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viernes, 30 de abril de 2021

Padre, No Quiero Casarme - Capítulo 59

Capítulo 59. La Verdad Detrás de los Rumores


El tiempo pasó hasta que por fin llegó el día del banquete. El viaje en carruaje hasta la residencia del Conde Arlo fue un poco aburrido, puesto que sólo pude observar una serie de edificaciones indistinguibles cerca de la capital. La vista me recordaba al centro de Seúl, donde también estaba repleto de rascacielos de aspecto similar.

'Ah, todo lo que está cerca de la capital parece igual. No hay nada interesante que ver'.

Quise bostezar porque me sentía extrañamente cansada, pero me contuve, por miedo a que mi padre me regañara por mostrar una apariencia poco refinada. 'Ah, tengo mucho sueño'. Mi visión empezaba a volverse borrosa cuando escuché su voz.

"No te preocupes."

Miré a mi padre, que estaba mirando por la ventana.

"Hoy me quedaré a tu lado", continuó. 

No sabía por qué lo decía, pero parecía que le inquietaba lo que los demás pensaran de nuestra familia. Probablemente también le preocupaba que yo causara una escena en el banquete. 

No podía entender lo que estaba pensando mi padre últimamente, así que me ponía nerviosa que pudiera interferir en mis planes. No obstante, esbocé una sonrisa para encubrir mis verdaderos pensamientos. 

"Te agradezco que me acompañe, padre."

'Mientras no cometa ningún error hoy, no habrá ningún problema'. En ese momento, noté que mi padre sonreía suavemente mientras seguía mirando por la ventana.

'¿A qué le sonríe?' Me giré para mirar también por la ventana. Una bonita mansión estaba rodeada de macizos de flores rojas, lo que le daba un aspecto animado. Habíamos llegado a la residencia del Conde Arlo, que se encontraba en las afueras de la capital. 'Es un lugar muy bonito, tal y como dijo Rose'.

Estaba con la mirada perdida en la hermosa mansión cuando mi padre dijo, "Jubelian."

Regresé mi mirada hacia él, y vi que me tendía la mano.

"Vamos", dijo.

Miré su mano por un momento y luego la tomé tímidamente. La agarré con delicadeza por si le molestaba, pero me agarró la mano con fuerza.

***

"¡Anunciamos la llegada del Duque Regis Adrey Floyen y a su estimada hija, Dama Jubelian Eloy Floyen!" 

El salón de banquetes se agitó ante la presentación, sobre todo porque el famoso Duque Floyen no solía asistir a los actos sociales. Mientras todos contenían la respiración, el pintoresco dúo de padre e hija entró en el salón de banquetes. Los que los vieron se quedaron boquiabiertos. La Dama Floyen llevaba un vestido blanco bordado con hilos de oro. Tenía un aspecto bello y elegante.

"Su reputación precede a su belleza", dijo alguien.

Mientras la admiraban, el Duque rodeó suavemente los hombros de su hija con su brazo. Siguieron con atención sus movimientos, y todos se dieron cuenta de que llevaba una túnica blanca que combinaba con el vestido de ella. A pesar de su edad, el Duque seguía siendo joven y apuesto, comparable a un hombre de veinte años. La única parte de su aspecto que revelaba su edad eran sus ojos ligeramente hundidos. 

"Ese es Su Excelencia, el Duque Floyen, ¿Verdad?"

"Sí, tienes razón. Hace tiempo que no asistía a un banquete."

Las damas solteras, así como las damas casadas que lo habían admirado en el pasado, se sonrojaron al verlo. 

"Sigue teniendo un aspecto estupendo."

"Sí, lo está."

Las damas nobles se quedaron mirando al Duque Floyen como si estuvieran poseídos, siguiendo sus movimientos cuando levantó ligeramente la mano. Cuando se reveló algo brillante en su manga, todos se dieron cuenta de lo que se trataba y sus ojos se agrandaron. 

'¡Eso es...!' Las mancuernillas de diamantes azules de las que todos habían escuchado podían verse en las muñecas del Duque. Los nobles se quedaron hipnotizados por un momento, dándose cuenta de por qué no habían visto las mancuernillas hasta ahora. 'Si era un regalo para su padre, tiene sentido que nadie hubiera visto las mancuernillas aún. El Duque no suele llevar accesorios y ahora pasa la mayor parte del tiempo en casa...' 

El hombre en cuestión observó lentamente el salón de banquetes. Sus fría mirada parecía advertir a la gente que no sacara conclusiones precipitadas, haciendo que los espectadores retrocedieran asustados. Sin embargo, algunos sonreían en respuesta a su aterradora mirada. Rose miró a su madre con una expresión de euforia, puesto que había sido regañada por ella por intercambiar cartas con Jubelian.

'¿Estás viendo esto? Te dije que la Dama Floyen no estaba haciendo nada indebido', parecía decir su mirada. La Condesa Arlo se abanicó de vergüenza. Otros nobles que habían creído en los rumores también apartaron la mirada avergonzados. Sólo hubo un hombre que fijó su mirada en el dúo.

'¿Qué? ¿Las mancuernillas eran para el Duque?' Era Mikhail, el ex novio de Jubelian. 

'Por supuesto. No puede tener ojos para nadie más que para mí'. Miró fijamente a Jubelian y levantó lentamente la comisura de los labios.