su duro gl@nd3 se introdujo profundamente dentro de ella, provocando que chispas blancas brillaran en sus ojos. El pl@cer era tan abrumador que Annette no podía ni siquiera emitir un sonido. Las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas.

"Annette, mira esto", le susurró Raphael al oído, levantando las comisuras de su boca en una sonrisa diabólica. "Mira cómo me succionas con tanta hambre."

Bajo su mirada lujuriosa, ella negó con la cabeza, escapándosele un pequeño gemido.

"Mentirosa", susurró él con maldad, luego la agarró por el tr@sero y la penetró más rápido.

Cada vez que su cuerpo se sacudía de arriba hacia abajo, la base de su grueso p3n3 le acariciaba el cl!t0ris. Las piernas le temblaban. Sus entrañas se apretaron con avidez, aferrándose a él, sin permitirle salir de ella mientras él empujaba violentamente, haciéndola g3mir entrecortadamente.

"¡Ahhh...uhh, uhhh, nngh...ahhhh!"

Su cabeza cayó hacia atrás mientras ella se venía, un terrible org@smo sacudió su cuerpo, con electricidad que se extendía desde sus piernas hasta la parte superior de su cabeza. Incluso mientras alcanzaba el cl!m@x, su p3n3 hinchado seguía introduciéndose en ella, presionando su interior. Su tierna carne interior se vio sacudida por el dolor y el pl@cer mientras él la p3n3traba con fuerza. Le gustaba tanto que se sentía como si flotara, como si fuera a caer. Más lágrimas corrieron por sus mejillas mientras resistía impotente, asustada por estas sensaciones, y lo único de lo que podía depender era del hombre que tenía delante.

"¡Raphael, Raphael...!"

Desesperadamente, trató de rodear su cuello con los brazos. Sintiendo su angustia, Raphael inclinó la cabeza para ayudarla a que lo alcanzara. Se sintió tan bien viendo sus delgados brazos alrededor de él.

Annette se sacudió de arriba hacia abajo, jadeando para respirar. El movimiento de su p3n3 dentro de ella, empujando sin piedad, la llenaba de un terrible pl@c3r. Se sentía tan bien que pensó que iba a perder la cabeza.

Cara a cara, Raphael agarró su tr@s3ro, separando para hacer que sus labios v@g!nales se separaran, profundizando la sensibilidad de sus paredes internas. ]Su polla se hundió aún más con fuerza.

"Estás apretada por dentro otra vez, Annette. ¿Te gusta tanto?"

"No... sí... ¡ahh! Ah, ummmmm...!"

Sus piernas temblaban, tensadas por el pl@cer asfixiante. Su segundo org@smo fue tan intenso que se le curvaron los dedos de los pies. Estaba tan caliente por dentro que él casi se fundía en ella. Pero Raphael la giró cuando ella terminó de venirse. Le gustaba estar de cara a ella, pero ver sus bonitos ojos llenos de lágrimas le hacía sentir una punzada en el corazón.

De espaldas a él, Raphael la volvió a p3netrar con fuerza. Las caderas de ella se levantaron, tratando de escapar de la abrumadora estimulación, pero él la agarró por la cintura.

"¡Huh, ah, uh...uh, uh!" Ella gritó ante el pl@cer impulsivo, gritos lastimeros que sacudieron su cuerpo. La cabeza de Raphael se inclinó, lamiendo su cuello y hombros, como un lobo que tranquiliza a su compañera. Toda su piel sensible se estremeció. Las caricias de su p3n3 en todas sus zonas de pl@cer la marearon.

Los dedos de Raphael frotaron su hinchado cl!t0ris rojo, oculto en su vello púbico, mojado con sus fluidos y su s3m3n. Por reflejo, ella se apretó su interior. Cada vez que sus dedos rodeaban su cl!tris, ella gritaba con fuerza. Sentía como si se estuviera derritiendo por dentro debido a la estimulación.

"Oh, maldición, maldición, está caliente... me estás volviendo loco, Annette."

miércoles, 5 de octubre de 2022

octubre 05, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 29

Capítulo 29. Gracias

Inesperadamente, no dijo nada. Tras asegurarse de que ella estaba despierta, se marchó al instante. Dejó el anillo en un estante al azar al salir, como si no significara nada para él. A juzgar por su indiferencia, no tenía ni idea de lo que era..

¿Dónde lo ha encontrado?

El corazón de Annette latía con fuerza. Probablemente lo había encontrado por accidente y luego se había puesto a jugar con él por aburrimiento, pero ese pequeño acto casi le había parado el corazón.

Ahora que él se había ido, se levantó con las piernas temblorosas para recuperar el anillo, y se fijó por primera vez en el vendaje de su mano. Al mirarlo detenidamente, recordó el dolor en su mano la otra noche.

Oh, no. Supongo que me la he roto de verdad.

Annette suspiró, recordando que había presumido ante Railin de poder bordar, traducir o ser escritora fantasma. Con la mano así herida, se sintió desanimada. Si la lesión persistía, le resultaría difícil hacer cualquier trabajo.

Pero tardaría al menos unos meses en prepararse para su partida. Annette recogió el anillo con la otra mano, esperando que sus dedos se curaran antes, luego lo escondió en lo más profundo de su joyero.

Llamaron a la puerta. La asustada Annette escondió rápidamente el joyero, asustada.

"¿Quién es?" Preguntó.

"Señora, es Ellie, he escuchado que estaba despierta. ¿Necesita... ayuda?"

Era la voz cautelosa de una sirvienta. Annette no estaba segura de cuánto tiempo había estado inconsciente, pero le parecía más de un día.

Las sirvientas de Carnesis la examinaron rápidamente, luego fue a prepararle un baño, recomendándole que comiera algo sencillo para que el agua caliente no la mareara. Mientras esperaba a que se calentara el baño, Annette consumió una sopa ligera acompañada de un zumo de frutas.

