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jueves, 6 de abril de 2023

abril 06, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 472

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 472. Era Mi Enemigo (1)



A la mañana siguiente, Sovieshu, de diecinueve años, se despertó sin saber nada de lo ocurrido durante la noche. Aun así, podía suponer que el Sovieshu de la noche se había ocupado de cualquier asunto urgente antes de volver a dormir. 

Tras pedir que le trajeran el desayuno, Sovieshu comió en su mesa mientras repasaba su trabajo. Había pospuesto muchas cosas, sabiendo que le faltaba experiencia. Pero en algún momento pensaba cumplir con sus deberes él mismo. Para ello, tenía que estudiar tanto como pudiera.

Una vez que ordenó al sirviente que recogiera los platos, uno de sus secretarios entró para informarle sobre Ahn. 

"Su Majestad, encontramos los registros que pidió de cuando Ahn fue vendido como esclavo, los cuales explican a dónde fue."

"Tráelos."

"Sí, Su Majestad."

'Este Ahn del que hablan es supuestamente el primer hijo de esa mujer llamada Rashta. ¿Por qué Navier estaría buscándolo?'

El Sovieshu del día no sabía que Rashta y Ahn eran prácticamente desconocidos. No entendía la petición de Navier, que el Emperador Heinley le había transmitido. En cualquier caso, lo vio como una oportunidad de utilizar al niño para ponerse de nuevo en contacto con Navier. 

En contacto... pensar en ello le recordó la irritante carta enviada por el Emperador Heinley. Arruinado su humor, Sovieshu caminó solo hacia el Palacio Oeste. Fue a la habitación que una vez utilizó Navier, aunque no recordaba nada. Sentado solo en el suelo descubierto, en una habitación desprovista de muebles, estiró las piernas. 

En el momento en que imaginó las conversaciones íntimas que Navier y él pudieron haber mantenido en esta habitación, le invadió la envidia. Dio un fuerte pisotón en el suelo mientras intentaba reprimir el inesperado dolor punzante.

"¡Ack!" 

Se apretó la cabeza. Sovieshu tardó mucho en poder bajar las manos. La expresión que mostraba ahora era mucho más sombría. 

Los dolores de cabeza comenzaron después de ver a Navier. Sentía como si truenos pasaran por sus oídos. No era tan doloroso como para no poder soportarlo, pero era una sensación sumamente desagradable. Antes, se habría limitado a pedir un analgésico. Pero ahora sabía que en realidad no tenía diecinueve años. Cada vez que llegaba el dolor, Sovieshu sentía más miedo. Vivía aterrado ante la idea de que llegara el día en que no despertara más. De que llegara un momento en que el Sovieshu original ocupara tanto el día como la noche, y él dejara de existir. 

El Marqués Karl y los otros secretarios eran los hombres del Sovieshu de la noche. No podía consultar con ellos. Si les contaba sus preocupaciones, felizmente encontrarían la manera de deshacerse de él. 

'Necesito un confidente...'

Sovieshu se puso de pie y se acercó a la ventana. Se agarró al marco. El jardín, teñido por las coloridas hojas otoñales, era hermoso, a pesar del frío viento.

'Necesito un subordinado que siga mis órdenes y guarde silencio sobre mi situación. '

También necesitaba pastillas para dormir. Pastillas que le hicieran dormir toda la noche, sin despertarse. Tal vez entonces su personalidad de la noche desaparecería lentamente. 

***

Heinley se había marchado a recuperar otra piedra de maná, pero regresó tras encontrarse con una fuerte lluvia. 

"No pasa nada, mi reina. Todo lo que necesito es un té y dormir bien."

Lo dijo completamente empapado. Pero al día siguiente, su estado empeoró hasta el punto de que ni siquiera podía hablar. Aún conservaba su agudeza mental, era más un fuerte dolor de garganta. Después de que el médico del palacio lo trató, Heinley se agarró la garganta, angustiado por no poder comunicarse. Podría haber soportado la fiebre, pero no poder hablar era agonizante para él. 

Me dolía verle así, así que le tomé la mano. 

"Yo cuidaré de ti. No te preocupes, Heinley."

McKenna trató de disuadirme. 

"No puede, Su Majestad. Sería terrible que se resfriara. Yo cuidaré de él."

Pero Heinley estaba tan afónico que no podía comunicarse con nadie. En momentos como éste, debía quedarme con él. Después de todo, podía entenderlo como a un libro. 

"No te preocupes, McKenna. Yo cuidaré de Heinley. Sería difícil para ti, porque no lo entiendes. Él me necesita a su lado, ya que puedo saber lo que quiere."

Tal como ahora. Visto cómo Heinley agitaba desesperadamente los brazos, él prefería que lo cuidara yo antes que McKenna.

Los ojos de McKenna se abrieron completamente al mirar a Heinley.

"Pero... ¿no lo entendería yo mejor?"

Su afirmación era absurda. No le creía, pero me contuve y le dije a McKenna que Heinley deseaba que yo cuidara de él. 

Dado que McKenna no comprendía las señas que él me hacía, al final acordamos que ambos cuidaríamos de él juntos. 

***

martes, 4 de abril de 2023

abril 04, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 471

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 471. Aunque Sólo Crucemos Miradas (2)



Ángel esbozó una sonrisa curiosa ante la respuesta de Elgy. 

"Veo que tienes un cuerpo muy caro."

El Duque Elgy pareció disgustado. 

"Tal vez."

Ángel se cruzó de brazos.

"Tendrás que repetirlo luego. Delante de la Corte de la Alianza. ¿Te parece bien? Ahora todavía puedes cambiar de motivo. Haré la vista gorda."

El Duque se encogió de hombros. 

"Me parece bien."

"Si tú lo dices."

Había asegurado que no tendría inconveniente, así que no había necesidad de ser más considerado. Ángel sacó una libreta y anotó el motivo. Luego preguntó,

"Dado que la Emperatriz Rashta del Imperio Oriental nació esclava, no podía convertirse en emperatriz. Por lo tanto, cualquier trato que haya hecho con la anterior emperatriz se considera ilegítimo. Además, como la Emperatriz Rashta hizo el acuerdo arbitrariamente, la transacción es inválida. ¿Es eso correcto?" 

"No."

Ángel levantó una ceja.

"¿Estás refutando esto?" 

"Hay una condición necesaria para que el ascenso de Rashta a la posición de emperatriz pueda considerarse nulo."

Respondió el Duque. 

"El Emperador Sovieshu no debía saber que era esclava antes de nombrarla Emperatriz."

Ahora ambas cejas de Ángel se alzaron. 

"Duque Elgy, ¿afirma que el Emperador Sovieshu lo sabía y lo consintió?"

"Sí. Por lo tanto, todos los acuerdos que hizo son válidos ya que fue una emperatriz legítima."

El Duque sonrió satisfecho.

Ángel anotó todos los detalles en la libreta. Su pluma se deslizaba afanosamente. De repente, la mano de Ángel se detuvo. Debía de tener algo más que escribir, pero aun así bajó lentamente la libreta.

"Por casualidad, ¿sabe algo de todo esto el Emperador del Imperio Occidental?".

Los ojos del duque se entrecerraron.

 "¿Por qué preguntas por él?" 

"Los dos pasaban mucho tiempo juntos antes de su ascenso al trono."

El duque se encogió de hombros. 

"Pasábamos mucho tiempo juntos, pero en este caso, no actuamos en conjunto."

"Ya veo." 

Ángel dio un golpecito con el pie.

"Sin embargo, en este complicado escenario, al final él salió beneficiado."

"Se casó con la mujer de la que se enamoró. A eso no se le puede llamar beneficiarse. Sería demasiado calculador."

"El matrimonio siempre ha sido un movimiento calculado, Duque Elgy."

Ángel volvió a escribir en su libreta. Elgy esperó. Un momento después, la pluma de Ángel volvió a detenerse.

"Ah, Duque Elgy, esto no concierne al puerto, pero..."

"Pregunte." 

"¿Está el Emperador Heinley involucrado con el fenómeno de la disminución del maná?" 

Elgy hizo una ligera pausa.

"No." 

"Ya veo."

Ángel asintió y sonrió. Escribió una última frase en su libreta.

— El Duque Elgy sabe algo. 

***

En medio de la noche, alguien susurró a Sovieshu. 

"Su Majestad, Su Majestad."

Abrió los ojos y se incorporó. El Marqués Karl, que tenía la boca cerca de su oreja, retrocedió rápidamente. Sovieshu miró el reloj. Eran las dos de la madrugada. 

"Le pido disculpas, Su Majestad. Me quedé esperando, pero no se despertaba..."

"No, hiciste lo correcto."

Sovieshu miró el reloj con el ceño fruncido. Otras veces se había despertado solo, poco después de ponerse el sol. Pero hoy había pasado bastante tiempo. En realidad, había estado ocurriendo durante los últimos días. De hecho, basado en la fecha de hoy, hubo un día en el que no se despertó en absoluto. 

Eso inquietó a Sovieshu,

"Tráeme agua fría." 

"Sí, Su Majestad."

El Marqués Karl rápidamente volvió con el agua. Una vez que Sovieshu la aceptó, Karl dio un paso atrás.

"He investigado algunas de las cosas que Su Majestad ordenó."

"¿Que yo ordené?" 

Frunció el ceño. 

"Ah. ¿Sobre combinar mis personalidades?"

"Sí. Su Majestad sufrió una gran conmoción, que dividió su personalidad. Para que vuelva a su estado original, el médico del palacio y yo estamos de acuerdo en que debe reunirse con la persona que le provocó esa conmoción." 

"Ya lo intentamos, pero no surtió efecto."

"Es cierto. Cuando te reuniste con Navier, no hubo efecto. Al principio. Pero después de que tu personalidad del día la viera, y se acostumbrara más a tus deberes como emperador, comenzaste a actuar de forma diferente."

La declaración del Marqués Karl sonaba peligrosa. 

"La diferencia entre mis dos personalidades es cada vez mayor." 

"Sí, Su Majestad. Mi opinión es que, en vez de aplacar su mente conmocionada con otro incidente impactante, debemos pensar en este incidente como en una herida. Debemos encontrar una manera de sanarla."

'Si Su Majestad pudiera ver a Glorym una vez más... Pero está muerta. No hay forma de verla.'

El Marqués Karl estudió detenidamente el rostro de Sovieshu. 

"Su Majestad, ¿podría explicar con más detalle lo que pasó ese día?" 

"Tuve una visión de Rashta yendo tras Navier. Salté para intentar salvarla... En el sueño, vi a una niña cubierta de sangre. Probablemente era Glorym."

