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domingo, 28 de mayo de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 489

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 489.  ¿En Dónde Está? (2)



Me flaquearon las piernas, así que me agarré al respaldo de la silla. Heinley...

"¿Qué quieres decir?"

Las peores pesadillas inundaron mi mente. Un secuestro. Un accidente. Heinley perdido, o desaparecido... o muerto. Sacudí la cabeza. Tenía demasiado miedo incluso para pronunciar esos pensamientos en voz alta. Odie incluso haberlos pensado. La silla en la que me apoyaba se deslizó hacia atrás unos centímetros.

"¿Su Majestad, se encuentra bien? ¡Su Majestad!" 

Gritó el cuervo detrás del sofá.

"No. Cuéntame más."

"Él se presionó demasiado. Dijo que si sería atrapado de cualquier manera, mejor que fuera después de haber recuperado todas las piedras de maná."

Heinley. Su nombre resonó amargamente en mi mente. Pájaro tonto, ¿qué locura hiciste esta vez?

"Algunas de las ubicaciones de las piedras de maná sólo eran conocidas por Su Majestad. Así que..."

"Fue solo."

"Sí. A algunos lugares."

"Entonces, ¿no se sabe nada de Heinley desde que se marchó solo a recuperar esas piedras?"

"Así es. En mi opinión, lo que probablemente ocurrió fue..."

¿Qué? ¿Por qué no termina de hablar? Cuando el cuervo hizo una pausa, estuve a punto de correr detrás del sofá para levantarlo por el cuello e instarlo a que lo escupiera.

Cerré los ojos y conté hasta tres, reprimiendo a duras penas el impulso. Debo mantener la calma y relajarme. Si me acerco ahora, sólo veré a un hombre agachado sin ropa. Si lo presiono, se paralizará en vez de hablar.

Después de lo que pareció una eternidad, el cuervo finalmente respondió en tono pesado. 

"Bueno, temo que no pueda volver porque se ha hecho daño en las alas."

***

La pradera sin árboles y cubierta de hierba era una desoladora mezcla de marrón y verde. Sólo la bandera se movía, ondeando en el viento cortante y frío. Cerca de los cuarteles sobre los que ondeaba, estaba reunida una multitud de caballeros. En el centro, un hombre de cabello plateado sostenía una gran jaula de pájaros.

"¿Encontraste este pájaro allí?"

Un enorme pájaro dorado estaba sentado dentro de la jaula con un vendaje alrededor de un ala. A pesar de ser un pájaro, su expresión de evidente miseria hizo reír a quienes lo observaban.


"Sí, Señor. A juzgar por sus plumas limpias y su olor, no se trata de un pájaro salvaje. Lo he traído porque podría ser el pájaro mensajero del Emperador Heinley."

"Oh, ¿El Emperador Heinley apareció por allí?"

"No." El subordinado señaló la jaula. "¿Cree que se echó atrás porque su pájaro mensajero fue capturado?"

"Tal vez. Es probable que haya cambiado de dirección y se haya ido a otra parte." 

Sumido en sus pensamientos, Ángel metió el pulgar en la jaula. En lugar de desafiarle o picotearle la mano, el pájaro dorado le dio una palmada en el dedo con el ala. 

"Definitivamente no es un pájaro salvaje."

"¿Qué le gustaría hacer?"

"Seguir investigando la situación."

"Sí, Señor. Um ... ¿qué hay del pájaro?"

Ángel hizo una pausa. 

"Dado que es tan manso, no hay razón para matarlo. Si lo liberamos en la naturaleza..."

- ¡Gu!

"Es probable que sea demasiado dócil para sobrevivir."

El pájaro aleteó como si protestara.

"Encuentra a alguien que se lo quede."

Ángel pinchó el pico del pájaro, y luego llevó la jaula a los cuarteles. Atrapado en la jaula, Heinley se cubrió la cabeza con las alas y chirrió.

***
.
Me paré en la entrada de la sala de reuniones, cerca de la puerta exclusiva del emperador, por donde Heinley solía entrar y salir. Allí, respiré hondo varias veces. El emperador seguía sin aparecer, pese a lo mucho que habíamos esperado.

A través de la puerta, oí los murmullos de los funcionarios en la sala de reuniones. Como ni siquiera McKenna se presentó, el ambiente en la sala se volvió terriblemente agitado.

Respiré hondo por última vez, me enderecé y entré.

"¿Su Majestad?"

Gritó un funcionario sobresaltado. Sin embargo, los ministros no tardaron en calmarse. Sus ojos se movían de un lado a otro, confundidos.

Antes de explicarme, subí al asiento más alto, donde normalmente se sentaba Heinley. Los ministros me observaron con enorme perplejidad. Hablé en un tono deliberadamente tranquilo.

"Su Majestad ha partido por asuntos relacionados con la alianza."

Sus ojos se abrieron de par en par.

"¿Quiere decir que Su Majestad estará fuera por un tiempo?"

"Así es."

Aparte de algunos de sus hombres más cercanos, ninguno de los ministros del Imperio Occidental conocía la implicación de Heinley en la disminución del maná. Así que no tenía más remedio que mentir. No tenía ni idea de las reacciones que podría provocar si revelaba la verdad.

Ciertamente, no podía decirles por qué estaba ausente.

Afortunadamente, ninguno de los ministros se opuso a mi liderazgo temporal. Especialmente porque los príncipes, Laurie y Kai, ya habían nacido.

"Dado que Su Majestad necesita mantener en secreto su ausencia, hoy sólo convoqué aquí a quienes son dignos de confianza."

Para mantenerlo en secreto, expresé deliberadamente mi confianza en ellos. La mayoría, incluido el Marqués Ketron, parecieron convencidos de esto. 

"Puesto que debo compartir las responsabilidades de Su Majestad con el Canciller hasta su regreso, solicito también su ayuda."

Hice mi mejor esfuerzo para disimular la incertidumbre en mi voz.

***

Estaba acostumbrada a mantener una expresión fría, un tono inexpresivo y una actitud cortante. Gracias a eso, oculté mi preocupación durante toda la reunión del consejo. Incluso los ministros que al principio se sorprendieron por la ausencia de Heinley acabaron entregando sus informes y agendas. Sin embargo...

No era fácil dejar de lado mi angustia, aunque fuera momentáneamente, durante la reunión. Sentía que podría gritar, "¡Desplieguen inmediatamente todas las tropas disponibles y busquen a Su Majestad!" si dejaba entrever la más mínima tensión.

Actué como si todo estuviera bien. Pero era duro para mi cuerpo, que acababa de dar a luz hace poco, conducir una reunión de varias horas. A pesar del esfuerzo, pude soportarlo.

Está bien. Dejaré la búsqueda de Heinley en manos de la tribu cabeza de pájaro. No hay nada que pueda hacer al respecto. Desplegar caballeros sólo llamaría la atención de la alianza.

Perdida en mis pensamientos, caminé durante un largo rato. De repente, me encontré con el Gran Duque Kapmen. Él cambió de dirección y se acercó a mí.

"¿Qué ha ocurrido? ¿Su Majestad ha desaparecido?"

Debió de oír mis inquietudes. Sus ojos se abrieron como platos cuando encontró la respuesta que buscaba. 

"¿Es verdad?"

Qué conveniente no tener que dar una larga explicación. Una vez que asentí, me vino a la mente Dolshi. Es amigo de Kapmen. ¿Tal vez Dolshi pueda ayudarnos a encontrar a Heinley?

"No creo que te ayude."

"Aún así quiero preguntarle. ¿Puedes decirle que venga?"

***