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viernes, 11 de agosto de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 520

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 520. Una Falsa Confesión (1)



"¿Dónde está mi madre?"

Exclamó el Duque Elgy al abrir la puerta de golpe. El mayordomo saltó sorprendido,

"Joven Amo, ¿cuándo llegó?"

El mayordomo no esperaba que el Duque Elgy volviera a casa pronto. No hace mucho que se había ido a ver a un amigo.

"¿Dónde está mi madre?"

Repitió el Duque Elgy.

"Um..."

El mayordomo se aclaró la garganta, estupefacto.

"Ya está mejor."

Justo entonces, una dulce voz se escuchó desde arriba,

"Siempre ha sido así. Unos días está mejor de salud y otros peor."

El Duque Elgy levantó la vista. En lo alto de la escalera había una mujer a la que el cabello le cubría la mitad de la cara. Le miraba con ojos cálidos, llenos de afecto.

El Duque Elgy la ignoró. Dándose la vuelta, corrió hacia la pequeña casa de su madre. La encontró sola en el jardín, que susurraba con la brisa invernal.

Sentada en su silla de ruedas, estudiaba las plantas muertas. Al oír los pasos del Duque Elgy, se dio la vuelta. Una sonrisa se dibujó en su rostro sepulcral.

El Duque Elgy corrió a su lado y la examinó. Parecía la misma de antes, ni más enferma ni más sana. Apretó los dientes. Una vez más, fueron su padre y Alessia... La ira bullía en su interior, pero forzó una voz suave.

"¿Vamos dentro, madre? Hace frío aquí afuera."

Su madre asintió, así que la levantó y la llevó a la casa.

Después de recostarla en la cama, le preparó un tazón de leche caliente. Mientras ella soplaba y sorbía la leche, el Duque Elgy le masajeaba las piernas. Pero cada vez que miraba a su madre, sorbiendo la leche, le dolía el corazón.

Esperó a que terminara la leche, acariciándole la espalda para que no tuviera indigestión. Sólo al cabo de unas horas fue a buscar la silla de ruedas que habían dejado afuera. En el jardín, encontró al Gran Duque Claude esperando.

El Duque Elgy fulminó a su padre con la mirada.

"¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo puedes aprovecharte así de una persona enferma? ¿Acaso eres humano?"

"Yo no envié esa carta."

"Pues si esa mujer la envió, deberías haberla detenido. No es la primera vez."

"Como tú dices, esta no es la primera vez. Deja de exagerar. Alessia es tu salvadora, te guste o no."

"Ella es la enemiga de mi madre."

El rostro del Gran Duque se contorsionó. Agarró a su hijo por el brazo, tirando de él hacia delante.

Pero su hijo no era un niño, por lo que no pudo moverlo ni un centímetro. Finalmente, el Gran Duque agarró a Elgy por los hombros y gruño,

"Si estás tan decidido a odiar a Alessia, al menos dale tu carne. Pero no la llames enemiga. Te salvó la vida."

Soltó los hombros de su hijo y se rió fríamente,

"Estás en deuda con la enemiga de tu madre. Un imbécil que no sabe cuidar de sí mismo, entrometiéndose en la familia equivocada sin motivo."

Sólo después de que el Gran Duque se marchó, el Duque Elgy abrió los puños y dejó de temblar.

Detrás de él, sin que nadie se diera cuenta, su madre observó la escena con la frente pegada a la ventana. Se le llenaron los ojos de lágrimas, pero se escondió detrás de las cortinas antes de que Elgy la viera.

Elgy no quería preocupar a su madre, así que se apoyó en la pared exterior de la casa, agachándose para recuperar la compostura. Mordiéndose el labio, apoyó la cabeza contra la pared. Sintió en su espalda el fantasma de un par de manos a punto de empujarlo por las escaleras hace dos días.

"No puedo morir. De lo contrario, no habrá nadie que proteja a mi madre."

Pero al mismo tiempo, no pudo evitar desear que aquellas débiles manos lo hubieran empujado a la muerte.

Al recordar la mirada llena de resentimiento de Rivetti, se echó a reír. Probablemente ella sentía por él lo mismo que él sentía al ver a su padre con Alessia. Tal vez el propio Elgy era peor que esos dos juntos...

Apretó su collar, recordando cómo se había sentido desde que era joven, soñando con escapar de este lugar con su madre. Pero ella era un rehén aquí. Nunca la dejarían marchar. Elgy no podía escapar de esta ciudad, y mucho menos del país. Incluso un paseo por el jardín era una lucha para su frágil madre.

Cuanto más intentaba escapar, más se hundía en el fango.

'Madre.'

El Duque Elgy cerró los ojos, sumido en la desesperación.

De repente, el recuerdo de una mujer de cabello plateado pasó por su mente. Rashta. Técnicamente, le dio buenos consejos sobre cómo convertirse en emperatriz. No se equivocó. Pero después de que se convirtió en emperatriz, dejó de darle buenos consejos.

Sólo una vez, se había sentido seriamente en conflicto acerca de sus acciones. Se había debatido entre darle buenos o malos consejos. Al final, le aconsejó mal. Ahora se dio cuenta de que, en ese momento, había elegido permanecer hundido en el fango de su pasado.

'Probablemente me arrancará el cabello cuando nos encontremos en el infierno. O tal vez incluso mi cabeza.'

De repente, oyó el canto de un pájaro. Levantó la vista justo cuando un pájaro revoloteaba frente a él, con la pata levantada. Aceptó el papel que colgaba de la misma.

Era una carta de Heinley.

— El Emperador Sovieshu podría ayudarte.

El Duque Elgy frunció el ceño.

— Los Imperios de Oriente y Occidente hemos decidido formar una alianza. Aún tenemos que decidir qué otros países incluir. Debo ir al Imperio Oriental por motivos familiares, pero piénsatelo. Incluso podría llevarte conmigo.