"¿Y después de eso?" 

"Después de eso, me desperté como ahora."

Sovieshu suspiró y se levantó de la cama. Sacudió la cabeza, como si estuviera mareado, y luego se balanceó.

"No sé si ahí está la clave."

"Lo pensaré."

A continuación, el Marqués Karl informó de algunos asuntos urgentes.

Sovieshu se acercó a la mesa y selló sus propuestas o las rechazó. Tratados los asuntos urgentes, Sovieshu se dirigió de nuevo a la cama, como era habitual. 

"Su Majestad, el Comandante de la 4ª División de los Caballeros Transnacionales estuvo aquí."

El Marqués Karl le contó las exigencias de Ángel para llegar a un acuerdo. Luego le contó lo que había decidido el Sovieshu del día. 

"Así que la alianza intenta sacar provecho del conflicto entre el Imperio Oriental y el Occidental."

Sovieshu murmuró. Se quedó pensativo por un momento.

"Presenta testimonios firmados de nobles y funcionarios sobre la aparición del Duque Elgy en la prueba de paternidad del templo con Ahn. Explica cómo él fue el único que estuvo a su lado cuando circularon rumores sobre su estatus de esclava. Además, detalla los diversos escándalos que resultaron de su cercanía."

Planeaba demostrar la invalidez de los documentos, basándose en el hecho de que el Duque Elgy sabía desde un principio que Rashta era una esclava. 

Pero el Marqués Karl no terminó ahí.

"Su Majestad, hay una cosa más que debo decirle."

"¿Qué es?" 

"El Emperador Heinley ha pedido que le demos la ubicación de Ahn."

Sovieshu frunció el ceño.

"No se la des." 

"Dijo que Navier quería saber."

"Uh. Dile a ese tonto que aparece durante el día que al menos se encargue de eso."

***

sábado, 1 de abril de 2023

abril 01, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 470

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 470. Aunque Sólo Crucemos Miradas (1)


"¡Su Majestad, Su Majestad! ¿Lo ha oído?"

Después de que mi padre y mi madre se marcharon al Imperio Oriental, yo intentaba en vano calentar mi corazón roto llenándome de comida caliente. Mastas irrumpió en mi habitación, radiante.

"¿Recuerda que la santa dijo que el Emperador Heinley debía inclinarse ante Su Majestad en agradecimiento tres veces al día? Bueno, ¡la historia se está extendiendo!"

"Eso no es del todo correcto."

"Los rumores siempre cambian un poco. De todos modos, es de lo que se habla en la ciudad. Anoté todo lo que oí cuando venía hacia aquí. Le leeré lo más impresionante."

Mastas sacó una nota del bolsillo de su abrigo.

"¡Alguien tan respetable en el Imperio Oriental como Su Majestad Navier jamás traería aquí un baño de sangre de la nada! Cuando alguien cambia de repente, ¡hay que culpar a su nuevo entorno!"

Aunque la leyó como un niño a su profesor de etiqueta, el contenido era vergonzoso.

"Para que lo sepa, fue un guardia de la muralla oeste quien dijo esto. Lo iba a reportar porque estaba holgazaneando, pero después de oír esto, lo dejé en paz."

No me reuní con la santa para iniciar rumores como este. Lo hice porque pensé que las personas se molestarían si no lo hacía.

Aun así, me sentí agradecida que se extendieran rumores inesperadamente buenos. Sin embargo, me preguntaba si eso daría a Heinley una reputación extraña. Comí una galleta para disimular mi malestar.

Las cosas seguían siendo incómodas. Pero algo en la expresión de Mastas, tan radiante como el sol, le pareció inusual a la Condesa Jubel.

"Mastas, ¿hay más rumores aparte de ese?"

"¿Qué?"

Los ojos de Mastas se abrieron como platos. La Condesa se puso la mano en la barbilla y la miró fijamente.

"Esa no es la cara de alguien feliz por un simple rumor, ¿verdad?"

"Lo es."

"¿En serio?"

La Condesa Jubel levantó una ceja, pero Mastas lo negó. Sin embargo, después de que la Condesa se marchó, Mastas me confesó inmediatamente.

"Um, ¿Su Majestad? En realidad, Lord Koshar me dio una nueva respuesta."

Debió gustarle lo que decía. Por eso su cara estaba resplandeciente. Tenía algo que decirle sobre ese tema, así que me sentí aliviada de que ella lo hubiera mencionado primero.

"Debo pedirte disculpas. Me di cuenta demasiado tarde de que había intercambiado las notas."

"No pasa nada."

Mastas se rascó la oreja, esbozando una mueca avergonzada.

"Me gustó bastante la nueva respuesta... Lord Koshar dijo que escribió la primera respuesta porque la carta que recibió originalmente era muy vergonzosa. Está arrepentido y quiere invitarme a comer."

"Eso es genial."

Mantuve una sonrisa superficial todo el tiempo, pero en cuanto Mastas se marchó, me cubrí la cara y me tumbé en el sofá. Mis piernas perdieron fuerza y el corazón me latía con fuerza.

Ayer, a duras penas había conseguido reprimir la ansiedad que se había disparado tras ver la reacción de Koshar.

Ahora se había reavivado. ¿La carta original era vergonzosa? ¿Qué decía exactamente? ¿Quién la escribió? Tenía curiosidad, pero al mismo tiempo no quería saberlo.

***

Como le había dicho su padre, el Duque Elgy salió para reunirse con el Rey. El Rey, al que hacía tiempo que no veía, parecía furioso. Por supuesto, el Rey solía estar enfadado con él.

"¿Qué demonios has estado haciendo?"

Gritó en cuanto el Duque Elgy se acercó.

Elgy no tuvo tiempo de saludar ni de dar explicaciones.

"¡Esto ha ido demasiado lejos! ¡Tú y yo sabemos que no lo has hecho por amor!"

El Rey se levantó como un rayo, incapaz de contener su rabia.

"Esta vez sí que te has pasado de la raya. Si no paras, Elgy, no tendré más remedio que cortarte el grifo. A ti y a tu padre también."

Elgy ni siquiera pestañeó.

"Si está preparado para derribar a su oponente, debería prepararse para caer usted también."

"¡Mocoso...!"

El rostro del rey se tornó rojo de ira. Se agarró la nuca. Desde el fondo de su corazón, el rey quería empujar a Elgy por un precipicio.

No obstante, Elgy se limitó a permanecer de pie con una sonrisa despreciable, echando una mirada a un rincón de la sala de reuniones. Uno de los secretarios del Emperador Sovieshu estaba allí, mirándole fríamente. Sus miradas se cruzaron, pero ninguno de los dos se saludó.

Una vez que el rey consiguió calmarse a duras penas, volvió a sentarse en su trono.

"Duque Elgy, informe inmediatamente a la alianza que renunciará al puerto."

Elgy se quedó mirándole en silencio.

"Este no es momento de actuar con terquedad. Se reveló que la Emperatriz Rashta nació como esclava, por lo que su ascenso a la posición de emperatriz será anulado. Cualquier acuerdo que haya hecho como emperatriz también será anulado. ¿Por qué no lo dejas pasar?"

Al ver que Elgy no reaccionaba, el rey se levantó y se le acercó.

"No hagas nada que perjudique al país. Haz lo que quieras para deshonrar tu propio honor o arruinar tu propia vida, pero no dañes al país."

El rey levantó la mano y palmeó a Elgy en la mejilla.

"La razón por la que puedes pasearte con tanta arrogancia por otros países es porque este país es próspero. No seas tan tonto como para destruir el suelo que pisas."

Tras su breve visita al rey, la Princesa Sirim siguió al Duque Elgy fuera del palacio. Había estado esperando a propósito en el vestíbulo para acercarse a él.

"¿Todavía con lo mismo?"

Preguntó la Princesa Sirim al alcanzarle.

"¿Quién se beneficiará de tu venganza? Nadie gana aquí. Ni siquiera tú. ¿Cuánto tiempo crees que hará la vista gorda a tus hazañas?"

El Duque Elgy siguió caminando en silencio, pero la Princesa Sirim se mantuvo a su lado.

"No molestamos a los que ya llevan vidas problemáticas, mientras no nos hagan daño. Por favor, deja de hacerte daño. Piensa en tu labor."

Los pasos del duque se detuvieron de repente. La princesa hizo lo mismo.

"Mi querida hermana..."

El Duque Elgy sonrió levemente mientras miraba a la Princesa Sirim.

Ella sonrió en respuesta. Pero antes de que pudiera abrir la boca, se acercó un hombre vestido con uniforme blanco.

"Vaya. ¿Estás ocupado?"

Preguntó el hombre. Era Ángel, el comandante con cara de zorro de la 4ª División de los Caballeros Transnacionales.

"Hablemos luego."

La Princesa Sirim dio unas palmaditas al Duque Elgy en la espalda, y acto seguido se retiró.

"Oh, ¿le interrumpí? Soy Ángel, Comandante de la 4ª División de los Caballeros Transnacionales de la Alianza del Continente Wol."

El Duque Elgy le aseguró que no había interrumpido y le preguntó el motivo de su visita. Ángel echó un vistazo a la espalda de la Princesa Sirim, que se marchaba, luego sonrió.

"Encontré divertida la queja que presentó a la Alianza del Continente Wol. Estoy aquí para investigar algunas cosas relacionadas con usted."

El Duque Elgy frunció el ceño.

"¿Qué cosas?"

"El contrato que enviaste no mencionaba nada sobre cómo pagaste el puerto. ¿Qué diste a cambio?"

"Mi cuerpo."

"Ah... Tu cuerpo."

Ángel parpadeó.

jueves, 30 de marzo de 2023

marzo 30, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 469

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 469. Fuiste Tú (2)



"Ha sido genial que papá se quedara aquí con nosotros. Es una pena que tenga que volver a casa."

Expresó mi hermano, a lo que mi madre suspiró,

"Ha estado ausente mucho tiempo. Es probable que nuestra gente esté preocupada, preguntándose dónde está el Duque." 

"Eso es porque padre es un buen gobernante."

Yo respondí. Siempre que comíamos juntos, papá hablaba de su territorio. Mi padre quería a su gente tanto como a mí. Cada vez que se ausentaba por un largo período de tiempo, se preocupaba. 

Sabiendo esto, sólo unas pocas veces expresé mi tristeza por su partida. Ya estaba enormemente agradecida con mis padres por haber permanecido tanto tiempo en el Imperio Occidental.

"¿Te quedarás, madre?"

