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jueves, 31 de agosto de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 530

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 530. 



En el carruaje de camino a casa, Heinley repitió todo lo que las personas habían dicho sobre nuestros bebés. Lo mucho que todo el mundo les quería, lo inteligente que se veían, lo adorables que eran, y otros cumplidos.

Al principio también me sentí bien con eso. ¿Cómo podía no estar feliz de que mis hijos recibieran cumplidos? Pero al cabo de un día o dos, mi mente se desvió hacia otros asuntos. No obstante, Heinley parecía empeñado en repetir cada palabra que había oído sobre nuestros hijos.

'¿Cómo Heinley recuerda todo eso?'

Unos días más tarde, finalmente llegamos al Imperio Occidental. Para mi sorpresa, salir del carruaje fue como volver a casa. Había sido agradable visitar el Imperio Oriental después de tanto tiempo, pero este lugar se había convertido en mi hogar.

"¿Mi Reina?"

Heinley me extendió su mano. Acuné a Laurie en un brazo y entrelacé mis dedos con los suyos. Acto seguido, inclinó la cabeza y levantó las manos entrelazadas, besando el dorso de la mía. Luego sonrió.

Yo le devolví la sonrisa,

"Estamos en casa, Heinley."

***

Al terminar el desayuno, me senté en mi escritorio para organizar mi agenda. Revisé los próximos eventos del mes, tomando nota de aquellos a los que nos invitaron y de los planificados por mí. Entonces me fijé en una fecha.

'Pronto será mi cumpleaños.'

Por alguna razón, sentí un nudo en la garganta. Por fin me di cuenta de que podía relajarme. Todavía tenía que estar pendiente de la alianza, de nuestro país y de mi familia. Pero comprendí lo preciosa que era nuestra vida cotidiana después de haber estado a punto de perderla por Ángel. La Ceremonia de Año Nuevo había terminado, pero hoy me parecía Año Nuevo.

'La paz reinará a partir de ahora.'

Devolví el calendario a su sitio, sintiéndome realizada.

Laurie sacó la mano de la cuna, así que la volví a meter dentro. Luego saqué el pie de Kai de su boca. Ambos abrazaron a sus muñecos con forma de insecto mientras yo besaba sus frentes. Observar a nuestros bebés era como ver caer la nieve. Me llenaba de una profunda serenidad, de una sensación de plenitud.

Nuestro amor había creado a estas dos preciosuras. Se sentía como nada menos que un milagro.

"Estás de buen humor, Mi Reina."

Heinley entró en mi oficina, sonriente, con McKenna pisándole los talones. Heinley debe haber notado la admiración en mi rostro.

Me enderecé. Teníamos que prepararnos para la reunión del consejo más tarde, pero Heinley se me acercó con una sonrisa,

"¿Te gustó el lazo que usé ayer, Mi Reina?"

"Si el amor tuviera forma, se parecería a eso."

Respondí sarcásticamente. McKenna soltó una risita mientras se inclinaba sobre sus papeles. 

"Su Majestad Heinley diría que si el amor tuviera forma, sería como los diamantes o el oro."

"¿En serio?"

Cuando le pregunté, Heinley sacudió la mano.

"No. Si el amor tuviera forma, se parecería a ti, esposa mía."

Sin previo aviso, McKenna se convirtió en un pájaro azul. Se revolvió las plumas con irritación y salió volando a toda prisa.

Reprimí una risa, sacudiendo la cabeza. De repente, Yunim llamó a la puerta. 

"¡Sus Majestades! Lord Koshar desea verlos a los dos."

¿Koshar? ¿Qué le trae por aquí?

Heinley hizo sonar la pequeña campana para permitirle entrar. Un momento después, la puerta se abrió y Koshar se unió a nosotros. Todavía tenía la misma cara larga que la última vez que lo vi. Debía de seguir afectado por lo ocurrido con la Princesa Charlotte.

No entendía por qué. Le había dicho que todo estaría bien.

"¿Qué pasa, hermano mío?" 

Ante la pregunta con un tono afectuoso de Heinley, Koshar se enderezó.

"Solicito que se me asigne acabar con los Bandidos Mil Eternos en nombre de la Alianza Oriente-Occidente."

Me quedé tan sorprendida que mis ojos se movieron de un lado a otro de la habitación. Fue entonces cuando me percaté de la ropa tirada de McKenna en el suelo y del propio McKenna posado en una gárgola cerca de la puerta. Tenía el pico abierto en un estado de shock casi cómico.