"¿Cuánto tiempo he estado enferma?"

"Dos días y medio, dama."

"Oh, no."

Había estado inconsciente mucho más tiempo del que esperaba. Su cuerpo, que había pasado tanto tiempo postrado en la cama en su última vida, ya le había fallado en ésta. Fue algo deprimente. ¿Y si volvía a ocurrir lo mismo?

Annette se esforzó en calmarse, removiendo en silencio su sopa con la cuchara. Pero las sirvientas se lo tomaron de otra manera, intercambiando miradas significativas. Al notar el desconcierto de Annette, la sirvienta bajó la voz para susurrar.

"Cuando la dama estuvo enferma, el señor se quedó a tu lado todo el tiempo para cuidarte. No se movió de tu lado en dos días. Tienes mucha suerte de tener un esposo así."

La cuchara de Annette se quedó congelada. Las sirvientas se taparon la boca y rieron con gusto ante su expresión incrédula. Mirar la buena relación entre los dos recién casados hizo que las jóvenes sirvientas se emocionaran.

Annette sólo estaba mareada, perdida en sus recuerdos. Ciertamente cuando finalmente se despertó, la primera persona que vio fue Raphael, pero se había encogido de hombros como si fuera una coincidencia. Pensó que pasaba por su habitación para ver cómo estaba, no esperaba que se sentara con ella durante dos días y medio.

¿Por qué lo haría?

Annette siempre había pensado que la había cuidado en su última vida porque le tenía cierto afecto. Por mucho que la odiara, se habían mezclado sus cuerpos durante cinco años, así que era natural que tuviera algún sentimiento por ella. Tenía una personalidad áspera, pero no era un mal hombre. Había sido un esposo leal hasta el final. Traducción ReinoWuxia

Pero fue lo mismo incluso ahora, cuando no había habido tiempo para construir esa relación. La odiaba. Se lo había dicho hace sólo unos días. No había habido mucha intimidad, ni afecto en absoluto, pero aun así, se había ocupado de ella.

Sólo podía significar una cosa.

Supongo que Raphael simplemente... se compadeció de mí.

Annette se hundió en la bañera, suspirando por dentro. Las sirvientas la ayudaron a bañarse, teniendo cuidado de que su mano vendada no tocara el agua. Era cierto que su mano rota y la fiebre resultante habían sido causadas por Raphael, pero ella no podía culparlo por ello; no había sido intencional, él no sabía nada al respecto.

¿Qué podía hacer? Sólo podía fingir que estaba agradecida por sus cuidados. Cuando pensó en encontrarse con esos ojos azules brillantes, su corazón se hundió. Annette se sumergió en el agua tibia aromática hasta que se le pusieron los dedos blancos. Le costó salir del agua.

***

Toc toc.

"Raphael, ¿estás ahí?" Preguntó Annette con cuidado. "Si no te importa, me gustaría hablar contigo."

Tenía la costumbre de retorcer sus manos cuando estaba nerviosa, pero su vendaje la detuvo. Mirando al suelo, ella esperó su respuesta. Al cabo de un rato, escuchó una voz muy grave a través de la puerta.

"Pasa."

Annette respiró profundamente antes de abrir la puerta, preparando su corazón para ser herido de nuevo. Ella entró aparentemente serena.

No fue difícil encontrarlo, incluso en la gran habitación. Parecía que acababa de salir del baño, porque sólo llevaba una toalla enrollada en la parte inferior del cuerpo. Se desplomó en el sofá como una gran pantera negra.

Sus ojos bajo las gruesas pestañas negras eran fieros, el azul profundo la escudriñaba minuciosamente.

"Ahora tienes mejor aspecto. Supongo que vivirás, ¿no?"

Habló con sarcasmo. Pero sabiendo que él la había cuidado, Annette no se molestó. Cautelosamente, se acercó mientras él se estiraba en el sofá.

"Supe que me cuidaste mientras estaba enferma. Gracias, Raphael."

Conociéndolo bien, ella sabía que no debía agradecerle directamente lo que había hecho. A Raphael no le gustaba que lo descubrieran siendo amable. Aunque siempre tergiversaba sus palabras, Annette estaba mejorando en la comunicación con él. Con el rostro apacible, Annette expresó por fin toda la gratitud que no había podido transmitir en su última vida.

"Muchas gracias."

Raphael no dijo nada. Sus ojos se posaron en el vendaje que envolvía su mano. Aparte de esa cosa irritante, tenía mucho mejor aspecto. Después de una comida y un baño, su rostro pálido parecía mucho más animado. Sintió un capricho perverso, después de todo su sufrimiento mientras la cuidaba. Había pasado gran parte del tiempo sintiéndose como un idiota, mientras ella dormía plácidamente para luego levantarse brillante. Raphael levantó la cabeza.

"¿Estás realmente agradecido?" Preguntó lánguidamente.

"¿Qué? Claro que lo estoy..."

Annette ladeó la cabeza confundida. Él la miraba como si estuviera pensando en engullirla.

"Te he atendido bien", dijo él, con la voz baja. "¿Crees que es suficiente con dar las gracias?"

Annette se quedó en silencio, tratando de adivinar qué podría querer.

"Yo... podría agradecértelo con un regalo", dijo con cautela. "Si quieres."

"¿Un regalo? ¿Qué me regalarías? Ya tengo un montón de tesoros escondidos."

Había adquirido un importante botín en la guerra. La riqueza no le interesaba. Mostró sus dientes blancos mientras reía de forma depredadora. Su rostro sugería que quería otro tipo de regalo.

"Entonces, en agradecimiento a tu amabilidad, te daré lo que quieras", dijo nerviosa, con los dedos retorciéndose. "Si está dentro de mis posibilidades."

