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sábado, 27 de agosto de 2022

agosto 27, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 421

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 421. Necesito Ir Allí (2)




"Um, Su Majestad. Hay una cosa más que necesito decirle."

"¿Qué es?"

"Como le mencioné anteriormente, la memoria de Su Majestad vuelve a sus años de príncipe heredero en el día. Y recientemente ha ordenado realizar ciertas tareas..."

Cuando el Marqués Karl le informó de las acciones del Príncipe Heredero Sovieshu, el Emperador Sovieshu ordenó después de pensarlo un poco más,

"Obedécelo a menos que sea una locura."

"Su Majestad."

"Ahora no quiero hacer ni pensar en nada. Mis ojos se cierran, así que obedécelo y apóyalo."

Al terminar de hablar, Sovieshu entrecerró los ojos como si realmente fuera a quedarse dormido de inmediato.

No obstante, consiguió resistir y dio una nueva orden.

"Tráeme sólo los documentos que deben ser evaluados con urgencia."

Después de eso, Sovieshu trabajó como una máquina y se quedó dormido como si hubiera colapsado al terminar.

Como si él mismo no quisiera estar despierto, el tiempo que el Emperador Sovieshu estuvo despierto era mucho menor que el del Príncipe Heredero Sovieshu.

Karl miró con el corazón destrozado al dormido Sovieshu.

Aunque tenía que irse, le preocupaba dejarlo solo en ese estado, así que al final se quedó a su lado toda la noche.

A la mañana siguiente, Sovieshu levantó su cuerpo recostado sobre el escritorio, se frotó los ojos y preguntó al Marqués Karl con voz desconcertada,

"Marqués Karl, ¿por qué está aquí y no en casa?"

"Su Majestad recobró su memoria anoche. ¿Lo recuerda?"

"¿Yo?"

"Sí."

"No. No lo recuerdo en absoluto."

"Fue durante unas horas por la noche."

"No conservo ningún recuerdo."

Sovieshu murmuró y frunció el ceño. Sovieshu se sintió extraño al pensar que no había conexión entre las dos personalidades, y que esta situación podría permanecer así para siempre.

Pero en vez de expresar estos sentimientos, Sovieshu le habló al Marqués Karl de lo que había estado reflexionando hasta que se quedó dormido.

"Marqués Karl."

"Sí, Su Majestad."

"Hay una cosa en la que estuve pensando mucho ayer."

"Está bien, dígame."

"Necesito ir personalmente al Imperio Occidental."

"¡¿Qué?!"

***

No sé si realmente será una semana entera, pero lo que es cierto es que Heinley ha evitado todo contacto físico durante varios días.

Honestamente, no tenía miedo de la aparición del fantasma del Duque Zemensia, a diferencia de Heinley.

Sin embargo, he tenido pesadillas.

No había tenido pesadillas como estas desde que me divorcié. Después del incidente en el que estuve cerca de morir, empecé a tener pesadillas.

Además, en las pesadillas siempre miraba hacia arriba con temor.

Me habría hecho feliz que Heinley hubiera estado a mi lado en estos momentos para cuidarme. Sin embargo, Heinley todavía me evitaba como si tuviera una enfermedad contagiosa.

"Su Majestad, ¿se ha enterado? Se ha difundido la noticia de que esa mujer llamada Rashta ha muerto."

"Rashta..."

"Sí, se suicidó después de ser depuesta."

Cuando me enteré de la noticia de la muerte de Rashta, mi estado de ánimo se volvió más extraño.

Laura, que me lo contó, también odiaba mucho a Rashta, pero tenía una expresión incómoda.

Era difícil hablar mal de una persona muerta.

"Oh, eso es maravilloso."

La Condesa Jubel no sentía nada de eso.

"Es un alivio no tener que inclinarme ante ella cuando vuelva al Imperio Oriental."

Laura asintió con una expresión seria y preguntó,

"¿Y qué pasará ahora con Su Majestad Sovieshu? ¿Se volverá a casar?"

Si el emperador permanece soltero, recibirá presiones de todas partes para que se case. Cada día será más extenuante y difícil. Sovieshu tenía un fuerte deseo de tener sus propios hijos, así que creo que se volverá a casar pronto.

Después de hablar de Rashta unas tres horas, cené una comida ligera, me acosté en la cama y junté mis manos.

'Me siento un poco intranquila.'

Cuando estaba en el Imperio Oriental, me dedicaba a mi trabajo cuando pasaba por momentos difíciles. Me gustaba dar un paso atrás para poder ver con claridad mis asuntos personales mientras me ocupaba de mi trabajo con la mayor objetividad posible.

Pero ahora que a mi embarazo se le han sumado mis lesiones, no podía trabajar toda la noche para relajarme.

Heinley... tampoco me da fuerzas en estos momentos.

Mientras intentaba conciliar el sueño, sentí una mano grande acariciando mi cabello.


"¿Reina?"

Parece que mis pensamientos finalmente alcanzaron a Heinley. Cuando abrí los ojos, vi a Heinley.

Intenté llamarlo por su nombre, pero me sorprendió ver que me tocaba después de mucho tiempo.

No me había tocado por miedo a las supersticiones. ¿Ahora tiene un poco de valor?

En cuanto lo pensé, se me quitó el sueño y hablé con voz fría.

"Dijiste que no querías tocarme."

Heinley se rió y lo negó.

"Nunca dije que no quisiera, Reina."

"¿No te preocupa tocarme?"

"Reina parecía estar sufriendo."

"No sufrí ni un poco."

"Yo sí sufrí."

"..."

"¿Por qué te ves tan deprimida?"

'¿Yo? No, no estoy deprimida...'

"No estoy deprimida. Es sólo que me siento intranquila porque han pasado muchas cosas a la vez."

Incluso para mí fue difícil entender mis palabras porque mi voz se puso ronca.

"Cof, cof..."

Tras toser levemente, Heinley subió un poco las sábanas para cubrirme.

Mi tos no se debía a un resfriado, pero me hacía feliz tener a Heinley cerca de mí por primera vez en mucho tiempo. Cuando volví a toser, Heinley me puso la mano en la frente con una expresión de preocupación.

"¿Te has resfriado?"

"No."

Después de eso, Heinley continuó haciéndome preguntas sobre mi salud y yo respondí una a una con una sensación de somnolencia mientras tenía la cabeza recostada en su muslo.

"Reina."

Heinley me hizo una sugerencia con una voz bastante seria.

"Haz lo que desees."

'¿Encontró un problema en mis respuestas?'

"¿Por qué dices eso?"

"Creo que estás deprimida."

"¿Yo?"

"Bueno, por lo que he investigado hay ocasiones en las que una mujer embarazada se deprime..."

'¿En serio?'

Heinley examinó mi expresión y preguntó,

"¿Quieres ir de picnic? ¿O quieres que te enseñe el salón principal de joyas? ¿O prefieres ver mi colección de joyas, Reina? Eso te hará sentir mucho mejor."

"Emm, no lo sé."

"¿Qué te parece un paseo en barco? ¿O invitamos al reparto de una obra de teatro al palacio para verla?"

Al principio no lo pensé mucho. Pero a medida que escuchaba a Heinley, poco a poco estuve de acuerdo.

Sí, ahora necesito algo en qué centrar mi mente.

viernes, 26 de agosto de 2022

agosto 26, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 11

Capítulo 11. Regalos Devueltos


Ante la pregunta de Raphael, Gerard se vio obligado a responder de mala gana.

"Sí, Su Excelencia."

"Tengo que cuestionar la reputación de la familia Bavaria, si sus sirvientes son tan descaradamente irrespetuosos. Te perdonaré esta vez, como un regalo para mi esposa. No ofreceré la misma misericordia dos veces."

Raphael lanzó esta advertencia con el ceño fruncido. Sudor frío brotó en la frente de Gerard. Raphael podía respirar fuego. El repentino temor por esta bestia hizo que Gerard se mareara brevemente.

Casi había olvidado lo peligroso que era Raphael Carnesis. Era un espadachín excepcional, del que se rumoreaba que alcanzaría el nivel de Maestro de la Espada. Y hasta hace unos años, había sido conocido como un carnicero brutal, llamado el demonio del campo de batalla.

