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lunes, 2 de octubre de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 542

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 542. Navier En Rwibt (10)



Uno o dos días no eran suficientes para llegar a Rwibt. Dado que no tenía ropa de recambio, tendría que ponerme también el uniforme de la 4ª División. Antes de cambiarme, levanté el uniforme blanco, luchando contra mi orgullo.

'¿Debería cambiarme la ropa sucia por una limpia, aunque fuera ropa de mi enemigo?'

"¿Su Majestad?" 

El Gran Duque Kapmen llamó a la puerta de mi camarote. Debió preocuparse porque entré a cambiarme y no volví.

"Enseguida salgo."

Con un suspiro, me puse el uniforme de la 4ª División. Me miré en el espejo.


'Qué extraña me siento.'

Una vez, durante un desfile, había llevado el uniforme de un caballero del Imperio Oriental. Pero ahora, vestía el uniforme de los Caballeros Transnacionales...

Está bien. Es lo más conveniente. Sería más extraño que continuara llevando ropa que apestara... o peor aún, que no llevara nada.

Finalmente, abrí la puerta del camarote. Me quedé paralizada en la entrada al ver una multitud de caballeros de la 4ª División mirándome boquiabiertos. Resistí el impulso de volver al camarote y cerrar la puerta de golpe.

'¿Por qué me miran todos?'

Apreté con fuerza el pomo de la puerta. En ese momento, Ángel caminó hacia mí, riendo,

"Lo siento, Su Majestad. Mis hombres están emocionados de verla usando su uniforme."

Aun así, ¿tenían que amontonarse en mi puerta? Miré furiosamente a su comandante, deseando que los ahuyentara. 

'Eres un hombre detestable.'

Cuando me paré de brazos cruzados, la sonrisa de Ángel se hizo más amplia, 

"Su Majestad, por favor salga. Les diré a todos que se retiren. No puede quedarse en su camarote para siempre."

***

Durante tres días, o tal vez cuatro, el viento sopló con tanta vehemencia que el buque se estremeció. Me dio náuseas, pero aparte de eso, nuestro viaje fue tranquilo.

Bueno, Ángel también se burlaba de mí cada vez que nos cruzábamos.

"El uniforme le queda bien, Su Majestad. Es una lástima que no se una a nosotros."

"Incluso si me uniera, no habría razón para que llevara el uniforme."

"¿Por qué no?"

"Porque sería yo quien te daría las órdenes. Como Líder de la Alianza."

Ángel se limitó a sonreír,

"Creo que disfrutaría que Su Majestad me diera órdenes. Si alguna vez se postula a Líder de la Alianza del Continente Wol, tiene mi voto."

'¿Este hombre es un zorro o una serpiente?'

Se suponía que era el ayudante más cercano del Líder de la Alianza. Pero actuaba como si estuviera por encima suyo.

Justo entonces, el vigía anunció que había avistado tierra. El Gran Duque Kapmen y yo nos apresuramos a la cubierta. Un caballero me pasó su telescopio. Mirando a través del mismo, vi un puerto en la distancia. 

"¿Es allí?"

Pregunté al Gran Duque, cediéndole el telescopio. Una vez que él miró a través del telescopio, lo bajó y me sonrió,

"Sí. Ese es mi hogar."

Al poco tiempo pudimos ver el puerto a simple vista. Mi corazón se llenó de emoción ante la exótica escena,

"Tu hogar es muy animado."

"Ciertamente. Durante mucho tiempo he soñado con mostrar a Su Majestad mi tierra natal."

"Pasaste por mucho para que este comercio se hiciera realidad. Me alegro de que finalmente hayamos llegado a este punto."

"Igualmente. De hecho, me hace más feliz haberlo logrado con alguien a quien aprecio."

Fruncí el ceño, estudiándolo. 

'Si es así, ¿a qué viene esa expresión?'

Pensé, sabiendo que me oiría. 

'¿Estás preocupado por el matrimonio?'

Su rostro se ensombreció aún más, pero no respondió.

'Debe haberme oído. ¿Tal vez no quiere hablar de eso? No insistiré.'

Me puse a observar el puerto con el telescopio. Era extraño ver otro continente por primera vez. Mi corazón se aceleró con un tipo de emoción distinta a la que sentía por Heinley.

'¿Vendré aquí con Heinley algún día?'

