Reciente

Mostrando entradas con la etiqueta Bajo El Roble. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bajo El Roble. Mostrar todas las entradas

martes, 9 de marzo de 2021

marzo 09, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 98

Capítulo 98. Sus sorprendentes facetas (1)


El viento gélido y áspero le alborotó el pelo, pero Max no se dio cuenta de nada. Acurrucada en el abrazo de Riftan y disfrutando del resplandor de su intensa relación amorosa al aire libre, se sentía segura. Una sensación novedosa, proveniente del hombre con el que antes temía incluso respirar el mismo aire.

Al llegar al castillo, Riftan abrazó estrechamente a la muchacha, totalmente agotada, y la llevó a la habitación. La lavó cuidadosamente con agua tibia, le cambió la ropa con delicadeza e incluso le dio de comer cariñosamente una buena comida caliente. Luego, como si estuviera adormeciendo a un niño, se recostó sobre su pecho y trató de dormir.

Era un comportamiento aparentemente inusual para un hombre brusco como Riftan. Porque ciertamente no era que usualmente hace. Siempre que estaba con ella, continuaba con estos actos como si fuera su niñera. Todos los días le daba de comer directamente, insistía en que se bañaran juntos e incluso llegaba a entrar temprano en la mañana, tomar el peine de Rudis y peinarla.

Ahora todo le resultaba un poco embarazoso. Nunca había experimentado tanta atención ni siquiera cuando era niña. Además, esto era contrario a la idea de matrimonio con la que estaba familiarizada.

Modales fríos, una indiferencia educada y obligación marital, según la ideología esto era lo que existía entre las parejas casadas. También había muchas pruebas "a pie" para corroborar la creencia. No había visto ni oído hablar de un marido que se desviviera por su mujer como tal, al menos no con tanto entusiasmo.

Esto era lo que le habían enseñado al crecer, pero la actitud de Riftan se desviaba de lo que le habían enseñado de un "hombre casado". ¿Quizás sólo era ignorante? Después de todo, las circunstancias que rodeaban su vida en el Castillo de Croix la habían confinado dentro de sus muros. Como mucho, podía visitar las barracas del templo. Pero incluso eso estaba prohibido una vez cumplidos los catorce años y, por tanto, era una vida de aislamiento.

Todo lo que sabía sobre el matrimonio venía de la boca de los que visitaban el Castillo de Croix. La mayoría venía a ver a su hermana Rosetta, algo inexpresiva y de sonrisa fría o a su padre, no había nadie que se interesara por ella, incluso dudaba de que supieran de su existencia.

Cuando comparó el entonces con el ahora, Max se sintió envuelta en la confusión.

¿Quizás el mundo que ella conocía estaba equivocado?, ¿Era normal su matrimonio?, ¿Era así como debía ser un marido?

Aunque estaba plagada de preguntas, no sabía dónde encontrar las respuestas.

💜💜💜

"Eres sorprendentemente hábil".

La voz de Ruth sacó a Max de su ensueño. Le lanzó una sonrisa de satisfacción mientras repasaba meticulosamente las fórmulas que había dispuesto. "Y eres mucho más rápida de lo que esperaba" añadió.

‘¿Se suponía que eso era un elogio?’ Max sonrió con amargura.

"S-si solo se está repitiendo lo m-mismo... es n-natural que se agilicen las cosas”.

"Es hora de terminar. A este ritmo, podremos completar el hechizo para mañana".

Ella dio un suspiro de alivio. Aunque fue emocionante durante un tiempo, acabó por aburrirse de los repetidos cálculos y bocetos, tanto que incluso odiaba mirar el pergamino. Se frotó el cuello rígido y se quejó.

"N-no sabía que la m-magia conllevara t-tanto papeleo. Pensaba que ha-haríamos algo más a-asombroso".

"La magia es un nivel avanzado de aprendizaje. Requiere cálculos e investigaciones sofisticadas. La única vez que un mago puede experimentar la emoción de la magia es en el campo de batalla. Los magos de la Torre del Mundo nunca la experimentan, aun así, dedican toda su vida a diseñar hechizos".

Max dejó lo que estaba haciendo y lo miró con asombro.

"R-Ruth, ¿también eres un mago d-de la Torre del Mundo?"

"Sí, solía residir allí" dijo Ruth con desagrado.

Sus ojos se abrieron de par en par.

La Torre del Mundo era una isla artificial construida por antiguos magos en el centro del Mar de Ishiria; se la llamaba Nornui. La inocente y aislada doncella, Maximillian, no oía hablar mucho de ella a menudo. Solo ella sabía que era la cuna de los hechiceros, un depósito de todo el conocimiento del mundo, un lugar no intervencionista, que se abstenía de interferir en los asuntos internos de cualquier país, y una isla de sabios que protegía el orden mundial... Nornui.

Pero la reacción de Ruth ahora mismo se refería a ella con disgusto, como si negara esos logros. Mirando su desconcierto, se dignó a explicar.

"Los magos que entran en la Torre del Mundo están restringidos en cuanto son ascendidos a un rango superior. En lugar de permitirles dominar toda la peligrosa y secreta magia que ofrece Nornui, se les vigila para asegurarse de que no utilizan su poder personal para perturbar el mundo. Los magos superiores pasan la mayor parte de su vida en la Torre del Mundo. Personalmente, no me gustaba, así que me escapé".

"T-todavía... ¿p-puedes volver?"

"No. Fue alta traición. Incluso ahora, cuando me encuentro con magos de la Torre del Mundo, me tratan como un simple criminal".

Ruth habló sin reparos, como si se tratara de un asunto trivial. Max se preguntó si todos los magos eran tan descarados.

"E-entonces... ¿conociste a R-Riftan mientras v-vagabas después de haber escapado de la Torre del M-mundo?"

"Sí, lo conocí poco después de convertirme en una espada de alquiler. El Señor Calipse ya era una figura conocida para entonces".

Max sentía cada vez más curiosidad, sus ojos brillaban.

"¿P-por qué?"

"¿No es obvio? Con su impresionante aspecto, su físico voluminoso increíble para un adolescente, su corazón valiente que siempre mira hacia adelante, ya era famoso a los dieciséis años. Desde entonces, el Señor Calipse es un loco".
marzo 09, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 97

Capítulo 97. Sus gustos y disgustos (2) │+18


Riftan relajó los hombros como si sus nervios se hubieran calmado un poco y apretó los labios contra la frente de ella. Parecía que había estado dándole vueltas a sus apresuradas palabras durante todo el tiempo que habían estado cabalgando y por fin se permitía hablar de ello con ella.

"Pero nunca me he odiado tanto a mí mismo como para que sea mi primera respuesta cuando alguien me pregunte por mis disgustos" le dijo Riftan con sencillez y Max suspiró.

"Bueno, eso... Eso es p-porque no hay n-nada en ti que puedas odiar tanto, ¿verdad?"

Él parecía divertido ante sus palabras masculladas.

"¿Acaso lo parece?" Le preguntó de manera burlona y Max lo miró con las cejas ligeramente fruncidas.

"T-tú... lo sabes bien, ¿no?"

"No lo sé. Tendrás que decírmelo" ella lo miró como si le preguntara si hablaba en serio. Sin embargo, Max decidió seguirle la corriente y comenzó a enumerar sus atributos.

"T-tú eres fuerte. Eres el mejor caballero del mundo, y eres alto e inteligente..." Max no pudo continuar cuando Riftan le dedicó una ligera risa.

"Es la primera vez que escucho a alguien llamarme inteligente. Aunque he oído muchas veces que soy lento" Riftan se burló de ella y Max le frunció el ceño.

Aunque su forma de hablar era poco refinada y no era precisamente un maestro del decoro, Riftan estaba muy lejos de ser lento. Tenía una mirada aguda y su capacidad de observación era a veces muy perspicaz. A veces incluso le parecía que veía hasta su alma.

"Una persona de inteligencia lenta nunca podría ser tan respetada" le dijo.

Riftan sonrió cínicamente, como si no pudiera estar tranquilamente de acuerdo con ella. Apoyando la cabeza contra el tronco del árbol, le preguntó con desinterés "¿Qué más?"

"Eres l-leal, tienes l-liderazgo y... eres muy g-guapo" Max respondió tímidamente. Pudo sentir cómo se le calentaban las mejillas.

"¿Crees que soy guapo?" Riftan volvió a burlarse de ella y ella se encogió de hombros.

"Eso y-ya lo sabías".

"¿Cómo voy a saber lo que piensas de mi aspecto?" Le dijo y Max se quedó sorprendida y parpadeó confundida.

"Yo también tengo ojos, R-Riftan. Mi sentido de la b-belleza es el mismo que el de o-otras p-personas".

"Cada vez que visitaba el Castillo de Croix, te estremecías como si estuvieras frente a un ogro horrible" dijo Riftan burlonamente.

"Esos no eran para nada los ojos de alguien que mira a un joven encantador. Probablemente habrías mirado con más adoración incluso la cara arrugada de un duende" añadió y Max le lanzó una mirada de incredulidad.

"Yo n-nunca he visto un d-duende a-antes" contestó ella.

"Ese no es el punto aquí" Riftan atrajo su barbilla hacia él para que lo mirara. "Digo que si me acercaba a ti, actuabas como si fueras a desmayarte".

