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lunes, 2 de noviembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 34

Capítulo 34. Mírame Solo A Mí (2)


Max se agarró con aprensión a sus manos. Se sintió fatal al imaginar que Riftan podría despreciarla o, peor aún, sentir lástima por ella. Sabiendo que era vergonzoso, todavía quería que él pensara en ella como una sofisticada mujer de la nobleza por un poco más de tiempo.

Max asintió con la cabeza, en lugar de decirle que no sabía cómo manejar a los sirvientes, o que nunca había gastado mucho dinero para comprar cosas, y que nunca había aprendido a manejar un castillo tan grandioso.

"S-si quieres..."

La cara de Riftan se relajó instantáneamente y se volvió notablemente más brillante.

"Le diré al mayordomo que te dé los libros de inmediato. No te preocupes por lo que costará. Puedes comprarlos a gusto".

Riftan acarició suavemente su pelo despeinado con sus dedos.

"Esta es tu casa ahora".

Tu casa. Tales palabras inesperadas atravesaron el corazón de Max dolorosamente, y ella casi dejó de respirar. Su corazón golpeó contra su pecho. Tal vez no quiso decir nada con eso, quizá era algo que dijo de pasada o por simple capricho.

Fuera lo que fuera, Max no quería pensar en ello.

"Y-yo lo haré lo más acogedor posible... para nosotros".

"Está bien". El buen hombre le dio una sonrisa de satisfacción. Al momento siguiente, presionó suavemente sus labios sobre su mejilla, y Max sacudió su cabeza torpemente. De repente se dio cuenta de que solo estaban ellos dos en el dormitorio. Al no poderse duchar o cambiar en unos días, Max fue rápidamente consciente de su imagen. Ella lo apartó suavemente.

"Ah, y-yo... quiero tomar un b-baño..."

"Por supuesto".

Volvió la cabeza y dijo: "Le diré a las criadas que vengan a preparar el baño".

Entonces salió y ordenó a los sirvientes que trajeran agua tibia para el baño y una muda de ropa fresca para ella. Max se quitó la capa desaliñada y la colocó con cuidado en la silla del rincón. Después de un rato, cuatro criadas entraron en la habitación con grandes bañeras de madera. Mientras se vertía agua caliente en el gran lavabo, Riftan se quitó la armadura y la puso sobre la mesa.

"Te llamaré si necesitamos algo más. Por favor, asegúrate de que tengamos algo para comer después del baño".

"Sí, Señor. Pondré la ropa aquí mismo".

Mientras las sirvientas salían, Riftan tiró la túnica manchada de sudor y polvo sobre su cabeza. Luego se desató rápidamente los pantalones. Max entró en pánico y se dio la vuelta, pero Riftan caminó hacia ella y empezó a desatar las tiras de su vestido.

"¡Ri-Riftan!"

"Bañémonos juntos" su voz de repente sonó ronca en sus oídos.

Max se estremeció al sentir sus manos en sobre su espalda desnuda. Le peinó el desordenado cabello con sus manos y lo puso sobre un hombro para revelar su delgado cuello.

Y luego, su lengua estaba sobre su piel.

"Sabe salado..."

"¡N-no"! Estoy sucia..."

A pesar de su protesta, los hombros de Max se relajaron mientras unos suaves labios trazaban besos en su nuca. Él giró su cuerpo para verlo, ella no pudo mirar su cuerpo desnudo y cerró los ojos. Sintió una nueva y extraña sensación, y se sintió mortificada por ello.

"¿Puedes por favor dejar de mirarme así?" dijo él levantando su barbilla con una mano.

"Soy consciente de que no soy tan elegante o delgado como el hijo de un noble distinguido, pero no soy tan terrible".

"¡Oh, no eres terrible! ¡Para nada!"

Max abrió los ojos con incredulidad. Había una mirada de desesperación en los ojos de que la miraban. Sus negras pupilas le recordaban a un animal salvaje y desolado.

‘¿Este hombre realmente no es consciente de su belleza? ¡No tiene sentido!’

"No estoy acostumbrada a esto" dijo ella queriendo romper la mala interpretación.

"Es normal que las parejas... se bañen juntas" dijo Riftan en voz baja.

"¿Normal?"

"En todos los castillos que he visitado, todos los señores y sus damas se bañaban juntos".

Riftan entonces sonrió y bajó el corpiño de su vestido. Ella estaba a punto de preguntarle cómo lo sabía, pero se estremeció cuando sintió que un aire frío le tocaba la piel. El calor de la chimenea envolvió suavemente su sensible cuerpo.

"No es nada extraño". Continuó "Existe una costumbre en el norte. Cuando un noble o un caballero visita un castillo, debe bañarse con la anfitriona de este".

Le frotó suavemente los hombros en un esfuerzo persistente por persuadirla. Los ojos de Max se abrieron de par en par.

"¿Tengo que hacer eso...?" dijo.

"Oh... no."

Una hermosa, pero aterradora sonrisa se extendió por el rostro de Riftan.

"Si alguien más te pidiera eso, le haría bañarse en el río Stemnu. Solo tienes que pensar en mí. Ven aquí..."

Riftan puso sus musculosos brazos alrededor de su cintura y la elevó suavemente en la bañera con él, derramando el agua en el suelo al descender. Max abrazó puso sus rodillas cerca de su cuerpo, tratando de ocultar su desnudez en un esfuerzo inútil. Riftan se sentó descaradamente con su cuerpo desnudo expuesto abiertamente a ella, como si fuera un hombre que no supiera lo que era la vergüenza.

"¿Hace mucho calor?" preguntó.

"E-está bien" respondió apresuradamente.

Max se sentó con las rodillas dobladas hasta la barbilla para evitar tocar sus largas piernas. Mirando sus esfuerzos por distanciarse, Riftan la agarró por el brazo y la sentó en su regazo.

Max inmediatamente gritó sorprendida "¡Ri-Riftan!"

"Te lavaré". Dijo simplemente, alcanzando el jabón de la estantería.

Max intentó levantarse con urgencia de su regazo, pero Riftan tenía sus brazos envueltos alrededor de su cintura como una serpiente. Empezó a enjabonar lentamente sus hombros y su cuello.

"¡Y-yo lo haré!" "Puedes lavarme también. Si quieres".