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viernes, 25 de noviembre de 2022

Cómo Domar A Mi Marido Bestial - Capítulo 50

Capítulo 50. Consejos de Harold (2)


"No digas cosas  raras. Sólo intento llevarme bien con mi esposa. No es necesario mencionar cosas inútiles como el amor o el cariño."

"Bueno, si tú lo dices."

Harold se rió. Por lo visto, parecía que quería seguir negándolo. Por ello, tendría que sufrir más adelante. Siempre es mejor reconocerlo pronto, para encontrar la manera de ganarse el corazón de la otra persona.

Pero Harold lo ignoraría esta vez. Raphael necesitaba esta oportunidad para abrirse un poco. Debido a que había estado atrapado en su caparazón durante tanto tiempo, su crecimiento emocional se había detenido por completo. Quizás el odio hacia su madre, y el complejo de inferioridad hacia su origen lo estaba frenando. 

La información sobre la madre biológica de Raphael era estrictamente confidencial. Así que nadie sabía quién era la madre de Raphael, ni cómo había muerto. El Conde Harold Evans era una de las pocas personas que conocía todos los detalles.

Pobre alma.

Harold se había retirado debido a su avanzada edad, pero hasta hace unos años había sido un leal servidor del Rey Selgratis. Por lo tanto, había vigilado al hijo ilegítimo del Rey, Raphael, desde que éste era joven. Si Harold no hubiera descubierto el extraordinario talento de Raphael como espadachín y se lo hubiera contado al Rey, Raphael habría seguido vagando por los sombríos callejones como un plebeyo. O bien, podría haber estado ya muerto.

"De todos modos... no quiero decirle nada a Annette. No sólo a ella, sino a cualquiera. Prefiero morderme la lengua, que hablar de mi pasado."

Murmuró Raphael mientras bajaba la cabeza, luego se la agarró con ambas manos con ansiedad. Su vida antes de convertirse en el Marqués Carnesis fue un infierno. Raphael no se sentía confiado para hablar de sus secretos más íntimos con Annette. Ella era la mujer más noble del reino de Deltium. ¿Cómo puedo revelar mi podrido pasado a alguien como ella, que es tan impecable?

Raphael es una buena persona. Debería ser respetado.

Raphael se sintió avergonzado al recordar la cara de Annette, defendiéndolo inocentemente sin saber nada. Cuando Harold, que vio su expresión de angustia, le dijo.

"Uno tiene que preparar su corazón para revelar su secreto más difícil. Si no estás preparado, no tienes que forzarte a confesar. Si esperas con calma, el tiempo te ayudará a madurar, como un pan fermentado. Quién sabe, tal vez para entonces tu terca boca se abra con facilidad."

"Pero antes de eso, Annette me dejará."

Raphael tenía un fuerte presentimiento. Tenía una intuición salvaje dentro que respiraba como un animal. Cada vez que veía a Annette mirando a lo lejos con expresión solitaria, esa intuición le susurraba siniestramente, 'ella está pensando en huir'. Cuando Harold escuchó las palabras de Raphael, reflexionó durante un rato y luego hizo una sugerencia.

"Entonces sé más amable con tu esposa. Piensa que eres el dueño de tus secretos, pero mima completamente a tu esposa. Entonces, no sé. Tal vez ella podría seguir contigo pacientemente, aunque pierdas su cariño."

"... ¿Qué clase de tonterías estás diciendo?"

Raphael levantó la cabeza, frunciendo sus hermosas cejas. Pero los ojos de Harold que lo miraban estaban serios. Aunque las cejas del viejo caballero se habían vuelto grises, los brillantes ojos que había debajo de ellas seguían vívidos.

"Las mujeres son sabias. Tu esposa ya debe haber notado que le ocultas algo. Así que sé bueno con ella. Hasta el punto de que aunque se entere, no te dejará. ¿Me entiendes?"

Sólo entonces Raphael, que entendía las palabras de Harold, se quedó callado. Parecía un consejo muy sabio, pero ¿Cómo hay que ser bueno con una mujer? Raphael nunca había sido bueno con ninguna mujer. A decir verdad, Annette era la primera persona con la que quería intentar tener algo parecido a una relación. Harold, que vio a través de los pensamientos de Raphael, se burló de él.

"¿No puedes hacerlo por tu orgullo? ¿O es porque te pone nervioso? Bueno, has sido muy tímido desde niño. Cuando compraste un reloj de bolsillo como regalo para mi cumpleaños, te dio tanta vergüenza que ni siquiera pudiste dármelo tú mismo, así que le ordenaste a un sirviente que lo hiciera..."

"¡¡Ugh que ruidoso!! Maldita sea, ha sido una tontería venir aquí."

Cuando esa oscura historia olvidada salió a la luz por la fuerza, Raphael se levantó de un salto de su asiento e intentó salir rápidamente de la sala. En ese momento, Harold borró la sonrisa de su rostro y le dio un último consejo.

"Sabes que te quiero mucho. Incluso tu extraña personalidad y tu arrogancia me parecen adorables. Pero un hombre de verdad debe saber cuándo doblegar su ego. ¡Muéstrale un poco de sensibilidad para que su corazón cambie! No elijas ningún medio o método estúpido. Si no, pronto acabarás como yo."

Harold dedicó toda su juventud a su trabajo. Y a cambio, lo consiguió todo. Excepto el amor.

La mujer, a la que Harold había amado con todo su corazón, lo dejó para casarse con otro hombre. Todo esto se debió a que Harold creía firmemente que ella no lo dejaría mientras tuviera éxito. Pero todo lo que ella quería de él era un poco de atención. Harold era tan estúpido que no se dio cuenta de esto, por lo que la perdió para siempre.