Max se sintió desconcertada por su tono interrogativo. Ni en sus sueños más locos había pensado que a él podría importarle su actitud hacia él o lo que pensara de él. A decir verdad, hasta su boda, ella había pensado que él ignoraba por completo su existencia.

"Yo... Tú me a-asustabas. Como tu c-cuerpo es tan grande y tu e-expresión era tan he-helada. Parecías a-alguien cuyo t-temperamento podría estallar ante cualquier c-cosa, en cualquier m-momento" Max admitió.

Riftan no dijo nada durante mucho tiempo. Max se retorcía incómoda contra su pecho. Finalmente abrió la boca.

"¿Sigo dando miedo?"

Max negó lentamente con la cabeza.

Riftan, que había estado mirando fijamente su rostro, de repente inclinó la cabeza y presionó sus labios contra los de ella. A diferencia de los besos por sorpresa con los que se burlaba de ella, este beso fue apasionado. Sintió su suave lengua introduciéndose en su boca y gimió suavemente ante su contacto.

Él le cogió la nuca y le acarició suavemente el pelo alborotado por el viento con sus dedos y sus labios chuparon su delicada boca.

Un delicioso escalofrío recorrió su columna vertebral y Max sintió que sus pezones se ponían rígidos. Cuando él ahuecó sus pechos con los dedos y los masajeó suavemente, Max sintió que estallaban fuegos artificiales en su bajo vientre.

"R-Riftan, n-no p-podemos hacer esto f-fuera" Max le dijo mientras se liberaba de su beso.

"Está bien. Solo estamos nosotros aquí. Incluso si viene alguien, me daré cuenta enseguida" le dijo.

Al sentir el calor que irradiaba su cuerpo, ella se estremeció. Como el rostro de Riftan era tan tranquilo y sereno, ella no había notado aún lo excitado que estaba ya mientras se besaban. La acercó hacia él y acomodó su regazo contra la parte inferior de su cuerpo y le subió la falda del vestido. Max lo miró avergonzada. Los ojos de Riftan ardían como carbones negros hacia ella.

"No tengas miedo. Nunca te haré daño" le susurró.

Sus palabras resonaron en lo más profundo de su corazón. Max contempló su intensa expresión sin respirar. Él tocó su frente con la de ella, rozando las puntas de sus narices y atrajo sus labios a su boca de nuevo. Deslizó sus largos dedos bajo la falda de ella y comenzó a acariciar suavemente el interior de sus piernas. Max se aferró a su sedoso cabello y gimió.

‘Esta persona no me hará daño’. Se aferró desesperadamente a esas palabras.

"Hueles a invierno" le dijo Riftan, que gimió débilmente y enterró la cara en su hombro. Max tragó una profunda bocanada de aire. El olor de la brisa invernal, seco y agradablemente mordaz también provenía de él.

Los pulmones de Max se llenaron de los olores mezclados de la almizclada corteza de los árboles, de los caballos y del sutil aroma del sudor.

"Maldita sea, quiero besar cada centímetro de ti. Pero si te quito la ropa aquí, podrías enfermar" se quejó Riftan mientras la acariciaba por encima de la ropa, excitándola.

Max ni siquiera sentía el frío, pues el fuego que se extendía por todo su cuerpo la envolvía ahora, pero no se lo hizo notar. No era tan atrevida como para tumbarse a la intemperie en lo alto de una colina sin una tira de ropa. En realidad, hacer algo así la superaba. Pero se encontró totalmente incapaz de apartarse de él.

Riftan chupaba y mordía la base de su garganta mientras se desabrochaba los pantalones con urgencia. Todavía envuelta en su abrigo, se subió la falda para que se le enrollara en la cintura. Le apartó la ropa interior.

Y entonces ella sintió que él la penetraba lentamente. Al sentirlo llegar a lo más profundo de ella y de sus cuerpos unidos, Max dejó escapar un áspero gemido.

Riftan le acarició el trasero y le dio besos en el cuello y las orejas.

"Está bien, Maxi. No te haré daño. Nunca más" Riftan le susurró al oído.

Max ni siquiera podía recordar cuándo podría haberla lastimado. Ni siquiera recordaba haberle tenido miedo y haberlo evitado. Sentía como si Riftan Calipse siempre hubiera formado parte de ella. Le echó los brazos al cuello desesperadamente, como si se estuviera ahogando y él fuera lo único que la mantenía a flote.

Él la agarró por las caderas para profundizar su unión.

Sus cuerpos estrechamente entrelazados se golpeaban el uno contra el otro y el sonido del viento que pasaba se alejaba cada vez más. Ella movía su cuerpo como si estuviera montando a caballo, tal y como él le había enseñado antes.

Se apretó ansiosamente alrededor de su virilidad mientras la penetraba antes de dejarlo ir de mala gana, solo para volver a apretarse como si intentara tirar de él más profundamente. Su corazón latía con una pasión desesperada. Mientras se derretía en sus calientes besos, Max se sumergió en un mundo de felicidad.
marzo 09, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 96

Capítulo 96. Sus gustos y disgustos (1)


"Bueno, entonces, ¿qué hay de ti?" preguntó Riftan con ligereza, sin notar su angustia.

Max ocultó rápidamente sus emociones tratando de parecer indiferente. "S-solo me gustan las cosas que t-también les gustan a o-otras p-personas" respondió con sencillez.

"Eso no es justo. Quiero una respuesta adecuada" le dijo. Ante su tono de insistencia, Max pensó un poco más para elaborar sus palabras y dar a Riftan una respuesta satisfactoria.

Después de decidir qué decir, Max volvió a abrir la boca.

"Como dije a-antes, me gustan los a-animales. Perros, gatos, c-caballos... También me gustan los pollos y los c-conejos".

"¿Y?"

"Me gusta l-leer libros. Cuando estaba en el C-Castillo de Croix, siempre estaba en la b-biblioteca". Anunció Max y Riftan le hizo un gesto con la cabeza.

"Efectivamente, el mayordomo me dijo que pasas la mayor parte de tu tiempo en la biblioteca". Le dijo Riftan y Max le sonrió débilmente.

"Así es. Hay m-muchos libros raros y p-preciosos en la b-biblioteca del C-Castillo C-Calipse. A-aunque, Ruth se a-aferra a la mayoría de ellos..." Max añadió la última frase como si fuera una idea de última hora.

Riftan le devolvió la mirada casi sorprendido, bajó la cabeza hacia él y preguntó en un tono bastante conspirador "¿Lo echo de la biblioteca?".

"Si haces eso, no me dejará o-olvidarlo por el resto de mi vida". Le advirtió Max con un ligero pánico.

Riftan puso una expresión de incertidumbre ante su rápida protesta. Le dedicó un pequeño ceño y la miró fijamente a los ojos antes de decir finalmente lo que pensaba.

"Parece que ustedes dos se están haciendo buenos amigos". Dijo Riftan en voz baja y Max percibió que, aunque intentara disimularlo, el primero se sentía incómodo por el hecho de que ella pasara tiempo con Ruth.

"Cuando estábamos d-decorando el c-castillo me dio muchos c-consejos. Es q-quisquilloso y regaña mucho, pero parece una buena p-persona". Max explicó, pero de alguna manera parecía que sus palabras lo ponían de mal humor en vez de reconfortarlo.

Riftan permaneció en silencio durante un rato, como si estuviera tratando de elegir sus palabras, cuando pareció lo suficientemente calmado como para hablar una vez más se giró para mirar a Max, y dijo "Eso es correcto. Es quisquilloso y tiene mucho que decir, pero es un hombre honesto".

Honesto. Max se dio cuenta de que lo decía como si no hubiera nada más importante que la confianza.

"¿Y las cosas que odias?" Riftan volvió a abrir la boca después de cabalgar en silencio durante un rato, perdido en sus pensamientos. "También tienes que responder a eso, para que sea justo".

Le vinieron a la mente latigazos, gritos, maldiciones y golpes, pero no podía darle una respuesta tan sincera.

Sin embargo, tampoco quería mentirle. Riftan odiaba las mentiras por encima de todo. Dudó y eligió una respuesta sincera.

"Y-yo misma".

Riftan parpadeó confundido, como si no entendiera por qué había dicho eso. Lo dijo a la ligera, como si no fuera gran cosa.

"Y-yo me odio a mí misma". Max repitió esta vez con más convicción.

Justo cuando ella dijo esto, el camino en el que estaban terminó y un amplio prado apareció ante ellos, finalmente habían llegado.

Antes de que él pudiera presionarla para que le explicara lo que había querido decir, ella salió al galope por la colina, dejando a Riftan mirando su figura en retirada.

Al contrario de lo que esperaba, descubrió que era capaz de disfrutar plenamente de la equitación.

Se sentía increíble al correr libremente por las extensas colinas sin ninguna restricción. No había ningún otro lugar en el que se sintiera más cómoda y agradable que recorriendo los sinuosos senderos de las montañas.

Galopó por las praderas, que tenían un ligero brillo dorado debido a la cálida luz del sol de invierno. Cabalgaba libremente como si nada la retuviera.

Max notó que su postura mejoraba poco a poco mientras cabalgaba, y para cuando sugirió que descansaran un poco en la cima de la colina, ella ya era capaz de cabalgar con la espalda recta sin siquiera pensarlo.

