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viernes, 30 de abril de 2021

Bajo El Roble - Capítulo 114

Capítulo 114. La cariñosa bienvenida de una esposa (1)


Durante los tres días siguientes, Max se sumergió en el libro que Ruth le dio. Esta dedicada discípula se tomó la tarea muy en serio. No paraba hasta que la cabeza le daba vueltas, o tenía que visitar a Rem en los establos para peinar su melena. Revisar las páginas, memorizar, repasar... esto también actuaba como una agradable distracción ya que ahora era una semana completa después de que Riftan había partido a la cacería de goblins.

Max se sentía un poco nerviosa porque la cacería estaba durando más de lo esperado. En los últimos días se ha producido un brusco descenso de las temperaturas, había que romper el hielo incluso para recoger agua del pozo. Su ansiedad se multiplicó con esta repentina ola de frío.

Era desgarrador solo imaginar a Riftan agazapado y durmiendo en el suelo frío bajo el viento helado mientras ella dormía en una cama suave y cálida. Mientras el responsable se afanaba en las condiciones más duras, ella se sentía culpable por el lujo en el que vivía.

Estaba absorta en el libro, y comprobaba de vez en cuando que no veía a Riftan cabalgando por la ventana en un caballo. En el vasto jardín no había más que una brisa lúgubre, que aumentaba su desolación. Habían pasado dos días más antes de que volviera la fuerza de supresión.

Era el mediodía después de eso, Max sostenía la piedra de maná en sus manos, luchando por sentir el flujo de maná. Estaba tan concentrada en el acto que saltó al oír el anuncio de la llegada del Señor.

Salió de inmediato, vislumbrando a los jinetes que entraban en el jardín, y su paso se aceleró al bajar las escaleras cuando vio a Riftan al frente.

Montado en un espléndido corcel de combate, Riftan saltó del caballo al ver la figura que corría. La sangre de Max se calentó de emoción al acercarse al apuesto hombre.

Llamándolo, se abalanzó hacia sus amplios brazos, enterrándose en la gruesa túnica, sin preocuparse por los que la rodeaban. Encantado, Riftan estalló en carcajadas y la envolvió en sus fuertes brazos con fuerza. La fría armadura le puso la piel de gallina detrás del cuello, pero no tenía la menor intención de querer quitársela de encima.

Con los ojos enrojecidos, lo miró, frotándose la cara contra su holgada túnica. Tenía el pelo revuelto después de casi diez días de acampada, y aunque su cara estaba áspera, seguía teniendo un aspecto increíblemente bueno. Max levantó su mano y acarició su fría y congelada mejilla con suavidad.

"B-bienvenido, ¿te l-lastimaste?" Sus últimas palabras las dijo con ansiedad y preocupación. Max tomó aire con urgencia, temiendo que se hubiera equivocado al hablar.

La sujetó por el cuello y le metió la lengua hasta el fondo de la boca. Max apretó los hombros y dejó escapar un gemido. El calor surgió de su cuerpo, como si sufriera fiebre.

Como un gato, se aferró a él sin querer soltarse.

Justo en ese momento, Hebaron, Gabel, Yurixion, Garow y el resto del equipo de la expedición aparecieron a su vista por encima de sus hombros. Solo entonces Max se apresuró a apartarlo, refunfuñando por su propia audacia. Pero en el abrazo de Riftan, no podía ni siquiera moverse ligeramente. Como un hombre ebrio que aplasta una barbilla áspera en su cuello, él murmuró.

"Si hubiera sabido que me esperaba una bienvenida tan apasionada, habría prendido fuego a la montaña y habría vuelto corriendo" él gimió y luego presionó sus labios en la mejilla de Max.

Ella se puso roja de pies hasta cabeza. No podía soportar la vergüenza de su irreflexiva conducta. ¿Qué estaba pensando al correr hacia su abrazo a la vista de todos? Pero a él no le importó, y salpicó incesantemente sus mejillas y cuello con besos.

Le escocían los ojos y tenía la cara llena de lágrimas.

Susurró "R-Riftan... T-todo el mundo está mirando".

"Lo sé" aun así, él no tenía la menor intención de detenerse.

"S-sabes..."

No la dejó continuar, ahora que era consciente del entorno. El hombre exhaló un profundo suspiro, la sujetó con un brazo y giró la cabeza hacia los caballeros que estaban en la parte de atrás.

"Aquellos que hayan participado en la cacería serán excluidos de todos los deberes durante la próxima semana. Enviaré a alguien para que los atienda, así pueden descansar todo lo que quieran" declaró.

Hebaron sonrió sarcásticamente, frotándose los labios "Gracias por tu preocupación".

"Nos disolveremos por nuestra cuenta, así que puedes apagar el fuego enseguida".

Hacía tanto calor que el vapor surgía de la parte superior de su cabeza. A pesar de la descarada burla de Hebaron, Riftan se dio la vuelta y subió las escaleras sosteniéndola en sus brazos. Max le rogaba que la dejara bajar, pero él ni siquiera intentaba escucharla. Entró de inmediato en el vestíbulo y sacudió la cabeza con impaciencia a Rodrigo y a los demás sirvientes que habían acudido a recibirlo.

Les ordenó "Cuiden bien de mi caballo, y lleven agua para el baño y comida a los que han estado cazando”.

"... Muy bien, mi Señor. ¿Desea usted un baño?"

Rifan frunció el ceño en ese momento, dándose cuenta del desastre de sudor y polvo que era.

"Sí. Trae el agua ahora mismo" Rodrigo inclinó la cabeza con calma y se echó atrás. Los sirvientes que estaban detrás de él mantuvieron la calma y siguieron su ejemplo. Max solo agradeció que no la vieran en brazos de su Señor como si fuera una niña.