***

Por fin, el buque echó anclas. Su enorme casco acechaba en el puerto. Los trabajadores instalaron un puente entre el buque y el puerto. Finalmente pisé tierra firme. Las piernas me temblaron mientras me readaptaba.

Me sentía extraña, pero me forcé a permanecer firme y hacer como si no pasara nada. Todavía llevaba el uniforme de la 4ª División, así que tenía que mantener todo el honor que pudiera.

"No te rías."

Exclamé al sonriente Gran Duque Kapmen. Estaba tratando de preservar mi orgullo,

"Finge no darte cuenta."

"Eso es lo que siempre hago."

"Es obvio que estás sonriendo."

"Mis disculpas, no puedo evitarlo. Miraré entonces hacia otro lado."

Le fulminé con la mirada, pero la escena que nos rodeaba no tardó en atraer mi atención. Hacía mucho más calor que en el Continente Wol. 

'Me pregunto si hace tanto calor todo el año o si simplemente es verano.'

"Siempre hace calor. Todo el año."

Murmuró el Gran Duque.

"Por eso tu ropa siempre..."

Hice una pausa. Preferí decirlo en mi mente.

'Por eso tu ropa siempre muestra mucha piel...'

"Sí. Pero a veces, cuando el sol está demasiado fuerte, nos cubrimos para evitar los daños causados por el sol."

"Toc, toc."

Dijo Ángel, acercándose a nosotros. Los dos nos quedamos callados, frente a él. 

"¿Adónde se dirige ahora, Su Majestad? ¿A la capital?"

Si digo que no, no me creerá. No podía ocultar del todo mi destino. 

"Necesito comprobar si el resto de mi grupo llegó a un puerto cercano. Luego planeo ir a la capital."

Ángel asintió,

"Eso es lo que imaginaba."

Hizo una pausa. Un momento después, dijo con una amplia sonrisa,

"Yo también tengo negocios en la capital. ¿Vamos juntos?"

Para ser honesta, me lo esperaba. Pero, ¿debería dejar que nos acompañara? Para empezar, ¿por qué vino a Rwibt? ¿Ir juntos ayudaría o perjudicaría a nuestra causa?

Me esforcé por pensar una respuesta, mirando a Kapmen. Nadie entendería mejor que él los motivos de Ángel. Tal vez podría darme una pista sobre si deberíamos aceptar o no.

Aunque el Gran Duque Kapmen notó claramente mi mirada, se quedó en silencio. Se limitó a mirar fijamente a Ángel. Finalmente, se volvió hacia mí y abrió la boca.

***

"¡¿Su Majestad Navier se cayó por la borda?!"

McKenna exclamó atónito al leer la carta del pájaro mensajero. Pero éste era un pájaro normal, incapaz de responder. Se dejó caer, exhausto.

McKenna se tapó la boca con una mano.

"¿Cómo pudo pasar esto?"

Él se apresuró a la oficina de Heinley, pero no estaba allí. 

"¿Dónde está Su Majestad Heinley?"

Preguntó al caballero más cercano. El hombre negó con la cabeza. McKenna corrió por el palacio, preguntando por todas partes hasta que finalmente localizó a Heinley en la sala de las joyas con los dos bebés en brazos. 

"¡Su Majestad!"

Con una expresión radiante, Heinley se giró para mirar a McKenna. Estaba en medio de mostrar su colección de joyas a los bebés.

"McKenna, mira. Laurie tiene los mismos gustos que yo."

McKenna sacudió la mano, agitado,

"Estoy seguro de que tienen más de unos pocos intereses en común. Pero tenemos un problema."

"¿Qué ocurre?"

Kai aprovechó la distracción de su padre y agarró una joya, metiéndosela en la boca. Heinley se la sacó antes de que la mordiera.

"Por favor, eche un vistazo a esto."

McKenna le extendió la carta. Heinley le pasó los bebés, y luego aceptó la carta. McKenna agarró a Kai y Laurie, luego retrocedió apresuradamente, su conmoción se transformó en miedo.

Heinley se inclinó sobre el papel. Sus ojos lo recorrieron de un lado a otro. Cuando llegó a la última línea, se quedó helado. Parecía una escena de una obra de terror. McKenna tragó fuertemente.

Lentamente, Heinley levantó la cabeza,

"¿Quién... se cayó por la borda?"

En el momento en que sus enormes ojos púrpuras se encontraron con los suyos, McKenna pensó, 

'Tenemos un gran problema.'