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domingo, 20 de septiembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 7

Capítulo 7. Inseguridades Y Malentendidos (1)


Ante el fuerte grito de Riftan, Max levantó la cabeza apresuradamente. El hombre que recibía su ira parecía perplejo por su comportamiento autoritario. Frunció el ceño y le gritó,

"¡Cómo iba a saber que alguien estaba haciendo eso dentro del salón! No sentí la necesidad de llamar a la puerta, como suelo hacer, ¡porque supuse que usted se daría cuenta de mi de inmediato!"

"¡Lárgate de aquí!"

Ella se puso pálida ante el grito de su esposo. Si él sale, entonces... ¿qué pasará después? Max le suplicó al hombre con su mirada, rogándole que no saliera a espaldas de su esposo. Pero el hombre simplemente apretó los dientes y murmuró algo en voz baja antes de darse la vuelta.

"El carruaje está esperando afuera. ¡Dijiste que no estabas aquí para comerte con los ojos a la Señorita Croix!"

Riftan respondió en el mismo tono, "¡Dile que espere!"

El hombre dio un largo y cansado suspiro, encontrando la situación incómoda, "No te entretengas mucho tiempo."

Echó una mirada de desaprobación hacía Max, cerró la puerta tras él y se fue. La mirada de Max se dirigió hacia Riftan, rascándose la espalda y mirándola con una mirada intensa. Su mirada severa hizo que Max se acurrucara y Riftan se rió sardónicamente al verla.

"No tiembles, no voy a lanzarme hacia ti otra vez." Luego, añadió después de una pausa, "Mierda...no tenía intención de quedarme aquí."

No se atrevió a levantar la cabeza para mirarlo, sino que simplemente fijó la mirada en sus dedos entrelazados. Él se puso de pie y se arregló la ropa.

"También escuchaste eso, ¿no? Hay un carruaje esperando afuera. Tendremos que salir de inmediato."

Sintió que su piel se enfriaba, que toda la sangre le salía de la cara. Él la estaba dejando tan pronto como llegó, ella aún no había dicho una palabra de persuasión, ni una frase coherente.

"Ah, pero..." En pánico, Max no podía ni siquiera pensar en arreglar su ropa suelta, más bien, agarró el dobladillo de su ropa con angustia.

"E-espera un minuto, vamos a hablar-"

Riftan la cortó abruptamente, "Tenemos que irnos de prisa. Que tu criada prepare tu equipaje primero. Escucharé lo que tengas que decir cuando estemos en el carruaje."

Max, que estaba tan asustada que volvió a temblar, se detuvo un momento, la confusión era evidente en los orbes de sus ojos. Le preguntó de nuevo con una mirada desconcertada.

"¿Mi equipaje?"

"Sí. Tus cosas. Empaca las cosas que necesites traer." Habló ahora en un tono suave, muy diferente de los gritos amargos de antes.

Aún así, Max sintió que sus palabras eran incomprensibles. Ella le parpadeó como un búho, lo que le hizo dar un gran suspiro. Con rápidos gestos con la mano, arregló su vestido descuidado y la levantó del sofá. Luego llamó a una criada que estaba en la puerta, pidiendo el equipaje de Max. Al escuchar eso, fue que Max se dio cuenta de que se la estaba llevando con él.

Ella se quedó asombrada con incredulidad.

"Sólo trae lo que necesites. No podemos retrasarnos más."

Max le respondió inmediatamente, "S-sí, no voy a empacar nada más, tal vez unas cosas p-pero no tengo mucho, quizá..."

"Bien. Entonces vamos. Te proporcionaré las cosas que necesites al llegar a mi propiedad."

El hombre llamó a la criada con el equipaje de Max y le pidió que lo sacara del salón. Sus largos y apresurados pasos hicieron que Max casi corriera para seguirle el ritmo. Mientras tanto, Max seguía con la mente aturdida, la situación iba hacia el resultado menos pensado.

"¿U-uhm, tu-tu propiedad...?"

"Si, ¿Por qué?" Miró por encima del hombro y dijo sarcásticamente, "¿Es extraño que un pobre caballero de bajo rango tenga su propio territorio?"

Luego añadió, "Fui nombrado caballero, consagrado por el mismo Rey Rubén. Con mi apellido como el tuyo, deberías haber vivido allí después de nuestro matrimonio."

Su perplejidad crecía con cada cosa que le decía. ¿Una casa en la que debería haber vivido? Sus pensamientos no fueron escuchados, él bajó las escaleras rápidamente y salió al amplio jardín, sin querer explicar más. Junto a la enorme Fuente Croix, un lujoso carruaje llevado por cuatro caballos estaba aparcado donde estaban reunidos unos cuantos caballeros.

Tan pronto como se acercaron a ellos, el ruido de los hombres disminuyo. Algunos de los caballeros miraron a Max, detrás de Riftan, y sus miradas curiosas eran tan penetrantes que la hacían sentir incómoda.

Al ver que Max permanecía aún detrás de él, Riftan se dio la vuelta, "¿Qué estás haciendo? Rápido, entra en el carruaje."

"Ah, pero... m-mi padre debería estar esperándome. Uh, yo... primero..."

La expresión de Riftan se endureció de repente. La agarró por el brazo y la arrastró hasta el frente del carruaje.

"Eres mi esposa. Me llevo a mi esposa conmigo ¿a quién debo pedir permiso? Ni siquiera tu padre tiene el poder de interferir."

Después de hablar decididamente, la levantó con sus robustos brazos y la hizo sentarse en el asiento del carruaje. La mirada de desconcierto en la cara de Max no se desvaneció.

'Mi esposa...'

Había estado pensando que él iba a proceder con el divorcio. Ahora los pensamientos se descontrolaron dentro de su cabeza.