Gerard sintió la columna vertebral fría como el hielo. Cuando Raphael dijo que no tendría la misma piedad dos veces, sabía que lo declaraba en serio . Aquellos ojos azules ardían ahora, centrados especulativamente en las manos y las piernas de Gerard, como si se preguntara qué iba a cortar primero. La mandíbula de Gerard se tensó.

"Gracias por su generosidad, Su Excelencia."

Y Gerard se despidió cordialmente.

Si me voy así, tendré problemas con el maestro, pero en este momento... prefiero eso.

Sintiendo su siniestra mirada en su espalda, Gerard apuró el paso, y escapó de la mansión Carnesis.

"......"

Dejando solos a Annette y Raphael en el salón. Annette sintió que la mirada de Raphael la abrasaba como el sol, así que tragó nerviosamente, luego levantó sus ojos temblorosos hacia los suyos.

"Lo siento, Raphael", dijo. "Debes sentirte insultado, ¿Verdad?"

Se sintió profundamente avergonzada por lo que acababa de suceder, por lo que se disculpó francamente con él. Intentaba ser valiente, pero estaba tan conmocionada que su corazón latía con fuerza. En su vida anterior, había estado enferma en la cama, no tenía ni idea de que su propia familia había despreciado e insultado tan profundamente a Raphael.

Eso explicaba por qué había sido tan frío con ella cuando se despertó de su enfermedad. No sólo lamentaba el insulto de su familia. Lamentaba su propia hostilidad hacia él, cuando nunca se había dado cuenta de lo que su familia había hecho.

Pero toda la ira había desaparecido de sus ojos cuando la miró ahora. Por primera vez, aceptó la disculpa sin sarcasmo ni rabia.

"No, en realidad no me importa", mintió. Había estado visualizando el desmembramiento de Gerard momentos antes. Pero cuando vio a la pequeña Annette arremetiendo contra el leal sirviente de su familia, era imposible seguir enfadado.

En realidad, eso había sido divertido.

Aunque no tenía intención de dejar pasar esto. Ella lo podía haber apoyado porque la observaba, pero él no podía saber lo que habría hecho a sus espaldas. No podía deshacerse fácilmente de su desconfianza,

"Parece que la familia Bavaria ha pasado por alto mantener la etiqueta básica en sus sirvientes", dijo con voz áspera. "Ese comportamiento es inaceptable."

Esperaba que ella se enfadara por el insulto a Baviera. Esa familia era arrogante hasta los huesos, tenían su orgullo tan alto como el cielo.

"Lo sé", dijo Annette inesperadamente. "Pero ellos mismos se encargarán de ello. Ahora soy la dama de la familia Carnesis."

Su padre la había abandonado, pensó ella de nuevo. En su última vida, nunca había podido dejar de intentar ser una buena hija. Ahora no tenía intención de volver a hacerlo. A pesar del mal temperamento de Raphael,  la había cuidado hasta el día de su muerte. Pero su padre nunca había venido incluso cuando se estaba muriendo.

Su respuesta sorprendió a Raphael. Por primera vez, su rostro frío se derrumbó, revelando un destello de sus verdaderos sentimientos. Le hizo sentirse un poco más cerca de él. Se atrevió a hacer una pequeña broma.

"No estarás pensando en deshacerte de mí ahora, ¿verdad?" Preguntó, con su mejor cara de pena. "Acabo de tener una terrible pelea con mi familia, así que no tengo a dónde ir."

"Deja de decir tonterías". Raphael se resistió a reírse. Todavía no tenía intención de aceptarla como su familia. Pero Annette no estaba especialmente dolida. Esto podría haber sido un conflicto serio, si Raphael hubiera decidido tomar represalias, pero lo había dejado pasar.

"Entonces, ¿por qué vino Gerard?" Preguntó, ladeando la cabeza. "Pensé que estaba haciendo recados."

Con el rostro inexpresivo, Raphael levantó una mano para indicar el lugar donde Gerard había estado parado. Allí se apilaban un montón de cajas, todos ellos de calidad. Annette miró más de cerca. El logotipo grabado en lámina de oro en una caja le llamó la atención.

Todas eran marcas de los talleres más famosos de Deltium. La mayoría de ellos producían regalos de boda.

"No", jadeó Annette, abriendo los ojos. "No me digas que esos..."

Ahora que lo pensaba, esas cajas le resultaban familiares. Sus mejillas palidecieron. Todas esas cajas apiladas en el suelo eran regalos de boda. Objetos valiosos que Raphael había enviado a su familia antes del matrimonio.

¿De verdad acababan de devolver todos esos regalos?

Comparado con esto, los pocos  modales de Gerard parecían insignificantes.

El desprecio de su familia iba mucho más allá de lo que ella podría haber imaginado. ¿Cómo podrían haber devuelto todos esos regalos que Raphael envió con amor? Ella nunca había sabido esto en su última vida.

"Tu padre rechazó mis regalos", confirmó Raphael. "Eran insuficiente a sus ojos, aparentemente. No estaban a la altura del Duque Baviera. No le servían, así que los devolvió."

Cruzó los brazos sobre el pecho. Ahora que lo miraba, seguía con la camisa desabrochada y sus ojos azul inyectados de sangre. No sólo no había dormido bien, sino que luego lo habían sacado de la cama para que Gerard le echara en cara sus regalos.

Annette no podía culparlo por odiarla en ese momento.

Estaba muy disgustada. Era ridículo cuestionar la calidad de esos regalos. Allamand sólo había querido insultar de forma imperdonable a Raphael para que supiera de inmediato a qué atenerse. Su padre era el tipo de hombre que no dudaría en ofrecer este tipo de escarmiento.

Si hubiera sabido que sería así, no habría aceptado el matrimonio.

Cuanto más pensaba en ello, más enfadada y triste se sentía. La falsa acusación contra ella le había impedido convertirse en Princesa Heredera. La familia Bavaria había silenciado las acusaciones, pero a cambio, le debía un favor a la familia real. El precio por enterrar el asunto fue su matrimonio con Raphael. Allamand había abandonado a su propia hija para satisfacer al Rey.

El Rey Selgratis había aprovechado la ocasión para remediar el linaje de Raphael, casándolo con una dama de la familia más prestigiosa. Annette, que acababa de verse envuelta en semejante escándalo, había sido la elección perfecta.

A Allamand le había disgustado mucho la boda. Pero en lugar de enfrentarse al Rey que la había organizado, eligió a Raphael como el blanco más fácil.

Fue algo cobarde.

"Lo siento mucho, Raphael", se disculpó. "No sé cómo puedo mirarte a la cara. Me aseguraré de que esto no vuelva a suceder."

Los brazos de Raphael se relajaron. Como ella tenía la cabeza inclinada hacia abajo, no podía ver la cara de Annette, pero podía escuchar la sinceridad en su voz. Esto fue suficiente para ablandar incluso a su terco corazón.

Sin embargo, sintió que no debía simplemente ignorarlo. Aunque ella parecía estar arrepentida del comportamiento de su familia, seguía siendo una Bavaria. No sabía cuándo podría cambiar de repente su postura y ponerse del lado de su padre.

Sus labios se separaron para regañarla. Pero, extrañamente, sus habituales palabras cortantes no salieron.

¿Qué me pasa?

Raphael frunció el ceño, mirando su pequeña cabeza. Al final, sólo pudo pronunciar una advertencia superficial.

"Asegúrate de que no pase de nuevo", dijo. "¿Entendido?"

"Sí."

Raphael se fue. Otra vez ella solo miró su espalda. Había pensado que él se enojaría con ella, pero inesperadamente no había dicho nada. Era un milagro que esto hubiera terminado tan tranquilamente. Tal vez, al ponerse abiertamente de su lado, ella había ablandado un poco su corazón.

Al quedarse sola, Annette suspiró con fuerza. Acababa de cortar todos los lazos con su familia, pero sorprendentemente, no se arrepentía. Su padre la había abandonado primero.

Todo está bien. Fue una buena decisión, se consoló. Se había casado con Raphael, así que tenía que ponerse de su lado como esposa. Además, aunque Raphael fuera un hijo ilegítimo, seguía siendo un noble, y un héroe de guerra cuyo valor era reconocido por la familia real. No importa lo poderoso que fuera el Duque Baviera, no tenía derecho a insultar de esa manera a Raphael.

Pero eso era sólo una parte. Annette parpadeó, reflexionando.

