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domingo, 20 de septiembre de 2020

Dama A Reina - Capítulo 126

Capítulo 126. [Historia Alternativa] Capítulo 18. Me Gustaría Llevarme Este Niño Conmigo



Cuando Janet escuchó la noticia, no reaccionó de forma especial. Estaba destinado a pasar. No había forma de que el Emperador hiciera que una sirvienta de clase baja como ella se convirtiera en la reina. Las leyes del imperio no lo permitían. Por supuesto, no era como que Janet no tenía, aunque sea una pizca de celos hacía la nueva reina. Sin embargo, no había nada que ella pudiera hacer.


No había podido convertirse en reina de todas maneras y ya había recibido mucho más de lo que merecía.


El Emperador estaba muy preocupado en hacer que Janet entendiera la situación, pero cuándo Janet dijo que en realidad estaba bien, él ya no podía ignorar la ira inmensa de los nobles y tomó oficialmente a una reina. Su nombre era Alisa, la hermana menor del Duque Oswin, el hombre con la mayor autoridad en la nación justo por debajo del Emperador.


Un día, Alisa y Janet se encontraron por casualidad y fue Alisa quien habló primero.


"Dijiste que tu nombre era Janet, ¿verdad?"


Janet fue tomada por sorpresa. Ella esperaba que la reina la conociera, pero no pensaba que Alisa en realidad se detuviera para tener una conversación con ella.


Janet rápidamente bajó la cabeza antes de responder. "Sí, Su Majestad la Reina."


"Mejor actuemos de forma más cómoda entre nosotras, Janet. Escuché que eres la sirvienta favorita de Su Majestad."


"..."


Janet siguió con la cabeza inclinada mientras sudor caía por su frente. Sin embargo, ante las palabras de Alisa y su amable sonrisa, decidió levantar la cabeza. Janet miró a Alisa con una expresión desorientada, solo para recordar su lugar e inclinar su cabeza de nuevo.


"¿Cómo podría atreverme a hacer eso con la Reina...? Estoy totalmente consciente de mi lugar, Su Majestad," -dijo Janet obedientemente-.


"..."


"Me refiero a que no haré nada que amenace su posición, Su Majestad."


"No quise decir exactamente eso... aunque me alegra que una persona tan inteligente tenga el favor de Su Majestad." Alisa sonrió ampliamente mientras le hablaba a Janet con voz cálida. "En cualquier caso, las únicas personas que sirven a Su Majestad en el Palacio Interior somos tú y yo. Espero que podamos llevarnos bien."


Después de decir esas palabras, Alisa continuó su camino. Janet, quien ahora estaba sola, miró cómo se alejaba la figura de la Reina.


'Pensé que me abofetearía.'


Técnicamente, la concubina había entrado al palacio antes que la esposa. Si Janet estuviera en la posición de la Reina, esto definitivamente causaría su enojo. Sin embargo, juzgando por como actuó Alisa, Janet pensó que definitivamente no era una mala persona y continuó su camino también.


***


Cuando el Emperador trajo a Janet por primera vez al palacio, él hizo dos promesas: la primera fue que, aunque no pudiera hacerla la reina, él ciertamente le daría una mejor vida que la que había tenido antes como sirvienta. La segunda fue que él nunca la traicionaría.


Dado que Janet no eran tan ingenua sobre cómo funcionaba el mundo, ella creyó en la primera promesa, pero se mantuvo recelosa sobre la segunda. Sin embargo, antes de que lo supiera, habían pasado cinco años desde que había llegado al palacio, y Janet lentamente estaba comenzando a pensar que podría intentar creer en la segunda promesa. El Emperador había mantenido fielmente ambas promesas a lo largo de estos cinco años.


"Estás embarazada," -anunció un doctor del palacio-.


Y al final, esos cincos años trajeron resultados. Ella estaba embaraza con el hijo del Emperador.


"¿Qué tanto ha crecido?" -preguntó Janet con el corazón acelerado-.


"Ha crecido bastante. Casi dos meses. Probablemente no menstruaste durante ese tiempo, pero parece qué no lo notaste."


