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domingo, 20 de septiembre de 2020

Dama A Reina - Capítulo 125

Capítulo 125. [Historia Alternativa] Capítulo 17. El Preludio De Una Tragedia




Janet calmó su nervioso corazón. Esta no era la forma en la que debería sentirse y actuar una sirvienta. Pensando que debería salir de aquí rápido, Janet se quitó con rapidez el abrigo que el Emperador le había puesto sobre los hombros y luego lo colocó de vuelta en los suyos antes de hacer una reverencia.


"Su Majestad, me disculpo por haber interrumpido su tiempo de descanso. Procederé a irme..."


"Oye, espera."


El joven emperador agarró a Janet con rapidez. Los ojos de Janet se agrandaron ante el inesperado toque. Esto era algo que ella no podría haber anticipado nunca. Sus deberes fueron olvidados mientras ella veía la cara del Emperador directamente.


"Su Majestad."


"Ah..."


Él lucía sorprendido también, como si no esperaba actuar de esa manera. Sin embargo, él parecía no tener intenciones de soltar su mano. El Emperador aflojó su agarre lentamente, pero no lo hizo por completo.


"Su Majestad, debo irme ahora," -rogó Janet-. "Los otros nombres podrían estar buscando-"


"¿Y qué tal si te necesito?" -preguntó el Emperador con voz temblorosa-. "Si dijera que te necesito, ¿te irías de todas formas?"


"... ¿Disculpe?"


"Er..." El Emperador buscó rápidamente en su cerebro alguna excusa. De esa forma, ella... no, 'Janet' no se iría. Él se sintió nervioso antes de dar una excusa ilógica.


"Las sirvientas que tengo asignadas actualmente son demasiado bajas de estatura."


"¿Cómo?"


¿Qué tiene que ver eso con este asunto...? Janet lo miró con una expresión tonta, incapaz de comprender la lógica detrás de sus palabras y el Emperador continuó hablando.


"Como puedes ver, todas mis pertenencias son bastante grandes y altas de tamaño, así que, si las sirvientas son demasiado pequeñas, será difícil para ellas el atenderme correctamente."


"¿Y...?"


"¿No eres alta?"


La verdad era que ella lo era. Janet medía 1.72 metros de altura, poniéndola dentro del 1% de las mujeres más altas. Ella asintió y el Emperador se entusiasmó.


"Es por eso que tienes que atenderme," -explicó-.


"¿Disculpe?" Janet estaba estupefacta. "Pero ya se me ha asignado el atender a los nobles que le acompañaron, Su Majestad..."


"Incluso así, eso puede ser fácilmente cambiado si el Sol del Imperio lo ordena, ¿no es verdad?"


Eso era verdad. Janet asintió aturdida.


"El aire nocturno es frío, así que, es mejor para ti que vayas dentro," -dijo el Emperador-.


"Sí. Entonces, me iré..."


"¿Acaso todo lo que dije entró por un oído y salió por el otro?" -preguntó el Emperador con sorpresa-. "Tienes que venir conmigo."


"... Entonces, ¿lo estaba diciendo en serio?"


"Así que, ¿pensaste qué estaba bromeando?"


Ante la pregunta, Janet miró al Emperador, el cual sonrió con frescura. Ella podía sentir lo saludable que era su salud emanando de él. Por un momento, Janet se sintió mareada al ver esa pura sonrisa.


'¿Realmente necesitaba recordar lo que Avery me había dicho antes?'


Aunque Janet pensó esto, ya era demasiado tarde. Antes de darse cuenta, Janet estaba siguiendo con prisas al Emperador de vuelta a su habitación con su muñeca siendo agarrada por la mano del Emperador.


*


Cuando el Emperador llegó a su habitación mientras arrastraba a Janet, ordenó a las demás sirvientas que dejaran el lugar, dejándolos solos a él y a Janet.


Mientras Janet estaba de pie en la habitación del Emperador, todo en lo que podía pensar era en cómo le explicaría esto a la Conde Amo. Este giro de eventos estaba completamente fuera de los esquemas.


El Emperador pareció haber notado desconcierto. "Luces preocupada por algo."