¿Por qué tomarse la molestia de devolver los regalos?

De alguna manera, Annette sintió que podía haber otra intención oculta en la acción de su padre. Una aún más dañina.

Estas sospechas sobre su padre eran completamente racionales. Los Bavaria nunca perdían el tiempo en cosas inútiles. Si su padre sólo quería insultar a Raphael, podría haber tirado los regalos a la basura, en lugar de tomarse la molestia de devolverlos.

Annette decidió vigilar a su padre. No podía adivinar cuál era su verdadero motivo, pero no podía permitir que siguiera insultando a Raphael de esta manera. Sólo pensar en el trato que Raphael había sufrido esta mañana la ponía furiosa.

Me mandó a casarme con él, y ahora ni siquiera lo acepta como su yerno. ¡Tan insensible!

Aunque Raphael fuera un bastardo, seguía siendo un bastardo de la realeza. El Rey era conocido por favorecerlo bastante, hasta el punto de despertar la envidia del Príncipe Heredero. A pesar de que Ludwig fuera el heredero al trono, y Raphael fuera sólo un hijo ilegítimo.

Tal vez esa fue la razón por la que el padre de Annette había insultado a Raphael. Para ganarse el favor de Ludwig, que sería el próximo Rey. Aunque Allamand no tenía otra opción que aceptar a Raphael como su yerno, no dudaría en cortar esos lazos.

Intelectualmente, Annette entendía la posición de su padre. Emocionalmente, le parecía inaceptable. Aun sabiendo que las acusaciones contra ella eran falsas, la había casado como si la estuviera abandonando, y luego había insultado a su esposo.

Annette apretó los dientes mientras la rabia la invadía al darse cuenta de lo que su padre había hecho.

jueves, 25 de agosto de 2022

agosto 25, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 10

Capítulo 10. Discúlpate Con Mi Esposo


Gerard era un mayordomo brillante, lo que le valió la aprobación del Duque Baviera. Procedente de una familia de la nobleza extranjera, sus modales eran perfectos. Además, tenía una buena apariencia. Hacía su trabajo muy bien. Annette había recibido cuidados meticulosos de él desde que era una niña.

Pero no puedo quedarme de brazos cruzados y dejar que sea grosero con mi esposo.

Annette se mordió el labio inferior, dirigiéndose a la puerta principal. Cuando vio a Gerard erguido de forma prepotente, enseguida detectó el problema. Jamás habría adoptado una actitud semejante.

Y su postura...

Parecía muy arrogante. No habría sido un problema, si no se hubiera dirigido a alguien superior en estatus. Se dirigía nada menos que al Marqués Raphael Carnesis, así que eso era una falta de respeto. Gerard conocía bien la etiqueta básica, así que seguramente lo estaba haciendo a propósito.

Annette frunció el ceño y se dirigió hacia la puerta. Raphael, que era tan sensible como una bestia al entorno, miró hacia atrás. Cuando Gerard siguió su mirada y vio quién se acercaba, sus ojos se agrandaron ligeramente.

"Buenos días, Marquesa Carnesis."

"Gerard."

Inmediatamente, inclinó la cabeza hacia ella en señal de reconocimiento. Al parecer, su cuello sólo se inclinaba ante los miembros de la familia Bavaria.

Los ojos azules de Raphael se estrecharon amenazadoramente. Tal vezsi el mayordomo no tendría el cuello tan duro después de cortarle la cabeza en la parte superior.

Annette, que podía adivinar los pensamientos de Raphael, se sintió intimidada por la violencia de sus ojos. Antes de que él pudiera hacer algo que no pudiera revertirse, ella se aclaró la garganta.

"Gerard, ¿Qué está pasando?" Preguntó. "¿Por qué haces un escándalo tan temprano en la mañana?"

"Le pido perdón, dama. He venido aquí por orden del Duque, pero no he podido completar mi tarea sin molestar. Le pido disculpas si le he causado alguna molestia". dijo, inclinándose cortésmente.

Ya no llamaba a Annette joven dama. Bueno, esa era la forma correcta de dirigirse a ella ahora que estaba casada, aunque se sentía un poco extraño.

"Me alegro de que sigas tus órdenes. Gerard, ¿Cuántos años llevas sirviendo a la familia Baviera?"

"Doce años, joven da... quiero decir, Marquesa". Gerard se corrigió tardíamente. La repentina aparición de Annette lo puso en una situación embarazosa.

En una discusión, el primero en equivocarse tenía las probabilidades de perder. Ella había comenzado ganando.

"¡Doce años! Es tiempo suficiente para haber aprendido la etiqueta adecuada. ¿Puedes explicar tu actitud hacia mi esposo, Gerard? Cualquiera que te viera pensaría que eres el dueño de esta mansión."

"¡Esa nunca fue mi intención! Lo siento, creo que hay un malentendido, pero..."

Nervioso, se apresuró a intentar excusarse, pero Annette no era una persona que se dejara convencer por disculpas elocuentes. Además, venía de la familia Bavaria. Corregir a un empleado que se equivocaba era para ella tan natural como respirar.

Annette levantó la barbilla para enfrentarse al hombre mucho más alto.

"¡Qué malentendido! ¡Lo vi con mis propios ojos! ¿Cómo has podido ser tan grosero con mi esposo? ¿Es que crees que ya no soy tu superior, ahora que me he casado? ¿Así que no necesitas de mostrar el debido respeto a mí o a mi esposo?"

Mientras lo regañaba, parecía que ella estaba a punto de estallar de ira. Pero eso fue sólo para aparentar. Annette sabía que Gerard no había elegido hacer esto por sí mismo. Era un mayordomo ejemplar que habría atendido cortésmente incluso a plebeyos que vinieran a la residencia Bavaria.

Gerard probablemente hace esto porque mi padre lo ordenó.

El padre de Annette era un aristócrata temible. Incluso antes del matrimonio de Annette, había despreciado abiertamente a Raphael por su nacimiento ilegítimo. Aunque la mitad de la sangre que corría por las venas de Raphael fuera del Rey, nunca podría compensar a su vulgar madre; una mujer de origen desconocido.

El desprecio de Allamand continuó incluso después de que Raphael se convirtiera en su yerno. La joven Annette no había sido lo suficientemente fuerte o experimentada para lograr las paces entre ellos. Pero ella nunca había pensado que su padre le lanzaría semejante insulto.

¡Esto es tan... grosero! ¿Por qué me casaste con Raphael si nunca quisiste aceptarlo como yerno?

Los ojos rosados de Annette se llenaron de lágrimas de rabia. Su padre siempre había sido egoísta. Miró fijamente a Gerard, sin darse cuenta del cambio de expresión de Raphael, que estaba detrás de ella. Y sus lágrimas bastaron para que Gerard agachara la cabeza. Nunca había soportado lastimarla.

"No. Le ruego que me disculpe por mi descortesía. Por favor, perdóneme."

"Discúlpate con mi esposo, no conmigo."

Ante su implacable orden, Gerard cerró la boca. Sus ojos verdes seguían negándose a reconocer la presencia de Raphael. No podía disculparse con Raphael, en contra de la orden de su maestro. En su lugar, sólo podía intentar convencer a Annette de que lo pasara por alto.

Si fueras la dama a la que serví, te pondrías de mi lado. Pero ahora...

La dama a la que había servido, aunque inteligente, se había acobardado fácilmente. Gerard se aferró a esa idea. Con su esposo al lado, por supuesto que tenía que fingir que regañaba a Gerard. Pero él la conocía desde que era una niña. Merecía la pena intentarlo. Gerard tragó saliva.

"No, el Duque Baviera me encargó que hiciera una visita formal", dijo con su tono más elegante. "Pero parece que ocurrió un malentendido. Mis acciones no reflejan ninguna intención personal, sino la orden del Duque..."

Annette sólo prestó atención a medias a la excusa. Sus sospechas de que su padre había ordenado este insulto eran correctas. Allamand debió ordenar esto para señalar a Raphael que no lo reconocería como su yerno. En lugar de permitir que Raphael pensara que se había unido a la familia Bavaria, quería que Raphael supiera que Annette había sido expulsada de la misma.

Tiene tantas ganas de insultar a Raphael, que ni siquiera piensa en lo que puede pasarle a su hija.

