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miércoles, 26 de julio de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 512

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 512. Representante (1)



'Se dice que si no hay noticias, entonces es que las cosas van bien... pero me pregunto qué estará pasando en la Ceremonia de Año Nuevo.'

El canciller suspiró ante el cielo cada vez más oscuro. Entre este viaje y la prolongada desaparición del Emperador Heinley, tenía mucho de qué preocuparse. Estaba tanto curioso como frustrado por no recibir noticias de la ceremonia. ¿Habían sido atacados los representantes del Imperio Occidental? ¿Se encontraba bien el Emperador Heinley?

La Emperatriz Navier se había negado a compartir sus planes, lo que sólo empeoró sus preocupaciones.

'Desearía que al menos enviaran un mensaje de que todo está bien.'

Incapaz de concentrarse en el trabajo, recogió los documentos que no había leído y los metió en su bolso. Planeaba terminar el trabajo en su residencia oficial. Pero en cuanto abrió la puerta, un funcionario corrió hacia él con un sobre cerrado.

"¡Señor, esto es del Imperio Oriental!"

"Por fin."

'¿Por qué tardaron tanto en responder?'

Chasqueó la lengua mientras lo abría. Luego se quedó paralizado.

"Oh no."

***

Me adelanté, apartando a la multitud del camino. Levanté el mentón para parecer lo más fría y arrogante posible. Con suerte, atraería la atención de todos hacia mí, y la desviaría de Heinley.

El salón se sumió en el silencio. Había tanto silencio que pude oír a alguien a mi lado tragar saliva.

Cuando estaba a sólo unos pasos de distancia, Ángel finalmente contestó,

"No sé a qué te refieres. ¿Hay alguna relación entre la disminución del maná y este ladrón?"

En realidad... no. Pero eso no importaba. Todos aquí eran miembros de la realeza o nobles de alto estatus. Un ladrón solitario no les importaba. En cambio, la disminución del maná...

"Estás haciendo esto para intimidarnos. ¿No es así?"

"¿Yo?"

Ángel se rió como si esto fuera escandaloso.

De hecho, esa era la idea. Sabía que ahora mismo Ángel estaba tras los secretos de la tribu de Heinley, así que hice que la atención de todos se centrara en mí. Ángel intentó seguir sonriendo, pero me di cuenta de que estaba molesto. La situación se le estaba yendo de las manos.

De repente, alguien dijo,

"Emperatriz Navier. ¿Afirma Su Majestad que el Imperio Occidental no tuvo nada que ver con el fenómeno de la disminución del maná?"

Escudriñé a la multitud hasta encontrar a la persona que intervino— El Rey del Reino del Norte.

'Ángel debe haberles insinuado que había indicios de que el Imperio Occidental estaba implicado en eso.'

"Así es. El Imperio Occidental no tiene nada que ver."

La Princesa de Samoneaux dio un paso al frente.

"Emperatriz Navier, discúlpeme por sacar este tema... pero justo el año pasado, usted era la Emperatriz del Imperio Oriental. ¿Cómo puede estar segura de que el Imperio Occidental no estuvo involucrado en la disminución del maná antes de que usted llegara?"

Una pregunta astuta. La princesa aún no había ascendido al trono, pero había mantenido el poder de facto en Samoneaux durante los últimos diez años, ya que el rey había caído enfermo hace mucho tiempo. Probablemente quería oír a Heinley, más que a mí. Pero no podía permitir que la atención se dirigiera hacia él.

"Conozco bien la situación."

Respondí. Sólo necesitaba prolongar la conversación hasta que Heinley terminara lo que sea que estuviera haciendo.

El Rey de Bohean Azul fue el siguiente en hablar.

"¿Nos dirás al resto de nosotros lo que sabes?"

'Funcionó.'

Hace unos días, le revelé al Vizconde Langdel una verdad a medias. Ahora, pensé en usar ese secreto para volver las insinuaciones de Ángel en su contra,

"La disminución del maná es un fenómeno natural. Lleva ocurriendo desde hace varias décadas."

"Pero se ha acelerado recientemente."

Replicó el Rey de Bohean Azul.

"Correcto. Ya que en el proceso de intentar detener la disminución, hemos causado... efectos secundarios."

Los presentes empezaron a cuchichear. Ángel me miró con curiosidad. Cuando se dio cuenta del interés de la multitud, se burló.

"¿Efectos secundarios? Ridículo."

"Así es. Efectos secundarios. El Imperio Oriental lleva años luchando con eso. Por suerte, hemos podido coordinar nuestros esfuerzos."

Afirmé descaradamente.

'Menos mal que Sovieshu no está aquí.'

"Mi país natal, el Imperio Oriental, es una potencia mágica. Allí se investiga activamente el fenómeno. Si el Imperio Occidental envía pruebas de los efectos secundarios que han descubierto, se pueden investigar para encontrar una forma de detener la disminución del maná."

Por primera vez, mi país natal fue más una ayuda que un obstáculo. Después de todo, seguía siendo ciudadana del Imperio Oriental.

Gracias a eso, los presentes parecieron aceptar más fácilmente mi explicación.

No obstante, Ángel aún no estaba convencido.

"Es extraño. El Imperio Occidental apenas utiliza magia. ¿Cómo pueden ayudar a detener el fenómeno?"

Circularon más murmullos. Él tenía un buen punto. El Imperio Oriental debería ser el único capaz de detener el fenómeno, no el Imperio Occidental productor de joyas.

En vez de responder de inmediato, me acerqué a Ángel. Paso a paso. Y con cada pisada, enviaba una corriente de maná al suelo.

Puede que el intenso entrenamiento haya merecido la pena. Dondequiera que aterrizara mi pie, el suelo se cubría de hielo. Los que al principio no se daban cuenta de lo que ocurría de repente se quedaron en silencio.

Me acerqué a Ángel, extendí la mano y agarré su cinta. Cuando envié maná hacia ella, la cinta alrededor de su cuello se congeló al instante.

Los caballeros que estaban a ambos lados se sobresaltaron. Parecían no saber si debían desenvainar sus espadas para protegerlo,

"Esto es..."

"Cubrir un secreto con uno más grande."

"El Imperio Occidental esta estudiando como crear magos artificiales a partir de personas comunes. Como yo."

La multitud jadeó.

"Este estudio surgió de la investigación de occidente sobre la disminución del maná. El Imperio Occidental no puede permitirse perder ni un solo mago, así que se volvieron más creativos."

Tras un momento de asombro, el salón se llenó de murmullos. Ángel me miró fijamente, sin atreverse siquiera a pestañear. Sonriendo, tiré de su cinta hasta que se desató.

"Te gustan los juegos, ¿no es así, Ángel? Pero, ¿qué opinas de los juegos que ya no están bajo tu control?"


***