"Tengo que ocuparme de unos asuntos, así que yo también me iré, Navier."

Me esforcé por disimular mi desilusión.

 "Ah... Ya veo."

Mi madre me miró la barriga y sonrió con dulzura. Ya se me notaba, pero normalmente no era visible, dado que llevaba una falda holgada. Aun así, mi madre miró como si pudiera imaginarse mi vientre abultado e incluso el bebé que llevaba dentro.

"Es mejor que nos vayamos ahora para poder volver antes de que nazca nuestro nieto."

"Lo sé." 

"¿No es difícil?"

Mi madre murmuró con voz preocupada. Colocó cuidadosamente su mano sobre mi barriga.

"Creo que sobresale más que la mía en esta etapa..."

"A menudo tengo las manos y los pies entumecidos."

A veces, Heinley me masajeaba las manos, los pies y las piernas. Pero la mayoría de las veces se iba a recuperar piedras de maná. 

Preocupada, mi madre me dio algunos consejos con expresión seria. Pero mientras mi madre y yo hablábamos, oímos la voz de mi padre. 

"¿Estás enfermo, Koshar?"

Detuvimos nuestra conversación y nos quedamos mirando a Koshar. Me di cuenta de que realmente no tenía buen semblante. 

"No." 

Sacudió la cabeza, pero era evidente que mentía. Me imaginaba la verdadera razón de su mal semblante.

No estaba enfermo. ¿Qué decía la carta? Estaba bien antes, mientras me esperaba fuera. Mi sospecha después de la cena terminó.

"¿No tienes una respuesta para la Señorita Mastas?"

Koshar se enderezó de inmediato y me miró fijamente, como si hubiera dicho algo fuera de lugar.

 "No."

¿De verdad Mastas había enviado una nota tan preocupante? 

Después de la cena, fui a mi oficina. Mi hermano, que había dicho que no tenía respuesta, vino a darme una carta pulcramente doblada.

"Dale esto a la Señorita Mastas de mi parte."

Mi sospecha era cierta. 

"Dijiste que no tenías una respuesta."

"Pensé que sería lo mejor en ese momento. Podría haber habido un malentendido."

"¿Un malentendido? ¿Cómo?"

"No puedo decírtelo. Podría ser descortés con la Señorita Mastas."

¿Dijo algo tan malo? Su reacción me hizo sentir aún más curiosidad por lo que decía la carta. Pero entregué su respuesta directamente a Mastas. 

Mastas era un manojo de nervios mientras la aceptaba. Parecía muy ansiosa. Incluso le temblaban las manos. 

Contuve mi curiosidad. Si ella quería que yo supiera lo que decía su respuesta, me lo diría. Es verdad. No debería estar pensando en cartas entre Mastas y Koshar. Debería estar concentrándome en la forma de recuperar las piedras de maná sin levantar las sospechas de la 4ª División.

Pero antes de que pudiera dejar de lado mi curiosidad, Mastas terminó de leer la carta. Su cabeza se inclinó y su expresión se volvió sombría. 

"¿Mastas? ¿Qué ocurre?"

Me le acerqué preocupada, pero Mastas se frotó los ojos, murmuró que estaba bien y huyó rápidamente. 

En ese momento, Laura apareció con galletas que Rivetti y ella habían horneado. Sus ojos se abrieron bruscamente cuando Mastas pasó corriendo a su lado.

"¿Qué le pasa, Su Majestad?"

"No lo sé." 

***

Mastas no volvió, ni siquiera mientras comíamos las galletas. Apareció horas más tarde, pero tenía los párpados hinchados. 

Ni siquiera la entusiasta Condesa Jubel especuló sobre lo que podría haber pasado. El día transcurrió como de costumbre, a pesar de nuestro desconcierto. Volví a mi habitación para darme un baño y quitarme la ropa. 

De repente, oí a Rose exclamar mientras sostenía mi capa, 

"¿Ah? Su Majestad, esto estaba en su bolsillo."

Me entregó una nota rosa claro.

Esta nota... Mis ojos se abrieron de par en par. ¿No era esta la nota que Mastas me dio para Koshar? Parece la misma, pero estaba segura de que se la había dado. Incluso él escribió una respuesta. Entonces, ¿qué es esto? 

"¿Su Majestad?"

"Está bien, gracias."

Me apresuré a entrar en el baño, llevándome la nota. Le dije a Rose que me diera quince minutos antes de dejar entrar a las sirvientas y cerré la puerta. Sentada en el borde de la bañera, desdoblé la nota. Apareció una pulcra caligrafía. 

— Cada vez que paso a su lado me preocupa que se derrumbe, Lord Koshar. Si alguna vez necesita fuerzas, llámeme. Si alguna vez tiene miedo de ir a algún sitio, no dude en pedirme que le acompañe. Yo le protegeré. Estoy tan preocupada de que te caigas por las escaleras que no puedo concentrarme. 

"Oh Dios mío..."

No podía creer que a Mastas le preocupara que Koshar se cayera. ¿No que hiciera caer a otros? 

No, eso no era lo importante. Lo que importaba era que esta carta era para Koshar. ¿Y qué le di? ¿Qué respondió? ¿Algo que yo escribí? No recordaba haber escrito ninguna nota ni haber guardado nada en mi bolsillo. 

En cualquier caso, había cometido un error. Tenía que corregirlo de inmediato. Salí del baño sin quitarme la bata. 

"¡Oh! ¿No va a tomar un baño?"

Rose preguntó, sobresaltada. Después de pedirle que llamara a mi hermano, pedí a la Condesa Jubel que me ayudara a vestir. Poco después, Koshar apareció con una expresión desconcertada.

"¿Me buscabas, Navier?"

Pedí a las damas de compañía que se marcharan, luego le extendí la verdadera carta de Mastas. 

"Toma."

"¿Qué es?"

"Debo haberme equivocado. Esto es lo que la Señorita Mastas me pidió que le entregara. La nota que te di anteriormente era... otra cosa."

Koshar parpadeó varias veces. Por alguna razón, su rostro palideció aún más. Su boca se entreabrió. Me miró fijamente, aturdido, luego se puso las dos manos en las mejillas. 

"¿Koshar? ¿Qué te pasa?"

"Entonces eso significa que tu palmeaste..." 

¿De qué está hablando?  Le miré con el ceño fruncido.

Rápidamente se recompuso y sacudió la cabeza. Eso me hizo sospechar más, pero de momento mantuve la mano extendida.

"Toma esta carta y escribe una nueva respuesta a Mastas. Por mi parte... me disculparé con ella. Es culpa mía. También devuélveme la otra nota. Debe ser mía."

 "Tiré esa nota, Navier." 

"¿La botaste?" 

"La perdí."

¿La perdió...? Algo no está bien. ¿Qué le pasa? ¿Qué decía exactamente? Hablé con el ceño fruncido, 

"Entonces dime qué decía. Lo recuerdas, ¿cierto?" 

"Lo olvidé. No me acuerdo."

Mintió escandalosamente. Luego salió corriendo, gritando que escribiría otra respuesta a Mastas y se la entregaría él mismo. No sólo corrió. Saltó por encima del sofá como si fuera una barrera enemiga. 

La puerta se cerró de golpe. Ahora sí que me inquieté. ¿Qué demonios decía?

***

lunes, 27 de marzo de 2023

marzo 27, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 468

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 468. Fuiste Tú (1)



El Duque Elgy continuó la historia hasta que su madre se durmió. No se levantó hasta pasadas cinco horas. Antes de abandonar la pequeña casa, la arropó y le dio un beso en la frente.

Volvió a pasar por el estrecho sendero cubierto de maleza, atravesó el jardín trasero, entró en el edificio principal y, finalmente, subió las escaleras hasta su habitación. Nada más abrir la puerta, descubrió a su padre esperando, rígido como un muñeco de piedra. 

El Duque suspiró, irritado. 

"¿Qué haces en mi habitación?"

"Ten en cuenta que esta habitación formaba parte de esta casa antes de ser tuya."

El Duque Elgy enarcó las cejas. No se quedaba aquí porque le faltara dinero, lo cual su padre sabía. No tenía sentido decir tal cosa. Mientras el Duque Elgy pensaba en su padre, que no le caía nada bien, levantó la gran bolsa que le había traído el mayordomo. La colocó sobre la cama. 

"¿Otra vez vas por ahí causando problemas? ¿No sabes que cada vez que oigo algo nuevo sobre ti, me siento tan avergonzado que es insoportable?"

Su padre le fulminó con la mirada. 

"¿Cómo podría no hacerlo?"

"¿No te importa?" 

"¿Es peor que te avergüence sin darme cuenta, o que te avergüence a propósito? ¿Pensabas que estaba haciendo lo primero, padre? ¿O eso es lo que querías creer?"

Su padre se quedó boquiabierto. 

Elgy se desabrochó el chaleco y lo tiró sobre la cama. Pero sus dedos dejaron de desabrocharse la camisa cuando oyó las siguientes palabras del Gran Duque Claude. 

"Su Majestad te ha convocado."

Elgy bajó las manos. 

"El Emperador del Imperio Oriental envió un emisario. Está increíblemente enfadado. Esta vez has cruzado una línea que no deberías. La Familia Imperial del Imperio Oriental está en un nivel diferente de las familias con las que te has metido hasta ahora."

Elgy se dirigió a la puerta sin contestar. Si su padre no se marchaba, lo haría él. 

Justo antes de que se cerrara la puerta, el Gran Duque habló en un tono alto, con voz fría e impotente.

"¿Cuánto tardarás en perdonar a Alessia? Arriesgó su vida para salvarte, lo sabes. Tú más que nadie no deberías actuar así."

En vez de dar una respuesta, el Duque Elgy cerró la puerta de un portazo. 

***

La puerta de la oficina se abrió. McKenna entró. Al ver su expresión vacía y desalmada, Heinley preguntó,

"¿Por qué luces tan miserable?"

McKenna suspiró e inclinó la cabeza. 

"Estaba pensando que ojalá fuera un pájaro azul menos encantador." 

"Humph. Así que quieres hablar tonterías, ¿no?"

"Es inevitable que sientas celos de mí. Un gran ser se ha fijado en mí... como el adorable pájaro azul que soy. Pero no quiero eso, ojalá mis plumas azules estuvieran un poco más desteñidas."

Heinley lo miró como si hubiera perdido la cabeza. Durante un rato, McKenna continuó, absorto en sus hermosas plumas y su elegante cola. 

Eventualmente, preguntó a Heinley,

 "¿Qué está haciendo ahora, Su Majestad?" 

