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domingo, 21 de agosto de 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 5

Capítulo 5. Acusaciones Falsas


Era natural que se preocupara. Su nueva esposa era tan pequeña. Sus manos parecían delicadas como los de una muñeca, al igual que su delicado rostro blanco. Por mucho que intentara controlar su fuerza, su agarre entrenado con la espada era lo suficientemente fuerte como para lastimarla. No tuvo más remedio que soltarla, a pesar de sus dudas.

Annette, que se zafó de su agarre, se levantó de su asiento. Ella no quería perder esta oportunidad. En voz baja, le dio las buenas noches, haciendo lo posible para que no pareciera que estaba huyendo de él.

"Hoy volveré a mi habitación, Raphael. Creo que has bebido demasiado. Si tienes alguna pregunta para mí, hablemos mañana cuando estés sobrio. Entonces, ya me voy."

Annette se sintió muy orgullosa de sí misma, de terminar sus palabras con tanta fluidez. Fue capaz de concluir un argumento racionalmente en una situación como esta.

¿Por qué no pude hacer eso en mi vida anterior?

Por esa razón, ella siempre había peleado con Rafael.

Realmente nos peleamos mucho en ese entonces.

Al darse la vuelta, se sintió un poco triste. Si lo hubiera manejado tan bien entonces como ahora, se habrían hecho menos daño. Pero fue imprudente al bajar la guardia con Raphael detrás de ella. No era un hombre ingenuo que la dejaría marchar tan fácilmente. En el momento en que su mano tocó el pomo de la puerta, todos sus nervios se erizaron de repente, como una advertencia de peligro inminente. Parecía el instinto de un herbívoro cuando siente que se acerca un depredador.

Annette giró la cabeza sorprendida. O mejor dicho, intentó girarse. Pero no pudo, porque su cuerpo quedó atrapado entre él y la puerta. Raphael la aplastó, inmovilizándola. Sentir su aliento caliente en sus orejas la hizo estremecerse.

"Te lo dije, Annette. Esta es la primera noche de nuestra luna de miel. No vas a huir de mí."

Su voz profunda sonaba como el rugido grave de una bestia. Y después de hablar, le lamió el redondo lóbulo de la oreja. El pánico la invadió, Annette intentó huir.

"¿A dónde vas?"

Los brazos que la aprisionaban por detrás no tenían intención de dejarla marchar. Annette estaba atrapada. Antes de que ella se diera cuenta de lo que había sucedido, una mano agarró la parte trasera de su fino camisón. Su aterrador agarre fue tan fuerte que la tela se rasgó por la mitad, dejando al descubierto su espalda.

"¡Ah...!"

Rápidamente, Annette sostuvo la parte delantera de su camisón, que estaba a punto de deslizarse. De alguna manera, se las arregló para no exponer su torso, pero no pudo hacer nada con su espalda.

Raphael quedó deslumbrado por la blanca piel que se revelaba en su espalda. Inclinando la cabeza, mordió su cuello como si fuera una bestia a un conejo. Annette casi dejó de respirar. Su áspero aliento acarició su cuello, provocando que su cuerpo se estremeciera. Se le puso la piel de gallina.

Las manos de Raphael presionaron sus hombros para que no pudiera moverse. Apretando su pequeño cuerpo contra la puerta, le besó fervientemente la espalda. La sensación de las puntas de sus dedos sobre sus omóplatos expuestos se sentía vívida.

"Shh... te vas a quedar quieta, ¿No? Ahora que eres mi esposa, Annette."

Raphael le mordió suavemente los lóbulos de las orejas, haciendo todo lo posible por no hacerle daño. Los húmedos sonidos, además de la sensación de su lengua recorriendo el interior de su oreja, eran demasiado para ella. Se retorció, aferrándose a su camisón. No entendía por qué lo hacía. Siempre la había mirado con un odio tan frío en sus ojos, pero luego la acariciaba tan apasionadamente, como si la deseara de verdad.

¿Y si realmente quería tener la primera noche?

Annette estaba aterrorizada. La primera noche de su vida anterior había sido horriblemente dolorosa. Ella había esperado que él satisficiera rápidamente cualquier capricho que tuviera, pero los besos que se derramaban sobre su cuello no hacían más que aumentar la pasión del momento.

"Annette... Annette, mi noble esposa..." Raphael presionó sus labios contra ella, un gemido de excitación se le escapó a ella mientras la interrogaba. "Por favor, dime directamente con esa boca. ¿Has entregado ya tu cuerpo al Príncipe Heredero? ¿Hmm?"

Todavía parecía que creía firmemente en aquellas terribles acusaciones. La habían acusado falsamente de lanzarse sobre Ludwig porque quería ser Princesa Heredera. Incluso aseguraban que incluso había llegado a perjudicar a sus rivales.

El absurdo malentendido resultaba muy embarazoso. Annette apretó los dientes. ¿Por qué no podía haber regresado antes de que ocurriera el incidente? Si lo hubiera hecho, podría haber evitado esta trampa maliciosa, por lo que su futuro habría sido muy diferente.

Pero Dios la había enviado de vuelta justo después. En este punto, no había nada que ella pudiera hacer. Mientras su bestial marido la mordía, ella se estremeció, apelando de nuevo a su inocencia.

