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martes, 6 de diciembre de 2022

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 444

 La Emperatriz Divorciada - Capítulo 444. Lo Odio (1)



Una vez que la sirvienta dejó la comida en el salón, la puse en el carrito y la llevé al dormitorio.

Heinley salió del baño mientras le esperaba después de poner los platos en la mesa. Estaba un poco sonrojado, pero actuó como si no hubiera pasado nada, se acercó tranquilamente y se sentó frente a mí.

Temía que se sintiera avergonzado, así que saqué un tema serio de inmediato.

"Heinley. Hoy fui a ver al amigo del Gran Duque Kapmen y me encontré con Sovieshu."

Heinley respondió mientras retiraba la tapa plateada de la comida y la dejaba a un lado.

"Ya lo sabía. No pude mantener vigilado al Emperador Sovieshu hoy, así que le pedí a un amigo que lo hiciera por mí."

"¿Un amigo?"

"Un pájaro."

"¿De la tribu... pájaro?"

"Sí."

Me había parecido extraño que no estuviera siendo vigilado. No esperaba que lo estuviera haciendo un miembro de la tribu cabeza de pájaro. Ahora que lo pienso, era el vigilante más apropiado.

No sería difícil que conociera toda la situación.

"¿Sovieshu salió a investigar sobre el fenómeno de la disminución del maná?"

"No parecía ser el caso."

"¿En serio?"

"Anduvo por lugares completamente ajenos, como si sólo hubiera salido a despejar la mente."

¿De verdad...?

"Reina, no tienes que preocuparte. Lo mantendré vigilado en todo momento."

"Es bueno oír eso."

"¿Qué hay de Reina? ¿Aprendiste más sobre tu magia hoy? ¿Fue útil?"

Las comisuras de los labios de Heinley, que había hecho una serie de preguntas, se curvaron de repente.

"¿Fue engañado por la actuación de Reina?"

"No salió como esperaba."

"Jajaja, ¿vio a través de la actuación de Reina?"

¿Qué demonios está tratando de insinuar? Después de mirarlo con ojos feroces, Heinley tosió y cambió rápidamente su discurso.

"No dudo de que haya sido engañado por tu increíble actuación."

"No creo que eso sea lo que querías decir."

"Sí, eso es lo que iba a decir."

"No, no es así."

"Reina, ¿no confías en mí?"

"Tanto como tú no confías en mis habilidades de actuación."

"..."

Heinley, que se había quedado sin palabras mientras lo miraba fijamente, se apresuró a comer un trozo de la carne de cangrejo de su plato y, de repente, fingió sobresaltarse y exclamó, "¡Ah!"

"Por cierto, Reina. He oído una cosa extraña."

"¿Estás intentando cambiar de tema?"

"No, realmente lo acabo de recordar. Es una cosa muy extraña..."

"¿Qué es?"

"Las damas de compañía de Reina han estado difundiendo extraños rumores... ¿podría ser que Reina ordenara hacer eso?"

"¿Quién te ha dicho que mis damas de compañía difunden rumores extraños?"

"En condiciones normales, nadie lo sabría. Soy una pequeña excepción. ¿No hay un dicho que dice que los pájaros escuchan en el día?"

<< Nota: El dicho completo es 'los pájaros escuchan en el día mientras que las ratas escuchan en la noche'. En nuestro idioma este dicho sería, 'las paredes tienen oídos'. >>

"¿Quiere decir que su tribu se lo contó?"

En cualquier caso, eso era cierto. Me limpié la boca con una servilleta y oculté la sonrisa que estaba a punto de surgir.

***

— Necesito que vayas a un sitio.

Cuando Sovieshu se despertó por la noche, frunció el ceño ante el gran trozo de papel encima de las sábanas.

El papel encima de las sábanas era casi del tamaño de dos manos juntas. Tal vez a su yo del día le preocupaba que no pudiera ver el papel.

Si otra persona lo hubiera escrito, uno de sus subordinados, naturalmente, lo habría guardado.

Pero nadie lo hizo. Sin duda fue porque su letra estaba en este papel.

Eventualmente, Sovieshu enarcó las cejas, agarró el papel y leyó lo escrito.

— La ubicación es... se tiene que ir de noche, así que no puedo hacerlo yo.

Aunque se había enterado de la existencia de su otro yo por el Marqués Karl, Sovieshu nunca había intentado comunicarse con su yo del día.

No veía la necesidad de hacerlo.

Ahora, su yo del día había sido el primero en comunicarse. Sovieshu suspiró, arrugó el papel, lo dejó a un lado y se pasó la mano por la frente.

No quería hacer nada. Nada. Ni siquiera quería pensar.

En su mente nublada, apareció la vaga imagen de un hombre con chaleco blanco que lucía una joya azul en su cuello. Sentada a su lado...

"Navier."

Sovieshu suspiró de nuevo, se quitó las sábanas, se levantó y se acercó a la ventana. El hecho de que ella no estuviera lejos le producía dolor y consuelo al mismo tiempo.

'¿Había una esperanza más terrible en este mundo?'

Con los ojos cerrados, Sovieshu apoyó la frente contra la ventana.

Después de un rato, finalmente volvió a agarrar el papel, comprobó la ubicación y salió.

Si fuera simplemente una petición, no iría. Sin embargo, le inquietó la palabra 'maná' dejada en la petición.

El Marqués Karl le había informado que durante el día investigaba el fenómeno de la disminución del maná, por lo que se preguntó si había descubierto algo.

Acompañado sólo por el comandante de los caballeros, Sovieshu respiró hondo y se dirigió en secreto al sitio indicado en el papel.

Parecía ser una de las muchas habitaciones vacías del Palacio Imperial. Una habitación vacía sin ningún propósito en concreto. No había ningún caballero custodiando la puerta.

Después de ordenar al caballero de los comandantes que se quedara vigilando afuera, Sovieshu abrió la puerta y entró.

El interior estaba oscuro, sin una sola lámpara. No había cortinas, por lo que sólo la luz de la luna entraba por la ventana.

Sovieshu miró alrededor de la habitación con indiferencia.

'¿Qué podría haber aquí?'

En ese momento, una voz fría que le resultó demasiado familiar vino desde un lado.

"Sabía que el propósito de tu visita no era disculparte."


***