Como Domar A Mi Marido Bestial
agosto 23, 2022
Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 7
Capítulo 7. Una Extraña Satisfacción
Recordando aquel dolor, Annette se aferró a su cuello con más fuerza. Sus tiernos s3n0s rozaron su pecho, pero a ella no le importó. Su miedo era mayor que su vergüenza.
"No me harás daño, ¿Verdad?" Preguntó, haciendo con una voz suave. "¿Por favor?"
Raphael no respondió. La sensación de los brazos de ella rodeando su cuello lo hizo sentir extrañamente incómodo. Recordó sus manos suaves, que parecían que se iban a romper con la menor fuerza. Aunque estaba impaciente, trató de controlar su temperamento para no ser tan brusco. Incluso si abrazaba a alguien tan débil de forma imprudente, podría matarla.
"Haré lo que pueda", susurró con profundo deseo. Temblando, Annette le soltó el cuello y Raphael abrió sus piernas con tanto cuidado como si fueran las delicadas patas de un ciervo.
La textura de su piel bajo las puntas de sus dedos se sentía increíblemente suave. Su cuerpo tembloroso, su pelo, todo olía tan increíblemente bien. No habría sido extraño que cualquier hombre se la quisiera comer. Y aunque había decidido ser suave, sus manos se negaban a obedecer.
Se había preocupado porque no sabía si podría tolerar a una Bavaria como esposa. Pero ahora no tenía que preocuparse por eso. Apretó su mandíbula mientras miraba su cuerpo desnudo. Su piel blanca parecía hecha de azúcar.
Si su p3ne no se levanta ante semejante vista, ¿Se puede considerar un hombre?
Agachando la cabeza, Raphael se llevó sus s3nos a la boca, chupando con avidez. Sus p3z0nes estaban inicialmente pálidos, pero se pusieron rápidamente rojos como cerezas ante la estimulación. Su lengua lamió obsc3namente su rígido p3z0n. Suavemente, lo mordió, mordisqueando ligeramente.
"Ah, ha...haa..."
Annette gimió retorciendo su cuerpo. Temía que le mordiera con demasiada fuerza, pero eso le hacía sentir un extraño estremecimiento entre las piernas. La sensación de que él le lamiera y mordiera insistentemente los p3z0nes le producía un hormigueo de pl@cer en todo el cuerpo.
Después de probar sus s3n0s dulces como el pudín, Raphael se lamió los labios. Sus profundos ojos azules seguían siendo duros, pero también extrañamente cálidos. Lentamente, acercó su cara a las piernas de ella, saboreando la textura de su piel mientras le separaba las piernas.
"Es... un poco vergonzoso... ¡Raphael!" gritó Annette, tratando de cerrar las piernas. El dormitorio estaba iluminado, así que podía mirar cada detalle de su desnudez. Estaba tan avergonzada que sus ojos se enrojecieron con lágrimas. Pero Raphael sólo agarró sus muslos, abriéndolos más.
"Quédate quieta. ¿No me dijiste que lo comprobara yo mismo?"
Las palabras que salían de sus labios eran obscenas. Cuando recordó a Annette haciendo una propuesta tan atrevida con su cara inocente, le hizo sentir que iba a estallar. Su p3n3 se hinchó tanto que le dolió, instándole a meterlo entre las piernas de ella.
Annette no tenía ni idea de lo que él estaba pensando, pero instintivamente se sintió en peligro. Y aunque estaba preparada para seguir adelante con esto, la forma en que él la miraba era tan intensa que la asustaba. Ella se sentó rápidamente. Besó cuidadosamente sus mejillas y frente para calmarlo.
"...¿Qué estás haciendo? ¿Sigues fingiendo que tienes miedo?"
Raphael apretó los dientes cuando la volvió a acostar. Pero su voz era más suave. Con toda su paciencia, bajó la cabeza hasta la abertura entre sus piernas.
Los g3n!tales de Annette estaban tan limpios, sus labios v@g!nales tan tiernos, que él se preguntó si los aplastaría con su tacto. Al mirar más de cerca, su húmeda abertura temblaba de excitación, brillando con un color bonito. Era una vista tan exc!t@nte que no podía apartar los ojos.
Pero Annette no pudo soportar la vergüenza, así que giró la cabeza para enterrar la cara en la almohada. La sensación de su aliento contra la piel entre sus piernas, la hacía sentir muy avergonzada. ¿Y qué aspecto debía tener su cara, mientras miraba con tanta atención su lugar más secreto?
Su dedo índice se deslizó sobre sus pétalos, abriéndolos para revelar su entrada. Los ojos de Annette se cerraron, esperando que esto terminara lo antes posible. Pero entonces sintió su lengua deslizándose sobre su zona int!ma.
"¡Ahhh! Raphael."
Annette asustada levantó la cabeza para disuadirle. En su vida anterior, Raphael se había acercado a ella en su primera noche creyendo que era una mujer experimentada. No se había tomado el tiempo de acariciarla de esta manera, y debido a ese malentendido, Annette había estado confinada en la cama durante tres días después de su primera noche.
Pero este Raphael era un poco diferente. Aunque no lo admitiera abiertamente, estaba reconsiderando la verdad de las acusaciones que Annette negaba con tanta vehemencia. Si ella realmente era inocente, entonces él necesitaba prepararla para que lo recibiera. Raphael era un hombre grande. Naturalmente, su dotación también era destacable.
