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miércoles, 30 de diciembre de 2020

diciembre 30, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 61

Capítulo 61. Ayuda No Oficial (1) 


"E-entonces esta pequeña moneda de o-oro... ¿Cuánto vale u-un d-denario en l-lirams?" Max preguntó sobre la parte que más le confundió. 

"No llega a un número exacto. Cinco lirams valen tres denarios". Ruth respondió mientras él empujaba las monedas de oro del Sur y la gran moneda de plata de Roem hacia adelante. Rápidamente escribió sus palabras en el papel. Cinco lirams equivalen a tres denarios. Mirándola, Ruth suspiró suavemente. 

"Supongo que estás confundida cuando usas lirams y denarios juntos. Los soldems son una unidad grande, por lo que se usan con poca frecuencia; lo mismo ocurre con los derhams porque son demasiado pequeños. Los lirams de plata de Roem y los denarios de oro de Rakasim sirven como medio regular de intercambio entre los nobles y los comerciantes. Por eso, es un verdadero dolor, ya que no se convierten tan fácilmente como nos gustaría. No es como si pudiéramos aplastar las monedas en trozos más pequeños... Al final, las convertimos todas en derhams y se hace más fácil después de eso". 

Max asintió sombríamente. 

"N-no s-sabía que había t-tantas clases diferentes de m-monedas..." 

"Esto no es nada. Hay monedas de Balto en el Norte y de Suikan en el Este. La pureza de la plata y su peso son los mismos que los del soldem y el liram, por lo que no se usan por separado como el denar y el derhams, pero será útil tener en cuenta las diferentes formas por lo menos". 

Ruth rebuscó en la bolsa y frunció el ceño. 

"No tengo ninguna moneda de oro de Balto y Suikan. Intentaré conseguirlas más tarde". 

A Max le aterrorizaban los nombres de más monedas y regiones. Solo iba a confundirla más si se las traía. 

“¿N-necesito s-saber si las m-medidas son s-similares a las de los s-soldems y l-lirams? Solo necesito c-comprobar la m-medida..." 

"Recientemente, hay un creciente número de señores feudales que producen sus monedas para mostrar su riqueza y poder. Pero la mayoría de ellas están mezcladas con plomo y cobre, así que debes filtrarlas. Por otro lado, las monedas de Balto y Suikan tienen una gran pureza, por lo que será muy útil saber cómo distinguirlas. Pronto, habrá comerciantes del Norte y del Este que vendrán a Anatol. 

"E-está bien..." 

"Las monedas de alto crédito son soldem, liram, denar, derham y segales de cobre usadas por los plebeyos y dants usados por algunas personas prominentes. Eso debería ser suficiente para que sepas". 

"¿C-cuánto v-vale un d-dants?" Preguntó Max, sin haber oído hablar de ello antes. 

"Los dants son las monedas más valiosas del mundo. Fue fabricada durante los períodos más ricos de la Dinastía Roem. Está hecha de Orihalcon y es del tamaño de una palma, y solo existen 600 en todo el continente. Creo que el Señor Calipse tiene 160 de ellas". Ruth respondió con una voz baja. 

Max se sorprendió de que tuviera 160 de esas preciosas monedas. 

"Entonces cambió a un tono jactancioso como si fueran suyas. Fueron encontradas en la guarida de los demonios en el Cañón de Osiria, hace seis años. En ese momento, el Señor Calypse cazaba frenéticamente espíritus malignos y recogía sus tesoros como si estuviera poseído por algo. Los dants eran una de las cosas preciosas que recogió. Inicialmente, encontró 200 de ellos pero usó 40 dantes para construir una muralla, hacer trabajos de mantenimiento en el castillo e instalar un camino en el pueblo". 

"¿P-puedes hacer todo eso c-con s-solo 40 m-monedas?" 

"Usó el doble del costo estimado. Pagó a los trabajadores varias veces más para acelerar el proceso de construcción". 

Ruth explícitamente puso una mirada de disgusto en su cara. Este mago parecía ser estricto con el dinero. 

"D-debes c-conocer a Ri-Riftan desde hace m-mucho tiempo". 

"Conozco al Señor Calipse desde que era un soldado. Eso fue hace unos doce años". 

Su curiosidad se disparó cuando escuchó esto. ‘Él habría tenido quince años en aquel tiempo. ¿Fue un soldado desde entonces?’ Ella había oído que tenía dieciocho años cuando se convirtió en caballero. Normalmente, se necesitaban tres años de entrenamiento y un año de servicio como ayudante para recibir oficialmente una espada y convertirse en caballero. 

"Ahora, dejemos la charla y continuemos con el libro de cuentas. Deberíamos terminar esto antes de que llegue el vendedor, ¿no?" Max se tragó sus preguntas y regresó al libro de cuentas cuando se lo recordó.
diciembre 30, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 60

Capítulo 60. Evidente Ignorancia (2) 


Ruth se golpeó el pecho con frustración. Intentaba en vano aplacar su agitación, sabiendo bien que estaba hablando con la Señora de la casa. Pero sus emociones no podían ser apaciguadas con sus absurdos planes. Aun así, le explicó con toda la calma que pudo. 

"El cristal no es nada práctico. El aislamiento del vidrio es extremadamente pobre, no será diferente a vivir con las ventanas abiertas. Además, los caballeros a menudo entrenan en el patio trasero y será solo cuestión de tiempo que esas ventanas tan caras se hagan añicos por el balanceo de las espadas. Otra cosa, se raya fácilmente, así que será un reto manejarlos. Los sirvientes pasarán la mayor parte de su tiempo puliéndolas y pronto, estarás corta de personal". 

Cuando escogió los puntos en los que Max nunca había pensado, ella se calló aún más. Miró hasta el último billete y solo entonces su cara se suavizó un poco. No se sabía si era la realización de su brusquedad hasta ahora o el mero contenido del billete, aun así, las palabras que siguieron tenían un toque de suavidad. 

"Afortunadamente, no todo ha sido ordenado. ¿Por qué no acordamos cambiar las ventanas del Salón Principal, del Salón de Banquetes y de algunas de las habitaciones de huéspedes en vidrio, y las restantes habitaciones pueden tener doble cobertura para el aislamiento? Será muy útil en el invierno si se añade una puerta exterior y se tiene parcialmente entreabierta para dejar entrar el aire fresco. Eso será suficiente para mostrar su riqueza a los huéspedes sin dejar un agujero en su bolsillo". 

Sacó un nuevo trozo de papel de pergamino y dibujó un plano del castillo como explicó. Max miró el dibujo en blanco y asintió con la cabeza. 

"D-de a-acuerdo. Yo... yo... le diré eso". 

"La fuente de cristal no vale nada". 

Se echó el papel de pergamino sobre los hombros y sumergió la pluma en el tintero mientras colocaba un nuevo trozo de papel delante de ella. 

"Deshagámonos de lo llamativo y anotemos una por una las que sean absolutamente necesarias" dijo, aparentemente tomando las riendas. 

Una desconcertada Max simplemente miró la pluma con horror. Ella esperaba que él reescribiera el libro de cuentas para ella, pero aquí él s9lo estaba alistando cosas y entregándole el aspecto vital. ¡Ella no quería que se repitiera la sesión de reprimenda! 

"Y si c-cometo un e-error o-otra vez..." Ella intentó insinuar que él debía redactarlo. 

"Te ocuparás de esto en el futuro. Te guiaré correctamente, así que no te preocupes". Había dejado su postura muy clara. 

Ella miró el libro de cuentas, sintiéndose perdida. Su cabeza estaba tan en blanco como el papel que tenía delante. En pánico, Max revisó los billetes y buscó algo para escribir. Trató de calmarse y buscó el registro de compras más antiguo y anotó los artículos comprados y los detalles con él. Lo siguió con el número de personas contratadas, sus salarios y el período de contrato, y luego... las cosas comenzaron a complicarse solo con su escaso conocimiento. 

Max garabateaba números mientras el sudor le escurría por las sienes. ‘¿Cuánto valía cada moneda? ¿Cómo debería calcularlo?’ Se quedó confusa por un segundo. Sus dedos apretaron fuertemente la pluma como si fuera a exprimir las respuestas. 

Al darse cuenta de lo nerviosa que la había puesto un simple libro de cuentas, Ruth frunció el ceño. Parecía tener una inclinación a lo que pasaba por su mente, pero aun así abrió la boca para no suponer. 

"Solo para estar seguro, usted conoce las unidades monetarias, ¿verdad?" 

"¡L-las c-conozco!" 

Ella negó ansiosamente, el horror se arrastró dentro de la posibilidad de que su secreto fuera descubierto. Sin embargo, el mago la miró con sospecha. Bajo el intenso escrutinio al que estaba siendo sometida, Max contuvo la respiración y se las arregló para añadir... 

"Y-yo n-nunca he u-usado d-dinero antes, yo..." 

Sin esperar más, Ruth lanzó una pregunta. "¿Cuánto son 60 lirams en soldems?" 

"Y-yo, mm, ¿c-cuatro?" 

