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domingo, 16 de julio de 2023

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 151

Capítulo 151. Trasfondo (2)

Annette bajó los ojos. El Rey con la intención de mantener el control, le dio suficiente poder al Marquesado Keers para que se atrevieran a competir contra el Ducado Bavaria. El Marqués Keers creía que podía superar el longevo prestigio de la familia Bavaria.

"El Marqués Keers sospechaba de mí. De hecho, él cree que soy el principal culpable del secuestro de su hija. De todos modos, ¡Es un tonto! Con su inteligencia sólo será un perro de la familia real el resto de su vida."

Dijo Allamand con un rostro inexpresivo. Le frustraba bastante que sospechara de él. Sin embargo, Annette desvió la mirada de forma inconsciente. Fue porque por un momento entendió la posición del Marqués Keers.

Sus profundos ojos púrpuras, una piel pálida sin sangre, labios apretados… Su padre parecía más malvado que nadie. Su padre parecía una serpiente blanca escondida entre los arbustos buscando el momento oportuno para asestar un golpe decisivo. Así que no era extraño que el Marqués Keers sospechara que su padre era el autor intelectual.

"De todos modos, el Marqués Keers estalló en cólera en aquel momento porque casi pierde a su hija. Insistió en que debían encerrarte en la prisión real de inmediato. Fue el propio rey quien detuvo a ese tonto y se aseguró de que mantuviera la boca cerrada para que los rumores de lo sucedido no se extendieran. ¡Una locura!"

"¿La prisión del palacio real? ¿Querían encerrarme allí?"

"¡Sí! La situación era muy desfavorable en ese momento. También tuve que darle una compensación al Rey no sólo como mediador, sino también por encubrir esto. Si no hubiera sido por eso, tanto mi posición como la tuya habrían tocado fondo."

"Esa compensación fue mi matrimonio. ¿verdad?"

El Rey quiso que ella se casara con Raphael a cambio de resolver la situación. El silencio de Allamand fue una afirmación tácita. Entonces ella se sumió en la contemplación con los ojos cerrados. Poco después levantó las pestañas con una sonrisa de tristeza.

"Por eso actuaste así cuando nos encontramos en la fiesta del jardín. Te parecía una tontería que me pusiera del lado de mi esposo sin saber nada."

"......"

"Ahora debes ser honesto conmigo, padre. La razón por la que permitiste que me casara con Raphael, aunque sabías todo lo que pasaba... ¿Era porque no podría convertirme en Princesa Heredera? ¿Por eso no hiciste nada?"

Preguntó Annette con labios temblorosos. Este pensamiento siempre estuvo clavado en su mente, pero ella no se había atrevido a averiguarlo. Por eso ahora que se lo preguntó directamente a su padre, estaba muy nerviosa.

Los ojos de Annette vacilaron como pétalos bajo la lluvia mientras se preparaba para la verdad que pronto escucharía. Allamand frunció el ceño irritado.

"Dices tonterías. ¿Crees que el matrimonio es el fin de la vida? ¿Cuántos años tienes?"

Los ojos de Annette se agrandaron ante las inesperadas palabras. Allamand, que se llevó la mano a la frente como si estuviera cansado, continuó hablando.

"En la política no siempre hay momentos buenos. Cuando la situación es desfavorable, no tienes más remedio que conceder. Pero cuando la situación mejora, puedes imponer tu postura. ¿Por qué te obsesionas con el árbol que tienes delante? Intenta mirar el bosque."

"...Entonces, ¿estabas esperando la oportunidad para que me divorciara?"

"¡Sí! No te pueden reprochar el divorcio porque perteneces a la familia Bavaria de sangre azul. Aunque rompas con ese bastardo prepotente, no te faltarán pretendientes. Te pusiste del lado de ese tipo sin saber nada."

Las cejas de Allamand se alzaron un poco más. Debe estar recordando cómo ella y Raphael lo enfrentaron en la fiesta del jardín. Por alguna razón, ella sintió ganas de llorar y de reír al mismo tiempo.

Pensaba que su padre la había abandonado por completo tanto en su vida anterior como en la actual. Pero no tenía ni idea de lo que pensaba su padre. Sus palabras significaron mucho para ella aunque no podían llenar de inmediato el abismo emocional creado durante este tiempo. Al menos no pensaba en ella como un objeto desechable.

Pero si no me abandonó, ¿por qué nunca me visitó antes de mi muerte en mi vida anterior?

De repente, una pregunta pasó por la mente de Annette. Pero ahora no había nadie que pudiera responderla. Y  probablemente nunca lo sabría.

Pero no importaba. Porque no moriría de la misma manera en esta vida. 

Allamand le hizo una pregunta a la decidida Annette.

"Te preguntaré algo también. ¿Cuánto sabe ese bastardo?"

"No le llames así, padre. Raphael es un buen hombre."

Annette le advirtió. Su actitud condescendiente hacia Raphael hizo que Allamand frunciera el ceño. Naturalmente, un sarcasmo más mordaz salió de su boca.

"Por tu reacción parece que él no sabe nada. Bueno, el Rey no está loco para involucrar en este complot a un simplón tan violento. Es un hombre que nació para blandir una espada. Si se atreve a intervenir en la arena política, será devorado."

"¡¡Padre!!"

Annette no pensaba tolerar los comentarios sarcásticos sobre su esposo. La siempre obediente Annette, le alzó la voz por primera vez.