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viernes, 14 de octubre de 2022

octubre 14, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 434

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 434.  Ya Falta Poco (1)



"Reina."

"..."

"¿Reina?"

Unos ojos púrpura aparecieron de repente frente a mí mientras estaba sumida en mis pensamientos. Me incliné hacia atrás por la sorpresa.

"¿En qué piensas tan profundamente?"

Era Heinley. Se sentó en el suelo, puso los brazos cruzados sobre mi regazo y me miró fijamente.

Sacudí la cabeza con una sonrisa despreocupada.

En realidad... lo que estaba pensando era si Sovieshu había perdido realmente la memoria.

Sin embargo, no podía decirle a Heinley que estaba pensando en Sovieshu.

"Estaba pensando en la pintura."

En cuanto saqué a relucir el tema de ayer que nos concierne a los dos, Heinley se estremeció, retiró los brazos y se levantó.

"Ah, ya veo."

Acto seguido, se dirigió a la mesa, bebió un vaso de agua y, con mayor naturalidad, intentó salir de mi habitación.

"Heinley."

Cuando lo llamé por su nombre, se regresó lentamente hacia mí... ahora que lo pienso, ha estado así desde ayer.

Cambia de tema cada vez que quiero hablar de mi pintura.

"¿Viste mi pintura?"

Cuando finalmente se lo pregunté directamente, Heinley puso una expresión seria mientras miraba las decoraciones doradas de los bordes de la cama sin motivo.

Cualquiera que lo viera pensaría que las decoraciones se habían estropeado.

"¿Heinley? ¿No lo recibiste?"

"Sí, Reina."

"¿Qué te pareció?"

"Es una pintura maravillosa. Me parece que Reina es una buena pintora."

Mientras asentía con felicidad, Heinley continuó cuidadosamente,

"El significado implícito en la pintura es... profundo."

¿Profundo?  ¿Por qué vaciló en su última palabra?

"Me tomó un tiempo... interpretarlo."

... Volvió a vacilar en su última palabra.

"Me di cuenta que el significado de la pintura de Reina coincide con... mis pensamientos."

... No puedo creer que vacilara por tercera vez.

Además, ¿por qué me mira con nerviosismo? Si entendió el significado, ¿por qué no lo dice?

Cuando lo miré con el ceño fruncido, Heinley se detuvo por un momento y rápidamente se convirtió Reina.

Luego salió de entre el montón de ropa, extendió sus alas vigorosamente y comenzó a bailar.

Un águila grande bailaba mientras me miraba directamente a los ojos.

Era demasiado adorable, pero... también sospechoso. Incluso sus pasos de baile eran un poco diferentes a cuando bailaba de alegría.

¿Qué le pasa? ¿Mi expresión es aterradora? Aunque me palpé la cara, no podía saber si tenía una expresión aterradora sólo con mis manos.

"Todo está bien."

Aun así, estaba tan rígido que me preocupé y hablé con la voz más suave posible. Heinley dejó de bailar, corrió a mi lado y volvió a su forma humana.

Cuando chasqueé la lengua y acaricié su cabello disperso, su cabello rubio se deslizó suavemente entre mis dedos.

¿Es porque es un pájaro? Su cabello era especialmente suave.

Mientras le acariciaba el cabello porque me gustaba cómo se sentía, me recosté sobre el pecho de Heinley y entrecerré los ojos.

De repente, Heinley me llamó con voz incómoda, "Reina."

¿Cuánto tiempo ha pasado? Definitivamente estaba acariciando el cabello de Heinley, creo que me quedé dormida por un rato. Cuando abrí los ojos, estaba dormida sobre su pecho como una almohada.

"Lo siento, debo haberme quedado dormida."

En cuanto me apresuré a levantar la cabeza, Heinley levantó su mano para volver a colocar mi cabeza suavemente sobre su pecho y dijo,

"No sé si debería decirte esto..."

"¿Qué? Además, ¿por qué mueves mi cabeza a tu antojo?"

"¿No está el Emperador Sovieshu un poco extraño? Tu cabeza vuelve por sí sola a mi pecho."

Una vez que Heinley dijo que Sovieshu estaba un poco extraño, detuve mi mano con la que le hacía cosquillas en el pecho.

Las palabras de Sovieshu de que había perdido la memoria volvieron a mi mente.

Por supuesto, había pensado que era mentira. Pero ahora que Heinley lo señalaba, me surgió la duda, '¿Podría ser cierto?'

"¿Qué te pareció extraño?"

"Ah, sobre eso..."

Varias arrugas aparecieron en el entrecejo de Heinley.

"Es complicado expresarlo con palabras."

"¿Por qué?"

"Su forma de hablar... es un poco diferente."

"¿Un poco?"

Heinley frunció el ceño como si fuera realmente complicado de expresar.

Al final, no encontró las palabras adecuadas y, al acercarse mi hora de dormir fijada por el médico del palacio, me cubrió con las sábanas y se marchó.

Sin embargo, las dudas en mi mente no desaparecieron y se asentaron en un rincón de mi cabeza.

¿Realmente Sovieshu ha perdido la memoria?

***

El clima de ayer fue excelente, pero en el transcurso de hoy, el cielo se volvió completamente gris oscuro. Las nubes oscuras eran tan densas que podría llover en cualquier momento.

Sin embargo, el viento todavía era fresco y agradable, así que incluso mantuve abiertas las ventanas de la oficina.

Mientras trabajaba sentada en mi escritorio, miraba por las ventanas cada vez que me aburría. También le hablaba a mi bebé con las manos en el vientre.

"¿Ves eso...? Son nubes. Nubes oscuras. Nubes como esas aparecen antes de que llueva."

"Esto es una pluma. Esto es un frasco de tinta. Para escribir se debe cubrir la punta de la pluma con tinta..... Bueno, eso lo aprenderás más adelante."

"Siento no poder leerte ahora un cuento infantil. Si estás aburrido, puedes dormirte."

Por supuesto, nunca le hablé a mi bebé cuando había alguien cerca porque se vería extraño. Cualquiera pensaría que hablaba sola.

El tiempo pasó tranquilamente hasta alrededor de la 1 de la tarde.

En el momento en que pensaba si debía almorzar con mis damas de compañía, con Heinley, o si debía comer aquí mientras terminaba el trabajo, uno de mis ayudantes entró con una mirada avergonzada e informó.

"Su Majestad. El Emperador Sovieshu ha venido a hablar de un asunto 'oficial'."

Ese 'oficial' es más bien una especie de arma.

Una vez que asentí y chasqueé la lengua en mi interior, mi ayudante salió y un momento después entró Sovieshu.

Ayer reaccioné emocionalmente a sus comentarios inesperados, pero hoy definitivamente no lo haré.

Esperé a que Sovieshu estuviera en el centro de la oficina y entonces pregunté con voz fría,

"¿A qué has venido?"

Sovieshu se me acercó con una actitud firme y puso sus manos suavemente sobre mi escritorio.

"Escuché que te convertiste en una maga."

"Así es."

¿Qué tiene eso que ver con él?

"Ante todo, felicidades."

"¿Viniste a decir eso?"

"He venido a tratar un asunto oficial."

"¿?"

"Estoy aquí para hacerte una propuesta."

"Te he dicho que no me hables informalmente."

"Los dos podemos hablar informalmente. No me molesta."

"..."

Me encantaría es insultarlo, pero entonces la línea que nos separa se desvanecería. No quería estar más cerca de él, así que no respondí.

Sovieshu sonrió levemente como si estuviera bien y sacó a relucir el punto principal.

"Puedes venir a la academia mágica si quieres."

¿Qué? ¿La academia mágica? Las palabras que salieron de su boca fueron extrañas.  

"¿Quieres que me convierta en estudiante de la academia mágica?"

"Si no quieres asistir con otros estudiantes, puedo organizarte clases particulares. Por supuesto, tienes que venir al Imperio Oriental."

jueves, 13 de octubre de 2022

octubre 13, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 34

Capítulo 34. La Mejor Decisión

Annette no dijo nada. Diana estaba de pie frente a ella, con el rostro ansioso por una respuesta. Sabía muy bien que Annette había sido la candidata más fuerte a Princesa Heredera, así que sacar el tema era pura malicia.

Si le hubiera dicho eso a Annette antes de su regresión, ésta se habría sentido muy dolida.

Ella sólo suspiró para sus adentros. Diana había sido su amiga de la infancia, pero ahora era la mejor amiga de Celestine. La fluctuante red de relaciones entre las personas podía ser a veces muy irónica.

