Reciente

domingo, 21 de agosto de 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 6

Capítulo 6. Prueba de Inocencia


La primera decisión importante de su nueva vida sucedió rápidamente. Citó a un médico a la casa del Marqués Carnesis, un hombre de unos treinta años con un brillante cabello castaño. Cuando el hombre de cejas pobladas escuchó la extraña petición de Annette, al principio dudó de sus oídos.

"¿Qué?" Preguntó, tras un momento de silencio. "¿Qué... es lo que quieres?"

Sus ojos le rogaban que retirara inmediatamente su petición. Era algo muy embarazoso. Pero Annette estaba decidida. Ella repitió con calma.

"He... escuchado que hay médicos que pueden probar la inocencia de uno. En la parte ginecológica. ¿Podría referirme a alguien así en su círculo? Preferiría un médico femenino."

En la superficie ella estaba serena, pero por dentro temblaba de vergüenza. Sus manos se aferraron a los apoyabrazos de la silla con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Nada le hubiera gustado más que retractarse inmediatamente de lo que había dicho, pero sabía que esta era su única opción.

Raphael la odiaba tanto que nunca la creería aunque protestara todos los días. Ella no tenía más remedio que darle pruebas, con el testimonio de un médico. Si no intentaba limpiar los cargos contra ella, nadie más lo haría. Las puertas sólo se abren para los valientes que tocan para entrar.

Esa era la lección que Annette había aprendido en su última vida.

Annette se mordió los labios con fuerza, recordando los últimos cinco años que había sufrido. Mejor soportar unos momentos de vergüenza que repetir aquella desgracia.

"Bien. Si insiste...." El médico entendió que Annette no iba a retirar su petición. Le entró un sudor frío. Cuando Annette se inclinó hacia delante para escuchar lo que fuera a decirle, la puerta del salón se abrió abruptamente.

¡¡¡Bang!!!

"¡OH!"

Sorprendido por el fuerte ruido, el médico soltó un grito. Su expresión profesional había desaparecido, fue reemplazada por una de miedo. Annette estaba igual de sorprendida. Sus ojos se abrieron de agrandaron al ver al intruso.

"¿Raphael? ¿Qué estás haciendo aquí?"

No debe haber pasado mucho tiempo desde que se despertó; Raphael entró vestido con una simple camisa blanca y pantalones. Sus músculos bien entrenados eran evidentes bajo la fina tela. Con su musculosa complexión, resultaba amenazante.

Sus ojos azules brillaron con rabia mientras mientras alternaba la mirada entre ambos.

"¿Ya se ha hecho la prueba?" Gruñó.

"¿Sí? ¿Qué, qué tipo de prueba?"

El médico estaba tan aterrorizado que no sabía qué empezó a tartamudear. La cara de Raphael se contorsionó de rabia.

"¡Maldito cabrón! ¿La has hecho o no?" Preguntó apretando los dientes al descubierto.

"¡No! ¡No la hice, Su Alteza, lo juro por Dios! No he tocado a su esposa en absoluto."

Sólo entonces el hombre se dio cuenta de lo que Raphael quería decir. Comenzó a temblar tanto que casi se mordió la lengua. Por un momento, a Annette le preocupó que hubiera una pelea. Pero afortunadamente, Raphael reconoció que el hombre estaba diciendo la verdad por su rostro asustado.  Se acercó a él para sacarlo agarrado. Toda la mansión pareció vibrar cuando cerró con fuerza la puerta detrás de él.

Raphael tenía realmente un carácter salvaje.

Fue una suerte que la mansión no se derrumbara, con todos los portazos. Aunque, ahora que lo recordaba, ayer había roto la puerta de la habitación. Acostumbrada a la forma de ser de su grosero esposo, Annete suspiró en su interior al verlo acercarse.

"¿Qué ha pasado, Raphael?"

En lugar de responder, Raphael apoyó las manos en los reposabrazos de su silla, para que ella no pudiera levantarse ni huir. Parecía sentirse mejor si bloqueaba todas sus vías de escape antes de interrogarla.

Aquel rostro apuesto que se cernía sobre ella se veía aterrador. La miró fríamente.