"He traído un poco de vino" le dijo Riftan mientras saltaba de su caballo y los conducía por debajo del gran árbol de la cima de la colina y la ayudaba a desmontar el suyo.

"Has entrado en calor. Puedo sentir tu corazón latiendo tan rápido como el de un colibrí" dijo mientras colocaba sus manos en los costados de ella y la levantaba con facilidad.

Max trato de estabilizar su respiración, la cual estaba agitada por el paseo a caballo, y se limpió las gotas de sudor de la frente. Tal y como él había dicho, su corazón latía con fuerza en sus oídos.

"R-realmente parece que tengo un tambor que r-retumba d-dentro de mí". Le dijo mientras se tocaba el pecho. Podía sentir la ligera vibración desde allí.

"Es una bonita analogía". Riftan le dijo antes de bajar para presionar sus labios en la mejilla sonrojada de ella y finalmente dejarla en el suelo.

Riftan procedió entonces a extender su capa sobre la hierba bajo el árbol y se sentó sobre ella. Max se dejó caer a su lado.

La fría brisa refrescó rápidamente sus acalorados cuerpos. Max se fijó en la silueta de un pueblo al pie de la colina.

Se ajustó la capa mientras miraba el paisaje que tenían debajo. El viento suavizaba los campos dorados mientras los barría con aparente prisa.

"Es un lugar tan b-bello" susurró Max mientras se deleitaba con el cálido ambiente que los rodeaba.

"Se ve mejor en primavera. Los campos están verdes y rebosantes de flores silvestres" le dijo Riftan con una sonrisa.

Ella sintió que el pecho se le hinchaba de expectación al oírlo hablar de la primavera.

Anticipación... Nunca hubiera imaginado que llegaría un día en su vida en el que sentiría anticipación y anhelo por algo. Todo era nuevo, y alegre, y un poco aterrador también.

"Ven aquí. Te vas a enfriar rápidamente ya que has sudado" Riftan la llamó mientras apoyaba su espalda en el grueso tronco del árbol, y la acercó para compartir su abrigo.

Max dio un sorbo a la pequeña botella de vino mientras se sentaba ligeramente en su regazo. A diferencia de cuando él se burlaba de ella, ahora no se sentía incómoda o avergonzada de estar tan cerca de él. Estar envuelta en sus fuertes brazos se sentía tan natural.

"Dame un poco a mí también" le susurró Riftan mientras le rodeaba la cintura con las manos e inclinaba la cabeza sobre su hombro para tomar un sorbo.

Max le puso la botella de vino en los labios y la inclinó con cuidado para que no se derramara. Dio unos cuantos tragos y retiró los labios cuando terminó. Luego la miró fijamente a los ojos.

"¿Por qué te odias a ti misma?" preguntó Riftan.

Parecía que Riftan no tenía intención de saltarse a la ligera lo que ella había dicho antes.

Max desvió la mirada avergonzada por lo que le había dicho, no quería que la mirara con lástima. Seguramente era obvio que solo tenía una respuesta, sonaba como la persona más estúpida del mundo cuando hablaba. En cierto modo, el hecho de que siguiera evitando el tema era un poco divertido.

Max preguntó con indiferencia "¿N-nunca has tenido un momento en el que te hayas o-odiado a t-ti mismo, R-Riftan?"

"He tenido muchos".
marzo 09, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 95

Capítulo 95. Un pasado oculto (2)


"¡R-Riftan!" Lo cortó con una exclamación de sorpresa.

"¡Hey, t-tú... el caballo, no puedes ser vulgar!"

"¿Qué pasa?" Riftan se rio descaradamente "Aquí no hay nadie".

"Bueno, aun así... ¡no es apropiado!"

Al ver su cara sonrojada, Riftan se limitó a reírse antes de estallar en una carcajada incontenible.

"No sé de qué te avergüenzas. En la cama, así es como..."

"¡R-Riftan!"

Max levantó el brazo para cerrarle la boca. Pero antes de que pudiera alcanzarlo, empezó a perder el equilibrio, casi cayendo del caballo. Riftan extendió rápidamente sus fuertes brazos para ayudarla a recuperar la postura.

"Está bien, está bien. Cálmate" la calmo, con las comisuras de los labios crispadas por la risa reprimida.

Max replicó con una mirada indignada por su desvergüenza. Pero Riftan se limitó a sonreír y se inclinó para darle un casto beso en la frente, haciéndola casi caer, por segunda vez, de su caballo. Finalmente, Riftan estalló en carcajadas mientras la agarraba de nuevo.

"Esto... tal vez tenga que enseñarte a sentarte correctamente en un caballo otra vez".

"Solo sigue a-adelante. Podré montar m-mejor".

Su sonrisa se profundizó ante sus hoscas palabras. A pesar de que Max intentaba mantener una actitud digna frente a él, le resultaba difícil seguir enfadada con un Riftan juguetón, algo que le resultaba raro de ver. Y la verdad era que cada vez que escuchaba la risa despreocupada de Riftan, su corazón latía erráticamente contra su pecho. Junto con sus mejillas enrojecidas, incluso respirar le resultaba una tarea laboriosa.

"Muy bien. Comprobaré si tienes razón".

Riftan la aceptó burlonamente y condujo su caballo hacia adelante. Tenía un perfecto control sobre el caballo, como si la vigorosa fuerza de la crin fuera afín a sus largas y musculosas piernas. Durante todo el trayecto, Max se dio cuenta de que mantenía un ritmo manejable para que le resultara más fácil alcanzarlo.

En el camino de vuelta a Anatol, rozaron los prados como un viento suave y pasajero. Esta insignificante consideración calentó su corazón, ya que nadie se había preocupado por ella. El hombre que tenía delante parecía genuino al verla como una dama encantadora y una esposa satisfactoria.

"No te gusta montar a caballo, pero ¿te gustan los animales?"

Riftan lanzó de repente una pregunta. Max parpadeó sus ojos hacia él como una lechuza.

"M-me gustan. ¿C-cómo lo supiste?"

"Hubo una vez que te vi sentada en el jardín cuando visité el Castillo de Croix. Acariciabas a un gato en tu regazo".

Max se quedó atónita. Nunca había pensado que alguien la hubiera observado. Estaba reflexionando sobre el momento en que Rifan la vio cuando éste continuó hablando en tono tranquilo.

"Parecía estar pasando un buen rato rodando por ahí. Era una visión apacible y tranquila, por lo que aún puedo recordarla hasta este momento".

"Oh, tal vez... Era el gato c-callejero que había sido criado en la c-cocina para cazar ratas. P-pero sus habilidades de caza eran p-pobres, así que no se le alimentaba mucho. Y-yo solía alimentarlo en secreto".

"Así que como agradecimiento hacía todo tipo de trucos en tu regazo".

Una mirada pensativa se posó en su rostro mientras miraba por encima de sus hombros.

"¿Y qué más te gusta?"

"Como dije antes, todo en ti es misterioso. Rara vez hablas de ti misma". Hubo una pausa, antes de hablar en tono suave "¿Por qué eres tan reacia a revelar cosas sobre ti?"

La pregunta hizo que el corazón de Max cayera en picado. Solo se le ocurrió que él había estado preguntando porque realmente ignoraba quién era ella. ¿Era capaz de preguntar tales cosas porque ella parecía una dama que no tenía problemas para él?

Max se sintió repentinamente confundida. La actitud despectiva de su padre hacia ella y el trato de este hombre hacia ella eran tan diferentes que no entendía cómo proceder con la situación.

"Nunca he-he sido reacia".

"Muy bien..." Entonces se lanzó a otra serie de preguntas "Entonces dime lo que te gusta, lo que odias, lo que piensas".

Max se sintió de repente malhumorada.

"N-ni siquiera tú me has d-dicho todo eso. A-además, no eres muy hablador".

"Al menos yo hablo más que tú". Un ceño fruncido se dibujó en su frente mientras trataba de recordar las conversaciones de él y Max con otras personas.

Al final, se encogió de hombros y dijo "Bueno, está bien. Intenta mostrarte más" accedió. "En cuanto a mí, me gustan los caballos, el alcohol y la comida grasienta. En realidad, me gusta cualquier cosa que me llene el estómago y me pique la lengua".

Continuó enumerando mientras movía las ramas caídas que les bloqueaban el paso.

"Qué más hay... El oro y las joyas, el honor, las armas poderosas. Lo normal, me gusta lo que a la mayoría de los hombres".

Max cambió el paso del caballo mientras pensaba en una pregunta "¿Q-qué odias?".

"Las mentiras" respondió sin dudar. "Y a los incompetentes. He visto demasiada gente orgullosa que no lo merece. Y más humanos que engañan a otras personas. Estoy harto de ellos".

Max sintió que su corazón se hundía. Aunque no era para ella, todo su cuerpo se congeló de miedo.
marzo 09, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 94

Capítulo 94. Un pasado oculto(1)


Riftan se rio, pasando una mano por sus mechones. "A mi mujer le falta imaginación. ¿Solo porque es blanco es Rem?"

"Rem... El nombre Rem... Oye" Max se sonrojó débilmente mientras defendía su elección "me gusta".

No se molestó en mencionar que se llamaba como los caballeros que lideraba. Un momento después, el jinete la ensilló en el lomo del corcel, y ella se sentó en el lomo de Rem con la ayuda de Riftan. Todavía no estaba acostumbrada a montar a caballo, por lo que su cuerpo se apretó instintivamente a sus pies lejos de la tierra. Tensó los brazos, agarrando las riendas con fuerza. Por otro lado, tenía un talento natural.