Pero todo esto había ocurrido hacía cinco años. Ya no le dolía nada, así que podía reírse de Diana. A menos que hubiera sido la propia Celestine, de quien Annette sospechaba que había sido la que la había inculpado con cargos falsos, nada de eso importaba.

"¿Ah, sí?" preguntó Annette, sonriendo. "¿Sabes si había un diamante azul entre esos regalos, por casualidad? Tengo muchas ganas de verlo, espero que lo lleve en su coronación."

"Bueno... no sé..."

Annette parecía puramente interesada en la tiara en sí, más que en lo que simbolizaba. Diana se estremeció, su decepción era evidente en su rostro. Pero Annette sólo pasó a la ofensiva, rodeando con sus manos el fuerte brazo de Raphael.

"Cariño", dijo, inclinando la cabeza para mirarle cariñosamente. "Creo que preferiría tener un diamante azul, ¿Qué te parece? ¿Me quedaría bien?"

Raphael se limitó a mirarla en silencio, Annette le entró un sudor frío. Por un momento, pensó que él estaría de su lado, porque habían pasado una bonita noche juntos. ¿Ella acaso se había adelantado a la realidad? Sería terrible ser humillada delante de Diana.

Annette se mordió los labios cuando él le quitó sus manos del brazo, y su corazón se desplomó. Tal como ella pensaba, él no tenía intención de involucrarse en un conflicto entre dos mujeres. Pero entonces él le rodeó suavemente los hombros con un brazo, abrazándola.

"Si te hace feliz, puedes vaciar la caja fuerte. Compra un diamante azul y todo lo que quieras."

"¡Oh, Dios!", exclamó Diana al escuchar aquella voz profunda, y se tapó la boca. Era emocionante ver a un hombre siendo tan abiertamente cariñoso con su mujer. Pero Raphael no había terminado.

"Pero creo que un diamante rosa sería mejor", dijo él, bajando la cabeza y acariciando su cara. "Iría mejor con tus bonitos ojos rosas."

Y entonces rozó con sus labios cada párpado. Su tierna muestra de afecto habría derretido el corazón de cualquiera que lo viera. Esto animó a Annette a acabar con su enemigo.

"Gracias, Raphael", dijo ella. "Aceptar casarme contigo ha sido la mejor decisión que he tomado nunca."

La mujer, que nunca había tomado una decisión propia desde que nació, reía como una flor mientras mentía. Tanto ella como Raphael sabían que era una mentira, pero Dama Diana no. Como la mejor amiga de Celestine, sólo había querido burlarse de Annette, pero se convirtió ella misma en la broma.

"Es un poco tarde, Dama McClaire. Deberíamos irnos, ¿Estarás bien sola?"

Con un brazo alrededor de la cintura de Raphael, Annette ofreció sonriente este golpe a Diana, que ni siquiera estaba comprometida. Diana se enamoró fácilmente, pero desgraciadamente el objeto de sus afectos nunca le correspondió. Esa era al menos parte de la razón por la que nunca se había visto envuelta en ningún escándalo. Traducción ReinoWuxia

"Por supuesto que estaré bien", dijo, levantando la voz cuando Annette la golpeó en su punto débil. "Todo este mercado pertenece a mi familia. ¿Sabes lo bien que se venden los productos de hierro estos días? El negocio va tan bien, que apenas he terminado ahora, ¡Ya iba de camino a casa!"

"Oh, ya veo. Envidio tu espíritu de trabajo."

Annette, la hija de la familia más rica de Deltium, sonrió ampliamente. Diana apretó los puños, temblando de rabia. Y Raphael se unió a la diversión por segunda vez, la guinda perfecta del pastel.

"Ahora que lo mencionas, uno de mis regalos de boda fue una mina de hierro. Los ingresos han sido bastante buenos estos días. Annette, ¿te gustaría que la pusiera a tu nombre? Compra todos los diamantes que quieras, sean azules o rosas."

¡Qué extraordinario! Diana se quedó con la boca abierta. Ahora que se había perfeccionado el proceso de fundición, había una gran demanda de productos de hierro, y los nobles con minas de hierro estaban ganando mucho dinero.

¿Y él iba a dárselo todo a Annette?

Diana se sintió humillada, pero también celosa. Hasta hace poco, el hierro no se utilizaba mucho en el Imperio, ya que era muy difícil de refinar. Pero con los nuevos métodos recientemente descubiertos, cada parte de la vida cotidiana parecía necesitarlo de alguna manera. A juzgar por la vajilla de hierro que Annette había visto en el restaurante, incluso ellos habían seguido la tendencia.

El hierro es rentable ahora... eso es interesante.

Annette parpadeó, asombrada por la idea. Tendría que aprender más sobre la mina de hierro de Raphael. No porque se preocupara por ella, pero tal vez eso era lo que le interesaba a su padre.

Perdida en sus pensamientos, apenas sintió que Raphael la abrazaba cariñosamente, aunque se sonrojó cuando él besó la parte superior de su pequeña cabeza. Rápidamente, se despidió de Diana, que los miraba con envidia.

"Mi esposa está cansada, así que nos despedimos, Dama McClaire. Por favor, discúlpenos."

Humillada, Diana se dio la vuelta, aunque no pudo evitar volver a mirar a la pareja mientras se marchaban. Parecían la pareja de un retrato, con sus brazos rodeando los hombros y la cintura del otro, caminando juntos hacia su carruaje. Mirar al poderoso Raphael inclinándose hacia la esbelta Annette haría sonrojar a cualquier observador.

Ya verás, ¡Encontraré un prometido este año!

Con esta decisión en mente, Diana se alejó con los ojos lagrimeando al pensar que, incluso considerando el negocio de artículos de hierro de su familia, nunca podría estar completamente satisfecha. Si su mercancía de hierro se vendía bien, sólo significaba más beneficios para la mina de hierro del Marqués Carnesis, y más diamantes para Annette.

Esto la puso tan celosa que derramó lágrimas desde su corazón. Incluso si Annette no iba a ser más la Princesa Heredera, no importaba. Tenía un esposo sexy que la trataba con cariño, eso hacía que Diana la envidiara diez veces más que a Celestine. Mirar a Annette alejarse del brazo con su esposo era mucho peor que observar a Celestine recibir los regalos de boda de la familia real.

Mientras tanto, Annette se acomodó en el carruaje con un suspiro de alivio. "Mu... muchas gracias por eso, Raphael", dijo con cuidado, sonrojada por la vergüenza. "Por estar de mi lado."

Su expresión de profunda gratitud hizo que Raphael se sintiera inexplicablemente incómodo. Al instante a él le había caído mal Diana, que se comportaba como una zorra. Incluso con el esposo de Annette allí mismo, ella le había insinuado a Annette, ¿no es una pena que no pudiste casarte con el otro hombre? Fue como si miles de agujas le pincharan. Había querido demostrar que el matrimonio de Annette con él no era una desgracia. Eso fue todo.

Pero no podía ser sincero respecto a este impulso infantil. Era un hombre muy obstinado y siempre hablaba con franqueza.

"Si estás agradecida, asegúrate de que tu mano se cure bien", dijo, una respuesta contundente a su agradecimiento. No recordaba cómo se había herido la mano, pero sabía que probablemente fuera culpa suya. Cada vez que veía esa mano vendada, se sentía culpable. Habría preferido que su propia mano estuviera herida.

"Me pondré bien pronto", respondió Annette, con una sonrisa radiante. "Gracias por lo de hoy."

Había habido un pequeño contratiempo a mitad del día, pero su primera salida con Raphael había ido mucho mejor de lo que esperaba. Habían visitado la tumba de Robert, aunque ella ni siquiera había sabido quién era en su vida anterior. Habían comido juntos, bebido juntos, y aunque odiaba la interrupción de Diana, había podido apartarla efectivamente gracias a la ayuda de Raphael.

Ahora que lo pensaba, Diana no parecía saber nada de las falsas acusaciones contra Annette.

Recordando la expresión de Diana y el tono de su voz, Annette sabía que si hubiera sabido de esas acusaciones, Diana se habría burlado de ella inmediatamente. Resultaba sorprendente, teniendo en cuenta que Diana era la mejor amiga de Celestine, que el asunto se hubiera silenciado por completo. Aunque a Annette no le agradaba mucho la familia Bavaria, tenía que admitir que defendían a los suyos.