"¿Qué intentas hacer al llamar a un médico?" Le preguntó de repente, todavía enfadado. "¿Planeabas falsificar un certificado médico? Es una jugada astuta, pero no es tan fácil convercerme."

Si hubiera sido la anterior Annette, se habría sentido humillada por esto. Y le habría devuelto el ataque, tratando de infligir ese mismo sufrimiento. Pero ella ya no era así.

"No es así, Raphael", dijo con calma. "Como dije ayer, puedo demostrar mi inocencia. Si te preocupa que falsifique un certificado, puedes llamar a un médico de tu confianza."

"¿De verdad te someterías a una prueba así? ¿Una persona como tú, una flor de Baviera criada en un invernadero, aceptaría un examen tan vergonzoso? ¿Abrir las piernas a otro hombre?" Espetó. "Ni un perro  cree esa mierda."

Su sarcasmo resultaba frustrante. Entonces, ¿Qué demonios se suponía que debía hacer ella? Él no creería su palabra, e incluso cuando ella propuso una prueba, él siguió pensando que lo engañaría. Annette sabía que Raphael era un hombre con serios problemas de confianza, pero este tipo de comportamiento rozaba la locura.

Pero... él debió pensar que ella quería consultarse con un médico varón. Raphael no toleraría ni siquiera la idea de que abriera las piernas delante de otro hombre. Por eso se había apresurado a detenerla. Sabiendo que tenía problemas para controlar su ira, Annette se esforzó por comprenderlo. Ella no sabía si alegrarse de sus celos o no.

Raphael era una bestia, pero nunca la había herido intencionadamente. Al menos, no físicamente. Tal vez por eso nunca pudo odiarlo o temerle realmente. No era tan malo.

Pero ya que iban a revivir esta relación, ella no quería repetir sus viejos patrones. Seguramente estaría bien tratar de domesticarlo.

"Raphael", dijo en voz baja. Mirándolo a los ojos, rodeó lentamente su cuello con sus brazos. Él no se apartó. Se limitó a observarla con desconfianza, preguntándose cuál sería su próximo truco. Annette parpadeó con una pequeña sonrisa en su rostro.

Susurró una tímida pregunta.

"Si no quieres que vea a un médico... ¿Quieres comprobarlo tu mismo?"

Se quedó con la boca abierta. El calor furioso de sus ojos se desvaneció, que se agrandaron por la sorpresa. Por un momento se quedó boquiabierto sin poder creer lo que acababa de escuchar.

Annette se sintió un poco sorprendida por su propio atrevimiento. Siempre había sido una mujer conservadora, pero no le parecía tan mal si conseguía que Raphael se viera tan avergonzado.

"Ahora estamos casados, ¿No?" Susurró ella, levantando sus ojos hacia los de él. "Así que puedes subirme la falda y yo te abriré las piernas para que veas con tus propios ojos..."

Ella no llegó a terminar esa frase. Raphael la levantó. Su habitación estaba a sólo unos pasos. Abrió la puerta de una patada, dirigiéndose directamente a la cama.

"¡Ahhh!"

Annette, tendida en la cama, lo miró con los ojos muy abiertos. Pero Raphael no la miraba. Se estaba despojando rápidamente de su ropa, arrancando la camisa y quitándose los pantalones. En cuanto se quitó los pantalones, su p3n3 se sacudió hacia arriba, duro en todo su esplendor.

Raphael se acercó. Ella se asustó mientras su enorme sombra se cernía sobre ella. Ya podía adivinar lo que iba a suceder. La primera vez en su vida anterior había sido tan terrible que le aterrorizaba fuera igual.

Sin mirarla a los ojos, Raphael comenzó a desnudarla inmediatamente. Al principio, trató de ser cuidadoso, pero rápidamente se impacientó con su ropa. Con un fuerte ruido de desgarro, las costuras de su ropa cedieron. Annette gritó aferrándose a su cuello.

"Raphael..."

"¿Qué? ¿No me pediste que lo comprobara por mí mismo? No me vas a pedir que me detenga ahora, ¿Verdad?" Decía mientras le quitaba las br@gas. Estaba completamente d3snuda. A este paso parecía que sería tan horrible como la última vez.