"No montas a caballo a menudo, ¿verdad?"

Habló con contundencia, mirando su torpe postura. Aunque avergonzada, Max asintió tímidamente con la cabeza.

"No he montado a c-caballo muy s-seguido. B-bueno, siempre he e-estado dentro del C-Castillo de Croix ".

"Lo sé. Es una historia bastante famosa. La primera hija del Duque de Croix era débil y extremadamente delicada, por lo que era reacia a aparecer ante el público".

Max tenía una mirada ansiosa ante la extrañeza de su voz.

"B-bueno, no s-sabía que ese rumor c-circulaba por ahí".

"El Duque de Croix es una de las diez personas más influyentes del Oeste. Es perfectamente natural que la gente se interese por su hija. Además, tú no has aparecido en el exterior en absoluto, a diferencia de tu hermana, ¿verdad? No es de extrañar que hayas despertado el interés de la gente. Incluso hubo un caballero que se coló en el Castillo de Croix porque no podía superar su curiosidad por ti".

Era la primera vez que oía algo así. Max esquivó inmediatamente su mirada curiosa. ¿Qué pensaba Riftan de ella después de escuchar el rumor? ¿Habría imaginado a una dama de cuerpo débil, tan delicada como las joyas? Era evidente que era baja y delgada, pero no tenía ningún encanto. Era cierto que era frágil y tímida, pero también sabía que su personalidad no era tan encantadora. Salió de sus pensamientos, hablando en un tono brillante para ocultar sus sentimientos de inferioridad.

"B-bueno, el c-caballero se debe haber d-decepcionado".

"¿Por qué?"

Riftan, que arrastraba su caballo lentamente hacia la puerta trasera, la miró y frunció el ceño. Con un apretado agarre de las riendas, Max respondió con una mirada vacía.

"Oh, solo p-porque él atravesó grandes d-distancias, solo para e-encontrarse con que e-ella era una m-mujer o-ordinaria". La punta de sus orejas se sonrojó mientras hablaba.

Creía que su aspecto era sencillo, pero no quería ser tan denigrante delante de su marido. Incluso pretender ser una belleza ordinaria se sentía como un comentario desvergonzado.

"No lo creo. Eres lo suficientemente encantadora".

Mientras frenaba el caballo, se acercó a ella. Max pensó que se estaba extralimitando y se limitó a reírse torpemente.

"Oh, n-no hagas eso. G-gracias por decírmelo".

Luego frunció el ceño como si estuviera insatisfecho.

"Soy un tipo honesto. Si tuvieras una apariencia decepcionante, no habría reaccionado con tanto entusiasmo en el dormitorio. ¿Has olvidado lo que paso anoche?"

Max estaba literalmente de color rojo carmesí de pies a cabeza. Sus labios estaban congelados, preguntándose qué responder. Riftan se paró del caballo y le agarró la barbilla, mirándola fijamente, lo que hizo que su corazón palpitara con fuerza.

"Supongo que ha sido una estupidez pedirte que montes a caballo. ¿Te gustaría ir al dormitorio ahora?"

Sacudió la cabeza con la suficiente fuerza como para producir un sonido chirriante. Hizo una expresión vaga, que era difícil de saber si sonreía o fruncía el ceño, e inmediatamente se enderezó.

"Entonces date prisa. No podemos quedarnos aquí más tiempo si queremos salir del castillo".

Max calmó su corazón palpitante y logró perseguirlo.

Caminaron en silencio por el estrecho sendero del bosque detrás de la puerta. El mundo estaba quieto como si hubiera caído en un profundo sueño. Lo único que oía era el sonido de las ramas que se mecían con el viento, el susurro de las hojas caídas y los gritos de los pájaros en el cielo lejano.

Max se quedó mirando fijamente la imagen del Riftan en un apacible silencio. Se movía con naturalidad y gracia, como si fuera uno con el caballo. Por otro lado, Max se inclinó hacia atrás y sujetó las riendas como un salvavidas para no caerse de la espalda de Rem. Riftan, que giró la cabeza para asegurarse de que lo seguía, sonrió con amargura.

"No me había dado cuenta de que mi mujer era una jinete tan terrible".

La forma en el que lo dijo provoco que se calentaran sus mejillas.

"Te lo d-dije, pero i-insististe en que montara c-contigo" respondió un poco a la defensiva.

Riftan se rio y le dio instrucciones. "Intenta relajar los hombros. Cuando estás nerviosa, el caballo puede sentirte nervioso también".

Max exhaló largamente, intentando relajar los hombros. Sin embargo, cada vez que el caballo se movía, sus caderas se sacudían hacia arriba y hacia abajo, haciéndole perder la postura. Riftan, que observaba la escena con atención, acercó su caballo y la aconsejó con rostro serio.

"Relaja la parte superior del cuerpo y aprieta los muslos para que coincidan con el movimiento del caballo. Como cuando te sentaste en mi regazo..."

lunes, 1 de marzo de 2021

marzo 01, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 93

Capítulo 93. Petición inesperada (2)


"Pero no deberías arriesgarte a estar en peligro tú misma" Riftan le dijo a Max.

"¡Cielos! ¿Dónde diablos está este lugar lleno de peligro? ¿Por qué tienes miedo de que tu mujer muera apuñalada con una pluma?" le dijo Ruth a Riftan, su frío sarcasmo era claramente evidente.

"¡A menudo provocas explosiones e incendios! ¿Por qué haces esto aquí cuando tienes la torre en primer lugar? ¿Y si esta habitación también se incendia?" replicó Riftan.

"Lo que estamos haciendo ahora es una herramienta mágica defensiva. ¡No hay posibilidad de que haya una explosión o un incendio! Podría jurarlo por mis antepasados. Incluso si hay un problema, en el mejor de los casos, la biblioteca estará a salvo". Ruth respondió con firmeza.

Riftan torció los labios de desconfianza ante las palabras de Ruth.

El hecho de que no hubiera más razones que Riftan pudiera dar para oponerse al mago parecía haber alimentado su irritación.

Mirando a su alrededor, Max apartó con cuidado el dobladillo de la ropa de Riftan de la parte delantera del escritorio.

Sabía bien que para reconocer a dos perros de caza que se pelean, primero había que separarlos.

"No te e-enfades, Ruth dice que es seguro". Max le dijo a Riftan con el objetivo de calmar su irritación.

"No estoy enojado" le susurró Riftan y finalmente le dio un suspiro como admitiendo que había perdido. "Solo estoy preocupado".

"Bien. Si realmente quieres ayudar, ayúdale. Pero no demasiado. Y Ruth, no se te ocurra meterla en un experimento peligroso o responderás ante mí" Riftan le hizo una advertencia significativa a Ruth mientras miraba al mago.

"¿Qué demonios piensas de mí?" respondió Ruth con incredulidad.

"De todos modos, es suficiente por hoy. Me la llevaré conmigo, así que trabaja duro por tu cuenta" anunció Riftan y la condujo hacia la puerta. Ruth se levantó urgentemente de su asiento como si estuviera sorprendido por las acciones abruptas de Riftan.

De repente, Max sintió un tirón en el brazo y se dio cuenta de que Riftan había tirado de su brazo hacia él. Era extraño que no se sintiera asustada cuando un hombre tan grande la arrastraba en un estado de ira.

Antes se asustaba mucho cuando él le fruncía el ceño. Ahora se preguntaba cómo había cambiado su percepción de él. Se sintió ansiosa, por supuesto, al ver la oleada de desagrado pintada en su rostro, pero también se sintió tranquila al saber que no le haría daño.

"¿A-adónde vas, y sin tu armadura?" preguntó Max a Riftan mientras se alejaban de la biblioteca.

"Me voy a tomar un día libre. Debería tener algo de tiempo para refrescarme" respondió Riftan, deteniéndose en su camino.

Max abrió mucho los ojos ante el inesperado comentario de su marido. Sintió que Ruth también parecía sorprendida. Era muy raro que Riftan Calipse declarara que iba a descansar.

"¿Q-qué vas a hacer para deshacerte de los intrusos?" volvió a preguntar Max.

"Ya he enviado un mensajero de Libadon. Liberaré a los prisioneros tan pronto como llegue la compensación. Hasta entonces, no los dejes morir en un calabozo".

"¿Y si Libadon dice que no enviará ninguna compensación?" preguntó Ruth de repente.

"Entonces les cortaré la garganta" respondió Riftan. Pronunció esas horribles palabras con indiferencia mientras miraba la cara de Max.

Luego, agitó la mano hacia Ruth en silencio, como si lo estuviera incitando a hablar un poco más, pero Ruth no dijo nada.

"En ese momento iré a arreglarlo" declaró Riftan.

"Muy bien. Lo has pasado mal durante un tiempo, así que tómate tu tiempo hoy o así". Dijo finalmente Ruth.

Riftan contestó "Muchas gracias".

A continuación, Riftan condujo a Max a la entrada. Mientras tanto, Max le hizo un gesto a Ruth por encima de los hombros y siguió a Riftan fuera de la biblioteca, donde la luz del sol ya entraba por las ventanas del pasillo.

Riftan miró por las ventanas recién cambiadas y luego volvió a mirar a Max con los ojos brillantes.

