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martes, 6 de junio de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 492

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 492.  Mientras Uno Pierde, Otro Gana (1)


Sovieshu hojeó despreocupadamente la lista de candidatas a emperatriz. Su nombre, su familia, su retrato, su reputación social, sus gustos, sus talentos, su carácter, la riqueza de su familia, sus hábitos y los nobles con los que mantenía una relación cercana. Dado que las candidatas habían sido seleccionadas en base a los mismos estándares, todas eran similares.

Si no fuera por esos estándares, no habrían entrado en la lista.

El Marqués Karl examinaba nervioso las reacciones de Sovieshu. Sin embargo, Sovieshu miró la lista con paciencia y calma. Finalmente, tras leer más o menos la mitad, cerró el libro.

"Su Majestad, ¿no quiere mirar la lista un poco más?"

"¿Qué sentido tendría?"

"Hay que elegir a una nueva emperatriz."

El Joven Sovieshu fulminó con la mirada al Marqués Karl. Cualquier cosa que él dijera no era bien recibida estos días. Sovieshu había actuado así desde que Rivetti le contó lo sucedido.

O tal vez fue a causa de Sheir. En un principio, Sovieshu tenía la intención de ganar tiempo trayendo a Sheir al palacio. Pero entonces el niño declaró que renunciaba a su derecho al trono. A pesar de las protestas de la Gran Duquesa, Sheir juró no volver jamás. Ahora al Gran Duque y a la Duquesa, junto con sus partidarios, les esperaban muchas noches de insomnio.

Sovieshu empujó el libro hacia el otro extremo del escritorio.

"Ignorar esto no traerá de vuelta a Navier, Su Majestad."

"Lo sé. Oí que dio a luz a gemelos."

"Puede que no le interese, pero por favor considere el matrimonio. Elija a alguien por el bien del país. Hay muchas jóvenes inteligentes y brillantes."

Sin embargo, Sovieshu no reaccionó. Finalmente, el Marqués suspiró y se marchó, llevándose el libro.

Sovieshu apoyó la cabeza en sus manos mientras miraba por la ventana. La niña cubierta de sangre estaba pegada a la ventana y le devolvía la mirada.

Veía esta aparición cada vez que estaba solo. Desde que vio al niño llamado Ahn. Al principio, estaba increíblemente asustado. Pero como la niña no le causaba ningún daño, sólo se aferraba a la ventana, ahora sólo se sentía cansado de verla.

La aparición le incomodaba enormemente, por lo que preguntó sobre esto a su yo de la noche en una carta. Pero su yo de la noche dijo que no la había visto. 

'Sólo yo la veo. Sólo yo la veo. ¿Por qué?'

¿Por qué su yo de la noche, que recordaba todo, no veía a esta niña? ¿Mientras que él, que perdió sus recuerdos, sí podía?

No había forma de saberlo. Al principio, ignoró la aparición, como de costumbre. Pero luego se levantó y se acercó a la ventana. Tal vez le molestó oír al Marqués Karl y a los nobles hablar de matrimonio.

Pensó que la aparición desaparecería al acercarse, pero la niña no se desvaneció. Siguió mirando a Sovieshu a través de la ventana. Cuando se acercó, los labios de la niña se entreabrieron.

'¿Sabe hablar? ¿Qué se supone que significa esta aparición?'

Sovieshu se estremeció, pero leyó los labios de la niña.

"¿De verdad... crees... que todo es... mi culpa?"

 ¿A qué se refería? Era difícil de comprender, pero esa fue la pregunta que leyó en los labios de la niña. ¿La había interpretado correctamente?

Una lágrima cayó de un ojo de la niña cubierta de sangre. Al caer la lágrima, algunas manchas de sangre desaparecieron de su cuerpo. Los labios de la niña volvieron a moverse, sin darle tiempo a sorprenderse. ¿De verdad crees que todo es mi culpa?

Otra vez la misma pregunta.

Siguió otra lágrima, luego dos más, hasta que cayó un flujo incesante. Con cada una, desaparecían más manchas de sangre. Verla era espeluznante... pero también agonizante. Sovieshu hizo una mueca ante el dolor palpitante de su cabeza.

Entonces, una débil y familiar voz llamó desde lejos, muy lejos. 

"¿No tienes ninguna compasión?"

Era su propia voz. Un momento después, escuchó una débil voz, aún más lejana que la suya.

"Sálvame..."

Su campo de visión se sacudió. Apareció una pradera. Había una mujer, llorando... una mujer que sollozaba con el pie atrapado en una trampa. Lloraba como si el cielo se hubiera derrumbado. Vio heridas tanto en sus manos como en sus pies. La débil voz volvió a escucharse. Era apenas audible.

