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jueves, 6 de julio de 2023

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 503

La Emperatriz Divorciada - Capítulo 503. Te Extrañé (2)



Por un momento, Ángel ladeó la cabeza haciéndose el confundido,

"¿Acaso esta pájaro pone huevos de oro? ¿Por eso van tan lejos para robarlo?"

Heinley envolvió apresuradamente sus alas alrededor de su cuerpo. Temía que este canalla pudiera hacerle daño, pensando que el pájaro tenía algo que ver con la disminución del maná. Ángel parecía astuto como un zorro. Cuando entrecerraba así los ojos, uno no podía evitar sentir escalofríos.

El caballero enmascarado que sostenía la jaula susurró,

"Crearé una abertura. Debes escapar a toda costa. Su habitación está en el segundo piso, al final. Dijo que dejaría la puerta y las ventanas abiertas. Ve allí y escóndete."

Heinley se dio cuenta de inmediato de que el caballero se refería a Navier. ¿Pero por qué su habitación estaba al final?

'No importa.'

Por ahora, arrulló en señal de comprensión.

De repente, el caballero más adelantado desenvainó su espada y arremetió contra Ángel. A pesar del ataque sorpresa, Ángel no se sobresaltó. Dio un paso atrás y desenvainó su propia espada.

Las dos espadas chocaron. Con un estruendo, comenzó la batalla.

Mientras ambos bandos se enfrentaban, los curiosos se acercaban para ver por qué tanto alboroto. Pero había demasiados caballeros involucrados como para saberlo. Además, los caballeros que luchaban contra la 4ª División llevaban uniformes de todas partes.

Los espectadores intercambiaban miradas de asombro.

¿Nuestros propios hombres están luchando contra la alianza?

Los espectadores más inquietos se fueron rápidamente a informar a sus respectivos monarcas.

Mientras tanto, sin perder un instante, el caballero enmascarado abrió la puerta de la jaula. Preparado, Heinley se soltó y voló alto.

"¡Atrápenlo!"

Gritó Ángel. Los caballeros de la alianza saltaron hacia él, pero el techo era demasiado alto. Ninguno de ellos podía alcanzar a Heinley, excepto el caballero más alto, a quien los caballeros enmascarados mantenían ocupado.

En vez de dirigirse al segundo piso, Heinley buscó una ventana que diera al exterior. No quería llevar la atención de los caballeros hacia Navier. Mejor volar afuera.

Pero todas las ventanas del pasillo inferior estaban bien cerradas.

'¡Ese zorro!'

Angel debía haberse preparado de antemano para esta situación. Heinley apretó los dientes. Justo entonces, unos cuantos caballeros de la alianza se liberaron para perseguirlo. No podía seguir buscando salidas.

Voló más alto, derribando a propósito todo lo que encontraba. Luego subió volando por las escaleras. Los caballeros cargaron tras él. Heinley condujo a los caballeros a un piso diferente, luego se escondió detrás de una viga hasta que pasaron corriendo a su lado. Apresuradamente, volvió hasta el final del pasillo del segundo piso.

Como le había dicho, la puerta de la habitación de Navier estaba abierta. Cuando entró, Navier dejó de caminar nerviosa.

***

Aún le temblaban las manos mientras se debatía entre empujar o no al Duque Elgy. Rivetti cerró los ojos con fuerza.

'¡Mátalo! Toma venganza!'

Pero no pudo empujarle. Al final, bajó las manos a los costados.

"Tu corazón no puede flaquear en el último instante, jovencita."

El Duque Elgy murmuró en tono burlón.

Sobresaltada, Rivetti dio un salto hacia atrás.

'¿Sabía que estaba aquí?'

"Si quieres vengarte, por supuesto."

Añadió. Pero no miró hacia atrás. Ni intentó detenerla. Se quedó sentado, complaciente, dándole la oportunidad de empujarle.

Extrañamente, verlo hacer esto hizo que el deseo de Rivetti de empujarlo se desvaneciera por completo. Pensó en todas las veces que Rashta había buscado apoyo en el Duque. Cómo le había dado sugerencias y al final la había apuñalado por la espalda.

Rivetti se dio la vuelta.

"¿Te vas a ir sin más?"

Se rió como si le hiciera gracia.

Cuando ella miró hacia atrás, esta vez él estaba mirando hacia ella. Apoyó la cabeza en la barandilla con una sonrisa. Tenía una actitud relajada, labios perfectos y una sonrisa despreocupada. Su apariencia era realmente atractiva, como la de alguien sacado de un libro de fantasía. Sin embargo, Rivetti frunció el ceño.

"Nunca te escucharé, no importa lo que sugieras."

"¿Entonces me habrías empujado si te hubiera pedido que me perdonaras?"

En vez de responder, Rivetti se alejó. El Duque Elgy estalló en carcajadas. Ella odió tanto el sonido que echó a correr. De repente, perdió el equilibrio.

Tenía la intención de empujar a alguien por las escaleras, pero, irónicamente, fue ella quien se cayó. Cuando su cuerpo se tambaleó hacia delante, alguien la sostuvo. Se enderezaron juntos, respirando con dificultad. Miró hacia atrás y encontró al Duque Elgy, con una mano alrededor de su cintura. La agarró como si no pesara nada.

En cuanto ella lo miró, él la soltó.

"¡No estoy nada agradecida!"

Gritó y echó a correr de nuevo. Bajó las escaleras y salió por la puerta, hacia el césped.

Pero esta vez, él corrió tras ella.

"Déjame preguntarte una cosa."

"¡Ack!"

Conmocionada, se volvió a resbalar, esta vez en la hierba. Tambaleándose hacia delante, el Duque Elgy volvió a atraparla.

La miró con el ceño fruncido, desconcertado,

"¿Por qué sigues cayéndote en terreno llano?"

"¡No estoy nada agradecida!"

Gritó otra vez. Luego se lo quitó de encima, se dio la vuelta y echó a correr.

'¡Qué imbécil! ¡Sólo pretende ser amable!'

Él la miró irse con una mirada preocupada,

"Iba a preguntarle si quería llevarse los zapatos..."

***