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viernes, 28 de julio de 2023

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 157

Capítulo 157. Siempre Fuiste Tú (1)

Por ahora debo calmarme. Fui a un especialista de camino a casa para hacerme un análisis de sangre, así que pronto tendré los resultados.

Lamentablemente, los resultados del análisis toxicológico no estaban disponibles de inmediato. Se le extrajo a ella un vaso de sangre para el análisis. El especialista mezclaría la sangre con varias sustancias para comprobar la reacción, luego le comunicaría a Annette si estaba envenenada. Hasta entonces, ella sólo podía esperar.

Como no tenía apetito, Annette ni siquiera cenó. Se acostó en la cama y se tapó con la manta, temblando de ansiedad. Ahora podía sentir lo temible que era el enemigo al que se enfrentaba. El Rey aprovecharía cualquier paso en falso que ella diera. Le daba miedo que su vida se arruinara por cometer un simple error.

Por supuesto, eso no significaba que fuera a esconderse.

Toc toc.

De repente alguien tocó la puerta de su habitación. No tenía ánimos para hablar con nadie. Pero los modales que estaban impregnados en sus huesos, hicieron que sus labios se movieran involuntariamente. En ocasiones la costumbre era algo terrible.

"...¿Quién es?"

"Soy yo. Tú no has cenado."

Raphael abrió la puerta espontáneamente después de contestar. Ella aún no le había dicho que podía entrar. ¿Entonces para qué tocó la puerta? Bueno, al menos era mejor que en su vida pasada, que entraba abriendo la puerta abruptamente.

El hombre alto sólo dio unos pocos pasos para llegar hasta la cama. Su expresión se volvió rígida cuando vio a Annette acurrucada. Se inclinó para tocar la frente de Annette.

"¿Estás enferma?"

Cuando su voz suave, sus ojos se humedecieron. Annette le cogió la mano mientras sollozaba, no como la mujer tranquila de siempre. Los agudos de Raphael se agrandaron.

"¿Qué pasa? ¿Te duele algo? Espera, buscaré al médico..."

"No te vayas. Estoy bien, quédate aquí."

La médico podría estar tratando de envenenarla. Todavía no podía decir la verdad, pero la voz de preocupación la conmovió. Annette frotó su mejilla contra la palma.

Ella se preguntó qué haría este pobre hombre si ella moría. Un hombre con mucho orgullo que no sabía de artimañas. Tan tonto que ni siquiera se daba cuenta que ella no estaba enferma. No podía dejar a este hombre solo ante el peligro.

"¿Realmente estás bien? Parece que estás muy enferma."

El confundido Raphael se estaba volviendo loco. No sabía porqué estaba llorando. Su mente se quedó en blanco, no sabía qué hacer. Finalmente se recostó torpemente en el cabecero de la cama y colocó el cuerpo de Annette entre sus brazos. Luego comenzó a acariciar la espalda de ella. Mientras tanto, en secreto le tomó la temperatura.

Afortunadamente, no parecía que tuviera fiebre. Raphael suspiró aliviado en su interior. Pero eso no significaba que las lágrimas de Annette desaparecieran. Raphael hizo una pregunta nervioso mientras miraba hacia su pecho, que se estaba humedeciendo.

"¿Por qué sigues llorando? ¿Qué pasa?"

Pero Annette mantuvo la boca cerrada. Las palabras de Allamand de que Raphael nunca la elegiría resonaban en sus oídos. El eco, que se hacía cada vez más fuerte, estaba consumiendo a Annette. Como consecuencia, Raphael se estaba derrumbando por dentro.

"Por favor, di algo."

Ahora entendía lo que significaba que el corazón se desplomara. Raphael la abrazó un poco más fuerte. Parecía que ella no quería decir nada. Si él fuera igual que antes no habría podido controlar su temperamento. La habría presionado hasta conseguir la respuesta, pero ahora no podía hacerlo. Porque él la amaba.

Cada vez que el delgado cuerpo de la llorona Annette temblaba, experimentaba una punzada en el corazón. Sus lágrimas que empapaban su ropa se sentía más caliente que una quemadura. Por un lado, quería encontrar inmediatamente al culpable de sus lágrimas para matarlo sin piedad. Por otro lado, quería arrodillarse para pedirle que dejara de llorar.

"Haah."

Raphael cerró los ojos en silencio. Tanto el amor como el odio eran sentimientos difíciles de ocultar. Y el amor que de algún modo había crecido tanto que parecía oprimir sus pulmones con cada respiración. Por primera vez en su vida, el amor lo abrumaba. Raphael, que nunca se había doblegado ante ninguna dificultad, tuvo que admitir por fin su debilidad.

"Por favor, deja de llorar. Te dará fiebre si sigues así."

Notó cómo el llanto de Annette iba cesando lentamente mientras la mecía. Raphael besó su cabello rubio tan suavemente que ella no se dio cuenta. El aroma que emanaba su suave cabello le hizo cosquillas en el corazón, que su confesión salió como un estornudo.

Raphael abrió la boca lentamente. Por fin sabía lo que tenía que decir para calmarla.

"Annette, me preguntaste una vez... cuánto te amo."

...¿Qué demonios diría ahora? La inusual atmósfera causó que los sollozos se detuvieran.