"¿Disculpe?" -preguntó Janet con sorpresa antes de bajar el tono de su voz y responder-. "No. No es nada de eso."


"¿Es eso así? Entonces..."


Después de esas palabras, el Emperador comenzó a desvestirse. Sorprendida ante el repentino acto del Emperador, Janet no pudo evitar dejar salir un grito de sorpresa mientras se volteaba en la dirección contraria. El Emperador la miró con extrañeza.


"¿Por qué estás actuando de esa forma?"


"¿Huh? Y-yo solo..." A pesar del palpitar de su corazón, Janet logró responder con calma. "Yo... solo pensé que no debería serme permitido el ver su precioso cuerpo..."


El trabajo que Janet había hecho en el palacio reservado era considerado formal en naturaleza. Cuando el Emperador o los nobles no estaban de visita, ella limpiaba las habitaciones vacías con Avery y las otras sirvientas, y cuando venían de visita, ella estaba, ya fuera llevando aperitivos, u organizando sus lujosos objetos. Había ayudado a alguien a bañarse y a cambiarse de ropa una vez, pero todas eran mujeres. Esta era la primera vez que vería el cuerpo desnudo de un hombre.


Era obvio que el Emperador no tenía forma de saber esto, y pensó que el comportamiento de Janet era extraño para una sirvienta.


"Pero, ¿acaso no ayudan las sirvientas a bañarse?" -preguntó el Emperador-.


"Bueno..." -dijo Janet-. "Yo solo he asistido a mujeres a bañarse. Lo mismo con el cambio de ropa... Si está preocupado acerca de tener a alguien inexperimentado ayudándolo, podría ser mejor llamar a otra..."


"No. No es hasta ese punto."


Después de ponerse una bata encima, el Emperador puso una expresión pensativa antes de ofrecer una solución con voz clara.


"No es tan difícil. Hombres y mujeres son ambas personas. Solo has lo que has hecho antes."


"..."


"Y ya puedes darte la vuelta."


Janet se dio la vuelta lentamente. "¿Yo seré la única que lo estaré asistiendo en su bañó, Su Majestad?" -preguntó Janet-.


"¿Es demasiado problema? Si no puedes..."


"... No, no hay problema, Su Majestad."


Debo asistir en el baño, no a una persona cualquiera, sino su Majestad el Emperador, ella sola. Algo definitivamente extraño había pasado en algún punto. Incluso aunque solo fuera una sirvienta del palacio secundario, Janet sabía que esto no era normal. Ella no podía entender en que estaba pensando el Emperador.


Sin embargo, las personas del imperio debían seguir todas y cada una de las órdenes del Emperador. Y eso incluía a Janet.


Al no tener ninguna otra opción, Janet fue hacía el baño. Había una bañera que ya estaba llena con agua caliente, como si la hubieran preparado de antemano. Poco tiempo después, el Emperador entró al bañó vistiendo solo una bata de seda y luego entró tranquilamente a la bañera con agua.


Janet estaba preocupada de cometer algún error atendiendo en el baño a un noble de este calibre, al noble más grande en todo el imperio, pero Janet decidió pensar en él como si fuera solo otro aristócrata. Sería peor si cometía errores que normalmente no cometería por los nervios.


"..."


"..."


Ninguno de los dos habló y dado que eran los únicos en el baño, el silencio llenó la habitación. Por supuesto, Janet estaba demasiado ocupada atendiendo al Emperador a bañarse que no se preocupaba por el silencio, pero no se podía decir lo mismo del Emperador. Él se quedó mirando a Janet como si tuviera algo que decir. Fue solo cuando el baño estaba a punto de finalizar que Janet notó su persistente mirada.


"Su Majestad, ya puede salir de..."


Ella había estado inmersa en el trabajo y cuando se levantó, se encontró con los ojos oscuros del Emperador. Su cara después de un bañó se veía incluso más vida que cuando estaban bajo el cielo nocturno. Su ligeramente rosa, pero clara complexión era prueba de que la belleza de su apariencia no era falsa.


