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martes, 7 de marzo de 2023

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 61

Capítulo 61. Despedida de Gerard


Annette entrecerró los ojos mientras miraba la cara del hombre que estaba bajo el paraguas.  Se preguntó por qué tenía una expresión tan sombría. Railin sonrió en cuanto sus miradas se cruzaron. Su rostro se iluminó de inmediato, como de costumbre.

No parecía muy contento. ¿He visto mal?'

Annette ladeó la cabeza. Railin se acercó a ella mientras jugueteaba con su paraguas. Con una ventana en medio de ambos, se detuvo y la saludó de una forma ligeramente distinta a la habitual. 

"Dame la gracia de la diosa, oh siervo de la fiel diosa."

El saludo que Railin acababa de decir sólo se utilizaba para saludar a los sacerdotes que servían a la diosa Odessa. Annette, que entendió su broma, respondió de la misma manera.

"El aliento de la diosa siempre estará contigo, oh cordero devoto de la diosa."

Railin asintió satisfactoriamente y entró en la cafetería. A pesar de la lluvia, no había rastro de salpicaduras de agua en el pantalón gris de Railin. Annette preguntó mirándolo con curiosidad. 

"¿Hay que saber usar magia para convertirse en Maestro del Gremio Secreto? Como caminar sobre el agua o algo así."

"No lo sé. Después de todo, una belleza encantadora como yo necesita tener algunos secretos."

Dijo con una sonrisa misteriosa. Railin tenía un encanto único pero a ella no le desagradaba.  Sin embargo, Annette no había venido aquí a gastarle bromas a Railin. 

"Entonces, ¿Hay fecha para la infiltración?"

"Por supuesto. Dentro de una semana, será el segundo día del festival de la cosecha. Nos reuniremos en la Tumba Sepulcral del Oeste, un poco lejos del templo de Odessa Louis. Muy poca gente acude allí."

Ella  asintió con la cabeza. El período de la cosecha que se avecinaba se celebraba igual que un carnaval. En un día tan bueno, no habría muchos dolientes deambulando por las tumbas. Ella le preguntó a Railin para asegurarse. 

"¿Estás seguro de que Celestine Keers vendrá al templo ese día?"

"¿Alguna vez se ha equivocado mi información?"

Le respondió Railin con una sonrisa. Sus ojos se curvaron bajo las largas pestañas. Annette asintió ante la respuesta bastante fiable. Ella acarició el borde de la taza de té caliente y murmuró.

"Últimamente, Celestine rara vez socializa. He escuchado que, debido a ello, la gente duda de su cualificación para ser Princesa Heredera."

"Bueno, sí. Después de todo, su familia no tiene tanto poder como para respaldarla. Corre el rumor de que últimamente muestra signos de fobia social. Gracias a esto, parece que está generando mucho resentimiento. A todo el mundo le parece que ha cambiado después de haber ascendido.."

Railin explicó. Annette frunció el ceño. Ahora que lo pensaba, Celestine también había cancelado repentinamente su asistencia a la fiesta del jardín del Marqués Eloque. Algo no cuadraba. 

¿Por qué ahora Celestine actúa de forma tan descuidada?

Annette, que sospechaba que Celestine era la verdadera culpable, estaba perpleja. Celestine había conseguido por fin el puesto de Princesa Heredera que tanto deseaba. Sin embargo, ahora con su objetivo tan cerca, Annette no entendía por qué de repente mostraba un comportamiento inadecuado.

Bueno, no importaba. De todos modos, acabaría sabiendo todo esto cuando la encarara. El persistente deseo de limpiar todas las falsas acusaciones era la única razón que mantenía aquí a Annette. Si tenía suerte, podría obtener la respuesta de inmediato de su encuentro con Celestine. Y después de eso...

Annette sonrió al recordar los planes que tenía preparados para el futuro. A diferencia de su amargo humor, su voz fluyó suavemente como de costumbre. 

"Señor Railin, si no le importa, ¿podría preparar mi traslado a Osland? Me gustaría visitar el lugar, una vez que todo esto termine. Tengo que comprobarlo ya que viviré allí a partir de ahora."

Los ojos rojo rubí de Railin centellearon de alegría.