Annette sonrió con amargura. No podía creer que su padre hubiera enviado a un sirviente a insultar a un noble. Esto explicaba por qué Raphael fue tan rencoroso con ella. Y no era sólo una prueba del egoísmo de su padre, sino una prueba de que no le importaba ella. En absoluto.

De hecho, su padre siempre había mantenido las distancias durante su matrimonio anterior, incluso el día de su muerte. La última vez que había visto a su padre fue el día de su boda, y él sólo había asistido por orden del Rey.

La había abandonado.

Como no podía ser Princesa Heredera, se volvió inútil para Allemand. No debería haberla sorprendido; él era un bávaro de sangre fría, con hielo en las venas. Así que había llegado el momento de que la hija abandonada tomara algunas decisiones por sí misma.

Raphael es mi esposo. Y ahora... es mi única familia.

Aunque dolía, era la verdad. Ahora estaba obligada a proteger a su esposo. Así que Annette hizo lo que no había hecho en su vida anterior. Habló mirando con determinación a su antiguo mayordomo.

"Muy bien, Gerard", dijo con toda su elegancia. "Quiero escucharlo de tu boca. Yo también tengo sangre Baviera en mis venas. Incluso después del matrimonio, soy Annette Bavaria Carnesis. ¿O no?"

Su repentina resolución fue aplastante. Su actitud altiva y sus ojos fríos representaban toda una Baviera. Gerard se dio cuenta de que ella no tenía intención de dejarlo pasar.

"La dama nació en Baviera, por lo que siempre será de ese linaje. Soy leal a la familia Baviera. He dedicado toda mi vida a ese noble linaje", aceptó con voz temblorosa. Nunca antes había ido en contra de ella. Desde el momento en que la pequeña Annette le había sonreído, Gerard quedó derrotado. Siempre le había dado la razón.

"Bien. Entonces, discúlpate con mi esposo, que merece tu respeto."

Annette levantó la cabeza, sus manos agarraron ligeramente el brazo de Raphael. Su figura se veía arrogante, y Raphael se sorprendió de que no le pareciera mal. De hecho, le gustaba bastante.

Nunca en mi vida pensé que vería a un Baviera ponerse de mi lado.

Era increíblemente extraño. Siempre había estado solo. Había tenido que luchar por sí mismo para llegar a su rango actual, por lo que daba por hecho que nadie le ayudaría nunca. Incluso su padre, el Rey Selgratis, no lo habría reconocido como su hijo si no hubiera demostrado su valía. Ese era el despiadado mundo que Raphael conocía.

Pero de repente, esta mujer llamada Annette Bavaria había aparecido en este mundo, y no le había dejado resolver el problema por sí mismo. En cambio, había puesto su esbelto cuerpo frente a él como un escudo, e incluso había regañado al sirviente de su propia familia. Le exigía con indignación que se disculpara por su falta de respeto.

Era la primera vez en la vida de Raphael que alguien lo protegía.

Y fue por una mujer cuya cabeza no le llegaba ni al hombro. Una hija de la familia Bavaria, que despreciaba su propia existencia. Era todo muy impactante.

Qué mujer tan extraña.

Raphael la miró. Luego volvió a mirar al mayordomo, cuyo rostro estaba palidecido. Parecía que este rudo sirviente estaba encariñado con Annette. Un hombre podía leer fácilmente el corazón de otro.

Toda la arrogancia de Gerard provenía del hecho de que estaba respaldado por el Duque Allamand Baviera, pero para Raphael estaba claro que esa aversión le pertenecía. Y parecía claro de dónde provenía esa aversión. El frustrado Gerard inclinó la cabeza.

"Le pido perdón por mi descortesía, Su Excelencia, Marqués Carnesis. Por favor, perdóneme."

Raphael miró su cabeza inclinada con ojos fríos. Le hubiera gustado dar un escarmiento a este hombre por su insolencia, pero sabía que si impartía tal castigo a un sirviente de la casa de su esposa, no terminaría bien. El público llamaría a Annette una pobre víctima, y a él un carnicero. Mejor mostrar misericordia que provocar tales comentarios.

Y por encima de todo, nunca había esperado que ella levantara la voz para apoyarlo de esta manera. Ya que ella hacía su parte como esposa, él estaba decidido a hacer la suya como esposo.

"¿Dijiste que te llamabas Gerard?" Preguntó con frialdad.

martes, 23 de agosto de 2022

agosto 23, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 9

Capítulo 9. Pequeños Cambios


Mirando el lugar donde había estado Raphael hacía unos momentos, la agotada Annette se volvió a tumbar en la cama. No se había quedado ni un segundo. Realmente ella debía de caerle mal. Aunque estaba acostumbrada a su actitud fría, le entristecía que se fuera inmediatamente después de un acto tan ínt!mo.

Pero pensando en el pasado, Raphael siempre la había odiado.

¿Cuánto debía odiarla para no compartir ni una sola vez la misma cama en cinco años de matrimonio? Cada vez que habían tenido s3xo, siempre se había marchado bruscamente después. El hecho de que la hubiera complacido una vez no significaba que un hombre así se volviera cariñoso de repente.

Annette decidió que no dejaría que eso la perturbara. Había pasado por la muerte y, de alguna manera, había vuelto a la vida; ¿Qué importaba que su esposo fuera frío con ella? Si no tenía expectativas, no se sentiría decepcionada. Todo sería mucho más fácil si se despojara de todas esas preocupaciones.

En su vida anterior, su mayor problema ni siquiera había sido Raphael, sino el simple estrés. Annette siempre había sido bastante delicada. El estrés constante la había desgastado, por lo que al final había muerto muy joven, a los veinte años.

Annette no quería volver a morir así.

Desde luego, algunas cosas fueron mejores que antes.

Su primera vez con Raphael había sido muy diferente. Aunque la había devorado como una bestia, no había experimentado nada parecido al dolor de su vida anterior. El futuro podía cambiarse. Ya estaba cambiando poco a poco.

Sí, puedo hacerlo.

Annette abrazó su manta contra sí misma con determinación. En esta vida, demostraría su inocencia y trataría de arreglar su relación con Raphael. Pero si realmente la odiaba tanto, entonces consideraría divorciarse de él. Annette no era la niña indefensa que había sido en su última vida. Era una mujer que había recibido un milagro. Había experimentado vuelto a la vida.

En ese momento, la puerta del dormitorio se abrió con un chirrido y Annette se sobresaltó, cogiendo una manta para cubrirse. Era el hombre del que estaba pensando en divorciarse.

"¿Raphael?"

Se quedó un poco sorprendida al verlo. No esperaba que regresara. Por alguna razón, parecía enfadado. Por un momento, se preguntó si él había leído sus pensamientos.

Por supuesto, no lo había hecho. Había vuelto a su habitación por una razón totalmente diferente. Se acercó a Annette y dejó algo en la mesa de noche. Cuando Annette miró con curiosidad, encontró un cuenco plano, lleno de agua caliente. Un paño suave había sido colocado sobre el borde del cuenco.

Oh, Dios mío.

Los ojos de Annette se abrieron de par en par. ¿Raphael había traído esto para ella? Al encontrarse con sus ojos desconcertados, su expresión sólo se volvió más sombría. Cuando extendió su mano hacia ella, al principio pensó que pretendía volver a hacerlo con ella.  Pero esa gran mano se detuvo justo delante de su nariz, sosteniendo un vaso de agua.

"¿Esto? ¿Qué es esto, Raphael?"

La mirada feroz de él la hizo tomar el vaso por reflejo.

"Dijiste que estabas herido", dijo en tono de acusación.

Los ojos de Annette se dirigieron al fondo del vaso. Había un fino polvo blanco en el fondo.

¿Le había traído una medicina para el dolor? En ese caso, ella estaba agradecida, aunque la mirada de él hacía pensar que le estaba ofreciendo veneno. Su consideración fue tan inesperada que se quedó sin palabras por un momento.

Raphael frunció el ceño, mirándola con nerviosismo. Tampoco estaba seguro del por qué lo hacía, pero su voz adolorida le hizo sentir culpa. ¿Por qué esta hermosa mujer parecía tan débil? Le había traído una medicina, pero ella se limitaba a estar sentada, sosteniendo el vaso mientras lo miraba fijamente. Parecía que Annette Bavaria no aceptaba ni siquiera un trago de agua de él.