Raphael, que conocía el pasado de Harold, lo miró sombríamente. Harold se sentía mucho más cercano a él como figura paterna, que su propio padre biológico, el Rey Selgratis. Así que no podía tomar su consejo a la ligera. Justo en ese momento, la mirada de Raphael se desplazó repentinamente de la mano de Harold, al brillante anillo en su dedo.

"Oh, viejo. ¿Qué demonios es ese anillo? ¿Este anillo es popular en Deltium últimamente?"

El gran anillo de amatista tenía grabado una letra del alfabeto. Igual que el que encontró en el cajón de Annette cuando estuvo cuidando.

"Oh, ¿esto? No lo sabes. Este es un anillo de un gremio llamado 'Secreto'. Sus clientes más distinguidos tienen un anillo de este tipo."

"¿Secreto? ¿Qué clase de gremio es ese?"

"¿Qué...? Bueno, ¿Debería llamarlo un gremio de encargos? Comenzó con pequeñas transacciones de información y ahora hace casi cualquier cosa ilegal que un cliente quiera. Es un lugar que ha crecido rápidamente en los últimos 5 años. El maestro del gremio es destacable. Se rumorea que es uno de los pocos magos 'de verdad' que quedan."

Incluso después de la jubilación, Harold seguía siendo Harold. No era extraño que Harold, que en su día había trabajado como agente secreto, conociera todos los gremios de información de los bajos mundos. Pero le pareció extraño que Annette lo conociera. Era una noble extremadamente elegante a la que le gustaba leer.

"Dame más detalles. ¿Qué cosas concretas hace en ese gremio?"

Mientras su rostro se distorsionaba por la ansiedad, Raphael se sentó frente a Harold.

***

Había un clima agradable. El cielo azul estaba despejado, el sol calentaba y el viento que soplaba era fresco. Así que Annette se sentó en el jardín para leer un libro. Aunque estaba leyendo información sobre el templo al que asistía principalmente Celestine, no podía negar que todo estaba en calma.

Excepto por algo.

Annette, que apartó los ojos del libro por un momento, suspiró suavemente al ver a Raphael desde la distancia. Al parecer, últimamente había cambiado su tendencia a mostrar la espalda en estos días, ahora mostraba su pecho. Y encima mantenía una distancia muy preocupante con ella. Era una distancia tan ambigua que obligaba a acercarse a la otra persona para hablar.

Ella se sentía incómoda con los agudos ojos de Raphael, que la miraban como un halcón. Así que cerró el libro y se levantó sin decir nada. Decidió regresar a su habitación para evitarlo. Pero tan pronto como Annette se dio la vuelta, Raphael se acercó a ella y la agarró de la muñeca.

"Vamos a hablar."

"...¿Hablar? ¿De qué?"

Ella miró a Raphael sin ninguna expectativa. Siempre que ella intentaba hablar, él se molestaba o la evitaba, así que ahora, ¿De qué querría hablar? Cuando Annette lo miró fijamente sin aceptar ni rechazar su petición, un poco de nerviosismo apareció en el rostro de Raphael.

"Sólo un minuto."

Si hubiera sido antes, habría agarrado a Annette del brazo y la habría arrastrado a su antojo. Pero ya no podía hacerle eso a Annette. Raphael cerró la boca con fuerza. La mujer, que estaba de pie frente a él, mirándolo con indiferencia, lo estaba volviendo loco. Naturalmente, le vino a la mente el consejo de Harold, a quien había visitó hace unos días.

Sé bueno con ella. 

Pero, ¿Qué demonios debería hacer para ser bueno? Raphael estuvo a punto de maldecir. Si me iba a dar ese consejo, debería haberme dado detalles. Asustando innecesariamente a la gente. Raphael refunfuñó para sus adentros y miró desesperadamente a su alrededor.

Afortunadamente, él se fijó en unas dalias que florecían en grupo. Nada más verlas, recordó haber escuchado que a las mujeres les gustaban las flores. Sin pensarlo más, extendió la mano y arrancó la dalia más grande. Luego la colocó cuidadosamente en la otra mano de Annette.

"En realidad sólo será un minuto, Annette. Vamos a hablar."

"¿Esto es para mí?"

En lugar de responder, Annette miró sorprendida la dalia que le había dado Raphael. Era la primera vez que recibía algo de él. Nunca pensó que algún día recibiría una flor de él. Aunque no estaba comprada ni envuelta bellamente en un ramo, seguía pareciéndole bastante alagador.  

"Espera un momento."

Al ver que Annette estaba interesada en la flor, Raphael le soltó la muñeca y comenzó a arrancar las dalias. Bajo su implacable agarre, las dalias se rompieron en un instante. Si el jardinero hubiera visto esta forma dominante de manejar las flores, seguro que le habría gritado mientras lloraba. Sin embargo, el disgusto del jardinero no le importó a Raphael. En un parpadeo, Raphael hizo un ramo lo suficientemente grande como para cubrir el torso de Annette y luego le dio todo el ramo. 

"Si crees que no es suficiente, puedo arrancar algunas más. Así que habla conmigo, Annette."

... ¿Va a arrancar más? Cuando Annette recibió el ramo de flores, sus pupilas temblaron. Estaba bien recibir una flor como regalo de su esposo, pero esto era demasiado. Annette decidió seguirle en silencio antes de que arrancara todas las flores del jardín.

A decir verdad, seguía estando reacia a hablar con Raphael. No esperaba que él le dijera la verdad. Sin embargo, ya que Raphael había mostrado tanta sinceridad, tenía que darle una oportunidad. Ahora incluso su tono sonaba como una súplica. El corazón de Annette se ablandó al ver esto.

"Entonces, ¿Vamos?"