Mientras Annette se perdía en estos pensamientos, el carruaje rodaba tranquilamente hacia su casa. El pueblo que habían visitado no estaba tan lejos, así que llegaron rápidamente a la mansión. Antes de ir a su habitación, Annette se detuvo junto a Raphael en el pasillo.

"Buenas noches, Raphael. Me ha gustado mucho salir contigo."

Él asintió sin hablar. Ella estaba lo suficientemente familiarizada con su actitud como para no ofenderse. Pero cuando se dio la vuelta, escuchó su voz grave detrás de ella.

"Annette."

"¿Sí?"

 Cuando miró hacia atrás, pudo verlo de pie rígido, en el pasillo oscuro, con su rostro blanco girado hacia ella. Su piel no se había bronceado ni siquiera después de tantas horas de entrenamiento al sol, y parecía tan inmaculado como una estatua de mármol. Sus labios rojos se movieron de forma vacilante, y entonces hizo una pregunta que Annette nunca habría esperado.

"Lo... que dijiste. ¿Era cierto?"

"¿Qué?"

"Que no te arrepientes..."

Raphael no se atrevió a preguntarle directamente, ¿Fue realmente casarse conmigo la mejor decisión que tomaste?

Annette, que nunca había soñado que él pudiera hacer semejante pregunta, abrió mucho los ojos.

martes, 11 de octubre de 2022

octubre 11, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 33

Capítulo 33. Agridulce

Raphael no tenía ninguna expectativa particular sobre el restaurante que elegiría Annette. Seguramente sería el restaurante más lujoso de la calle, con el ambiente más refinado de todos los demás.

Las expectativas de Raphael estaban a punto de ser brutalmente traicionadas.

"¡Oh, mira, Raphael! Mira ese cerdo, ¡es tan grande!"

Había elegido un restaurante al aire libre donde se veía un inmenso cerdo desde la calle, que se asaba en un asador de hierro. Incluso la manzana rellena en su boca se veía deliciosa. Annette, a la que sólo le habían servido porciones de carne perfectamente cocinadas, se encendió de emoción viendo a un cerdo de verdad.

"Huele tan bien", dijo. "Pimienta negra, albahaca, comino y... ¿Qué más es? Oh, Dios, ¡mira ese recubrimiento!"

El chef también estaba emocionado, que una bonita noble mirara su comida con tanta expectativa. Por un momento, le preocupó que la deslumbrante pareja con sus ricas vestimentas hubiera venido a causar problemas. Pero estaban muy tranquilos y pidieron el plato más caro del menú. Para unos clientes tan distinguidos, estaba dispuesto a hacer un esfuerzo adicional.

"¡No encontrarán un asado más perfecto!" Presumió. "Toma, te daré el mejor corte."

Con una terrorífica sierra en una mano y un cuchillo para huesos en la otra, el chef comenzó a cortar cuidadosamente, exagerando teatralmente sus movimientos. Cualquiera podría haber dicho que estaba montando un espectáculo, así que un espadachín experimentado como Raphael lo consideró ridículo.

"¡Oh, mira, es tan increíble!" exclamó Annette, aplaudiendo emocionada. "¡Nunca había visto algo así!"

Olvidándose de sí misma, se estremeció cuando chocó accidentalmente su mano vendada, pero ni siquiera esto fue suficiente para calmarla. Sus mejillas estaban sonrosadas, sus ojos brillaban como estrellas. Raphael se quedó boquiabierto al ver a su elegante esposa así de emocionada.

"Annette, ven aquí y siéntate bien."

Raphael no quería decir algo así a una mujer adulta, especialmente a Annette Bavaria, que debía conocer la etiqueta desde la infancia. Pero era la primera vez que la veía tan emocionada, por lo que le preocupaba que pudiera cometer un error.

Cuando ella estaba a punto de inclinarse de nuevo hacia delante sobre su mano herida, él no pudo aguantar más y le agarró el codo para ayudarla a sentarse. Le colocó la servilleta en el cuello, como si la estuviera preparando para un festín.

¿Por qué demonios estoy haciendo esto?

"¡Vengan, pruébenlo! Es la obra maestra de nuestro restaurante."

Al terminar de cortar el asado, el chef se acercó a ellos, secándose la frente. Había tenido la amabilidad de cortarlo en pequeñas porciones para que fuera más fácil comerlo. Sorprendentemente, todos los utensilios y la vajilla del restaurante eran de hierro auténtico, lo que daba un aire de singularidad a la cena rústica.

Fue una experiencia emocionante para Annette, que estimuló tanto su estado de ánimo como su apetito. El cerdo humeante olía muy bien. Ansiosa, agarró el tenedor.

"Espera, Annette". Frunciendo el ceño, Raphael trató de detenerla. El cerdo estaba recién salido del asador, se quemaría la boca si lo comía enseguida. Y aunque el chef había tenido especial cuidado al servir su porción, los trozos seguían siendo bastante grandes. Raphael miró su mano vendada. Aunque dudaba de que él hubiera causado la herida, no podía dejar de preocuparse por ella.

Con el ceño fruncido, levantó su propio cuchillo para cortar la carne de cerdo en trozos muy pequeños para ella. Era algo que había visto hacer a los cortesanos para impresionar a sus compañeras, por lo que se sintió ridículo. Nunca había imaginado que haría algo como esto por una mujer.

"Toma. Deja que se enfríe antes de comerlo", dijo, soltando el cuchillo y empujando el plato hacia ella con frialdad.

"Gracias."

Ella, que cogió un trozo de chicharrones con el tenedor, se lo llevó a la boca. El sabor era más allá de lo que había esperado. Tenía una crujiente recubrimiento. La carne  tierna que había debajo casi se derretía en su lengua, llenando su boca de sabor salado. De alguna manera, comerlo al aire libre, con la brisa fresca que soplaba, hacía que supiera aún mejor.

"Está realmente delicioso", dijo ella, tapándose la boca con una mano, saboreándolo. Desde el otro lado de la mesa, Raphael sonrió ante su satisfacción, la primera vez que lo hacía sin sarcasmo ni malicia. Nerviosa, le tendió un tenedor. "Toma, Raphael, pruébalo."

El tembloroso tenedor, sostenido entre sus dedos densamente vendados, estaba a punto de caer sobre la mesa. Raphael sacudió la cabeza y le quitó el plato para cortar la carne aún más pequeña. En ese momento estaba casi hecha puré.

Sólo entonces  tomó el tenedor de Annette, devorando la carne de un solo bocado y sustituyendo el tenedor por una cuchara.

"Come con esto", dijo. "No es un restaurante formal, a nadie le importará."

Annette había sido sometida a un riguroso entrenamiento previendo que se convertiría en Princesa Heredera, eso había incluido naturalmente la etiqueta en las comidas. Pero comer puré de carne con una cuchara era otra cosa que nunca había imaginado hacer.

Pero... no había ninguna razón para no hacerlo, ¿verdad?

Esa preguntó surgió en el interior de la renacida Annette, y ésta miró la cuchara durante un segundo, luego se sirvió un gran bocado y se lo metió directamente entre los labios. La carne que Raphael había cortado para ella seguía estando deliciosa, pero ahora era mucho más fácil de manejar. Annette estaba encantada con el grasiento sabor salado, diferente a todo lo que había probado antes.

"Toma, prueba esto también", dijo Raphael, levantando el vaso que estaba sorbiendo y lo empujó hacia ella. "No está tan mal."

Era un licor dulce y amargo al mismo tiempo, con limón y manzana añadidos al vino blanco. El sabor agudo borró inmediatamente la sal y la grasa de la carne, y la fresca brisa nocturna que llegaba del río lo hizo todo inexpresablemente agradable. Era el tipo de noche para embriagarse.

Pero lo que más le agradaba era el rostro de Raphael mirándola desde el otro lado. Aquel bello rostro, bajo el cálido resplandor de las luces, parecía mucho más amigable que de costumbre. En su corta vida, casi nunca lo había visto así.

La hizo sentir como si tal vez se hubieran acercado un poco más.

Tal vez fuera porque le había visto acomodar su comida con sus propias manos, pero Annette se olvidó de su anterior tristeza. Todos sus problemas se resolverían cuando ella se fuera. Pero antes de despedirse, se alegró de tener este recuerdo con él, para poder mirar atrás con una sonrisa.

Annette sonrió, inclinando su vaso. A pesar de su aspecto, podía aguantar bien el alcohol, así que incluso después de tres copas llenas de vino, seguía estando bastante estable.

"Resultaron ser bebidas espirituosas de verdad", dijo Raphael jovialmente. Parecía mucho más relajado. "Si hubieras tomado mucho más, tendrías vino en las venas en lugar de sangre."

