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martes, 22 de agosto de 2023

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 169

Capítulo 169. Fuerza Desmedida (2)

Una mirada asesina apareció en los ojos de Raphael. Eucaly se aterrorizó completamente. 

"¡Dime lo que te ha prometido! ¡¿Qué demonios querías a cambio de matar a mi esposa?!"

Fue un grito desgarrador porque él casi había perdido a Annette. Eucaly casi se orinó encima por la forma horripilante en que Raphael la miraba. Eucaly, que de repente tuvo dificultades para respirar, terminó por desmayarse.

En ese momento Raphael agarró los barrotes sin decir palabra. Si no mataba a Eucaly de inmediato, no creía que fuera capaz de liberar su ira. Ahora conocía el amor, ahora que conocía la calidez de una persona amada, pero estaba a punto de perderlo todo. Se dejó engañar estúpidamente por las palabras aduladoras del Rey. 

"Raphael, ¿Qué estás haciendo?"

"Cálmate, Raphael. Hay que mantenerla con vida."

"...¿Por qué?"

Afortunadamente, pudo escuchar la voz de Annette. Raphael, que estaba inmerso en la ira, le preguntó el motivo. En respuesta, Annette le acarició suavemente el brazo para tranquilizarlo y le explicó en voz baja.

"Todavía hay muchas cosas que Eucaly no ha dicho. Podríamos revertir esta situación. Por ejemplo, podríamos conseguir pruebas más fiables para acusar a Su Majestad más tarde."

Raphael se detuvo. Annete tuvo éxito en domarlo. Él respiró hondo. Ella tenía razón. Era mejor tener más pruebas. No servía de nada su ira en este momento.

Su principal prioridad era proteger a Annette. Ya no debía usar su espada para doblegar a otros o para ascender en la jerarquía. Tenía que usarla para proteger a la mujer que le había enseñado a amar por primera vez en su vida. Él pensó con los dientes apretados.

Ni siquiera me importa convertirme en Maestro de la Espada.

Era algo que había ansiado durante mucho tiempo. Mientras Annette estuviera a salvo, no necesitaba toda la riqueza y la gloria del mundo. Tal vez podría parecer tonto, pero ella era su propio tesoro. No deseaba más nada.

Él sintió que había alcanzado una nueva percepción. Sus pupilas nubladas por la ira recuperaron su brillo original. Entonces lo que llamó su atención fueron los ojos preocupados que lo miraban desde un lado.

"Raphael…"

Siempre era especial que sus labios pronunciaran su nombre. Quiso acariciar sus mejillas de inmediato. De forma casual arrojó el barrote roto que tenía en su mano, le preocupaba que pudiera rozar a Annette mientras lo sostenía. Sentía que sus dedos estaban extrañamente fríos, aunque probablemente era sólo su imaginación.

Pero en ese momento las pupilas de Annette se estremecieron. Ella señaló con asombro el barrote que Raphael había tirado.

"¿Clavaste… el barrote en el suelo de piedra?"

Raphael miró el barrote que había lanzado sin pensar. Y sus ojos también se abrieron de par en par. El barrote que había sido arrojado sin cuidado, se había clavado en el suelo de piedra. Era como una pala clavada en barro blando.

El propio Raphael no tenía ni idea de lo que había sucedido. Sus ojos estaban llenos de confusión. ¿Por qué el barrote estaba clavado? No había forma de que el extremo roto de un barrote penetrara el suelo de piedra. 

En ese momento, Annette le agarró cuidadosamente la muñeca con su mano temblorosa. Luego la puso frente a la cara de Raphael.

"¡Raphael, tus manos están brillando! ¿Puedes verlo?"