Ya se sentía en deuda con él por lo de su padre, y culpable por sus planes de dejarlo, aunque él no tenía ni idea de lo que pretendía hacer. Cualquier cosa que le pidiera, ella trataría de concederla, como regalo de despedida antes de dejarlo.

En el momento en que ella dijo esas palabras, él se levantó lentamente, acercándose a ella. Los músculo de su torso, proyectaban tal poder que era casi asfixiante. Automáticamente, ella retrocedió.

"¿Ra, Raphael?"

Su espalda chocó contra la pared. Ella lo miró, con los ojos temblorosos. Lentamente, él la arrinconó, poniendo sus manos a cada lado de ella para atraparla. Raphael inclinó la cabeza para que sus rostros estuvieran al mismo nivel.

"¿Me concederás un favor?" Preguntó sedosamente. "¿Qué crees que quiero?"

lunes, 3 de octubre de 2022

octubre 03, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 28

Capítulo 28. ¿Por qué hago esto?


Recostado en una silla junto a la cama, Raphael se acarició la barbilla con inquietud. El médico casi había sido arrastrado a la mansión por sus empleados, por lo que estaba temblando mientras examinaba a Annette. Era el mismo hombre que ella había convocado antes, para probar su... inocencia.

Ante Raphael, el joven treintañero estaba tan nervioso como una rata ante una serpiente. Bajo su mirada feroz, el nervioso médico se echó atrás para expresar su opinión.

"La fiebre es por la inflamación de la fractura. La fractura ha sido inmovilizada, así que si la dama toma el antiinflamatorio que le he recetado y descansa, mejorará rápidamente."

El médico garabateó una receta, mirando a Raphael como si tuviera algo más en mente. Raphael le devolvió la mirada con fiereza.

"¿Qué estás mirando?" gruñó.

Esperaba que el hombre dijera algo como, ¿está seguro de que no ha golpeado a su esposa? Por supuesto, eso era sólo la imaginación culpable de Raphael, pero se sintió muy desagradable de todos modos. Porque existía la posibilidad...

Todo lo que Annette sostenía en esa pequeña mano eran libros. Seguramente ninguno de ellos era lo suficientemente peligroso como para romperle los dedos. Y considerando el hecho de que ella había estado bien ayer por la tarde, el culpable era probablemente él.

Los ojos de Raphael se volvieron sombríos.

En realidad, a pesar de las sospechas de Raphael, el médico no dudaba de él en absoluto. Aunque se sentía intimidado por Raphael, aún así le tendió algo con manos temblorosas. Era una carta de presentación.

"Hay una médico muy capaz cerca. Parece que la dama tiene una constitución débil, así que ¿no sería mejor para ella ser atendida por otra mujer? Si no te importa, organizaré la reunión."

A pesar de su miedo, recomendó encarecidamente a su colega, luego salió rápidamente de la mansión como si estuviera huyendo. Mirando su espalda, que se desvanecía rápidamente, parecía poco probable que volviera a poner los pies en ella. Su recomendación había sido probablemente un intento para ofrecer un chivo expiatorio para que sufriera en su lugar.

Frunciendo el ceño, Raphael estaba renuente a aceptar la carta de presentación. Como había dicho el hombre, Annette era muy pequeña y delicada. No era mala idea contratar a una mujer como médico jefe de la familia Carnesis. La mayoría de las familias nobles tenían sus propios médicos, pero Carnesis fue un título recién adquirido que se otorgó únicamente por las habilidades de Raphael, así que él fue el primer Marqués Carnesis en Deltium. Esta mansión había sido construida hacía pocos años, por lo que aún olía como una casa nueva. No había tenido tiempo de contratar un médico para ella.

Chasqueando la lengua, él puso la carta a un lado. Cuando Annette se despertara, le preguntaría qué pensaba. No se dio cuenta, pero era la primera vez que quería la opinión de ella.

***

Annette estaba confundida.

Al principio, era por por su mano rota, pero el choque de la muerte, la regresión, el matrimonio y Raphael, habían acumulado una montaña de fatiga en ella. Tras el esfuerzo de planear su salida del país, todo había explotado. Ya delicada por naturaleza, Annette se puso enferma.

Raphael se sentó en una estrecha silla junto a su cama, frunciendo el ceño. Habían pasado dos días desde que comenzó la fiebre. Todos los muebles de su habitación eran pequeños, para su comodidad, pero un hombre grande como Raphael tenía que replegarse para sentarse en ellos. Incómodo en muchos sentidos, Raphael  la miró con ironía.

Su mano derecha, fuera de la manta, estaba densamente vendada. No le gustó, así que la metió bajo la manta para no verla. Automáticamente, alargó la mano para tomarle la temperatura.

"Ese maldito charlatán", murmuró con ferocidad. "Dijo que mejoraría pronto."

La fiebre no bajaba fácilmente aunque ella tomaba la medicina prescrita. Raphael nunca había cuidado a nadie antes, pero le resultaba extrañamente familiar cuidar a Annette. Con cuidado, la despertaba, le daba su medicina y luego le limpiaba la cara con una toalla húmeda. Lo hizo todo con destreza, como si tuviera mucha práctica.

Las manos que antes sólo habían sostenido armas eran sorprendentemente hábiles para atender a alguien. Annette finalmente se estabilizó bastante. Pero había un problema...

¿Por qué estoy haciendo esto?

Era una pregunta que se había repetido innumerables veces. Si hubiera querido, podría haber hecho rotar a una nueva sirvienta cada hora, para asegurarse de que Annette recibía los cuidados más minuciosos posibles.

¿Por qué no puedo dejarla? ¿Por qué la cuido?