Heinley estaba apoyado en el escritorio, anotando algo. Si estuviera trabajando, se habría sentado correctamente. Sin embargo, garabateaba con una pluma, sonriendo.

 "Es una carta de amor."

"Oh... ¿Por qué no la escribes en algún sitio donde no pueda verte?"

"¿Por qué no cierras los ojos?"

No tardó en terminar la carta con una mirada de satisfacción. McKenna se estremeció, pero no pudo contener su curiosidad.

"¿Se la enviarás a la Emperatriz Navier? ¿Qué dice?" 

"Ya que debo marcharme otra vez, por culpa de las piedras de maná, esconderé una carta que le traerá viejos recuerdos. Espero que se sorprenda cuando la encuentre."

Llamarlo carta podría ser una exageración, era más bien una nota corta.

'No es en absoluto porque me moleste que el Emperador Sovieshu le haya enviado una carta.'

Una vez terminada la carta, la dobló cuatro veces y besó cuidadosamente la parte superior. Se la guardó en el bolsillo y luego fue a buscar a Navier. Mientras se abrazaban, sacó la carta y se la metió en el bolsillo. 

***

"¿Por qué me abrazas de repente?" 

Heinley me dijo con ternura que era porque me echaba de menos. Después de darme una sucesión de besos en la mejilla, se marchó. ¿Es porque se va otra vez a recuperar más piedras de maná? 

El lugar donde me había besado comenzó a sentirse cálido. Acaricié la piel donde su mano me había tocado mientras me preguntaba si el bebé que llevaba en mi vientre lo había visto.

"Cuando mami y papi se besan, tienes que cerrar los ojos."

Para cuando acabé mi trabajo, eran las cinco de la tarde. Como pensaba cenar con mi familia, me puse ropa cómoda. La cena de esta noche era una despedida para mi padre. Llevaba demasiado tiempo fuera de la mansión y de nuestro territorio. Hizo planes para regresar al Imperio Oriental mañana. Si quería estar aquí antes de que naciera el bebé dentro de pocos meses, tenía que volver a casa ahora.

Pero justo después de cambiarme de ropa, volví a ponerme la capa que había llevado antes. En ese momento, Mastas vino corriendo hacia mí con la cara enrojecida.

"Su Majestad, tengo... tengo un favor que pedirle."

Me pregunté qué podría ser. Dudó un momento. Al final, me entregó una pequeña nota. 

"¿Qué es?" 

Las orejas de Mastas se pusieron rojas.

"¿Podrías darle esto a Lord Koshar? ¿Por favor?" 

¿A mi hermano? 

"¿Esto es una confesión?" 

Exclamó Laura, cubriéndose la cara con una mano y golpeando la espalda de Mastas con la otra.

"¡N-No!"

Luego me suplicó,

"¿Estaría bien...?"

"Por supuesto."

Tenía curiosidad por saber qué decía la nota, pero en vez de preguntar, me la guardé en el bolsillo. Pero de camino a la cena, mi curiosidad era casi insoportable. ¿Qué decía? Ya había sospechado un par de veces que a Mastas le gustaba Koshar. ¿Era cierto después de todo?

Mastas era una joven buena y fuerte además de un verdadero caballero. No me importaría que mi hermano terminara con ella. Pero... la Princesa Charlotte ya había propuesto oficialmente matrimonio. Koshar lo estaba considerando seriamente. Si le gustaba a Mastas, ¿no saldría herido al menos uno de los tres? 

En medio de mis preocupaciones, me encontré a Koshar solo en la entrada del comedor. 

"¿Qué haces aquí?"

"Quería que entráramos juntos."

Respondió con una sonrisa y me acercó su brazo. Al tomarlo, pensé que ahora sería el mejor momento para darle la carta. Dársela delante de papá y mamá podría parecer extraño.

 "Espera." 

"¿Qué pasa?" 

Saqué la nota del bolsillo y se la extendí.

"La Señorita Mastas quería que te diera esto."

"¿No es tu dama de compañía?" 

"Mhm."

Supuse que querría leerla enseguida, así que me excusé y entré sola en el comedor. 

***

Mientras Koshar miraba la carta rosa claro, se rió confundido. Mastas era la dama de compañía que lo trataba como al ser más delicado del mundo. De vez en cuando se paseaba con una lanza a la espalda mientras llevaba un vestido... 

'¿Qué clase de carta ha escrito? ¿Algo sobre la bebida de leche mezclada con miel que mencionó la última vez?'

Inconscientemente, Koshar desdobló la nota.

— ¿Recuerdas la primera vez que me diste una palmada en el trasero? Desde ese día quedé enamorado de ti.


Koshar jadeó y dejó caer la carta, conmocionado.

miércoles, 22 de marzo de 2023

marzo 22, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 467

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 467. ¿Recuerdas Ese Momento? (2)



'Si tienes más de un hijo, procura que se lleven bien entre ellos...'

Eso fue lo que me susurró la santa antes de marcharse. A priori, no parecía nada especial. Cualquiera que tuviera varios hijos querría que se llevaran bien. Seguramente lo dijo como una bendición. 

Si es así, ¿por qué me lo susurró? Esas palabras me inquietaron. 

"¿Qué le dijo la santa, Su Majestad?"

"Obviamente debe haber sido algo muy bueno. ¿Cierto?" 

"¿Dijo que su bebé se convertirá en un destacado emperador?"

"No, debió decir que Su Majestad se convertiría en una maga asombrosa. ¿No les parece?" 

Les había dicho a mis damas de compañía que iría a ver a la santa, así que me acribillaron a preguntas una vez que volví. No podía responder con total sinceridad. Intenté pasar de ellas. 

"Me dijo que era una suerte que Heinley me hubiera conocido."

"De hecho, dijo que el pueblo del Imperio Occidental debería estar agradecido de que Su Majestad conociera a la Emperatriz Navier."

Respondió el Vizconde Langdel. 

Mis damas de compañía, complacidas, gritaron de acuerdo,

"¡Así es!"

Las damas se alegraron al oírlo porque ayudaría a cambiar la opinión de la gente. Habían oído que algunas personas creían que Heinley se había vuelto cruel por mi culpa, tras el exterminio de la Familia Zemensia. 

"Como los Guardias Imperiales también lo han oído, pronto se extenderá la noticia. Tal vez por eso lo dijo la santa."

El Vizconde mostró una amable sonrisa. Todavía no le había dicho que la santa también había dicho cosas raras sobre él. Sólo murmuré un gracias. 

No obstante, le conté todo a Heinley una vez que regresó un par de días después. 

"¿Dijo que nos aseguráramos de que nuestros hijos se llevaran bien? ¿Crees que no se le ocurrió nada más que decir?"

Puede que no fuera sincera, pero aún así era una extraña profecía. En cuanto le dije que le había chasqueado la lengua a McKenna, se echó a reír. Sin embargo, se tomó en serio lo que dije sobre el Vizconde Langdel. 

"Sabes, también había caballeros de la 4ª División en el lugar donde fui a recuperar esta piedra de maná."

"¿Crees que están tramando algo?"

"No. Al igual que la última vez, estaban buscando pruebas. Deben haber oído que alguien en las cercanías perdió su maná."

"¿Te metiste en otra pelea?"

Heinley me dijo la última vez que no había tenido otra opción que luchar contra algunos caballeros. Recuperar las piedras de maná ya era bastante difícil. Me preocupaba que se hubiera encontrado con más caballeros. El Cuarto Comandante empezaría a sospechar si sus caballeros eran atacados cada vez que iban en busca de pistas. Se daría cuenta de que, efectivamente, había pruebas en la zona. 

"Desvié su atención antes de recuperar la piedra. Pero no puedo seguir haciendo eso."

***

¿Cuáles eran algunas estrategias para evitar que el Cuarto Comandante fuera avisado mientras recogía las piedras de maná? 

Uno: Eliminar a los adversarios para recuperar la piedra.

Dos: Esperar a que los adversarios no estén atentos para recuperar la piedra. 

Tres: Distraer a los adversarios para recuperar la piedra. 

Heinley ya había utilizado las estrategias uno y tres. Eran métodos eficaces, pero su uso repetido despertaría sospechas. En cuanto a la número dos... si los adversarios no bajaban la guardia, era inútil. 

Necesitaba encontrar otra estrategia para Heinley. Ahora que lo pienso, ¿no usaba el Marqués Ketron magia ilusoria? 

Si le pedía ayuda, sería estupendo, pero... no podía. El Marqués Ketron no sabía de la implicación de Heinley en el fenómeno de la disminución del maná. Además, aunque ahora estaba de nuestro lado, Heinley todavía era precavido. 

¿Y si el Marqués Ketron ayudara a Heinley sin saber lo que estaba pasando? Eso probablemente sólo funcionaría una o dos veces... pero incluso una breve ayuda podría ser útil. Mientras no hubiera cientos de piedras de maná esparcidas por ahí.... No, era preferible no recurrir a él. Al menos hasta que hubiera explorado otras alternativas. 

A decir verdad, había estado tentada de pedirle ayuda a Dolshi. Él estaba consiguiendo muchas joyas por ayudarme con mi magia. ¿Qué tal si le pedía ayuda para recuperar las piedras de maná?

¿Debería preguntarle y ver? Pero, ¿cómo reaccionará ante las piedras de maná...? Estaba reflexionando sobre esto a solas mientras mojaba mis manos en una palangana grande de agua tibia, cuando oí a Dolshi no muy lejos.

"Dama de nombre gracioso, ¿seguramente no considera eso entrenamiento?"

Cuando lo miré, sobresaltada, se dirigió directamente hacia mí. El Gran Duque Kapmen caminaba a su lado, con una expresión de dolor. No retiré las manos del agua. 

Dolshi se aclaró la garganta mientras evitaba hacer contacto visual. Debió recordar cómo salió corriendo de repente detrás de un pájaro azul mientras me enseñaba la última vez. 

"Es una buena forma de entrenar."

Dolshi cambió de opinión un momento después. Hizo un gesto con la mano para que continuara. 

Como sólo había estado jugando con el agua, saqué las manos y me las sequé. Dolshi me observó y pidió a los demás que se apartaran. Pedí a mis damas de compañía y al Vizconde Langdel que nos dejaran un poco de espacio. Esperé hasta que retrocedieron. Sin embargo, no se alejaron demasiado. 

Aún así, Dolshi parecía satisfecho. 

"Dama de nombre gracioso. Ese pájaro azul de la última vez... ¿fue criado aquí?"

