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domingo, 20 de septiembre de 2020

Bajo El Roble - Capítulo 8

Capítulo 8 - Inseguridades Y Malentendidos (2)



"¡Vamos, vamos, vamos!" Gritando a la gente fuera del carruaje, se sentó frente a ella y un momento después el carruaje empezó a traquetear.

Max miró desconcertada hacia el Castillo de Croix. Había imaginado innumerables veces las diferentes formas en que se habría desarrollado su reunión con su esposo. Sin embargo, este desarrollo actual estaba lejos de las escenas preconcebidas en su mente ansiosa.

¿Por qué... por qué me llevas contigo? Max sólo podía meditar internamente la pregunta, mirando a su esposo con los ojos abiertos como una cierva.

Riftan miraba el paisaje con su brazo sobre la ventana, con una calma notable, como si nunca la hubiera sacado a rastras, como un rayo después de una lluvia de besos en frenesí.

|El Rey Rubén le ha instado a comprometerse con su hija real. ¡Él no perderá esta oportunidad!|

El Duque de Croix estaba como un diablillo en su hombro, repitiendo las palabras de condena en su oído. Pero no era sólo el duque quien pensaba así, incluso ella lo creía.

La Princesa Agnes, que era de la realeza y estaba comprometida con él, era una maga de renombre. Y él, uno de los héroes que participó en la Excursión del Dragón Rojo.

La romántica historia de dos almas similares que luchaban juntas en el campo de batalla y se convertían en enamorados, soplaba como un viento suave por toda la ciudad. Aquellos que habían captado esta historia esperaban una gran boda a su regreso.

El famoso guerrero Riftan, y la maga dotada, ¡La Princesa Agnes!

Y en sus pensamientos, pensó que un divorcio era inminente, cayendo en espiral como una avalancha imparable. Incluso el sacerdote que había presidido su boda lo habría pensado. Nadie ignoraba que la tiranía del Duque de Croix era la razón de su matrimonio. Tenía una causa y una justificación legítima para pedir el divorcio.

'Pero, ¿por qué...?'

Ella miró de reojo a Riftan. La brisa que entraba en el carruaje jugaba con los mechones de su cabello, balanceándolos suavemente. Su rostro helado, uno que debió desarrollar después de la severa expedición, sirvió para crear una atmósfera inabordable. Su cabello estaba desordenado como un nido de pájaro en su frente, y su piel bronceada y dorada le daba a su guapo aspecto una atmósfera aún más exótica.

Max nunca había visto a la Princesa Agnes en persona, pero contaban historias de su gran belleza. Brillantes mechones rubios y ojos azul profundo como el océano. No tenía dudas de que si él se paraba a su lado, se verían como personajes de un hermoso cuadro.

Pensando así, echó un vistazo cauteloso a su reflejo en la ventana del carruaje. La vista de una frente ancha, el pequeño y bajo puente de su nariz, y una cara que para ella, se veía rara por sus grandes ojos, la saludó. Pecas marrones descansaban en la parte superior de su nariz como llovizna de tierra, y su cabello, que había sido trenzado para controlar sus rizos rebeldes, todavía tenía pelos rebeldes que sobresalían como paja.

Sólo había pensamientos terribles dentro de su cabeza. Estaba convencida de que él no quería que fuera su esposa. Debe haber algo más, ¿qué quiere que haga? pensó, al final de sus temores.

Como si notara que ella lo escudriñaba, y por la mirada dudosa de sus ojos, finalmente la miró. Atrapada por sus penetrantes ojos, Max bajó rápidamente su cabeza. El hombre encontró su acción desconcertante y escupió una pequeña maldición.

"Aunque se sienta terrible estar conmigo, trata de ocultar tu repulsión. ¡No tengo intención de dejar este carruaje por culpa de una esposa temerosa!"

Con su creciente agitación, Max dijo rápidamente, "¡Oh, no, no! No es terrible. No, nunca dije eso..."

"¡Entonces, qué es esa mirada de asco!" escupió venenosamente un segundo después.

En un impulso, Max levantó rápidamente sus manos para cubrir su cara. Si bien era cierto que la confusión la asustó y la puso nerviosa, tardó en darse cuenta de cómo debía mirarlo con sus emociones deprimentes a la vista. 

"Sé que eres consciente de que nuestra situación no es... ordinaria."

El hombre suspiró por su obstinado silencio. Sólo que, sin saberlo, Max sudaba profusamente de ansiedad.

Continuó, esta vez con más seriedad, "No sé mucho sobre ti. Estoy seguro de que a ti te pasa lo mismo. Pero ahora eres mi esposa, y debes estar a mi lado toda mi vida, como declaran los votos matrimoniales. Pero, ¿cómo puedo considerarte mi esposa si tiemblas tanto sólo por estar a mi lado?"

"To-toda tu vida... ¿A-a tu lado?"

Su mirada de asombro hizo que el rostro de su esposo se llenará de furia, Max se sentía perdida.

"Nos casamos hace tres años. ¿No es la voluntad del cielo que una pareja casada viva junta para siempre?"

Ella lo miró como si una segunda cabeza hubiera brotado de su ancho cuello. No podía creerlo; una persona así no parecía tener intención de romper su matrimonio...

'Tal vez está mintiendo por alguna razón, tal vez sus palabras son para burlarse de mí porque piensa que no he oído hablar de su compromiso con la princesa.' A pesar de sus palabras, los pensamientos en la cabeza de Max sólo seguían descontrolándose.