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martes, 27 de abril de 2021

Padre, No Quiero Casarme - Capítulo 54

Capítulo 54. Un Compañero Adecuado


Aunque la mujer no mencionó a Mikhail, ni a ninguno de los hombres que habían pedido acompañarla, Max sintió que su ánimo se desplomaba ante la mención de un hombre que su maestro aprobaría. "¿Quién es?", preguntó con irritación. 

"Ah, es uno de los caballeros que me escolta. También es mi primo materno, así que no tendré que preocuparme de ningún rumor. No hay nadie más adecuado para esto", dijo Jubelian con una expresión brillante. Ella parecía tan contenta de que el problema estuviera resuelto que no se dio cuenta del mal humor de Max. 

El disgusto de Max se fue calmando poco a poco. 'Si es un pariente, supongo que está bien'. Cuando se dio cuenta de que se sentía aliviado, Max torció su expresión. 'De todos modos, eso no debería importarme. Sólo necesito aprender más sobre la debilidad de mi maestro...' Cuando Max recordó su propósito original, la indefensa sonrisa de la mujer apareció. 

"Gracias", dijo ella. Su sonrisa se veía tan radiante que en el corazón de Max se produjo un fuerte latido. Se asustó cuando fue consciente de ello.

"Me voy", dijo bruscamente. Si se quedaba más tiempo, Max no estaba seguro de poder controlarse. Cuando intentó marcharse, casi como si huyera de algo, Jubelian lo llamó.

"¡Eh, espera un segundo!"

En lugar de responder, Max la miró con ferocidad, advirtiéndole que no se acercara. Extrañamente, su corazón palpitó cuando ella pareció entenderlo. Jubelian lo miró con calma.

Ella procedió a darle una pequeña bolsa antes de dar un paso hacia atrás. "Toma esto", dijo. 

'Qué...' Max comprobó lo que había dentro y frunció el ceño. '¿Dinero? ¿Por qué me da esto?' Estaba a punto de tirar las bolsas al suelo y decirle que no las necesitaba, pero de repente se encontró con sus ojos amables. Su mirada le recordó las veces que lo había cubierto con una manta y le había dado de comer. Max desistió. 

"No es gratis. Como pago, puedes ayudarme si alguna vez lo necesito", dijo ella.

"......"

Max había planeado no volver nunca más, pero no se atrevió a decirlo. Se metió el dinero en los bolsillos y se preparó para salir de la habitación. 

"Si no tienes a dónde ir, siempre puedes volver", dijo. "¿De acuerdo?"

Max asintió impulsivamente viendo su cálida sonrisa, como si hubiera una fuerza irresistible que lo controlara.

***

'Lord Boromir decidió rendirse apenas le hablé...' A pesar de la fácil obediencia de los dos hombres anteriores que había visitado, sería un error pensar que la última persona sería igual.

'¿Así que éste es el hijo del ministro de asuntos exteriores?' Regis miraba fríamente al joven que bebía té frente a él, pero parecía estar relajado.

"¿Así que me está advirtiendo que me aleje de su hija porque no cumplo con sus estándares, Su Excelencia?" Aunque el rostro sonriente del joven se veía bastante apuesto, seguía siendo insuficiente en comparación con el aspecto de Jubelian. 

"Sí", dijo Regis. A pesar de su directa respuesta, el joven mantuvo la calma.

"Es cierto que es mejor que todas las demás damas."

Aunque Regis estaba de acuerdo con su comentario, eso no significaba que aprobara al joven. "Te he dicho claramente que no te acerques a mi hija, Ronald Herman Crocus". Tras hacer esta última advertencia, se puso en pie.

'Ahora que lo pienso, él también estaba en la lista de parejas para el matrimonio'. El Duque estaba decidido a revisar lo que le molestaba últimamente y se dispuso a regresar a la mansión para hacerlo. 

"Debería cambiar de opinión pronto. Tu hija llegará a amarme."

En respuesta a sus presumidas palabras, Regis se dio la vuelta y miró fijamente al joven. Se superpusieron las finas características de Mikhail en el rostro del joven. 

"¿De verdad crees que a mi hija le va a gustar alguien como tú?"

El joven trató de mantener la compostura, pero de repente tuvo problemas para respirar debido al aura opresiva del ser trascendental. '¡Este es el Duque Floyen...!' Parecía que el joven había presionado demasiado al Duque. Mostrando interés por su hija, había querido atraer al héroe del imperio a su lado para beneficio de su familia. Aunque intentó que su encuentro fuera memorable, le había salido el tiro por la culata. 

"He conocido a mucha gente como tú... oportunistas que tratan a la gente como herramientas para conseguir lo que quieren", dijo el Duque.

Desde muy joven había sido enseñado por su padre, el ministro de asuntos exteriores, a no retroceder nunca. Había aprendido a nunca romper primero el contacto visual, a estar relajado en cualquier situación tensa y a mostrarse siempre confiado. Pero a pesar de los años de práctica, el joven se asustó ante la escalofriante mirada del Duque Floyen. 

"¿Mi hija te parece alguien fácil?", le preguntó. 

"Lo siento..."

Cuando logró disculparse, la energía intangible del Duque se redujo. Lo miró fríamente.

"Un error es suficiente", murmuró Regis en voz baja. Luego abandonó el salón, con sus ojos azules llenos de amargura.