Con esta pregunta en mente, se encerró en su habitación y trató de beber, pero incluso en esas circunstancias, se encontró tambaleándose borracho de vuelta a su habitación. Se sentía ansioso siempre que estaba lejos de ella.  No podía explicárselo, pero no soportaba dejarla, como si ella fuera a dejar de respirar si él no estaba allí.

No sabía qué demonios le pasaba. Mirando a la enferma Baviera, que seguía teniendo un aspecto tan encantador, se preguntó si estaba perdiendo la cabeza.

Bueno, es realmente muy hermosa.

Sus profundos ojos azules recorrieron su rostro. A pesar de que no se había lavado en dos días, estaba tan guapa que le daba pena. Antes de casarse con él, había sido considerada una de las mejores candidatas a novia del Reino. Sabía que era digno de ella.

Todo era debido a esa malvada cara. Era tan ridículamente bonita, que debía ser un error que hubiera terminado con un bastardo como él.

Apretó los dientes mientras la miraba con los ojos inyectados en sangre. Ella debió percibirlo, porque frunció el ceño dormida, arrugando la frente. Un suave gemido de dolor se le escapó.

"Eh..."

Sus labios se separaron un poco, demasiado rojos para su rostro blanco. Lo hizo sentirse incómodo e irritado al verla dormir cómodamente, ajena a sus problemas. Frunciendo el ceño, se acercó para rozar esos deliciosos labios con el dedo.

Los labios de ella se cerraron, chupando suavemente la punta de su dedo. Debía de estar soñando que comía algo. Esos labios suaves como pétalos rodeaban su dedo, su húmeda lengua se movía como si estuviera chupando un caramelo. La sensación de su lengua en la punta de su dedo fue tan caliente, que sintió que se volvía loco.

Raphael se puso rígido mientras miraba esa cara inocente con sus labios envueltos alrededor de su dedo. Al ver sus labios devorándolo, quiso poner algo más entre ellos.

De repente, se le puso dura. Raphael se sacudió como si se hubiese quemado y retiró rápidamente el dedo. Salió de inmediato de su dormitorio, maldiciéndose a sí mismo sin entender su repentina ira. Tenía claro que un día Annette Bavaria iba a colarse en su corazón para quemarlo todo.

Annette, que tenía la cabeza en blanco,se despertó con la sensación de haber comido algo delicioso. Levantó los pesados párpados soltando un pequeño gemido. La brillante luz del sol de la tarde era cegadora, así que parpadeó algunas veces.

Lo primero que vio fue su habitación, con pequeñas partículas de polvo flotando en el aire. Su oído, que se retrasó respecto a su visión, escuchó un sonido extraño.

Ese...

Era un sonido metálico, un tintineo repetido al golpear repetidamente una superficie dura. 

Annette, que giró la cabeza en esa dirección, encontró a Raphael sentado con un aspecto frío. Tenía una expresión de insatisfacción. Parecía un poco incómodo en la silla color crema que le quedaba demasiado pequeña. Annette lo miró sin comprender su comportamiento.

Estaba provocando el ruido con algo en la mano .Un movimiento sin sentido. Cuando desplazó los ojos para ver qué era,  se sobresaltó.

¡Ese anillo...!

El anillo del Gremio Secreto que había aceptado de Railin. Estaba segura de que lo había escondido en un cajón, ¿cómo lo había encontrado Raphael? Se sentó automáticamente sorprendida. Raphael giró la cabeza.

"Bien. Por fin te has despertado."

Con un rostro inescrutable, se levantó de su silla.

domingo, 2 de octubre de 2022

octubre 02, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 27

Capítulo 27. Fractura


La mayoría de las aficiones de Annette requerían sus manos. Estaría en problemas si realmente se hubiera roto. Sólo se había golpeado un poco...

Mirando sus dedos hinchados, Annette se sintió profundamente agraviada. De repente, recordó las palabras de uno de sus médicos en su vida anterior, que decía que Annette tenía los huesos delgados como las aves, así que se podían dañar fácilmente.

Al parecer, tenía razón.

No podría llamar a un médico hasta mañana. Annette apartó la mirada de su mano hinchada hacia Raphael. Estaba encorvado en su cama, con los ojos cerrados y el sudor recorriendo su cuerpo. Mirando su expresión agonizante, sintió lástima porque las guerras que había luchado todavía le atormentaran tanto.

"Está bien, Raphael", dijo ella. "No eres malo. No has hecho nada malo."

Extendió la otra mano para acariciarle suavemente el cabello negro. Su cálida mano le acarició la cara, apartándole el cabello revuelto detrás de las orejas. Suavemente, le tocó la frente. Su respiración agitada comenzó a ralentizarse.

Con sus rasgos marcados, era un hombre muy guapo y masculino. Ese rostro se vería increíble si alguna vez sonriera, pero Raphael sólo fruncía el ceño cuando veía a Annette.

"Deltium está a salvo porque has luchado con valentía", susurró dulcemente, con los ojos tristes. "Ahora nada puede hacerte daño. Yo te cuidaré. No te preocupes, ahora puedes dormir bien."

Los suaves susurros fueron casi una canción. La mandíbula de Raphael había estado apretada por la pesadilla, pero ahora que se relajó, sus labios se separaron. Annette se acercó para acariciar sus fríos hombros desnudos, luego comenzó a cantar suavemente una canción de cuna.

Buenas noches, preciosa niña
Cuando las prímulas del atardecer están en plena floración
Cuando el anillo de plata en la ventana brilla cálido en el sol
Dormirás profundamente...

Parecía que se estaba volviendo buena en el uso de su habilidad. Raphael se quedó dormido, con el rostro relajado. Annette le tapó el torso musculoso con una manta. Era un demonio cuando estaba despierto, que sólo decía palabras de odio, pero parecía un ángel cuando estaba dormido. Mirando su cara, casi suspiró.

¿Llegaría el día en que ese rostro se desvaneciera en su memoria, de modo que ni siquiera pudiera recordarlo?