"Todavía podría haber tomado una o dos copas más. Es una pena que el restaurante haya cerrado tan pronto."

Durante todo el camino de vuelta al carruaje, ella se lamentó por no haber podido beber más. Normalmente no disfrutaba mucho del alcohol, aunque lo toleraba bien, pero había querido beber hasta la saciedad aquel vino agridulce. Al escuchar su emocionada charla, Raphael se rió en voz alta sin notar el cambio en su propio comportamiento.

"Ni hablar, no más después de todo eso. ¿No sería un escándalo para la reputación de una dama, ser llevada a casa a cuestas?" Se burló. "Seguro que no querrías regresar a casa de esa manera."

Aquellos ojos azules que siempre la miraban con tanta frialdad, brillaban bajo sus largas pestañas. Annette no pudo evitar sonreírle cálidamente. Era una noche tan agradable, pero tan corta. Mientras se acercaban al carruaje, le entristeció pensar que había terminado y que pronto volverían a ser los de siempre, después del corto viaje a casa.

"Oh, no puede ser... ¿Es la Dama Annette?"

En ese momento, alguien se acercó a ellos desde el otro lado de la calle. Había estado sonriendo a Raphael, pero cuando Annette se giró para mirar, su alegre sonrisa desapareció inmediatamente. Era alguien que conocía muy bien.

"Dama Diana. Qué sorpresa conocerla."

El nombre de la mujer de cabello negro rizado era Diana McClaire, la segunda hija del Conde McClaire, famoso por sus diversos negocios. Había sido amiga de Annette, cuando eran niñas, y aunque habían tenido poco contacto desde entonces, una nunca olvida a una amiga de la infancia. Incluso después de cinco años, Annette la reconoció al instante.

"Sabes, es peligroso que andes por ahí tan tarde... ¡ah! Estás con tu esposo. Buenas noches, Su Excelencia. ¿Marqués Carnesis? Soy la Dama Diana McClaire, hija del Conde McClaire."

Levantando el dobladillo de su falda en una reverencia, ella ofreció un saludo cortés, pero sus mejillas estaban rojas. Raphael tenía un mejor físico que la mayoría de los hombres, así que se le consideraba muy atractivo. No sólo era guapo, sino que su infame arrogancia y su ardiente temperamento lo hacían más atractivo.

Annette la observó con el ceño fruncido. Diana no era una mala persona, pero tenía dos grandes defectos. El primero era la tendencia a enamorarse demasiado rápido, por lo que el rostro de Diana se llenó de admiración al mirar al esposo de Annette. Lo cual no era tan malo como parecía; si bien Diana se enamoraba rápidamente, no era tan tonta como para hacer algo con un hombre que ya estaba tomado. Annette podía ignorar sin problemas las mejillas sonrojadas de Diana.

Pero no podía ignorar el segundo defecto. No era un gran problema para Diana, pero para Annette, era un punto de inflexión. Porque Diana McClaire...

"Oh, ahora que lo pienso, Dama Annette... no, ¡usted es la Marquesa Carnesis ahora! Pero ha escuchado que mi amiga Dama Keers ha recibido dos cajas de regalos de boda de la familia real. ¿No es increíble ser Princesa Heredera?"

Diana McClaire era una de las mejores amigas de Lady Celestine Keers.

lunes, 10 de octubre de 2022

octubre 10, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 433

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 433. ¿Realmente No Recuerdas? (2)



"Lamento decir esto, Condesa Jubel. ¿Los sirvientes del Imperio Oriental son todos iguales?"

Era un día soleado. Los rayos del sol penetraban en mi habitación y el viento acariciaba mis mejillas. El clima era perfecto, así que me senté a leer un libro cerca de las ventanas completamente abiertas.

Laura estaba recostada en un sofá cercano, bostezando y dormitando.

En medio de este ambiente tan cálido, la voz aguda de Rose captó mi atención de inmediato. Cuando aparté la vista del libro y la miré, la Condesa Jubel también parecía desconcertada.

"¿A qué te refieres?"

Rose resopló molesta con los brazos cruzados.

"Los sirvientes traídos por el Emperador Sovieshu son arrogantes y no hacen bien su trabajo. Sólo ha pasado un día desde que llegaron aquí y ya están causando problemas."

"¿En serio?"

"Sí."

"Qué extraño. ¿A qué podría deberse?"

La Condesa Jubel no respondió más después de eso, probablemente porque prefería no hablar mal del Imperio Oriental, y continuó con lo que estaba haciendo.

Rose expresó su descontento un par de veces más, pero como la Condesa Jubel no parecía prestarle mucha atención, eventualmente cerró la boca y se fue.

Sin embargo, al cabo de un rato volvió con cara de asombro.

"Su Majestad, Su Majestad. El Emperador Sovieshu viene a visitarla."

"Sovieshu..."

"Sí, lo vi venir en esta dirección mientras caminaba hacia allá, ahora—"

En el momento en que iba a decir, 'ahora debe estar cerca'. Una campana sonó y una voz vino del otro lado de la puerta.

"Su Majestad. El Emperador del Imperio Oriental desea reunirse con usted."

Rose, que se había despertado, se levantó rápidamente. Mastas también se levantó con su lanza afilada.

La Condesa Jubel me miró con ansiedad.

Yo también estaba... un poco desconcertada. No esperaba que viniera hasta aquí.

Pero no podía evitarlo, así que le permití entrar.

Instantes después, la puerta se abrió y entró Sovieshu.

A diferencia de ayer, que vestía completamente formal, hoy vestía casualmente con una camisa color melocotón y unos pantalones negros.

Nada más entrar, me sonrió sutilmente mientras lo miraba con una expresión seria. Una vez que mis damas de compañía salieron, le pregunté bruscamente.

"¿Qué estás tramando ahora? Si estás aquí para recuperarte, ¿cómo explicas tus acciones de ayer y de hoy?"

"Me siento mejor cuando te veo."

"Yo no. Te he dicho en otras ocasiones que no me hables de manera informal, Sovieshu."

"A mí no me molesta que me hables de manera informal."

¿Qué?

"¿Qué estás diciendo? ¿Te has vuelto loco?"

"Sí, me he vuelto loco."

"..."

¿No ha venido por un asunto importante? ¿Está bromeando en este momento? ¿Qué intenciones tienes al venir aquí?

Mientras lo miraba confundida, Sovieshu sonrió torpemente.

"Realmente me he vuelto loco, Navier."

Mi ex-esposo dice que se ha vuelto loco. ¿Cómo debería reaccionar en esta situación?

1. Poner mi mano en su frente para ver si tiene fiebre.

2. Golpear su frente para asegurarme de que no ha perdido la cordura.

3. Decir que es mentira, que no le creo.

4. 4... No se me ocurre nada para la cuarta opción. Optaré por la opción número tres.

"No mientas."

Hablé fríamente con los ojos entrecerrados.

Sovieshu se puso el dedo en la sien derecha y lo desplazó por su frente hasta la sien del otro lado.

"De aquí a aquí. No recuerdo."

"¿Qué quieres decir?"

"Lo último que recuerdo es haber subido a un árbol alto para intentar recoger melocotones para ti."
.
Eso fue hace varios años. En nuestros días como príncipes herederos, solíamos leer novelas románticas recostados uno al lado del otro en el suelo. En las partes en las que los enamorados se susurraban palabras de amor, ambos nos reíamos avergonzados y en las partes en las que se besaban nos mirábamos los labios.

Entre esas novelas románticas, había una historia en la que un hombre subía a lo alto de un árbol para recoger frutas para su amada.

— ¿Puedes hacerlo?

Le pregunté mientras señalaba esa escena del libro. Sovieshu afirmó con confianza que podía hacerlo.

— Entonces hazlo para mí.

Tras mi petición, Sovieshu me llamó al día siguiente para que lo viera recoger melocotones para mí. Sin embargo, se cayó del árbol y varios melocotones me golpearon en la cabeza.

A pesar del dolor en mi cabeza, estaba más preocupada por Sovieshu, que se había desmayado.

Fue sólo mientras lloraba y llamaba al médico del palacio que me di cuenta de que tenía un chichón en la frente.

Estaba asustada por el estado de Sovieshu, pero cuando se despertó y vino a mi habitación, sacó varios melocotones y dijo, "Lo siento. Están aplastados."

Extrañamente, mi preocupación fue reemplazada por la ira. Tomé dos almohadas y lo golpeé en la espalda... mientras Sovieshu intentaba huir, se le escaparon los melocotones de las manos.

