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miércoles, 22 de marzo de 2023

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 74

Capítulo 74. Perjudicial Consolación (1)


Annette se peinaba mientras se miraba en el espejo del tocador. Su suave melena rubia le llegaba hasta la cintura. La dueña del cabello rubio estaba sumida en sus pensamientos. Sus manos que movían el cepillo, se volvieron cada vez más lentas.

'Raphael se ha retrasado'.

Annette temía que hubiera ocurrido algo en el palacio real. Por ejemplo, una disputa innecesaria o que alguien le hubiera dicho algo desagradable. Eran situaciones que Raphael había experimentado hasta el hartazgo desde que recibió su título. Incluso gran parte de esa hostilidad fue fomentada por la opinión pública de su padre, Allamand.

Ella suspiró. Raphael era un hombre orgulloso. Preferiría morderse la lengua para morir, que hacer el ridículo ante los demás. Fue desafortunado que un hombre con tanta determinación hubiera nacido como hijo ilegítimo.

Creak

En ese momento, la puerta de la habitación de Annette se abrió de repente. Pensó que había entrado un fantasma porque se abrió sutilmente. Ella giró la cabeza para comprobar la identidad del visitante. Como esperaba, sólo había una persona que podía entrar en su habitación sin llamar a la puerta.

"¿Raphael?"

Ella pensaba que todavía estaba en el palacio real, pero se encontraba en la puerta de su habitación. Annette tuvo un mal presentimiento al mirar su rígido rostro. No sabía el motivo, pero parecía que Raphael estaba de mal humor. Ella preguntó con ansiedad.

"...¿Qué te pasa, Raphael? ¿Ha sucedido algo en el palacio real?"

Annette le preguntó de forma amable pese a su actitud sombría. Al escuchar el tono de sus palabras, Raphael apretó los dientes como si estuviera conteniendo algo. Estaba claro que intentaba controlar las emociones negativas que invadían su cabeza. Fue un acontecimiento sorprendente porque normalmente habría comenzado a gritarle. Después de respirar durante un rato para contener su ira, dijo de repente.

"¿Es verdad que dijiste que no te gustan los hombres como yo?"

"¿Qué? ¿Yo?"

Los ojos de Annette se agrandaron al escuchar sus palabras, que surgieron de la nada como un relámpago en un cielo despejado. Ella no podía comprender por qué estaba diciendo eso. Entonces Raphael añadió con voz enfadada.

"Antes de que nos casáramos, dijiste que preferías morir o vivir sola el resto de tu vida, antes que ser mi esposa. ¿Es eso cierto? ¿Realmente has dicho eso?

Annette trató de pensar cuándo había dicho eso, pero no podía recordar nada. De todos modos, no era una persona que despreciara a los demás. Tal vez Raphael había escuchado un extraño rumor en alguna parte.

"No recuerdo nada. ¿Su Majestad dijo tal cosa?"

Preguntó Annette, recordando que Raphael había ido hoy al palacio real. Raphael no respondió, en su lugar se acercó a ella. Una gran sombra se cernió sobre su rostro. Se le puso la piel de gallina de forma instintiva. Se sentía abrumada porque un hombre con tan buen físico la miraba con una expresión feroz. Raphael habló mirando hacia abajo.

"Fue un pusilánime. Dijo que una mujer tan refinada como tú nunca se enamoraría de un bastardo como yo. Incluso mencionó que dijiste que sería mejor entrar en un convento que casarte con un hombre salvaje. Eso es lo que dijiste antes, ¿No?"

"¿Yo? Nunca dije eso... ¡Oh!"

Annette puso una expresión de desconcierto al recordar algo de repente. Probablemente fue Ludwing quien dijo estas palabras. Tal vez se encontró de forma casual a Raphael que estaba en el palacio real, o lo esperó con la determinación de lastimarlo. Annette recordó vagamente lo que Ludwing había dicho en el pasado.

Tal vez mi padre tiene razón. Si él fuera un hijo legítimo… sería el Príncipe Heredero. Pero en ese caso, tendrías que casarte con él. ¡No me agrada eso! ¿Tú serías más feliz a su lado? Porque él es más masculino.

Fue hace varios años. Ese día Ludwing estaba profundamente dolido con su padre el Rey porque lo había comparado con Raphael. Las lágrimas que brotaban de sus ojos, fluían en línea hasta su elegante mandíbula. Recordó esas lágrimas transparentes brillando a la luz del sol.

En aquel entonces Annette también actuaba como consejera de Ludwing. Sentía lástima por Ludwing que a veces terminaba herido por las palabras de su padre. Había nacido más noble que nadie, pero su autoestima estaba por los suelos. Era tan sensible que parecía que en cualquier momento se suicidaría.

Ojalá no hubiera nacido.

Los ojos de Ludwing tenían un aspecto escalofriantemente mientras murmuraba esto. Así que Annette sintió la necesidad de consolarlo.