Después de ese día, el tiempo pasó muy lentamente. Pero cuando pensaba en eso por la noche, me parecía que volvía a pasar demasiado rápido.
Tal vez debido a la situación, Heinley se limitaba a envolverme en sus brazos y a abrazarme firmemente incluso cuando estábamos acostados en el dormitorio compartido.
Este comportamiento no era propio de esta águila lujuriosa que siempre ardía de deseo.
Sin embargo, nunca sacó el tema del embarazo ni habló de bebés.
Acurrucada en el pecho de Heinley, acaricié su barbilla y sus mejillas para calmar mi ansiedad.
Debe ser difícil para un parlanchín mantener la boca cerrada.
Un día antes del chequeo, mientras jugueteaba con su cabello, desaté el nudo de su bata y apoyé mi oreja en su pecho.
¿Desde cuándo este hombre comenzó a significar tanto para mí? ¿Tenía algún sentido ahora tratar de no amarlo?
Dejé escapar un pequeño suspiro, lamentándome por dentro.
¿Cómo nos sentiremos mañana cuando volvamos a acostarnos aquí, Heinley?
"¿Quieres matarme, Reina?"
"¿Heinley?"
"Oh Dios..."
Heinley, que dejó escapar un gemido, me besó la frente y sacó su cuerpo de debajo de mí, diciendo, "Espera."
Luego se escabulló como una tortuga y gimió.
En ese momento me di cuenta de que había manoseado mucho su cuerpo desnudo, lo que había estimulado al máximo esa parte de Heinley.
"¿Estás bien?"
"Eres cruel..."
Murmurando impotente, Heinley acabó saliendo del dormitorio.
Tomé su almohada y la abracé, mirando la puerta que conducía a la habitación de Heinley.
Sosteniendo la almohada que aún conservaba su calor, me fui quedando dormida.
* * *
Al día siguiente.
El médico del palacio que vino a verme a última hora de la mañana parecía más tenso.
Antes de comenzar el chequeo, incluso tenía una expresión trágica, como si la destrucción del mundo dependiera de las siguientes palabras que dijera.
Tragué fuertemente y respiré lentamente.
Los latidos de mi corazón se sentían como el ti-tac de un reloj.
... ¿Cuánto tiempo seguirá chequeándome?
"¡Felicidades, Su Majestad! ¡No hay duda de que está embarazada! ¡Lleva un bebé en su vientre!"
En cuanto terminó de hablar, se escuchó un sollozo desde un lado. Al voltear la mirada, Heinley me miraba con los ojos llenos de lágrimas.
El médico del palacio no lo detuvo, esta vez no dijo que fuera molesto.
Sólo se podía escuchar a Heinley sollozar en la silenciosa habitación.
No fue hasta que se marchó después de dar algunas indicaciones que me di cuenta de que mi cabeza estaba vacía.
A medida que regresaban mis pensamientos, quise llamar al médico del palacio para que me chequeara de nuevo.
"Un bebé..."
"Parece que esa fea águila bebé era nuestro hijo, Reina."
"No era fea. Era adorable y tierna."
Ante mi firme refutación, Heinley me besó varias veces en la mejilla, diciendo, "Tienes razón, era un águila bebé verdaderamente adorable."
"¡Heinley!"
"Si diéramos muchas vueltas de esta manera, te sentirías mareada, ¿verdad?"
Heinley me besó por toda la cara, luego me dejó en el sillón, se convirtió en un pájaro y comenzó a bailar.
No parecía el mismo hombre que no había dicho nada en dos semanas.
Ni siquiera antes de esas dos semanas había mencionado que quisiera tener un hijo. ¿Tanto le alegraba esto?
Viendo bailar a Reina, del que no se podía decir que fuera bueno bailando, finalmente la risas surgieron a medida que la tensión se disipaba.
De repente, me sentí conmovida y mis ojos se calentaron.
Aunque nunca había soñado con ser madre, nunca pensé que no lo sería.
Al convertirme en emperatriz, naturalmente debía tener un hijo. Esto iba unido a la posición de la Emperatriz.
Iba más allá de una cuestión de obligación y felicidad.
"Mi hijo."
La vida que crecía en mi interior de forma totalmente inesperada me produjo una extraña emoción y miedo al mismo tiempo.
Este bebé me enseñó que era un ser grandioso que podía crear vida, y también el miedo de saber que esa vida dependía únicamente de mi vitalidad para desarrollarse.
Pero cuando pensé que dentro de unos años este bebé crecería hasta ser como nosotros, que hablaría de todo tipo de cosas, que se reiría, y que desempeñaría un papel en el mundo, me hizo darme cuenta de lo increíble que éramos todos los padres.
Era una perspectiva que nunca antes había considerado.
Esta vida, que estaba en mi vientre y cuya existencia era incierta hace dos semanas, se convertiría en un enorme bebé en dos años.
Reina dejó de bailar y se acercó a mí, apoyando su cara en mi vientre. Luego extendió sus grandes alas, cubriendo mi vientre y mi cintura.
Nos quedamos así durante mucho tiempo...
"Cuanto más pienso que tendremos un hijo que llevará nuestra sangre... más se acelera mi corazón, Reina."
"La sola existencia del bebé que nacerá es fruto de nuestra unión."
***