"Tendrás que vestirte completamente para salir. Hace sol, pero el viento es bastante frío" le dijo.

"¿A-adónde v-vamos?" preguntó Max.

Riftan comenzó a sonreír de emoción "Ya tienes tu propio caballo. Montarás en él antes de que haga más frío. Te enseñaré un buen lugar para montar".

Max abrió la boca y lo miró fijamente. Se sorprendió y se alegró de que él intentara pasar tiempo con ella fuera de su dormitorio.

"¿No e-estás c-cansado? ¿Preferirías d-descansar en la ha-habitación?” Max comenzó a protestar, pero fue interrumpida.

"No soy un anciano, Maxi. No soy tan frágil como para necesitar siempre un descanso en la cama. Si tuviera que pasar algún tiempo en la habitación..." Riftan no continuó lo que iba a decir.

Max contuvo la respiración al ver el calor que brillaba en las negras pupilas de Riftan. De un vistazo intuyó lo que significaba la intensa mirada que le había dirigido. Su rostro brillaba como si se hubiera incendiado en un instante.

Sonrió ligeramente mientras la abrazaba, con la cabeza inclinada hacia ella.

"Es muy tentador, pero hoy vamos a salir al campo. Me gustaría llevarte a pasear por mis tierras" le dijo en cambio.

Se detuvieron junto a su habitación para ponerse algo de ropa de montar, y Max siguió a Riftan hasta el establo.

Con la ayuda del mozo de cuadra, Riftan sacó el hermoso corcel blanco que se había convertido en el suyo desde ayer. Al caballo de Max le siguió el propio caballo de guerra gigante de Riftan. En su camino hacia Anatol, reconoció enseguida que el caballo lo llevaba Riftan.

Riftan acarició el cuello del caballo con un toque afectuoso.

"Has estado en éste, ¿verdad? Es Talon. Es perfecto, excepto por su mal carácter" le dijo a Max.

Max preguntó inquisitivamente "¿Te gusta ese caballo?".

"Me gusta. Mi sueño era tener mi propio caballo desde que tenía diez años. Y este es el mejor caballo que he tenido".

Cuando Riftan frotó su cara contra la nariz de Talon, unos celos repentinos y agudos se dispararon dentro de Max.

Max se avergonzó de sí misma y se apartó. Según las enseñanzas de la Iglesia, nada era tan feo como una mujer celosa. Pero ahora tenía envidia de un simple animal, no de ninguna otra mujer.

"¿Le has puesto nombre a este caballo?" le preguntó Riftan, mientras se acercaba a su espalda.

Tratando de recomponer sus sentimientos. Ella se apresuró a enderezar su rostro y negó con la cabeza.

"N-no todavía" respondió.

"Bueno, tienes que pensar en uno. Tienes que llamarlo por su nombre a menudo para que sea capaz de seguirte amablemente" le informó Riftan.

"¿Q-qué nombre q-quieres?"

"Es tu caballo, así que tienes que ponerle nombre".

Después de pensarlo mucho, Max escupió una palabra que le vino a la mente.

"R-Rem..."
marzo 01, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 92

Capítulo 92. Petición inesperada (1)


Ruth rebuscó en el desordenado escritorio de madera, apartando los libros y papeles hasta que finalmente encontró la piedra que emitía una luz roja y se la mostró a Max.

"Es una piedra con una cierta cantidad de magia. Si pones esta piedra dentro de las herramientas mágicas, incluso las personas sin magia pueden operar y aprovechar las propiedades mágicas y utilizarlas al máximo. Es como el combustible de las herramientas mágicas" le dijo Ruth a Max mientras le daba la piedra para que la observara.

Max sostuvo la piedra preciosa del tamaño de la palma de la mano en sus manos y la miró detenidamente. Era misteriosamente roja y vidriosa, como si estuviera mirando el agua. Su tacto era extraño.

El corazón de Max palpitó de una manera que nunca antes había sentido. Era como si estuviera viendo un atisbo de otro mundo misterioso.

"Vamos, si has satisfecho tu curiosidad, ¿empezamos a trabajar ya?" le preguntó Ruth a Max, su voz la sacó efectivamente de su leve trance.

"Si no nos damos prisa, el Señor Calipse me sacará de la torre" añadió Ruth con sarcasmo y Max le hizo un gesto de asentimiento.

Ruth empujó el libro hacia un lugar para crear más espacio para que pudieran trabajar mientras dejaba la piedra sobre la mesa y escuchaba atentamente su explicación mientras Ruth le daba más instrucciones.

El mago le explicó paso a paso cómo dibujar las complejas y difíciles formas para facilitarle sus tareas.

Max empezó a entender inmediatamente lo que tenía que hacer para ayudar a Ruth. Estudió y aprendió a calcular con él, y así pudo acostumbrarse al trabajo a un ritmo inesperadamente rápido.

Sumaba y restaba los números paso a paso, y tomaba la regla y trazaba las formas complejas y las dibujaba en sus tamaños y formas correctas, tal como se le indicaba. Aunque era una tarea increíblemente complicada para ella, nunca se sintió aburrida haciéndola, sorprendentemente incluso le parecía divertida.

Ruth, que llevaba mucho tiempo escribiendo en silencio palabras antiguas en el pergamino, levantó las cejas asombrado por la cantidad de trabajo que había terminado.

"Tus manos son más rápidas de lo que pensaba. No hay muchos errores en tu trabajo". Ruth elogió a Max, y ella entornó los ojos para discernir si el comentario era un cumplido o no.

"Yo también p-puedo hacer este tipo de trabajo". Dijo Max en defensa y Ruth le asintió.

"No lo dudo. Me refiero a que eras mejor de lo que pensaba". Le explicó Ruth.

Sin embargo, a pesar de sus palabras tranquilizadoras, Max sabía que el mago se estaba burlando de ella, y rebajando sus habilidades como si fuera un hecho que era ignorante e incapaz de la tarea más sencilla. Max no se sintió halagada por él, lo conocía demasiado bien.

Independientemente de lo que él pensara realmente de ella, a Max no podía importarle menos. Ya se sentía aliviada de que no fuera a sufrir sus regaños ahora que había demostrado ser útil para él.

"Me alivia oír que es útil". Max le dijo al mago antes de volverse a concentrar en su trabajo.

Con una leve sonrisa para sí misma, Max siguió organizando los montones de pergaminos. Después de algún tiempo, sintió el calor de las ventanas. Miró hacia la fuente y vio que ya era tarde.

‘¿Cuánto tiempo llevamos trabajando en la biblioteca?’ se preguntó Max mientras sentía que le dolían los dedos que sostenían la pluma.

Justo cuando pensaba en esto, las puertas de la biblioteca se abrieron de golpe.

Debido a esta repentina perturbación, Max dejó de hacer lo que estaba haciendo y giró la cabeza hacia la puerta. Sus ojos se abrieron de par en par cuando vio a Riftan con una túnica negra y pantalones de cuero marrón oscuro adentrándose en la biblioteca y dirigiéndose hacia ella.

Se preguntó dónde podría haber estado Riftan y qué estaba haciendo durante todo el día al ver su atuendo informal. El hecho de que no llevara ninguna armadura en su ropa significaba que no tenía planes de salir del castillo.

Max se encontró de pie instintivamente para saludarlo. Cuando se levantó de su asiento con una sonrisa de bienvenida, la fría voz de él le perforó el tímpano con fuerza.

"Los sirvientes han estado aquí desde primera hora de la mañana. ¿Qué demonios estás haciendo?"

Max miró perpleja el disgusto en su rostro; no sabía por qué sonaba tan molesto.

Riftan comenzó a pasear por la habitación y se detuvo frente a la mesa y miró los montones de pergaminos y libros esparcidos a su alrededor.

"¿Qué demonios son todas estas cosas?" le preguntó Riftan con brusquedad y Max hizo una ligera mueca de dolor ante su tono.

"Como puedes ver, estábamos haciendo las herramientas mágicas como nos pidió Señor Calipse" respondió Ruth a Riftan.

El mago pareció no preocuparse por la actitud dominante de Riftan, las cejas de éste se curvaron con fiereza ante la respuesta.

"¿Por qué debería estar mi esposa donde tú haces herramientas mágicas?" preguntó Riftan a Ruth. Parecía que se esforzaba por controlar su temperamento frente al Mago.

"Le pedí ayuda a la Señora. Como le he dicho muchas veces, estoy presionado por el tiempo y no podría hacerlo todo yo solo" razonó Ruth.

El tono duro de Ruth hizo que los labios de Riftan se curvaran. Se giró sobre el escritorio y gruñó amenazadoramente al mago.

"Te pido que hagas algo de limpieza, ¿cómo te atreves a pensar en utilizar a mi mujer para ayudarte?" Riftan parecía dispuesto a matar a Ruth en el acto por faltarle el respeto a su mujer y Max sintió que un ligero pánico subía a su pecho.

"No le pedí ayuda porque pensé que se distraería. Es la única que es buena con las fórmulas, sabe leer y escribir, así que le pedí ayuda. No puedo obtener ayuda de los caballeros" respondió Ruth. El mago no parecía pensar que lo que había hecho estaba mal.

"¡Así que crees que está bien buscar la ayuda de la esposa del Señor!" Riftan levantó la voz más fuerte y sus ojos se volvieron aún más asesinos.