Me resbalé al pisar los melocotones, por lo que Sovieshu me atrapó apresuradamente, me cubrió con su cuerpo y caímos juntos.


Terminamos caóticamente en el suelo duro, abrazados torpemente.

Varias plumas blancas, que salieron de la almohada desgarrada, aterrizaron sobre su cabello negro. Una pluma también aterrizó sobre mis labios.

Sovieshu levantó la mano y me quitó la pluma con cuidado. Después de que la pluma que me hacía cosquillas en los labios desapareció, Sovieshu me besó fugazmente en los labios, tan suave como una pluma.

Con la cara más roja que un melocotón, me miró y se levantó rápidamente.

Me extendió la mano para ayudarme a levantar y salió corriendo, pero entonces también se resbaló con un trozo de melocotón y se cayó, dándose un golpe en la cabeza.

Sonó como un golpe fuerte. Antes de que pudiera preguntarle si estaba bien, abrió apresuradamente la puerta y escapó.

Me avergonzaba perseguirlo, así que me puse en cuclillas y abracé la almohada desgarrada.

Nuestro primer beso estuvo lleno de plumas blancas, caos y olor a melocotón.

¿Sovieshu hablaba de esa historia?

No esperaba que mis ojos se llenaran de lágrimas. Me dolió mucho recordar en este día soleado los momentos felices que vivimos juntos, por lo que me enojé.

¿Qué le pasa? ¿Por qué tiene que hablar del pasado? ¿Por qué insiste en recordarme que me abandonó? He estado tratando de cerrar las heridas que me causó. 

Cuando recuerdo nuestros momentos felices, mi ira crece enormemente. Fue él quien tiró todos esos momentos a la basura.

Mientras lo miraba fríamente con los labios apretados, Sovieshu levantó con cuidado su mano y la pasó por mis ojos. Una lágrima, que derramé sin darme cuenta, se deslizó por sus dedos.

Di un paso atrás con determinación y repetí con la mayor frialdad posible, "No mientas..."

Sovieshu sonrió débilmente y bajó la mirada. A decir verdad, no parecía estar mintiendo.

"Sé que nadie dirá nada bueno de mí por venir hasta aquí."

"..."

"Pero tenía que venir."

"Basta."

"Los melocotones cayeron sobre ti."

"¡!"

"Tenía que asegurarme de que estuvieras bien."

"¡Basta!"

Ante mi grito, Sovieshu finalmente cerró la boca. Lo miré con los puños cerrados, después señalé con el dedo la puerta y volví a gritar.

"¡Fuera!"

Estas no eran palabras que la Emperatriz del Imperio Occidental debía decir al Emperador del Imperio Oriental.

Absolutamente no. Fue grosero e irrespetuoso.

Sin embargo, no soportaría mirar su cara por más tiempo.

Me prometí a mí misma tratarlo como a los demás y no mostrarle la más mínima vulnerabilidad. Pero cuando sacó a relucir nuestros hermosos recuerdos, las heridas, que se habían cerrado, se reabrieron y perdí la compostura.

"Me iré."

Sovieshu respondió con tranquilidad y levantó la vista para mirarme a los ojos.

"Te escucharé obedientemente."

Tras pronunciar estas palabras inesperadas, salió de inmediato.

Se fue porque se lo exigí. Me dejó más confundida en el momento en que se fue.

Me quedé mirando la puerta cerrada con la boca abierta. ¿Qué acababa de decir...? ¿Obediente? ¿Ese hombre orgulloso realmente usó la palabra 'obediente'?

— Estoy cansado de discutir contigo. ¿No puedes ser obediente por una vez?"

En mi mente resonó aquella voz fría, la voz que hizo pedazos mi orgullo y me sumió en la desesperanza.

***

domingo, 9 de octubre de 2022

octubre 09, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 32

Capítulo 32. Una Simple Decisión


A estas alturas, el nombre que vio en la lápida le resultaba muy familiar.

Robert Smith, murió a la edad de 27 años. Muerto en batalla, reprimiendo a la Resistencia de Letan.

Ese era el nombre de la persona con la que Raphael hablaba tan a menudo cuando estaba sonámbulo en sus pesadillas, suplicándole repetidamente que le perdonara. El nombre grabado en esta lápida era el mismo que estaba tan dolorosamente grabado en el corazón de Raphael.

Él no le devolvió la mirada. Él estaba tan quieto mientras miraba la tumba, que podría haber sido uno de los ángeles de piedra, o el dios de la muerte, custodiando el cementerio.

"Conoces este nombre, ¿no?" Preguntó, mordiéndose los labios. "Todas las noches, cuando..."

Su rostro se contorsionó como si estuviera confesando algo totalmente aborrecible, y aunque no terminó la frase, ella supo lo que quería decir. Raphael era un hombre orgulloso. No podía aceptar esta debilidad.

Automáticamente, ella agarró su mano, apretándola afectuosamente. No podía soportar verlo tan atormentado. Y sorprendentemente, él no se quejó. Miró su mano, pero no la apartó.

"¿Qué clase de persona era?" Preguntó en voz baja, para darle tiempo a calmarse.

"Era mi ayudante de campo. Se quedó atrás para contener a una unidad de Letan, pero tropezó con una de sus trincheras y se rompió las piernas. No pudo escapar. Si me hubiera quedado con él... ambos habríamos muerto."

Raphael se detuvo, apretando la manos. Tal vez había luchado hasta el final y luego se había visto obligado a retirarse, dejando a Robert atrás. Y esa culpa todavía le atormentaba. Cada noche, volvía a soñar con la muerte de Robert.

Por supuesto, a ella le daba lástima. Si hubiera tenido que dejar a Claire en peligro mientras ella huía, se habría sentido culpable el resto de su vida. Ninguna palabra podía consolarle. Annette le cogió la mano con más fuerza.

No dijo nada más. En silencio, extendió la mano para quitar la suciedad de la lápida y limpiar el musgo que crecía sobre las letras. Fue una acción brusca, pero estaba claro que había un sentimiento cálido detrás de la misma.

Al verlo, Annette sonrió en su interior. En su vida pasada, después de su muerte, ¿Raphael habría visitado su tumba? ¿La habría cuidado así?

Se sentía mareada sólo de pensarlo. Si él hubiera venido a pararse ante su lápida, vestido con un traje negro, ¿Qué actitud habría tenido? ¿Habría sido feliz, pensando que su enfermiza esposa se había ido por fin? ¿O se habría sentido desolado?

Era un misterio que no quería aclarar. No volvería a morir así, por lo que no tuvo más remedio que obviarlo. Cada vez que pensaba en él diciendo que la odiaba, le dolía el corazón.

Pero él nunca me habló de Robert...

En su última vida, nunca había sido tan cercana de Raphael como para saber nada de esto. Ni el trauma que sufrió por la guerra, ni la herida que Robert le había dejado como una espina en el corazón.

Ella ni siquiera había preguntado. Raphael había decidido decírselo a ella primero. ¿Realmente la odiaba? Tenía que reconsiderarlo, pero no pudo evitar sentir un pequeño brote de esperanza.

"Umm... ¿Raphael?"

A Annette nunca se le había dado bien adivinar lo que otra persona podía estar pensando, para ajustar su comportamiento en consecuencia. Siempre había preguntado directamente. Y aunque podría sentirse herida de nuevo si él repetía que la odiaba, estaría mucho más cerca de la verdad.

"¿Por qué me has traído aquí?" Preguntó, levantando la vista hacia él. Los ojos oscuros de Raphael se encontraron con los suyos. Sus labios rojos eran sorprendentemente hermosos.

"Porque sabes mi secreto."

"¿Eso es todo?"

"¿Debería haber otra razón?"

El pequeño brote de esperanza en su corazón se marchitó inmediatamente. Por supuesto, ella realmente no esperaba que él dijera algo como, 'no te odio tanto como antes'. Pero esa voz fría parecía advertirle que no esperara nada más. Eso por sí solo fue lo suficientemente duro, pero Raphael agachó la cabeza, agarrando su hombro con fuerza.

"Ni se te ocurra decir una palabra sobre esto a nadie más", susurró. "Mantén la boca cerrada."

Sus profundos ojos azules la miraron con fiereza.

Así que sólo había compartido este secreto porque tenía que hacerlo, no porque quisiera confiar en ella, o abrir su corazón de alguna manera. Annette se tragó un suspiro.

Era hora de volver al Gremio Secreto.

