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domingo, 3 de septiembre de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 531

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 531. Felicidad (1)



"Por favor, cuídese. Volveré pronto con buenas noticias."

Mastas se despidió de mí y se dio la vuelta para mirar a Laura. 

"Laura, lamento si te molesté con mis constantes preguntas. Gracias por haberme explicado todo."

Los ojos de Laura estaban enrojecidos por haber llorado todo el día. Ella y Mastas se habían vuelto muy cercanas. Cuando Mastas se despidió de Laura con un abrazo, ésta rompió a llorar. Ni siquiera pudo responder.

Por otro lado, Rose se secó las lágrimas,

"Yo fui quien más respondió a tus preguntas, Señorita Mastas."

Mastas soltó a Laura y se volvió hacia Rose con una amplia sonrisa,

"Ahora que lo mencionas, tienes razón. A ti también te estoy agradecida."

Finalmente, Mastas se dirigió a la Condesa Jubel,

"Por favor, apoye a Su Majestad, Condesa."

"Por supuesto que lo haré. Asegúrate de hacerte un nombre antes de volver."

Mastas soltó una risa,

"Eso será fácil."

"Y no sueltes a Lord Koshar."

Añadió la Condesa Jubel. La cara de Mastas se puso roja como un tomate, pero no dijo nada.

"Es hora de partir, Sir Mastas."

Un caballero con un uniforme similar al de Mastas se acercó. Mastas asintió y montó en un gran caballo blanco.

"¡Vamos!"

Ante su grito, todos los demás Caballeros Clandestinos se alinearon y avanzaron como uno solo. Mastas me miró por última vez, sonriendo mientras tiraba de las riendas. Su caballo tomó su lugar al frente, su capa ondeando detrás de ella.

Laura, que todavía estaba llorando, suspiró asombrada,

"Le queda muy bien."

Era la primera vez que nosotras veíamos a Mastas en su hábitat natural: vistiendo su uniforme encima de un caballo. Al verla, mi inquietud se desvaneció. 

'Mastas lo hará bien. Y cuando vuelva...'

Espero que tanto ella como Koshar vuelvan habiendo dejado a un lado sus cargas innecesarias.

***

'Mastas es increíble.'

Pensó Rivetti mientras estaba apoyada en la ventanilla del carruaje, observando el ajetreo del exterior. Todo el mundo tenía prisa. Incluso los más jóvenes molestaban a sus padres, convencidos de lo que querían.

'¿Qué hay de mí? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?'

Rivetti se miró las manos. Quería hacer muchas cosas: proteger el Territorio  Rimwell, convertirlo en un buen lugar para vivir, cuidar de su madre y proteger a su único sobrino. Pero...

Mastas partió a la batalla. La Emperatriz Navier ahora encabezaba la Alianza Imperial, actualmente era la persona más influyente del continente. La Condesa Jubel y Artina habían viajado al Imperio Occidental para proteger a la Emperatriz Navier.

Incluso Laura, que siempre había sido brillante, alegre y un poco caprichosa, no había vacilado ni una sola vez en lo que se empeñaba.

'Soy la única que está parada.'

Rivetti soñaba con convertirse en una gran sucesora de su padre. Ya había aprendido mucho sobre cómo gobernar. Pero ni siquiera pudo vengarse apropiadamente del Duque Elgy, su enemigo. ¿Cómo podía esperar proteger su territorio?

"Ya hemos llegado."

Ante el aviso del cochero, Rivetti salió del carruaje y pagó el viaje. 

El carruaje dejó a Rivetti frente a una enorme mansión. Ella contempló la increíble construcción. La Emperatriz Navier había arreglado esta mansión para ella, a las afueras de la capital. Pero parecía demasiado grande para un adulto y un niño.

Una vez dentro, Rivetti se quitó el abrigo. Se lo entregó a la sirvienta y preguntó, 

"¿Dónde está Ahn?"

"Sentado en su habitación, distraído."

Rivetti se apresuró a ir a la habitación de su sobrino. Al oír la puerta, Ahn se apartó lentamente de la ventana. Parecía asustado. Pero en cuanto la reconoció, corrió hacia ella con una sonrisa radiante.

A medio camino, tropezó y se cayó. Sin embargo, se levantó de un salto. Al llegar frente a ella, no habló ni la abrazó. Se quedó inmóvil, mirándose de nuevo los pies.

Parecía inseguro de si debería estar feliz de verla. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.

"¿Por qué no dices nada?"

Preguntó Rivetti mientras se arrodillaba,

 "¿Tienes miedo de tu tía?"

Ahn sacudió la cabeza enérgicamente.

Rivetti se mordió el labio y lo abrazó. Últimamente, mientras veía a Laurie y Kai jugar tan inocentemente, se sentía arrepentida. 

'Ahn no es Rashta. ¿Por qué odio a este niño? Incluso si no puedo amarlo, no debería odiarlo.'

Ahn merecía la oportunidad de crecer libre de preocupaciones, como Laurie y Kai. 

'¿Actúa tan temeroso porque no lo cuidé?'

Esa inquietud la atormentaba.

Este niño era un ángel, como Laurie y Kai. Sin embargo, los gemelos crecían en una amorosa familia imperial, mientras que Ahn crecía siendo castigado por el comportamiento de su familia. ¿Era correcto tratar mal a un niño por los pecados de sus padres?

Ahn ni siquiera sabía que tenía la cara de Rashta. 

'Incluso la propia Rashta sólo se convirtió en esclava debido a las malas acciones de sus padres.'

Rivetti recordó que Rashta, cuando era más joven, la había mirado con los ojos bien abiertos, llenos de desesperación mientras ella comía bocadillos hechos por su cocinero. También se había quedado boquiabierta ante los retratos de la Emperatriz Navier. En ese momento, Rivetti había considerado grosera a la joven esclava.

Ahora, Rivetti se sentía confundida. ¿Rashta la miró fijamente porque no tenía buenos modales? ¿O sólo tenía hambre?

Justo entonces, una sirvienta llamó a la puerta,

"Vizcondesa Rimwell, ha llegado un paquete para usted."

"Ahn, ve a jugar con los juguetes que te compré. Te leeré un libro más tarde."

Rivetti le acarició la cabeza y salió de la habitación.

Afuera, la criada le extendió un pequeño paquete.

"¿Quién lo envía?"

"No lo sé, no tiene nombre. El mensajero tampoco lo dijo."

Rivetti aceptó la caja y la llevó a su habitación. La puso sobre la mesa y la abrió. Dentro había un par de zapatos. Se quedó helada.

Eran los mismos zapatos que se quitó para acercarse sigilosamente al Duque Elgy. Se quedó mirándolos un rato, aturdida.

***