Dobló y enderezó sus diez dedos y soltó una respuesta que esperaba fervientemente que fuera correcta. Pero debido a una espontanea iluminación como resultado ella rápidamente contesto. 

"¡Tr-tres!" 

"¿Cuánto soldems obtienes de 24 denarios?" 

"Y-yo..." 

"¿Qué tal 10 lirams en derhams?" 

Casi llorando, la cara de Max se enrojeció de vergüenza y humillación. Sin embargo, el agudo par de ojos todavía la miraba fijamente, sin importarle sus desmoronadas emociones. 

‘¡Todo ha terminado! Debe haberse dado cuenta de que soy una tonta. Va a pensar que soy una mera idiota. ¿Se lo dirá a Riftan?’ 

Dejó caer su cabeza con inquietud. Después de un silencio que parecía eterno, oyó un suspiro de cansancio. 

"¡Ni siquiera la princesa Agnes era tan ignorante del mundo! ¿Qué tan protegida creciste?" 

Incapaz de dar una excusa, se mordió el labio. Ruth se quedó en silencio durante un largo momento y exhaló en voz alta mientras atravesaba el bolsillo interior de su túnica, sacando una pequeña bolsa. 

"Escucha atentamente",} dijo mientras recogía dos monedas de plata. Una era gruesa y ancha como su dedo medio, y la otra era delgada y ancha como dos tercios de un meñique. Ruth golpeó la gran moneda que llevaba la insignia de un pájaro con las alas abiertas. 

"Esto es un liram. Es una moneda de plata que el Imperio Roem creó y extendió por todo el continente. Vale doce veces más que esta moneda más pequeña, el derham" dijo señalando la moneda más pequeña. 

"Los derhams son de Rakasim, en el Continente Austral. Se ha utilizado ampliamente desde que el comercio con este continente ha crecido estos últimos años. Es pequeña pero tiene un gran prestigio". 

Ella miró la pequeña moneda de plata que había puesto en la palma de su mano, ocultando su fascinación. Era la primera vez que veía una moneda tan cerca. Ruth la dejó observar un poco y continuó explicando. 

"Los lirams son exactamente doce veces más pesados que los derhams. Por eso doce derhams se cambian por un liram". 

Luego sacó dos monedas de oro. Una era grande como un liram y la otra como un derham. 

"Esta grande es una soldem, creada por el Imperio Roem, igual que los lirams. Esta pequeña es un denar, también de Rakasim. De la misma manera, los soldems son doce veces más pesados que los denarios. 

"¿P-por qué e-el C-Continente del S-Sur hace monedas tan p-pequeñas?" 

"El comercio en el Continente del Sur está mucho más desarrollado que donde estamos. Si una moneda es demasiado grande, el comercio entre individuos no puede ser posible". Respondió como si su pregunta fuera molesta. Ella no pudo entenderlo completamente, pero Max no hizo más preguntas. Ruth dejó las monedas y continuó hablando más sobre el dinero. 

"Las monedas de oro valen 20 veces más que las de plata. Un solo soldem se cambia por 20 lirams y un solo denar se cambia por 20 derhams".

sábado, 26 de diciembre de 2020

diciembre 26, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 59

Capítulo 59. Evidente Ignorancia (1) 


En el estudio silencioso, el aire se detuvo. Excepto por el revoloteo de las páginas, no había ningún sonido. Solo había dos personas ahí, pero era más sofocante que una sala llena de gente y de gritos. 

Mientras hojeaba las páginas del libro, de vez en cuando, Ruth presionaba el centro de su frente con el dedo índice como si tratara de reprimir sus emociones. Mientras recorría línea tras línea, palabra tras palabra, sus pensamientos no se atrevían a reflejarse en su cara. 

Cerca de allí, una malhumorada Max se quedó quieta, como una niña que había sido reprendida por sus malas acciones. Su mirada se fijó en el libro de cuentas, como si tuviera un poder autoritario sobre su futuro. Cada vez que pasaba una página, su corazón se detenía. Cada segundo fugaz, echaba un vistazo a la cara vacía que tenía delante, tratando de medir el estado de ánimo del otro. 

Sin embargo, no podía obtener nada y solo podía volver a sentirse más malhumorada. 

Después de lo que pareció una eternidad, su auditoría sin palabras finalmente había llegado a su fin. La persona encargada de la creciente tensión en la habitación suspiró profundamente y se frotó la cara por costumbre. Luego, se volvió hacia la única persona de la habitación, y sin preámbulos, la miró directamente a los ojos. 

"No sé de qué hablar primero" dijo impasible. 

Max, que ya era un manojo de nervios, sintió como si se arrastrara dentro de un agujero. Tenía poco valor para enfrentarse a lo que estaba por venir. 

"¿Estás seguro de que tienes todos los billetes de compra aquí?" Su rostro no traicionó sus pensamientos ni siquiera ahora. 

"¡S-sí! El p-paquete de p-papeles de ahí..." 

Entrecerró los ojos ante la pila de papel pergamino a la que ella se refería, y luego cerró el libro de cuentas con una bofetada que resonó en la habitación silenciosa. Max tembló ligeramente. 

"Podemos empezar mañana porque ya es bastante tarde". Sugirió solemnemente. 

"P-puedes d-decirme a-ahora mismo..." Había estado al límite durante demasiado tiempo, cuanto antes terminara con ello, mejor sería. Si tenía que pasar por esto durante un minuto más, temía una inminente crisis nerviosa. Sin embargo... 

"Este libro de cuentas no es algo que podamos arreglar en un par de días". 

Max inmediatamente frunció los labios, silenciada por las afiladas palabras. ¿Qué tenía que decir? Al final, todo lo que pudo hacer fue asentir en silencio, ardiendo en una silenciosa vergüenza. 


"¡Llegas temprano!" 

La mañana siguiente vio a Max corriendo a la biblioteca tan pronto como se despertó. No quiso retrasar ni un momento más de lo necesario para arreglar el libro de cuentas. Había pasado toda la noche nerviosa, con bolsas bajo los ojos como prueba. 

Cuando vio a la delicada figura corriendo por la habitación, Ruth la saludó con un bostezo perezoso y poco impresionante. Estaba durmiendo en un rincón, vestido con su habitual ropa andrajosa de antes. Parecía que le había costado un gran esfuerzo enderezarse, y la mirada que le dirigió todo el tiempo era la de alguien que había sido perturbado en medio de algo muy importante. 

Max entrecerró los ojos, claramente consciente de lo que significaba su mirada. Se había escabullido de su habitación poco después del amanecer. Antes de irse, se había limpiado la cara con una toalla húmeda, sin querer chocar con ningún sirviente. Para cuando llegó aquí, estaba jadeando y una fina capa de sudor se había abierto paso por su cara sonrojada. 

¿Y este hombre, que vivía libre y tranquilo, la acusaba en silencio de invadir su privacidad mientras ella pasaba la noche en vela? 

"Veamos primero los registros de compra. Deberíamos cancelar cualquier pedido innecesario antes de que sea demasiado tarde". 

Sin perder un momento, sacó una silla del escritorio, se puso cómodo y fue directo al grano. Sorprendida por el repentino cambio de comportamiento, Max se colocó el pelo despeinado detrás de la oreja para ocultar su malestar y se sentó tranquilamente en el asiento de enfrente. 

Ella intentó romper el silencio. " El c-comerciante v-vendrá esta ta-tarde. Puedo c-cancelar c-cualquier pedido ho-hoy”. 

"Muy bien". Simplemente respondió. 

Organizó hábilmente los papeles por fecha y comenzó a revisar cada uno de ellos en detalle. Mientras miraba los registros, ella se agarró la falda nerviosamente y esperó con la respiración entrecortada, sin atreverse a echar un vistazo para no molestarlo. 

"En primer lugar" dijo finalmente, "20 lirios por un azulejo de mármol lo anotó incorrectamente. Un azulejo de mármol de 1 cubo por 1 cubo por 20 derhams no es un precio ridículamente caro. No, en realidad es bastante barato". 

Justo cuando Max suspiró aliviada, descubrió que había celebrado demasiado pronto. Ruth golpeó el escritorio con sus dedos y continuó en el mismo tono distante. 

"Pero no estoy seguro de que sea necesario cambiar el suelo del Salón de Banquetes por baldosas de mármol. No hace mucho que se han cambiado a baldosas de piedra" dijo y suspiró. "Creo que no hay nada que podamos hacer ya que la construcción ya ha comenzado. Sin embargo, el Señor Calipse merece este tipo de lujo, así que debería estar bien". 

"P-pero no ha-han em-empezado c-con el s-salón así que p-podemos c-cancelar..." 

"Eso sería genial, gracias". Respondió secamente y pasó a las otras secciones. 

"Todo lo demás se ve bien. Barandillas de escaleras, barandillas de balcones, alfombras y cortinas, decoración de paredes, muebles, lámparas y estatuas, fuentes... ¡¿fuentes?!" 