Annette sacudió la cabeza. No había forma de que pudiera olvidar esa cara. Con una sonrisa amarga, se acercó a tocar su nariz con la suya. Estaba tan profundamente dormido que no se inmutó cuando hizo contacto. Tan diferente del habitualmente vigilante Raphael.

Su habilidad parecía funcionar mejor con la gente cansada. Duraba menos de cinco minutos en alguien que no tuviera sueño, o que estuviera animado, como lo había estado Gerard.

"Buenas noches, Raphael."

Annette, que se estiró tranquilamente a su lado, cerró los ojos. Podía escuchar su tranquila respiración mientras dormía. En su última vida, nunca había dormido a su lado, pero no le pareció tan malo. Era otro recuerdo que llevarse consigo, cuando dejara Deltium.

Su mano herida palpitaba. Pensó que podría soportarlo hasta que llamara a un médico en cuanto se despertara por la mañana. Por primera vez en su vida, no se sintió sola.

A la mañana siguiente, Raphael abrió lánguidamente los ojos.

Antes incluso de levantarse de la cama, pudo sentir que estaba en excelentes condiciones. Debía haber dormido bien. Este era el mejor día para practicar con la espada, cuando podía concentrarse en fortalecer sus habilidades. Tal vez hoy podría finalmente abrirse paso hasta Maestro de Espada.

Pero pronto Raphael se congeló por la sorpresa.

¿Annette?

Estaba dormida frente a él, los delicados rasgos de su rostro blanco del tamaño de la palma de la mano parecían los de una muñeca. Sólo el radiante rubor de sus mejillas demostraba que estaba viva.

Lentamente, sus ojos se deslizaron por su rostro dormido. Su larga melena rubia y los pálidos hombros expuestos por su holgado camisón brillaban a la luz del sol. La visión le hizo sentirse incómodo, así que apartó la mirada. Cada vez que veía a Annette estos días, sentía una desagradable opresión en el pecho.

Sentándose, miró alrededor de la habitación, frotándose la frente inexplicablemente dolorida. La habitación olía a hierbas aromáticas y estaba decorada con muebles blancos. Mirando las acogedoras cortinas del color de las flores de cerezo que ondeaban junto a las ventanas, era obvio que estaba en el dormitorio de Annette.

¿Por qué me he dormido aquí?

Las cejas de Raphael bajaron sombríamente. Debió haber estado caminando dormido hasta llegar hasta su dormitorio. Hasta ahora, nunca había salido de su dormitorio, por muy mal que se pusiera. Esto no lo esperaba para nada.

Ella no lo vio, ¿verdad?

No tenía ni idea de lo que hacía cuando estaba sonámbulo. Sólo podía adivinar. A veces se despertaba con los ojos doloridos, con las manos lastimadas, y con la garganta ronca. Fuera lo que fuera lo que hacía, debía ser horrible. Fue aterradora la idea de que saliera en esa condición de su habitación. ¡Si Annette llegara a ver eso...!

Apretó los dientes.

"Despierta, Annette", dijo ferozmente sacudiéndola. Tenía la intención de preguntarle si había visto su vergonzoso comportamiento de anoche. Pero ella estaba tan profundamente dormida que no se despertó al instante ni siquiera cuando él la sacudió.

"¿Raphael?" Murmuró, pero sus largas pestañas no se abrieron. Raphael gruñó, su corto temperamento se encendió mientras tomaba su pequeño cuerpo para sacudirla.

"¡Annette, despierta ahora mismo!"

Algo estaba mal. Sorprendido, dejó de sacudirla.

"¿Qué sucede? ¡Vamos!"

Sus ojos no se abrieron. Parecía frágil e indefensa. Su corazón se hundió. Sólo entonces se dio cuenta de que ella no estaba bien.

"¿Por qué haces esto ahora?" Su enfado se convirtió instantáneamente en desconcierto. Nervioso, la examinó rápidamente. Había pensado que estaba caliente porque estaba dormida, pero ahora se dio cuenta de que estaba inusualmente caliente y sus mejillas estaban enrojecidas por la fiebre.

No sabía qué hacer. De nuevo, intentó despertarla, con más cuidado. Cuando se despertara, podría preguntarle qué le pasaba. Pero en el momento en que su mano tocó su brazo, ella lo retiró con un grito.

"¡Ah!"

Sus ojos se dirigieron a la mano de ella, tan hinchada que se preguntó cómo no se había dado cuenta antes. Al tener experiencia con las heridas, supo lo que ocurría.

"Está rota."

La fiebre podía ser un efecto secundario de una fractura. Frunciendo el ceño, le tomó la mano con cuidado para examinarla. Su pequeña mano era tan delicada que sólo se necesitaría un poco de fuerza para romperla. No parecía una rotura grave, pero su cuerpo era tan delicado que incluso esta lesión era suficiente para hacerla sufrir intensamente.

"Abre los ojos, Annette. ¿Estás muy enferma?" Agarrando sus mejillas, la sacudió ansiosamente. Las pestañas de Annette se levantaron y las lágrimas descendieron de sus ojos rosados. El dolor en su rostro hizo que su corazón se sintiera extrañamente caliente.

"Raphael..." Ella susurró. "No... me siento bien..."

Apretó los dientes. Las lágrimas que corrían por las mejillas de ella sobre su mano se sentían tan calientes como si lo estuvieran quemando. Era ridículo, que las lágrimas de otra persona le pudieran doler. Raphael se levantó de inmediato, sin saber qué estaba haciendo.

"Espera aquí un minuto, Annette."

Saliendo a toda prisa del dormitorio, bajó de un salto las escaleras y agarró a la sirvienta más cercana, rugiendo.