Después de terminar su conversación con Railin, Annette se dirigió al carruaje sin pensarlo mucho. tenía que volver a la mansión. Era un día lluvioso, y si se demoraba más, Raphael se preocuparía. Annette se rió de sí misma por hacerse ilusiones de que Raphael se preocuparía por ella.

Annette finalmente llegó a la parte delantera del carruaje. Estaba lloviendo, así que las botas de cuero que llevaba se habían empapado. La humedad que se le metía entre los dedos de los pies le resultaba desagradable. Justo cuando estaba a punto de subir al carruaje, alguien la llamó desde atrás. 

"Dama... No, Marquesa."

La voz estaba mezclada con un acento extranjero. Después de esperarla un buen rato, el hombre estaba completamente empapado por la lluvia. Annette se sorprendió al ver de quién se trataba. Ella no esperaba encontrarse a este joven cuyo cabello rubio pulcramente peinado se pegaba a su pálida frente.

"¿Gerard? Vaya, ¿no tienes paraguas? Está lloviendo a cántaros, ¿Qué estás haciendo?"

Era Gerard, el mayordomo de la familia Baviera, que la estaba esperando. Annette, sorprendida por el lamentable aspecto de ratón mojado de Gerard, lo agarró de la mano. Gerard tenía las manos frías de tanto tiempo bajo la lluvia. Ella quería que entrara en el carruaje para calentarse antes de que su temperatura bajara aún más, pero Gerard se negó. 

"Arruinará las fundas de cuero. Está bien, así que sólo..."

"¡Qué tonterías dices! ¿Te parece que no puedo comprar fundas de cuero nuevas? Vamos, entra. "

Ella tiró de su mano con determinación. Él tuvo que sentarse dentro del carruaje. Gerard era el mayordomo de confianza de su padre, así que la cuidó durante mucho tiempo. Aunque ahora ella estaba un poco distanciada de él, siempre lo había considerado como un primo lejano. Así que dejar a Gerard bajo la lluvia, mientras hablaba con él cómodamente sentada en el carruaje, la parecía despiadado. 

De repente, el hecho de que Annette tirara de él hacia el interior del carruaje hizo que Gerard se echara a reír. Podía sentir como las finas fundas de cuero se mojaban bajo su ropa. Hacía un poco de frío bajo la lluvia, pero su corazón se calentó por la amabilidad de ella. Su joven era tan dulce como solía ser. 

"¿Qué pasa, Gerard? Has venido hasta aquí. ¿Mi padre te obligó a hacerlo?"

Preguntó Annette mientras cubría el cuerpo de Gerard con una manta. Su corazón latía con fuerza, preguntándose si su padre, le había enviado otras palabras de advertencia. Pero Gerard negó con la cabeza y miró atentamente a Annette. Una pequeña sombra cubrió su agraciado rostro. 

"Mi dama, no... Marquesa."

"Llámame como quieras. ¿Qué ocurre?"

"Lo siento, pero me he enterado por casualidad. La... la mina de hierro de su esposo. He escuchado que ha echado al gerente de la mina. "

El corazón de Annette empezó a latir con fuerza. La noticia de que se había deshecho de Thomas Bradley había llegado a sus oídos. Ella lo  esperaba, pero nunca pensó que ocurriría tan rápido. 

Annette se preguntaba hasta qué punto podía confiar en Gerard, que también era subordinado de su padre. Sin duda, él nunca le haría daño, ya que la había cuidado desde que era una niña. Pero pensaba que no sería igual si se trataba de su esposo Raphael. Annette le preguntó a Gerard con recelo.

"Aah cierto. ¿Te preguntas por qué lo hizo? Thomas llevaba un doble libro de contabilidad e desviaba los beneficios del negocio. Desde el punto de vista de un empresario, es natural despedir a gente así."

"No es sólo por eso.  Usted es una persona inteligente, así que ya debe de haberlo adivinado todo."

Gerard sonrió con amargura. Él sabía la verdadera razón por la que Annette había echado a Thomas. Ella se quedó mirando fijamente a la cara de Gerard, sin saber qué diría. Entonces Gerard suspiró profundamente y se arrodilló en el suelo del carruaje. 

"Hoy no estoy aquí para hacerte daño ni a ti, ni a tu esposo. En realidad, mañana dejaré este trabajo y volveré a mi ciudad natal. Quería despedirme de ti, así que te pido disculpas por venir aquí de repente." 

