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sábado, 1 de abril de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 470

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 470. Aunque Sólo Crucemos Miradas (1)


"¡Su Majestad, Su Majestad! ¿Lo ha oído?"

Después de que mi padre y mi madre se marcharon al Imperio Oriental, yo intentaba en vano calentar mi corazón roto llenándome de comida caliente. Mastas irrumpió en mi habitación, radiante.

"¿Recuerda que la santa dijo que el Emperador Heinley debía inclinarse ante Su Majestad en agradecimiento tres veces al día? Bueno, ¡la historia se está extendiendo!"

"Eso no es del todo correcto."

"Los rumores siempre cambian un poco. De todos modos, es de lo que se habla en la ciudad. Anoté todo lo que oí cuando venía hacia aquí. Le leeré lo más impresionante."

Mastas sacó una nota del bolsillo de su abrigo.

"¡Alguien tan respetable en el Imperio Oriental como Su Majestad Navier jamás traería aquí un baño de sangre de la nada! Cuando alguien cambia de repente, ¡hay que culpar a su nuevo entorno!"

Aunque la leyó como un niño a su profesor de etiqueta, el contenido era vergonzoso.

"Para que lo sepa, fue un guardia de la muralla oeste quien dijo esto. Lo iba a reportar porque estaba holgazaneando, pero después de oír esto, lo dejé en paz."

No me reuní con la santa para iniciar rumores como este. Lo hice porque pensé que las personas se molestarían si no lo hacía.

Aun así, me sentí agradecida que se extendieran rumores inesperadamente buenos. Sin embargo, me preguntaba si eso daría a Heinley una reputación extraña. Comí una galleta para disimular mi malestar.

Las cosas seguían siendo incómodas. Pero algo en la expresión de Mastas, tan radiante como el sol, le pareció inusual a la Condesa Jubel.

"Mastas, ¿hay más rumores aparte de ese?"

"¿Qué?"

Los ojos de Mastas se abrieron como platos. La Condesa se puso la mano en la barbilla y la miró fijamente.

"Esa no es la cara de alguien feliz por un simple rumor, ¿verdad?"

"Lo es."

"¿En serio?"

La Condesa Jubel levantó una ceja, pero Mastas lo negó. Sin embargo, después de que la Condesa se marchó, Mastas me confesó inmediatamente.

"Um, ¿Su Majestad? En realidad, Lord Koshar me dio una nueva respuesta."

Debió gustarle lo que decía. Por eso su cara estaba resplandeciente. Tenía algo que decirle sobre ese tema, así que me sentí aliviada de que ella lo hubiera mencionado primero.

"Debo pedirte disculpas. Me di cuenta demasiado tarde de que había intercambiado las notas."

"No pasa nada."

Mastas se rascó la oreja, esbozando una mueca avergonzada.

"Me gustó bastante la nueva respuesta... Lord Koshar dijo que escribió la primera respuesta porque la carta que recibió originalmente era muy vergonzosa. Está arrepentido y quiere invitarme a comer."

"Eso es genial."

Mantuve una sonrisa superficial todo el tiempo, pero en cuanto Mastas se marchó, me cubrí la cara y me tumbé en el sofá. Mis piernas perdieron fuerza y el corazón me latía con fuerza.

Ayer, a duras penas había conseguido reprimir la ansiedad que se había disparado tras ver la reacción de Koshar.

Ahora se había reavivado. ¿La carta original era vergonzosa? ¿Qué decía exactamente? ¿Quién la escribió? Tenía curiosidad, pero al mismo tiempo no quería saberlo.

***

Como le había dicho su padre, el Duque Elgy salió para reunirse con el Rey. El Rey, al que hacía tiempo que no veía, parecía furioso. Por supuesto, el Rey solía estar enfadado con él.

"¿Qué demonios has estado haciendo?"

Gritó en cuanto el Duque Elgy se acercó.

Elgy no tuvo tiempo de saludar ni de dar explicaciones.