Su voz plana gritó cuando llegó al final de la lista. Max se estremeció como si alguien le hubiera dado una palmada en la espalda. Se dio la vuelta y la miró con ojos estrechos, exigiendo tácitamente una explicación. Incapaz de atreverse a mirarlo directamente, ella miró hacia otro lado y empezó a dar excusas. 

"El c-comerciante d-dijo que se vería muy b-bien en el j-jardín". 

"¿Sabes cuánto dinero se destina al mantenimiento de una fuente? ¡Sacar agua es una construcción enorme en sí misma! Y lo que es más, está hecha de mármoles y cristales... ¡Este bastardo está tratando de estafarte!" 

Ante su grito de ira, Max bajó la cabeza. Parecía que se había encogido de tamaño. No importaba lo lamentable que pareciera, sus afilados comentarios no tuvieron fin. 

"¿Y de dónde vino la idea de cambiar todas las ventanas del castillo por cristal de alta calidad? ¡Este es un tipo de lujo que el Emperador de la Dinastía Roem habría tenido! ¿Sabes lo caro que es el vidrio?" 

"El Castillo de Cro-croix tiene v-ventanas de cristal de v-vidrio..." 

"¡Eso es porque es propiedad de la familia Croix! ¡Señora, su padre es una de las personas más ricas de los Siete Reinos!" Él no podía creer que ella estaba comparando tales cosas. Si el Señor Calipse era rico, entonces la riqueza del Duque de la Croix solo podía ser descrita como exorbitante. 

Incluso los plebeyos eran conscientes de este hecho, ¿cómo podría su propia hija ser inconsciente?
diciembre 26, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 58

Capítulo 58. La Resolución de Max (2) 


Aderon se levantó de su asiento con cara de torpeza, dejando atrás el papel de pergamino con varias explicaciones escritas. Tan pronto como se fue, Max se fue corriendo a la biblioteca a toda prisa. Le llevó varias horas registrar el precio de los mármoles y los salarios de los trabajadores. Suspiró cansada por su patético logro cuando de repente escuchó algo a sus espaldas. Miró atrás sorprendida y fue saludada por la visión de una persona que se asomaba por detrás en el rincón más alejado de la biblioteca, encerrado en una pila de libros. 

"Ru-Ruth..." 

El hombre la miró con sus ojos hoscos mientras se rascaba su pelo gris claro. Max no sabía cómo reaccionar, así que ella respondió con una mirada perdida. Ahora estaba sentado encima de los preciosos libros de contabilidad. ¿Cuánto tiempo lleva ahí tirado? 

"¿Por qué eres tan ruidosa estos días?" 

El mago frunció el ceño y se quejó de repente, aparentemente sin sentir vergüenza al encontrarse con la Señora de la casa mientras dormía en el suelo de la biblioteca. Max tartamudeó de vuelta, desconcertada. 

"Ca-castillo, estoy redecorando el castillo…" 

"El castillo es el castillo, pero lo que estoy preguntando es el negocio de la Señora Calipse." 

"¿Y-yo...?" 

"¿Quién más? Has estado lloriqueando en la biblioteca durante los últimos días. ¿Sabías que has estado perturbando mucho mi sueño?" 

Se cubrió la boca, avergonzada por el hecho de que alguien había estado observando sus actos de quejidos y suspiros. Instantáneamente se sintió furiosa con él por no hacerle saber que había estado cerca en sus momentos de angustia... y se quedó estupefacta al ver que le recriminaban en lugar de pedirle una disculpa. 

No sabía a cuál de las tres emociones debía reaccionar. Mientras ella estaba allí de pie, asombrada e incapaz de responder, el hombre se levantó de su improvisada cama y fue justo delante de ella. 

"¿Es usted... un contador?" 

Ella arrebató rápidamente las hojas de papel de su escritorio, ocultándolas sombríamente de su vista. Sin embargo, el hombre ignoró su esfuerzo por ocultar los papeles y ágilmente los recogió para escrutar la incorregible letra. Al momento siguiente, las cejas del mago temblaron. 

"¿Cuántos errores de cálculo tienes?" 

"¡Da-dámelo!" 

Se dio la vuelta para mantener el papel lejos de su brazo extendido y siguió mirando el contenido con horror. Lanzó un gemido bajo. 

"¿Por qué un plato de mármol vale 20 Liam? Estoy seguro de que escribiste las unidades equivocadas, ¿verdad? Por favor, dime que solo has mezclado las unidades". 

"A-ahora mismo e-estaba a p-punto de arreglarlo..." 

Max explicó desesperadamente a Ruth, que estaba a punto de echar espuma por la boca con rabia. Él, que la miraba con los ojos entrecerrados, instantáneamente fue por los libros que ella escondía a sus espaldas. 

Ella estaba atónita por su comportamiento directo. Un caballero nunca debe tocar las cosas de una dama sin permiso, o eso le habían dicho siempre. El acto de arrebatar por la fuerza las pertenencias de una dama sin permiso era algo que solo un rufián haría. 

Max tiró del dobladillo de su vestido con la cara roja. "¡Devuélvelo! ¡Co-cómo, cómo pudiste, ha-hacer, hacer algo tan-tan, grosero!" 

"¿Cuánto has gastado en los últimos días?" 

Ella se estremeció y lo miró cuidadosamente. La cara del mago estaba horriblemente distorsionada y su corazón se hundió al verlo. ‘¿Pasó algo malo?’ 

Ruth apretó sus dientes y lentamente reunió la fuerza para preguntar. 

"¿Cuánto?" 

"B-bueno, eso es…" 

El sudor frío estallo por todo su cuerpo mientras intentaba pensar en una respuesta. 

"Ri-Riftan dijo que no se preocupara por el dinero." 

"Pero al menos deberías saber cuánto has gastado, ¿no?" 

El reproche hizo que su cara ardiera con incomodidad. Se encogió y no podía mirarlo directamente, como cuando su tutor privado la había reprendido por sus pronunciaciones. 

"N-no sé el número exacto..." 

"¿Sabes la cantidad aproximada?" 

Tan pronto como ella sacudió lentamente la cabeza, el mago se frotó violentamente las sienes, tratando de regular su molestia. Por un momento, se preguntó por qué la regañaba, pero luego el miedo de haber hecho algo terriblemente malo la carcomió. Así que, Max confesó después de una larga duda. 

"E-en realidad no es-estoy familiarizada c-con este tipo de trabajo, así que…" 

"¡Si no estás familiarizada, al menos deberías pedir ayuda!" 

Sus palabras pronunciadas con frustración eran demasiado acertadas para que ella no pudiera decir una palabra en respuesta. Max tembló de horror, sintiéndose la mayor tonta del mundo. 

"¿Es-es realmente tan... está mal?" 

"En primer lugar, el libro de cuentas es un desastre. Algunos artículos son ridículamente baratos, otros ridículamente caros, los cálculos no coinciden en absoluto. Además, estas compras de artículos... ¡hay demasiadas compras innecesarias! Si bien es cierto que el Señor Calipse ganó una ridícula cantidad de dinero en la batalla contra el dragón, ¡no puedes gastarlo sin pensarlo! Hay numerosos caballeros y guardias en Anatol y somos responsables de su mantenimiento. Lo más importante es que planeamos construir una gran carretera que conectará el puerto con el pueblo el año que viene. Además, el invierno se acerca, así que nuestros ingresos por impuestos se verán afectados. Tenemos que tratar de reducir cualquier tipo de posible desperdicio". 

Max encogió su cuello como una tortuga ante el implacable ataque. 

"No, no... no he oído nada de eso. Él-él sólo dijo que hiciera lo que quisiera". 

Ruth suspiró profundamente después de que él escuchara sus murmullos. Como si hubiera perdido toda su energía, bajó los hombros y continuó. 

"No digo que redecorar el castillo esté mal. Es cierto que nos hemos convertido en una fábrica militar a la que solo le importa la defensa. Pero es demasiado. Si sigues gastando dinero así, pasarán un par de años antes de que el Señor Calipse tenga que ir a robar otra Guarida de Dragón". 

"E-ese..." 

Max se tambaleó a punto de colapsar y se agarró firmemente a la silla. Intentaba hacer todo para alegrar a Riftan... después de todo, era responsabilidad de la Señora de la casa mantener las cosas bonitas también. Sintió que toda la sangre de su cuerpo se iba mientras pensaba en cómo su marido se volvería loco por sus acciones equivocadas como el hombre que estaba delante de ella. Max lo miró con lágrimas en los ojos. 

"S-si me en-enseñas lo que hice mal, l-lo arreglaré. ...."
diciembre 26, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 57

Capítulo 57. La Resolución de Max (1) 


"Acaba de recuperarse, así que no se quede afuera por mucho tiempo". 

"S-solo será un corto paseo." Le sonrió a Rudis y se fue. 

La tranquila y calmada criada, que rara vez hablaba a menos que fuera necesario, un día comenzó lentamente a preocuparse por ella como lo haría una hermana. Todo lo que hizo fue decir una o dos palabras de preocupación sin cruzar la línea, pero eso fue suficiente para calentar el corazón de Max. 

‘¿Esta es realmente... mi casa... mi hogar?’ 