"¿Te vas a casa? ¿Por qué?"

"Mi vida en Deltium fue genial, pero ahora parece que ha llegado el momento de volver a mi ciudad natal. Mi hermano, que acaba de quedar a cargo de la propiedad, también necesita ayuda."

Gerard no dio sus verdaderas razones para marcharse. Quizá fuera porque tenía una sensación de crisi debido a que sus problemas se habían hecho demasiado grande, o quizá le incomodaba estar en una situación en la que tenía que seguir enfrentándose a ella. Por supuesto, también cabía la posibilidad de que fuera una mentira para que Annette bajara la guardia. Sin embargo, su rostro parecía sincero. 

Al igual que él conocía bien a Annette, ella también lo conocía muy bien a él. Aunque tuvieron algunos conflictos, pasó mucho tiempo con Gerard. Incluso se podría exagerar diciendo que el tiempo pasado con Gerard era mucho más largo que el que ella pasó con su padre. Durante esos tiempos, Gerard había sido siempre un buen mayordomo. Ahora que él se iba, ella no podía seguir tratándolo con frialdad. 

"Ya veo. Por favor, ten cuidado en tu camino. Espero que volvamos a vernos, Gerard."

Annette se despidió en un tono suave. Pero la visita de Gerard no era sólo para despedirse. De repente él miró a su alrededor. Luego cerró la ventanilla del carruaje entreabierta. A continuación, Gerard bajó la voz y susurró con mucho cuidado. 

"Dama, aunque no lo sé todo... pero me enterado de una cosa."

"¿Qué? ¿De qué hablas de repente, Gerard?"

"De la mina. No es sólo es su padre, sino que hay otras personas que le están ayudando. Es una conspiración mucho más grande de lo que piensa." 

Los ojos de Annette se agrandaron ante las inesperadas palabras. El Duque Bavaria por sí solo, representaba un gran poder. No necesitaba la ayuda de nadie. No podía creer que Allamand contara con la ayuda de alguien para planear algo. Era totalmente inesperado. 

"¿Te importaría contarme más sobre esto, Gerard? Te lo agradezco mucho, pero si él te descubre..." 

Annette estaba muy preocupada por Gerard.  Aunque sólo intentaba proteger a Raphael, lamentaba haber sido demasiado dura con él. Gerard sonrió tristemente.

"Bueno, ¿Qué puede hacer contra alguien que se ha ido? Hay algo más que quiero decirte. "

Gerard, arrodillado en el suelo del carruaje, inclinó la cabeza. Luego besó sin vacilar las botas empapadas de lluvia de Annette. Ante su actitud reverente, los ojos de Annette se agrandaron de la sorpresa. Levantó la vista hacia Annette, todavía de rodillas.

"Le pido sinceras disculpas por haber insultado a su esposo el otro día. Aquel día me sentí como si me hubieran robado a mi preciosa joven a la que había educado. Estoy realmente avergonzado de mi comportamiento. No debí hacerlo..." 

"Está bien, Gerard. Ya le pediste perdón a mi esposo. Todo quedó en el pasado."

Gerard volvió a inclinarse ante las palabras de Annette. La cara del esposo de Annette, Raphael destelló ante sus ojos oscuros. Gerard esperaba que ese hombre pronto se diera cuenta del gran privilegio que era estar al lado de Annette. Por ser sólo un mayordomo, ni siquiera tenía esa oportunidad. Gerard reprimió sus persistentes sentimientos. Se despidió deliberadamente con un tono brillante. 

"El tiempo que le serví será siempre el recuerdo más preciado de mi vida.  Aunque regrese a mi ciudad natal, siempre pensaré en usted. Por favor, sea feliz."

Cuando Gerard terminó de hablar, sonrió con cara alegre. Ya se le habían acumulado algunas lágrimas alrededor de los ojos. Ya sin nada más que decirle a Annette, Gerard salió del carruaje. Luego caminó hasta que desapareció en la oscuridad. 

"Gerard..."

Annette suspiró mientras miraba con tristeza la espalda de Gerard desde la ventanilla. Estaba preocupada porque estuviera a salvo el camino de vuelta a casa. Pero había llegado el momento de regresar a casa. Annette, mirando por la oscura ventanilla, dio orden de arrancar el carruaje.