"Nunca he hecho eso, Raphael. No hice nada con Ludwig, y... y esta es mi primera vez..."

Al pronunciar esas palabras se le calentaron los oídos. Deseaba poder ignorar este ridículo interrogatorio. Pero si Raphael pretendía llevar a cabo su primera noche de esta manera, ella no podía quedarse callada. Había pagado un precio terrible por su estúpido silencio en su vida anterior. Su primera vez entonces no había sido más que dolor, por lo que no quería experimentar lo mismo.

Pero Raphael ignoró su confesión. Sus profundos ojos azules brillaron con maldad.

"Como esperaba, la familia Bavaria tienen fama de expertos mentirosas", se burló. "¿Tu familia te educó en el engaño? Eres bastante bueno."

Le clavó los dientes en su delicada piel enfadado. Fue lo suficientemente fuerte como para dejarle una marca. Sobresaltada, giró la cabeza para mirarlo.

"Créeme, Raphael. Realmente..."

"¿Quién te ha dicho que me mires?"

Le obligó a volver la cabeza hacia la puerta, un gesto que dejaba claro que no quería ni mirarla. Frente a la fría puerta, Annette se mordió los labios, desesperada. Quería cambiar las cosas en esta vida, pero ¿Cómo iba a hacerlo si Raphael  la odiaba tanto?"

Annette respiró profundamente, tratando de recuperar la compostura. No lograría nada desesperada. Se devanó los sesos tratando de pensar en una forma de salir de esto. Finalmente, le llegó la inspiración.

"No estoy mintiendo", dijo, con voz suave, para no provocar a la bestia que tenía detrás. "Nunca me he lanzado sobre Ludwig."

Raphael se congeló. Ella sintió que su agarre se aflojaba. Tal vez había una esperanza de que le creyera. Ella trató de persuadirlo hablando con seriedad.

"De verdad, Raphael, lo juro. ¿Lo comprobamos? Mañana por la mañana, llama a un médico de confianza para que lo verifique. Yo cooperaré. ¿Me creerías si lo hago?"

Annette hizo esa sugerencia en voz baja, ocultando su resentimiento. Incluso ahora, después de haber sido enviada al pasado, todavía tenía que sufrir estas falsas acusaciones. No era justo que tuviera que llegar a tales extremos para demostrar su inocencia. Al menos las prácticas médicas de Deltium eran excelentes, suficientes para demostrarlo de forma concluyente. Esta era la mejor manera.

Si tan sólo hubiera pensado en hacer lo mismo en su vida anterior. Pero Annette no se habría atrevido. Debido a este malentendido, su primera noche había sido horrible. Había sangrado tanto que Raphael se detuvo en medio del acto y salió corriendo a buscar un médico.

No dejaré que eso se repita.

Annette se mordió los labios con determinación. Afortunadamente, algo de su seguridad debió de calar en Raphael. Lentamente, él despegó sus labios de la suave espalda de ella. Aunque no podía devolverle la mirada, podía sentir sus ojos azules mirándola fijamente.

Armándose de valor, miró hacia atrás. Esta vez no se iba a rendir. Aunque Raphael volviera a poner su cara contra la puerta, ella lo volvería a intentar, aunque hiciera falta cien o mil veces. Ella tenía derecho a hablar, él no podía detenerla.

"¿Raphael?"

Su rostro estaba frío cuando ella lo miró. Sombreado por su cabello negro como el carbón, aquel rostro tenía una forma tan perfecta como la de una estatua. Sólo los labios rojos bajo su afilada nariz demostraban que estaba vivo. De repente un fuerte sonido estalló junto a su oído.

¡Bang!

"¡Agghhhhhh!"

Annette se agachó instintivamente gritando. Algo cayó al suelo junto a ella, y cuando miró hacia abajo, eran restos de la puerta. El furioso Raphael la había destrozado con su puño.

Raphael miró la cara asustada de Annette con una sonrisa cruel.

"Como se esperaba de una Bavaria. ¡Tan inteligente y astuta! Realmente te cabrea ver que mientes tan bien con esa cara de inocente."

Las crueles palabras golpearon su corazón. Había creído que esta vez lo estaba manejando bien, pero se había equivocado. Raphael siempre había sido un hombre obstinado. Nunca la creería tan fácilmente. Cuando vio que su rostro palidecía, Raphael sonrió con frialdad.

"Muy bien, digamos que hoy has ganado. A la mierda la primera noche, vete a cualquier sitio. No quiero mirar más esa cara."

Quitando la mano de la puerta rota, se dio la vuelta despiadadamente. Annette, que se había acostumbrado a ver esa espalda rígida, suspiró para sus adentros. Su carácter seguía siendo el mismo, pero ella no tenía ganas de llorar. Tal vez se había acostumbrado a él.

Algún día demostraré que soy inocente.

Y entonces recibiría una disculpa de Raphael, por estar tan empeñado en malinterpretarla.

Aunque caminaba descalza por un largo y oscuro pasillo, se sentía bien No iba a hacer nada como en su vida anterior. No iba a morir como una mujer débil que no podía hacer nada por sí misma. Armándose de valor, Annette levantó la cabeza, llena de determinación.