Ella permaneció en silencio mientras salían del cementerio, con la mirada perdida en la pequeña ventana del carruaje. Sus pestañas doradas estaban bajadas débilmente, y sus labios apretados. La visión hizo que el pecho de Raphael se sintiera inexplicablemente apretado.

¿Se ha ofendido?

Raphael había dado por sentado su costumbre de sonreírle siempre y entablar conversación. Después de cuidarla, le tomó un pequeño afecto, le gustara o no. Por eso la había llevado a la tumba de Robert.

Pero debido a su propia naturaleza contradictoria, no podía evitar desconfiar de ella, y se avergonzaba de mostrarle su secreto. Si Annette se lo contaba a alguien... él tenía muchos enemigos. Era demasiado horrible pensar en ello.

No tuvo el tiempo suficiente para contarle sus secretos, así que no había estado preparado. Sólo se lo había contado porque le habían pillado. Probablemente era la peor manera de dar explicaciones, y estaba claro que Annette se había tomado muy a pecho su orden de mantener la boca cerrada.

Debería haberlo dicho con más delicadeza.

Raphael frunció el ceño, arrepintiéndose. Sólo había una manera de que un bastardo pudiera sobrevivir en la sociedad noble. Levantar la barbilla, mantener la cabeza más alta, desafiar a cualquiera que lo señalara, y morderlo primero, feroz como una bestia.

Un hombre que siempre había estado rodeado de enemigos sería receloso. Su manera agresiva de hablar no podía cambiar de repente. De todos modos, había estado seguro de que estaría solo toda su vida y, hasta ahora, nunca se había arrepentido.

Esta vez, se arrepintió.

"Annette."

"Sí". Ella giró la cabeza, y cuando sus ojos se encontraron, sus labios se movieron para mostrar su elegante sonrisa habitual.

Eso hizo que su corazón se desplomara. De alguna manera, aunque estaba sentada a su lado, la sentía muy lejana, como si fuera a abrir la puerta del carruaje para irse. Y tenía mucha razón; Annette estaba pensando en el Gremio Secreto en ese preciso momento.

Raphael siempre había sido una especie de bestia noble, con instintos muy agudos que le impulsaban a hacer algo. Ahora.

"Annette, si no te importa, paremos a cenar aquí", dijo, con un impulso ansioso. "¿Qué te parece?"

"...¿Aquí?" Intrigada, sus ojos se iluminaron. Estaban pasando por un pequeño pueblo, bastante alejado de la mansión, un lugar emocionante para la protegida Annette. Ella había vivido toda su vida de forma rigurosa, así que nunca había estado en un restaurante en un lugar como este. "Está bien."

Tendría que acostumbrarse a la vida de una plebeya de todos modos, si pretendía mudarse a Osland para empezar de nuevo. Raphael asomó la cabeza por la ventana del carruaje para dar instrucciones al cochero. Unos diez minutos después, el carruaje se detuvo en una calle muy transitada.

Con mucho cuidado, Raphael descendió primero y sostuvo la puerta para Annette, tomando su mano. Fue un gesto mucho más atento que su habitual negligencia, pero Annette estaba demasiado emocionada por las ajetreadas y caóticas calles como para darse cuenta.

"¡Oh, Dios mío! Nunca había estado en un lugar como éste."

El mercado estaba muy lejos de los aristocráticos distritos comerciales a los que ella estaba acostumbrada, por lo que Raphael estaba un poco preocupado. No había un lugar adecuado para sus refinados gustos; en su mayoría concurría la clase baja y a los mercaderes adinerados. Pero ella parecía muy emocionada.

"Todo desde allí hasta allí son restaurantes, creo", dijo, aclarándose la garganta y señalando. "Elige el lugar que quieras."

"Yo... ¿puedo elegir?"

"Claro", respondió él con facilidad. Eso no era nada para él, pero ella estaba radiante. Puso una sonrisa tan hermosa que lo dejó sin aliento. Él sintió como si algo le hubiera golpeado muy fuerte.

¿Por qué está tan contenta?

Aquella sonrisa era como verla florecer ante sus ojos.

Raphael sabía que a Annette nunca se le había permitido tomar ni siquiera esta sencilla decisión en toda su vida. Su padre era un aristócrata extremadamente conservador, un tirano que controlaba todo a su alrededor. Annette sólo había sido una de sus posesiones.

Esa era la razón por la que ella no había intentado cambiar nada en su vida pasada. Pero esta vez no quería vivir así, y que Raphael la dejara elegir la hacía increíblemente feliz. Annette miró los numerosos restaurantes y dio un pequeño salto a su lado, decidiendo a dónde ir.

"Vamos... por aquí", dijo con una amplia sonrisa, olvidando todos sus otros problemas. Ni siquiera se dio cuenta de que él no se había movido, permaneciendo aturdido mientras la miraba.

sábado, 8 de octubre de 2022

octubre 08, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 31

Capítulo 31. Primera Cita


Acostado de lado, Raphael apoyó su barbilla en la mano y miró la cara dormida de Annette. Después de haber sido zarandeada por Raphael tantas veces, dormía como un tronco. A diferencia de Raphael, que tenía problemas para dormir, ella podía quedarse dormida en cuanto su cabeza tocaba la almohada.

Extendiendo la mano, le tocó la frente y el cuello para comprobar su temperatura por costumbre. No había fiebre. Era difícil comprobar su mano derecha debido al vendaje, pero a juzgar por su muñeca, no había ninguna hinchazón nueva.

Lamentó haberla sometido a un esfuerzo excesivo tan pronto como se había recuperado de la fiebre. Se reprendió a sí mismo por no controlar sus deseos cuando sabía que ella era delicada, y que no era seguro tratarla con brusquedad. La próxima vez tendría más cuidado con ella. Sus ojos todavía estaban un poco hinchados por el llanto. Mirarla así causó que le doliera el pecho, como si una pequeña espina se hubiera alojado en su corazón.

Los profundos ojos azules de Raphael se movieron lentamente sobre su silueta dormida. Incluso dormida, se veía perfectamente, tumbada de espaldas con las manos apoyadas en el estómago. Le irritaba, pero le hacía sonreír al mismo tiempo. Cuando se dio cuenta de que le estaba sonriendo a ella, instantáneamente endureció su rostro.

Joder.

Quería zarandearla en la cama, era normal que un hombre hiciera eso con su mujer, y luego se fuera sin mirar atrás. Estaban casados, además sin ningún sentimiento de por medio. Entonces, ¿por qué miraba la cara de esta mujer dormida sonriendo como un idiota?

Raphael se pasó las manos por la cara, frotándose los ojos hasta que le picaron, pero aún así encontró su rostro lo suficientemente hermoso como para hacerle maldecir. Las débiles manchas de lágrimas en sus mejillas, sus labios hinchados, el cabello rubio sobre sus mejillas... todo era tan bonito.

¿Qué demonios estoy haciendo?

Raphael estaba muy confundido.

Incluso ahora, cuando recordaba todos los insultos que le había dicho su padre, apretaba los dientes de rabia. El Duque Bavaria, el linaje más vil de los aristócratas, era el peor socio posible para el ilegítimo Raphael. Pero, ¿por qué la hija de ese hombre le parecía tan condenadamente bella?

Avergonzado, ahogó su cara en las sábanas, gimiendo.

"Mmm... ¿Raphael?"

La pregunta somnolienta provino de Annette, que estaba con los ojos entreabiertos mientras su mano se movía en su dirección, acariciando su hombro descubierto.

"Está bien, Raphael...", ella balbuceó, claramente inconsciente. "Nadie te hará daño... te protegeré..."

Después de un s3x0 vigoroso, su voz estaba un poco ronca. Raphael frunció el ceño mientras ella pronunciaba las inexplicables palabras, preguntándose el motivo, pero Annette no estaba en condiciones de dar explicaciones. Incluso semiconsciente, repitió las palabras de consuelo, como si las hubiera dicho muchas veces antes.

"No has hecho nada malo... no estés triste... la guerra ha terminado, así que sólo... duerme..."

Su voz se apagó. La pequeña mano de ella se desprendió de su hombro. Él miró su cara durante un rato, desconcertado. Luego se dio cuenta de lo que significaba.

Ella sabía de su maldito sonambulismo.

Sus ojos se oscurecieron. Había pensado que ella no tenía ni idea, pero ahora recordaba la mañana en que la encontró en su habitación. Luego hace unos días, cuando se encontró dormido en su cama. Sería una tonta si no lo supiera, y debió de mentir para proteger su orgullo. Ella sabía que a él no le gustaba que los demás conocieran sus debilidades. Ella había cerrado los fingido no saber nada, para que él no se preocupara.

