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viernes, 30 de julio de 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 344

Capítulo 344. La Desesperación De Rashta (1)


La princesa movía sus pequeñas manos mientras hacía "abu-bu, abu-bu". Sovieshu se reía y presionaba las mejillas de la bebé con sus dedos.

"Mi bebé. ¿Quién es papá? ¿Quién es papá?"

"Abu!"

"¿Quién es papá?"

"Abu-bu!"

La Vizcondesa Verdi miraba fijamente a Sovieshu. El Emperador era evidentemente un padre cariñoso. Incluso en medio de esta situación, visitaba frecuentemente a la princesa para cuidar de ella.

No hasta el punto de llevarla a su oficina como antes, pero sin duda mucho más atento que la mayoría de los emperadores.

Pero a los ojos de la Vizcondesa Verdi, el Emperador y la Princesa parecían una copa de vidrio justo antes de romperse.

En ocasiones, Sovieshu sostenía a la bebé en sus brazos y acariciaba su espalda con una expresión sombría. En otras ocasiones, las lágrimas se acumulaban en sus ojos a pesar de estar sonriendo.

La risa de la bebé sacó a la Vizcondesa Verdi de sus pensamientos. Justo entonces, Sovieshu rompió a llorar mientras sostenía a la bebé.

La Vizcondesa Verdi apartó la mirada y se marchó apresuradamente. Sovieshu sollozó en silencio durante un tiempo, las lágrimas brotaban de sus ojos y sus anchos hombros temblaban.

Sin siquiera saber qué estaba pasando, la bebé tenía los ojos completamente abiertos, mirando distraídamente su entorno. Con ojos llenos de curiosidad por el mundo, parecía encontrar todo divertido.

Eventualmente, Sovieshu levantó la cabeza para ver a la bebé. Hoy también trató de encontrar el parecido que tenía con la princesa, como había hecho últimamente.

Nada. No se parecía en nada.

Sovieshu extendió la mano y peinó con cuidado el suave cabello de la bebé, que se había alborotado.

"Mi bebé. Princesa."

"Pfft..."

"Princesa."

Sovieshu llamó cariñosamente a la bebé unas cuantas veces, la bajó con cuidado y la puso en la espléndida cuna.

Cuando agarró la cuna y empezó a mecerla suavemente, los ojos de la princesa se cerraron poco a poco.

Era una bebé realmente dulce, ni siquiera su personalidad se parecía a la suya. Los ojos de Sovieshu se oscurecieron, retiró la mano de la cuna y se alejó.

Sovieshu se preguntaba si la princesa tenía su sangre, aunque temía saber la respuesta. Hubiera sido humillante para él dar un paso al frente y tomar la iniciativa en la prueba de paternidad.

Afortunadamente Alan, ese estúpido joven noble, creó esta situación con sus propias manos.

La prueba de paternidad, que quería hacer pero no podía, salió a relucir.

Con las cosas yendo en esta dirección, Sovieshu sólo necesito decir que se vio forzado a someterse a una prueba de paternidad 'por el bien la princesa y la emperatriz'.

Podría ganarse la reputación de estúpido en el Imperio Oriental por haberse enamorarse de esa mujer, pero fue una decisión que tomó considerando que serían más las personas que simpatizarían con él.

Sin embargo...

Sovieshu miró a la bebé que dormía plácidamente, sacudió la cabeza y salió de su habitación.

Quería creer en Rashta una última vez.

No en la Rashta actual, sino en la Rashta que había querido proteger.

No sabía qué la hizo cambiar de esta manera, pero la Rashta de aquel entonces definitivamente no tenía contacto con otros hombres.

A menos que hubiera juzgado mal, Glorym sería su hija.

Definitivamente.

Definitivamente.

Definitivamente.

***

Cuando abrí la tapa de la caja deformada en una esquina, encontré una joya azul claro en su interior. Una joya con una luz blanca resplandeciente como la de un hada.

Suspiré inconscientemente.

La leyenda contaba que esta joya, llamada 'lágrima de hada', provenía de un hada que perdió a su pareja y cayó en un sueño eterno.

Era muy, muy valiosa.

Hay muchas joyas preciosas valiosas, pero pocas con una historia tan misteriosa como ésta detrás.

La joya fue enviada por Sovieshu. Mi ex-esposo.

¿Qué quería conseguir? ... Ahora que recuerdo, hace unos años, le pedí esta joya para mi cumpleaños. Sovieshu estuvo de acuerdo al principio, pero luego cambió de opinión.

'Te la regalaré cuando tengamos nuestro primer hijo.'

¿Recordaba esa promesa?

Sintiendo una emoción desconocida surgir en mi interior, apreté el puño y volví a guardar la joya en la caja.

No había aceptado que fuera feliz al lado de Heinley. ¿Por qué envió esto? ¿Por qué envió algo que recuerda a nuestros días felices?

Además, este regalo tan valioso no fue enviado como un regalo oficial, sino como un regalo personal.
Aún no sabía qué regalos oficiales traía la delegación, pero habría sido mejor que lo hubiera enviado a través de ellos.

Tras cerrar la caja, finalmente llamé a Evely para que se lo devolviera.

"¿Puedes devolver esto al Emperador Sovieshu?"

Sin embargo, Evely negó rápidamente con la cabeza y murmuró.

"Ah... lo siento, Su Majestad. Pero... Es difícil."

"Es incómodo para mí. Es un regalo de mi ex-esposo."

"Su Majestad Sovieshu me ordenó entregárselo. Si se lo devolviera..."

Evely habló con voz débil, juntando las manos con fuerza. Sólo después de escuchar esas palabras, comprendí la posición en la que se encontraba Evely.

Siendo la Emperatriz del Imperio Occidental, no me importaba devolver el regalo de mi ex-esposo. Sin embargo, Evely seguía viviendo en el Imperio Oriental como uno de sus ciudadanos.

Al final, no tuve otra opción que permitir que se marchara, dejando la caja sobre una pequeña mesa mientras reflexionaba.

Sovieshu me lo había entregado en secreto a través de Evely.

Si se lo diera a alguien de la delegación del Imperio Oriental... incluso si especificara que era para ser 'devuelto' al Emperador, parecería que estaba enviando un regalo a Sovieshu.

La única alternativa era enviarlo en secreto con alguien del Imperio Occidental.

Pero para eso tendría que conseguir a alguien que creyera en mí tan plenamente que ni siquiera considerara extraño que enviara algo así a Sovieshu.

¿Existía una persona que cumpliría con eso y quisiera ir al Imperio Oriental a encontrarse con Sovieshu?

¿Debería hablar primero con Heinley? ¿Pero no se ofendería?

Cada vez que me escuchaba hablar en buen sentido de Sovieshu, se entristecía.

Si le dijera que me envió un regalo sumamente valioso, ¿no se afligiría y preocuparía?

Aun así, tenía que decírselo. Pero debo hacerlo con las palabras correctas y en el momento adecuado.

Mientras estaba sumida en mis pensamientos. Inesperadamente, el Gran Duque Kapmen vino a visitarme y me hizo una pregunta extraña.

"Su Majestad, ¿es usted muy cercana a la Señorita Evely del Imperio Oriental?"