Max se acercó rápidamente a él y se interpuso entre ellos.

"R-Riftan. Estoy b-bien". Le dijo suavemente.

Riftan le lanzó una mirada feroz.

Sus hombros temblaron ante la actitud amenazante que parecía tener, pero no podía dejar a Ruth, que la ayudaba en muchos aspectos, así que Max intentó mantener a Riftan tranquilo.

"No es tan d-difícil, sobre todo, es por la s-seguridad de A-Anatol. No quiero que ocurra lo m-mismo..." Max comenzó a explicar, pero antes de que pudiera terminar Riftan volvió a hablar.

"Por supuesto, no dejaré que vuelva a ocurrir". Esta vez Riftan le habló en un tono más suave. Pero su rostro seguía rígido y parecía reacio a dejar pasar este incidente.


marzo 01, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 91

Capítulo 91. Lecciones de hechicería defensiva (2)


El comentario anterior de Ruth de que había una montaña de trabajo por terminar no era una exageración.

Max abrió la boca mientras miraba la biblioteca que se había convertido en un desastre en apenas dos días. Preciosos textos antiguos estaban desparramados descuidadamente unos encima de otros; el escritorio estaba atestado de pilas de desorden y pergaminos. Incluso en el suelo había una tela tan grande que parecía una manta. Parecía que allí había tenido lugar una guerra.

Bajó la cabeza para mirar la tela.

Había dibujos de patrones detallados y complejos que cubrían todos los rincones. Debían de hacer falta al menos cinco frascos de tinta para cubrir esas zonas. Max miró los frascos de tinta vacíos que rodaban a sus pies y suspiró.

"¿Por qué r-razón dejaste la t-torre y viniste a la b-biblioteca?" Preguntó, mirando el desorden que Ruth había creado en la biblioteca.

"Mi torre no tiene mucho espacio para trabajar. Incluso con eso, el Señor Calipse me amenazó con quitármela si no terminaba estas defensas de equipo mágico en una semana" razonó Ruth.

Max entrecerró los ojos y recordó la enorme torre que había en el jardín trasero del castillo.

¿Qué diablos podría causar que no quedara espacio? Esa torre era enorme. ¿También podía ser que Ruth no tuviera un lugar para dormir, por lo que también significaba que había dormido en los pisos de la biblioteca desde hacía algún tiempo?

‘Es imposible que eso sea cierto... ¿verdad?’ se dijo Max.

No pudo saber si Ruth estaba disgustada o no con su actual forma de vivir mientras dejaba el corazón de la manzana a un lado del escritorio y sacaba una silla.

Max sacó a regañadientes la silla opuesta y se sentó en ella. Parecía que no le importaba vivir en aquel desorden.

"La tarea que le encomiendo, Señora, es sencilla. Me gustaría que utilizara estas herramientas para volver a dibujar con detalle las formas que hay aquí. Le haré saber cómo utilizarlas. Será fácil de usar una vez que sepa calcular" le dijo Ruth. A continuación, le tendió seis tablas de madera planas de diversas formas.

Max agarró esas piezas y miró las figuras terriblemente complicadas del pergamino. Había muchos dibujos de figuras similares y esos estaban apilados encima del escritorio.

"¿Por qué hay t-tantos de estos?" preguntó Max a Ruth.

"Este es el diseño del equipo mágico" Ruth respondió.

"¿El e-equipo m-mágico es esta cosa a-absurdamente enorme?" exclamó Max mientras señalaba aquellos pergaminos con símbolos variados.

"Depende del tipo para el que lo necesites, pero el objeto mágico que estoy tratando de producir es del tamaño de una calabaza. Estos diseños son los planos mágicos que van en el equipo. Esta compleja y extensa hechicería implica elaboradas capas sobre capas que se superponen y se colocan dentro de un material con poder mágico para convertirse en una herramienta mágica" le explicó Ruth.

"¿He-hechicería?" volvió a preguntar Max mientras observaba de cerca la figura con una mirada curiosa.

Círculos, triángulos, cuadrados y espirales se entrelazaban intrincadamente sobre un pergamino amarillo. Se dio cuenta, cuando Ruth le pidió ayuda, de que la tarea de producir herramientas mágicas debía requerir algunos cálculos intrincados, pero parecía que las formas que necesitaba eran más elaboradas de lo que ella pensaba.

"El equilibrio del poder mágico que fluye en el mundo natural, en otras palabras, el maná. Ahora, suponiendo que la cantidad de maná es 10, ¿este dispositivo amplificará el maná en 100 o, tal vez, en 1000? Toda la magia consiste en esta fórmula. La capacidad del mago está determinada por la eficacia con la que puede amplificar el maná para crear el resultado deseado" explicó Ruth.

Max ladeó la cabeza ante su plácida respuesta, todavía estaba confundida.

"Pero... los m-magos pueden usar la m-magia de inmediato y no tienen que hacer d-dibujos como éste, ¿verdad? Ruth, tú también has hecho m-magia solo repitiendo hechizos" Max razonó, y Ruth le dio un suspiro.

"Hasta cierto punto, la magia puede hacerse tantas veces como queramos dibujando la fórmula en la mente y memorizando el inicio. Pero eso se limita a la magia general que es bastante sencilla. Los hechizos de alto nivel requieren horas de preparación".

"Entonces, lo que estás ha-haciendo ahora debe ser m-magia de alto n-nivel". Max exclamó y el mago miró el montón de pergaminos que tenía delante antes de dedicarle una sonrisa y asentir.

"El Escudo Noum es una hechicería de defensa de propiedades terrestres. Al igual que la vez anterior, si un intruso intenta un hechizo ofensivo, el escudo detecta el maná y crea una poderosa barrera con un radio de unos 6 metros aproximadamente. Si pudiéramos infundir el hechizo dentro del equipo mágico y colocarlo frente a la puerta del castillo, podríamos resistir muchos de los ataques anteriores basados en el fuego". Añadió Ruth y Max se quedó mirando los pergaminos con asombro.

"Eso es r-reconfortante".

Max sintió de repente que su interés aumentaba.

Anteriormente solo había visto magia curativa hecha por sacerdotes y magia de defensa usada por Ruth. Pero nunca se había encontrado con este tipo de magia. Había escuchado las notables hazañas de los magos escritas en las historias, pero nunca había conocido los métodos que utilizaban para ser capaces de realizar tales tareas.

"Si puedes c-completar el d-dibujo de este hechizo, ¿puedes hacer m-magia?" Max preguntó a Ruth con seriedad.

"Si no entiendes los principios subyacentes, aunque los dibujases cien veces, no serviría de nada. Debemos ser capaces de controlar el maná. La magia no consiste en crear algo de la nada. Es una técnica para cambiar de forma, transformar algo que ya existe en este mundo en otro. Los hechizos nunca funcionarán si no se inyecta una determinada cantidad de maná". Ruth le dijo

"Pero i-incluso las p-personas o-ordinarias que no saben manejar el m-maná pueden utilizar herramientas m-mágicas, ¿verdad?" señaló Max.

"Eso es gracias a esta piedra sagrada" exclamó Ruth y le mostró la piedra.

viernes, 26 de febrero de 2021

febrero 26, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 90

Capítulo 90. Lecciones de hechicería defensiva (1)


El jefe de cocina estaba amasando pan frente a una larga mesa cuando notó que alguien empujaba la puerta. Sus ojos se abrieron de par en par con sorpresa cuando se dio cuenta de que era nada menos que la Señora Max quien había entrado en la cocina.

Max sonrió torpemente al jefe de cocina mientras se dirigía a la chimenea mientras se frotaba las palmas de las manos contra los hombros.

"Señora, ¿qué puede pasar a estas horas que está usted aquí?". El jefe de cocina preguntó a Max, su cara estaba llena de preocupación y Max negó débilmente con la cabeza antes de responder.

"Bueno, no hay n-nada malo. Me he despertado de r-repente. No quería m-molestar al Señor mientras d-descansaba, así que salí en s-silencio. ¿Puedo quedarme aquí un m-momento? ¿Estará b-bien?" preguntó Max.

El cocinero se vio sorprendido cuando escuchó a la Señora pedirle permiso para quedarse en la cocina.

Asintió fervientemente con la cabeza en respuesta. Sus acciones fueron tan bruscas y extrañas que temió que su cráneo se rompiera debido a la fuerza.

"¡Por supuesto! Acabo de preparar pan recién horneado y sopa de conejo. ¿Le gustaría probarlo?" El cocinero le ofreció a Max y ella le sonrió a su vez.

"Bueno, qui-quizá solo un p-poquito. Comeré un poco. Pero, a-antes quiero lavarme la cara. ¿Podría traerme a-agua y una t-toalla?" preguntó Max.

"¡Sí, por supuesto! Por favor, espere un momento, Señora".

El jefe de cocina tomo inmediatamente una palangana limpia de los estantes y vertió en ella agua caliente y fría para conseguir la temperatura adecuada que le conviniera a la Señora del Castillo. Cuando terminó, le entregó rápidamente a Max un paño limpio junto con el agua tibia.

Max los recibió agradecida y luego procedió a sentarse en la mesa frente a la chimenea para lavarse la cara con más facilidad.