"Haa."

Se le escapó un suspiro abatido. De todas las personas, esa maldita mujer de Bavaria había descubierto la debilidad que él había intentado ocultar con tanto empeño. Y estaba claro que se compadecía de él por ello.

Estaba todo perdido. Y aunque un latigazo de orgullo herido le hizo enrojecer brevemente, no fue suficiente para hacer estallar su temperamento. De hecho, se sintió menos patético de lo que hubiera esperado. Viéndola dormir a su lado tan indefensa, no sintió el impulso de retorcer su esbelto cuello para ocultar su secreto para siempre. En lugar de eso, sólo se sentía caótico.

Sacando su brazo de debajo de ella, se levantó para salir de su habitación. No quería ver su cara cuando sus pensamientos eran tan complicados. Pensaba que había recogido un pequeño trofeo llamado Annette Bavaria, pero se encontró con que vacilaba entre sus manos.

La sombra de una bestia atormentada se paseaba por el pasillo.

Parecía que tampoco iba a dormir fácilmente esta noche.

***

Incluso en mi segunda vida, el sol de la mañana sigue saliendo. Y otro nuevo día ha comenzado.

Annette no tenía un horario particular hoy. Después de lavarse y cambiarse rápidamente, fue a leer un libro en el salón a la luz del sol. Era todo lo que podía hacer con su mano herida, pero no tardó en escuchar que llamaban a su puerta. Creyendo que era una sirvienta que venía a peinarla, Annette le pidió que entrara sin levantar la vista.

"¿Estás ocupada hoy?", preguntó Raphael en su lugar, apoyado en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho, como un brabucón en la calle, aunque su apuesto rostro lo redimía con creces.

Ayer ni siquiera la miraba a la cara, ¿Y ahora de repente aparecía para preguntarle eso?

"No, nada importante", dijo Annette, parpadeando sorprendida. "¿Qué pasa?"

"Nada. Quiero que me acompañes a un sitio, si puedes."

No ofreció ninguna pista sobre dónde, a pesar de hacer semejante petición de la nada. Ella se sorprendió tanto que lo miró con los ojos muy agrandados. La boca de Raphael se secó ante su expresión.

"No está tan lejos", añadió con dificultad.

"Vale..." Ella lo miró fijamente un momento, luego sonrió alegremente. "Ahora voy a prepararme."

El hecho de que se hubiera roto la mano por su culpa se compensaba con los cuidados que le había dado cuando estaba enferma, así que Annette no vio ninguna razón para negarse. Se trataba de una rara oportunidad para salir con él, por lo que su sonrisa lo deslumbró. Cuando Annette sonreía, era casi como si brillara a los ojos de Raphael. Él se quedó congelado como una piedra durante un minuto.

La gente no brillaba, se reprendió a sí mismo. Entonces salió de inmediato. Le llevaría tiempo a ella prepararse de todos modos, así que él aprovecharía para recomponerse.

***

"¿Te vas a despertarte?"

Al escuchar la fría voz sobre su cabeza, Annette abrió los ojos. El carruaje se había detenido. Debían de haber llegado. Se dio cuenta de que había estado adormecida contra el hombro de él. Su estado de ánimo no debía ser demasiado malo, si la dejaba apoyarse en él sin apartarla.

Aunque todavía era de día, el cielo estaba nublado y las sombras que se proyectaban sobre su rostro le daban un aspecto peligroso , como un demonio o un íncubo de cabello negro que viniera a robarle el alma. Tomando su mano, Annette se bajó del carruaje. Ella miró a su alrededor.

"Raphael, ¿Dónde estamos?"

Pero una vez que las vastas cantidades de mármol blanco en la distancia llamaron su atención, ella no necesitó realmente una respuesta. El aire frío y el silencio sofocante la hicieron estremecerse en la atmósfera espeluznante. Raphael la había traído a un cementerio.

La nobleza solía tener sus propios cementerios familiares, así que era la primera vez que Annette visitaba un cementerio público. No se podía comparar con los cementerios privados, pero estaba mucho mejor mantenido de lo que ella esperaba. ¿Quizás era un lugar para la alta burguesía sin propiedades?

"Si hubiera sabido que íbamos a venir aquí, me habría puesto un vestido negro", dijo, sonriendo un poco incómoda. Era su primera salida con su esposo después de su regresión, y aunque no esperaba una cita romántica, nunca pensó que él la traería a un cementerio. Miró su vestido azul claro.

"No pasa nada. No te he avisado, ¿Cómo ibas a saberlo?". contestó Raphael, inesperadamente sensato. La verdad era que le resultaba irritante mirar a todos los que venían vestidos de negro. Annette le miró a él y luego al silencioso cementerio. Pero seguía sin entender por qué habían venido.

"¿Pero qué hacemos aquí?"

Sus ojos temblaron al hacer la pregunta sin pensar. Al pensar en viejas historias de fantasmas, casi le entra un sudor frío. Habiendo muerto ya una vez, un cementerio le resultaba muy siniestro.

Raphael se limitó a encogerse de hombros, atrayéndola con él en lugar de responder. A juzgar por su expresión, no parecía que tuviera intención de enterrarla aquí. Annette tragó saliva y lo siguió nerviosa.

"Aquí está."

Raphael se detuvo ante una lápida especialmente grande que parecía costosa. Annette entrecerró los ojos para leer el grabado. Tardó un momento en darse cuenta de quién era.

"Esta lápida es..."
octubre 08, 2022

Bajo el roble - Capítulo 128

Capítulo 128

Max abrió la boca en estado de shock. Sin perder un segundo, Riftan besó sus labios y deslizó su lengua dentro. Max apretó sus gruesos y duros brazos. Su suave lengua barrió dentro de su boca, tocando todos los lugares a los que podía llegar. El suave cabello de su nuca se erizo poco a poco.

Su beso fue salvaje e impredecible. Le dolían los pechos cuando su beso se profundizó, el movimiento sensual dentro de su boca barrió suavemente sus dientes, su lengua y el interior de sus mejillas. Ella jadeó y se aferró a su cuerpo, temblando.

"Aaaah..."

Ella gimió como si tuviera fiebre, su cuerpo se calentó por el placer, mientras se le erizaba la piel. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello, y en ese momento, cuando miró por encima de su hombro, vio que las criadas abrían los ojos como platos. Max las miró fijamente mientras su corazón se detenía.

Las tres criadas se quedaron sólidas como piedras, olvidando su tarea de poner la mesa. Sus brazos aún estaban extendidos como si todavía estuvieran colocando platos y encendiendo los candelabros. Max gritó y golpeó la espalda de Riftan con su débil puño, ocultando su rostro cerca de su cuello.

Él miró hacia atrás y salió de la puerta, sosteniendo a Max en un brazo y dijo tranquilamente sin expresión.

"Váyanse cuando hayas terminado".

Max sintió que moriría de vergüenza. Las doncellas se movieron lentamente por un segundo, como si despertaran de un trance al ver dónde se encontraban los rostros de su señora y su señor. Las criadas abrieron la puerta y salieron, despidiéndose con expresión cortés.

"Umm, bueno, disfrútenlo".

Incluso se llevaron a los gatitos a dormir en su cesta por si los molestaban. Riftan podría preocuparse menos por las caras rojas de las criadas. Era difícil determinar si la cara de Max estaba más roja que la de ellas. 

Cerró la puerta y comenzó a besar a Max nuevamente, pero ella gritó y lo empujó con incredulidad”.

"Umm ahora, ¿vi-viste cómo se veían las sirvientas?"

"¿Y qué con eso? Son sirvientas. No tienes que preocuparte por eso”.

Riftan le quitó el brazo, molesto porque mantenía su cuerpo alejado del suyo, y continuó dejando pequeños besos sobre su nuca. A pesar de que Max estaba muy avergonzado, ella todavía disfrutaba de su toque. Sin embargo, ella le tapó la boca con la mano y echó la cabeza hacia atrás.

“Rif-Riftan, te vas a quedar en el castillo solo por breves períodos de tiempo… ¡Pero yo estaré con ellas todos los días!

“Pasas la mayor parte del tiempo con Ruth”.

Los hombros de Max se tensaron por el tono de su voz. Cerró el espacio entre sus rostros hasta que ella no pudo ver su aterradora y suave sonrisa. Sus ojos negros brillaban como los de una bestia salvaje que la emocionaba. Max tragó saliva secamente.

