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lunes, 24 de julio de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 511

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 511. Desconcierto De Ángel (2)




El Vizconde Langdel parecía el más desconcertado.

"Esto... Yo..."

La advertencia de la santa pasó por mi mente otra vez. Pensé que me había estado advirtiendo sobre la posible traición del Vizconde. Pero, ¿y si no era eso? ¿Y si en vez de eso quería advertirme de que fallaría en una tarea en la que parecería haber hecho lo correcto?

Quería decirle que no era culpa suya, pero estaba demasiado distraída por la escena que se desarrollaba.

'¡Ángel, canalla! ¿Qué tramas ahora?'

Los demás invitados se mostraron inquietos, mirándose unos a otros y cuchicheando. Nadie entendía por qué alguien haría desfilar a un caballero en una jaula en una Ceremonia de Año Nuevo.

Ángel subió tranquilamente al podio,

"Mis honorables invitados."

Hizo una pausa mientras los sirvientes empujaban la jaula hacia el centro del salón con un horrible chirrido.

"Hace unos días, unos ladrones irrumpieron en la sede de la alianza."

Me abrí paso entre la multitud, intentando acercarme a la jaula.

"Oye, cuidado."

Una pareja frunció el ceño hasta que nos reconoció a Heinley y a mí. Entonces se apartaron rápidamente.

Nos acercamos, pero no nos pusimos al frente de la multitud.

El caballero enjaulado se fijó en nosotros. Sus ojos parpadearon varias veces al reconocernos antes de dominar su expresión. Claramente, no quería que nosotros también nos viéramos envueltos en este problema.

"La mayoría de los ladrones escaparon. Afortunadamente, atrapé a uno de ellos."

Ángel señaló la jaula. El caballero no se movió, recordándome a un mono en una exhibición.

Los murmullos se extendieron entre la multitud como un reguero de pólvora. Mientras tanto, luchaba por controlar mi enojo. Sobre todo una vez que Ángel bajó del podio para acercarse a la jaula. Golpeó los barrotes con los nudillos y resistí el impulso de ordenarle que se largara.

"Quiero averiguar quién los envió y con qué objetivo. Pero este hombre no abre la boca."

La mirada de Ángel se posó sobre mí, con los labios curvados.

"Así que no me queda más remedio que usarlo como espectáculo."

Dicho esto, tocó la extraña manivela que sobresalía de un lado de la jaula. Era redonda, como el timón de un barco, con otra empuñadura alargada unida a ella.

"¿Ven esto?"

Ángel señaló la manivela, como un anfitrión presumiendo ante sus invitados.

"A medida que esto sea girado, la jaula se encogerá."

Mi corazón se hundió.

"¿Veamos cuán pequeño podemos hacer a este ladrón?"

Ángel hizo una señal a los Caballeros de la 4ª División que estaban cerca. Un par se adelantó para agarrar la manivela. A la siguiente señal de Angel, comenzaron a girarla.

Con un chirrido, la jaula empezó a encogerse tanto en altura como en anchura. El caballero que estaba dentro se agachó, mientras algunos invitados entre la multitud se sobresaltaron.

"Este es un dispositivo de tortura diseñado por los Caballeros Transnacionales."

"Ahora entiendo por qué los Caballeros Transnacionales son infames."

"No usamos esto a menudo. Especialmente no por un mísero ladrón. Normalmente, sólo la utilizamos para los peores casos. Pero a veces hay que dar el ejemplo."

Con otro chirrido, la jaula volvió a encogerse. Los invitados se miraron con preocupación unos a otros, aumentando la tensión en el salón. Heinley apretó los puños.

Por su parte, Ángel seguía sonriendo, directamente hacia mí. Parecía estar disfrutándolo. Entonces noté que jugueteaba con la cinta de su cuello. De repente, lo comprendí.

'Él no está tratando de matar al caballero. Está usando la jaula para forzar al caballero a transformarse.'

¿Qué pasaría si el caballero se resistiera? ¿Ángel lo mataría aquí mismo, a sangre fría?

Miré a Heinley.

'¿No deberíamos hacer algo?'

Sin embargo, Heinley permaneció inmóvil. Tenía la cara pálida y los ojos inyectados en sangre. Sólo sus puños se sacudían.

'¿Está pensando en una manera de sacarlo?'

El secreto de su tribu estaba guardado más estrictamente de lo que pensaba. El caballero sacudió los barrotes, andando de un lado a otro de la jaula. Pero no se transformó.

El Vizconde Langdel miró entre Heinley y yo.

"Su Majestad..."

No sabía a quién de nosotros se refería.

'No puedo soportar esto. Siento como si mi corazón fuera a estallar. A este ritmo, el caballero...'

Volví a mirar a Heinley. De repente, me di cuenta de que su mirada estaba fija. Miraba a una única parte, a la esquina más alejada de la jaula.

Seguí su mirada y noté algo extraño en uno de los barrotes. Un pequeño trozo se había vuelto rojizo.

'¿Está usando magia?'

Siempre asumí que la magia de Heinley era la transformación. ¿Era de otro tipo?

Por ahora, puse al Vizconde Langdel entre Heinley y Ángel. De esa manera, Ángel no se percataría de lo que Heinley estaba haciendo.

'Ahora... ¿Qué hacemos?'

De repente, una voz ronca habló.

"¿Debemos ser sometidos a tal espectáculo el primer día del Año Nuevo?"

Los Caballeros de la 4ª División dejaron de girar la manivela. Con un zumbido, la jaula se detuvo.

"Podemos celebrar un juicio para el ladrón después."

Exclamó otra persona.

"Es cierto. No somos tan perversos como para disfrutar de una escena como ésta."

Algunas personas más murmuraron de acuerdo. Sin embargo, Ángel sólo sonrió afablemente,

"No teman. Presenciarán un espectáculo mucho más entretenido de lo que creen."

'Lo sabía. Quiere probar si el caballero realmente puede convertirse en pájaro.'

El hecho de que Reina desapareciera debió hacerle sospechar.

Angel hizo otra señal. Los caballeros giraron la manivela una vez más. Pero ahora se me ocurrió una idea.

"Heinley, ¿necesitas más tiempo?"

Él asintió, sin apartar la mirada de la jaula.

"¿Recuerdas lo que hablamos?"

Él asintió otra vez. Le di un apretón en el brazo. A esta altura, el caballero estaba completamente doblado por la mitad. Respirando hondo, di un paso adelante,

"Lord Angel."

Ángel inmediatamente se fijó en mí, como si hubiera estado esperando a que hablara.

"Su Majestad Navier."

'¿Es esto lo que realmente quiere?'

Su mirada desbordaba expectación. Levantó un brazo y los caballeros dejaron de girar la manivela. La jaula se había convertido en una del tamaño de una caja estrecha, demasiado pequeña para que una persona pudiera acostarse.

"¿Tiene algo que decirme?"

Resistí el impulso de mirar a Heinley por encima del hombro. En vez de eso, forcé una sonrisa. Para disipar un rumor, hay que compartir un secreto aún más escandaloso.

Reprimí mis nervios y levanté la barbilla,

"Si tienes algo que decirme, hazlo como es debido. No provoques una escena espantosa como ésta sólo para tratar de averiguar si tenemos que ver con el fenómeno de la disminución del maná."

Por primera vez, Ángel pareció sorprendido.

***