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martes, 9 de marzo de 2021

Bajo El Roble - Capítulo 97

Capítulo 97. Sus gustos y disgustos (2) │+18


Riftan relajó los hombros como si sus nervios se hubieran calmado un poco y apretó los labios contra la frente de ella. Parecía que había estado dándole vueltas a sus apresuradas palabras durante todo el tiempo que habían estado cabalgando y por fin se permitía hablar de ello con ella.

"Pero nunca me he odiado tanto a mí mismo como para que sea mi primera respuesta cuando alguien me pregunte por mis disgustos" le dijo Riftan con sencillez y Max suspiró.

"Bueno, eso... Eso es p-porque no hay n-nada en ti que puedas odiar tanto, ¿verdad?"

Él parecía divertido ante sus palabras masculladas.

"¿Acaso lo parece?" Le preguntó de manera burlona y Max lo miró con las cejas ligeramente fruncidas.

"T-tú... lo sabes bien, ¿no?"

"No lo sé. Tendrás que decírmelo" ella lo miró como si le preguntara si hablaba en serio. Sin embargo, Max decidió seguirle la corriente y comenzó a enumerar sus atributos.

"T-tú eres fuerte. Eres el mejor caballero del mundo, y eres alto e inteligente..." Max no pudo continuar cuando Riftan le dedicó una ligera risa.

"Es la primera vez que escucho a alguien llamarme inteligente. Aunque he oído muchas veces que soy lento" Riftan se burló de ella y Max le frunció el ceño.

Aunque su forma de hablar era poco refinada y no era precisamente un maestro del decoro, Riftan estaba muy lejos de ser lento. Tenía una mirada aguda y su capacidad de observación era a veces muy perspicaz. A veces incluso le parecía que veía hasta su alma.

"Una persona de inteligencia lenta nunca podría ser tan respetada" le dijo.

Riftan sonrió cínicamente, como si no pudiera estar tranquilamente de acuerdo con ella. Apoyando la cabeza contra el tronco del árbol, le preguntó con desinterés "¿Qué más?"

"Eres l-leal, tienes l-liderazgo y... eres muy g-guapo" Max respondió tímidamente. Pudo sentir cómo se le calentaban las mejillas.

"¿Crees que soy guapo?" Riftan volvió a burlarse de ella y ella se encogió de hombros.

"Eso y-ya lo sabías".

"¿Cómo voy a saber lo que piensas de mi aspecto?" Le dijo y Max se quedó sorprendida y parpadeó confundida.

"Yo también tengo ojos, R-Riftan. Mi sentido de la b-belleza es el mismo que el de o-otras p-personas".

"Cada vez que visitaba el Castillo de Croix, te estremecías como si estuvieras frente a un ogro horrible" dijo Riftan burlonamente.

"Esos no eran para nada los ojos de alguien que mira a un joven encantador. Probablemente habrías mirado con más adoración incluso la cara arrugada de un duende" añadió y Max le lanzó una mirada de incredulidad.

"Yo n-nunca he visto un d-duende a-antes" contestó ella.

"Ese no es el punto aquí" Riftan atrajo su barbilla hacia él para que lo mirara. "Digo que si me acercaba a ti, actuabas como si fueras a desmayarte".

Max se sintió desconcertada por su tono interrogativo. Ni en sus sueños más locos había pensado que a él podría importarle su actitud hacia él o lo que pensara de él. A decir verdad, hasta su boda, ella había pensado que él ignoraba por completo su existencia.

"Yo... Tú me a-asustabas. Como tu c-cuerpo es tan grande y tu e-expresión era tan he-helada. Parecías a-alguien cuyo t-temperamento podría estallar ante cualquier c-cosa, en cualquier m-momento" Max admitió.

Riftan no dijo nada durante mucho tiempo. Max se retorcía incómoda contra su pecho. Finalmente abrió la boca.

"¿Sigo dando miedo?"

Max negó lentamente con la cabeza.

Riftan, que había estado mirando fijamente su rostro, de repente inclinó la cabeza y presionó sus labios contra los de ella. A diferencia de los besos por sorpresa con los que se burlaba de ella, este beso fue apasionado. Sintió su suave lengua introduciéndose en su boca y gimió suavemente ante su contacto.

