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viernes, 26 de febrero de 2021

Bajo El Roble - Capítulo 88

Capítulo 88. Preocupaciones (1)


Antes de que Max pudiera terminar sus palabras, una poderosa voz la cortó.

Max giró la cabeza hacia el origen del bullicio, y sus ojos se abrieron de par en par con sorpresa cuando vio a seis caballeros en formación de pie junto a la estufa para asar carne, sus rostros estaban brillantes de sudor, pero sus expresiones eran animadas. Al frente del grupo estaba Yurixion Lobar. Cuando la vio, vino corriendo hacia ella, su cara estaba llena de alivio y alegría. Cuando Yurixion estuvo finalmente cerca de ella, se apresuró a preguntarle a Max.

"He oído que ayer paso por muchas cosas. ¿Se has hecho daño en algún sitio? ¿Está bien que salga así? Cuando nos enteramos de lo que le habían hecho esos imbéciles..." Yurixion comenzó a divagar, y con cada segundo su voz subía una octava más, Max se sintió agradecida por su aparente preocupación.

"E-estoy bien". Max le dijo al joven caballero. Justo cuando dijo esto, el mejor amigo de Yurixion, Garow, se acercó a mirarla también expectante.

Los ojos de Garow brillaron de asombro ante las incesantes preguntas de Yurixion, y dejó escapar un pequeño suspiro ante las acciones de su mejor amigo.

"Yuri, cálmate, por favor. Estás haciendo que la dama se sienta avergonzada" le dijo Garow a Yurixion.

"Pero ,Garow, cuando me he enterado de lo que ha pasado nunca he sentido más pena por no haber sido nombrado caballero todavía". Susurró Yurixion de vuelta.

La expresión enfurruñada que llevaba Yurixion hizo sonreír a Max. Le recordaba a la imagen de un gran cachorro que soltaba la cola y se enfurruñaba con su amo. Parecía adorable.

"G-gracias por t-tu preocupación, p-pero estoy b-bien. L-los soldados estaban heridos, pero s-su Señor ll-llegó justo a tiempo". Max les dijo a los chicos para tranquilizarlos.

"Yo también he oído esa historia. He oído que esos imbéciles cobardes estaban aterrorizados por el poder del Señor Calipse y se rindieron enseguida. ¡Son unos cobardes patéticos! Bueno, esos ratones de Libadon no serán rivales para el Señor Calipse después de todo". exclamó emocionado Yurixion. Era obvio que el muchacho tenía un buen concepto de Riftan.

Max puso los ojos en el suelo mientras sentía que sus mejillas se calentaban de vergüenza. El muchacho apenas podía parar una vez que había comenzado a cantar alabanzas a Riftan. No es que Riftan fuera indigno de ser alabado, por lo que sintió ganas de poner los ojos en blanco cuando Yurixion empezó a recitar sobre todos los méritos y buenas acciones de Riftan, sino porque Yurixion siempre idolatraba a Riftan, que incluso Garow, que estaba a su lado, ya sacudía la cabeza como si estuviera cansado de la costumbre diaria de su mejor amigo de hablar de su Señor.

Max les dedicó una sonrisa resignada y cortó cuidadosamente las palabras del excitado muchacho lanzándole una pregunta.

"P-por cierto, ¿qué te t-trae a la cocina?"

Solo después de que Max hiciera la pregunta, los chicos parecieron volver a sus cabales. Yurixion miró a los otros caballeros en formación que estaban detrás de él.

"No podemos soportar el olor de la carne asada. Nos atrajo durante el entrenamiento". Yurixion respondió y Max asintió.

Por eso todos parecían tan preocupados cuando la vieron. Max sonrió significativamente para tranquilizar a los chicos que temían que la Señora pudiera delatar a su líder por haberse saltado el entrenamiento.

"E-estamos hirviendo s-salchichas ahora. Chef, ¿p-puede darles un p-plato, por favor?" dijo Max a los chicos mientras hacía un gesto para que los jóvenes se acercaran.

El chef, que estaba rellenando las tripas de cerdo limpiamente lavadas, levantó la cara y sonrió ampliamente.

"Estamos asándolas allí en la olla de fuego. ¡Eh! ¡Llena un plato de salchichas y tráelo aquí!" El chef gritó al personal de cocina y los hambrientos muchachos corrieron apresuradamente hacia ellos como un enjambre de abejas.

Max decidió escabullirse cuando los chicos empezaron a comer para poder disfrutar cómodamente de la merienda. Cuando salió de la cocina, vio que los sirvientes estaban encendiendo los candelabros por toda la sala.

Si no encendían los candelabros con antelación, todo el castillo quedaría a oscuras en el instante en que el sol se ocultara, por lo que ya era costumbre que lo hicieran. En caso de emergencia, era vital que el salón central y las escaleras estuvieran iluminados desde primera hora.

El castillo estaba ahora doblemente iluminado que antes, cuando ella pasó por los pasillos, ya que los candelabros recién ordenados estaban colocados por todas partes, pero los sirvientes también estaban doblemente ocupados. Habló con rostro decidido mientras atravesaba el vestíbulo.

"C-conseguiré inmediatamente más trabajadores para m-mañana". Max le dijo a Rudis.

"No tiene que". Le respondió Rudis mientras negaba con la cabeza.

"N-no. Se necesitan más s-servidores para gestionar un c-castillo tan grande. Ha-hay mucha gente que n-necesita ser atendida. C-creo que necesitamos al m-menos 30 más que ahora. ¿Habrá s-suficientes residencias para ellos?" preguntó Max.

"Sí. Hay muchas habitaciones vacías en el primer piso para los sirvientes". respondió Rudis.

"E-Entonces hablaré con el S-señor en algún momento de ho-hoy". Max estaba decidida, tenían que contratar más gente si querían estar listos para el invierno.

Para su última ronda, Max miró alrededor del granero y cuando terminó, volvió a su habitación para escribir un simple diario.

Para dirigir un gran castillo como el de Calipse, era necesario captar lo que ocurría en cada rincón del palacio, para que no se le escaparan los problemas que tenían o tendrán y debía solucionarlos pronto pues había mucha gente que dependía de ellos.

De repente llamaron a su puerta, era una de las criadas del castillo.

"Señora, es probable que el Señor Calipse llegue tarde, y me ha enviado un mensaje para que usted cene primero. ¿Le preparamos la cena en el comedor?" Le preguntó la criada.

Max le dijo a la criada que cenaría en el salón y siguió a esta última a la salida. Cuando llegó al lugar y le sirvieron la comida, decidió comer despacio, esperando que Riftan llegara pronto a casa y la encontrara allí.

No pudo saber cuánto tiempo estuvo sentada frente a la mesa, pero debió de estarlo durante más de una hora, porque todo le parecía frío.