"Eso es culpa nuestra, no tienes la... culpa."

Sovieshu dio un paso atrás. No era la niña la que hablaba. La voz provenía de su propia memoria. La niña en la ventana seguía llorando, con la boca abierta.

"Su Majestad es... el salvador."

'El escritorio. ¿Qué es eso que se está apilando en el escritorio?' 

"Consérvalo."

Esta fue su voz otra vez... Sovieshu dio un paso atrás. Justo entonces, oyó una voz fría desde arriba, totalmente diferente a las anteriores.

"¿Sólo sientes compasión por la Señorita Rashta, Su Majestad?" 

La voz pertenecía a Navier. Y... ¿Rashta? Su nombre sonó claramente por primera vez.

Sovieshu se quitó las manos alrededor de la cabeza y las levantó con dificultad. Fue entonces cuando las manchas de sangre de la niña de la ventana desaparecieron por completo y dejaron al descubierto una larga cabellera plateada. Sin embargo, quedaban rastros de manchas carmesí en su cabello y alrededor de la boca.

'¿Es ella... Rashta?'

Aunque se había quitado la sangre, seguía siendo una niña. Él había oído que ella era una adulta.

"¿Rashta?"


En cuanto la llamó por ese nombre, la niña de cabello plateado se desplomó. Conmocionado, Sovieshu corrió hacia la ventana. Se agarró al alféizar y miró hacia abajo, pero no vio a la niña de cabello plateado.

En cambio, volvió a oír la voz fría y susurrante de Navier. 

"Siempre hablabas de lo cruel que había sido la vida con ella. Sin embargo, la mataste con tus propias manos."

Un dolor terrible y aplastante le apuñaló la cabeza. Sovieshu se agarró las sienes y gritó, 

"¡Karl! Karl!"

En respuesta, Karl apareció, dando vueltas y vueltas en su visión. Parecía estar llamándole,

"Su Majestad, Su Majestad."

Sin embargo, era difícil saber si era realmente su voz o una alucinación.

"No es verdad, Navier. No es así."

Sovieshu murmuró, y cayó de espaldas. El Marqués Karl lo atrapó, y rompió a llorar. 

"¡Su Majestad! Su Majestad. ¡Por favor, reaccione!"

Desde el otro lado de la puerta, la subcomandante de los Caballeros de la Guardia Imperial, Sir Artina, los observaba con frialdad.

***

"¿Su Majestad?"

Dejé la pequeña campana con la que estaba jugueteando sin sentido y levanté la cabeza. El canciller me miró perplejo. Debió de resultarle extraño que dejara de hablar de repente, en medio de una audiencia. 

"Sólo estoy pensando..."

Ya era hora de que enviáramos una respuesta a la invitación de la Alianza a las Celebraciones de Año Nuevo. Pero dado que la Alianza apuntaba al Imperio Occidental, era difícil decidir cómo responder. Su invitación podría ser una trampa. Aún así, no podíamos ignorarla por completo. Especialmente porque estábamos aislados...

"Si tardamos más, los funcionarios se alarmarán, Su Majestad."

"Lo sé."

El canciller sabía que Heinley estaba desaparecido, no sólo ausente en el desempeño de sus funciones. Pero los demás lo desconocían. Algunos de ellos se preguntaban qué tipo de acontecimientos secretos harían que el emperador se marchara en un momento así. Pero, al menos, no les parecía demasiado extraño. Heinley vagaba con bastante frecuencia cuando era príncipe. 

"Su Majestad, ¿no sería mejor arriesgarse y enviar a alguien?"

"No estoy segura..."

"Disculpe... Su Majestad, ¿cree que los magos del Imperio Oriental podrían ayudarnos a encontrar a Su Majestad?"

Podía hacer la petición, pero pedir ayuda al Imperio Oriental era un asunto delicado. Cuando necesitábamos construir una represa temporal lo antes posible, antes de construir la represa de joyas, el Imperio Oriental nos ayudó. Sin embargo, su emperador había pedido venir a recuperarse aquí a cambio. Hicimos un trato. Ambos nos habíamos beneficiado.

Si les pedíamos ayuda otra vez, sería una petición unilateral. Teníamos que manejar esto con cuidado.

Por otro lado, el Imperio Oriental no había facilitado a la Alianza la información que tenía sobre el fenómeno de la disminución del maná. Podrían haberse alineado contra el Imperio Occidental, pero no lo hicieron. En circunstancias normales, el Imperio Oriental y el Occidental no unirían fuerzas, pero... teniendo en cuenta el terrible estado mental de Sovieshu, cabía la posibilidad de que fuera posible.

"Tengo una idea. No buscaremos a Su Majestad. Haremos que la Alianza nos lo traiga."