Él le cogió la nuca y le acarició suavemente el pelo alborotado por el viento con sus dedos y sus labios chuparon su delicada boca.

Un delicioso escalofrío recorrió su columna vertebral y Max sintió que sus pezones se ponían rígidos. Cuando él ahuecó sus pechos con los dedos y los masajeó suavemente, Max sintió que estallaban fuegos artificiales en su bajo vientre.

"R-Riftan, n-no p-podemos hacer esto f-fuera" Max le dijo mientras se liberaba de su beso.

"Está bien. Solo estamos nosotros aquí. Incluso si viene alguien, me daré cuenta enseguida" le dijo.

Al sentir el calor que irradiaba su cuerpo, ella se estremeció. Como el rostro de Riftan era tan tranquilo y sereno, ella no había notado aún lo excitado que estaba ya mientras se besaban. La acercó hacia él y acomodó su regazo contra la parte inferior de su cuerpo y le subió la falda del vestido. Max lo miró avergonzada. Los ojos de Riftan ardían como carbones negros hacia ella.

"No tengas miedo. Nunca te haré daño" le susurró.

Sus palabras resonaron en lo más profundo de su corazón. Max contempló su intensa expresión sin respirar. Él tocó su frente con la de ella, rozando las puntas de sus narices y atrajo sus labios a su boca de nuevo. Deslizó sus largos dedos bajo la falda de ella y comenzó a acariciar suavemente el interior de sus piernas. Max se aferró a su sedoso cabello y gimió.

‘Esta persona no me hará daño’. Se aferró desesperadamente a esas palabras.

"Hueles a invierno" le dijo Riftan, que gimió débilmente y enterró la cara en su hombro. Max tragó una profunda bocanada de aire. El olor de la brisa invernal, seco y agradablemente mordaz también provenía de él.

Los pulmones de Max se llenaron de los olores mezclados de la almizclada corteza de los árboles, de los caballos y del sutil aroma del sudor.

"Maldita sea, quiero besar cada centímetro de ti. Pero si te quito la ropa aquí, podrías enfermar" se quejó Riftan mientras la acariciaba por encima de la ropa, excitándola.

Max ni siquiera sentía el frío, pues el fuego que se extendía por todo su cuerpo la envolvía ahora, pero no se lo hizo notar. No era tan atrevida como para tumbarse a la intemperie en lo alto de una colina sin una tira de ropa. En realidad, hacer algo así la superaba. Pero se encontró totalmente incapaz de apartarse de él.

Riftan chupaba y mordía la base de su garganta mientras se desabrochaba los pantalones con urgencia. Todavía envuelta en su abrigo, se subió la falda para que se le enrollara en la cintura. Le apartó la ropa interior.

Y entonces ella sintió que él la penetraba lentamente. Al sentirlo llegar a lo más profundo de ella y de sus cuerpos unidos, Max dejó escapar un áspero gemido.

Riftan le acarició el trasero y le dio besos en el cuello y las orejas.

"Está bien, Maxi. No te haré daño. Nunca más" Riftan le susurró al oído.

Max ni siquiera podía recordar cuándo podría haberla lastimado. Ni siquiera recordaba haberle tenido miedo y haberlo evitado. Sentía como si Riftan Calipse siempre hubiera formado parte de ella. Le echó los brazos al cuello desesperadamente, como si se estuviera ahogando y él fuera lo único que la mantenía a flote.

Él la agarró por las caderas para profundizar su unión.

Sus cuerpos estrechamente entrelazados se golpeaban el uno contra el otro y el sonido del viento que pasaba se alejaba cada vez más. Ella movía su cuerpo como si estuviera montando a caballo, tal y como él le había enseñado antes.

Se apretó ansiosamente alrededor de su virilidad mientras la penetraba antes de dejarlo ir de mala gana, solo para volver a apretarse como si intentara tirar de él más profundamente. Su corazón latía con una pasión desesperada. Mientras se derretía en sus calientes besos, Max se sumergió en un mundo de felicidad.