Sumergió cuidadosamente los dedos en el agua y luego pasó las palmas mojadas por sus enmarañados mechones. Después de hacer esto, pronto una criada entró en el recinto de la cocina y comenzó a ayudar a poner la mesa. También fue esta misma criada la que le trajo y sirvió la sopa espesa y caliente, así como el pan fresco y blanco humeante.

Max movió la palangana a un lado, y luego cogió la hogaza caliente, y la partió por la mitad. La corteza dorada crujió al tirar de ella. El vapor blanco también se elevó de su suave y cremosa carne blanca y llevó su cálido aroma.

Max procedió a untar una pequeña porción de mantequilla y le dio un mordisco. La dulzura del pan recién horneado se deshizo en su boca, y su calor también le quemó ligeramente la lengua. Combinaba deliciosamente bien con la sopa salada de conejo y su paladar se calmó con el vaso de leche de cabra con miel que también le proporcionaron.

Max disfrutó llenando su estómago con la deliciosa comida frente a un fuego crepitante, y se sintió bastante satisfecha. Cuando terminó de comer, empezó a salir de la cocina con una sensación de somnolencia.

‘¿Qué pasa esta mañana?’ se preguntó Max mientras se debatía entre volver a meterse en la cama o empezar el día temprano, ya que estaba despierta.

Sin embargo, antes de que pudiera decidir qué hacer, oyó una voz familiar detrás de ella que la llamaba por su nombre. Max vio a Ruth caminando por los pasillos que llevaban a la cocina; su rostro estaba nublado por la frustración.

Se acercó a ella rápidamente y le impidió el paso.

"Debes de haber estado disfrutando de tu desayuno temprano. Es un alivio. Desgraciadamente, como estaba llevando a cabo un trabajo importante para el Señor, no he desayunado desde anteayer" se quejó Ruth sarcásticamente a Max.

La boca de Max se puso rígida ante su discurso.

"A-ayer, estaba o-ocupada..." comenzó a explicarle, pero se detuvo cuando Ruth comenzó a hablar de nuevo.

"Sí, me enteré de que el Señor Calipse te compró una cantidad tremenda de regalos. Habrás estado ocupada abriendo regalos todo el día, ¿verdad?" le dijo Ruth mordazmente y Max frunció las cejas ante sus palabras.

"¡No! El trabajo que tuve en el c-castillo me mantuvo o-ocupada... ¡fue más de lo que p-pensé!" trató de explicarle Max.

Ciertamente, era cierto que paso bastante tiempo abriendo regalos, pero Max se negaba a mencionarlo.

Ruth, sin embargo, seguía mirándola con sus ojos hundidos y llenos de consternación. Max no quería mostrar delante de los sirvientes lo nerviosa y penosa que estaba por culpa de este hombre. Con su actitud prepotente, siempre la hacía sentir como una niña mala a la que regaña su profesor.

"Por supuesto, debes tener mucho trabajo que hacer. Sin embargo, como Señora, tienes que priorizar la seguridad de la casa por encima de todo. ¿Qué podría ser más importante que establecer las defensas del equipo mágico alrededor del muro del castillo para mantener alejados a los intrusos? La única persona que puede ayudarme es usted, Señora Calipse, ya que domina las matemáticas" le susurró Ruth.

Max entrecerró los ojos ante la implicación de sus palabras. Habría apostado su vida a que el mago no creía que ella tuviera talento para las matemáticas y que solo la estaba criticando.

"Por supuesto, la s-seguridad es i-importante. Pero no es menos i-importante p-prepararse para el i-invierno. En cuanto t-termine mi trabajo..." Max comenzó a razonar pero Ruth volvió a hablar.

"Para el Señor Calipse, la seguridad de sus residentes es más importante que cualquier otra cosa. Como su esposa, si me ayudas a terminar la tarea rápidamente, el Señor también se sentirá más tranquilo" le espetó Ruth.

Las palabras de Ruth estaban poniendo a prueba la paciencia de Max, pero también despertaron su interés.

"¿De v-verdad? ¿R-realmente piensas eso?" Max miró al mago con curiosidad.

"Absolutamente" le dijo Ruth, su voz estaba llena de confianza.

Max estaba tan consumida por la idea de que Riftan la consideraría una persona capaz si lograba proteger a su pueblo, que no detectó la forma coercitiva en que Ruth le hablaba.

Miró disimuladamente a los sirvientes, que fingían trabajar y se divertían espiando su conversación, y dejó escapar un suspiro inevitablemente largo.

"D-de acuerdo. Mi p-prioridad será a-ayudarte. ¿Estás s-satisfecha a-ahora?" le dijo Max a Ruth.

"Sería más satisfactorio si pudieras echarme una mano inmediatamente". Contestó.

Max pudo ver que su delgado rostro estaba fatigado por el cansancio.

"Hay una montaña de fórmulas que hay que organizar. En principio, se supone que hay dos o tres ayudantes para encargarse de esto, así que es demasiado para mí solo". Le dijo mientras comenzaban a caminar hacia la cocina una vez más.

"De acuerdo, lo entiendo. Por ahora, deberías comer". Respondió Max mientras lo guiaba a una mesa y pedía a una empleada de la cocina que le sirvieran la comida.

"Esto es suficiente". Dijo Ruth con desinterés. Cogió un trozo de pan que estaba colocado sobre la mesa y que acababa de salir del horno y le dio un mordisco bastante grande.

También se acercó a un saco colocado en un rincón de la cocina y sacó de él una manzana, que luego depositó en el bolsillo de su bata. Se giró de nuevo para mirar a Max, como diciéndole que lo siguiera mientras masticaba su pan y Max le hizo un gesto con la cabeza.

Cuando Ruth empezó a marcharse, Max le dijo a la criada que la buscara en la biblioteca si había algún asunto urgente que tuviera que atender. Tras hacerlo, siguió los pasos de Ruth y salió de la zona de la cocina.
febrero 26, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 89

Capítulo 89. Preocupaciones (2)


Rudis, que había estado fuera durante un rato también había regresado ahora, y llamó su atención con una voz cautelosa.

"¿Señora?" comenzó Rudis mientras Max seguía sentada, y quiso preguntar cuánto tiempo más pensaba quedarse en el comedor.

Max miró hacia la ventana. Afuera estaba todo oscuro.

‘¿Seguía Riftan fuera hasta esta hora?’ Por muy duro que fuera, Max estaba preocupada. Deseó que se tomara un descanso por un tiempo y volviera a casa. Por último, Max sabía que no podía hacer esperar al resto de los sirvientes porque también los preocuparía. Su comida también se había enfriado.

"T-tráela a la habitación, p-por favor". Max finalmente respondió a un curioso Rudis y se levantó de su asiento.

Miró las llamas que ardían en la chimenea, encendiendo la leña sin sentido una última vez antes de emprender el camino hacia su habitación. El día en el Castillo de Calipse fue a la vez muy largo y corto. Le resultaba difícil cuando estaba ocupada, pero estaba satisfecha aquí en comparación con cuando vivía en el castillo de su padre como si fuera una persona muerta.

‘¿Riftan también estará satisfecho viviendo aquí?’ se preguntó Max.

Recordando las palabras de Rudis durante el día, Max arrugó la cara en un profundo pensamiento. Solo observando la actitud de los caballeros, Max pudo darse cuenta del trato injusto que recibía Riftan por parte de su padre. No tuvo más remedio que culparse a sí misma. Pero intentaba hacerlo mejor de alguna manera y ganarse la aprobación de su padre.

Francamente, no entendía muy bien por qué actuaba así. Por mucho que lo pensara, ella no tenía un lado atractivo que atrajera a otras personas. No tenía una belleza deslumbrante ni ningún talento extraordinario ni estaba llena de ingenio.

Lo único que podía alegar era que era descendiente de la hija mayor del Duque. Pero incluso eso no era gran cosa si estaba al lado de una princesa. ¿Qué parte de ella le gustaba tanto para que llegara a tales extremos?

'Sea cual sea la razón. Debo tener mucha suerte’. Pensó Max distraídamente y dejó escapar un suspiro.

Admitió con amargura lo que había dicho su padre. Pensó que la suma de la violencia de su padre se había convertido en una suerte inesperada para ella porque la llevó a Riftan. Max rezó firmemente para que esta felicidad no pasara.

"Hmm..." Max se revolvió al sentir que un repentino escalofrío envolvía su cuerpo. Sus largos y firmes dedos rodearon suavemente su pecho en un intento de calentar su piel.

💜💜💜

Max se despertó de su siesta y miró el tenue amanecer que se filtraba por la ventana. Le pareció que se había quedado dormida mientras leía un libro después de la cena.

Con los hombros acurrucados contra el aire frío del amanecer y sus ojos rígidos parpadeando débilmente, Max sintió de repente que un fuerte antebrazo la rodeaba por la cintura.

Max se sobresaltó y giró la cabeza hacia atrás. Vio a Riftan durmiendo a su lado.

‘¿Cuándo ha regresado?’

Estaba tumbado de lado, llevando solo un par de calzoncillos. Miró con duda su rostro.

‘¿Se está haciendo el dormido?’ Max pensó

La habían engañado varias veces, así que entrecerró los ojos y lo miró durante mucho tiempo preguntándose si realmente estaba dormido.

Pero Riftan solo respiraba lentamente, estaba quieto y no se movía. Cuando ella le empujó la mano con cuidado porque pensaba que estaba realmente dormido, él aflojó el brazo inesperadamente.