"¡Médico, llama a un médico ahora!"

viernes, 30 de septiembre de 2022

septiembre 30, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 26

Capítulo 26. Sonambulismo


Railin Mosley era un hombre imponente de edad desconocida. Uno de los grandes apoyos de Deltium, dirigía el Gremio Secreto, que no sólo se limitaba al contrabando. Dirigía diversas organizaciones que se ocupaban de actividades ilícitas, incluidos los gremios de la información.

Estaba acostumbrado a caminar por la cuerda floja. A pesar de su fina apariencia, era una persona audaz. Podía concluir gran parte del carácter de una persona sólo por su forma de hablar. Pero en su opinión, Annette no resultaba fácil de comprender.

Su porte elegante no mostraba ninguna emoción al hablar del contrabando. Era como una persona que ya había visto las desgracias del mundo y buscaba una salida. Pero no parecía una decisión descuidada de una joven mimada, decidida a huir.

Parecía una dama de familia noble, ¿por qué querría hacerlo?

Railin estaba muy intrigado por ella. Aunque estaba inmerso en los bajos mundos, tenía unos gustos muy particulares. Le gustaban las cosas elegantes, como a la dama sentada ante él. Su postura, los movimientos de sus manos, incluso su forma de respirar estaban llenos de gracia.

Annette había pagado una gran cantidad por adelantado a cambio de no revelar su identidad. Estaba segura de que Railin podría encontrar un buen trabajo para ella. Pero Railin no quería que su relación terminara ahí. Su negocio se ocupaba de una gran variedad de cosas; si tenía suerte, podría hacer que siguieran conociéndose.

"Entiendo", dijo, dando por concluida la reunión sin satisfacer su curiosidad. "Te enviaré información sobre algunas de las ciudades y trabajos más agradables de Osland con todos los detalles que pueda conseguir. Si cambias de opinión, o tienes más preguntas, puedes usar este anillo para ponerte en contacto conmigo."

Con una sonrisa brillante, le ofreció el anillo. Tenía una gran amatista, grabada con el logotipo de una S en oro. Era el símbolo de su gremio secreto.

Annette lo aceptó con alegría. Si iba a escapar de Deltium, tendría que sentar algunas bases. En Deltium, Annette Bavaria Carnesis tenía que desaparecer, o mejor aún, sufrir algún accidente. Así no habría persecución.

No creo que tenga que preocuparme de que nadie me busque.

Bajo el velo, ella sonrió con amargura. No había razón para creer que la familia que la había abandonado se preguntara mucho sobre su vida o su muerte. No tenía sentido pensar en ello. Arjen y Claire no se preocuparían; de alguna manera, ella se lo haría saber por separado.

Y Raphael...

Le había roto el corazón. Pensó en él anoche, que repetía borracho que la odiaba. Él era tan infeliz. Tal vez todo se debía a que se había casado con ella. Había muchas cosas que lamentaba, así como muchas cosas que había querido intentar mejorar en su relación. Había intentado llevarse bien con él, pero las cosas imposibles eran... imposibles. Traducción ReinoWuxia

Annette se mordió los labios, apretando el anillo en su mano. Si Raphael realmente la odiaba tanto, lo más bondadoso que podía hacer era desaparecer. No podría dormir por la noche, pero al menos la fuente de sus preocupaciones desaparecería.

***

Incluso después de volver a casa, Annette no podía dormir. Sus dedos recorrían la lámina de oro de su lujosa cama. Nacida en el seno de la familia Bavaria, daba por sentado estos hermosos objetos. Tenía miedo de quedarse sola, cosa que iba a ocurrir pronto.

Pensó en ir al Imperio Chapelle, donde vivían Arjen y Claire, pero si se descubría su huida, estarían en peligro. Ambos ocupaban altos cargos en el gobierno. No quería que ninguno de ellos saliera perjudicado por su culpa. Entonces, sería Osland.

Pensativa, miró por la ventana, repasando los detalles de sus planes para el futuro. Se sorprendió al notar lo alta que estaba la luna.

Debería estar durmiendo.

Acostumbrada a su rutina habitual, Annette se acostó en la cama, pero no pudo dormir. Había demasiados pensamientos dando vueltas en su mente. Tendría que pasar al menos unos meses preparando su salida de Deltium.

La noche era tan tranquila que podía escuchar el latido de su propio corazón. Annette, que estaba aturdida, de repente aguzó el oído. Parecía que algo se acercaba, justo fuera de su habitación.

¿Pasos?

El sonido de unos misteriosos pasos se extendía desde su dormitorio hasta los pasillos adyacentes. Acercándose cautelosamente a su puerta, Annette apretó el oído contra ella y cerró los ojos. No lo estaba imaginando. Había pasos fuera.

Dios mío, no es un fantasma, ¿verdad?

Annette temblaba de miedo. Por un momento se preguntó si sería una sirvienta, pero ninguna sirvienta perturbaría el sueño de su ama a estas horas, haciendo tareas fuera de su dormitorio. Y los pasos eran demasiado fuertes para una mujer.

"¿Quién está ahí?" preguntó Annette, tratando de calmar su miedo.

Por supuesto, nadie respondió. Los pasos se detuvieron en un silencio inquietante. No podía respirar. Le aterrorizaba que lo que fuera que estaba al otro lado de la puerta irrumpiera. Pero justo cuando estaba a punto de gritar, escuchó un murmullo al otro lado de la puerta.

"No... no quería dejarte... era la única manera..."

Los murmullos sonaban confusos, pero Annette reconoció inmediatamente aquella voz grave.

¿Raphael?

Su miedo se evaporó, sustituido por la preocupación. Por supuesto, seguía dolida y enfadada por el trato que le había dado, pero también estaba terriblemente preocupada por él. Parecía estar sonámbulo de nuevo, perdido en otra horrible pesadilla.

