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martes, 11 de julio de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 505

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 505. Su Justicia (2)



Ángel miró hacia arriba. Una cuerda colgaba del techo, un resto de la jaula de pájaros sacada a la fuerza de su lugar.

"Asigné deliberadamente a la emperatriz esa habitación, para saber con certeza adónde escaparía el pájaro. Dejé todas las demás puertas y ventanas de los pasillos cerradas. No tenía más opción que volar a la habitación de la Emperatriz Navier."

Sin embargo, allí sólo estaba el Emperador Heinley, no el pájaro. Aún estaban revisando las demás habitaciones, pero... Ángel sacudió la cabeza. No creía que fueran a encontrar el pájaro en ninguna otra parte. Incluso si lo encontraban en otra habitación, estaba seguro de que pertenecía a ella.

"Una cosa más. ¿Cuándo llegó aquí el Emperador Heinley?"

'¿Estaba escondido entre los guardias de la Emperatriz Navier? ¿O llegó después que ella?'

Una ráfaga de viento arrastró hacia él unas cuantas plumas caídas. Ángel se inclinó y recogió las plumas.

***

Mientras Heinley tomaba un baño, Mastas me trajo té. Cuando le informé que Heinley estaba en el baño, se mostró muy sorprendida.

"¿Qué? ¿Cuándo llegó aquí?"

'Llegó antes que nosotros.'

Era difícil de explicar, así que sólo sonreí. Mastas se cruzó de brazos y ladeó la cabeza,

"Bueno, siempre ha sido así. Verdaderamente escurridizo."

Por suerte, como solía aparecer en sitios sin previo aviso, Mastas no parecía encontrarlo demasiado sospechoso.

De todas formas, preferí cambiar de tema por si acaso,

"¿Podrías decirme qué está pasando fuera?"

"Los caballeros de la alianza están patrullando en grupos de cuatro a cinco."

"Ya veo..."

"Y están pidiendo permiso para registrar las habitaciones de todos."

Después de que Mastas se marchara otra vez, Heinley salió del baño. Se acercó hasta donde yo estaba sentada y se inclinó para besarme. Pero lo evité y puse la taza de té en sus labios.

"Mi Reina, tus labios se han vuelto muy firmes."

"Pero ahora también huelen a rosas."

Sonreí mientras sostenía en alto mi taza de té de rosas.

Heinley me devolvió la sonrisa y bebió un poco. Pero su brillante expresión se ensombreció al contarle lo que había dicho Mastas.

"Mi Reina, esos hombres enmascarados que fueron a rescatarme—"

"Eran caballeros de tu tribu."

Su expresión se volvió más rígida y comenzó a mover los dedos con inquietud.

'¿Tan malo fue el escape?'

Ahora yo también estaba preocupada, pero me mostré tranquila.

"Les dije que se transformaran y salieran volando si era necesario. No te preocupes, Heinley."

***

Envié a alguien a comprobar si los caballeros habían escapado sanos y salvos. Antes de recibir una respuesta, el Rey de Whitemond envió un mensajero, preguntando si cenaría con él.

"Vayamos juntos, Heinley."

Esto nos daba la oportunidad de avisar a todos de la presencia de Heinley con naturalidad. Aceptamos la oferta y fuimos juntos a reunirnos con el rey.

Terminó siendo una buena decisión.

"Antes de la boda, me gustaría conocer a mi futuro yerno en persona... ¿le parece bien, Su Majestad?"

Preguntó el Rey de Whitemond.

"Por supuesto. Se lo diré a mi hermano."

"Gracias, Su Majestad. Charlotte me ha dicho que su hermano, Lord Koshar, se parece mucho a usted. ¿Es cierto?"

"Sí, incluso pensaban que éramos mellizos cuando éramos pequeños."

"Cielos."

Se rió entre dientes.

"Aunque mi querida Charlotte finge que no, le importa mucho la apariencia. Si Lord Koshar se parece a usted, ya debe estar locamente enamorada de él."

Durante toda la comida, el rey sólo habló de la Princesa Charlotte. Parecía completamente despreocupado por la repentina aparición de Heinley. Sin embargo, como muchas personas nos vieron caminar juntos hacia el lugar de la cena, pronto se correría la voz de que había llegado.

A pesar del buen humor del rey, tenía un mal presentimiento sobre esa boda.

'Princesa Charlotte. Koshar. Mastas.'

Sabía lo que pasaba entre ellos. No era una situación para sonreír. Sin embargo, esbocé una sonrisa forzada y bebí mi café en silencio. Sabía más amargo que de costumbre.

"¿Qué estilo de boda deberíamos tener? ¿Al estilo del Imperio Oriental? ¿Al estilo del Imperio Occidental? ¿O al estilo de Whitemond?"