Mantuve la boca cerrada. No tenía ni idea de qué decir. 

"Definitivamente vi un pájaro azul revoloteando. Lo seguí, pero desapareció. Cuando volví en mí, no había ningún pájaro."

No había un pájaro, pero sí un hombre con el cabello azul. 

"Kapmen, ¿también experimentaste alucinaciones cuando tomaste la poción?"

El Gran Duque negó con la cabeza. 

"Dama de nombre gracioso, ¿crían pájaros en el Palacio Imperial? ¿Hay azules?" 

No me atreví a decirle que no. Si descubría a McKenna convertido en pájaro, me preocupaba que el dragón causara una conmoción. Me aclaré la garganta,

 "Sí tenemos pájaros, pero... ¿por qué lo preguntas?"

"¿Cómo que por qué? Porque son lindos."

"¿No crees que fue un efecto secundario de la poción? Ya debería haber desaparecido. ¿Por qué buscar a ese pájaro?" 

Fue extraño que hubiera visto la versión humana de McKenna como un pájaro mientras estaba bajo la influencia de la poción. No podía entenderlo. 

"Supongo que tienes razón. Aún así, me hizo sentir bien, ¿sabes? Es sólo un pájaro. Tal vez debería criar uno."

Justo cuando terminó de hablar, oí una voz familiar gritar,

"¡Su Majestad!"

McKenna corrió hacia mí, con algo presionado contra su costado. Pero cuando se dio cuenta de la presencia de Dolshi, se detuvo y se quedó inmóvil. Sus ojos se desorbitaron. Cerró la boca de golpe, como si tuviera miedo ahora que sabía que este 'hombre' era un dragón. 

Pero Dolshi, que antes le había llamado 'pájaro azul, pájaro azul' en tono melodioso, no estaba bajo los efectos de la poción. Ya no veía a McKenna como un pájaro. Ni siquiera le dirigió una mirada, como la primera vez que me lo presentó el Gran Duque Kapmen. 

Observé a McKenna y luego sonreí a Dolshi.

"Te enviaré uno de los pájaros azules criados en el palacio como regalo."

"Oh, ¿de verdad?"

"Sí."

"Lo espero con ansia."

Volví a mirar a McKenna. Tenía los hombros tensos mientras esperaba a que el Gran Duque se marchara con Dolshi. Mientras lo observaba, pensé de repente,

'Quizá éste sea el camino.'

McKenna, como pájaro azul, podría pedirle a Dolshi que recolectara las piedras de maná para nosotros. Entonces Dolshi podría dar un paso adelante... 

"Su Majestad, ¿por qué me mira así?" 

"¿Cómo?"

"Hace un momento, me estaba mirando con una mirada muy calculadora."

"No es cierto, McKenna." 

***

domingo, 19 de marzo de 2023

marzo 19, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 466

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 466. ¿Recuerdas Ese Momento? (1)



Un inmenso barco arribó a los muelles de Bohean Azul.

El barco se detuvo lentamente, como si se deslizara en el puerto. No había banderas que indicaran su afiliación. Un total de doce personas desembarcaron y se dispersaron. Una de ellas caminaba sola, en línea recta hacia un destino claro. Esta persona caminó por las calles traseras durante un rato, antes de subir a un carruaje. A continuación, se detuvo en un mercado repleto de personas. Después de visitar varias tiendas del mercado, la persona volvió a subir al carruaje. Se dirigió a un destino lejano.

El carruaje no se detuvo hasta adentrarse en el Ducado Claude.

"Hemos llegado, Su Alteza."

El Duque Elgy salió del carruaje. Entregó una única y enorme maleta al mayordomo, que le saludó en tono pesado. Luego entró en la residencia. El interior de la mansión estaba decorado en tonos crema claro y púrpura. Su ambiente luminoso y suave sugería que en cualquier momento podría empezar a sonar música agradable.

No obstante, en contraste con su enorme tamaño, sólo unas pocas personas residían en la mansión. Parecía más una elaborada casa de muñecas que un hogar.

"¿Quiere ir a ver al Gran Duque?"

Preguntó el mayordomo mientras seguía al Duque Elgy al interior. El Duque Elgy se quedó en blanco, mirando la mansión.

"No."

Tras ordenar que dejaran la maleta en su habitación, se marchó. Pero justo antes de salir, una voz alegre le detuvo en seco.

"¡Hijo mío!"

Se dio la vuelta y miró hacia arriba con el ceño fruncido. En el segundo piso, con un lado de la cara cubierto por el cabello, se encontraba de pie una mujer esbelta con una sonrisa radiante. En cuanto la vio, el rostro de Elgy se ensombreció.

"¿Cuándo has llegado, hijo mío?"

La mujer bajó las escaleras revoloteando como una mariposa y se dirigió hacia él. Con su elegante vestido y su postura recta, parecía una noble prominente. Sus ojos rebosaban afecto mientras miraba al Duque Elgy.

"Ha sido tan duro para mí. Te he echado mucho de menos, hijo mío. Al menos deberías haber escrito una carta."

La mujer sonrió y le agarró del brazo. Sin embargo, se apresuró a apartarla.

"Hijo mío... ¿sigues enfadado conmigo?"

En vez de responder, le pasó por un lado.

"¿Qué crees que estás haciendo?"

Antes de que pudiera alejarse, la voz de un hombre enojado le detuvo. Su padre bajaba las escaleras.

"Deberías responder cuando tu madre te habla."

Los ojos del Duque Elgy se volvieron incomparablemente más fríos. Su expresión se llenó de desagrado, como si presenciara algo horrible e inmundo.

El rostro del Gran Duque Claude se tornó amenazador.

"Me escuchaste, Elgy."

El Duque Elgy no respondió a nadie. Salió por la entrada arqueada de la parte trasera de la mansión. La mujer se cubrió la cara con las manos y sollozó.

"Cariño, ¿cuándo me perdonará Elgy?"

Su voz sonaba realmente triste.

El mayordomo y el Gran Duque Claude la miraron con expresión contrariada.

***

La puerta de la parte trasera de la mansión daba a una zona ajardinada, medio abierta y medio cubierta por un tejado. Las vides, llenas de uvas moradas en verano, estaban ahora secas y retorcidas. Había algunos manzanos esparcidos por el jardín, algunos de los cuales daban tentadoras manzanas rojas. Pero Elgy ni siquiera les dedicó una mirada mientras caminaba.

Llegó a la parte trasera del jardín, donde el camino se estrechaba tanto que sería más apropiado llamarlo sendero. El Duque Elgy levantó las ramas. Las hojas rozaron su frente al entrar en el sendero.

Caminó durante un rato, hasta que apareció una pequeña casa. Aunque era diminuto en comparación con el edificio principal, se trataba de una estructura encantadora y anticuada.

Cerca de la puerta crecía un pequeño huerto. Una mujer estaba sentada junto a éste. Estaba inmóvil, en una silla de ruedas. Era difícil distinguir si era humana o una muñeca. Debió de oír que alguien se acercaba entre los arbustos, pero ni siquiera giró la cabeza.

"Madre."

Elgy la llamó con voz ronca.

Finalmente giró la cabeza. Cuando la mujer le vio, la luz y la vida volvieron a su rostro. Le extendió la mano.

Elgy soltó todo lo que traía y se acercó a ella. Se arrodilló, agarró su mano huesuda y apoyó su mejilla en la misma. Luego, en un tono mucho más cálido que antes, murmuró,

"He vuelto, madre."


Una sutil brisa agitó las hojas de los árboles que rodeaban la casa. Levantó la cabeza del dorso de su mano y se quitó el abrigo. Se levantó y se lo puso sobre los hombros a la mujer.

"¿No hace frío? ¿Entramos?"

Sin embargo, la mujer sacudió la cabeza y dijo que deseaba quedarse fuera más tiempo. Así que Elgy se quitó la bufanda y se la puso en el cuello. Con una sonrisa, le apretó la mano.

"¿Ya tienes calor?"

La mujer asintió.

Elgy la empujó en la silla de ruedas, para que pudiera disfrutar de su jardín. Tarareaba una canción, pero después de sólo dos vueltas, le dio un violento ataque de tos. Su carraspera sonaba tan áspera que a Elgy le preocupó que pudiera escupir sangre.

Elgy la levantó y la llevó a la casa, recostándola en la cama. Afortunadamente, la chimenea estaba encendida, así que el interior se sentía cálido. Después de hervirle un poco de agua, esperó a que se la bebiera toda. Acercó su cuerpo demacrado y la ayudó a acostarse. La cubrió con una manta, acercó una silla y se sentó a su lado.

"He oído una historia interesante de camino aquí, madre. ¿Te gustaría escucharla? Trata de un hombre que traiciona a su esposa y una mujer que le ama."

Su madre cerró los ojos.

"Por supuesto, los dos son castigados. Pero... es una historia inconclusa. ¿Te gustaría escucharla?"

Con los ojos cerrados, la mujer asintió. Una leve sonrisa cruzó sus labios.

***

"Vamos a hablarlo con ella primero."

"¿Eso estará bien?"

"No celebraremos una ceremonia oficial de bienvenida. En cambio, nos presentaremos ante la santa y le preguntaremos directamente si quiere algo."

A la santa no le gustaría que celebráramos un gran acto. Pero si simplemente la dejábamos pasar sin reconocerla, las personas podrían criticarnos. Teníamos que encontrar un equilibrio.

Puede parecer una actitud indecisa, pero cuando cualquiera de las dos opciones es problemática, hay que encontrar un término medio. Algunos dicen que al no hacer nada, uno permanece neutral. Pero en este caso, no hacer nada tampoco era bueno.

"De acuerdo. Averiguaré su ubicación, Su Majestad."

Tres días más tarde, partí para encontrarme con la santa con un séquito que incluía a los caballeros más cercanos del Vizconde Langdel y de la Guardia Imperial, todos disfrazados de viajeros.

McKenna también estaba hoy con nosotros, por si acaso. Yo misma no lo había confirmado, y era difícil de creer, pero McKenna estaba entrenado en artes marciales. Además, si ocurría algo, podía transformarse en pájaro y llevar un mensaje rápidamente.

En un terreno cerca de la capital, vestidos de viajeros, esperamos a la santa. No mucho después de que llegamos, vimos a una mujer vestida de sacerdotisa venir hacia aquí caminando a duras penas, completamente sola. No tenía ni un solo guardia y parecía excesivamente cansada. Por fuera, no parecía una santa en peregrinación ni una gran sacerdotisa.

Sin embargo, uno no debe juzgar a nadie por su apariencia.