Sus ojos se iluminaron alrededor del Castillo Calipse, la idea de recordar su vida en el Castillo Croix. Había pasado toda su vida allí, sin embargo, no tenía nada que la emocionara. No hay gente, lugar o cualquier cosa para el caso, que podría remotamente hacer que extrañara. Un frío castillo que una vez la había protegido durante tanto tiempo, pero que no se atrevió a llamar "hogar", porque nunca se sintió así. 

Esperaba poder llenar su vida con cosas nuevas y completamente diferentes a las de su pasado. Esperaba que se encariñara con este castillo y su gente, y esperaba encontrar el amor aquí y hacer de este lugar su hogar. La lamentable y pequeña esperanza que había surgido en su interior hizo que su corazón se tensara. 

‘¿Es realmente posible?’ 

Dejar a Croix no significaba que se hubiera convertido en una persona completamente diferente. Ella seguía siendo esa tartamuda que habían etiquetado como tonta e insignificante. ‘Algún día también se darían cuenta de que era inútil. Entonces todo podría cambiar’. Ella sentía que su sangre se enfriaba con los pensamientos de perder su toque amoroso y cariñoso o su mirada ardiente. ‘¿Y si de repente se convierte en mi padre y…?’ 

¿Señora? Creo que todavía está enferma…" 

Debió parecer ansiosa mientras Rudis la miraba. Max sacudió la cabeza, como si la acción fuera suficiente para descartar los pensamientos negativos que la asolaban. 

"Estoy bien. Me g-gustaría una taza de t-té c-caliente". 

"Prepararé una inmediatamente". 

Tenía que tomar una decisión. Si quería que sus miedos nunca vieran la luz del día, tenía que caminar a lo largo de lo desconocido, más allá del inquietante pasado de los salones del Castillo de Croix, la reprochada Maximilian y el futuro desconocido. Una fuerte determinación ardía dentro en su corazón. 

‘Puedo cambiar. Debo empezar a actuar como una dama. Me convertiré en una mujer de confianza para él’. 

©©©


Al día siguiente, Max se había recuperado completamente. Aunque aún no había recuperado todas sus fuerzas, se sentía agotada. 

Este día, tuvo un visitante, el comerciante Aderon. Si hubiera sido la tímido Max de siempre, habría evitado la reunión, pero hoy tenía una intención que cumplir. 

Sin dudarlo, se reunió con el comerciante y discutió los planes para el Gran Salón. Escuchó atentamente sus explicaciones sin interrumpir, antes de lanzar a algunas preguntas. Después de pensarlo mucho, decidió colocar mármoles blancos y ligeramente teñidos de jade en el suelo de la Sala de Banquetes del Gran Salón y hacer que todas las ventanas fueran de un cristal exquisito. Antes de despedirse, el mercader aseguró que traería trabajadores y comenzaría el trabajo al día siguiente. 

Una vez resuelto esto, se dirigió a la biblioteca con el extracto de la transacción que acababa de recibir de Aderon. Revisó varios tomos pesados y trabajó en registrarlo en los libros de cuentas como lo hizo Rodrigo. Para cuando terminó de escribir los artículos con su torpe, casi no descriptiva, letra, el sol se había ocultado en el horizonte. 

Esta agitada y ocupada agenda continuó durante días ya que había muchos lugares que necesitaban ser reparados y parecía no haber fin a las cosas que ella tenía que comprar. Cada día se reunía con Aderon por la mañana temprano para que la guiara en las áreas que necesitaban reparación y estilo. Después de comprar más jardinería auxiliar, comprobaba si los trabajadores trabajaban correctamente. 

Por la tarde, se reunió con el paisajista que Aderon había traído para adornar el lúgubre jardín, y luego los ingenieros para conferir sobre los patrones a ser grabados en las barandillas y marcos de las ventanas. Su ansiedad se acumulaba con la falta de orientación e incertidumbre por sus esfuerzos. 

Un preocupado Rudis le decía "Señora, parece muy cansada. Debería descansar un poco…" 

"E-estoy bien" decía inmediatamente. 

Max revisó el Salón de Banquetes donde la gente estaba removiendo las placas de piedra y luego bajó al primer piso para controlar los artículos que llegaban. Como si fuera una señal, Aderon y sus trabajadores entraron en un gran carruaje en el castillo. Los sirvientes del castillo descargaron el equipaje dentro del carruaje y lo llevaron cuidadosamente adentro. 

"Son algunas placas de mármol y herramientas necesarias para el proceso". 

"¿Q-qué hay de las ve-ventanas?" 

"Anatol no tiene tanto vidrio. Tenemos que pedirlo a la Capital o a Libadon para conseguir un vidrio de calidad decente. Por ahora, enviaré un telegrama para ver si podemos comprar grandes cantidades de vidrio de una sucursal cercana". 

Entonces, Max lo llevó a la sala de estar, tragándose un quejido. Ella actuaba como una servil arraigada persona cuando el celoso comerciante comenzó a explicar el tiempo y el costo de la remodelación antes de que la criada pudiera siquiera llevarle una taza de té. 

Max trató de estar atenta a cada detalle, comprendiendo cada parte de lo que decía sin perderse nada. Sin embargo, tan pronto como Aderon empezó a usar una mezcla de nombres de monedas desconocidas, su cabeza se convirtió en un enredo. Sudaba mucho mientras intentaba ponerse al día con todos los cálculos. Un Soldem es 20 Lilams, 20 Lilams es igual a 240 Derhams, 240 Derhams es igual a 12 Denars, y 30 Denars es igual a .... 

"Oh Dios, estaba demasiado emocionada hace un momento. Por favor, perdóname". 

El comerciante dejó de divagar justo cuando sintió que su cabeza estaba a punto de explotar. Ella le mostró una estrecha sonrisa. 

"N-No, está bien". 

"Supongo que no puedo evitar sentirme entusiasmado al pensar en contribuir a la redecoración del Castillo del gran Señor Calipse". 

"G--gracias, por -p-pensar así. ...."

miércoles, 23 de diciembre de 2020

diciembre 23, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 56

Capítulo 56. Partida a la Capital (2) 


"... ¿Te sientes mejor?" 

Ante la abrupta pregunta, miró hacia abajo con prisa, tratando de enmascarar sus pensamientos anteriores. 

"E-estoy bien". 

"Te dolía la última vez que lo hicimos". 

Su cara se tiñó de carmín, sintiendo como si estuviera en llamas. 

"De v-verdad, e-estoy bien..." 

"Desearía que dijeras eso cuando estemos en la cama". Hizo una mueca y preguntó perversamente "Para cuando te pregunte '¿Puedo hacerlo más?' me digas 'Está bien' ". 

"E-ese, ese tipo de charla..." 

Miró a su alrededor con pánico. Viendo que los caballeros ya estaban muy adelantados, lo miró con una mirada tímida y continuó rígidamente. 

"E-ese tipo de charla, tú, tú no puedes hablar de esas cosas, si alguien escucha…" 

"¿Y qué pasa si lo escuchan?" 

Posiblemente que los culpen por ser lujuriosos y no tener principios. Así que mantuvo la boca cerrada como un mudo alimentado con miel. En los últimos días, solo sus noches eróticas, al llegar a las mañanas, llenaron sus recuerdos. Cuando no pudo hablar y empezó a llorar, Riftan, que la miraba con cara impasible, se echó a reír de repente. 

"¡Mi inocente e ingenua dama!" 

Luego la abrazó por la cintura y entrelazó suavemente sus labios. Max se estremeció un poco ante el frío toque de la dura armadura que sentía sobre su ropa. Su pulso latía erráticamente contra su pecho que casi podía oírlo en sus oídos. 



"No hagas demasiado difícil el mantenerme alejado de ti". 

Max lo miró con ojos temblorosos. Quería preguntarle si era realmente difícil estar separado de ella. Las palabras, "¿Puedo ir contigo?" se elevaron desde su corazón hasta la punta de su lengua, pero no pudo pasar de sus labios. Ella podría haberse colgado de su cuello y rogar, si no fuera por el miedo a que su dulce momento se arruinara, y él se molestara. Suprimió las imprudentes emociones que había sentido y trató de parecer tranquila. 

"Nosotros, nosotros n-necesitamos ir... tenemos una comida, tenemos que..." 

"Deberíamos". 

Max reprimió las ganas de estar a su lado y siguió caminando con calma. 

*** 

Después de la comida, todos los caballeros montaron sus cargadores. Max salió al patio con una fila de sirvientes para despedirlo. Elegantemente balanceado sobre un corcel negro gigante, Riftan giró lentamente su cabeza y la miró. 

"Volveré pronto". 

"Ten, ten cuidado... vuelve pronto". 

De alguna manera se las arregló para entender su pequeño murmullo y sonrió ligeramente. Se inclinó casi hasta el punto de caerse de su caballo y se agarró a su cara. Ella no pudo rechazarlo aunque todos los sirvientes estaban mirando. 