"¡Esto ha ido demasiado lejos! ¡Tú y yo sabemos que no lo has hecho por amor!"

El Rey se levantó como un rayo, incapaz de contener su rabia.

"Esta vez sí que te has pasado de la raya. Si no paras, Elgy, no tendré más remedio que cortarte el grifo. A ti y a tu padre también."

Elgy ni siquiera pestañeó.

"Si está preparado para derribar a su oponente, debería prepararse para caer usted también."

"¡Mocoso...!"

El rostro del rey se tornó rojo de ira. Se agarró la nuca. Desde el fondo de su corazón, el rey quería empujar a Elgy por un precipicio.

No obstante, Elgy se limitó a permanecer de pie con una sonrisa despreciable, echando una mirada a un rincón de la sala de reuniones. Uno de los secretarios del Emperador Sovieshu estaba allí, mirándole fríamente. Sus miradas se cruzaron, pero ninguno de los dos se saludó.

Una vez que el rey consiguió calmarse a duras penas, volvió a sentarse en su trono.

"Duque Elgy, informe inmediatamente a la alianza que renunciará al puerto."

Elgy se quedó mirándole en silencio.

"Este no es momento de actuar con terquedad. Se reveló que la Emperatriz Rashta nació como esclava, por lo que su ascenso a la posición de emperatriz será anulado. Cualquier acuerdo que haya hecho como emperatriz también será anulado. ¿Por qué no lo dejas pasar?"

Al ver que Elgy no reaccionaba, el rey se levantó y se le acercó.

"No hagas nada que perjudique al país. Haz lo que quieras para deshonrar tu propio honor o arruinar tu propia vida, pero no dañes al país."

El rey levantó la mano y palmeó a Elgy en la mejilla.

"La razón por la que puedes pasearte con tanta arrogancia por otros países es porque este país es próspero. No seas tan tonto como para destruir el suelo que pisas."

Tras su breve visita al rey, la Princesa Sirim siguió al Duque Elgy fuera del palacio. Había estado esperando a propósito en el vestíbulo para acercarse a él.

"¿Todavía con lo mismo?"

Preguntó la Princesa Sirim al alcanzarle.

"¿Quién se beneficiará de tu venganza? Nadie gana aquí. Ni siquiera tú. ¿Cuánto tiempo crees que hará la vista gorda a tus hazañas?"

El Duque Elgy siguió caminando en silencio, pero la Princesa Sirim se mantuvo a su lado.

"No molestamos a los que ya llevan vidas problemáticas, mientras no nos hagan daño. Por favor, deja de hacerte daño. Piensa en tu labor."

Los pasos del duque se detuvieron de repente. La princesa hizo lo mismo.

"Mi querida hermana..."

El Duque Elgy sonrió levemente mientras miraba a la Princesa Sirim.

Ella sonrió en respuesta. Pero antes de que pudiera abrir la boca, se acercó un hombre vestido con uniforme blanco.

"Vaya. ¿Estás ocupado?"

Preguntó el hombre. Era Ángel, el comandante con cara de zorro de la 4ª División de los Caballeros Transnacionales.

"Hablemos luego."

La Princesa Sirim dio unas palmaditas al Duque Elgy en la espalda, y acto seguido se retiró.

"Oh, ¿le interrumpí? Soy Ángel, Comandante de la 4ª División de los Caballeros Transnacionales de la Alianza del Continente Wol."

El Duque Elgy le aseguró que no había interrumpido y le preguntó el motivo de su visita. Ángel echó un vistazo a la espalda de la Princesa Sirim, que se marchaba, luego sonrió.

"Encontré divertida la queja que presentó a la Alianza del Continente Wol. Estoy aquí para investigar algunas cosas relacionadas con usted."

El Duque Elgy frunció el ceño.

"¿Qué cosas?"

"El contrato que enviaste no mencionaba nada sobre cómo pagaste el puerto. ¿Qué diste a cambio?"

"Mi cuerpo."

"Ah... Tu cuerpo."

Ángel parpadeó.