Max se dio la vuelta con cuidado para que su marido no se despertara.

‘¿Estás cansado?’ preguntó Max a Riftan en su cabeza. Él estaba profundamente dormido y ella no podía dejar de preguntarse lo agotador que había sido el día anterior para él.

Max tocó suavemente su rostro finamente esculpido, que estaba cubierto por la luz del amanecer que llenaba su habitación. Su pelo, que había crecido mucho, estaba despeinado como un nido de pájaros. Vio que se le arrugaba la frente cuando el pelo le pinchaba y le hacía cosquillas en los ojos, así que le apartó los mechones. En ese momento parecía tan vulnerable que a Max se le escapó una sonrisa.

No sabía lo que pasaba por su cabeza. No podía comprender su amor por este hombre, que era al menos unos 30 centímetros más alto y el doble de grande que ella.

Sin embargo, Max se arrastró impulsivamente a sus brazos y enterró su cara contra su firme pecho. Cuando parecía segura que él se había dormido profundamente, el impulso de realizar una acción más atrevida se disparó dentro de ella.

Acercó su cara al cuello de él y respiró profundamente. Una mezcla de olor corporal masculino y jabón perfumado, y los restos de la intensa luz del sol, desprendían para ella una fragancia inexplicablemente sensual. Al inhalar el olor en lo más profundo de sus pulmones, un misterioso calor recorrió su estómago.

Max le tocó con cuidado la barbilla. Riftan era, en efecto, una presencia deslumbrante de contemplar.

Su piel firme y a la vez suave parecía brillar tenuemente incluso en la oscuridad, y su rostro, con sus largas pestañas, tenía un aspecto inocente y encantador mientras dormía.

'Creo que mi cabeza se está volviendo rara' pensó Max mientras miraba el rostro dormido de Riftan.

Hace solo unos meses, Max nunca había soñado con utilizar las palabras ingenuo o encantador para describir a Riftan Calipse.

Pero ahora, sentía el extraño impulso de frotar su cara más profundamente en sus brazos, como si fuera una suave almohada de algodón. Sin embargo, estaba conteniendo el loco impulso de hacerlo.

No solo no tenía valor para hacerlo, sino que no quería despertarlo de un sueño profundo que sabía que se merecía después de mucho tiempo sin poder descansar bien.

Max se deslizó fuera de la cama para que pudiera descansar bien sin interrupciones, cogió su bata y salió de la habitación.

El frío del amanecer la recibió en el pasillo.

Se puso una gruesa bata sobre su fino vestido de lana y bajó directamente a la cocina. Cuando llegó al lugar pensó felizmente que estaba en lo cierto, efectivamente había tanto calor en la cocina como ella pensaba.
febrero 26, 2021

Bajo El Roble - Capítulo 88

Capítulo 88. Preocupaciones (1)


Antes de que Max pudiera terminar sus palabras, una poderosa voz la cortó.

Max giró la cabeza hacia el origen del bullicio, y sus ojos se abrieron de par en par con sorpresa cuando vio a seis caballeros en formación de pie junto a la estufa para asar carne, sus rostros estaban brillantes de sudor, pero sus expresiones eran animadas. Al frente del grupo estaba Yurixion Lobar. Cuando la vio, vino corriendo hacia ella, su cara estaba llena de alivio y alegría. Cuando Yurixion estuvo finalmente cerca de ella, se apresuró a preguntarle a Max.

"He oído que ayer paso por muchas cosas. ¿Se has hecho daño en algún sitio? ¿Está bien que salga así? Cuando nos enteramos de lo que le habían hecho esos imbéciles..." Yurixion comenzó a divagar, y con cada segundo su voz subía una octava más, Max se sintió agradecida por su aparente preocupación.

"E-estoy bien". Max le dijo al joven caballero. Justo cuando dijo esto, el mejor amigo de Yurixion, Garow, se acercó a mirarla también expectante.

Los ojos de Garow brillaron de asombro ante las incesantes preguntas de Yurixion, y dejó escapar un pequeño suspiro ante las acciones de su mejor amigo.

"Yuri, cálmate, por favor. Estás haciendo que la dama se sienta avergonzada" le dijo Garow a Yurixion.

"Pero ,Garow, cuando me he enterado de lo que ha pasado nunca he sentido más pena por no haber sido nombrado caballero todavía". Susurró Yurixion de vuelta.

La expresión enfurruñada que llevaba Yurixion hizo sonreír a Max. Le recordaba a la imagen de un gran cachorro que soltaba la cola y se enfurruñaba con su amo. Parecía adorable.

"G-gracias por t-tu preocupación, p-pero estoy b-bien. L-los soldados estaban heridos, pero s-su Señor ll-llegó justo a tiempo". Max les dijo a los chicos para tranquilizarlos.

"Yo también he oído esa historia. He oído que esos imbéciles cobardes estaban aterrorizados por el poder del Señor Calipse y se rindieron enseguida. ¡Son unos cobardes patéticos! Bueno, esos ratones de Libadon no serán rivales para el Señor Calipse después de todo". exclamó emocionado Yurixion. Era obvio que el muchacho tenía un buen concepto de Riftan.

Max puso los ojos en el suelo mientras sentía que sus mejillas se calentaban de vergüenza. El muchacho apenas podía parar una vez que había comenzado a cantar alabanzas a Riftan. No es que Riftan fuera indigno de ser alabado, por lo que sintió ganas de poner los ojos en blanco cuando Yurixion empezó a recitar sobre todos los méritos y buenas acciones de Riftan, sino porque Yurixion siempre idolatraba a Riftan, que incluso Garow, que estaba a su lado, ya sacudía la cabeza como si estuviera cansado de la costumbre diaria de su mejor amigo de hablar de su Señor.

Max les dedicó una sonrisa resignada y cortó cuidadosamente las palabras del excitado muchacho lanzándole una pregunta.

"P-por cierto, ¿qué te t-trae a la cocina?"

Solo después de que Max hiciera la pregunta, los chicos parecieron volver a sus cabales. Yurixion miró a los otros caballeros en formación que estaban detrás de él.

"No podemos soportar el olor de la carne asada. Nos atrajo durante el entrenamiento". Yurixion respondió y Max asintió.

Por eso todos parecían tan preocupados cuando la vieron. Max sonrió significativamente para tranquilizar a los chicos que temían que la Señora pudiera delatar a su líder por haberse saltado el entrenamiento.

"E-estamos hirviendo s-salchichas ahora. Chef, ¿p-puede darles un p-plato, por favor?" dijo Max a los chicos mientras hacía un gesto para que los jóvenes se acercaran.

El chef, que estaba rellenando las tripas de cerdo limpiamente lavadas, levantó la cara y sonrió ampliamente.

"Estamos asándolas allí en la olla de fuego. ¡Eh! ¡Llena un plato de salchichas y tráelo aquí!" El chef gritó al personal de cocina y los hambrientos muchachos corrieron apresuradamente hacia ellos como un enjambre de abejas.

Max decidió escabullirse cuando los chicos empezaron a comer para poder disfrutar cómodamente de la merienda. Cuando salió de la cocina, vio que los sirvientes estaban encendiendo los candelabros por toda la sala.

Si no encendían los candelabros con antelación, todo el castillo quedaría a oscuras en el instante en que el sol se ocultara, por lo que ya era costumbre que lo hicieran. En caso de emergencia, era vital que el salón central y las escaleras estuvieran iluminados desde primera hora.

El castillo estaba ahora doblemente iluminado que antes, cuando ella pasó por los pasillos, ya que los candelabros recién ordenados estaban colocados por todas partes, pero los sirvientes también estaban doblemente ocupados. Habló con rostro decidido mientras atravesaba el vestíbulo.

"C-conseguiré inmediatamente más trabajadores para m-mañana". Max le dijo a Rudis.

"No tiene que". Le respondió Rudis mientras negaba con la cabeza.

"N-no. Se necesitan más s-servidores para gestionar un c-castillo tan grande. Ha-hay mucha gente que n-necesita ser atendida. C-creo que necesitamos al m-menos 30 más que ahora. ¿Habrá s-suficientes residencias para ellos?" preguntó Max.

"Sí. Hay muchas habitaciones vacías en el primer piso para los sirvientes". respondió Rudis.

"E-Entonces hablaré con el S-señor en algún momento de ho-hoy". Max estaba decidida, tenían que contratar más gente si querían estar listos para el invierno.

Para su última ronda, Max miró alrededor del granero y cuando terminó, volvió a su habitación para escribir un simple diario.

Para dirigir un gran castillo como el de Calipse, era necesario captar lo que ocurría en cada rincón del palacio, para que no se le escaparan los problemas que tenían o tendrán y debía solucionarlos pronto pues había mucha gente que dependía de ellos.

De repente llamaron a su puerta, era una de las criadas del castillo.

"Señora, es probable que el Señor Calipse llegue tarde, y me ha enviado un mensaje para que usted cene primero. ¿Le preparamos la cena en el comedor?" Le preguntó la criada.

Max le dijo a la criada que cenaría en el salón y siguió a esta última a la salida. Cuando llegó al lugar y le sirvieron la comida, decidió comer despacio, esperando que Riftan llegara pronto a casa y la encontrara allí.

No pudo saber cuánto tiempo estuvo sentada frente a la mesa, pero debió de estarlo durante más de una hora, porque todo le parecía frío.