Janet tragó involuntariamente. Incluso mientras pensaba, 'de verdad estoy loca,' ella era feliz de tener el honor de asistir al Emperador a bañarse, incluso aunque no lo mostraba en el exterior.


"..."


"..."


Su paciente mirando continuó fija en ella y después de un tiempo, Janet se sonrojó.


¿Por qué sigue mirándome de esa forma?


Cuando Janet lo miró a los ojos para preguntarle, por alguna razón no pudo hacerlo. Insegura sobre qué hacer, sus labios no se movieron y en ese momento el Emperador levantó de repente un brazo mojado de la bañera. La bata mojada que llevaba puesto prácticamente se había fusionado con su piel, revelando lo musculoso que era su brazo. Mientras ella lo seguía mirando, él usó su mano para quitar los mechones de cabello detrás de la oreja de Janet.


"Trabajaste duro."


"Ah..." La cara de Janet se tornó rojo brillante. "Me disculpo si fue una experiencia poco placentera."


Pero el Emperador ni aceptó ni rechazó su disculpa. Solo cuando el silencio comenzó a ser asfixiante, el Emperador habló.


"Dijiste que tu nombre era Janet, ¿verdad?"


"Sí, Su Majestad."


Las palabras que vinieron después sorprendieron a Janet.


"¿Tienes deseos de venir al Palacio Imperial?"


"... ¿Disculpa?"


Pensando que había malinterpretado la pregunta, Janet olvidó sus modales y pregunta por la sorpresa. Sin embargo, mientras miraba la expresión del Emperador, ella concluyó que lo había escuchado correctamente.


Ir al Palacio Imperial. Había solo un significado para esto.


"¿Estoy... estoy en lo correcto al asumir que usted lo dijo de esa forma, Su Majestad? -preguntó Janet con sorpresa en la voz-.


"Eso es correcto."


"Pero, ¿por qué elegiría a alguien como yo...?"


"No se necesita una razón para la Gracia Imperial. Al igual que no se necesita una razón para cómo se sienta el Emperador."


"..."


"Si no quieres, no te obligaré," -dijo el Emperador con voz gentil-, y Janet lo siguió mirando con estupefacción. Su atractiva cara la miró con una sonrisa y Janet asintió como si estuviera bajo un hechizo.


En ese momento, no había nada particularmente profundo pasando por su mente. El Emperador que estaba de pie frente a ella le había cogido interés y ella también lo había hecho con él.


Eso era.


Janet ni siquiera pensó acerca de las cosas que le había dicho a Avery antes de conocer al Emperador. Como si estuviera confiada de que las cosas que les había advertido a su amiga no aplicaran con ella.


"Gracias."


El Emperador sonrió hermosamente antes de besar a Janet. Era incómodo para ella, pero aceptó sinceramente el beso del Emperador.


En ese momento, Janet, quien se había enamorado por primera vez en su vida, era feliz.


*


Esa noche, cuando Janet renunció a sus deberes normales para compartir cama con el Emperador, ya ella no estaba afiliada con las sirvientas del palacio de reserva. Muchas la felicitaron y la envidiaron, a quien era la receptora de la Gracia Imperial, al igual que una cantidad similar de miradas llenas de celos. Dado que Janet no era alguien que le importara mucho lo que otras personas pensaran de ella, ella ignoró la reacción de estas últimas personas y se concentró en el revoloteo de su corazón mientras se preparaba para salir hacía la Ciudad Imperial.


El día siguiente, ella entró al Palacio Central con el Emperador como una sirvienta.


No había forma de que las demás sirvientas fueran felices al ver la repentina llegada de Janet. Sin embargo, desde que se dieron cuenta de que ella tenía el favor del Emperador, su desprecio y odio iniciales hacía la sirvienta de clase baja no podían ser mantenidos.


Eso no significaba que Janet iba a abandonaría su persona y que se volvería arrogante. Ella asistió en silencio al Emperador estando a su lado y completaba sus deberes. A cambio, el Emperador continuó apreciándola sin reparos.


Entonces, un día, la noticia de que el Emperador estaría oficialmente tomando a una reina se esparcieron por el imperio.