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lunes, 2 de noviembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 33

Capítulo 33. Mírame Solo A Mí (1)


Riftan entonces levantó a Max del suelo, haciéndola exclamar sorprendida.

"¡Ri-Riftan!"

"Quédate quieta. Sé que estás agotada".

"¡P-ponme abajo! ¡Puedo caminar!"

Riftan tercamente la llevó por las escaleras, pretendiendo no escuchar ni una palabra de lo que dijo. Al llegar a la cima, un gran salón cubierto con alfombras marrón rojizas los saludó. El camino llevaba a una gran puerta de roble. Riftan cruzó el pasillo y de repente se detuvo frente a las puertas de madera. La bajó suavemente, estabilizándola con una mano, y abriendola enorme entrada con la otra.

"Espero que esta habitación sea más de su gusto..." dijo en voz baja.

Max miró alrededor de la habitación con curiosidad, caminando sobre la espaciosa cama del centro. Era un cuadrado ordenado y acogedor. En el centro de la habitación había una columna de madera que sostenía el techo, con jeroglíficos de aspecto antiguo inscritos en ella. Grandes ventanas en arco enmarcaban un lado de la habitación, y en el lado opuesto, una chimenea que ardía con un fuego abrasador.

Pasando sus manos a lo largo del velo que colgaba del lado de la cama, descubrió que el lujoso marco de la cama estaba hecho de madera de cerezo. Gruesas capas de mantas de lana fueron cuidadosamente apiladas encima. Los sirvientes deben haber prestado especial atención a esta habitación.

"Piensas que está destartalada, ¿verdad?" Riftan preguntó con una mirada preocupada en su cara. Max lo miró, desconcertada y cohibida.

Tomó su mano y gimió: "¡Maldita sea! Y los sirvientes se esforzaron tanto..."

"¿Qué? ¡Oh, no! Q-qué hermosa habitación. Este ca-castillo es maravilloso... y la cama está bellamente preparada".

"No tienes que mentirme. ¿Olvidaste que recientemente visité la casta Croix? Comparado con la fortaleza de tu padre, esto es más bien un maldito granero".

Max sintió horror. "¡No! Eso no es cierto..."

Intentó encontrar las palabras adecuadas para apaciguarlo, pero la expresión facial de Riftan seguía siendo retorcida. Tal vez pensó que ella solo decía palabras vacías para satisfacerlo en esta situación. Se culpó a sí misma de nuevo ni una sola vez pudo decir lo correcto. Cuando ella vaciló, incapaz de encontrar las palabras adecuadas, Riftan sacudió su cabeza y pareció igualmente avergonzado.

"Bueno... es el trabajo de la señora adornar este lugar, de todos modos. Cuando el señor está fuera, se convierte en el trabajo de la señora de la casa administrar el castillo".

"Y-yo... me disculpo".

"¡Maldición! Lo que quiero decir es... ¿qué tal si diseñamos este lugar a tu manera? Tengo suficiente oro, así que puedes comprar lo que quieras. Incluso puedes exigir artesanos para los adornos. Si quieres comprar textiles caros y plata, también está bien. Pagaré todos los gastos de todo lo que quieras".

Max se sorprendió por su atrevida sugerencia. No sabía qué esperar ni qué hacer como su esposa.

Riftan continuó hablando en un tono ligeramente excitado. "A las mujeres les gusta embellecer las cosas, ¿verdad? Puedes contratar a costureras y artesanos para que no sea una tarea demasiado pesada".

Max vio el entusiasmo en su cara y sintió el sudor frío correr por su espalda. Su abuela había intentado enseñarle lo que una mujer de la nobleza debe hacer y cómo debe manejar el dominio de su marido, pero Max no le prestó atención porque nunca pensó que tendría la oportunidad de usar el consejo. Teóricamente, los libros le decían lo que había que hacer, pero nunca hubo un momento para ponerlo en práctica... hasta ahora.

Max no estaba completamente segura de que ella fuera capaz de hacerlo.

"¿No quieres hacerlo?"

Cuando Max no le respondió, Riftan entrecerró los ojos. Sacudió la cabeza, nerviosamente. No solo temía pronunciar hablar, peor aún era que descubriera que estaba mal informada sobre esos asuntos, y que no era adecuada para el trabajo de una dama.

Max se dio cuenta de que no quería decir nada que hiciera que Riftan pensara menos de ella.

Después de varios días de viajar juntos, Max había notado que el Riftan Calipse no tenía ni idea de cómo la trataban en el Castillo de Croix. Creía firmemente que Maximilian era una dama muy educada y acostumbrada al lujo y a los mimos. Haría todo lo posible para tratarla de la manera en que estaba acostumbrada.

Con tal malentendido, Max se puso cada vez más ansiosa. De repente comprendió que probablemente había tomado esta creencia de su padre. El Duque de Croix la había escondido en las profundidades del castillo para que nadie supiera que su hija tartamudeaba. Al hacerlo, quería que la gente creyera que era un acto para proteger a su hija enferma. Y con el tiempo, se hizo conocida como una noble enfermiza a la que el duque mimaba.

Por sus acciones, es posible que Riftan creyera en ese rumor.

Max no entendía por qué no se había roto este sueño cuando ahora podía ver con sus propios ojos que no estaba bien educada y era una mujer bastante insignificante, pero quería seguir viviendo en ese sueño el mayor tiempo posible. Sabía que se molestaría en el momento en que él descubriera la verdad.

Sería demasiado injusto, vergonzoso e incluso brutal, sufrir durante tres años en el campo de batalla, solo para descubrir que la mujer con la que acababas de casarte era una falsa y no era para nada lo que o quién habías imaginado.

Su actitud hacia ella seguramente cambiaría.