Los santos eran polifacéticos. Incluso el actual sumo sacerdote, que tenía un aspecto bastante sacerdotal ahora, solía ser perezoso y dar una impresión amenazadora cuando era santo.

"¿Eh?"

La santa, que había estado tambaleándose débilmente, se detuvo y levantó la vista. Uno a uno, su mirada pasó por encima de McKenna, el Vizconde Langdel y los caballeros. La santa gimió y se masajeó la frente.

"¿Cómo es que todo el mundo me encuentra tan fácilmente? Incluso cuando viajo en secreto."

Dado que parecía saber quiénes éramos, me acerqué a ella.

"¿He interrumpido tu viaje?"

Ella sonrió sin fuerzas e hizo una reverencia.

"No, en absoluto. Simplemente fue inesperado. Me sorprendió. Nunca pensé que vendría en persona..."

"Escuchamos que deseabas viajar discretamente. Sin embargo, hemos recibido mucha ayuda del sumo sacerdote. Además, no queríamos hacer la vista gorda a tu paso."

"Le pido disculpas, Su Majestad."

Hizo una reverencia en señal de disculpa y luego se rascó la nariz.

"He oído que estás haciendo una peregrinación. ¿Hay alguna forma en que pueda ayudarte? Si es así, por favor, sólo pídelo."

"No hay problema. Sólo necesito caminar... estaría bien tener un carruaje o un caballo, pero entonces no sería una peregrinación, así que no puedo solicitarlo."

Sonrió avergonzada y volvió a inclinarse. Luego se fijó en el Vizconde Langdel y susurró,

"Es un hombre honesto y recto. Sin embargo, no siempre es de ayuda hacer lo correcto."

¿De qué estaba hablando? No tuve tiempo de preguntármelo, porque ahora miró a McKenna y chasqueó la lengua.

"¿Qué? ¿Por qué hace eso? ¿Qué he hecho?"

Ella volvió a chasquear la lengua a McKenna. Luego lo ignoró y se dirigió a mí. Pensé en lo agradable que sería recibir una bendición. Pero cuando estudié su rostro, no pude adivinar lo que estaba a punto de decir. Su expresión parecía tensa y pesada.

Tragué saliva, forcé una expresión calmada y la miré. Susurró en voz baja, para que sólo yo pudiera oírla.

Tuve que hacer un gran esfuerzo para no soltar un grito de asombro. Me quedé estupefacta y estuve a punto de pedirle una aclaración, pero ella no perdió el tiempo y continuó, esta vez en voz más alta.

"El pueblo del Imperio Occidental verá la llegada de Su Majestad como un signo de buena suerte. Ella suprimió la naturaleza sanguinaria del emperador."

Al oír esto, los Guardias Imperiales se sobresaltaron y me miraron sorprendidos.

Hecho esto, la santa se inclinó y me pidió comprensión, porque estaba muy ocupada. Antes de que pudiera responder, se marchó sola, de vuelta a su peregrinaje.

"¡Cielos! ¿Por qué fue tan siniestra conmigo?"

Murmuró McKenna al verla marchar. Luego me miró a mí.

"La santa le susurró algo, Su Majestad. ¿Qué le dijo?"

***

sábado, 18 de marzo de 2023

marzo 18, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 465

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 465. Vieja Historia (2)



¿De qué encantador pajarito azul está hablando? Estaba tan estupefacta que no pude responder de inmediato. Por supuesto, McKenna es un pájaro azul, pero...

Ups, el Gran Duque Kapmen puede oír mis pensamientos. Sé que no debería reflexionar sobre esto, pero los pensamientos eran difíciles de controlar. No podía quitarme de la cabeza el pensamiento de que McKenna era un pájaro azul, sobre todo cuando ya me había pasado por la cabeza.

Rápidamente, miré a Kapmen. Pero él se limitó a mirar a Dolshi, como si no hubiera oído mis pensamientos.

Sentí un poco de alivio. Además, seguro que ya lo sabía, dada su habilidad. Aparte de Dolshi, cuyos pensamientos no podía leer, ¿había alguien cuyos secretos Kapmen no conociera?

En cualquier caso, lo que importaba ahora era lo extraño que Dolshi acababa de decir. Le pregunté sin pestañear,

"¿Un pájaro azul? ¿Dónde está ese pájaro azul del que hablas?"

McKenna se había quedado helado ante la mención de un pájaro azul. Su corazón latía tan fuerte que podía oírlo desde aquí.

Dolshi levantó las cejas mientras miraba fijamente a McKenna. Luego se volvió a dirigir a mí.

"Justo ahí. Un lindo pajarito azul. Cielos, ¿cómo puede batir las alas tan adorablemente?"

Me quedé mirando a Kapmen y pensé,

"Dolshi no para de hablar de un pájaro azul. ¿Es porque realmente ve uno, o se refiere al pelo azul de McKenna? "

Sin volverse hacia mí, Kapmen sacudió ligeramente la cabeza. Supuse que él tampoco lo sabía.

Mientras tanto, Dolshi se acercó a McKenna. Con una mirada desconcertada, sin saber nada de lo que estaba pasando, McKenna dio media vuelta a toda prisa y se largó. Dolshi corrió tras él.

***

Afortunadamente, al cabo de unas horas, Dolshi recuperó el sentido. No me enteré por él; fue McKenna quien me dijo que se había detenido de repente, ladeó la cabeza y se marchó solo. Pero como Dolshi no volvió ni conmigo ni con el Gran Duque Kapmen, este último tuvo que marcharse. Prometió volver más tarde.

"¿Qué demonios fue todo eso?"

Preguntó McKenna, tras determinar que era seguro y venir a buscarme a mi oficina. Aún estaba tan blanco como una sábana. Debió estar increíblemente asombrado.

"... Puede que sea un dragón."

Cuando le conté sobre Dolshi, el rostro pálido de McKenna palideció aún más.

"¿P-Pero por qué un dragón me llamaría pájaro azul...?"

Me encogí de hombros.

"¿Quizá comió algo malo?"

"¿Como qué?"

No podía contarle a McKenna lo de la poción de amor, así que negué con la cabeza.

McKenna se estremeció mientras se frotaba los antebrazos.

"¡Me miró fijamente y me llamó pájaro azul! Dios mío, juro que mi corazón dio un vuelco."

Me pregunté qué debía decir. Al final, me limité a sonreír torpemente. McKenna refunfuñó para sí mismo. Luego su expresión cambió.

"¡Ajá! Por culpa de ese extraño dragón, olvidé por completo lo que tenía que decirle. Su Majestad, necesito su ayuda con respecto a una ceremonia religiosa."

"¿Una ceremonia religiosa?"

"Sí, una santa muy estimada que partió en peregrinación se dirige hacía aquí. Un país vecino celebró una gran ceremonia de bienvenida para ella. Los bendijo, diciendo que la próxima generación hará renacer el país. Dicen que es una profecía, pero no lo es. Es una bendición."

McKenna añadió.

"En general, dice cosas buenas. Pensé que sería una buena idea darle la bienvenida y organizar una ceremonia."

Por supuesto, a las personas les gustaría que esta santa dijera cosas buenas sobre el futuro. Eran tiempos agitados. Tal vez una bendición traería algo de tranquilidad al pueblo. Sin embargo...

"¿No deberíamos preguntarle a Heinley?"

Una vez que él estuviera de acuerdo, yo podría elegir cómo recibir a la santa y planear una ceremonia. Pero Heinley debería decidir si hacerlo o no primero.

"Bueno..."

McKenna pareció contrariado y suspiró.

"Ella llegará antes de que regrese Su Majestad Heinley."

Acababa de decir que un país vecino había organizado una ceremonia de bienvenida. Sin embargo, ¿había perdido la pista de su paradero hasta que estuvo tan cerca?

"¿Estás seguro?"

"Sí, ocultó su paradero después de la última ceremonia. Quizá se sentía agobiada. Quería llegar al Imperio Occidental sin hacer ruido, pero mi familia la descubrió por casualidad cuando volvíamos de recuperar una piedra de maná."

"Ya veo. No es una decisión fácil de tomar."

"Así es, Su Majestad."

Normalmente, no me supondría ningún problema celebrar un evento o recibir a un visitante en nombre de Heinley. Pero como McKenna dijo que la santa deseaba viajar en silencio, dudaba si estaría bien recibirla. Si organizábamos una gran ceremonia de bienvenida, podría ofenderla y provocar que nos maldijera. Entonces el plan sería contraproducente.

Pero si pretendiéramos no saber que estaría de paso por aquí y se marchara sin más, en cuanto las personas se enteraran, podrían quejarse de que no la acogiéramos como en el país vecino. Y como Heinley no estaba, yo sería el blanco de las quejas.

"¿Qué debemos hacer, Su Majestad?"

Preguntó McKenna con voz ansiosa.

***

miércoles, 15 de marzo de 2023

marzo 15, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 464

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 464. Vieja Historia (1)



Durante dos horas, Dolshi me estuvo criticando. A decir verdad, no fue de ninguna ayuda. Bueno, puede que me ayudara a darme cuenta de que uno debe dominar su magia por su cuenta.

Sin embargo, aunque todo lo que hizo fue sentarse allí durante dos horas y criticarme, se rascó el cuello y refunfuñó,

"Esto es agotador, muy agotador."

Se estiró en la silla mullida y dijo,

"Quiero café."

Cuando nuestras miradas se cruzaron, añadió en tono burlón,

"Ah, tu no puedes beber café."

'Es un dragón irritante.'

Era tan arrogante que sólo podría ser el dragón. Me quejé en mi interior, pero mantuve una expresión plácida. Llamé a un sirviente para que trajera unas sillas, café, bocadillos, y otras bebidas.

Debía de tener mucha hambre. En cuanto la mesa estuvo llena de comida, Dolshi devoró los bocadillos sin descanso. Al mismo tiempo, hablaba con Kapmen de cosas que yo desconocía. Kapmen reaccionaba a todo lo que decía.

Se veían muy cercanos. Fue interesante ver a Kapmen— un noble seco e inflexible como yo— manejar el torbellino de pensamientos de Dolshi sin retroceder.

Empecé a interesarme por su conversación. Dolshi hablaba de interminables extensiones desérticas, cumbres que atravesaban las nubes y enormes monstruos con forma de pulpo que aparecían en el océano. Parecía un entorno totalmente distinto al de la vida en el palacio, llena de elegantes violines, suaves perfumes y finas texturas. Sin embargo, tenía su propio encanto.

Así que me senté en silencio a escuchar la conversación.

"Por cierto, Kapmen."