El rey sonrió.

***

"Sea cual sea el estilo de la boda, no habrá mucha diferencia. Lo que importa es que sea extravagante. Muchos adornos de oro y plata. Eso es todo."

Dijo Charlotte a su dama de compañía.

Desconcertada por el malhumor de la princesa, su dama de compañía le preguntó,

"¿Por qué se ve tan triste? Pronto caminará hacia el altar vestida de novia, Su Alteza."

Las otras damas asintieron.

"Así es. Los novios deben sonreír. ¡La vida sólo mejora después del matrimonio!"

"Tiene que haber algo por lo que valga la pena sonreír, Su Alteza."

Pero la expresión de la Princesa Charlotte se volvió aún más rígida.

Desconcertadas, se miraron entre sí y sacudieron la cabeza. Atrás había quedado la princesa feliz que consideraba afortunado su matrimonio político con Lord Koshar.

La Princesa Charlotte suspiró,

"¿Por qué la realeza debe ser forzada a matrimonios arreglados?"

"A pesar de los matrimonios arreglados, ¿no es mejor vivir como miembro de la realeza? Eso es lo que usted siempre ha dicho."

"Así es."

La princesa levantó la cabeza, su mirada se desvió hacia la ventana.

"Pero, ¿no sería mejor casarse con quien quisieras, en vez de casarte por conveniencia y tener que tomar un amante aparte?"

Las damas de compañía siguieron su mirada y vieron al Gran Duque Kapmen caminando hacia alguna parte. Llevaba un ramo tan grande que no podía sostenerlo con una mano.

Una dama de compañía exclamó,

"¡Vaya! Lirios negros. Qué fascinante."

La Princesa Charlotte observó la escena con la mirada perdida y, de repente, se levantó,

"Ahora vuelvo."

Ella se dirigió hacia la puerta. Las damas de compañía se dispusieron a seguirla, pero la princesa les ordenó que se quedaran.

"No es lejos. Iré sola, está bien."

Cuando la Princesa Charlotte se marchó, las damas se miraron unas a otras. Al poco tiempo, sus pensamientos ansiosos se extendieron a sus rostros.

"No puede ser."

"De ninguna manera..."

"Esto no puede estar pasando. Ahora no."

Se agruparon junto a la ventana para ver a la Princesa Charlotte acercarse al Gran Duque Kapmen.

¿Se había enamorado de él?

"Disculpe."

Llamó la Princesa Charlotte.

El Gran Duque iba caminando, perdido en sus pensamientos. En ese momento se detuvo bruscamente y lanzó a la princesa una mirada apagada.

"¿En qué puedo ayudarle?"

La Princesa Charlotte se cruzó de brazos e inclinó la cabeza.

'Por su actitud, debe de ser un idiota. Pero...'

"¿Tienes algo que decirme?"

El Gran Duque frunció el ceño,

"Parece que eres tú quien tiene algo que decir."

"¿Yo? ¡Nada que ver!"

Refunfuñó ella.

"Entonces, ¿qué haces aquí?"

"Bueno... sólo... pasaba por aquí. Y... bueno... te vi sosteniendo un ramo tan grande."

Charlotte se apresuró a señalar el ramo.

La verdad es que se había acercado porque él no paraba de aparecer por donde ella iba. Al principio, pensó que la seguía. Pero últimamente notaba que él estaba en el sitio antes que ella.

En cualquier caso, la incomodaba. Intentaba no mirarle. Pero no podía evitar prestarle atención.

'¿Por qué no deja de dar vueltas cerca de mí?'

Pensó que si lo confrontaba, tal vez le explicaría lo que quería. O al menos le diría lo que sentía.

En vez de eso, le devolvió la pregunta. Ella se cruzó de brazos, nerviosa.


De repente, el Gran Duque Kapmen le extendió el ramo de lirios negros.

"¿Qué es esto?"

"Flores. Ya que te has fijado en ellas."

Ella aceptó el ramo avergonzada.

"¿No es para otra persona?"

'¿Por qué me daría el ramo a mí?'

Los lirios negros estaban hermosamente arreglados. Parecía que se había tomado muchas molestias. ¿Por qué lo regalaría así como así? El arreglo debía de costar mucho dinero.

La Princesa Charlotte se estremeció.

'Parece sacado de una novela romántica. Donde el héroe recoge un ramo de flores al azar, y se lo da a la heroína por casualidad... Pero eso no es lo que está pasando aquí, ¿verdad?'

Justo cuando el pensamiento cruzó su mente, el Gran Duque utilizó esas mismas palabras para responderle.

"Lo acabo de recoger de camino a mi residencia, eso es todo."

Sus ojos se abrieron de par en par.

***