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sábado, 13 de febrero de 2021

Una Villana Perfecta Para Un Tirano - Capítulo 7

Capítulo 7. Rezar Rápido y Cantar Más Rápido


Cecile se sintió totalmente desconcertada. Nunca había pensado que el Emperador era alguien guapo.

'¿Por qué supuse que el Emperador sería feo?' Se preguntó. Nadie le había dicho nunca que fuera horrible, pero ¿Por qué lo había asumido? Cecile pronto se dio cuenta de la razón.

'Para empezar, no había ningún retrato suyo'. 

Todos los nobles dejaban montones de retratos con todo tipo de poses en cada nueva conmemoración, evento y similares, hasta el punto de que había que construir una mansión aparte para guardarlos todos. Si los nobles se comportaban de esa manera, Si los nobles se comportaban de esa manera, ¿Cómo serían los miembros de la realeza... no, los emperadores? Pero ella nunca había escuchado que alguien hubiera visto un retrato del Emperador.

'Ahora que lo pienso, se supone que hay que enviar un retrato con la carta de propuesta de matrimonio'. reflexionó Cecile.

El rey de Navitan nunca le había mostrado eso. En otras palabras, no existía. De lo contrario, seguramente le habría dicho, '¡Contempla! ¿¡No tiene un aspecto maravilloso!?' Aunque, por supuesto, Cecile seguramente le habría gritado, '¡Sin duda, un engaño!'

Y en segundo lugar, nadie hablaba del aspecto del Emperador. Cuando buscó en su memoria algo relacionado con el aspecto del Emperador, todo lo que recordaba eran palabras que ilustraban 'el maldito demonio del campo de batalla' y 'la encarnación del dios de la guerra'.

'Pero el dios de la guerra es feo'. 

Se decía que el dios de la guerra en la mitología estaba desfigurado con todo tipo de cicatrices. Sabiendo que la gente decía que se parecía al dios de la guerra, ¿Cómo podría  imaginarse que fuera una belleza?

'Aunque, en parte, es culpa mía por no preguntar'. 

En primer lugar, Cecile no tenía el más mínimo interés en el Emperador como individuo, razón por la cual no preguntó por el color de su cabello, tampoco por su aspecto.

'Pero, aún así. ¿No debieron avisarme que era tan guapo?'

Cecile se limpió discretamente la saliva que casi se le escapaba de la boca mientras echaba otro vistazo al Emperador. Se veía muy bien. Tan bien, que si ella no estuviera en esta situación, y si él no tuviera el título de Emperador, se habría sentido muy dispuesta a invitarlo a que se sentara a su lado, luego a preguntarle su nombre y a pedirle la dirección de su casa, hasta que finalmente... ella le tomara la mano fingiendo hacerlo accidentalmente.

'¿De verdad? ¿Un hombre con estas características es el peor tirano del Imperio?'

Ella sentía tanta discrepancia que comenzaba a sospechar que esos rumores estaban equivocados de alguna manera. El hombre parecía más adecuado para un escenario de teatro, que para un campo de batalla. 

Mientras Cecile contemplaba al Emperador, olvidando la situación en la que se encontraba, él comenzó a hablar. "Los tutores que te enseñaron."

"¿......?"

¿Qué pasa con ellos?

"Debería matarlos a todos". Él continuó.

Al escuchar sus palabras, Cecile sintió como si hubiera sido mojada bruscamente con agua helada. Se distrajo momentáneamente con su rostro, pero el hombre que tenía delante no era otro que el Emperador Estian. El mismo emperador que iba a matarla.

"¿Por qué...?" En el momento en que ella estaba a punto de preguntar por qué iba a matar a los tutores, el Emperador dio un paso hacia el carruaje y se inclinó hacia el interior. Extendió la mano para agarrar el brazo de Cecile y tirar de ella. Cecile no tuvo tiempo ni de gritar cuando comenzó a caer hacia delante, arrastrada por su poderosa fuerza. Instintivamente cerró los ojos con fuerza, esperando el impacto de la caída, pero en cambio sintió como si su cuerpo girara en el aire.

"¿Eh?" Cuando volvió a abrir los ojos, Cecile se encontró en los brazos del Emperador. "¿Qué estás haciendo?" 

La incredulidad sustituyó su sorpresa. 

"¿No dijiste que esto era una costumbre de Navitan? Estoy haciendo lo que deseabas, ¿Qué tiene de extraño?"

"¿No me matarás?" 

"¿Por qué lo haría?" 

"Sólo me trajeron para dar a luz a un heredero, procedente de un país pequeño elegido por sorteo, y aun así pedí tonterías como que el Emperador viniera a recogerme, me llevara al interior y cambiara los colores de las flores."