Janet no lo había notado, dado que sus periodos eran irregulares normalmente, y ni siquiera había tenido nauseas matutinas. Parecía que tenía un bebé tranquilo. Janet sonrió felizmente y le agradeció al doctor imperial antes de levantarse de su asiento e irse hacía el Palacio Central.


'No puedo creer que estoy embarazada con el hijo del Emperador.'


Aunque ella había sido una sirvienta de clase baja en el palacio secundario, había tenido la buena fortuna de captar el interés del Emperador y fue traída al Palacio Imperial, donde había pasado los últimos cinco años gracia y amor. Janet por fin podría pagarle por todo lo que él había hecho por ella. Janet no pudo ocultar su feliz expresión mientras se apresuraba hacía el Palacio Central.


"Señorita Alice, ¿está Su Majestad dentr-?" -comenzó a decir Janet-, pero sus palabras se detuvieron al encontrarse con alguien conocido. Todos los demás pensamientos fueron alejados de su mente y rápidamente se inclinó para saludar.


"Saludos a la Luna del Imperio, Su Majestad la Reina," -dijo Janet-.


"..."


Sin embargo, Alisa no dijo nada. Simplemente continuó mirando a la sirvienta.


Janet se preguntaba si había algo mal y estuvo a punto de enderezarse, cuando escuchó una suave voz desde arriba de ella.


"... Luces muy feliz," -dijo la Reina Alisa-.


"¿Disculpe?" -preguntó Janet-.


"Dije que luces muy feliz. ¿Pasó algo bueno?"


"Su Majestad, ¿a qué se refiere con-?"


"¡No seas hipócrita!" Alisa explotó de repente, lo cual sorprendió a Janet. Al escuchar eso, Janet se puso el brazo alrededor de su barriga subconscientemente, preocupada de que la sorpresa pudiera ser sentida por el bebé en su vientre. Alisa continuó con furia.


"¡Por cinco años! ¿Cómo se sintió tener a Su Majestad jugando sobre la palma de tu mano? Por supuesto, probablemente se sintió genial. ¡Mientras qué yo, su esposa, vivía siendo tratada de esta forma!"


"..."


Por cinco años, las únicas veces que la Reina Alisa había servido al Emperador en la cama fueron en ocasiones formales, como dictaban las leyes del imperio. El Emperador nunca fue a su vivienda por su propia cuenta ni por ninguna otra razón. Eso no significa que el Emperador fuera totalmente frío con Alisa. Ella seguía siendo la única hija joven del todopoderoso Duque Oswin, y ella seguía siendo la mismísima Madre del Imperio. El problema era que, aunque el Emperador la respetaba, él no la amaba.


"Me disculpo, Su Majestad, pero nunca he pensado esa clase de cosas," -admitió Janet-.


"..."


"Si mi presencia le molesta, entonces deberé irme inmediatamente. Me iré yendo ahora..."


Sería malo si ocurre un conflicto emocional, podría afectar negativamente al bebé dentro de ella. Habiendo olvidado el propósito original de que viniera aquí, Janet se fue con prisa.


***


"Su Majestad el Emperador está aquí."


Al escuchar esas palabras, Janet, quien había estado descansando en su habitación, se levantó. El Emperador tenía su usual sonrisa mientras se acercaba a ella.


"Janet," -dijo con voz afectuosa-.


"Su Majestad, está aquí."


"Escuché que viniste al Palacio Central antes. ¿Por qué no entraste?"


"Ah..."


Janet trató de encontrar una respuesta, siendo incapaz de explicar lo que en realidad había pasado. Fue en ese momento en el que el Emperador acarició con gentileza su barriga.


"S-Su Majestad, ¿qué está haciendo?" -dijo Janet entre tartamudos por la repentina acción-.


"Escuché que estás embarazada."


"Ah..."


Así que, la noticia ya... La cara de Janet se oscureció. El Emperador no pareció notarlo, y continuó sonriendo.


"Gracias, Janet. Por tener a mi primer hijo. Estoy muy feliz," -dijo el Emperador-.