Los ojos de Dolshi brillaron de repente.

"¿Qué?"

Dolshi se inclinó hacia delante,

"Mencionaste algo sobre una poción de amor en una de las últimas cartas. Que querías encontrar la forma de revertirla."

Kapmen y yo nos estremecimos. Pero Dolshi no se percató.

"¿La revertiste?"

"Lo hice..."

Kapmen apenas se abstuvo de mirar hacia mí.

"¿Cómo?"

"Es difícil de explicar."

No tenía ningún interés en ese tema. Tomé incómodamente una galleta y la mastiqué.

Sin embargo, Dolshi estaba absorto. Interrogó a Kapmen alrededor de treinta minutos, preguntándole cómo se había liberado, cuál era el antídoto y sus efectos secundarios. Al final, preguntó,

"Kapmen, Kapmen. ¿No te queda ninguna de esas pociones?"

Cuando Kapmen lo miró con el ceño fruncido, Dolshi sonrió,

"Dame una."

"¿Para qué la quieres?"

"Sólo dámela."

Una sonrisa confiada cruzó los labios de Dolshi, a lo que Kapmen insistió,

"¿Para qué?"

Dolshi respondió como si fuera obvio,

"Para beberla."

Kapmen lo miró perplejo.

"¿Qué dices? ¿No te he dicho cuánto sufrimiento me ha causado?"

El Gran Duque debe haber pedido ayuda a Dolshi para neutralizar la poción. Sin embargo, Dolshi era terco como una mula.

"¿Y qué? Es patético y fascinante cómo una simple poción te hizo sufrir así."

Una vena azul brotó en la frente de Kapmen. Aún así, Dolshi continuó fastidiándole con una terquedad infantil.

"Sólo una vez, quiero saber qué se siente. Dame una. Soy un mago consumado, así que puedo neutralizarla enseguida."

¿Siempre fueron los dragones criaturas tan obstinadas? Desde que se enteró de la construcción de una represa de joyas, Dolshi no paraba de traerme diseños y dibujos... ahora parecía dispuesto a ir a tomar la poción por su cuenta si Kapmen se negaba a dársela.

Aun así, Dolshi me miraba con ojos brillantes. Una energía caótica destellaba en sus pupilas. No fue una mera sensación. Realmente vi un tono rojo en sus ojos. Al final, Kapmen se levantó y salió. Supuse que iba a buscar la poción.

Cuando se fue, Dolshi se dirigió a mí,

"Si ya ha descansado, dama de extraño nombre, vuelva a practicar."

Mientras intentaba hacer hielo de la nada, Kapmen regresó con la poción.

Le extendió la pequeña botella a Dolshi, que la aceptó con una risita y la levantó como si fuera un villano.

"Dolshi, déjame advertirte una vez más..."

Antes de que Kapmen pudiera volver a disuadirle, Dolshi arrancó el corcho y lo vertió todo en su boca, sin darle la oportunidad.


Kapmen y yo nos escondimos al mismo tiempo debajo de la mesa, un reflejo provocado por nuestro trauma mutuo a causa de los efectos de la poción.

"No sabe a nada. ¿Qué demonios? ¿Por qué se esconden? Tengo que ver una cara para que la poción surta efecto."

Kapmen me miró fijamente, sacudió la cabeza y me dijo que no me moviera. Asentí. Dolshi afirmaba que podría deshacerse de los efectos enseguida, pero ¿quién podría asegurarlo? También podría experimentar otros efectos secundarios. No queríamos involucrarnos con él en ese sentido, así que no teníamos intención de salir.

"¿No saldrá uno de ustedes para probarla?"

Habló un poco molesto mientras daba golpecitos en la mesa bajo la que estábamos escondidos. Aun así, permanecimos tan inmóviles como un muerto.

Entonces soltó una carcajada,

"Elegiré a uno de los dos."

Se puso en pie de un salto. Su silla cayó al suelo al mismo tiempo que la puerta fue abierta de golpe.

"¡Su Majestad!"

Era la voz de McKenna.

Sorprendida, levanté la cabeza e hice contacto visual con Kapmen. Nos pusimos de pie al unísono, ambos imaginando lo peor. Dolshi lo había mirado tan pronto como lo escuchó.

Tragué en seco. ¿Será... eficaz? Por mucho que me preocupaba, dudaba que la poción funcionara en un dragón...

Dolshi señaló a McKenna. Lentamente, se volvió hacia mí.

"¿Quién es ese encantador pajarito azul, tan azul como si estuviera hecho del mismísimo cielo?"

domingo, 12 de marzo de 2023

marzo 12, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 463

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 463. Crecimiento (2)



Miré sorprendida a Rivetti. Lo último que recordaba era que odiaba al niño nacido entre Rashta y su hermano. Pero para mi sorpresa, vino a pedirme que la ayudara a encontrarlo. La última vez que visité el Imperio Oriental, me enteré de la sentencia del niño. Fue vendido como esclavo, ya que sus padres eran criminales.

"Sé que es extraño, Su Majestad. Todavía le odio."

Cuando me quedé sin palabras, Rivetti inclinó la cabeza y juntó las manos.

"Sin embargo... es el único hijo de mi hermano. Aunque le odio, mi hermano se preocupaba por él."

"¿Lo vas a cuidar?"

"No siento que pueda hacerlo. No puedo quererle. Pero no quiero que le pase nada malo."

Sus hombros pequeños y redondeados se veían lamentables. No podía imaginar cuánto dolor había experimentado para cambiar tanto de parecer...

"Lo encontraré. Te lo prometo."

Fui incapaz de negarme. Rivetti hizo varias reverencias antes de marcharse.

'Qué buena chica.'

Después de que se fue, volví sola a mi dormitorio. Para aliviar mi mente abrumada, abrí un diccionario para leer. Estudié detenidamente cada palabra. Cuando llegué a 'nacionalidad', finalmente me di cuenta de una cosa y cerré el libro.

Para encontrar al sobrino de Rivetti, ¿no se necesitaría la cooperación del Imperio Oriental?

Si fue vendido como esclavo, entonces era probable que su paradero estuviera en los registros judiciales del Imperio Oriental. No había forma de que lo averiguara desde el Imperio Occidental. Si preguntaba, se me negaría. Rivetti tampoco podría consultar el registro. No había forma de que se lo enseñaran a una débil 'señora' de un pequeño territorio, sobre todo si estaba relacionado con su familia.

¿Qué debía hacer? Volví a dejar el diccionario en la estantería y me puse a dar vueltas. De repente, recordé la carta que había recibido ayer de Sovieshu.

Enfadada, la había metido en mi caja de cosas inútiles y luego la había puesto en un rincón. Como no pensaba responder, no me molesté en leerla. Ahora la necesitaba. Podría usar mi respuesta para pedir ayuda para encontrar al sobrino de Rivetti.

Tomé la caja y volví a mi habitación. Quité la tapa y saqué la carta, con su letra familiar.

— El Cuarto Comandante me prometió que la Alianza del Continente Wol se pondría de parte del Imperio Oriental en el caso del puerto si le daba pistas sobre la disminución del maná. Me negué. Dime que lo hice bien. ¿Gané algunos puntos?

P. S. Mi diario mencionaba a un hombre llamado Duque Elgy. ¿Tiene algún tipo de rencor enorme contra mí? ¿Por qué me tiene como objetivo?

Pero... ¿qué es esto? Su carta tenía un contenido sorprendentemente importante. La parte sobre el Cuarto Comandante fue especialmente impactante. No podía creer que fue donde Sovieshu y trató de hacer un trato para obtener pruebas.

"¿Mi Reina?"

Heinley abrió la puerta del dormitorio matrimonial y me llamó. Estaba pensando en enseñarle la carta, así que le había llamado.

"¿Se ha ido la joven Rivetti o como se llame?"

"Se ha ido. Pero mira esto."

Heinley se acercó a mí con una manta envuelta a su alrededor.

"¿Qué es?"

En cuanto vio la carta, su expresión se tensó. Luego miró mi cara y puso una expresión inocente. No obstante, sabía que el simple hecho de que recibiera una carta de Sovieshu era suficiente para alterarle.

"Lee la parte de arriba."

Señalé la parte sobre el Cuarto Comandante, a lo que Heinley murmuró cuidadosamente,

"En realidad, cuando fui a recuperar la piedra de maná, encontré a dos Caballeros de la 4ª División escondidos allí."

"¿Han descubierto algo?"

"Pensé que podrían haberlo hecho, pero ahora que he visto esta carta, tal vez no. Probablemente fueron enviados a investigar, a raíz del incidente en el que un mago perdió su maná en la zona."

"El Cuarto Comandante anteriormente me pidió prestada a la 5ª División."

Ya veo que a ese comandante se le da bien engañar a los demás con una sonrisa tan angelical como su nombre sugiere.

"Lo cierto es que no es bueno ni para mí ni para el Emperador Sovieshu."

"¿También te parece un problema para Sovieshu?"

"El rechazo probablemente hirió el orgullo del comandante. Las personas que trabajan entre bastidores como él suelen tener un alto concepto de sí mismas."

Heinley dejó la carta con seriedad, luego me dedicó una sonrisa radiante.

"Pero todo estará bien. Por mucho que investiguen, me desharé de todas las pruebas. Entonces no tendrán otra opción que concluir que fue sólo un fenómeno natural."

Mi preocupación no disminuyó, así que le agarré la mano. Él apretó la mía a su vez.

"Por cierto, Mi Reina. ¿Puedo romper esta carta?"

¡Ah! Rivetti.

"Escríbele una respuesta."

"¿Es una broma...?"

"Rivetti me pidió un favor antes..."

***

Heinley escribió una respuesta a Sovieshu por mí. Al día siguiente, se fue a buscar otra piedra de maná.

Por alguna razón, el Gran Duque Kapmen y Dolshi vinieron a verme. Kapmen dijo que Dolshi quería probarme antes de enseñarme a dominar mi magia, pero...

"Aquí tiene."

Era sólo una excusa. Me di cuenta en cuanto Dolshi llegó con varias páginas de dibujos. Los dibujos eran representaciones impecables de un muro, así que obviamente no era obra de Dolshi. Cuando tomé los dibujos, me guiñó un ojo, como si me hubiera dado un soborno.

Si va a guiñarme el ojo y sobornarme, ¿no debería traer algo que me guste a mí y no algo que le guste a él? Me quedé atónita, aunque no me atreví a devolvérselos por su probable identidad. Lo único que pude hacer fue aceptar los dibujos y guardarlos en un cajón.

