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lunes, 29 de marzo de 2021

Una Villana Perfecta Para Un Tirano - Capítulo 53

Capítulo 53. Sangre de Eugendiph


Los ojos de Estian se volvieron carmesí en ese instante. Aled dijo, "¡Dios mío, tenía razón! No me extraña que pudieras blandir una espada de acero negro a pesar de ser humano, ¡Eso es lo que consumiste! No, pero ¿Cómo es que sigues siendo humano después de tomarla? La mayoría acaba muriendo o convirtiéndose en un monstruo... Ah, ya veo por qué no piensas en tener hijos. Puede que seas capaz de criar, pero después de todo, un niño de tu sangre nacerá como una monstruosidad."

"......"

Aled balbuceó emocionado la verdad de la que se había dado cuenta, pero entonces notó que Estian lo miraba fijamente. Al mismo tiempo, el espíritu se dio cuenta de lo peligroso que representaba tocar este tema. Aled dio pasos en retirada, acobardado por aquellos ojos rojos y brillantes, mientras hablaba en defensa propia. "No, lo que quiero decir, ¡Es que sabía que definitivamente no eras impotente!"

Aled tragó saliva. 'Impotente nada. Ese tipo poder hacer docenas, cientos, incluso miles de bebés si quisiera'.

"Tú", dijo Estian en un tono escalofriante, y el espíritu sintió un miedo aún mayor que cuando el Emperador había lanzado su joya. Sintió una muerte inminente.

Antes de que Aled supiera o pudiera hacer algo al respecto, Estian había desenvainado su espada de acero negro y la había clavado en la mesa. "¡......!" El espíritu vio que la cuchilla había aterrizado a una distancia mínima de su cara.

"¡Ahhh! ¡Perdóname! Lo siento. ¡No lo volveré a decir! ¡Sólo me sorprendió encontrarme con algo que creía que había desaparecido hace tiempo!"

"Dime. ¿Cuánto sabes de la Sangre de Eugendiph?"

"No conozco los detalles. Sólo sé que algunos espíritus que conozco se interesaron porque gran parte de la misma desapareció cuando se hizo. Es la verdad". Aled temblaba mientras se alejaba de la cuchilla de acero negro.

"No conoces los detalles, pero eso significa que sabes cosas hasta cierto punto."

"¿Por qué? ¿Hay algo que quieras saber? Vamos, ¿Para qué están los espíritus? ¡Puedes hacer cualquier pregunta y yo encontraré todas las respuestas en el reino de los espíritus! ¡De verdad! ¡Lo prometo! Tú también lo sabes, ¿No? Las entidades espirituales como nosotros sufren mucho si rompemos una promesa. ¡Cumpliré mi palabra, de verdad! Sólo di lo que necesitas."

Aled frotó sus manos en un gesto de súplica durante su apelación, y Estian observó fijamente al espíritu antes de abrir la boca para hablar. "Muy bien. Antes necesitaré varias promesas tuyas."

"¿Varias?"

'Maldito imbécil. ¿Hasta qué punto pretende esclavizarme?' Aled refunfuñó en su interior antes de poner su mejor sonrisa y responder, "Sus deseos son órdenes, amo."

Era injusto, pero ¿Qué podía hacer el espíritu? Todo con tal de vivir. Por una parte, su casa estaba en manos de ese imbécil, y también había prometido pagar las cuotas restantes, así como las adicionales, a los espíritus que debía. Y eso no era todo, Estian parecía realmente decidido a matar a Aled sin escrúpulos si se negaba.

"Lo primero...", comenzó Estian.

El espíritu hizo conjeturas sobre lo que exigiría primero. '¿Información sobre la sangre de Eugendiph, supongo? ¿Ahora qué espíritus sabrían de eso? Ah, ese tipo que vive en la joya del Monte Griden es conocedor de este tipo de registros. Nos peleamos por algo el otro día y no hemos estado en contacto desde hace más de 400 años... ¿Debo buscarlo? Aunque me duele el orgullo de dar el primer paso'.

Mientras Aled contemplaba una buena forma de reconectar con un amigo del cual se había distanciado, Estian interrumpió sus pensamientos. "Ten en cuenta que en el momento en que digas una sola palabra sobre la Sangre de Eugendiph a Cecile, estás muerto."

"......"

"¿A qué viene esa mirada? ¿Tienes algún problema?"

"No. ¿Cómo podría tener alguno?" Sus palabras sólo habían sorprendido a Aled por lo inesperado. El espíritu había pensado que le pediría inmediatamente información sobre la sangre, pero en cambio, dijo que no quería que Cecile lo supiera... 

Mientras Aled se sentía un poco desconcertado, Estian dejó la joya sobre la mesa y se acercó a la cama antes de seguir hablando. "Segundo, aclara las tonterías que le dijiste a Cecile sobre mi impotencia por tu cuenta. Y metete dentro de la joya."

Dicho esto, Estian se acostó junto a Cecile. Un momento después, Aled oyó vagamente a Cecile quejarse de que no podía aguantar más, mientras Estian la engatusaba para que lo hiciera sólo una vez más. 

¿Realmente necesito aclarar algo cuando lo está dejando tan claro con su cuerpo? Aled refunfuñó para sí mismo en su camino hacia la joya mientras escuchaba sus voces.

***

"Huaam..." Cecile no pudo reprimir una cadena de bostezos. ¿Cuántas veces lo hicimos anoche,  otra vez? Una, dos, tres, cuatro veces... No... olvídalo. Ella creía que los números no importaban, lo único que necesitaba recordar era que estaba bien. 

Cecile se frotó los ojos somnolientos mientras pasaba la página de un libro. Había una razón por la que seguía leyendo cuando podía dormir un poco más en su lugar. 'Creo que me será de gran ayuda'.

El libro que tenía Cecile en las manos era una historia que se quedaba leyendo por las noches cuando estaba en el Reino de Navitan. Estaba incluido entre los libros traídos por Tania y por eso Cecile se alegró de volver a leerlo.

Su título era 'Nadie Busca la Flor Más Hermosa del Palacio Imperial'.