Se puso de puntillas y le devolvió el beso. Sus labios, que habían estado ligeramente superpuestos, ahora estaban totalmente unidos. El hombre, que le empujaba suavemente la lengua por la boca, se enderezó bruscamente y con calma llevó al caballo al frente como si nada hubiera pasado. Los caballeros, con la boca abierta y la cara llena de asombro, le siguieron con un suspiro. Max los despidió con un rostro brillantemente rojo. 

Cuando los caballeros pasaron la puerta y en una larga línea recta cruzaron el foso, los guardias de la muralla alzaron sus copas. El sonido del ruido sordo se mezcló con el de las pezuñas de los caballos. 

Durante mucho tiempo, Max permaneció de pie en el lugar, incluso después de que sus figuras desaparecieran de su vista. 

*** 

Después de que él se fue, ella se enfermó durante dos días enteros. La fatiga acumulada por los sucesos de los últimos días se acumuló. Había golpeado su cuerpo como si un muro se hubiera derrumbado. 

Estaba sufriendo un fuerte resfriado, así que las criadas hirvieron sopas de hierbas y trataron de bajar la fiebre con algunas toallas mojadas. 

Gracias a su cuidadosa atención, pudo abrir los ojos sintiéndose mejor que el día anterior. Le pidió a Rudis que preparara un baño, pensando que se sentiría mucho mejor después de lavar su cuerpo empapado de sudor. 

"¿Está bien si no llamo al médico?" Rudis, que trajo una bañera caliente con las criadas, dijo. 

Mientras se quitaba la pijama, Max sacudió la cabeza en negación y se metió a la bañera. 

"Ahora, ahora me siento... mejor". 

"No sé si las hierbas medicinales del mago son suficientes. No es demasiado tarde para llamar a un médico". Rudis continuó preocupada, tratando de disuadirla. 

"Estoy, estoy realmente bien. Es solo un resfriado". Ella sonrió deliberadamente. 

Aunque no se había recuperado del todo, la fiebre, afortunadamente, había bajado. Si comía bien hoy y no se movía mucho, recuperaría sus fuerzas y quizás se sentiría un poco mejor mañana. 

Salió al jardín con un grueso chal y un vestido recién hecho por la costurera. Las temperaturas habían bajado notablemente en los últimos días. 

"Cuando pasan las lluvias de otoño, dicen que la temperatura desciende así" explicó Rudis, sonriendo suavemente a la mujer a la que acompañaba, que estaba asombrada por el frío viento. 

"Creo, pronto, creo que el invierno llegará pronto..." murmuró Max. 

"El invierno en Anatol no es tan frío comparado con otras regiones. Rara vez nieva incluso en medio del invierno, tal vez porque estamos cerca del Mar del Sur. Incluso cuando nieva, se detiene en el punto de aguanieve". 

Max estaba un poco decepcionada. Nunca había visto la nieve amontonada ya que la finca de su padre se encontraba en la cálida región del sudeste. Escuchó que nevaba tanto en la capital, Drakium, que podrían cubrir el mundo entero y aun así tener nieve de sobra... 

¿Empezará a nevar cuando llegue allí?
diciembre 23, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 55

Capítulo 55. Partida a la Capital (1) 


"Mmm, Señora, si no le importa que le pregunte..." 

El sirviente soltó un par de toses antes de continuar torpemente. 

"¿Podría decirle al Señor que la comida está lista? Pensé que debía comer antes de salir de viaje, así que he estado preparando en la cocina desde temprano en la mañana". 

"¡S-se lo d-diré!" 

Ella respondió con una voz fuerte y alegre. La cara del viejo, que estaba llena de ansiedad por hacer una pregunta posiblemente presuntuosa, ahora mostraba alivio. Rápidamente expresó su gratitud. 

"Gracias, señora, así que... uhm, se lo dejo a usted". 

Ella se alegró de tener una excusa para ir a verlo y salió corriendo por la puerta sin una respuesta adecuada. La delicada brisa de otoño se deslizó suavemente sobre su cuerpo. Se tomó un momento para mirar hacia el cielo, el pálido sol otoñal iluminaba gradualmente el día y se reflejaba en los brillantes charcos de agua que se formaban en todo el jardín. Con pequeños saltos y brincos, vadeó los charcos y llegó a las escaleras. 

Al cruzar el vasto jardín, se acercó a la puerta interior. Sosteniendo cuidadosamente su falda para evitar mojarla, bajó ágilmente ocho escalones de la escalera. Pasó al lado de un guardia que inclinó su cabeza apresuradamente ante la llegada inesperada de su Señora. 

Se acercó cada vez más a las puertas del vestíbulo. Rodeado por un alto y grueso muro exterior y sostenido por el robusto pilar, este salón presentaba una imagen elevada en medio del débil brillo del sol de la mañana. Y los caballeros con armadura de plata se alineaban de forma ordenada ante el siempre imponente Riftan, para tener una vista impresionante. 

Cuando entró en la sala, Max se detuvo en sus pasos. Sin hacer ruido, lentamente se dio cuenta de lo que la rodeaba. Parecía estar hablando de algo serio, así que Max sintió que no era apropiado acercarse a él en este momento. Decidió esperar el momento oportuno mientras las voces de la sala se elevaban constantemente. 

"Líder, si estás tan preocupado por Anatol, me quedaré". 

Gabel, un joven caballero que había mostrado su brillante elocuencia en la cena dio un paso adelante y dijo "No tendrías que preocuparte si un solo Caballero Remdragón se queda, ¿verdad?" 

"Eso no es posible. Todos los caballeros que participaron en la batalla deben asistir a la celebración. El reconocimiento por el servicio debe ser dividido equitativamente entre todos nosotros". 

"No me interesan los títulos o recompensas del Rey. Mi reputación como caballero es lo suficientemente buena, y ya he recibido más que suficientes elogios. Es mejor quedarse en el Castillo y entrenar con mi espada que perder el tiempo asistiendo a una aburrida celebración". 

"¿Hablas en serio?" 

Con los brazos cruzados sobre el pecho, Hebaron sacudió la cabeza con incredulidad. Parecía pensar que su compañero, Gabel, no quería decir lo que decía y decidió llamarlo. 

"No es como si fueras un monje. Si todas las damas de la Ciudad Imperial se apilan a tus pies, ¿te vas a negar? Con tu extravagante habilidad para las palabras, podrías desmayarte alrededor de cualquier dama, ¡no importa cuán altiva sea!" 

"¡Tú, hombre superficial! ¿Es todo lo que se te ocurre con esa gran cabeza tuya?" 

"¡¿Qué has dicho?!" 

Mirando a Hebaron y a Gabel con sus dagas, Ruth, que estaba al lado de Riftan, suspiró profundamente. 

"Ustedes dos deben estar bajo una maldición donde si no se gruñen el uno al otro por un día, se contagiarán de una infección mortal". 

Chasqueó su lengua como si estuviera cansado de toda la discusión, y siguió con sus palabras. 

"Como dijo Sir Calipse, todos los caballeros que participaron en la batalla deben ir al Palacio Real. Sir Ovaron, Sir Sebrick, y los guardias son suficientes para proteger a Anatol. Además, también estoy pensando en quedarme atrás". 

"¿De qué estás hablando? ¡Tienes que ir! Jugaste un gran papel en la batalla". 

"No soy alguien a quien le importe la fama o el honor. Además, si voy, habrá fricciones con los magos del Palacio. Básicamente estoy siendo tratado como un traidor por los magos porque dejé la Torre Mundial sin permiso". 

Mientras el mago se encogía de hombros como si no fuera gran cosa, los caballeros pusieron los ojos en blanco. Riftan, que había permanecido en silencio durante mucho tiempo, decidió abrir la boca. 

"Me sentiré aliviado si te quedas". 

"Estaba planeando hacer eso desde el principio". Ruth se encogió de hombros como si no fuera gran cosa. 

Con eso, Riftan dio un paso adelante, empujando la sala al silencio. Dirigió una mirada autoritaria a lo largo de la fila ante él y habló solemnemente. 

"Entonces está decidido. Nos vamos tan pronto como estemos listos. La ruta será la misma que expliqué antes". 

Los caballeros apretaron sus puños en sus pechos y los bajaron rápidamente. Parecía ser su propia forma de cortesía. 

Max, que había estado dando vueltas durante mucho tiempo en la parte de atrás, se acercó sigilosamente a Riftan cuando la sesión informativa se acercaba a su fin. Se volvió y miró desconcertado a su visita. 

"Te dije que podías descansar un poco más. ¿Hay algún problema?" 

"Oh, no. Bueno, me s-sentí como si tuviera que l-levantarme". 

Ignoró las miradas de los caballeros mientras se acercaba a él. Riftan la miró con ojos preocupados. Sintiendo su corazón apretando su mirada, ella continuó tímidamente. 

"M-me d-dijeron que la c-comida está l-lista, así que... e-estoy aquí para d-decirles..." 

"Llenemos primero nuestros estómagos". 