¿Por qué hice algo tan inútil?

Le hirió el orgullo. Quiso quitarle el vaso de las manos, pero Annette se le adelantó. Salió de la cama, dejó el vaso en la mesa de noche y lo rodeó con sus brazos.

"Muchas gracias, Raphael", dijo ella, levantando la cabeza para sonreírle suavemente. Sus finas pestañas doradas se agitaron. Bajo ellas, unos ojos como pétalos rosados brillaron de gratitud. Fue una sonrisa tan encantadora como observar florecer una flor.

Raphael se dio cuenta de que seguía deseando a la mujer de Baviera.

Tanto el tacto de sus delicadas manos como aquella deslumbrante, sonrisa le resultaban totalmente extraños. Rápidamente, se movió hacia atrás para escapar de aquel incómodo abrazo. Había hecho todo lo posible por ella, por lo que pretendía marcharse para que ella pudiera descansar antes de volver a hacerle daño de algún modo. Sin mirar atrás, se marchó.

Observando su espalda, Annette habló.

"¡Buenas noches, Raphael!"

Por supuesto, él no respondió. No importaba. Después de tomar la medicina que él había traído, Annette buscó el cuenco. Mientras se lavaba cuidadosamente entre las piernas, sintió que el dolor disminuía. El paño tenía una suave textura, el agua estaba caliente y el corazón de Annette se reconfortó.

No sabía que Raphael pudiera hacer esto.

Annette sonrió para sí misma.

Bueno, si lo pensaba, no siempre le fue mal con Raphael. En su última vida, se había esforzado bastante para proporcionarle los cuidados médicos que necesitaba hasta el día de su muerte. Cuando quedó postrada en la cama, había dejado de discutir con ella por completo y la había atendido personalmente. Quizá fuera por sus experiencias en la guerra. Raphael no soportaba que los demás sufrieran dolores físicos.

Después de lavarse, Annette se recostó en la cama. La medicina empezó a hacer efecto, así que el dolor disminuyó lentamente. Tumbada sola en una cama tan grande, sentía un poco de frío y soledad, pero estaba bien. Incluso en el oscuro futuro, podía vislumbrar una pequeña llama de esperanza.

Desgraciadamente, esas esperanzas se desvanecieron a la mañana siguiente.

Se despertó antes de lo habitual al escuchar un ruido en el exterior. Parecía una discusión; pudo escuchar la voz alta de Raphael.

Frotándose los ojos somnolientos, Annette miró por la ventana, pero no pudo ver a nadie. A juzgar por la dirección del ruido, debían estar en el vestíbulo.

Levantándose de la cama, Annette decidió averiguar qué estaba sucediendo. Ahora era la esposa del Marqués Carnesis, debía saber lo que ocurría en su hogar. Al dar los primeros pasos, sintió un ligero dolor entre las piernas, pero no fue grave. Rápidamente, se vistió nerviosa.

Habiendo sido rigurosamente educada para ser Princesa Heredera, Annette era una persona muy paciente. Mientras salía de la habitación, trató de recordar cualquier cosa que pudiera haber ocurrido en ese momento en su vida anterior, pero no había nada importante. En su última vida, Annette había estado postrada en la cama en este momento.

Al principio de su luna de miel, Raphael la odiaba. Su malentendido hizo que su primera noche fuera insoportable, y Annette había sido tan orgullosa, que incluso pudo decir algo tan simple como que la tratara con más delicadeza. Si hubiera dicho eso, no habría sufrido tanto después.

El precio de su propia terquedad fueron tres días enferma. Cuando volvió a abrir los ojos, lo primero que vio fue la cara sombría de Raphael, mirándola con frialdad. Había actuado como si ella fuera su enemiga. No mostraba ningún remordimiento por su mujer, que había estado enferma por su culpa.

'Estaba tan triste entonces...'

Annette frunció el ceño ante los desagradables recuerdos. Ella le devolvió el odio a Raphael. Nunca había entendido por qué la odiaba, por qué se negaba a creerle cuando ella intentaba corregir los malentendidos entre ellos. En ese entonces Raphael, era tan frío como su padre, e incluso más cruel.

Esta vez había sido completamente diferente. Aunque Raphael seguía comportándose de forma abominable, al menos había tenido en cuenta su comodidad. En esta vida, Annette había dormido y despertado como de costumbre, para escuchar este alboroto.

Espero que no sea nada importante...

El corazón de Annette latía más rápido, lleno de una ansiedad que aún no comprendía. Sus pasos se aceleraron. En cuanto dobló la esquina del pasillo que daba al vestíbulo, escuchó las palabras de Raphael en la distancia.

"¿Quieres decir que los regalos que envié no fueron lo suficientemente buenos para el viejo Bavaria?"

Lo escuchó burlarse, aunque su voz fue moderada, ella podía sentir la furia en ella. No tenía que verlo para saber que estaba en su peor estado de ánimo. Rara vez lo había visto tan enfadado.

"Le pido perdón, Marqués. Los regalos que ha enviado son maravillosos, pero mi maestro es una persona de gustos muy exigentes, que sólo utiliza los artículos más finos. Le pido su generosa comprensión por las diferentes opiniones que puedan existir entre dos familias."

Era una voz que Annette conocía muy bien. Se trataba de Gerard, el mayordomo de su familia. Tenía voz de noble, con un ligero acento extranjero. Gerard siempre le había parecido amable, así como un mayordomo excepcionalmente bueno.

Pero esta vez, frunció el ceño al verlo. Las palabras exactas que Gerard había utilizado se repitieron en su mente.

Hoy suena un poco extraño. ¿Por qué le habla así a Raphael? Es muy grosero.

Annette no podía entender por qué Gerard, el mayordomo de su familia, le hablaba con desprecio a Raphael.
agosto 23, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 8

Capítulo 8. Inocencia

La presión que se acumulaba en su interior era aterradora. Sentía como si su vientre fuera a reventar, tratando de aceptarlo todo. Al sentir que su entrada se extendía alrededor de su p3n3, Annette temió que la desgarrara. Se aferró a las sábanas mientras jadeaba. Inmerso en un placer increíble, Raphael fingió no darse cuenta mientras empezaba a empujar rápidamente.

"¡Uhhnnn! Ra, Raphael, un poco más despacio."

Cuando su grueso gl@nd3 se frotó contra su húmedas paredes, un extraño placer la invadió. Las lágrimas llenaban sus ojos, las manos de Annette se dirigieron automáticamente hacia él. Pero Raphael las atrapó sin piedad, inmovilizándolas sobre la cama. Sus caderas se movieron más rápido.

Cada vez que grueso p3n3 se clavaba en su interior, la visión de Annette se volvió blanca. Su respiración jadeó cuando empezó a atacar los mismos puntos débiles que había descubierto antes.

Raphael era tan lujurioso ahora como lo había sido en su última vida.

Pero el dolor casi había desaparecido. La sensación de su gran p3n3 acariciando sus lugares sensibles se sentía increíble. Cada vez que empujaba hasta lo más profundo, los gemidos salían de su boca.

"¡Haa, ahhh, ahhh!"

Su enorme p3ne la p3netró repetidamente. Sus paredes internas reaccionaron a la embestida, apretándose con avidez alrededor de su p3n3. Podía sentir la forma de la cosa que la estaba p3netrando. Raphael gruñía como una bestia masculina mientras empujaba con más ahínco.

"¡Uhhh!"

Los ojos de Annette se pusieron blancos. Su primer orgasmo por p3netración se estaba produciendo, y su cuerpo se estremeció mientras explotaba, tan intenso que apenas podía respirar. Cuando sus calientes entrañas apretaron con fuerza, Raphael perdió la cabeza. Frenéticamente, se metió dentro de ella.

Annette pensó que iba a morir. Entre sollozos retorció su cuerpo para escapar, pero Raphael la inmovilizó sobre las sábanas. Aferrándose a su bestial esposo, gritó luchando contra este terrible placer.

Raphael le metió su p3n3 hasta el fondo mientras agarraba su tr@sero. Incluso cuando estaba ey@culando, no se detuvo. Siguió fr0t@ndo continuamente el interior de ella con sus profundas embestidas, el sonido húmedo de su unión se extendió por la habitación.