No obstante, como si tuviera un poco de conciencia, Dolshi sonrió,

"Echaré un vistazo a tu magia. ¿No tienes algún lugar abierto?"

"Afuera—"

"No, afuera no. No puede haber más nadie."

Los llevé a él y al Gran Duque Kapmen a una habitación vacía del primer piso. Estaba reservada como sala de conferencias, sin más muebles que una mesa pequeña y una silla.

"¿Qué tal aquí?"

"Servirá."

Tomó asiento con una expresión seria. Al parecer, había decidido que, ya que iba a echar un vistazo, mejor hacerlo bien.

"Primero comprobaré cuánta destreza tienes. Saca toda la fuerza y el maná que puedas."

En el momento en que asentí y tomé una pequeña campana para ordenarle a un sirviente que me trajera un balde de agua, Dolshi extendió su mano para detenerme.

"Espere, dama de nombre gracioso. ¿Qué intenta hacer?"

"Iba a pedir un balde de agua."

"¿Vas a pasarte la vida congelando sólo agua? ¿Sólo quieres aprender a poner hielo en las bebidas frías? Eso es útil, pero si piensas detenerte en ese punto, déjalo ahora."

Siempre había practicado así. ¿De qué otra manera podría hacerlo? Cuando me quedé mirándolo, confundida, levantó la barbilla.

"Solo inténtalo."

Al principio, me sentí nerviosa y poco acostumbrada. Pero ahora que lo pienso, las veces que usé mi magia de hielo instintivamente, lo hice sobre mi alrededor. Cuando desvié la caída del Duque Zemensia, por ejemplo...

Asentí, levanté la mano y la apunté al aire. Con la mano levantada, me sentí como una especie de mago excéntrico. Aun así, me concentré. Aparecieron cosas finas, parecidas al hielo, y cayeron al suelo.

¿Eso era bueno? Miré de reojo a Dolshi.

"Eres débil."

Después de que bajé mi mano molesta, Kapmen no tardó en ponerse de mi lado.

"¿Por qué? ¿No fue increíble?"

"¿Por qué le mientes?"

El Gran Duque Kapmen evitó hacer contacto visual cuando le dirigí una mirada de, '¿En serio?'

Esto me molesto aún más. El Gran Duque Kapmen también pensaba que mi destreza era pésima. No obstante, tenía sentido. Se graduó como el mejor de su clase...

"Dama de nombre gracioso, ¿sabe quién se alegraría de que usara su magia así?"

"¿El enemigo?"

"Correcto."

Luego señaló al aire.

"Inténtalo de nuevo."

No puedo. Por eso le pedí que me ayudara...

***

sábado, 11 de marzo de 2023

marzo 11, 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 462

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 462. Crecimiento (1)


Mientras uno se marcha, otro llega.
 
Dos días después de que Heinley partiera por lo que llamó un 'asunto urgente', llegó un mensaje del subordinado del Vizconde Langdel: Rivetti ha sido traído a la capital. En cuanto recibí la noticia a través del Vizconde, las damas de compañía y yo salimos al jardín. Queríamos recibir a Rivetti nosotras mismas.

Después de esperar un rato, finalmente vimos un carruaje entrar por la puerta principal. Avanzaba a paso de tortuga. Las damas de compañía, que bostezaban de aburrimiento, bajaron las manos al ver el carruaje. El carruaje se detuvo a poca distancia de nosotras. En cuanto lo hizo, sonó la puerta del carruaje. Luego se abrió de golpe y Rivetti salió de un salto.

"¡Su Majestad!"

Rivetti echó un rápido vistazo a su alrededor y corrió hacia mí.

El Vizconde Langdel se estremeció ante su falta de modales y se preguntó si debía detenerla o no. Antes de que pudiera hacerlo, me adelanté y recibí el abrazo de Rivetti.

"¡Rivetti!"

El Vizconde dio un paso atrás. En cuanto la abracé, Rivetti rompió a llorar.


"Su Majestad, la he extrañado. Le he echado mucho de menos."

Cuando le toqué la espalda y sentí lo flaca que se había puesto, imaginé cuánto dolor debió haber sufrido. La acaricié unas cuantas veces más, mientras sus palabras se entrecortaban en sollozos. Esperé a que liberara sus emociones. Finalmente, cuando sus lágrimas empezaron a disminuir, envolví mi brazo alrededor de sus hombros y la conduje al interior del palacio.

"Vamos dentro, Rivetti."

***

Rivetti siguió sollozando, incluso después de que entráramos.

"Rose, trae chocolate caliente, por favor."

Rose no tardó en volver con una tasa llena de chocolate caliente. La agarré para dársela a Rivetti.

Después de unos sorbos, Rivetti se calmó un poco y tuvo un ataque de hipo.

"Lo siento. No quería llorar. De camino aquí, no dejaba de pensar, 'No voy a llorar. No voy a...'"

"No pasa nada."

Fue todo lo que dije para tranquilizarla. Su cara se retorció, como si fuera a volver a llorar. Pero contuvo las lágrimas y bebió el chocolate caliente. Me preocupaba que llorara más si le preguntaba cómo había estado, así que me limité a sentarme a su lado y acariciarle la espalda. Al cabo de un rato, me aclaré la garganta.

"Rivetti. ¿Te gustaría quedarte en el Imperio Occidental?"

Rivetti había estado sollozando en silencio. Sus ojos se abrieron abruptamente ante mi sugerencia.

"¿Perdón?"

"Si quieres, puedes quedarte aquí conmigo."

Tomé sus manos, las puse sobre mis rodillas y las apreté. Sus ojos se humedecieron como si fuera a romper a llorar,

"Su Majestad..."

"¿Qué te parece?"

Se lo volví a preguntar con cuidado. Era una oferta sincera que había tenido en mente de antemano. A Rivetti se le llenaron los ojos de lágrimas.

"Estoy muy agradecida, pero... descuide. He venido porque quería verle, Su Majestad. Pero no puedo quedarme."

Laura, que nos escuchaba, se quedó boquiabierta,

"¿Por qué? ¡Ven a quedarte conmigo! Deja a un lado tus malos recuerdos. Quédate aquí a divertirte conmigo."

Sin embargo, Rivetti sacudió la cabeza con tristeza.

"Yo también quisiera eso, pero... no puedo. Mi padre me dejó el territorio. Me convertí en su sucesora. Puede que sea pequeño, pero debo guiar a las personas de allí. Además... Mi madre también está allí."

Eso era difícil de discutir, así que Laura no insistió más. Bajó los hombros. Yo tampoco le insistí. Sólo sorbí mi té sin decir una palabra.

A pesar de sus razones para quedarse en casa, Rivetti se había quedado en un pueblo cercano, en vez de volver al territorio de su padre. Dicho esto, debía de tener otros planes. Pero eso no era importante por ahora.

"Haz lo que desees, Rivetti."

Con las manos alrededor de la taza aún caliente, Rivetti respondió en voz baja,

"Sí, Su Majestad."

Después de charlar un poco más, Laura llevó a Rivetti a la habitación que habíamos preparado para ella. Las demás damas de compañía volvieron a sus habitaciones una a una, pero la Condesa Jubel fue la última en marcharse. Chasqueó la lengua.

"Una chica brillante, ya se ve tan sombría. Aún así, es admirable. Debe tener muchas preocupaciones en su interior."

Una vez que la Condesa se marchó, me senté en mi sillón y tarareé una canción de cuna para el bienestar prenatal. Pero no podía concentrarme en ello, porque no dejaba de pensar en lo increíble que era Rivetti. Yo también había sufrido varios acontecimientos dolorosos, pero no se podía comparar con Rivetti. Ella había perdido a dos miembros de su familia de forma totalmente abrupta.

De repente sentí curiosidad. ¿Sovieshu sentía lo mismo? Para mí, el Sovieshu sin sus recuerdos continuaba siendo Sovieshu. Así que cuando se me acercaba descaradamente, me enojaba.

Pero pensándolo ahora, Sovieshu se había despertado y se había encontrado en una situación similar de la noche a la mañana. Su padre, su madre y su esposa habían desaparecido repentinamente. Del mismo modo que Rivetti, que había perdido a su padre y a su hermano de repente...

Pensarlo de esa manera me hizo sentir incómoda.

***

Al día siguiente, me quedé mirando al cielo, preguntándome si Heinley se habría hecho daño mientras recuperaba las piedras de maná. ¿Iban bien las cosas? ¿O estaba disgustado y solo en alguna parte?

Perdida en mis pensamientos, divisé a lo lejos un pájaro dorado que me resultaba familiar y que se dirigía hacia mí. Sorprendida, abrí la ventana. El precioso pájaro entró volando y dio una vuelta alrededor de la habitación.

"¡Reina!"

Era Heinley. Cuando lo llamé por su nombre, volvió a transformarse en humano con los brazos abiertos. Me abrazó.

"¿Cómo has estado?"

Debería decirle que he estado bien, pero antes me surgieron preguntas.

"¿Qué hay de tu misión? ¿Salió bien?"

"Sí, recuperé otra. Aunque quedan muchas más."

"¿Fue peligroso?"

Antes de que pudiera responder, alguien llamó a la puerta. Una voz desde fuera de la puerta dijo,

"Su Majestad, la Señorita Rivetti está aquí."

Heinley se apresuró a entrar en el dormitorio matrimonial, ya que no llevaba ropa. Yo entré en el salón. Rivetti estaba allí de pie con una expresión decidida. A diferencia de ayer, cuando apenas podía apenas podía hablar entre sollozos. Se había vuelto firme y tranquila en apenas un día.

"Su Majestad, ¿puedo... pedirle un favor? En realidad, ¿dos favores?"

"Adelante."

Le pedí que se sentara y le pregunté qué pasaba.

"¡Su Majestad! Me gustaría aprender a gobernar un territorio."

"Es mucha responsabilidad..."

"Sí. Nunca me han enseñado nada."

"Está bien. Haré todo lo posible para ayudarte."

Rivetti se levantó de un salto, me dio las gracias y se inclinó. Le hice un gesto para que se sentara. Aunque se sentó enseguida, empezó a llorar otra vez.

"¿Tenías otro favor que pedirme?"

"Sí."

"¿De qué se trata?"

"Me había imaginado que me pediría ayuda para gobernar su territorio, pero era difícil adivinar cuál podría ser su segunda petición."

Rivetti dudó un momento y estudió mi expresión. Después de un momento, preguntó con cautela,

"¿Me... ayudaría a encontrar a Ahn?"

"¿Ahn?"

"El hijo de mi hermano..."