Con cuidado, empujó la puerta. El tenue resplandor de la lámpara se iluminó en su escultural rostro. Estaba semidesnudo, con el pantalón colgando de las caderas. Debía de venir de la cama. Tenía los ojos cerrados y el sudor le corría por la cara.

"Robert, quise salvarte... pero el enemigo estaba allí... no debí hacerlo, te abandoné, lo siento..."

Las palabras tormentosas surgieron entre respiraciones entrecortadas. Luego desaparecieron, como si estuvieran enterradas en la oscura quietud de la noche. Se culpaba a sí mismo.

"Raphael, ¿estás bien?" Rápidamente, se acercó a él, hablando en voz baja. Pero no había señales de que la hubiera escuchado. Raphael seguía atrapado en su pesadilla, apoyado en la pared del frío pasillo, con el ceño fruncido. De repente, se golpeó la frente contra la pared.

"Cobarde. Debilucho. Muere. Deberías haber muerto..."

Se golpeó la cabeza con más fuerza. Lo que estaba viendo era tan terrible, pero ni siquiera los golpes contra su frente pudieron despertarlo. Iba a terminar gravemente dañado si seguía haciendo esto.

"¡Raphael! ¿Qué pasa? ¡Detente!" Annette se abalanzó hacia delante, tratando de atrapar su cabeza con la mano para amortiguar el impacto, pero en lugar de eso su mano se estrelló entre su dura cabeza y la pared. Annette reprimió un grito.

Se dejó caer en sus brazos y ella pudo sentir su torso d3snudo helado. Debía de llevar algún tiempo sonámbulo. Compadeciéndose de él, hizo todo lo posible por ayudarlo.

"Ven aquí, Raphael. Hace mucho frío y está muy oscuro aquí fuera."

Rápidamente, ella lo llevó a su habitación antes de que pudiera hacerse daño de nuevo. Su habitación estaba suavemente iluminada con lámparas y llena del aroma de hierbas, para ayudarlo a dormir bien. Quizás lo percibió incluso cuando estaba inconsciente. Su expresión retorcida se relajó.

Annette lo acomodó en su cama, luego miró su mano. Al principio, pensaba que no era grave. Pero ahora tenía los dedos entumecidos. Incluso tenía dos dedos hinchados.

Esperaba que no estuvieran rotos. Annette miró con ansiedad mientras Raphael volvía a quejarse, aún atrapado en su confusa pesadilla.

"Quería... salvarte, Robert..."

Habría estado bien que le hubiera salvado los dedos.

miércoles, 28 de septiembre de 2022

septiembre 28, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 25

Capítulo 25. Nuevo Camino


Raphael tenía verdadera curiosidad por saber qué pasaba por su cabeza. Era tan pequeña que no pudo evitar mirarla, frunciendo el ceño. Pero su rostro sólo le provocaba ansiedad a ella. Tal vez no había dormido bien la noche anterior.

"Si quieres, ¿por qué no tomas una taza de té conmigo?" Sugirió, con toda la calma que pudo, aunque sabía que él probablemente se negaría fríamente. "Es un té de hierbas, es bueno para los dolores de cabeza y la fatiga..."

Como esperaba, Raphael se encogió de hombros en silencio y se alejó. Los hombros de ella se hundieron.

"¿Qué estás haciendo?" Preguntó con dureza, sin mirar atrás. "Vamos a tomar el té."

Sus ojos se agrandaron. Se quedó mirando por un momento su ancha espalda mientras Raphael se acercaba al sofá donde ella había estado sentada.

¿Por qué estoy haciendo esto? se preguntó Raphael , confundido por sus propios impulsos. Era la hija del hombre que odiaba. No podía entender por qué se sentía culpable por haber llegado a casa borracho y haber herido sus sentimientos. Tomaría el té con ella, como un deber de esposo, luego se iría tan pronto como pudiera.

Ajena al conflicto interno de Raphael, Annette le sirvió té animada. Se alegraba de poder pasar un rato con él sin discutir. Con suerte, preguntarle si sabía lo que su padre quería de él.

Un té aromático brotaba de la boquilla de una bonita tetera antigua, su aroma a hierbas hizo que Raphael se sintiera renovado. Relajado, disfrutó del té caliente y miró despreocupadamente a Annette mientras ella sostenía su libro.

"Parece que te gusta leer", dijo, recordando cuando la había visto leyendo en el jardín antes.

"Sí. Bueno, no me gusta tanto... es que no hay muchas cosas que pueda hacer dentro de casa", dijo ella, con una suave sonrisa. "Sabes que las damas se supone que tienen la piel blanca en Deltium, ¿verdad? Por eso no salgo mucho al sol desde joven. Cada vez que salía a la calle, todo el mundo se preocupaba de que mi piel se bronceara, o de que me cayera. Hacían tanto escándalo que no podía salir mucho."

Los ojos de Raphael la recorrieron suavemente. Sus extremidades delgadas, su piel blanca como la nieve y su rostro delicado la hacían parecer una lujosa muñeca de porcelana hecha por un maestro. Pero cuando hablaba de su infancia con un rostro tan triste, se notaba claramente que era una persona viva.

Debe ser agotador, tratar de estar a la altura de las expectativas de la familia Bavaria, pensó Raphael, luego endureció su expresión. No importaba cómo había sido su vida en la mansión Bavaria, ella nunca habría sabido lo que era pasar hambre o congelarse en el frío. Pensar en su propio pasado y en toda su miseria le hizo apretar la mandíbula. Esas eran las cosas que había sufrido a causa de su baja cuna, pero el orgulloso Raphael nunca admitiría el daño, aunque muriera.

El Rey Selgratis había hecho todo lo posible por ocultar los orígenes de Raphael, así que al menos no se sabía nada de su madre. Si eso se hiciera público, todos los nobles que lo despreciaban habrían aprovechado la oportunidad para destrozarlo.