Raphael se retiró. Después de haber aliviado su lujuria una vez, quiso darle la vuelta inmediatamente para hacerlo de nuevo en otra posición. Le gustaba mirar esa cara de muñeca, aunque ver sus pestañas húmedas y las marcas de sus dientes en el labio inferior le hacían sentirse extrañamente incómodo.

Pero en el momento en que se movió para darle la vuelta, percibió un olor a sangre. Instintivamente, Raphael encontró el origen del olor. Sus agudos ojos se abrieron de par en par.

La sangre fluía entre las piernas de Annette. Su vello púbico dorado estaba oscurecido por sus fluidos amorosos y enrojecido por la sangre. Dado que había utilizado su boca para prepararla, no entendía por qué estaba sangrando ahora.

A menos que lo que había dicho fuera cierto.

¿Realmente no se había ofrecido a Ludwig, con la esperanza de convertirse en Princesa Heredera? En realidad no parecía una mujer vulgar. Y al darse cuenta de esto, los ojos de Raphael temblaron violentamente en shock. Todo pensamiento de poseerla de nuevo se desvaneció.

Pero Annette no pudo percibir los cambios en su corazón, por lo que cerró los ojos con temor. Raphael era un hombre viril, que nunca se había conformado con hacerlo sólo una o dos veces. Era una criatura bestial, que no la soltaría aunque llorara. Si intentaba escaparse, la arrastraría de vuelta. Estaba segura de que él iba a hacerlo al menos una vez más.

¿Qué debo hacer? Empieza a doler...

No se había dado cuenta en medio del acto por el placer, pero ahora que había terminado, el dolor interior estaba empeorando. Como había temido, la primera vez siempre era dolorosa. Y a Annette le preocupaba lo que Raphael pudiera hacer si ella lo rechazaba. Con cautela, levantó la vista hacia él.

Pero Raphael no comenzó inmediatamente otra ronda. Annette se quedó perpleja hasta que vio que su mirada estaba fija entre sus piernas. En el momento en que vio sus ojos temblorosos, Annette comprendió lo que había sucedido. Sólo ahora, se había dado cuenta de que sus palabras eran ciertas.

En silencio, Raphael la soltó. Luego se deslizó fuera de la cama. Esto también fue diferente a lo habitual. Instintivamente, se dio cuenta de que esta era su oportunidad. Rápidamente aprovechó la ocasión para hacerle reflexionar sobre su comportamiento brusco.

"Te lo dije, ¿No?" Preguntó Annette lastimosamente. "Ha sido demasiado..."

En cuanto escuchó su voz, los músculos de su espalda se pusieron rígidos. Ya se sentía culpable. Escuchar su resentimiento sólo empeoró esa sensación.

Raphael se mordió la lengua para contener la disculpa que casi se le escapaba. Sin embargo, antes de rebajarse a disculparse, tenía que entender lo que había pasado. ¿Realmente la habían acusado falsamente? Con una acusación desmentida, Raphael quedó sumido en una terrible confusión.

Afortunadamente, todo su odio hacia Bavaria estaba allí para llenar los vacíos. La visión de sus mechones rubios le hizo decidirse. Los Bavaria eran personas astutas, con agua helada en las venas.

"Muy bien", dijo fríamente, recordando todos estos hechos. "Reconozco que no te has entregado a Ludwig. Pero eso es todo."

Inmediatamente, ella comprendió lo que él quería decir.

La acusación de que se había acostado con el Príncipe Heredero no tenía mucho sentido para nadie más que para su esposo. Ambos habían estado a punto de comprometerse en ese momento, por lo que Annette realmente había estado a punto de convertirse en Princesa Heredera. Así que, aunque a las encantadoras mujeres de la nobleza de Deltium les gustaba chismear sobre ello, las conversaciones sobre el compromiso habían sido suficientes para que todos lo ignoraran.

Fue una acusación diferente la que había destruido el futuro de Annette. Pero sabiamente, Raphael no hablaba de ello. Se trataba de un secreto que sólo conocían las tres familias implicadas, por lo que, a juzgar por la reacción de los invitados a la boda, parecía que el secreto había sido bien guardado.

Todavía es demasiado pronto para saber si eso es cierto o no, pensó Raphael con frialdad. Luego giró su cabeza hacia ella. Fue sólo para ver la respuesta a sus palabras, pero inmediatamente se arrepintió.

Mirarla lo exc!taba Su cuerpo desnudo aún mostraba todas las evidencias de su relación amorosa. Sus mejillas blancas como las de una muñeca de porcelana estaban sonrojadas. La visión de sus s3n0s asomando entre su larga melena rubia fue suficiente para que toda su sangre se precipitara hacia abajo. La vista de su propio s3men fluyendo entre las piernas de ella lo estimulaba insoportablemente. Pero lo peor de todo eran los ojos de ella, que lo miraban con tanta inocencia.

"¿Raphael...?"

Annette no podía imaginar los pensamientos que pasaban por su mente. Lo llamó mientras se preguntaba cómo podría desmentir todas las demás acusaciones contra ella. Pero se sintió confundida por lo que vio en su rostro cuando levantó la cabeza.

¿Por qué me mira así? Tal vez quiera volver a hacerlo después de todo...

Annette se estremeció ante esta posibilidad. El dolor entre sus piernas era demasiado intenso para pensar en hacerlo de nuevo. Y sin poder demostrar su inocencia en las otras acusaciones, ahora no era el momento de explicárselo.

Lo más importante ahora era persuadir de alguna manera al exc!tado Raphael.

"Raphael", dijo ella con una voz suave. "Me duele, me duele mucho... ¿podemos parar por ahora?"

Una vez más, su mirada se desplazó hacia abajo. En ese momento, como para reafirmar su súplica, otra gota roja recorrió sus blancas piernas. El rostro de Raphael se endureció ante esa visión. Se dio la vuelta para salir del dormitorio.

Una vez más, su mirada se desplazó hacia abajo. En ese momento, como para reafirmar su súplica, otra gota roja recorrió sus blancas piernas. El rostro de Raphael se endureció ante esa visión. Se dio la vuelta para salir del dormitorio.

Slam!

Cerró la puerta abruptamente. Por la fuerza con la que cerró la puerta, Raphael debía estar muy enfadado. Annette estaba tan asustada que ni siquiera pudo gritar; simplemente se llevó la mano al corazón sin hacer ruido. Definitivamente tenía que arreglar esa terrible costumbre de dar portazos.

Raphael, que ya se había ido, no se dio cuenta de la crítica de Annette. Trató de vaciar su mente de ella mientras caminaba por el pasillo, pero no funcionaba.

¡Maldita Bavaria! Maldita Annette Bavaria...

La imagen de su mujer desnuda se le pasó por los ojos. No podía quitarse de la cabeza esa hermosa vista. Su deseo s3xual no había disminuido. Aumentaba instándole a volver a ella. Aunque ella estuviera llorando, aunque estuviera herida, se sentiría tan bien aplastando su esbelto cuerpo bajo él y complaciéndose hasta quedar finalmente satisfecho.

Raphael no entendía por qué no se atrevía a hacerlo.
agosto 23, 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 7

Capítulo 7. Una Extraña Satisfacción


Recordando aquel dolor, Annette se aferró a su cuello con más fuerza. Sus tiernos s3n0s rozaron su pecho, pero a ella no le importó. Su miedo era mayor que su vergüenza.

"No me harás daño, ¿Verdad?" Preguntó, haciendo con una voz suave. "¿Por favor?"

Raphael no respondió. La sensación de los brazos de ella rodeando su cuello lo hizo sentir extrañamente incómodo. Recordó sus manos suaves, que parecían que se iban a romper con la menor fuerza. Aunque estaba impaciente, trató de controlar su temperamento para no ser tan brusco. Incluso si abrazaba a alguien tan débil de forma imprudente, podría matarla.

"Haré lo que pueda", susurró con profundo deseo. Temblando, Annette le soltó el cuello y Raphael abrió sus piernas con tanto cuidado como si fueran las delicadas patas de un ciervo.

La textura de su piel bajo las puntas de sus dedos se sentía increíblemente suave.  Su cuerpo tembloroso, su pelo, todo olía tan increíblemente bien. No habría sido extraño que cualquier hombre se la quisiera comer. Y aunque había decidido ser suave, sus manos se negaban a obedecer.