Me pregunté si debería sentirme aliviada. Ese era un comportamiento más propio de Koshar y, por suerte, aún no se había dado cuenta de la pila de ropa de hombre en el suelo.

"Hermano."

Heinley dio un paso adelante y agarró la mano de Koshar,

"¿Por qué esta sugerencia repentina? Ya te lo hemos dicho, no tienes nada que lamentar en lo que respecta a la Princesa Charlotte y Mastas. No perdimos nada por eso."

Sin embargo, Koshar se mantuvo firme,

"Su Majestad, esa es la única manera en que puedo ser de ayuda. Además, nuestra alianza tendrá que demostrar su poder. Enfrentarme a los Bandidos Mil Eternos será una tarea fácil para mí. Navier, por favor, despídeme con buenos deseos y una sonrisa."

No podía rechazar una petición así de mi propio hermano.

Cuando Koshar se marchó, McKenna bajó revoloteando. Voló alrededor de la cabeza de Heinley en señal de protesta, pero ni se inmutó.

Al final, McKenna recogió su ropa con el pico y voló a una pequeña habitación cercana. Poco después, reapareció completamente vestido. Miró fijamente a Heinley y luego se volvió hacia mí.
 
"¿Qué hará, Su Majestad?"

"Este problema—"

En ese momento, Heinley intervino,

"McKenna, no te vuelvas a quitar la ropa delante de mi esposa."

"¿Qué estás diciendo?"

McKenna lo miró desconcertado.

"Paren con eso."

Levanté las manos entre los dos y esperé a que se calmaran,

"Si mi hermano quiere ir, se lo permitiré."

McKenna se sorprendió,

"¿Lo dice en serio?"

***


"¿Qué?"

Los ojos de Mastas se abrieron en shock.

"¿Realmente es tan sorprendente?"

Me llevé una taza llena de café a la boca. No había podido beberlo durante el embarazo. Lo había extrañado.

Mastas se estremeció. 

"Su Majestad, eso es peligroso. Lord Koshar es demasiado frágil, y esa despiadada banda de ladrones..."

'Veo que Mastas aún no ha despertado de su fantasía.'

Dejé la taza de café sobre la mesa,

"Mi hermano es más fuerte que los Bandidos Mil Eternos, Mastas."

Sin embargo, ella sacudió la cabeza con desesperación y dolor,

"Sólo usted piensa eso porque es su hermano, Su Majestad. Yo también creo que mi hermano es el hombre más fuerte del mundo. Para mí, podría sobrevivir en cualquier parte, incluso en el desierto."

'Pero eso era verdad.'

Todo el mundo sabía que Sir April sobreviviría aunque fuera arrojado en medio de una isla desierta.

Laura se rió, incapaz de contenerse. Cuando Mastas y yo la miramos, adoptó una expresión seria.

"No me estaba burlando. Simplemente no pude evitarlo."

Mastas se enojó.

Me senté a su lado y pasé un brazo alrededor de sus hombros,

"Señorita Mastas, Koshar es realmente fuerte. En el pasado, siempre que estaba de mal humor, se iba a luchar contra los Bandidos Mil Eternos. Por eso ahora quiere volver a luchar contra ellos. Es mejor dejarlo ir."

Ella asintió con una expresión de angustia.

Unos días más tarde, cuando Koshar partió, Mastas se despidió de él apropiadamente. Pero una semana después, cuando la Subcomandante Artina llegó del Imperio Oriental, Mastas le pidió inmediatamente que se enfrentara a ella.

Tras el combate, Mastas dejó su lanza en el suelo y se arrodilló,

"Su Majestad. Gracias por haberme convertido en su dama de compañía y por concederme el honor de servirle."

Alcé las cejas, sorprendida. Incluso Artina frunció el ceño y guardó su espada. Mis otras damas de compañía murmuraban con curiosidad.

"Levántate, Mastas."

Pero ella no me hizo caso. Permaneció arrodillada,

"Después de que usted vino aquí, dejé atrás mi posición de caballero. Viví como la dama de compañía de Su Majestad. Sin embargo, ahora es tiempo de que vuelva a mi lugar como miembro de los Caballeros Clandestinos."

Todas se quedaron en silencio. Yo también.

'Ya veo que hacer que se levante no será lo difícil.'

Ella alzó su lanza, llorando,

"Como líder de la 2ª Orden de los Caballeros Clandestinos, deseo ayudar a Lord Koshar a combatir a los Bandidos Mil Eternos. Por favor, concédame el permiso, Su Majestad."