Los caballeros se dispersaron rápidamente. Riftan caminó con un brazo alrededor de los hombros de Max, sosteniéndola como si la protegiera. Max observó su elegante figura bajo la brillante luz del sol. Vestido con una armadura plateada sobre una gruesa túnica azul, estaba tan resplandeciente como si acabara de salir de un mural del templo. Ella podía sentir por qué los plebeyos lo miraban y gritaban 

"¡El sabio de Uigru!" El legendario caballero que ascendió a los cielos.

martes, 22 de diciembre de 2020

diciembre 22, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 54

Capítulo 54. Acércame más (2) | +18 


El sonido de sus gemidos y los gruñidos de él llenaron la habitación. Sus labios se entrelazaban mientras sus cuerpos se enrollaban en la cama en una danza íntima. Para ella, su aliento olía a néctar, mientras compartían sus cuerpos, su respiración también se mezclaba, uno respiraba la exhalación del otro. 

Max podía sentir algo cálido y abrumador que crecía lentamente desde el centro de su corazón. 

Mientras hacía contacto visual con ella, exigió en un susurro desesperado, "Di mi nombre". 

"R-Riftan" ella respiró. 

"Otra vez". 

"R-Riftan". 

"Otra vez. Dilo otra vez". 

Lo llamó por su nombre hasta que perdió la voz. En ese momento, sintió como si existiera para apagar el calor interior, para satisfacer las demandas de él y de su cuerpo. En esa desesperación, no había espacio para pláticas sobre los modales de una mujer virtuosa. Se aferraba a él como un animal, clavando sus uñas en su piel tan fuerte como podían. 

Él la mata, y ella levanta de nuevo a los vivos. El ciclo y su extrema necesidad estaban volviendo loca a Max. 

"R-Riftan..." 

Max lo llamó por su nombre, como si estuviera en un sueño, y su nombre era lo único existente en el mundo. 

*** 

Desafortunadamente, la lluvia disminuyó al final de la tarde y se detuvo completamente al amanecer. Max abrió sus ojos llorosos ante el suave sol matutino que no había visto en mucho tiempo. Quería levantarse, pero sus miembros estaban demasiado débiles. Mientras gemía débilmente por el sordo dolor, una mano le acarició la espalda desnuda para calmarla. 

"Vuelve a dormir". 

Ella se quedó mirando su cara, protegiéndola del brillante sol de la mañana. Él se había despertado mucho antes que ella, ya con la ropa y la armadura puestas. Su corazón se hundió al ver esto. 

"T-te v-vas hoy..." 

"Me iré al mediodía. Tenemos que preparar las armas y la comida primero". 

Le alzó la barbilla y besó sus labios hinchados y luego deslizó sus manos que se encontraban cubiertas por un guante de hierro blanco. 

"Volveré a verte antes de irme, así que no te preocupes y vuelve a dormir" dijo mientras llevaba otro trozo de armadura hasta los codos y cogía su espada antes de salir de la habitación. Max miró fijamente la puerta desde donde había salido y parpadeó. Una sensación de vacío atravesó su corazón, inconscientemente. 

Finalmente se levantó y caminó sobre sus temblorosas piernas y pidió a las criadas un baño. Aunque él le había dicho que durmiera más, se encontró con que ya no necesitaba descansar. 

"Señora, su baño está aquí". 

Rudis y otros tres sirvientes trajeron una bañera llena de agua caliente. Ella se metió débilmente en el agua con la ayuda de sus sirvientes. Rudis le lavó rápidamente el pelo y le limpió el cuerpo con una esponja suave, y aunque estaba muy avergonzada, no le quedaba energía para limpiarse. Max amablemente tomó la ayuda de Rudis y se sentó en el agua. 

"¿Me disculpa un momento, señora? Iré a preparar un vestido de cuello alto". 

Una sirvienta que le limpiaba la humedad del cuerpo después de salir del baño le preguntó con cuidado. Max se sonrojó inmediatamente cuando notó las manchas rojas en su cuerpo. 

"S-sí, por favor". 

Cuando los sirvientes se fueron, Max se paró cautelosamente frente al espejo y extendió la toalla alrededor de su cuerpo. Sus clavículas tenían marcas, y sus pechos eran más grandes de lo normal y también estaban cubiertos de flores rosas. Se tocó los pechos con sus manos temblorosas, encontrando que el toque de Riftan era claramente diferente al suyo. 

Su toque se sentía como si fuera la mano de un escultor, y ella era la arcilla que se estaba moldeando. 

Se preguntaba si la mujer con marcas de amor en la piel y ojos brillantes en el espejo era la misma mujer que estaba acostumbrada a ver; una chica pálida y deprimida con los hombros caídos y la espalda encorvada. Max deslizó lentamente sus manos por su delgada cintura, su estómago plano y, por último, entre sus muslos. Su piel se sentía cálida al tacto, suave y lisa. 

No se sentía como si fuera la suya. 

"Señora, su vestido está aquí." 

Max se quitó la mano de su cuerpo con sorpresa. Aunque aún estaban detrás de la puerta, esperando su permiso para entrar, se sonrojó como si la hubieran pillado con las manos en la masa. Tartamudeaba avergonzada. 

"E-e-entra". 

Los sirvientes entraron en la habitación y la vistieron hábilmente. Llevaba un vestido elegante con ondas verdes y doradas con un cinturón dorado alrededor de su cintura. Luego, salió corriendo por la puerta con el pelo atado con un lazo, todavía húmedo. 

A través de las ventanas abiertas, el sol fresco besó suavemente su cara. Respiró el aroma del aire aún húmedo por la lluvia y se apresuró a bajar las escaleras. Él prometió venir a buscarla antes de irse, pero ella aún estaba ansiosa de que él la hubiera olvidado y ya se hubiera ido. 

"Buenos días, señora". 

Entró en un gran salón donde los sirvientes barrían el suelo con las ventanas abiertas de par en par para que entrara el aire fresco. Supervisándolos con una mirada aguda, Rodrigo bajó respetuosamente la cabeza cuando vio a Max. 

"El desayuno está listo. ¿Le gustaría tomarlo en el comedor?" 

"N-no, a-antes de eso, n-necesito ver a R-Riftan, quiero decir al S-señor Calipse". 

"El Señor Calipse está en el campo con los caballeros, señora". 

Estaba a punto de salir por la puerta cuando se detuvo. ¿Qué iba a hacer? Se preguntaba si solo lo molestaría. Mientras ella dudaba frente a la puerta, Rodrigo abrió cuidadosamente sus labios.




NOTA: Hola a todxs, espero que se encuentren muy bien. Lamento mucho haber mantenido abandonadas las novelas que estoy traduciendo sobre todo esta, pero es que la universidad me mantuvo muy ocupada los últimos meses. Como recompensa hoy les traigo estos cinco capítulos y además trataré de actualizar dos capítulos diariamente tanto de Bajo El Roble como de La Emperatriz Abandonada
Espero que le den mucho amor a estas novelas que traduzco con mucho cariño y si hay alguna otra novela sea del género que sea e incluso si es coreana, china o japonesa y que quieran que traduzca no duden en decírmelo en los comentarios y yo trataré de complacerlxs. Bueno creo que eso es todo de mi parte nos vemos mañana con una nueva actualización. Lxs tkm.
diciembre 22, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 52

Capítulo 52. Expectativas erróneas (2) | +18 


"B-bueno, ahora que lo pienso, ni siquiera tuve la o-oportunidad de agradecerte". Empezó, "G-gracias por c-contratar un sastre p-para m-mí". 

"No tienes que agradecerme nada". Él respondió secamente, poniendo el pedazo de mármol que sostenía sobre la mesa. 

"Sé que tiene muchas carencias en comparación con tu anterior estilo de vida. Aunque lleve tiempo, te conseguiré todo lo que quieras, así que aguanta un poco" murmuró. Luego puso su brazo alrededor del hombro de Max y bajó la cabeza, presionando un beso casto en los lóbulos de sus orejas. 

Ella se encogió mientras sus brazos la rodeaban, envolviendo su pequeña figura. No le faltaba nada, sino que le daba más de lo que ella podía pedir. 

Ella quería decir que él no tenía que trabajar tanto por ella, pero no podía hacerlo. Aunque era una expectativa errónea, se sentía extrañamente aliviada de que él pensara en ella como alguien importante. 

"Me voy al Palacio Real en unos días. Volveré con un carro lleno de regalos". 

Sus ojos se abrieron de par en par ante esto. "Sí, sí..." 

"Volveré tan pronto como pueda. Solo voy a asistir a la ceremonia y pronto..." 

Murmuró sus últimas palabras en voz baja, haciéndolas casi indescifrables. Y luego un suave, húmedo y cálido calor se metió suavemente en su boca. 

Sus ojos se abrieron ligeramente. La punta de su lengua sabía débilmente a vino. Su barba ligeramente gruesa se frotaba suavemente contra su propia barbilla, su nariz alta y recta sobre la nariz de ella, y una cálida y relajante palma acarició suavemente su mejilla. 

Había algo único en la forma en que la envolvía. 

Era terriblemente persistente y agresivo, pero más allá de este lado animal, también era muy cauteloso, sosteniéndola como si fuera algo sagrado. Cuando sus caricias se sentían diminutas, casi revoloteando en su piel, ella se sentía como si fuera una flor silvestre. 