Ajena a sus pensamientos, Annette se limitó a cubrirse la cara de lágrimas. Se avergonzó mucho cuando él la lamió allí. Raphael al ver que se comportaba con tanta timidez, sólo le abrió más las piernas.
Su lengua la estaba estimulando de forma intensa. De repente la punta de su lengua rodeó su sensible cl!t0ris. Sus labios calientes empezaron a chupar.
"¡Ahhh...uhhhhh...hummmm...!"
Su lengua, que pen3tró en su estrecha abertura, lamió ferozmente sus entrañas. En todos los lugares que tocaba su lengua, se producía un estremecimiento de éxt@sis. Sentía que sus entrañas se derretían, mientras sus caderas se arqueaban con fuerza.
De repente, un dedo se introdujo en su estrecha entrada, haciendo que los delicados músculos se contrajeran. El grueso dedo se deslizó profundamente. Cada vez que entraba y salía de su húmeda abertura, separaba un poco más sus paredes internas. Sintió como si se hubiera incendiado.
Mientras Annette jadeaba, el número de dedos en su interior aumentó a tres.
"Uhhh...uhh, de, detente..."
Su entrada caliente se tragaba los dedos. Raphael los introdujo profundamente, frotando sus paredes internas de un lado a otro, como si estuviera buscando algo. Annette se estremeció mientras su cuerpo se retorcía en formas que no podía imaginar. Sollozaba mientras movía su cabeza de un lado a otro.
En el momento en que vio sus ojos húmedos, las comisuras de la boca de Raphael se levantaron. Sus dedos se movieron cada vez más rápido, golpeando sus puntos débiles. Cada vez que tocaba esos lugares, su cintura se estremecía por sí sola.
Jadeos de pl@cer salían de su boca. El cuerpo de ella se vio perturbado por un pl@cer casi insoportable. Moviéndose hacia atrás, chupó su cl!t0ris mientras sus dedos entraban y salían rápidamente de su v@g!na, frotando rápidamente su punt0 G.
Una extraña sensación comenzó a cocinarse a fuego lento. Los dedos de los pies de Annette se curvaron. Su cuerpo se arqueó cuando empezó a alcanzar el cl!m@x. Su cuerpo se sacudió con las intensas sensaciones una, hasta que se desplomó de nuevo sobre la cama.
"Uhh...huhhh, huhhhh..."
Las lágrimas, que se acumularon en sus ojos, corrieron por sus mejillas. Tenía los labios abiertos mientras jadeaba. Parecía aturdida como si no entendiera lo que acababa de sucederle. Mirando aquel rostro encantador, Raphael sintió una satisfacción que nunca había conocido.
Levantando la cabeza, lamió los flujos remanentes en sus dedos. Sabía a fruta ácida, pero sólo le abrió el apetito. Su p3n3 palpitaba de exc!tación. Odiaba admitirlo, pero esta mujer lo exc!taba. Y eso era lo más imperdonable de todo.
Acomodándose entre sus piernas, Raphael introdujo su duro gl@nd3 en su estrecha entrada, sintiendo que aún se estremecía por su 0rg@smo. Al sentir el calor de su gl@nd3 dentro de ella, la sobresaltada Annette se quedó absolutamente inmóvil, recordando vívidamente el dolor de su primera vez. Le había dolido mucho.
Tengo miedo.
Su asustada mirada se dirigió hacia Raphael. Aunque sabía que tenía que experimentar esto en esta vida, no pudo evitar sentirse aterrorizada ahora. Raphael frunció el ceño al notar el miedo en su rostro. Levantó la mano para cubrir su cara. Había algo en esos ojos que le hacía sentirse débil e inútil.
Su gran mano casi le cubrió toda la cara. Sólo se veía sus labios rojos.
Raphael agachó la cabeza para besarla todavía tapando sus ojos. Dus labios atraparon su lengua, explorando su boca. Su lengua le hizo cosquillas en su sensible paladar, enroscándose y tirando de la punta de su lengua.
Cuando ella se distrajo con su beso, él hundió su p3n3 dentro de ella. Aunque había alcanzado el cl!m@x una vez, seguía estando tan apretada en su interior que sólo pudo introducir la mitad de su longitud. Pero aún así, se sintió muy bien. Las cálidas paredes interiores de ella se apretaron con fuerza alrededor de su p3n3. Él sintió como si su razón se derritiera.
"Relájate, Annette", gruñó. "Estás demasiado apretada."
Fue cruel al reprenderla por esto. Pero Annette no sabía cómo relajarse y aliviar el dolor desgarrador de su interior. Lo intentó, pero el hormigueo de la agonía permaneció. Su cuerpo se estremeció mientras gemía. Al ver que se mordía los labios por el dolor, Raphael chasqueó la lengua, en señal de desaprobación. Bajó su mano para frotar suavemente su cl!t0ris hinchado con el pulgar.
"Ummm..."
Un pl@cer familiar se extendió por su cuerpo ante la caricia circular. El cuerpo rígido de Annette se relajó. Instintivamente, Raphael aprovechó el momento y deslizó toda su longitud dentro de ella.