Se había preocupado porque no sabía si podría tolerar a una Bavaria como esposa. Pero ahora no tenía que preocuparse por eso. Apretó su mandíbula mientras miraba su cuerpo desnudo. Su piel blanca parecía hecha de azúcar.

Si su p3ne no se levanta ante semejante vista, ¿Se puede considerar un hombre?

Agachando la cabeza, Raphael se llevó sus s3nos a la boca, chupando con avidez. Sus p3z0nes estaban inicialmente pálidos, pero se pusieron rápidamente rojos como cerezas ante la estimulación. Su lengua  lamió obsc3namente su rígido p3z0n. Suavemente, lo mordió, mordisqueando ligeramente.

"Ah, ha...haa..."

Annette gimió retorciendo su cuerpo. Temía que le mordiera con demasiada fuerza, pero eso le hacía sentir un extraño estremecimiento entre las piernas. La sensación de que él le lamiera y mordiera insistentemente los p3z0nes le producía un hormigueo de pl@cer en todo el cuerpo.

Después de probar sus s3n0s dulces como el pudín, Raphael se lamió los labios. Sus profundos ojos azules seguían siendo duros, pero también extrañamente cálidos. Lentamente, acercó su cara a las piernas de ella, saboreando la textura de su piel mientras le separaba las piernas.

"Es... un poco vergonzoso... ¡Raphael!" gritó Annette, tratando de cerrar las piernas. El dormitorio estaba iluminado, así que podía mirar cada detalle de su desnudez. Estaba tan avergonzada que sus ojos se enrojecieron con lágrimas. Pero Raphael sólo agarró sus muslos, abriéndolos más.

"Quédate quieta. ¿No me dijiste que lo comprobara yo mismo?"

Las palabras que salían de sus labios eran obscenas. Cuando recordó a Annette haciendo una propuesta tan atrevida con su cara inocente, le hizo sentir que iba a estallar. Su p3n3 se hinchó tanto que le dolió, instándole a meterlo entre las piernas de ella.

Annette no tenía ni idea de lo que él estaba pensando, pero instintivamente se sintió en peligro. Y aunque estaba preparada para seguir adelante con esto, la forma en que él la miraba era tan intensa que la asustaba. Ella se sentó rápidamente. Besó cuidadosamente sus mejillas y frente para calmarlo.

"...¿Qué estás haciendo? ¿Sigues fingiendo que tienes miedo?"

Raphael apretó los dientes cuando la volvió a acostar. Pero su voz era más suave. Con toda su paciencia, bajó la cabeza hasta la abertura entre sus piernas.

Los g3n!tales de Annette estaban tan limpios, sus labios v@g!nales tan tiernos, que él se preguntó si los aplastaría con su tacto. Al mirar más de cerca, su húmeda abertura temblaba de excitación, brillando con un color bonito. Era una vista tan exc!t@nte que no podía apartar los ojos.

Pero Annette no pudo soportar la vergüenza, así que giró la cabeza para enterrar la cara en la almohada. La sensación de su aliento contra la piel entre sus piernas, la hacía sentir muy avergonzada. ¿Y qué aspecto debía tener su cara, mientras miraba con tanta atención su lugar más secreto?

Su dedo índice se deslizó sobre sus pétalos, abriéndolos para revelar su entrada. Los ojos de Annette se cerraron, esperando que esto terminara lo antes posible. Pero entonces sintió su lengua deslizándose sobre su zona int!ma.

"¡Ahhh! Raphael."

Annette asustada levantó la cabeza para disuadirle. En su vida anterior, Raphael se había acercado a ella en su primera noche creyendo que era una mujer experimentada. No se había tomado el tiempo de acariciarla de esta manera, y debido a ese malentendido, Annette había estado confinada en la cama durante tres días después de su primera noche.

Pero este Raphael era un poco diferente. Aunque no lo admitiera abiertamente, estaba reconsiderando la verdad de las acusaciones que Annette negaba con tanta vehemencia. Si ella realmente era inocente, entonces él necesitaba prepararla para que lo recibiera. Raphael era un hombre grande. Naturalmente, su dotación también era destacable.

Ajena a sus pensamientos, Annette se limitó a cubrirse la cara de lágrimas. Se avergonzó mucho cuando él la lamió allí. Raphael al ver que se comportaba con tanta timidez, sólo le abrió más las piernas.

Su lengua la estaba estimulando de forma intensa. De repente la punta de su lengua rodeó su sensible cl!t0ris. Sus labios calientes empezaron a chupar.

"¡Ahhh...uhhhhh...hummmm...!"

Su lengua, que pen3tró en su estrecha abertura, lamió ferozmente sus entrañas. En todos los lugares que tocaba su lengua, se producía un estremecimiento de éxt@sis. Sentía que sus entrañas se derretían, mientras sus caderas se arqueaban con fuerza.

De repente, un dedo se introdujo en su estrecha entrada, haciendo que los delicados músculos se contrajeran. El grueso dedo se deslizó profundamente. Cada vez que entraba y salía de su húmeda abertura, separaba un poco más sus paredes internas. Sintió como si se hubiera incendiado.

Mientras Annette jadeaba, el número de dedos en su interior aumentó a tres.

"Uhhh...uhh, de, detente..."

Su entrada caliente se tragaba los dedos. Raphael los introdujo profundamente, frotando sus paredes internas de un lado a otro, como si estuviera buscando algo. Annette se estremeció mientras su cuerpo se retorcía en formas que no podía imaginar. Sollozaba mientras movía su cabeza de un lado a otro.

En el momento en que vio sus ojos húmedos, las comisuras de la boca de Raphael se levantaron. Sus dedos se movieron cada vez más rápido, golpeando sus puntos débiles. Cada vez que tocaba esos lugares, su cintura se estremecía por sí sola.

Jadeos de pl@cer salían de su boca. El cuerpo de ella se vio perturbado por un pl@cer casi insoportable. Moviéndose hacia atrás, chupó su cl!t0ris mientras sus dedos entraban y salían rápidamente de su v@g!na, frotando rápidamente su punt0 G.

Una extraña sensación comenzó a cocinarse a fuego lento. Los dedos de los pies de Annette se curvaron. Su cuerpo se arqueó cuando empezó a alcanzar el cl!m@x. Su cuerpo se sacudió con las intensas sensaciones una, hasta que se desplomó de nuevo sobre la cama.

"Uhh...huhhh, huhhhh..."

Las lágrimas, que se acumularon en sus ojos, corrieron por sus mejillas. Tenía los labios abiertos mientras jadeaba. Parecía aturdida como si no entendiera lo que acababa de sucederle. Mirando aquel rostro encantador, Raphael sintió una satisfacción que nunca había conocido.

Levantando la cabeza, lamió los flujos remanentes en sus dedos. Sabía a fruta ácida, pero sólo le abrió el apetito. Su p3n3 palpitaba de exc!tación. Odiaba admitirlo, pero esta mujer lo exc!taba. Y eso era lo más imperdonable de todo.

Acomodándose entre sus piernas, Raphael introdujo su duro gl@nd3 en su estrecha entrada, sintiendo que aún se estremecía por su 0rg@smo. Al sentir el calor de su gl@nd3 dentro de ella, la sobresaltada Annette se quedó absolutamente inmóvil, recordando vívidamente el dolor de su primera vez. Le había dolido mucho.

Tengo miedo.

Su asustada mirada se dirigió hacia Raphael. Aunque sabía que tenía que experimentar esto en esta vida, no pudo evitar sentirse aterrorizada ahora. Raphael frunció el ceño al notar el miedo en su rostro. Levantó la mano para cubrir su cara. Había algo en esos ojos que le hacía sentirse débil e inútil.

Su gran mano casi le cubrió toda la cara. Sólo se veía sus labios rojos.

Raphael agachó la cabeza para besarla todavía tapando sus ojos. Dus labios atraparon su lengua, explorando su boca. Su lengua le hizo cosquillas en su sensible paladar, enroscándose y tirando de la punta de su lengua.

Cuando ella se distrajo con su beso, él hundió su p3n3 dentro de ella. Aunque había alcanzado el cl!m@x una vez, seguía estando tan apretada en su interior que sólo pudo introducir la mitad de su longitud. Pero aún así, se sintió muy bien. Las cálidas paredes interiores de ella se apretaron con fuerza alrededor de su p3n3. Él sintió como si su razón se derritiera.