Una delicada flor fue arrancada ferozmente y mantenida a su alcance... 

"Maldición. Realmente no quiero ir". Murmuró duramente, su aliento cálido calentando sus labios. 

Había un ligero rastro de saliva cuando sus labios se separaron. 

Max lo miró con ojos temblorosos. Él colocó su mano sobre uno de los pechos de ella, mientras la acercaba por la cintura. 

"No quiero hacer nada y quedarme encerrado en mi habitación durante meses, quizá años, y sólo descansar". Ella sintió mucha fatiga en su voz acalorada. 

Estaba exhausto. Max solo podía imaginar lo duro que debe haber sido durante los últimos tres años. La culpa y la compasión brotaron dentro de ella. Dudó un poco, antes de que moviera suavemente su mano para acariciar su cabeza. El hombre que le había estado dando besos en el escote la miró sorprendido. 

Se las arregló para decir con voz temblorosa, 

"A-anímate". 

Una extraña expresión cruzó sus ojos de ónix. Había vislumbrado una solemne mirada de angustia. Él la miraba fijamente con ojos brillantes, cuando de repente, se acercó a ella, cerrando violentamente sus labios contra los de ella. Max sintió la piel de gallina que comenzaba a hacer su camino en la parte posterior de su cuello al sentir sus respiraciones húmedas atrapadas en una batalla juntos. 

"Estás tan dispuesta a encenderme, no te lamentes cuando te arrepientas". Murmuró bruscamente mientras la tomaba en sus brazos de la silla en la que estaba sentada. 

Un fuerte temblor raspó el interior de su estómago. Ella no estaba asustada. Incluso cuando dijo algo así... 

Incluso cuando estaba haciendo algo así, ella no estaba asustada en absoluto. Podía ver vagamente en qué clase de persona se estaba convirtiendo para ella y eso era lo único que realmente temía. 

*** 

"D-detente..." La voz de Max salió en un suave quejido mientras estaba en la cama. 

Desde las ventanas, una luz brillante se derramaba desde el llamativo cielo azul cubierto con escasas nubes. Era un día bastante soleado. Se arrastró hacia la manta para escapar, pero sus brazos y piernas, que habían sido sometidos a un ejercicio demasiado riguroso durante la noche, carecían de la fuerza necesaria para arrancar una flor, y mucho menos para liberarse de la insistencia de un hombre. 

"Ri-Riftan... por favor, por favor". 

"Solo un poco más..." 

Al respirar entre sus piernas, ocultó su cara profundamente en las sábanas. La luz de la chimenea moribunda parpadeó sobre su piel húmeda empapada de sudor y humedad de su acto amoroso. Incluso la sensación del débil calor era como una tortura para Max. 

"Es increíble. Que tengas algo que pueda aceptarme y que yo tenga algo que pueda conectar contigo..." murmuró como un borracho mientras la tocaba entre sus piernas. 

Sus caderas levantadas en el aire temblaban con cada caricia suya, sus ya fatigados muslos temblaban. Sus pétalos empapados habían palpitado durante mucho tiempo por su estímulo, floreciendo en un rojo rosado. Se ahogó en un sollozo por el éxtasis y la calidad erótica de todo ello. 

El hecho de que ella le mostrara su parte más privada era agonizantemente extraño para Max. Su corazón se sentía como si pudiera salir de su caja torácica en cualquier momento. 

"¿Sabes lo hermosa que eres?" Ella sintió su cálida y ronca voz sobre su húmeda femineidad. 

Y sus dedos se clavaron suavemente, abriendo sus puertas secretas para acariciarlas. Max se encontró inmediatamente mordiendo la almohada para contener sus lujuriosos quejidos. 

Se estaba volviendo loca. Sentía como si todo su cuerpo se hubiera derretido y solo la parte que estaba bajo su control estuviera viva. Mientras las lágrimas corrían por su cara por el intenso clímax, él pasó suavemente su mano por su espalda y susurró, 

"Realmente, locamente hermosa". Su voz profunda y apagada se quedó en sus oídos como el hechizo de una sirena. Su cuerpo, que ya no era suyo, sucumbió a la sensación salvaje. Max inconscientemente tiró del pelo de Riftan. 

Su aliento calentó su suave piel y sus dientes mordieron suavemente sus partes que se habían vuelto sensibles por sus interminables toques. Sintió como si todos los nervios de su cuerpo se dividieran en pequeños trozos, desgarrándola por dentro. 

"N-no... ¡Ahh!" 

Sus palabras no correspondían con sus acciones, su espalda se arqueaba más alto, sus pliegues se estiraban como se esperaba de él. Riftan le apretó las caderas con fuerza para que no pudiera escapar, y después de probar persistentemente sus jugos, colocó su miembro palpitante contra su túnel y lo empujó lentamente hacia el interior, haciéndola sentir hasta la punta. 

Max ya no tenía suficiente fuerza para levantar ni un solo dedo. Mientras su grueso y masivo cuerpo se estrellaba contra ella, ella temblaba como una hoja. Su hombría se apretaba dentro de ella, exigiendo mientras la llenaba profundamente hasta la médula y con cada empuje, su miembro crecía con sus respiraciones raíles. A medida que sus movimientos se aceleraban, ella podía oír su piel resbaladiza contra otra; su cuerpo, que se había vuelto casi insoportablemente sensible y caluroso, fue barrido bruscamente por una fuerte corriente. En la cumbre de sus sentidos, Max finalmente sintió que su visión se desvanecía, los sonidos a su alrededor desaparecieron lentamente junto con su conciencia.
diciembre 22, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 53

Capítulo 53. Acércame más (1) | +18 


Max se sintió atrapada por la sensación de que caía en un acantilado. Lentamente se despertó, escuchando el sonido de la lluvia, que golpeaba fuertemente contra las ventanas como para despertarla de su ensoñación. Riftan yacía tranquilamente a su lado, con sus cuerpos resbaladizos pegados el uno al otro. Sus párpados se abrieron de par en par mientras ella estaba en sus brazos. 

¿Cuánto tiempo han estado perdiendo la cabeza el uno con el otro? 

Tembló suavemente con la constante respiración del hombre. "Aunque casi te aplaste al estar tan cerca, no quiero separar nuestros cuerpos en absoluto". 

La acercó más, como si fuera posible, dentro de sus brazos, de cara a él. La piel creó fricción al frotarse entre sí, las puntas de los picos de Max estaban adoloridos por sus constantes toqueteos. El hombre emitió un gemido de satisfacción, inclinando la cabeza de Max debajo de él para que se encontrara con sus labios. Los chupó, devorando y enrollando su suave carne entre sus dientes. 

Max lo miró con los ojos hinchados. Parecía tan desordenado como ella; su rostro, normalmente frío y severo como una hoja pulida, estaba enrojecido por el sudor, sus ojos se nublaban con una mirada calurosa. Su pelo estaba despeinado como si hubiera pasado por una tormenta, y su piel estaba cubierta de medias lunas... 

Riftan sonrió débilmente, al ver las leves heridas en su cuerpo. "Ni siquiera tuve un rasguño en mi cuerpo cuando estaba luchando contra un basilisco". 

"L-lo s-siento". 

Un terrible sonido salió de su garganta, como un grito estrangulado. Y su cabeza bajó de nuevo para capturar sus labios, sellando la voz en su interior. Max estaba bastante asustada de sus ojos de ónix, mirándola con una expresión indescifrable. 

"Eres encantadoramente aterradora". 

Sus lenguas resbaladizas se entrelazaron lentamente con otra en un baile lento y perezoso. 

"Creo que lo sé desde el primer día. Que tú... me dejarías una cicatriz". 

Sus últimas palabras fueron tan débiles contra sus labios que apenas podía entenderlas. Pronto se sumió en un profundo sueño como si se derritiera en agua caliente. 

*** 

Estaba lloviendo más fuerte afuera como si la naturaleza tratara de compensar la inofensiva llovizna de ayer. Esto hizo que Riftan y sus soldados retrasaran su viaje a la capital. Y como ni siquiera pudo atravesar el pueblo para inspeccionarlo bajo el manto de la lluvia, se pasó todo el día holgazaneando en su habitación por primera vez desde que se mudó al castillo. 

Los dos se acostaron desnudos en la cama, escuchando el ritmo de la lluvia contra la ventana. La mayor parte del tiempo, se abrazaban apasionadamente, sin dejar ni un centímetro de piel mientras compartían su calor. Hacían el amor intensamente, haciendo que Max se preocupara si tal nivel de intimidad era permitido. Cuando no estaban encerrados el uno con el otro, se comían la comida y el vino que los sirvientes les entregaban. 

La colocó en su regazo mientras la alimentaba él mismo. Sintiéndose perezosa, Max no pudo sentir la vergüenza familiar y en su lugar, apoyó su cabeza en su pecho mientras mordisqueaba los pedazos de fruta dulce y pan con crema que él le llevaba a la boca. Ante la cálida visión, una sonrisa floreció en la boca de Riftan. 

"Eres como un pajarito". 

