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sábado, 9 de septiembre de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 534

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 534. Navier En Rwibt (2)




Los preparativos avanzaron rápidamente. Primero, envié un mensaje al Gran Duque Kapmen sobre mi visita. Luego decidí a quienes llevar conmigo. Quería un grupo representativo, pero nada demasiado escandaloso. Mi visita no estaba anunciada oficialmente.

Al cabo de unos días, terminamos los preparativos. Me dirigí al puerto para embarcar. En ese momento todavía tenía dudas.

'¿Es realmente una buena idea ir sola?'

Pero en cuanto vi el enorme buque comercial, me di cuenta de que había tomado la decisión correcta.

Por el contrario, Heinley no estaba convencido,

"Ese buque es demasiado grande, Mi Reina."

"Eso quiere decir que es seguro."

"¿No podemos ir los dos?"

"¿Y dejar nuestro imperio sin gobernante?"

"Es que estoy preocupado. Laurie y Kai llorarán todos los días por extrañar a su mamá."

"Estarán bien. Cuando crezcan, ellos también desplegarán sus alas."

Añadí en voz baja con una sonrisa,

"Pero siempre volverán a casa."

La expresión de Heinley se ensombreció. Por un momento, pareció abatido,

"¿Crees eso?"

"Sí, lo creo."

Él suspiró. Al final, me tocó el brazo,

"Al menos comamos juntos antes de que te marches."

***

Procurando ocultar nuestras identidades, entramos en una marisquería cercana. Mientras esperábamos nuestros pedidos, oímos unos susurros.

"¿Estás seguro? Creía que los monstruos marinos no llegaban hasta este puerto, porque el dragón de agua vive muy cerca."

En una mesa adyacente, una mujer se inclinó hacia su compañero de mesa,

"Eso es lo que lo hace tan extraño. ¿Crees que atacarán?"

"Apuesto mi comida a que son sólo rumores infundados."

Ante la mención del dragón de agua, Dolshi me vino a la mente.

¿Todavía andará intentando cazar a su pájaro azul? No lo había visto en mucho tiempo.

"Mi Reina, parece que la ruta del buque se ha vuelto aún más peligrosa. Si cambias de opinión..."

"¿Qué ocurrirá con nuestro comercio?"

Heinley frunció el ceño,

"Podríamos quitar la fruta del cargamento. Sólo esta vez."

"Es nuestro producto más vendido. Además, no podemos permitirnos tirarlo todo."

Heinley se enfurruñó mientras devoraba su langosta,

"Estoy preocupado."

"Despreocúpate. Sir Artina, el Vizconde Langdel, y el Gran Duque Kapmen estarán conmigo."

"No confío en ninguno de ellos, Mi Reina."

Desafortunadamente, los tres nos habían acompañado al restaurante. Estaban sentados a poca distancia de nosotros. Levanté el tenedor, con una sonrisa incómoda.

Los tres se estremecieron, por lo que definitivamente debieron oírlo.

"Este tipo de rumores se escuchan a menudo en los puertos internacionales. Todo estará bien."

***

Unas horas más tarde, subí a bordo del enorme buque, acompañada por mis guardias. Además de la tripulación, se había añadido espacio para mí, mis acompañantes, sirvientes y los funcionarios que componían nuestro grupo.

Laura era la única dama de compañía que había traído.

"¡Guau!"

Ella se agarró a la barandilla del buque, boquiabierta.

"¡Mire el tamaño de este buque, Su Majestad!"

"Cuidado, Laura."

Alcancé su brazo para detenerla. Pero la emoción no tardó en arrastrarme a mí también. El viento salado acarició mis mejillas, vigorizante y refrescante. Me apoyé en la barandilla para contemplar la espuma blanca esparcida sobre las olas azules.

'Asombroso.'

"Su Majestad, ¿ha navegado alguna vez?"

"En un velero. Pero nunca en algo tan grande."

"¡Yo tampoco!"

Gritó Laura, sujetándose a la barandilla.

"Lástima que no pudieron venir las demás. A la Condesa Jubel y a Rose les habría encantado. También a Mastas..."

De repente, su alegría se desvaneció. Ella suspiró.

Claramente, todavía extrañaba a Mastas. Le toqué el brazo.

"No te preocupes, Laura. La Señorita Mastas me envió una carta hace poco. Le va bien, y... bueno, he oído buenas noticias."

De acuerdo con los rumores, los adversarios de Mastas estaban cayendo como moscas. Eso contaba como una buena noticia, ¿no? Con nosotras, había sido una torpe dama de compañía. Como caballero, parecía una persona completamente diferente. Una sobresaliente y aterradora guerrera.

***

Pasadas unas cuatro horas, el entusiasmo de Laura desapareció. Ahora estaba apoyada contra una pared, gimiendo de mareo.

Ni siquiera podía darle una palmadita en la espalda a la pobre Laura. Si lo hacía, las dos vomitaríamos. Finalmente, incapaz de soportar el encierro de nuestro camarote, subí a cubierta. Me quedé mirando el mar, tratando de calmar mi revuelto interior.

"Su Majestad."

El Gran Duque Kapmen se me acercó. En el momento en que me di la vuelta hacia él, el viento del mar se llevó mi horquilla.

Mi cabello voló alrededor de mi cara, alborotado por la brisa. No podía ver nada. Nerviosa, me lo recogí en un moño sencillo. Estaba sonrojada.

Kapmen se mordió el labio, conteniendo la risa,

"Mis disculpas. No me esperaba que eso pasara. Ya veo que los vientos del mar pueden despeinar incluso a Su Majestad."

Resoplé, aún más avergonzada. Pero pronto volví a tranquilizarme.

'Kapmen debe saber cómo me siento, lo oculte o no. ¿Cierto?'

En cuanto pensé eso, Kapmen volvió a tensarse con una risa reprimida. Lo fulminé con la mirada, pero él miró hacia otro lado.

"¿Qué querías decirme?"

Finalmente, se le borró la sonrisa. Entonces se aclaró la garganta,

"¿Qué opinas de que me case?"

Mis cejas se alzaron.

'¿A qué viene eso?'

"¿Con quién? ¿Alguien de Rwibt o del Continente Wol?"

La expresión de Kapmen se ensombreció,

"Es alguien que Su Majestad conoce."

'Conozco a muchas personas.'

"¿Quién es?"

Kapmen evitó mi mirada.

'¿Acaso es alguien con quien no me llevo bien?'

"Ella es—"

De repente, escuché un fuerte estallido en el mar. Jadeé, resbalándome al golpearnos una enorme ola.

El Gran Duque Kapmen me agarró el brazo con una mano y la barandilla con la otra. En ese instante, el buque se sacudió violentamente. Vislumbré cientos de pequeños peces saltando en el aire.

"¡Su Majestad!"

Giré la cabeza en dirección a la voz. El Vizconde Langdel y Sir Artina corrían hacia nosotros, ambos ofreciéndonos sus manos. Pero entonces oí un fuerte crujido.

Antes de que pudiera comprender la situación, el Gran Duque Kapmen y yo estábamos cayendo por la borda.