"Uh, Su Majestad..." -comenzó a decir Janet-. Fue en ese momento en el que el Emperador notó su expresión y la miró extrañado.


"¿Janet? ¿No estás feliz?" -preguntó-.


"No, Su Majestad. No es eso..." Después de dudar, Janet puso en orden sus pensamientos y comenzó a hablar. "Desde ahora en adelante, no venga de visita muy seguido."


"¿Cómo?"


"Ahora que estoy embarazada, será difícil para mí el servirte como antes. Además... hay muchas personas viendo."


"... ¿Esto es debido a la Reina?" -preguntó el Emperador-.


"No. No es por eso," -insistió Janet-.


"Traté de sacarte la información, pero parece qué no tienes intenciones de decirme la verdad. ¿Le temes más a la Reina que a mí? ¿Ella te está acosando?"


"Su Majestad, juro que ese no es el caso." Janet lo detuvo inmediatamente. "Solo digo que no está de más el ser más cuidadoso. Ella ha estado considerablemente estresada debido a que no la está visitando en el Palacio de la Reina. También hay que considerar su relación con el Duque Oswin..."


"..."


"Aunque este niño sea de usted, Su Majestad, dado que ya no soy una mera concubina, no hay muchas formas en la que pueda protegerlo. Espero que usted pueda... entender mis sentimientos."


"Muy bien. Entiendo," -dijo el Emperador-, y luego acercó a Janet a sus brazos. "Ya que llevas a un niño, pronto obtendrás un título de noble. Cuando eso pase, ella no será capaz de verte por encima, incluso si es la Reina."


"..."


Janet no dijo nada mientras se recostaba en los brazos del Emperador.


*


Un tiempo después, la noticia de que Janet estaba embarazada con el hijo del Emperador se esparció por todo el imperio y el Emperador le dio el título de Baronesa. Janet, quien era ahora conocida como la Baronesa Eveard, hice lo mejor que pudo para evitar a la Reina desde ese momento. Creía que eso era lo mejor para ambas. Y esa decisión resultó ser la correcta.


Algunos meses después, Janet dio a luz a un varón. Aunque a Janet no le importaba que sexo tenía su bebé, las personas a su alrededor pensaban de otra forma. El Emperador estaba increíblemente emocionado de que su primer bebé fuera un varón el cual pudiera heredar el trono, y la Reina estaba furiosa porque Janet le había dado un hijo antes que ella. Aunque el hijo que Janet había dado a luz había sido puesto en el centro de este conflicto, ella los ignoró y simplemente se concentró en criar a su hijo.


El Emperador nombró a su hijo 'Lucio' que significaba 'luz.' Él lo había nombrado así en esperanza de que iluminara todo el mundo como una luz incluso antes de nacer.


Después de eso, el día a día continuó. Pero un problema pronto apareció.


"Su Majestad la Reina ha llegado."


Un hermoso día, la Reina visitó a Janet. Janet fue tomada por sorpresa, pero se instó a mantener la calma e indiferencia antes de ordenarle a la sirvienta que la dejara entrar. Alisa caminó hasta a la habitación con una expresión mucho más fría que la última vez que Janet la había visto. Janet se inclinó.


"Saludos a la Luna del Imperio, Su Majestad la Reina."


Pero Alisa ignoró su saludo y en su lugar miró por toda la habitación de Janet. En ese momento, la única cosa que le llegó a Janet a la mente fue Lucio. Cuando la Reina por fin encontró a Lucio dormido en su cuna, Janet tragó saliva.


'Ella no está aquí para hacerle daño, ¿verdad?'


Incluso la Reina no sería capaz de ponerle la mano encima al hijo del Emperador. Ese hecho era lo que le daba más confianza a Janet, pero Alisa era nada más que la Reina y la hermana menor del duque más poderoso del imperio. Por lo tanto, Janet no podría nunca sentirse perfectamente tranquila. Janet pasó la lengua por sus labios, preocupada.


Fue en ese momento que, mientras miraba a Lucio con una expresión indescifrable, la Reina habló.


"Me gustaría llevarme a este niño conmigo."