“Bueno, eso es...Umm... Pa-paso más tiempo con las sirvientas.

"¿De verdad?" 

"Sí, sí".

“De todos modos, ¿no crees que es injusto que yo como tu esposo pase menos tiempo contigo?”

“B-bueno, no es mi culpa. Y ta-tampoco la tuya".

Riftan a menudo abandonaba el castillo. Como Señor y Caballero, Max sabía que Riftan tenía muchas responsabilidades. Sin embargo, no pudo evitar que su lengua lo acusara. Se dio cuenta de que ella estaba molesta. Riftan suspiró y la dejó sobre la mesa.

"Lo sé. Solo quise decir que, dado que no tenemos mucho tiempo juntos, no te preocupes por otras personas cuando estoy contigo".

Acercó una silla a su lado y se sentó, tomando sus manos y rozando sus labios sobre ellas. Ya no podía culparlo cuando vio su sinceridad, mientras él la miraba intensamente.

Max asintió con la cabeza hacia arriba y hacia abajo como una tonta, con su rostro aún sonrojado. Una sonrisa se deslizó en sus labios cuando presionó sus dedos, y cuando se rio, ella rio suavemente con él.

Durante el invierno, Riftan permaneció en el castillo por períodos de tiempo más largos. Iba al campo de entrenamiento temprano en la mañana y conducía a los caballeros regularmente alrededor de los muros del castillo para someter a los monstruos. Sin importar su horario, hizo tiempo para cenar con su esposa cuando el anochecer comenzaba a llegar.

Fue un tiempo pacífico en comparación con el otoño pasado. Durante el día, Max leía los libros que Ruth le dejaba o entrenaba para sentir maná mientras sostenía una piedra preciosa. Por las noches, sus doncellas la ayudaban a vestirse hermosamente y arreglaban la mesa para sus comidas dulces y relajantes con Riftan.

Estos fueron los momentos en que Max llegó a conocer a su marido de forma natural. Lo primero que notó Max fue que Riftan tenía un gusto sencillo por la ropa. Cuando no estaba armado, Riftan prefería la ropa monótona y sin estampados, y se abstenía de usar broches o cinturones enjoyados. Detestaba los lujos para él y para otros hombres. Su labio se fruncía al ver los pantalones de seda ceñidos que usaban los maniquíes, o las otras últimas modas, como túnicas adornadas que se arrastraban por el suelo, ropa con hombros acolchados, zapatos con punta o sombreros adornados con plumas.

Cuando un equipo de costureras llegó una vez al castillo, la costurera le dijo descaradamente a Max que Riftan usaría cualquier cosa que su esposa le diera. Con una mirada horrorizada, Max escondió el sombrero de plumas que la costurera le había regalado a su esposo. Riftan valoraba la ropa y las herramientas prácticas y odiaba tener artículos sin valor.

Prefería un atuendo robusto y activo que solo apoyara su entrenamiento y no exigiera demasiado a sus sirvientes. Aunque disfrutaba del alcohol y la comida, nunca se quejaba cuando algo que deseaba era limitado o no estaba disponible, y nunca pedía comidas que fueran difíciles de preparar, como hacían los nobles comunes. Fue criado como un caballero, y todo lo que perseguía para sí mismo y su castillo era la eficiencia.

Sin embargo, su gusto frugal no se aplicaba a su esposa. Buscó hermosas ropas y telas para vestirla. Con frecuencia, la presionaba para que usara joyas que él compraba por capricho y ordenaba a las criadas que trataran bien a su Señora constantemente.

Max llegó a creer que Riftan se sentía obligado, casi hasta el punto de la obsesión, a darle el lujoso estilo de vida que se merecía la hija de un duque. Tenía una mentalidad sorprendentemente compleja. Si bien veía con desprecio la vanidad y el capricho de los nobles, veía el estilo de vida aristocrático como un derecho de nacimiento de su esposa. Mostrar su estatus era muy importante para él.

En él coexistían la envidia y el desprecio por la sociedad aristocrática. Aunque ella no podía entenderlo todo, Max se vestía de forma extravagante para cumplir con sus expectativas y trataba de imitar los gestos sofisticados y elegantes de su hermana menor a su manera. 

Afortunadamente, Riftan no vio sus luchas cuando no era ella misma, pero Max siempre se preocupaba si enteraba de que ella estaba fingiendo.

Cuando estaba en su escritorio estudiando la teoría básica de la geometría, Max de repente abrió mucho los ojos ante la idea. Cuando llegaba la primavera, los nobles visitaban Anatol. 

Cuando ellos los hospedaran, Riftan podría comparar a las damas nobles verdaderamente elegantes y a su esposa.

Max golpeó el escritorio con la punta de los dedos y se preguntó si debería estudiar etiqueta para señoritas. No tenía experiencia en asistir a grandes banquetes. Se encogió de vergüenza incluso de pensar en ser anfitriona de un baile.

"Pareces concentrada".

Ruth, que estaba sentado al otro lado de la habitación, dijo con severidad, tronándose los nudillos y poniendo los ojos en blanco con sarcasmo. Su mirada todavía estaba en la tetera de latón con la que estaba haciendo té sobre el horno. 

Max lo miró con reproche por hablarle con rudeza, pero al mago no le importó.

“Si ha terminado ese libro, su estudio sobre la teoría básica ha terminado. Por favor, asegúrese de entenderlo completamente. Para aprender fórmulas mágicas, es necesario comprender los conceptos básicos.

“Y-yo estoy trabajando duro. S-solo e-estoy un poco cansada".

Cuando la tetera silbó, Ruth preparó un té dulce de miel, jengibre y otras hierbas y colocó una taza sobre su escritorio.

"Mi señora, por favor tome un refrigerio".

"G-gracias".

Ruth sonrió suavemente a Max, fingiendo sinceridad mientras él se inclinaba. Max puso los ojos en blanco ante su actitud sarcástica.

Dado que Riftan parecía detestar que Max y Ruth estuvieran solos, Max solo iba a la biblioteca con sus doncellas. Sin embargo, las sirvientas notaron que incomodaban al mago. Para tomar represalias, Ruth a menudo se dirigía a Max cortésmente, enfatizando que él debería tratarla bien como la dama de la casa frente a ojos espías. Max sabía que no le gustaba que las criadas lo molestaran, pero ella ignoró su inquietud.

"¿Vas bien clon tu entrenamiento para detectar maná?"

“¿S-sí? No aún no".

Max negó con la cabeza mientras sostenía su taza de té con ambas manos. Ruth tomó un sorbo de su té humeante antes de entrecerrar los ojos, pensando seriamente.

“Fuiste dotada con una alta tasa de absorción de maná. Pensé que enseñarte sería mucho más fácil, pero los resultados llevarán más tiempo, por lo que veo”.

“¿T-tengo una alta tasa de absorción?”

“La última vez, viste mis poderes entrar en tus palmas. Esto significa que tienes una gran afinidad por absorber magia. Por lo general, a los aprendices les lleva años de esfuerzo desde una edad temprana absorber la magia tan rápido".

En un pasaje que leyó, Max recordó haber leído que el maná se recibía en el cuerpo a través de lo que los magos llamaban Ma Ryok. Aunque el tubo era invisible y parecía inexistente, solo había ciertas entradas por donde el maná podía ingresar al cuerpo.

"Eh, ¿cómo u-usualmente de-desarrollas este Ma Ryok?"

“El mago inyecta magia en el cuerpo de su estudiante periódicamente. De niño, estuve constantemente expuesto a la magia. Por lo tanto, mi Ma Ryok se ha ampliado bien para absorber maná”.

Max asintió con tranquila comprensión hasta que su tez se endureció. 

¿Estaba acostumbrada al maná porque los curanderos la habían curado repetidamente después de las palizas de su padre?

Ella también había estado constantemente expuesta a la magia. Max se miró las palmas de las manos. No podía creer que algo bueno pudiera haber salido de la cruel disciplina de su padre.

“No tienes que estar nerviosa. Con la práctica, mejorarás en la absorción de maná poco a poco".

Después de ver su rostro ocupado con oscuros pensamientos, Ruth había tratado de consolarla. Max trató de sonreír y trató de concentrarse en el presente. 

¿Importaba cómo se volvió dotada para usar la magia? Se decidió a estudiar de nuevo la teoría básica para practicar bien.

Max giró la cabeza cuando la puerta se abrió ruidosamente, haciendo temblar las estanterías.