Le dio un sorbo de vino y presionó sus labios suavemente sobre sus mejillas abultadas, sintiendo su carne suave contra sus músculos. Riftan no la dejaría ir ni por una fracción de segundo; era como un animal cuidando devotamente de su propio bebé. La lavó y la bañó con besos. Y Max estaba completamente cautivada por su amor apasionado y persistente, nunca antes había experimentado algo así. 

De repente tuvo el extraño impulso de abrazarlo fuertemente con sus suaves brazos y frotar su cara contra su amplio y musculoso pecho como una niña. Si no estuviera tan agotada, sabía que se habría entregado a ese impulso fugaz. 

Ni siquiera su madre la había tenido tan cerca antes. 

"Estas uvas son deliciosas" murmuró mientras le pasaba la fruta por los labios. Max tomó la uva en su boca y se la metió entre los dientes, saboreando el dulce jugo. Mientras parte del líquido caía por los lados de su boca, Riftan lo probó con sus labios. Su mano rozando su mejilla era suave, pero sus caricias la agitaban. Pronto, el pensamiento de sus labios húmedos siguiendo delicadamente los besos dorados en la piel de ella vino a la mente. Sus cuerpos apenas separados se calentaban al mismo tiempo por la corriente caliente dentro de la habitación. 

"Aplástame con tus dientes y llévame adentro". Sacó la lengua como si quisiera caer en un pozo. 

Había una especie de lenguaje más claro que las palabras que iban y venían por sus labios entrelazados. 

Max podía sentir que su garganta se obstruía, pero no se quejaba, no quería hacerlo. Ahora envuelta en una locura que le comía la razón, levantó sus temblorosos brazos y los envolvió alrededor de su cuello. En el siguiente momento, su cuerpo volvió a caer hacia la conocida sábana suave nuevamente. 

Al tropezar entre ellos, el plato colocado sobre la cama fue derribado a un lado, los trozos de fruta se derramaron descuidadamente sobre la cama. Riftan continuó lamiendo todos los rastros del dulce jugo que manchaba su piel mientras su grueso pecho comprimía sus suaves montículos. Su piel sudorosa se había enredado durante mucho tiempo con las húmedas sábanas de la cama.
diciembre 22, 2020

Bajo El Roble - Capítulo 51

Capítulo 51. Expectativas erróneas (1)


"Señora".

Se apartó de sus pensamientos y giró la cabeza para ver a Rudis parada tranquilamente frente a la puerta.

"El Señor ha vuelto. Va a cenar con los caballeros en el comedor. ¿Le gustaría bajar también?"

Dudó un momento y luego asintió con la cabeza. Se sentía incómoda con los caballeros, pero aun así quería cenar con él. Por lo menos, debería mantener un mínimo de amabilidad con ellos como la Señora Calipse.

"Entonces, Le peinaré el pelo otra vez".

La criada trajo un peine y una horquilla y le recojió el pelo. Se sentó frente al tocador, examinando su vestido y su peinado, y luego salió de la habitación.

En el pasillo, los sirvientes revoloteaban, encendiendo las lámparas. Pasaba por delante de todos mientras bajaba las escaleras cuando Max oyó el sonido de una acalorada discusión.

Se detuvo y comenzó a moverse lentamente hacia el clamor. Mirando entre la puerta parcialmente abierta del comedor, vio a Riftan y a otros tres caballeros siguiéndolo mientras discutían entre ellos.

"¡Debemos partir hacia el Palacio Real al menos mañana!"

"No me hagas repetirlo. Nos vamos en tres días".

"¡Tienes que asistir a la ceremonia! ¡Hasta dónde pretendes ignorar la sinceridad de Su Majestad!"

"Tengo que estar de acuerdo con Ricardo esta vez. La lluvia se ha calmado, así que no habrá problemas para salir pronto".

Max, que no sabía si debía entrometerse y esperaba detrás de la puerta.

Ahora que lo pensó, lo había mencionado durante su viaje. Era el mayor contribuyente de la guerra y debería haberse dirigido al Palacio Real tan pronto como la batalla terminó. Max entonces estimó la distancia entre la Palacio Real y Anatol. Debería tomar alrededor de 15 días si viajaban rápido; si no, normalmente tomaría alrededor de un mes.

"Ya he enviado una paloma a la capital. Finalmente volví a casa después de tres años; el Rey Rubén lo entenderá".

"Sé que quieres distanciarte del Rey Rubén. Pero si te pasas de la raya, tu influencia podría desaparecer".

Al oír las palabras del caballero, que estaba de pie al final, Ricardo giró rápidamente la cabeza hacia él.

"¿Distanciarse?"

"Elnuma Rubén III se impacienta porque no puede convocarlo al Palacio Real. Temes que pueda atarte a la Familia Real debido a tu contribución en la batalla, ¿verdad?"

“…”

“…”

"No es solo un caso entre tú y Agnes; parece que el Rey quiere mantenerte con la correa apretada. También entiendo que seas cauteloso. Pero debes evitar ir demasiado lejos ya que podrías terminar antagonizando con él. De por sí es muy cauteloso con sus vasallos".

"Eliot tiene razón. Si los Caballeros de Remdragón están ausentes durante la celebración, seguramente pensará que está siendo humillado delante de su pueblo. Nunca sabemos con qué tipo de retribución volverá más tarde. Sabes que es alguien que guarda un largo rencor".

"¡Hebaron Nirta! ¡Tus palabras van demasiado lejos!"

Al escuchar las voces elevadas, Max comenzó a dar marcha atrás. La atmósfera entre ellos no era propicia para su apetito.

"So-solo lleva mi comida a mi habitación" le dijo a Rudis tan pronto como subió las escaleras y volvió a su habitación.

Max no pudo deshacerse de la pesadez que sentía al volver a su habitación e incluso cuando comió su cena en soledad.

¿Estará realmente bien sola mientras Riftan esté fuera del castillo? Todos eran geniales con Max ahora, pero ella se preocupaba de que tal vez fuera porque el Señor del castillo estaba cerca. Se sentía incómoda como si fuera una niña que había perdido de vista a su guardián.

"Señora, ¿la comida no es de su gusto?" Rudis, que había estado esperando pacientemente a un lado, preguntó cuidadosamente.

Una mueca debe haber sido visible en su cara. Max rápidamente sacudió su cabeza.

"Oh, n-no. Es-es delicioso. B-bueno, es que... es que no tengo apetito" se excusó débilmente.

"¿Se siente incómoda en algún sitio?"

"Cr-creo que es porque estoy cansada, me gustaría descansar".

"¿Debería retirar el plato?" Cuando asintió con la cabeza, la criada quitó el plato, una porción considerable de la comida quedó sin comer en él.

Max se sentó a la mesa y miró distraídamente a la figura que Aderon había dejado atrás. Hace un momento, las pequeñas esculturas que parecían juguetes ahora parecían insignificantes.

‘¿Por qué me comporto como una niña? No hay nada malo en estar sola’.

Siempre ha vivido aislada, ¿qué diferencia habría si Riftan se fuera? Durante veinte años, sufrió bajo un padre cruel, siendo rechazada por su fría media hermana e incluso siendo humillada por los sirvientes. No había razón para sentirse desesperada por la ausencia de Riftan durante un mes.

"¿Por qué miras fijamente el fuego?" Una voz confusa y familiar la sacó de sus propias cavilaciones.

Ella miró la mano que de repente apareció a la vista, sorprendida. Sin que ella se diera cuenta, Riftan tenía una escultura de mármol en su mano y la miraba con una expresión que mostraba que pensaba que era aleatoria y extraña.

"E-es un m-modelo, e-estaba eligiendo las d-decoraciones para el S-Salón de Banquetes".

"¿El Salón de Banquetes?"

El corazón de Max cayó cuando vio aparecer un ceño fruncido en la cara de Riftan al mencionarlo.

"Tú-tú me pediste que decorara el c-castillo, a-así que..." su voz se detuvo.

"No, no estoy diciendo que no". Se corrigió rápidamente "Solo olvidé que existía tal lugar. Ya veo. El salón de banquetes, supongo que tendremos que planear una fiesta o un baile pronto, ¿verdad?"

Su garganta se secó al ver los ojos de anticipación de Riftan dirigidos a ella. Solo pensar en organizar un baile o un banquete la mareaba de aprensión.

"S-si no quieres..."

"No es que no quiera. No estoy acostumbrado a espacios ruidosos con extraños".

Luego se inclinó hacia ella, y le quitó el broche del pelo. El pelo trenzado de Max cayó lentamente en la parte trasera de su cuello. Una sonrisa se extendió lánguidamente por la cara de Riftan mientras desenredaba tiernamente los mechones de cabello.

"Quiero verte bellamente vestida y bailando en el baile".

Max sintió que la palabra "bella" no se ajustaba a ella, de tal manera que nunca había puesto un pie en un banquete antes. Cada vez que veía que la brecha entre las expectativas de Riftan y su verdadera naturaleza se abría más, sentía como si una garra invisible sofocara su corazón desde el interior.

Era demasiado cruel.