"Relájate, Annette", gruñó. "Estás demasiado apretada."

Fue cruel al reprenderla por esto. Pero Annette no sabía cómo relajarse y aliviar el dolor desgarrador de su interior. Lo intentó, pero el hormigueo de la agonía permaneció. Su cuerpo se estremeció mientras gemía. Al ver que se mordía los labios por el dolor, Raphael chasqueó la lengua, en señal de desaprobación. Bajó su mano para frotar suavemente su cl!t0ris hinchado con el pulgar.

"Ummm..."

Un pl@cer familiar se extendió por su cuerpo ante la caricia circular. El cuerpo rígido de Annette se relajó. Instintivamente, Raphael aprovechó el momento y deslizó toda su longitud dentro de ella.

lunes, 22 de agosto de 2022

agosto 22, 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 420

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 420. Necesito Ir Allí (1)


'Pero, ¿por qué? ¿Por qué sospechó de inmediato del Emperador Heinley?'

Afortunadamente, eso también estaba registrado.

La razón número uno es que el decano de la academia mágica afirmó que el patrocinador que dio el collar a Evely era del Imperio Occidental.

'¿Quién es Evely?'

No importa... la razón número dos es que el collar de Evely era clave en la investigación del fenómeno de la disminución del maná, pero un pájaro lo robó antes de obtener los resultados.

'¿No hay otros países más famosos por sus pájaros?'

No obstante, de acuerdo con el informe, su futuro yo sospechó del Imperio Occidental en cuanto apareció ese pájaro.

La última razón es que el decano le confesó que el Emperador Heinley era un mago excepcional. Esto no era de conocimiento público.

"Es una locura..."

Sovieshu dejó el informe sobre el escritorio y se sumió en la ansiedad. La situación en el futuro era realmente desalentadora. 

Eso no es todo, Sovieshu se rió porque le pareció absurdo no que el Emperador Heinley fuera un mago, sino que la investigación se detuviera sin pruebas concluyentes.

"¿Me convertí en un tonto en el futuro?"

Los magos eran la fuerza y el motivo de que el Imperio Oriental se mantuviera como el país más poderoso. No importaba lo difícil que fuera, esta investigación debía continuar. ¿Cómo pudo detener la investigación aquí?

Una vez que Sovieshu volvió a meter en la bolsa el informe sobre el fenómeno de la disminución del maná, examinó sus otros libros de registros personales, y confirmó que aquí sólo había constancia de sus días después de ascender al trono.

Había perdido sus recuerdos a partir de los 19 años, pero los libros de registro de aquí sólo correspondían a los tres últimos años, por lo que los tres años del medio estaban en blanco.

'Esos libros de registro también deben estar en alguna parte...'

De momento, Sovieshu anotó resumidamente en el libro de este año lo que había descubierto hasta ahora. 

"También tengo que reunirme con Navier. Definitivamente."

Mientras estaba ocupado escribiendo, de repente empezó a quedarse dormido.

Se frotó los ojos en un intento de mantenerse despierto, pero el sueño que le invadió era difícil de resistir.

Incapaz de soportarlo, Sovieshu se levantó tambaleante de su escritorio.

Pero antes de que pudiera levantarse del todo, se sentó de nuevo en la silla y se quedó dormido sobre el escritorio.

***

Mientras tanto, el Marqués Karl se reunió con los demás secretarios para informarles de la condición de Sovieshu.

Todos los demás secretarios sabían que la memoria de Sovieshu había vuelto a sus días de príncipe heredero porque ayer había sido presenciado por muchas personas.

No obstante, sólo el Marqués Karl y el caballero que estuvo de guardia en el dormitorio de Sovieshu sabían que su memoria había vuelto a la normalidad por la noche. 

De eso es de lo que hablaría.

"... No sé si su memoria sólo volvió esa vez. No sé si Su Majestad recuerda los sucesos del día después de que recupera la memoria o si su personalidad original volverá siempre por la noche."

A continuación, el Marqués Karl transmitió adecuadamente a los secretarios las órdenes dadas por el Príncipe Heredero Sovieshu.

"Ah. Su Majestad pidió ver a todos mañana por la mañana. También quiere saber sobre los últimos seis años, así que cada uno de nosotros debe proporcionar un registro de los últimos seis años."

Una vez terminadas sus palabras, el Marqués Karl volvió a mirar a los secretarios y preguntó,

"¿Alguien tiene preguntas?"

Todos tenían muchas preguntas que querían hacer, pero como aún no habían visto a Sovieshu en persona, no tenían claro qué decir.

Aun así, el Conde Pirnu, que escuchó en silencio al Marqués Karl, preguntó.

"¿Qué pasará si Su Majestad tiene dos personalidades durante mucho tiempo?"

"Primero hay que confirmar que su personalidad original vuelve por la noche, en caso de ser así, hay que ser honesto con él para encontrar una salida."

"Estoy de acuerdo."

Al final de la conversación, el Marqués Karl añadió impotente,

"Por si acaso, le pediré a la Señorita Evely una vez que vuelva que use su magia curativa sobre Su Majestad. Aunque el médico del palacio dijo que no sufrió ninguna lesión importante en la cabeza..."

***

Después de esa discusión, el Marqués Karl volvió deliberadamente al Palacio del Este por la noche para confirmar si Sovieshu cambiaría a su personalidad original de emperador.

Sin embargo, Sovieshu no estaba en el Palacio del Este.

"¿Su Majestad aún no ha vuelto?"

"No, desde que salió con usted antes."

'¿Todavía está en la oficina?'

El Marqués Karl se dio la vuelta y se dirigió a la oficina del palacio principal.

Como esperaba, dos caballeros estaban delante de la puerta de la oficina. Cuando Karl llamó, escuchó una voz decir desde el interior,

"Adelante."

Cuando entró, la atmósfera alrededor de Sovieshu era diferente a la de antes. El Marqués Karl se sobresaltó. Se dio cuenta en cuanto lo vio.

Sovieshu, que ahora estaba sentado en su escritorio, tenía una mirada mucho más profunda y hundida que el príncipe heredero Sovieshu, a quien vio durante el día.

Aunque el Marqués Karl había entrado, Sovieshu sólo miraba con esa cara los papeles extendidos sobre el escritorio.

"¿Qué ocurre, Su Majestad?"

'Ha recuperado la memoria. Parece que realmente tiene dos personalidades.'

Convencido en su interior, el Marqués Karl habló como si no lo supiera. Sin embargo, la respuesta que recibió fue completamente inesperada.

"Karl."

"Sí, Su Majestad."

"El sol no sale."

"Su Majestad..."

"Mi mundo se ha vuelto oscuro."

"¿Eh?"

"¿Me he vuelto loco?"

Mientras el Marqués Karl tenía dificultades para responder, Sovieshu murmuró.

"Cuando me desperté la última vez, era de noche. ¿He dormido todo el día? Aunque haya dormido todo el día, ¿por qué llevo esta ropa y dónde me encuentro? Esta no es la oficina del Palacio del Este, sino la del Palacio Principal."

Mientras continuaba hablando, Sovieshu señaló con el dedo el escritorio.

Había todo tipo de papeles sobre el escritorio. Aunque no era visible desde la distancia del Marqués Karl, en uno de los papeles había una frase escrita hace unas horas por la personalidad del Príncipe Heredero Sovieshu, 

— ¿Me he vuelto loco en el futuro?

"Oh, eso es..."

El Marqués Karl entró en pánico, pero Sovieshu le instó a hablar,

"No importa, dime la verdad."

Al final, Karl confesó todo lo que sabía sobre la diferencia de su personalidad entre el día y la noche.

"¡Maldita sea!"

Sovieshu, que soltó una breve maldición, no pudo responder fácilmente. En cambio, pensó un poco antes de preguntar,

"¿Qué ocurrió con Navier? ¿Hay noticias de ella?"

"Sí, se despertó sana y salva. También se dice que la Señorita Evely fue de gran ayuda."

"... Gracias a Dios."

Sovieshu murmuró aliviado.

Desde que vio la ilusión de Rashta mirando a Navier desde arriba había estado preocupado. Por un momento pensó que Navier había muerto. Afortunadamente, ahora estaba bien.