Sus dientes se apretaron, agudizando los ángulos de su mandíbula.

"No me gusta la piel blanca. Parece enfermiza", escupió, atacándola para sacudirse esa sensación de desdicha.

"Oh... ¿en serio?" dijo Annette, bajando sus ojos gentiles. Su cabeza se inclinó hacia abajo, mirando disimuladamente sus pálidos brazos. Raphael sintió una punzada.

¿Por qué seguía diciendo cosas así? De alguna manera, siempre empeoraba las cosas. Enfadado consigo mismo, Raphael chasqueó la lengua y apartó la mirada. Mirar su rostro infeliz le hizo sentirse culpable.

"Entonces, si me pongo un poco morena..." La mano de Annette se dirigió a él para llamar su atención. Sus ojos eran tímidos e inseguros. "...¿Entonces te gustaría? ¿Un poco?"

Aquellos ojos rosados lo miraron, densamente bordeados de pestañas doradas. Su corazón se aceleró ante la inocente pregunta.

"Deja de decir tonterías."

Al no recordar lo que había dicho anoche, no tenía ni idea de lo mucho que le molestaba su 'te odio'. O de que ella había reunido todo su valor para enfrentarse a él de nuevo, aun sabiendo que sólo conseguiría salir herida otra vez. Traducción ReinoWuxia

Pero la visión de sus ojos temblorosos le hizo sentir un escalofrío en el corazón. Odiaba admitirlo, pero sentía miedo. Tuvo un extraño presentimiento de que un día caería a los pies de esta pequeña mujer.

"Ya he tomado suficiente té, me voy", dijo levantándose de su asiento, dándole la espalda como si estuviera deseando escapar.

Aunque ella lo esperaba, le dolió. Al quedarse sola en la habitación vacía, Annette bajó los ojos con desánimo. Su pálida mano, que colgaba en el aire, se desplomó en su silla.

El vapor seguía saliendo de su taza de té, como si se burlara de ella. Finalmente, aceptó la dolorosa realidad.

"Supongo que no podemos... Raphael... me odia."

Lo lamentó por él. No tuvo más remedio que casarse con ella para compensar su sangre, luego se vio envuelto en todas las especulaciones sobre por qué ella no se convirtió en Princesa Heredera. Desde su punto de vista, también debió ser un matrimonio miserable. Su propia familia política lo despreciaba. Debe ser por eso que la miraba con tanto odio.

Si hubiera sido un mal hombre, ella podría haberlo odiado, tanto como cuando no sabía nada. Su reflejo en la taza de té vaciló, sonriendo y llorando al mismo tiempo. Su naturaleza no era tan mala. La dureza del mundo lo había convertido en una bestia.

Pero podía recordar haber estado postrada en la cama, con sólo Raphael a su lado hasta que murió. Puede que no la amara, pero le había sido fiel hasta el final.

No, él no era el problema. El problema eran los enemigos que le atormentaban constantemente, provocando su mal genio. Nadie creía en él, muchos de ellos utilizaban a Annette como arma contra él.

Sería más feliz sin ella.

Después de pensar en silencio durante mucho tiempo, se levantó lentamente de su asiento. Le costaría mucho trabajo, pero tendría que abrirse un nuevo camino.

***

La belleza de melena púrpura que caía en cascada por su espalda golpeó la mesa con la punta de los dedos. Su piel blanca, sus provocativos ojos felinos y un pequeño lunar junto a la boca eran encantadores. Pero la belleza no era una mujer, sino un hombre.

Sus ojos rojos como el rubí se movieron suavemente sobre Annette mientras se sentaba frente a él. Aunque se había cubierto la cara con un velo, no podía engañarle. Supo al instante que era una persona muy valiosa.

"Hmm..." Railin, el jefe del Gremio Secreto, una organización de contrabandistas, se aclaró la garganta con un par de toses educadas. "¿Buscas un trabajo de confianza en el extranjero?" Preguntó en voz baja. "¿Has pensado a qué reino quieres ir?"

"Sí. El Reino de Oslandia sería bueno, si es posible. He oído que es un lugar agradable para vivir", respondió Annette con calma. Osland tenía fama de ser seguro, con un sistema legal fiable. Todavía no se había decidido del todo, pero no estaba de más investigar. Annette era una persona minuciosa. Le gustaba estar preparada.

"Osland... es un buen lugar, aunque el cruce de la frontera es complicado, pero no imposible. ¿Qué se puede hacer?" preguntó Railin, sus ojos se curvaron con una hermosa sonrisa. "Necesitaré conocer tus habilidades para encontrarte un empleo."

Era una pregunta ofensiva para una aristócrata, que implicaba que no había pruebas de que pudiera hacer algo sin ese estatus. Pero Annette no se mostró ofendida.

"Sé leer y escribir cuatro idiomas", dijo con calma. "Deltium, la lengua oficial continental, la lengua imperial de Chapelle y la lengua oslandiana. Podría hacer traducciones."

Annette ofreció esto con valentía, sin tener en cuenta su caligrafía. No era bonita, pero no era engorrosa de leer. Annette estaba firmemente convencida de que su letra era legible. Pero tal vez era mejor comenzar con sus puntos fuertes.

"También se me da bien el bordado, puedo hacer bordado plano, tridimensional, Hardanger, cutwork y smocking. He escuchado que las modas de Osland son de alto nivel, ¿no? Y también estoy familiarizada con la gestión y la contabilidad. Estaría bien empezar en un nivel superior, si alguien estuviera dispuesto a contratarme allí, por supuesto."

"Huh". Railin la miró fijamente, levantando la barbilla. No podía ver el rostro tras el velo, pero aquella misteriosa mujer le resultaba muy atractiva. A diferencia de la mayoría de las mujeres extravagantes de la nobleza, pensó que podría ser bastante inteligente.