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miércoles, 10 de febrero de 2021

Bajo El Roble - Capítulo 78

Capítulo 78. Una cabeza por cada rasguño (1)


Asustada por haberse pasado de la raya, Max se había encogido inmediatamente de miedo, temiendo haberlo hecho enfadar. Había estado rodeada de hombres enfadados, sus experiencias eran demasiadas para llevar la cuenta. Era casi una segunda naturaleza para ella comenzar a sentir que se desmaya cada vez que un hombre más grande da un paso hacia ella.

Pero no era solo la violencia lo que la asustaba ahora. Era el hecho de que alguien que la trataba tan bien, que la cuidaba tanto, ahora había empezado a enseñarle los colmillos. Se sentía como un perro castigado por su dueño por su insolencia.

Quería rogarle que no la hiriera, que no la odiara. Sabía que había metido la pata, pero su voz se negaba a salir, así que en su lugar, solo se aferró con fuerza a su capa en su desesperación.

"Baja" le dijo Riftan, sacándola de sus pensamientos traicioneros, y se dio cuenta de que por fin habían llegado al castillo. Le tendió la mano, ofreciéndole la suya para ayudarla a desmontar del caballo, y Max la agarró con vacilación.

Se deslizó suavemente, hasta que Riftan la acercó, con su cuerpo pegado al suyo, levantándola en brazos y llevándola por el jardín. Un grupo de sirvientes se acercó, saludando, pero Riftan no les prestó atención, preocupado por una sola cosa.

"Pongan a Talon en los establos" les ordenó rápidamente cuando finalmente entró en el Gran Salón.

Max levantó la vista mansamente, observando su expresión y estudiando los detalles de su rostro. Apenas le dedicó una mirada al salón que ella se había esmerado en redecorar en semanas. Max siente que su cuerpo temblaba más, el miedo creció en su interior.

Está enfadado, realmente enfadado, gritó en silencio en su mente, antes de tragarse el miedo y hablar: "R-Riftan" comenzó suavemente, "Y-yo caminaré por mí m-misma".

"No hables" se apresuró a decirle, mientras subía corriendo las escaleras, la alfombra amortiguaba sus pasos mientras Max se estremecía ante su tono duro.

A pesar del peso añadido de su armadura, y de ella en sus brazos, junto con la subida de dos tramos de escaleras, Riftan apenas sudó. Rápidamente entró en su habitación, dejándola bajar finalmente, y cerró la puerta.

Max se quedó en el centro de la habitación, de pie e incómoda mientras esperaba su castigo, cuando Riftan le dirigió una intensa mirada después de cerrar la puerta.

‘¿Aquí es donde empieza?’, se preocupó, ‘¿Y si, y si me hace daño físicamente? ¿Por qué está tan enfadado? Solo he intentado arreglar las cosas como lo haría la esposa del Señor’.

Sus nudillos se volvieron blancos mientras su agarre en la falda se tensaba. Cuando finalmente encontró su voz de nuevo, y abrió la boca para hablar, algo ya estaba cubriendo su boca.

"¡Mmph!" silenció ella, con los ojos abiertos por la sorpresa.

La mano de él, todavía con guantes de hierro, se acercó a su cara, agarrando firmemente su cabeza mientras la sujetaba por la nuca. Sus labios agrietados se movieron contra los de ella, la lengua empujando sus labios abiertos para entrar en su boca.

Las manos de Max subieron, apoyándose en sus firmes manos, agarrándolas para estabilizarse.

Su cuerpo se apretaba dolorosamente contra la armadura de él, la barba de él rozaba su suave barbilla. Ella dejo escapar un par de jadeos de vez en cuando, con los ojos vacilantes mientras lo miraba. Cuando por fin se apartó, su mirada se endureció al contemplarla entre sus brazos.

"¿Qué habrías hecho si no hubiera llegado a tiempo?" le preguntó, su frustración se filtraba en su voz, mientras acunaba sus mejillas con cuidado. Max se estremeció cuando el frío metal entró en contacto con su piel, pero finalmente se relajó.

"N-no e-esperaba que fueran c-capaces de atravesar las p-puertas" le respondió con sinceridad.

"¡No deberías haber estado allí en primer lugar!" le espetó él "No importa lo que pase, ¡Nunca, jamás vayas ahí! ¡Y menos cuando es peligroso para ti!" exclamó frustrado antes de bajar el tono de su voz "¿De acuerdo? ¿Entiendes?" le preguntó, con preocupación mientras la miraba fijamente a los ojos.

Ella asintió rápidamente y el alivio lo invadió, la tensión se desvaneció de sus hombros y emitió un profundo suspiro mientras se calmaba.

Tras un momento de vacilación, Max finalmente se acercó a él, con su mano apoyada en su barbilla, frotando círculos relajantes. Agotado, Riftan se inclinó hacia su tacto, bajando la cabeza mientras acercaba su cara, apoyando sus frentes una contra la otra.

A esta proximidad, el aroma a hierba de su pelo hizo cosquillas en la nariz de Max. Se preguntó si había dormido en los verdes campos la noche anterior en lugar de en un catre o una cama.

"Cuando te vi" comenzó, su voz temblaba mientras hablaba "en el suelo, sentí que estaba a punto de perderte, ¡maldita sea!" maldijo, sus brazos se apretaron alrededor de ella, como para mantenerla cerca de él "Vine tan rápido como pude ni siquiera pude descansar, y cuando te vi así…"

"Lo... lo siento mucho". Max susurro, pero los ojos de Riftan se volvieron agudos mientras se perdía en sus pensamientos.

"Si no hubiera sido más rápido, si hubiera llegado un segundo más tarde, las cosas habrían sido mucho peor, ¡maldición!".

"S-siento mucho haberte a-asustado. L-lo s-siento mucho". Ella se estremeció un poco, tirando de su brazo, diciéndole suavemente que estaba empezando a ponerse adormecida mientras le frotaba la barbilla. Al recordar que aún tenía la armadura puesta, Riftan finalmente la soltó y procedió a quitarse el metal que lo limitaba.

Cuando se quitó los guanteletes y los brazaletes, se acercó a Max y la abrazó de nuevo.

"¿Estás herida en algún sitio?"

"No".

"Déjame ver" le dijo, separándose rápidamente. Max se sintió como una polilla frente a la luz, sus ojos estaban hipnotizados por sus orbes negros mientras él la miraba con preocupación "déjame ver por mí mismo que no estás herida" añadió, Max podía sentir su corazón palpitando dolorosamente contra su pecho, su respiración resonando en sus oídos.

Recordó las noches solitarias, la interminable preocupación de cuándo volvería. Las frías noches en las que se acurrucaba sobre sí misma, abrazándose para dormir en una amplia cama completamente sola, esperando desesperadamente que él volviera a casa.

Sus manos callosas revoloteaban por todo su cuerpo. Desde su pelo despeinado, hasta su cara, apoyándose en sus hombros, y agarró su vestido, tirando de el hacia abajo bruscamente. Max ahogó un grito, su cuerpo se sacudió cuando el aire golpeó su piel. Podía sentir el sudor resbalando por su cuello mientras él procedía a examinar su cuerpo.

A medida que sus manos seguían recorriendo el cuerpo de ella, Max sintió un calor que sustituía a la sensación de miedo. Sus ojos siguieron sus manos, observando la forma en que su piel tocaba la de ella.

Sus manos pronto subieron una vez más, agarrando el pasador de su pelo, arrancándolo y tirándolo al suelo con premura. La agarro por la parte de atrás del pelo una vez más y la acerca a él.

"Un rasguño, una cabeza" le susurró de repente Riftan al oído.