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martes, 22 de diciembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 51

Capítulo 51. Expectativas erróneas (1)


"Señora".

Se apartó de sus pensamientos y giró la cabeza para ver a Rudis parada tranquilamente frente a la puerta.

"El Señor ha vuelto. Va a cenar con los caballeros en el comedor. ¿Le gustaría bajar también?"

Dudó un momento y luego asintió con la cabeza. Se sentía incómoda con los caballeros, pero aun así quería cenar con él. Por lo menos, debería mantener un mínimo de amabilidad con ellos como la Señora Calipse.

"Entonces, Le peinaré el pelo otra vez".

La criada trajo un peine y una horquilla y le recojió el pelo. Se sentó frente al tocador, examinando su vestido y su peinado, y luego salió de la habitación.

En el pasillo, los sirvientes revoloteaban, encendiendo las lámparas. Pasaba por delante de todos mientras bajaba las escaleras cuando Max oyó el sonido de una acalorada discusión.

Se detuvo y comenzó a moverse lentamente hacia el clamor. Mirando entre la puerta parcialmente abierta del comedor, vio a Riftan y a otros tres caballeros siguiéndolo mientras discutían entre ellos.

"¡Debemos partir hacia el Palacio Real al menos mañana!"

"No me hagas repetirlo. Nos vamos en tres días".

"¡Tienes que asistir a la ceremonia! ¡Hasta dónde pretendes ignorar la sinceridad de Su Majestad!"

"Tengo que estar de acuerdo con Ricardo esta vez. La lluvia se ha calmado, así que no habrá problemas para salir pronto".

Max, que no sabía si debía entrometerse y esperaba detrás de la puerta.

Ahora que lo pensó, lo había mencionado durante su viaje. Era el mayor contribuyente de la guerra y debería haberse dirigido al Palacio Real tan pronto como la batalla terminó. Max entonces estimó la distancia entre la Palacio Real y Anatol. Debería tomar alrededor de 15 días si viajaban rápido; si no, normalmente tomaría alrededor de un mes.

"Ya he enviado una paloma a la capital. Finalmente volví a casa después de tres años; el Rey Rubén lo entenderá".

"Sé que quieres distanciarte del Rey Rubén. Pero si te pasas de la raya, tu influencia podría desaparecer".

Al oír las palabras del caballero, que estaba de pie al final, Ricardo giró rápidamente la cabeza hacia él.

"¿Distanciarse?"

"Elnuma Rubén III se impacienta porque no puede convocarlo al Palacio Real. Temes que pueda atarte a la Familia Real debido a tu contribución en la batalla, ¿verdad?"

“…”

“…”

"No es solo un caso entre tú y Agnes; parece que el Rey quiere mantenerte con la correa apretada. También entiendo que seas cauteloso. Pero debes evitar ir demasiado lejos ya que podrías terminar antagonizando con él. De por sí es muy cauteloso con sus vasallos".

"Eliot tiene razón. Si los Caballeros de Remdragón están ausentes durante la celebración, seguramente pensará que está siendo humillado delante de su pueblo. Nunca sabemos con qué tipo de retribución volverá más tarde. Sabes que es alguien que guarda un largo rencor".

"¡Hebaron Nirta! ¡Tus palabras van demasiado lejos!"

Al escuchar las voces elevadas, Max comenzó a dar marcha atrás. La atmósfera entre ellos no era propicia para su apetito.

"So-solo lleva mi comida a mi habitación" le dijo a Rudis tan pronto como subió las escaleras y volvió a su habitación.

Max no pudo deshacerse de la pesadez que sentía al volver a su habitación e incluso cuando comió su cena en soledad.

¿Estará realmente bien sola mientras Riftan esté fuera del castillo? Todos eran geniales con Max ahora, pero ella se preocupaba de que tal vez fuera porque el Señor del castillo estaba cerca. Se sentía incómoda como si fuera una niña que había perdido de vista a su guardián.

"Señora, ¿la comida no es de su gusto?" Rudis, que había estado esperando pacientemente a un lado, preguntó cuidadosamente.

Una mueca debe haber sido visible en su cara. Max rápidamente sacudió su cabeza.

"Oh, n-no. Es-es delicioso. B-bueno, es que... es que no tengo apetito" se excusó débilmente.

"¿Se siente incómoda en algún sitio?"

"Cr-creo que es porque estoy cansada, me gustaría descansar".

"¿Debería retirar el plato?" Cuando asintió con la cabeza, la criada quitó el plato, una porción considerable de la comida quedó sin comer en él.

Max se sentó a la mesa y miró distraídamente a la figura que Aderon había dejado atrás. Hace un momento, las pequeñas esculturas que parecían juguetes ahora parecían insignificantes.

‘¿Por qué me comporto como una niña? No hay nada malo en estar sola’.

Siempre ha vivido aislada, ¿qué diferencia habría si Riftan se fuera? Durante veinte años, sufrió bajo un padre cruel, siendo rechazada por su fría media hermana e incluso siendo humillada por los sirvientes. No había razón para sentirse desesperada por la ausencia de Riftan durante un mes.

"¿Por qué miras fijamente el fuego?" Una voz confusa y familiar la sacó de sus propias cavilaciones.

Ella miró la mano que de repente apareció a la vista, sorprendida. Sin que ella se diera cuenta, Riftan tenía una escultura de mármol en su mano y la miraba con una expresión que mostraba que pensaba que era aleatoria y extraña.

"E-es un m-modelo, e-estaba eligiendo las d-decoraciones para el S-Salón de Banquetes".

"¿El Salón de Banquetes?"

El corazón de Max cayó cuando vio aparecer un ceño fruncido en la cara de Riftan al mencionarlo.

"Tú-tú me pediste que decorara el c-castillo, a-así que..." su voz se detuvo.

"No, no estoy diciendo que no". Se corrigió rápidamente "Solo olvidé que existía tal lugar. Ya veo. El salón de banquetes, supongo que tendremos que planear una fiesta o un baile pronto, ¿verdad?"

Su garganta se secó al ver los ojos de anticipación de Riftan dirigidos a ella. Solo pensar en organizar un baile o un banquete la mareaba de aprensión.

"S-si no quieres..."

"No es que no quiera. No estoy acostumbrado a espacios ruidosos con extraños".

Luego se inclinó hacia ella, y le quitó el broche del pelo. El pelo trenzado de Max cayó lentamente en la parte trasera de su cuello. Una sonrisa se extendió lánguidamente por la cara de Riftan mientras desenredaba tiernamente los mechones de cabello.

"Quiero verte bellamente vestida y bailando en el baile".

Max sintió que la palabra "bella" no se ajustaba a ella, de tal manera que nunca había puesto un pie en un banquete antes. Cada vez que veía que la brecha entre las expectativas de Riftan y su verdadera naturaleza se abría más, sentía como si una garra invisible sofocara su corazón desde el interior.

Era demasiado cruel.